Atanor (antiguo) |
Los hortelanos
de Huesca no necesitan maestros para cultivar sus huertas. Casi todos ellos están
concentrados en la zona de San Martín, antiguo barrio extramuros, habitado por
los moriscos, que fueron tan hábiles para crear huertas y cultivarlas. Las
palabras árabes han pasado a nuestra lengua y las referentes al riego las
usamos con profusión:"entre las flores el agua oculta corre, pasa y suena
por acequias, regatas y atanores". (A. Machado). La palabra atanor que
utiliza el poeta no nos resulta muy conocida, pero acequias, azud, alberca y
azarbe nos son familiares.
Nuestros
términos se llaman La Almunia, El Almériz, Algascar, y tenemos las albercas de
Cortés y de Loreto, el azud del puente de San Miguel y el aljibe de Loreto. De
aquellos moriscos han heredado su oficio nuestros hortelanos: Calasanz, Lairla,Garcés,
Oliván, Andacá, Pisón, Venturis, Barbereta, Lacoma, Ezequiel "El
Ruso" y otros. A sus conocimientos se fueron añadiendo los de Ferrando que
vino de Barbastro, donde tan pulcramente exponen los hortelanos sus verduras en
los porches de la Plaza, los de Tarradellas que vino de Lérida y los de
Solanes, que vino de Fraga y emparentó con los hortelanos oscenses, de cuya
rama procede Victorino el de la Torre del Gallo
que llegó a ser Mayoral de los
danzantes.
Tenía su casa
Solanes y todavía vive en ella ,en la calle de la Campana y todos la llamaban
la casa del Fragatino. Allí preparaban las cabezas, que recordaban ,a las que
cortara Ramiro el Monje, en las fiestas
del barrio y contrastaban con las fragantes flores de la huerta que llevaban
las mozas. Qué bien "fragaban" las fragantes flores de casa del
fragatino!.Y dejo a Teresa Ramón vecina en su infancia de la calle de la
Campana, describir el lugar preferido de toda la chiquillería de mi calle para
jugar"."Qué recovecos para practicar el escondite!.Y qué bondad la
de los moradores de la casa para soportarnos!”.
El pozo
misterioso y atrayente debe seguir allí, impasible a los adelantos de los
frigoríficos y de las aguas cloradas. En la calle, era de rigor ir con pozal o
pozalico, según la estatura del crío portador, a sacar agua del fondo, para
refrescar el botijo y el porrón de comidas y cenas veraniegas. Ten la seguridad
de que el antiguo pozo ha hecho con su frígido contenido las delicias de casi
todos los vecinos de la Calle de La Campana...En nuestra imaginación infantil, el
pozo del Fragatino, era como una gran pila de agua, poco menos que
bendecida".
Y doy la razón
a Teresa en eso de los pozos misteriosos, porque: venas ocultas, más que las
acequias, llevan el agua a los pozos y forman una pupila cristalina que refleja
las verdes plantas asidas a las grietas de las piedras doveladas para un arco
horizontal, no para un arco vertical. Es el pozo, ojo de mirada profunda que
sólo mira hacia arriba, esperando que al brocal se asome la luna llena, los
rubios rayos del sol, la cara de la hortelana, los ojos tristes del viejo o los
curiosos y atónitos de los niños.
Por la
carrucha, chirriando, subía y bajaba el pozal, que al desbordarse el agua, producía
un sonido de cristal. Quedan pocos hortelanos, pero su sabiduría antigua
debiera ser más consultada por la ciudad. En cierta ocasión Daniel Calasanz se
quejaba al arquitecto de que las calles del ensanche no hubieran sido trazadas
más rectas y al espetarle el técnico que como lo sabía, le contestó, en mi
huerta puede usted comprobar la derechura de los caballones y para conseguirlo
me basta con una cuerdeta.
La Campana y
el pozo, el pozo y el pozal, el agua y la huerta, los vallos y la cuerda: Hotelanos
de Huesca.
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