Suena la dulce voz de la
Directora del Coro y se dirige con ella a los lados de ese coro, donde cantan las
voces femeninas y luego a la parte
masculina, que se encuentra sobre las escaleras del presbiterio y con sus manos
ordena el principio del sonido de todas las voces de los y las coristas. Suenan
voces armónicas, armonizadas, aunque diferentes, pues unas son agudas, las de
las tiples y se despiertan a continuación para sonar juntas, las voces
masculinas, que con las citadas femeninas, componen un mundo idealista ,que es
de las mujeres y los hombres, con sus espíritus, que expanden su hermoso sonido
por la bóveda de la iglesia; sonidos que parece que quieren desaparecer de la
naturaleza, para volar a la altura de los cielos, donde Dios nos ha creado para
que le imitemos. Dios creó el sol y los planetas y los hombres, le imitamos,
pues hemos subido a la luna y pronto alcanzaremos el planeta Marte, perfeccionando
cada día las cualidades que el Señor nos hizo capaces de cultivar. Esos viajes
son producto de la técnica, que ejercen los hombres con los dones que el Señor
nos dio y que somos capaces de cultivar. Pasa lo mismo con la Música que canta el
Coro, que es el arte del sonido, que
quiere definir la belleza de la Naturaleza y de la criaturas y se convierten los hombres y mujeres en
artistas, que superan con sus voces la belleza de los pájaros en el bosque, en
el hielo y en los desiertos y les hace olvidar a ellos mismos y a los que los
escuchan, los problemas de la vida, espiritualizando sus voces y su existencia.
Porque generosidad de espíritu es
lo que habéis demostrado en este concierto, que pretende recoger fondos, para arreglar el tejado de la Parroquia.
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