sábado, 1 de noviembre de 2025

Caminos recorridos desde la niñez a la vejez


Belsue (Huesca).


Yo estuve en Belsué cuando no había carretera para llegar a dicho pueblo y en la Ermita de Aniés conocí a pastor José María Aquilué, para bajar con él a Belsué a vacunar sus ovejas. Lo conocí cuando ambos éramos jóvenes, vacunando sus ovejas en el citado lugar. Aquella tierra yo la amaba, porque mi abuelo materno, que fue Diputado Provincial de Huesca, descendía del próximo pueblo de Zamora, desaparecido hace ya muchos años. De ese pueblo de Zamora, heredó el apellido de López de Zamora.   Se encontraba entre Used y Bara, en plena Sierra de Guara. El tuvo su familia cerca de esos pueblos, en casa Zamora de Caminos recorridos desde la niñez, hasta la vejez.
El domingo, día dieciséis de Octubre de este año de 2016, subí al pueblo de Belsué a acompañar a mi nieto Pablo, para que conversara con el pastor José María Aquilué, para hacer un estudio sobre el ganado lanar, ya que José María había sido pastor toda su vida.  Yo conozco a dos de los últimos  habitantes de Used. Estos me han contado varias veces los caminos difíciles que recorrían para bajar a Huesca y subir desde ella a Used.
Entonces todos los transportes los hacían con mulas y subiendo aquellas laderas de la Sierra, cuando llovía o nevaba, resbalaban por aquella tierra en la que vivían. En cierta ocasión, en que el tiempo estaba totalmente revuelto, los vecinos de Used, tuvieron que soltar las riendas con las que ordenaban la marcha de las mulas, pero ellas, totalmente conocedoras del camino, subían aquellas laderas, en ocasiones de lluvias o nevadas enormes, obedeciendo a su conocimiento de aquel territorio, casi sin camino.  
Aquellos dos serranos, se cansaron de recorrer aquellos que no eran caminos, y abrieron un Bar en Huesca en la calle Artigas, paralela al Coso Bajo, con su entrada por la Calle de Villahermosa y allí estuvieron trabajando hasta que se jubilaron. Ahora los encuentro paseando por las calles de la Capital y siempre nos detenemos, para recordar tiempos pasados.
Si,  recordamos tiempos pasados, unos en Siétamo y ellos, mis amigos en Used y vemos como se  han despoblado los pueblos de la Sierra, y se han abandonado las casas, que se fueron demoliendo, han disminuido los rebaños y se está convirtiendo la Montaña en un lugar de turismo, porque ya casi no queda población fija.
Los vecinos de Used, ya no van casi nada por su pueblo natal y han aumentado la población de Huesca capital. Dice la prensa de estos días del año 2016, que en España van a disminuir sus pobladores en cinco millones de personas en unos pocos años. Esto se explica por la despoblación de muchísimos pueblos y la repoblación de las capitales. Los vecinos de las capitales suelen tener pocos hijos y además ha aumentado el número de divorcios. En las fincas grandes ya no hay trabajadores  y los tienen que ir a  buscar a las capitales, siendo muchos de ellos inmigrantes, que han llegado aquí, provenientes de otros países.
En Belsué queda tan sólo el pastor José María Aquilué, que conserva la llave de la iglesia y está pendiente de que nadie se lleve objetos litúrgicos. Yo subí a Belsué acompañando a mi nieto Pablo   a visitar al buen pastor José María y pude encontrarlo en el monte,  donde estaba apacentando sus ovejas, gracias al interés que demostró Vicente Laliena, que nos acompañó, hasta que lo encontramos. A Vicente lo encontré rodeado  por su familia, entre cuyos hijos se encontraba un doctor en Medicina y como Vicente me conocía por haber trabajado en la Gasolinera de Siétamo, no me abandonó en ningún momento. Vicente es de Belsué y ha  reconstruido  su casa, con muy buen gusto y allí pasa muchos ratos gozando de la Naturaleza y huyendo del mundo. El,  con su coche recorrió terrenos, hasta que encontró a José María.
