A unos ochenta kilómetros de
Ayerbe, se encuentran dos altas e
inaccesibles torres y una ermita
románica, dedicada a Santa Quiteria, que tiene esculpida la fecha de MCX, que
indica cuando se construyó. Esas torres
y su capilla forman parte del viejo Castillo de Sibirana, que se encuentra
cerca de Luesia y que pertenece al término de Uncastillo, siendo dicho Castillo
de propiedad privada. Al verlas por primera vez, se lleva uno la impresión de
encontrarse con un antiguo sueño, que aquellos entonces navarros y aragoneses
del siglo XI, edificaron en el camino que sube de la carretera de
UNCASTILLO y LUESIA a la
Val d’Onsella. Se puede entrar también en la Val
d´Onsella, por un desvío desde la Carretera de Huesca a Jaca, que arranca a unos metros del Puerto de Santa
Orosia. En ella aparece el cartel que anuncia que por allí, se va a Longás
y siguiendo el trazado de este camino,
por el valle del Río Onsella, se llega, pasando por Isuerre y Navardún, por Sos del Rey
Católico, a la navarra Sangüesa. En Navardún se desvía la carretera que
comunica con el territorio navarro de
Pitilla de Aragón.
Más al Sur, sobre lo alto de
aquellas torres de Sibirana, vigilaban el camino, que desde Uncastillo y Luesia
subía a la Val d’Onsella. Aquel camino
era muy importante para Aragón y Navarra, ya que por él, se comunicaban ambas partes de
aquel que fue un Reino, que más tarde se
dividió. Aquel camino, unía, dejando casi juntos a Sos del Rey Católico, junto a la entrada en
Navarra por el noble pueblo navarro de Sangüesa.
Pero también se acude al
Castillo de Sibirana, por la carretera, que desde Pamplona, bajando por
Tafalla, por el Monasterio de la Oliva y por Carcastillo, se llega al pueblo
zaragozano de Alera. A continuación se llega a Sadaba. Desde esta población
bajando hacia el Sur se llega a Ejea de los Caballeros. Pero yendo hacia el
Norte, se sube por Uncastillo a Luesia y a Biel. Se encuentra uno por aquellos
territorios, con dos ríos Arba, el de Luesia y el de Biel.
Cuando ya está uno muy cerca de
Luesia, hacia el Oeste, se va subiendo por la orilla izquierda del río Arba de
Luesia, para llegar a su afluente el barranco de Sibirana, y junto a dicho barranco,
se llega a un conjunto medieval, en que dos torres, con sus siluetas casi
olvidadas por el hombre, vigilaban el camino de Luesia al Valle de Onsella, lo
que suponía vigilar la entrada a Sos del Rey Católico y a la navarra Sangüesa.
Un poco más arriba se encuentra la Ermita de Santa Quiteria, en que sus
constructores escribieron en un sillar de piedra, la fecha de construcción de
MCX. En aquel camino, casi muerto, ¿se acordarán algún día de restaurar aquella
ermita y de hacer que se puedan visitar las dos torres de vigilancia en la
Sierra de Santo Domingo?.
Al recorrer estas tierras, me
acuerdo de Sebastián Grasa, nacido en Salinas de Jaca, que murió en Siétamo a
los ciento tres años de edad. Ahora se da muy escasa comunicación desde Salinas
de Jaca, el Viejo, en la parte oriental
de las Cinco Villas, pues limita con el monte de Biel. Salinas de Jaca, junto a San Felices y a
Villalangua, se encuentra en la provincia
de Huesca, limitando con el territorio del pueblo de Biel, que es parte de las
Cinco Villas. En mi artículo “Arba de Luesia”, escribo sobre Sebasián Grasa Crespo, que, como acabo de
decir, murió en Siétamo, en este siglo XXI, a los ciento tres años de edad.
