Sopena, es un apellido que suena
con sentido histórico y humano en Huesca y en su tierra. Yo vivía encima de la
Plaza de la Inmaculada y debajo de tal Plaza, se encontraba Casa de Carderera,
muy próxima a Casa Sopena. Poco a poco, a través que el tiempo, iba pasando la
Historia e iba cambiando los nombres de las calles, plazas e individuos. La
Plaza de la Inmaculada, acogía al Teatro Principal, y debajo de esta Plaza, se
encontraba el Palacio-Jardín de la familia Lastanosa. Juan Vicencio Lastanosa
vivió en dicho Palacio y Jardín, en el Coso Alto, en los números cuarenta y
cuarenta y uno de esta calle, frente a la iglesia de los Jesuitas y con sus
modélicos jardines, frente a la Casa de Sopena. A su Casa-Museo –Palacio,
acudían con amor a la Ciencia y al Arte
Ustarroz, Ana Abarca de Bolea, de Siétamo, que fue Abadesa de Casbas y entre otros
muchos el gran escritor aragonés Baltasar Gracián. Ocupaba su Palacio y Jardín,
la parte Este del actual Parque Municipal y por el Norte llegó a ocupar el
solar de Casa Carderera. Juan Vicencio
Juan de Lastanosa, que vivió desde 1607 hasta 1681, era un erudito, numismático
e investigador de todos los problemas científicos y tuvo su Casa-Jardín-
Palacio, llena de sabiduría y de belleza.
A partir de 1.681, aquella bella
institución de la Ciencia, el Arte, dicen que fue desapareciendo poco a poco y
la Historia no nos lo ha explicado. De esa distribución de su territorio pasó a
ser un solar, en el que aparecieron trozos del jardín convertidos en Parque
Municipal, en una industria tabaquera de los Señores de Pié, que llegaban desde
el Coso Alto hasta el Parque, y casa de pisos con jardines, al coso Bajo, es
decir a la Farmacia de Mingarro. Frente
a la Farmacia de Mingarro, baja la calle
oscense de Goya, que limitaba con el Banco de España y con La Iglesia de la
Compañía. Esta Iglesia está casi al frente de la Calle Miguel Servet ,que baja hacia el Parque y
donde se contempla con la Farmacia de Mingarro.
En esta calle se encuentra la
puerta de acceso a la gran casa de Sopena, que antes de derribarse para
construir la nueva, se encontraba en el Coso Alto. Allí estaba encerrado el
coche del padre de Julio, don Pedro
Sopena. Entonces eran escasos los automóviles de los particulares, y Don Pedro
administraba con gran celo su automóvil, que usaba principalmente para subir a
su finca en la carretera de Esquedas, que abarcaba un número de miles de
hectáreas. Pero Don Pedro era un administrador extraordinario, porque no lo
usaba sólo para su provecho , sino que daba libertad al Señor Obispo para que
lo usara. Yo vivía un poco más arriba en el Coso Alto, y el Señor Obispo vivía
un piso más alto que el que yo ocupaba. Cuando hice mi primera Comunión, subí a su piso, para pedirle su bendición.
Era Don Pedro un gran agricultor y ejercía otras actividades industriales y
comerciales, para obedecer al Señor, para trabajar por los hombres.
Pasaron los años y yo fui enviado
de Veterinario Titular a su finca, en la que además de ganado lanar,
apacentaban ganado vacuno. Cuando tuve que vacunar las vacas, cobré la cantidad
que me correspondía por el número de ellas inyectadas, pero la señora puso
alguna pega porque, como se aclaró, los pastores me pagaron además del coste de
las reses de la dueña, se apellido
Lalaguna y esposa de Don Pedro Sopena, dos o
tres vacas, que eran suyas. Aclarada la situación, la señora con elegancia, no
exigió nada a sus vaqueros.
Como acabo de explicar, yo estuve varias veces en aquella Finca
agrícola y ganadera y observé que la parte baja situada en ambos lados de la
carretera que lleva a Jaca, era
cultivada por la familia Sopena y aquella parte más elevada, subía hacia el
Este, desde la carretera que sube a Lierta. Esta zona estaba y se conserva
cubierta de carrascas, donde hay árboles, que dan belleza a aquella finca que
se va acercando a la Sierra. Esta forma de encontrarse en el Monte de Sopena,
me explica la admiración de Julio por la Naturaleza y la altura de sus
carrascas parecen invitar a mirar al cielo.
