En La Península Ibérica, habitaron los iberos libres, desde el siglo VI a. C. hasta los siglos de la romanización durante los siglos III y I a. C. Fueron los Iberos un conjunto de pueblos, que vivieron en la costa del Mediterráneo, la zona Sur, central y el Este de la Península Ibérica, organizados en tribus, compuestas por guerreros, campesinos, artesanos, comerciantes y esclavos. Recibieron el nombre de iberos o íberos, nombre derivado del Río Ebro. A partir del año 2.000 a. C., llegaron los celtas, que sin escribir libros literarios pronunciaban hermosos versos, que les hacían recordar su existencia a gusto, como pueblo libre y conquistador. Han llegado hasta nosotros recuerdos transmitidos por tradición oral, pero la cultura de los celtas o “godos”, fue extinguida por los romanos desde César Augusto y más tarde por los moros y cristianos. Basta leer la persecución que sufrieron los godos en Navarra y el Pirineo aragonés. Sabían escribir en griego y en latín, pero prefirieron dejar, la crónica de su existencia por vía oral, en hermosos versos. Los celtas, cuando llegaron a la Península, se instalaron en viviendas separadas de los poblados ibéricos. Pero cuando llegó a la península la invasión de los moros, pasaron a ser un pueblo, discriminado, como se ha comprobado al ver en Navarra y en Aragón a los antes elegantes y presumidos “godos o agotes”, discriminados y despreciados por los primitivos habitantes. Los íberos vivían en territorios poblados de jabalíes, que por un lado los alimentaban y por otro, les daban la muerte con la Triquina, parásito que sufrían. Dependía su vida de la carne de los jabalíes y su muerte, en muchas ocasiones les venía porque la Triquina Spiralis , que parasitaba la carne de dichos animales, que ellos comían estaba infestada por esos parásitos. Los ìberos y los celtas veneraban a los jabalíes y por este motivo, los íberos hacían estatuillas de los jabalíes. con material de bronce, como la que se ve en el artículo, que vds. están leyendo y los celtas les cantaban: “Llevamos la fuerza del jabalí y la sabiduría del unicornio”. Los druidas eran una categoría de gran influencia entre los celtas, porque sabían leer en griego y en latín, pero ellos elegían recitar por vía oral unos bellos poemas, que narraban la existencia de sus miembros.
Los
fenicios siguieron el ejemplo de los alfabetos fenicio y griego y escribían
cartas comerciales, monedas, piedras de cerámica y láminas de plomo, sobre las
cuales escribirían esas cartas comerciales. En el siglo I a, c., por influencia
de los romanos, comienzan a desaparecer el alfabeto y la escritura fenicias. Se
grabó una gran cantidad de monedas, como la navarra y la oscense, que he visto
en Pamplona y en Huesca, pero el Emperador Claudio ordenó por los años 39 y 40
d. C., que se suprimiesen en las monedas grabaciones ibéricas y se permitiesen
las romanas. El arte es de una calidad artística, influenciada por el arte
griego y la cultura fenicia, que por cierto navegaba el Mediterráneo con suma
facilidad.
La
cerámica es lo que da más abundancia en la cultura ibérica. Entre piezas
escultóricas han llegado a nosotros La Dama de Elche, que ha dado pie a dudas
sobre su origen. Luego la Dama de Baza, la Bicha de Balazote, etc., etc. El
pueblo ibero era alegre y optimista, porque manejaba toda la orfebrería, como
anillos, pendientes y multitud de objetos, que creaban en oro, en plata o
bronce, como el pequeño jabalí, cuyo nombre titula este artículo. Así como los
íberos eran optimistas, porque manejaban todo lo material, los godos en lugar
de crear arte, lo vivían y lo soñaban y decían: “Llevamos la fuerza del jabalí
y la sabiduría del unicornio”. Los druidas, el escalón de mayor poder entre los
celtas, prefirieron dejar por la vía oral, en versos hermosos, la relación de
la existencia de su pueblo. Y su historia gloriosa, se deshizo al llegar la
invasión de los moros y aumentar la soledad de su sociedad, por el abandono de
los iberos. Ya vivían solos y apartados de los íberos, porque hasta sus
residencias las edificaban apartadas de las ibéricas y se consideraban como los
que tenían más inteligencia y más poesía en sus mentes. Los íberos eran felices
y cazaban los jabalíes, a los que dedicaban estatuillas y los celtas los
consideraban como dioses, como fuentes de la vida, como creían al verlos
excavar el manantial de la Tierra.
Los celtas admiraban a los jabalíes, porque
continuamente estaban excavando la tierra, como aquel que busca un nuevo
manantial, pero que no lograron aclarar el misterioso fondo de este planeta. El
jabalí hacía pensar en la importancia del jabalí en el mundo mitológico, como
en el religioso. Una demostración de esas ideas se ve en una iglesia de
Betanzos, en Galicia, en que aparece un símbolo, que recuerda el cristianismo,
es decir un jabalí, muy bien reproducido, debajo de una Cruz.
Jabalí
en la iglesia de Betanzos.
Así ha seguido, durante siglos la historia de los distintos pueblos que la poblaron, que la invadieron y que han luchado entre ellos, hasta estos momentos. Unas veces fueron intelectuales y poetas, otras trabajadores y creadores de arte y unas veces han olvidado sus fablas y en otras se enseñan y en toda ella se estudia el inglés, para vivir en un mundo unido.
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