Nació en Salinas de Jaca el Viejo, pueblo ya desaparecido, que estaba situado
en la Sierra de Santo Domingo, al lado mismo del territorio de Biel, en la
Cinco Villas. A muy poca distancia, se recreó el nuevo pueblo de Salinas, al
lado de la carretera, que sube de Huesca
a Jaca. Sebastián Grasa, vivió muchos años en Salinas el Viejo y como ganadero,
recorría territorios lejanos, como los de Almudévar y estaba en contacto con
los habitantes de Longás y de Luesia, de las Cinco Villas, con los vecinos de Salinas.
Esta zona oscense, continuación de las Cinco Villas, era
conocida y frecuentada por Sebastián. En cierta ocasión me subió mi yerno
Santiago a Villalangua. Es este un
territorio de una belleza impresionante. Al llegar al mismo, se encuentra un
Bar-Restaurante, desde el que se ve enfrente, en la Montaña, una “osca”, o
camino de nombre igual al que baja desde la Sierra de Guara a la capital de
Huesca. Por esa “osca” de Villalangua, pasaba Sebastián Grasa, en su niñez, cuando caminaba a Salinas el Viejo,
para asistir a las lecciones de Doctrina Cristiana. Entre aquel camino y frente
al lugar donde se encontraban los veladores, se cultivaban numerosos huertos,
en alguno de los que, ahora, se alzan
pistas de recreo. Conocí, sentado en un velador a un señor de una gran
simpatía, que resultó ser primo de Sebastián
Grasa. Por un lado del Restaurante, pasaba una pista, por la que se subía a
Longás, pueblo de las Cinco Villas, donde nace el río Onsella, que desemboca en
Sangüesa, en Navarra, en el río Aragón. Desde el Este, donde se encuentra
Longás, hasta el Oeste, donde se hallan Sos del Rey Católico y la navarra Sangüesa, se cruzan las Cinco
Villas.
Hoy día parece imposible que se
comunicaran Salinas de Jaca con la navarra Sangüesa, pero Sebastián, me contó como él en ocasiones, iba a tal
localidad a servirse del Notario, para
obtener alguna Escritura. Por este camino regresaban de Cataluña, muchos
carlistas, a Navarra, que elegían los caminos de la Montaña, para no ser atacados. Me contó
Sebastián, que uno de esos carlistas, se apoderó de un caballo, allá por
Agüero. Pero al fin lo encontraron abandonado ya cerca de Sangüesa. En esta
entonces pequeña ciudad, estaba la madre embarazada de Fernando el Católico. Al
darse cuenta de que le venía el parto, salió acompañada por sus familiares,
hacia Sos, para que al ser Rey de Aragón,
no le acusaran de haber nacido en
Sangüesa, del Reino de Navarra. No se sabe si llegó a dar a luz en Sos, pero la
cuestión consiste en que a este pueblo lo llamaron, desde entonces SOS DEL REY CATÓLICO.
Sebastián Grasa o Garasa, que
tienen muchos altoaragoneses como apellido, además de los desplazamientos con
sus ganados, recorría las Fiestas de aquellos pueblos de la Sierra de Santo
Domingo y conocía a varios de ellos, como a Chapalangarra, con los que
celebraba las fiestas en Longás y en Luesia.
En aquellos tiempos, en que se
cuidaban las ovejas y las caballerías, Sebastián Grasa, recorría los pueblos de
la Sierra de Santo Domingo, pero ahora ya, casi no se comunican por aquel
camino en que se encuentran las torres y la ermita de Santa Quiteria, desde
Sadaba a Sos del Rey Católico ni a Sangüesa. Sin embargo suben muchos de los
que buscan el paisaje y el agua agradable del Arba en el Pozo de Pigalo, en el
río Arba de Luesia, al lado de Sibirana.
Desde Zaragoza se sube por Ejea
de los Caballeros, hasta Sadaba, siguiendo por Uncastillo hasta un camino, que
se encuentra a un kilómetro antes de la llegada a Luesia. Se toma el camino
citado, que conduce al Pozo de Pigalo, en el río Arba de Luesia, así como a la
Ermita de Santa Quiteria y a las dos Torres del barranco Sibirana. Se encuentra
el barranco afluente del Arba de Luesia, ya cerca de la zona navarra de Pitilla
de Aragón. Ambas torres y la Ermita de Santa Quiteria, se encuentran en el
Camino que sube, desde Luesia a la
ribera del río Onsella, que conduce o más bien conducía a Sos del Rey Católico
y a Sangüesa.
