Está dirigido
por su dueño, que va vestido de negro y se llama RAUL BERNAL, que fue el mejor
maestro chocolatero de España en el año 2011. A mí el día 16 de Noviembre del
actual año de 2.024 ,me han llevado a su Restaurante , al que entre otros ha
acudido mi hijo Ignacio , amigo, del adelantado Pastelero Raúl Bernal y podemos
hacer constar su antigua profesión de Panadero, que es común entre pasteleros y
panaderos. Este pastelero con su cuerpo joven, va vestido de negro, en lugar de
blanco y al llegar al lugar, donde estábamos sentados con mis familiares, se presentó ante nosotros con su negro y
elegante uniforme de Panadero que me produjo una impresión notable por su
rostro fino y su figura elegante ,cubierto por aquella ropa negra, que le daba
un poder sobre mí y sobre los que me acompañaban en aquel cuadrado espacio de
madera , donde nos habíamos sentado. Nos saludó con gran amabilidad y no pudo
hacer otra cosa que entregarme unos bombones, que habían ganado el primer
premio de Maestro Chocolatero. Se quedó admirado de los artículos abundantes,
que yo le entregaba, pero se llenó de alegría al ver, aquel regalo de
agradecimiento mío.
Yo me complacía
observando esas pequeñas celdas, que rodeaban un gran mostrador, en que estaban
depositados auténticos regalos de pasteleros, comunes entre estos y los
panaderos.
Estábamos
sentados con mis hijos y nietos, en unas pequeñas cabinas, que formaban, una
cadena de ellas, rodeando el más elevado mostrador, en qué se alzaban diversas
tortas, como ofreciendo su consumo a los asistentes al espectáculo. Y todos los
comunicadores contemplaban los ramos de productos, fruto de su factura
panadera, que se sentaban en las pequeñas “capillas”, donde fabricaban tales
tortas aperitivas.
Mis compañeros
llegamos los primeros entrar en aquel lugar, en cuyo centro se alzaba la citada mesa, de cierta elevación. Al entrar
nosotros en el salón donde esta una alta mesa con numerosos pasteles de
chocolate y figuras de animales, preparadas por el inteligente cerebro del
Maestro chocolatero. Nosotros entramos en el salón los primeros, pero detrás de
nosotros se formaron colas de consumidores, que iban a satisfacer la “minería”
de sus miembros. Se llenaba de deseosos consumidores de bombones y de pasteles.
Cuando ya no cabían en este salón más consumidores, se sentaban en los
veladores de la calle. Y así se acababa la mañana, llena de “buscadores” de
alimentos placenteros. Al mediodía, en que se habían terminado los ricos
alimentos que se ofrecían. Yo les di a las camareras varios relatos escritos
sobre las costumbres de muchos de los que ahora, habían entrado a satisfacer
sus estómagos y su imaginación.
Al poco tiempo
de enviarle mis escritos, apareció RAUL
BERNAT, que me dijo que agradecía mi visita a sus curiosos y sabios clientes.
Me sonrío y me regaló una caja con bombones exquisitos. Cuando nos ausentamos
mis parientes y yo, nos fuimos llenos de felicidad.
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