Mi abuela Agustina Lafarga era
dueña de la Huerta Solanes, cerca de la Torre de El Gallo, propiedad de
Victorino Solanes. Yo iba por aquellos caminos llenos de polvo, separados de
ellos y entre ellos, por paredes de tierra mezclada con grava, con un
tejadillo, a modo de defensa contra las lluvias. Sobre ellos proliferaban
siemprevivas, unas plantas que aguantaban la sequía y resucitaban con las
lluvias. Entraba en la huerta de Solanes, cuyo arrendador era un hombre de
muchos años, muy simpático y pariente de Victorino. Aquel anciano guardaba unas macetas, que le llevó mi abuelo
y que representaban los rostros de políticos de la época, como Campoamor. Muy
cerca de esta huerta de mis abuelos maternos, se encontraba la huerta del que
he dicho que era pariente del arrendador
Solanes, con su mismo apellido al que anteponía
el nombre de Victorino. ¡Cómo dirigía éste el cultivo de aquellas
,entonces huertas, que han desaparecido y por las que ahora corre la Ronda
Sudeste!. Estas huertas se encontraban debajo del Barrio Morisco de Barrio
Nuevo, dejando en Huesca nombres árabes
como la Almunia, El Almériz, Algascar además de la Albercas de Cortés y de
Loreto, el Azud del Puente de San Miguel y el Aljibe de Loreto. De aquellos
moriscos han heredado su oficio nuestros hortelanos, como Calasanz, los Solanes, Lairla, Garcés, Oliván, Andacá, Pisón, Venturis, Barbereta,
Lacoma, Ezequiel el Ruso y otros muchos. Muchos de estos hortelanos venían de
viejas generaciones de hortelanos de Huesca, en tanto otros, como los Ferrando,
vinieron de Barbastro, donde tan pulcramente exponen sus verduras en los Porches
de la Plaza, los Tarradellas, venidos de Lérida y los Solanes, que vinieron de
Fraga, de cuya familia procedía Victorino Solanes, que cultivaba la Torre del
Gallo, hasta que la construcción de la Ronda Sudeste, la hizo desaparecer, con
lo que se marchó a una hermosa huerta en la Carretera de Jaca. Pero lo que
nunca ha dejado ha sido su devoción a San Lorenzo, pues ha sido durante
muchísimos años Mayoral de los Danzantes.
Cuando iba a la Huerta de mis
abuelos, cultivada por el inclinado anciano Solanes, que había logrado tal condición por estar siempre
asido al mango de la “jada, que viene cansada de trabajar”, iba a ver a
Victorino, que me explicaba la historia de los danzantes. ¡Qué expresión
utilizaba para explicar el baile de la albahaca y el desarrollo de las
ensaladas y de las borrajas, pues acompañaba su voz, con gestos, que me hacían
creer que estaba contemplando una obra de Teatro!.
Han sido muchos los hortelanos de
categoría en Huesca, pero Victorino Solanes, con sus más de noventa años, los
ha ido desplazando desde Huesca al cielo.
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