Para llegar a Luesia, desde
Huesca, se va por Ayerbe y se toma la carretera que va a Navarra por Santa Eulalia de Gallego, Biel y Luesia.
Desde Navarra se va por
Carcastillo y el Monasterrio de la Oliva a Sadaba y por ella se sube a
Uncastillo y Luesia.
El Castillo de Sibirana, todo
él de estilo románico y ahora,
convertido en un despoblado, se
encuentra en el término municipal de Uncastillo, en la provincia de Zaragoza.
Está a doce kilómetros de Uncastillo y a diez de Luesia. Viniendo de Navarra
por Carcastillo, se llega a Sadaba y se
sube a Uncastillo y a Luesia. Por una pista, casi en el mismo pueblo de Luesia,
se llega al Pozo de Pigalo y a Sibirana. Pero también se puede acceder al
Castillo y Ermita, desde Sangüesa, pasando por Sos del Rey Católico, volviendo
a entrar en Navarra por Pitilla de Aragón y a escasa distancia se encuentra uno
en Sibirana.
En el siglo X, Sancho Garcés I
de Navarra, se preocupó de crear una línea de castillos desde Vadoluengo, al
lado de Sangüesa y entre los años 905 hasta el de 925, se levantaron los
castillos de Royta, Sibirana, Uncastillo, Luesia, Biel, Castilliscar, además de
torres fortificadas en Agüero, Sos, Navardún, Petilla de Aragón, Liso y Murillo
de Gallego, entre los que se encontraba Secorún y actualmente, queda algún miserable resto en un
terreno despoblado en Sabiñánigo. Las
torres del Castillo de Sibirana son semejantes a las de los castillos de Luesia
y de Biel.
Pero el Castillo de Sibirana ya
existía antes del reinado de Sancho Garcés I de Navarra, que lo conquistó el
año de 921, pues allí se encontraba una Torre Islámica, anterior, pues había
pertenecido a los Banu Qasi desde el año de 891. En 1086, se le entregaron a
Felicia de Roucy, al celebrarse su boda con el rey Sancho Ramírez de Aragón. Y
en 1159 y 1162, estuvo bajo la tenencia
de Pero López de Luna. ¡Dios mío, qué historia encierran aquellas tierras, a
las que Alfonso I de Aragón otorgó carta puebla a Luesia, en la que mandó
escibir “y desde allí baxando a donde el río Sibirana”.
En la orilla derecha del Río
Arba de Luesia, desemboca el barranco de Sibirana, y en un pequeño valle, se
levantaron el Castillo, la Ermita y el poblado. Su situación en el camino, facilitaba
bloquearlo, en casos de paso de tropas o de bandoleros. La finalidad de aquel
puesto de vigilancia, era el de controlar el paso desde Uncastillo y desde
Luesia al valle de Onsella, para llegar a Sos
del Rey Católico y a la navarra Sangüesa, por la que pasa el río Aragón.
La situación de las dos Torres,
que forman el Castillo, está pensada con una lógica, por aquellos arquitectos
del siglo X, que convendría respetar en el siglo XXI. Las dos Torres se
construyeron en lo alto de una escarpada roca, que hace imposible tener entrada
en ellas por el Sur. Para acceder a ellas por el Norte, se subía por una
escalera de madera, que el tiempo se ha ocupado de destrozarla. Tienen cada una
de las torres, una superficie de cuatro
metros de anchura por casa lado, y su altura es de veinticinco metros, que se
reparten en tres pisos.
Están construidas ambas torres,
en la parte alta de unas rocas, que impiden subir por su escabrosa superficie.