Y parece que al cielo ha marchado
Don Julio José Sopena Lalaguna el día 7 de este mes de marzo de 2.019 en la
ciudad de Huesca, dejando igual que a él y a sus hermanas, vivientes de este
Mundo en otro superior. Ha dejado Julio a su esposa Doña María Jesús Porta
Lansac y a sus hijos:Pilar, Pedro y Ana,Julio y Raquel, Jorge y Ainhoa y a
todos sus nietos y a todos sus parientes.
Ha sido Julio Sopena, un
agricultor de prestigio, con un bosque al que se sube por Chimillas hasta
Lierta al pie de la Sierra de Bolea, donde se alimentaba el ganado lanar y se
recreaba el espíritu, pero ha sido al mismo tiempo un hombre que ha luchado con
su padre en la Industria, en Fábricas como la de Lamusa, en comercio en la
Plaza de Zaragoza y un animador de la agricultura, con su distribución de
tractores, para labrar los campos.
La casa donde vive y antes vivió
en su estructura antigua, está llena de historia en su construcción por parte
de su padre. Antes me acuerdo de ver a sus hermanas a través del Coso Alto,
pues por esta calle se entraba en tal casa y su padre guardaba su automóvil.
Cuando Don Pedro Sopena decidió
levantar nuevo edificio en el Coso Alto, haciendo ángulo recto con la
Calle que va al Parque, llamada Miguel Servet, al derribar su primera casa,
comenzó a brotar, al cavar la tierra
hacia abajo, un enorme manantial de agua.
Esta fue una de las dificultades mayores que tuvo el señor Sopena en sus
múltiples labores, porque a medida que se profundizaba la super corteza
terrestre, iba aumentando la cantidad de agua que brotaba. A mí me contaron las
penas que pasó el señor Sopena, pero el pueblo decen que cantaban algunos: “el
amo de Sopena , se murió de pena”, al brotar una cantidad de agua descomunal,
que retrasó el comienzo de la obra de la auténtica “Casa Sopena”. Si que es
verdad que sufrió, pero tuvo una paciencia y una constancia en quebrar esas
enormes corrientes de Agua, Porque de su constancia y paciencia levantó un
edifico magnífico, donde ha vivido su hijo Julio Sopena. Ha cambiado la entrada
en su casa del Coso Alto a la Calle de Miguel Servet.
Julio vivió feliz en medio de
tanto trabajo, pues a pesar de las dificultades del Campo, de la Industria y
del Comercio, siempre lo conocí sonriente. Si porque sus dos hermanas se le
murieron y él siguió trabajando y acordándose de ellas.
Pero su vida tuvo un consuelo,
que siempre le acompañó y este consuelo ha sido el de su esposa, bondadosa,
bella, virtuosa y artista Doña María Jesús Porta Lansac, que acompañada por sus
hijos e hijas le han alegrado su vida.
He expuesto su amor al campo, al
carrascal, a la Industria y al Comercio, pero el arte de su esposa lo ha
llenado de alegría.
Una tarde llegué a la iglesia de
la Malena, situada en la calle de Pedro IV, Esta iglesia se derribó en 1931, a
causa de su deterioro, pues procedía de la época del Rey Pedro I, que por éste
había sido reconstruída una mezquita, al tomar la ciudad de Huesca,
para dedicarla a la “Virgen de la Malena”. Estaba por abandono convertida
en unas ruinas y Huesca se propuso arreglarla.
Llegué con mi esposa Feli y mi hermana Maria a ver
la inauguración de sus ruinas restauradas y allí nos encontramos con una bella
ceremonia. Allí estaban asistiendo a la semi restauración de esta iglesia,
dedicada a la “Virgen de la Malena”, y hacían sonar músicas litúrgicas, unas
románicas y otras clásicas. Allí estaba cantando señoras y señoritas, acompañadas
por música. Aquellos sonidos emocionaban nuestros corazones y nos dimos cuenta
de que destacaba la voz de Doña María Jesús Porta Lansac. Nuestros corazones se
conmovieron al escuchar su voz tan sonora, escuchada por todos, pero
especialmente por D. Julio José Sopena Lalaguna. Este cuando me vio a
mí, me llamó para que me aproximara a él, pero lo sentí, porque tenía que
marcharme.
Me marché alegre al darme cuenta
de la devoción a la Virgen de la Malena
tan antigua y celebrada por D. Julio José Sopena Lalaguna y de su esposa
Doña María Jesús Porta Lansac. Me acuerdo ahora de la voz maravillosa de esta
persona, que ahora por las lágrimas de
dolor que le brotan, suenan a las mismas que brotaron de en la Pasión de Cristo
de las Tres Mujeres.
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