Año de mil
setecientos noventa y ocho.-Especial para recibir y cobrar y Luir en su caso.
(Los Azara y los Almudévar).
En el Lugar de Siétamo a los once
días del mes de Septiembre del año mil setecientos noventa y ocho. Que nosotros
don Joseph de Almudévar y doña Francisca de Escabosa y Azara ,conyuges y
vecinos del Lugar de Siétamo, y como Patronos y yo dicha doña Francisca
Escabosa y Azara, como capellana de la Capilla mía fundada por nuestro difunto
tío don Juan de Azara Presbítero que fue y Cura Párroco del Lugar de Puidecinca
y por lo mismo y sin revocar los demás procuradores por nosotros antes de ahora
nombrados como patronos y Capellana sobre dichos ahora de nuevo, en dichos
nombres y de Nuestro buen grado y ciencia cierta y certificados de todo nuestro
derecho, constituimos y nombramos en tal a don Miguel Pons, labrador y vecino
del Lugar de Clamosa, ausente como si fuese presente, especialmente y expresa
para que por y a nombre nuestro y en el del Patrono y Capellán sobre dichos
pueda recibir y cobrar, reciba y cobre todas y cualesquiere sumas y cantidades
de dinero, capitales y pensiones de censos y cualesquiere otros efectos y
cosas, que a nosotros como patronos y
Capellana sobredichos y tocante y pertenecientes y que nos pueden tocar
y pertenecer. Y de todo lo que en su razón recibiere y cobrase el dicho nuestro
procurador, pueda otorgar y otorgare recibos, cartas de pago y cancelaciones
que le fueren pedidas o que le parecerá, con todas las aseguraciones y
salvedades y en su caso con las cláusulas
correspondientes de recibos, Apoca y Cancelaciones para el mejor y
debido efecto de lo dicho y de cuanto en virtud del presente perviva y en su
razón sea necesario otorgar en favor de los solventes y redimentes o luyentes en su caso: Assí mismo,
para que a nombre nuestro y en el de patronos y Capellana sobredichos pueda
intervenir e intervenga en cualesquiera pleitos, cuestiones, peticiones y
demandas civiles, que tenemos y esperamos tener con cuales quiere personas,
cuerpos, colegios, capítulos y universidades de cualquier estado y condición,
que sean para lo cual así en Juicio como fuera de él se presente y ofrezca de
cuales quiere peticiones, presente (Euras.cio) Autos, testigos, probanzas,
recusaciones, pida secuestros, execuciones, embargos, desembargos, oiga
sentencia de sentencias, así interlocutoria como definitiva, acepte las
favorables y ya con libre y general administración ya con facultad de
substituir en cuanto al pleito tan solamente,
y nombrar uno o más procuradores, revocar aquellos y nombrar otros de nuevo,
pues para todo ello ()largefiat().
Testes: José Viñuales y Francisco
Zabal, ambos labradores y residentes en el dicho lugar de Siétamo.
Joseph Almudévar en dicha causa
otorgo lo dicho.
Francisca Escabosa.
Francisco Isabal, soy testigo de
lo dicho y firmo por mi con riesgo. José
Viñuales que dice no saber.
Nota de Ignacio Almudévar, hecha
el año 2002.-
Los Marqueses de Torres eran
barones o Señores de Clamosa y Puidecinca, donde el presbítero Don Juan Azara,
estableció la Cofradía que fundó en Siétamo, siendo cura de Puidecinca y de algún
lugar más, como en Clamosa y Puigdecinca; sería ¿algún sobrino o hermano
suyo?. Esto contribuye a demostrar que estos Azaras eran parientes de los de
Barbuñales y por tanto amigos del Conde de Aranda, Marqués de Torres y Barón de
Siétamo y además de los dos citados pueblos. El escudo de los Azara que está
grabado en una alacena junto con el escudo de Almudévar, coincide con el de los
Azara de Barbuñales, en un ave que parece un azor, pero que dicen los libros de
genealogía que se trata de un ave un tanto arisca. Más tarde en el escudo de armas de los de
Barbuñales, fue creciendo en armas, por su larga carrera de nobleza.
En el libro de Severino
Pallaruelo, titulado ” Bardají”, que estudia la historia de una familia de la
pequeña nobleza aragonesa, durante cinco siglos, dice que en la Plaza de Graus
estaban las casas de los Bardají (Palacio).”Desde los balcones, a la derecha,
se veía una casa también hermosa pero más pequeña”. Esta era la casa de los
Heredias.”Andando el tempo una Heredia se casaría con un hermano de Dionisio
Bardaxí, el de la Rota”.”A finales del siglo XVIII, cuando los vasallos de
Bardaxí comenzaban a cultivar patatas, en casa de los Heredia, vivía el sabio
don Ignacio. Era un ilustrado. Un hombre
de su tiempo, dirían algunos. Había estado en París. Había sido comisario de
guerra. Había servido muchos años al Conde de Aranda como secretario”.
En la página 158 del libro “Bardaxí,
escribe Severino PALLARUELO:”Cerca de Barbuñales había lugares señoreados por
nobles de título que vivían en palacios grandes amueblados con esmero.
Albergaban en sus ricos caserones cuadros con retratos de antepasados,
terciopelos, damascos y rasos. La casa de Azara de Barbuñales estaba bien
relacionada con los marqueses, los condes y las dignidades eclesiásticas. En
Siétamo, no lejos de Barbuñañes, alzaba
sus muros de arenisca dorada el palacio de los condes de Aranda, amigos de la
casa de Azara. Un tío de María Ana era
canónigo de la Catedral de Huesca. Cuando iba a visitarlo pasaba por Siétamo.
Se detenía en el palacio de los condes. Admiraba los salones. Allí había libros
y estampas, telas exóticas y muebles hermosos, todo el lujo tranquilo y claro,
confortable y pulcro que promovían los ilustrados del siglo como ambiente donde
desarrollar tertulias razonables, conversaciones interesantes y debates acerca
de la felicidad del género humano conseguida por medio del desarrollo de la
inteligencia y de la riqueza.”
Un día de este mes de Septiembre del 2004, llegó
a Siétamo Ana Alfaro, viuda de Palacio, que estaba encargado de los obreros en
la construcción de la dos últimas torres del Pilar y del puente de Santiago en
el río Ebro y me dijo que había vivido en el Palacio del Conde y su hermana
Dorita había nacido en él. Contaba que cuando llegó la guerra civil del 1936, rompieron
los platos y vajillas, que pertenecieron al Conde y que eran de porcelana fina
con muchos adornos dorados.
La familia de los Azara constaba
de muchos hermanos y sólo de una hermana. Hermanos, como José Nicolás acabó de
embajador en París, Félix fue naturalista
y escritor, Eustaquio llegó a ser obispo de Barcelona, Lorenzo presidió
el cabildo de la catedral de Huesca y Antonio se quedó en su casa de
labrador.”Las mujeres en aquellos días, sólo podían aspirar a una carrera: la
del matrimonio. En 1758 María Ana tenía 18 años. Ya estaba en la edad. Era
necesario buscarle un buen partido”. Y se casó con don Joseph de Bardají de Puyarruego.
En el Arbol genealógico de los
Azara, que se encuentra en casa Ric de Fonz, pude ver como Juan Francisco
Almudévar se casaba con Justa Los-Certales de Adahuesca y con escasa diferencia
se casaba un Azara con otra mujer de dicha casa y familia.
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