Cuando yo era un niño, en esta
parte occidental del Parque, observaba
como se cultivaban huertos, que regaban con el agua proveniente de la cercana Fuente
del Angel. Con aquellos huertos, alimentaban sus cuerpos los oscenses, y recibían la alegría de la
Naturaleza, y hoy día con Fuentes, como la del Parque, recién estrenada,
alimentan sus espíritus y su razón. Acuden a observar su conjunto, que parece
la fuente de un paraíso, y no pueden resistir a contemplarla y gozar de su
Corona circular, apoyada en delicadas columnas, que mezclan su color plateado brillante,
con el “color incoloro” del agua, que baja desde la elevada Corona, hasta los
depósitos, que la recogen. En su exterior, se acomodan hermosos jardines, que
no pierden la frescura del agua que cae desde la Corona y en su interior,
rodean el círculo unos bancos, que invitan a descansar, y que recordando el
antiguo mármol en el que descansan, hacen gozar
a los oscenses de la frescura que producen, al sentarse en ellos. Y ven
las paredes de agua que bajan alrededor de los bancos, desde la Corona de la
Fuente, hasta los depósitos, que parecen fabricados de mármol blanco. Se oye el
sonido de la caída de las paredes acuosas, que se van a los depósitos, pero
nuevas corrientes de agua continuas, hacen escuchar su rumor …mor, mor…que no
se modifica. Al bajar el agua, de la Corona a los depósitos sienten los
oscenses la frescura de dichas aguas, e impiden la visión clara del exterior de
aquellas paredes acuosas, lo que les anima a concentrarse en el bienestar, sentados
en el seno circular, de la Fontana del Parque. Esta, no mantiene los cuerpos de
los que acuden a gozar de la misma Fontana, pero reciben la impresión de que sus cuerpos van a
convertirse en espíritus dotados de belleza, que no mantienen sus cuerpos, pero
que les ayuda a convertir su estancia dentro del círculo de la fuente, en
belleza.
Hoy, domingo, día siguiente al de
inauguración de esta Fontana, estoy contemplando la felicidad que causa en los
corazones de los oscenses, que se sienten obligados a contemplar su belleza.
Está situada la Fuente, en el cruce del paseo que por el parque, va de Oeste a
Este, y con las sendas que bajan a los visitantes desde el Norte, donde los
patos nadan, a la Calle de Don Vicente Campo. Donde se cruzan ambos pasajes,
existe un círculo de árboles, llamados en nuestra Península plátanos, que parece que fueron plantados en
aquellos años anteriores, como dando fe de que allí había un buen solar, para
implantar en él una Fontana, que sustituiría a un viejo y estropeado surtidor.
En ese círculo, convertido en solar, no sé
qué cerebro pensó en construir sobre él, pero en escasos días han convertido en una Corona
Real, porque realmente, sostenida por delicadas columnas de brillo metálico, asienta
sobre ellas una Corona, en cuyas superficies circulares, se ve el reflejo del
agua, que cae sobre la balsa, que con sus aguas, refresca a los oscenses, sentados
en los bancos, interiores de la Fontana. A veces con el reflejo poderoso del
agua, se mezclan las figuras humanas, que
por delante de la Corona circulan, exhibiendo
los colores de sus rostros y de sus ropas en los lados en ella.
En el centro de aquella isla, rodeada
de agua, se sientan los oscenses y recuerdan los esfuerzos que los
altoaragoneses, han hecho, para convertir el Secano en una Gran Huerta.
Responde la Tierra al casi continuo riego del agua,que desprende en forma de lluvia,la corona de la Fuente. Y con ayuda de la citada agua, las plantas que crecen alrededor de dicha Fuente, florecen con alegría y embellecen, su visión.
Responde la Tierra al casi continuo riego del agua,que desprende en forma de lluvia,la corona de la Fuente. Y con ayuda de la citada agua, las plantas que crecen alrededor de dicha Fuente, florecen con alegría y embellecen, su visión.
En el Parque, han representado,
un monumento a las aguas, que refrescan nuestras vidas.
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