Me ha llevado mi hijo Manolo
a contemplar la belleza del Castillo de Torres Secas y al
mismo tiempo discurriendo sobre el camino, él y yo, mirábamos aquellos grandes
espacios de tierras, que hacen contemplar aquellas grandes superficies de cereales,
de un color verde, que en aquellas pardas superficies, han adoptado al
llegar la primavera. Por el Norte lejano se estiraba una cordillera
subpirenaica, que dicen no alcanza la altura del Pico de Guara. Esta
tierra que en ocasiones,
da la impresión de un desierto, pero hoy en un día mayenco, parecía ser una enorme pradera.
Desde los pueblos de Huerrios y de Banariés, entró el coche en un ancho
camino de suelo de tierra, por el que se observaban los campos y sus verdes
cereales, pero no se veían más que escasos
edificios de un buen aspecto, sino de ruinosas reliquias urbanas. A lo lejos se
veía alguna finca, que desde siglos, había sido cultivada primero por
conquistadores y después por sus nobles sucesores. En las cercanías del camino se veía una nave,
toda ella levantada con cemento, que contenía a los lados de su puerta
principal, unos adornos geométricos, que le daban al edificio una elegancia
urbana. Hoy en día produce tristeza su arquitectura, porque recuerda el
esfuerzo artístico de unos técnicos en su construcción, ya que recuerda la
muerte de esos artistas, que añadieron al edificio aquella llamada a
los adornos clásicos. Su color, por el paso de muchos años por su estructura,
era oscuro, como de un cemento que durante muchos años se han vuelto de un
color mortecino, aquellas paredes y sus adornos.
En un documento de Sancho Ramírez, por los
años de 1093, obligaba a los señores de Ayerbe y San Juan de la Peña a pagar las
parias recibidas. Como edificio antiguo
en la actualidad, se ha apreciado la cimentación que es prueba
de la antigüedad de la iglesia de San Lorenzo, que ya estuvo
dedicada al culto divino, en época medieval, antes de renovarse con la
posterior iglesia.
Al lado de la Iglesia, se
construyó una Torre en el
siglo XVI. En ella vivió un Señor de apellido Madurga y en el año de 1617, Faustino Cortés, que fue
Vizconde de Torres Secas, hizo construir un recinto amurallado, que realizó
Juan Dufort. Ha sufrido este edificio varias modificaciones porque se ha hallado habitado
hasta hace muy pocos años, pues incluso ahora, vive una señora Veterinaria, casada con un
señor Madurga.
Forma este Castillo un conjunto
amurallado de unos cuarenta metros de lado, desde cuyas almenas está realizando
dicho conjunto, la labor de un bello adorno. Al lado de una Torre, destinada a vivienda
se encuentra, con una iglesia, dedicada a San Lorenzo y un aljibe. Todos
estos edificios, están fabricados con silla de sillería. Toda esta construcción
se encuentra separada por otros edificios auxiliares. Forma esta construcción
un Castillo- Palacio de Torres Secas.
Por sus alrededores se encuentran
balsas para acumular aguas naturales, pero que los tiempos modernos han
renunciado a su uso, porque el noble Caballero Madurga al que conocí hace ya muchos años en el
Comercio de productos alimenticios de animales
Escartín, en el Coso Bajo de Huesca, murió. Su familia decidió venderse gran
pate de la Finca Modelo del
Señor Madurga.
Ha llovido estos días, pero no vi
ninguna balsa llena de agua. En una de esas balsas, muy próximas al Castillo,
observé un gran rebaño de cabras y de ovejas, pasando por la superficie de una
balsa, pero no vi brotar agua por ella. Pero esta finca siempre ha buscado
producciones útiles, como ahora los cereales, pero los nobles dueños de esta
finca, tuvieron una época en que criaron caballos, nobles animales, necesario
su uso para vivir lejos de Huesca y de Almudévar. Criaron multitud de caballos,
que usaban y comerciaban sus habitantes, para vivir la vida humana, con sus necesidades alimentarias,
intelectuales, festivas, de ferias y de actividades burocráticas.
Cuando uno contempla el aspecto
de esta finca urbana y
agrícola, al mismo tiempo, se
siente un tanto triste por haber perdido sus actividades del cultivo de la
cultura escolar, donde un amigo mío, el Maestro Nacional, que cultivaba las inteligencias de los niños
en las escuelas abiertas por el Señor Madurga. Estuve con este Maestro trabajando con él, en
los Almacenes de Escartín de
Huesca y me
hablaba de la actividad humana de estos niños que cada día acudían en
aquel lugar que trataba de dar categoría intelectual a aquella zona casi
solitaria, en aquella zona debajo de las Sierras y encima de las tierras de
Almudévar.
En aquella amplia tierra verde en el Mes de
Mayo, ahora se siente la soledad de aquellos campos, en que el paso de un gran
rebaño de ganado lanar, mezclado con cabras productoras de leche, que hacen
recordar la actividad agrícola de las personas mayores, en el campo y la intelectual
de los niños en la Escuela. Aquel
Castillo que dominaba desde lo alto la actividad de las personas cuidando los
ganados y la tierra, miraba al cielo y ahora casi no tiene necesidad de
observar actividades en aquellas llanuras inmensas. ¡Soledad, soledad reina en
los alrededores de aquella campiña solitaria, pero sus dueños conservan y cultivan
el amor a esta tierra antigua y hoy casi solitaria!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario