Estaban dos jóvenes varones al
borde de la acera y a su altura, han parado su coche dos jóvenes mujeres. Entre
risas de unas y entre bromas de otros, preguntaron la dirección para subir a
Jaca, y observé que colgada detrás del parabrisas, bailaba salazmente una cuca,
como la Cuca Roya, que se yergue allá, en la Sierra de Guara. Dieron
explicaciones los muchachos, pero no entraron en cuestiones fálicas, porque en
medio del falo, habían hecho un nudo. Era el nudo, tal vez una advertencia a
los violadores o un “quereba y no quereba”, como cuenta el romance, que le pasaba a la
altoaragonesa Marichuana.
Hay acoso sexual a las mujeres
por parte de los hombres y ese falo colgante tras el parabrisas, ¿no es un
acoso a ciertos hombres, atenuado tal vez, por ese nudo o más provocativo
todavía, para los que se sienten grandes machos?.
La educación sexual no se ha
impartido adecuadamente, pero tampoco nos hemos preocupado del asunto. Para la
convivencia y libertad actuales, ves esa educación completamente necesaria, y
no ahora, pues ya los viejos pregonaban que el problema de la “yacencia”, no
tiene enmienda. También, cuando alguno, por descuido, llevaba la bragueta descubierta, exclamaban, diciéndole:
”la sacristía abierta y el sacristán en la puerta”. Otros llamaban a ese
sacristán, la escolaneta y algunos le daban otro nombre, que se canta en una
jota, muchas veces escuchada y que así reza: ”cuando era chiquitito me meaba en
la cocina y mi madre me decía, te cortaré la minina”
Sigo insistiendo en la
educación porque como todos los hombres saben y muchas mujeres también, ese
sacristán es un malmandado, porque cuando se abre la puerta de la sacristía, ya
está fuera y no siempre para celebrar el rito ordinario, sino si puede el
extraordinario.
Estas cosas las dice el pueblo,
pero hombres de la categoría de Alberto Moravia, casado , con la española
Carmen Llera, las confirma con un humor insuperable. Al, a lo que nosotros llamamos sacristán, lo
bautiza con el nombre de Carolus Rex, que es por cierto un Rey totalitario, inoportuno,
molesto y comprometedor. Así como los psiquiatras hablan de la doble
personalidad del esquizofrénico, Moravia habla de la dualidad conflictiva del
varón, que tiene su discreción, y su autocontrol en la cabeza, pero se ve
gobernado o dictado por ese CAROLUS REX, tan sinvergüenza, que cuando se pone
excitado, no cree ni en el Señor. ¡Pobre Alesanco!, mira que acusarle de
violador. Si es verdad que las rubias descendientes de las exuberantes mujeres
de Rubens, se introducían en las habitaciones de los jugadores futbolísticos,
no me digan, que no existía el acoso sexual femenino.
El sacristán estaba, no con la puerta abierta, sino sin puerta y si
además, ese sacristán es también el dictador Carolus Rex, pónganse la mano en
el pecho y digan lo que hubieran hecho, a no ser que como Santo Tomás de
Aquino, en caso semejante, hubiera lanzado a la descocada una tea encendida o
actualmente el calentador de butano o la lámpara de la habitación.
Si añadimos a estas
circunstancias, que se trataba de un
futbolista español, acostumbrado a aprovechar las oportunidades de meter goles,
llevado por su furia nacional, lo comprenderemos mejor.
Al ser declarado inocente, todos
nos hemos alegrado porque dicen que si ella se lo montó, bueno que fue un
montaje.
A propósito de montajes, hagamos
un juicio salomónico, acordándonos del “Tanto monta, monta tanto Isabel como
Fernando” y saquemos la conclusión de que cada uno hizo lo que pudo, aclarando
que Alesanco salió peor, como Fernando y su reino aragonés, más “fornicados”.
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