Permanecen todavía abiertos los agujeros donde se asentaban los maderos
necesarios para formar una escalera. La parte norte de las Torres carecen de
aperturas que permitan el paso del frío cierzo. Se suministraban sus defensores
del agua, que
La ermita sería, probablemente
la parroquia del Castillo y de los escasos pobladores del desaparecido pueblo
de Sibirana. Tiene la misma antigüedad que el Castillo, actual, pues ya estaba levantada una torre en los tiempos
árabes de Beni Qasim. En una piedra de sillería está escrita la fecha de su
construcción, que dice que es el año de mil ciento diez (MCX).
Esta Capilla, ermita y
parroquia hace ya siglos, es de arquitectura románica, pero de sus primeros
tempos. Esta circunstancia ha llegado a que se escribiera sobre la
que han llamado, época pre románica, pues su construcción se realizó en el siglo XI, pero se acabó en el siglo XII, como está
escrito sobre piedra en MCX, es decir en mil ciento diez. En Santa Quiteria se
encuentran formas de adorno del pre románico, como ajedrezados, que pertenecen
al románico, pero que tienen una más antigua tradición. En los capiteles no se
dan figuras humanas, como en el arte románico de San Pedro el Viejo de Huesca y
en el templo de Santiago de Agüero. En Santa Quiteria, se ve claro, como en
lugar de esas figuras humanas, se dan figuras, tal vez realizadas con biseles,
que hacen un conjunto abstracto de ornamentación, compuesto de círculos, tal
vez rosáceas y palmetas.
Para explicarse las formas
usadas en el arte en la zona de los Pirineos, hay que fijarse en las distintas
razas humanas, que la ocuparon y que convivieron entre ellas a través del
tiempo. Los vascos han llegado por lo menos, hasta el Valle de Arán, por la
provincia de Lérida, de Aragón y de Navarra. Llegaron los celtas y su cultura y
sus ideas religiosas son poco conocidas, pero que se ve como han influido en el
culto a las fuerzas naturales, pues ellas proporcionan la vida, la muerte, el poder y la destrucción. Estos
celtas influyeron en el ambiente local de los Pirineos y la tradición nos
revela como se produjeron luchas y desprecios contra ellos. Estos individuos
despreciados fueron los agotes. Eran estos rubios, de piel blanquecina, y la
población de vascos, del Norte de Aragón, de Aquitania y del Bearn, eran la
mayoría absoluta. Los agotes eran descendientes de los godos que conquistaron
España y al ser derrotados por los moros, fueron despreciados. No podían vivir
en casas de piedra, ni asistir a las iglesias junto a los vascos de aquellas
tierras. No eran aceptados para trabajar en cualquier oficio, pues los dejaban,
en los primeros tiempos trabajar de carpinteros, ya que consideraban la madera
como productora de enfermedades. Pero a medida que avanzaba el tiempo, los
dejaban ejercer de músicos, albañiles y artesanos. Vivieron despreciados desde
alrededor del siglo XII hasta el XX. En el Bearn los llamaban Ca-gots o perros
godos. Hay historiadores que, siendo los agotes, capaces de realizar trabajos
de “carpintería y cantería”, construirían muchas iglesias . Estaban en relación
con los Templarios, o más bien con los que estaban soñando fundar en Jerusalén
en 1118, dicha Orden Templaria, que se
preocupaban de luchar por Cristo y se cuidaban de levantar iglesias en el
Camino de Santiago. Antes se construyó la de Sibirana , que pertenece al estilo
pre románico que la iglesia de Santiago de Agüero, que se encuentra cerca de
ella. Los agotes eran capaces de realizar trabajos de “carpintería y cantería”
domo acabo de escribir.
Valentín Cazaña habla de los
agotes en Aragón en el siglo XVI y hace aparecer agotes en toda la zona
aragonesa, donde se encuentran Luesia
y Sibirana con sus castillos y su jglesia.
Nombra a agotes de Sos del Rey Católico, a otros de Uncastillo, de Salvatierra, de
Ansó, a Bernardo Maxones de Majones, carpintero, y a otros de Villareal de
Berdún y a algunos de Borau. En Canfranc aparecen “cagotes”, con el mismo
nombre que en el Bearn. Yo mismo tengo escritos de agotes en el pueblo de Plan,
en “ la Val de Chistau”. Muchos más tarde emigraron a América y algunos se
fusionaron en Jaca con toda la población. Es curioso comprobar cómo los apellidos de los agotes de Aragón fueron
castellanizados, como Esteban, de Sos, Pedro Domíngues y Raimundo Martín de
Uncastillo, los Arnaldo y Beltrán de Salvatierra, Arnaldo Sánchez de Ansó, y
otros más. En Bezate, en navarra, hay apellidos que se encuentran todavía , que
son puramente de lengua vasca, como Bidegain, Errotaberea, Zaldúa y
Maistruarena. Hoy ya no hace caso de aquel desprecio a los que llamaron
“agotes”. Estos agotes celtas trabajaron en la cantería y en la carpintería del
Castillo y de la iglesia de sibirana. Su estilo era pre románico. Son poco conocidos los conocimientos de los
agotes, pero se ve en su obra , una inclinación al culto de la Naturaleza, que
nos proporciona la vida, la muerte, el movimiento y la destrucción.
Yo conocí al ansotano Pedro Puyó, siempre vestido con su traje
ansotano, con su gorro incluido, hace ya
muchos años para la Guerra Civil, en cuya fecha yo estuve con mi familia
viviendo en Ansó. Cuando yo estudiaba en
Zaragoza, lo veía y no podía escaparse su imagen de ansotano. Así como Valentín
Cazaña le preguntó a Puyol sobre los agotes, a mí se me planteaba la admiración
a un ansotano, que ha conservado su identidad aragonesa hasta estos tiempos modernos. El
siempre se ha manifestado auténticamente ansotano, mientras que los agotes, han llegado casi a
ocultar su personalidad céltica.
La diferencia de apellidos
entre los agotes aragoneses y los vascongados, parece explicar el regreso del
uso de la lengua vasca y su pérdida poco a poco. Pero ésta se ve en los nombres
de los pueblos, montes y ríos de las Cinco Villas. Cuando vas por el río
Onsella, en su valle encuentras Artieda,
por arriba y por la orilla del río
Undués, Isuerre, Urriés, etc. etc. Pero quedan muchos nombres vascos,
por ejemplo el del pueblo desparecido de Isarre, encima de Santolaria, en la Sierra de Guara.
Dicen algunos que en el Pais Vasco
existen muchos celtas y yo no les llevo la contraria, pues se queda uno
estupefacto con la cantidad de Agotes, ya integrados en la población general,
pero que eran numerosos en Navarra, en Aquitania y en Aragón, aunque los
apellidos se adaptasen a las diversas zonas que habitaban. Al expulsar a los
moros de Pamplona y de Jaca, se refugiaron allí numerosos hijos del Pueblo
Bárbaro. Estos días he visto niños marroquíes, que son rubios y descienden de
los mismos pueblos bárbaros, que huyeron de España, al ser expulsados de ella.
En mi pueblo de Siétamo, conserva su casa la familia Godé (que viene de los godos). Mi amigo tenía de
joven el pelo rojizo, con colores rojizos por su cutis, y que era descendiente
de los agotes, cosa que él mismo
ignoraba. La raza vasca es de cabellos morenos, pero ahora se encuentran rubios
en Navarra y en el norte de Aragón.
En la comarca zaragozana de las
Cinco Villas, se habló el euskera, ya en tiempos de la invasión romana, hasta
el siglo XVIII. En Sofuentes y en Sadaba se han hallado inscripciones
romanas con nombres vascos. En Sos he
oído decir que allí, se hablaba vasco en tiempos pasados y a Sos lo llamaban
Zaure. En la parroquia del término de
Uncastillo, dicen que están escritas en vascuence varias oraciones, como el Credo, el Padre Nuestro, porque a
principios del siglo XX, los feligreses rezaban esas oraciones. Por lo visto ya
no les enseñaron a rezar esas oraciones en el pueblo, pero podían haberles
enseñado a cantarlas en público, con lo que el pueblo sentiría la participación de Aragón en épocas tan sentidas
y tan nuestras en el pasado, como el euskera. En la iglesia de Santiago de Agüero,
hay una inscripción, no muy clara, escrita en vascuence. Llama la atención como
la civilización romana se desarrolló en Navarra y en las Cinco Villas. En el
pueblo de Uncastillo, en cuyo término se encuentran el Castillo y la Ermita de
Santa Quiteria. En Uncastillo se encuentran los restos de la ciudad romana de
Los Bañales. De esta zona de las Cinco Villas, se repobló Zaragoza. Tomás Goya
y Lucientes, hermano del gran pintor Goya, que se casó en Sobradiel con una
baztanesa, hizo que Goya fuera el gran pintor aragonés.
Marino Latienda Urroz me habló de
Sibirana, de la que me dijo que era un
Castillo defensivo de dos torres, acompañadas por la iglesia de Santa Quiteria
y de algunas ruinas de un antiguo pueblo. Están ancladas ambas torres en un
espolón rocoso. Aquel Castillo es el producto de un milagro arquitectónico
militar, que hace inaccesible el acceso a él, por una áspera roca, que impide el paso por
ella. Su acceso fue posible gracias a la habilidad de los agotes, hombres
habilidosos en la carpintería, que
crearon unas escaleras de madera, que el
tiempo destrozó. ¡Pobres agotes, que fueron perseguidos y odiados por el
pueblo, pero que ellos en la Naturaleza, encontraban alivio. Por ejemplo, muy
cerca de del Castillo contemplaban y se bañaban en la Poza Pigalo, sobre el río
Arba de Luesia, rodeada de pinos y de robles.
Mi atención al Castillo y Ermita
de Sibirana, se debe a MARINO LATIENDA URROZ, propietario en Zizur Mayor, de la Librería
Caligrama. Es un auténtico navarro, pues nació en Puente la Reina, donde al
lado del río, donde se encuentra una casa, donde los peregrinos que iban y siguen
caminando a Santiago de Compostela, dejaban en un buzón, sus reclamaciones o
peticiones, y desde el dicho buzón, pasaban por el río por encima del puente.
Hay en las paredes de edificios adjuntos a dicho puente, paredes picadas escritas
sobre las actividades carlistas en tiempos pasados, que muestran los
sentimientos de los navarros, por su tierra. Uno de los vecinos del Puente de
La Reina, nos invitó a pasar por su casa a mi yerno Santiago y a mí y en esa
casa abundaban los retratos de personajes carlistas y de sus tropas, cubiertas
con sus grandes y nobles boinas que los identificaban con el Rey Don Carlos de Borbón.
Marino Latienda, formado en esa
tierra tan propia de los navarros, se ha convertido en un historiador, que ha
recorrido casi todos los monumentos de Navarra, de Zaragoza y de Huesca,
territorios donde se ha dado una nacionalidad común. Posee un archivo de
fotografías del Monasterio navarro de
Leyre y del próximo aragonés de San Juan de la Peña. Al bajar del Monasterio aragonés,
se acuerda de la iglesia de Santa Cruz de la Serós, que dice Marino que es una
iglesia extraordinaria.
Cada vez que voy a su tienda a
comprar el periódico o algún libro, me saca a relucir pueblos de la provincia de Huesca. El último
día que lo vi, me contó que había sido invitado a asistir a una bodega del
pueblo de Panzano, llamada Osca, pero sintió mucho no poder asistir. Cuando he
ido a ver su pueblo, me ha enamorado la Ermita de Eunate, que es de una
arquitectura de lo más original.
Cuando se pone a citar lugares
históricos y artísticos, da la impresión de que no va a parar. El otro día
nombró seguidos al Castillo de Montearagón, al de Loarre, siguió citando a
Ayerbe, a Bolea, Sadaba, Un castillo, Sos del Rey Católico, a Biel, a Luesia, a
Castilliscar a Barbastro y a Monzón. Le pregunté por Jaca y me dijo que le
faltaba recorrer las tierras que la rodean y yo pensé: este hombre la próxima
vez que lo vea, ya habrá recorrido toda la Jacetania.
¡Que familiar se me hace todo esto!. Gracias. Soy de las Cinco Villas bajas
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