He entrado en un Banco y en tanto
hablaba con su director, en un despacho lateral, ha penetrado un hombre, que ha comenzado a emitir gritos, manifestado a los empleados,
un gran descontento, por alguna operación bancaria, que le había
dado mal resultado. El Director salió rápidamente
del despacho, dejándome solo. Pero al
dejar un tanto abierta la puerta, he escuchado las frases violentas de aquel
hombre, que se sentía maltratado por los que, para él, eran simplemente
capitalistas. Yo creo que los empleados de la oficina bancaria, no eran
capitalistas, sino servidores de la “confianza que debía existir entre los
Banqueros y los Clientes”. Pero aquel hombre, levantaba su voz y además de
llamar “hijos de p…” a los empleados, llegó a amenazarlos de muerte. Yo me
sentía sólo, sin poder hablar con el Director y decidí marcharme. Al salir
estaban en la acera el hombre enojado, hablando con algunos policías, a los que
ya habían llamado, pero yo me marché.
¿De qué operación, buscaba la
justicia ese hombre, que para mí no era malo, sino como tantos otros, que van a
negociar con los bancos y no saben, qué es lo que va resultar de ello?. El trato con los Bancos debe estar regido por
la CONFIANZA MUTUA, entre los mismos y
los clientes. Pero parece que más que la
Confianza, lo que rige el trato en los Bancos, es muchas veces, el interés económico, y en el cliente, en
muchas ocasiones, también. Pero muchas veces es el cliente el que pierde el
dinero que ganaba con su trabajo, al llegar el paro y el piso que había
comprado con una hipoteca. Hay muchas circunstancias que impiden que la
confianza entre los Bancos y los Clientes, sea real, como ocurre en muchas operaciones, como las hipotecas.
¿Cómo no advirtieron muchos Bancos
a sus clientes, cuando iban a pedirles créditos para hipotecarse, del futuro que iba a llegar con prontitud, por
ejemplo, el paro múltiple?. En las relaciones entre los Bancos y los
clientes, es la confianza la que debe
predominar, pero, como he dicho, la mayoría de las veces lo que
rige esas relaciones es, casi siempre, el interés económico, la ambición, y a
veces la avaricia. Pero no sólo se hizo necesario que intervinieran los Bancos,
en la concesión de los préstamos, a gentes que con ellos, iban a multiplicar
sus dificultades económicas; hubiera sido necesario que la Política, hubiera
tomado medidas contra, la enorme crisis que se iba a producir. Pero no fue la
democracia teórica la que se rigió por
la CONFIANZA MUTUA (confianza necesaria no sólo entre los banqueros y
los clientes, sino entre los gobiernos y
los votantes democráticos), sino el
interés económico, otras veces la ambición y en otros casos la avaricia.
A la Política le interesaba que
se realizasen muchas hipotecas, porque así el Estado, los Ayuntamientos y
comunidades, desde una licencia de obras
hasta situaciones de trasmisiones patrimoniales, recaudaban dinero. ¿Qué
confianza debe la Política a los ciudadanos para que consigan vivir en un piso propio?. Esa
desconfianza, inyectada en la confianza verdadera, ha hecho que aumentaran los
ricos, que inyectaron desconfianza en la verdadera confianza, pero ha multiplicado el número de pobres en la Sociedad, cuando la
propaganda habla tanto de la igualdad
entre los hombres. En esta “efervescencia económica” o burbuja, como se la llama vulgarmente, además de los
Bancos, que ganaban el dinero automáticamente, llegaron los oportunistas, que
pensaban ganar dinero de las hipotecas obtenidas. Pero a algunos de los que
“soñaban felicidades económicas”, se han
convertido luego en “indignados”
por fracasar en los pagos, a los que se
habían comprometido. Esto les ocurrió a muchos por no haber tomado
precauciones, contra las dificultades de
llegar a pagar, como por ejemplo el “Paro”.
¿Quién fue causante del paro?. La Política ha de explorar la evolución de la economía en la Sociedad, y ha de avisar de los posibles
cambios que se den en ella. Esos
cambios, debían haber inspirado a la
Política y a los Bancos, para no liberar la concesión de créditos de una forma loca. El hecho de que la
política no estableciese normas, que
hiciesen que “la marcha hacia la
prosperidad que daban los préstamos”, no se convirtiese en una crisis
económica, ha traído la pobreza a muchas
familias y hace a los políticos un tanto
responsables de la situación de los que ahora sufren la pérdida de sus
viviendas y dineros.
Una democracia debe sostener la
confianza de los clientes de los Bancos y no echar por tierra unos tratados, que prestaron los créditos con excesiva
facilidad. Los políticos dieron facilidad a la creación de la Crisis, y ahora
tienen que buscar su solución, sin hacer culpables con la expulsión de las
viviendas, a los que por su confianza en
los Bancos, se empeñaron.
Leyendo el periódico el día ocho
de Abril de esta año de 2013, el periodista Gabriel Albiac, escribe:”¿ Por qué
no hacen públicos los Bancos-y sobre todo , las Cajas- el importe de los
créditos impagados por los partidos durante tres décadas?. Y sigue preguntando: “¿por qué debe el
ciudadano privado financiar con sus impuestos a todos los partidos?
¡Con qué entusiasmo se acogió en
España la creación de las Comunidades Autónomas!. Y ahora,
nos damos cuenta que en ellas,
debemos reduplicar el pago al Estado, del mismo pago a las Comunidades
Autónomas.
A las Autonomías Euzkadi y de Cataluña, se les ha fortalecido como puntos de
comunicación con Francia y en esas regiones se hace alarde de independencia, en
tanto que en Aragón, que desde Carlomagno y del Bearn, que colaboró en la
reconquista de Aragón y de Valencia, se deja abandonado el paso por Canfranc.
Yo , ante esta situación de
ruina, me acuerdo del cierre del paso ferroviario con Europa de Aragón,
mientras, que en todas las Regiones, dice Gabriel Albiac , que ”Los partidos han hecho todo cuanto estaba en
su mano para ser odiados”.
Aquella entrada en el Banco, me
ha inspirado un respeto a sus trabajadores y me ha dado pena la situación
psicológica del que daba la culpa, a aquellos que se sacrifican en su labor.
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