Si, estoy sentado en un velador del Bar Las Américas y frente a mis miradas, a lo lejos contemplo el Tozal de San Jorge, en cuya cumbre descansa, desde hace siglos una iglesia, con su elevada torre que indica el camino del cielo. A su alrededor se levantan muchos árboles de la familia de los pinos. Los hay que se elevan al cielo, porque son cipreses, que con sus cumbres o cimas semejan una flecha que indica el cielo y a su alrededor crecen multitud de pinos jóvenes.
Sentado
cómodamente en una silla de velador, me miro al horizonte, mirando el Cerro de
San Jorge. Pero debajo del Tozal, mirando al
Este, se está recreando el
espectáculo con la visión de la ciudad
de Huesca, al Este. Por debajo del Cerro de San Jorge, se extiende la Clínica,
que conserva el mismo nombre que el Cerro de San Jorge y más abajo se asientan
diversas naves industriales, hasta llegar a un terreno, que formaba una gran
plaza, que mostraba desde el lado opuesto. Aquella enorme Plaza daba una visión
sin obstáculos de un Super Mercado, al que continuamente van entrado en él,
numerosos compradores, para recrearse con las bebidas y los alimentos. Que en
tal supermercado sirven al público oscense. Hoy un enorme pedazo de la enorme
Plaza, impide el paso por un largo camino al Supermercado, pero por debajo de la obra que están realizando,
queda un buen acceso a tan necesitado mercado para buscar alimentos para los
oscenses.
Debajo de la
pared del solar de la Residencia que servirá a los ancianos, siguen elevándose
altos árboles, que dan la oportunidad a los consumidores del Bar Chino, ver los
nidos de las picarazas, que vuelan llevándoles alimento a sus crías. A las picarazas se añaden multitud
de gorriones, que se acercan a las mesas
del Bar, esperando recibir las migajas de la consumición de los clientes del mismo. Y uno goza viendo acercarse a nuestros
veladores los gorriones. Unos vienen a la proximidad de los veladores y otros
vuelan a los árboles, donde a veces se ven descansar pacíficas palomas. Pero lo
que más llama la atención de los consumidores es la actividad incansable de
aquellas picarazas, que van y vienen de buscar alimentos para sus crías en las
ramas de sus nidos sobre los elevados
árboles.
Pero lo que más
me ha llamado la atención es la capacidad observadora del comportamiento de
aquellos gorriones que se acercaban a nuestras ménsulas, en las que estábamos
observando la vida de los animales, en el suelo y en el viejo edificio, que ya
han derribado, donde se alojaban multitud de gatos abandonados por sus dueños.
Pero no sólo eran los gatos abandonados en aquella Carpintería cerrada, los que
salían y entraban en la abandonada carpintería. Allí se daban los problemas de
la vida entre los gatos y las picarazas, que perseguían a los gatos. Sin embargo, una gran señora, les llevaba de vez
en cuando trozos de pan para que se mantuvieran.
Cuando ya
desapareció la Carpintería, las picarazas no se encontraron todavía
abandonadas por la dificultad de
aprovecharse de la carne de los gatos, que ya no vivían en tal carpintería.
Pero las picarazas
no abandonaron su labor cazadora de apresar algún gato. Y esto yo no lo he
comprobado, pero me lo ha contado una señora, que vive en la casa donde está
instalado el Bar de las Américas. En alguna ocasión nos encontramos tomando un
café en los veladores de dicho Bar y este domingo de Mayo, me ha contado, las aventuras de caza de
gatos, que realizan en aquellos árboles, que se enfrentan al otro lado del Bar.
Un día observó en la terraza de su casa como su gato se posaba sobre sus
baldosas para descansar y tomar un buen pasar, pero también le llamó la
atención a la dueña del gato como en las barandillas de la terraza, se iban
posando poco a poco, varias picarazas, como formando una caza del
gato, que tranquilamente, no se daba cuenta de que las picarazas querían
cazarlo para comérselo. La dueña del gato se dio cuenta de la labor raptora de
esas aves, pero su dueña expulsó a las picarazas y salvó la vida de su gato.
Yo no conocía
este aspecto de las picarazas, cazando en ciudad de Huesca a los gatos, pero me
acordaba de ver en el cielo, divertirse a las mismas, tomándole el pelo o mejor las
plumas a un ave que intentaba cazar alguna picaraza. Esta ave, llamada Milano
Real se conoce en Huesca, que vuela en su vida por el cielo y da vueltas al
mismo, y que tiene un juego que le divierte, que consiste en perseguir a alguna
picaraza, que le toma el pelo o mejor dicho las plumas, y cuando ya se ha
cansado de ser perseguida por el milano , lo abandona y se va a cuidar a sus hijos en los nidos, que ha
creado en los árboles, que están mirando al Bar de las Américas.
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