José María es el guardián de Belsué. En cierta ocasión llegó a pedirle la llave de la iglesia, un canónigo de la diócesis de Huesca, vestido de paisano, para ver su interior y el custodio del pueblo desierto, dudaba si aquel individuo sería canónigo, como le afirmó. Al fin,  al darse cuenta de que era un hombre honrado, lo acompañó a contemplar aquel templo, que era su Iglesia Parroquial, dedicada a San Martín de Tours. Están decorados sus muros con pintura mural, que recubre el “testero” de la Capilla Mayor. Parece ser de estilo Románico. Esta Iglesia es un templo románico – lombardo del siglo XI. A José María Aquilué, lo conozco desde que yo estuve soltero, dedicado a cuidar ganado lanar y cabrío y está identificado totalmente con aquella tierra, donde vivían los cristianos en la Edad Media, siendo su iglesia de estilo mozárabe. Vivían entonces escondidos de los árabes en aquellas montañas de más cerca de dos mil metros de altura en la Punta de Guara y de unos valles  profundos.  Pero siguió durante muchos siglos una tierra escondida y mal comunicada con la Hoya de Huesca.
 Yo estuve de veterinario en  la villa de Bolea y tenía que subir a Belsué a vacunar las ovejas contra la Basquilla. Entonces no existía la elevada carretera que une Belsué con el turístico pueblo de Arguis y los vecinos del citado pueblo de Belsué, arreglaron mi llegada a su pueblo para vacunar sus rebaños. A la Ermita de la Virgen de Aniés, en una gran elevación,  suben de peregrinación, habitantes de pueblos como Bolea y Aniés, que miran desde el Sur de la Sierra, como acuden los habitantes de los pueblos del Norte de ella, como los de Belsué. Me convocaron en dicha Ermita, el día de la Virgen en plena romería y desde allí me bajaron los vecinos de Belsué a vacunar su  ganado. Yo me monté en una mula y cabalgué por aquellos terrenos casi completamente inclinados. Los vecinos de Belsué me invitaron a apearme de la caballería, pero yo me sentía orgulloso y no quise bajarme. Si la mula hubiera dado  un  traspiés, yo hubiera bajado por aquellas laderas montañosas, para morir en ellas. Estos casi caminos eran los mismos que usaban los vecinos de Used y de Bara y estas situaciones me hacen recordar, la dificultad que tenían los habitantes de la Sierra de Guara, para vivir durante siglos caminando con enormes dificultades, como Cristo , camino del Calvario.
¡Qué bien lo pasé en Belsué, vacunando aquellas ovejas, con un cielo claro, pero yo desprecié la bondad de aquellos serranos, que me invitaron a dormir en el pueblo, para marchar al día siguiente!. Pero yo recordando la peligrosa venida al pueblo de Belsué, me dio miedo el estar por más tiempo en él  y tenía ganas de acabar esa marcha con aquellos maestros  de camino en la Sierra de Guara. Para volver de Belsué, monté en una mula y me bajó dirigida por un belsetano, hasta la Ermita de la Trinidad de Bolea. Aquí se acabó mi aventura para ir y volver a  Belsué.
Han pasado unos cincuenta años de mi viaje a Belsué, pero he tenido ocasión de repetirlo de nuevo, pero por una carretera, que construyeron hace unos años, que sube por Arguis  y pasa por el Molino Nuevo. Este Molino Nuevo está en lo más alto de la carretera y cerca del Túnel de la Manzanera. Pero no subimos por ese camino y seguimos por el camino asfaltado, que nos lleva al valle de Belsué y a Nocito. Es un camino sinuoso y estrecho, por el que hay que circular con gran prudencia  y más cuando vienen otros vehículos en dirección contraria. Descendiendo de la altura del Molino Nuevo, se ve Belsué, con sus casas construidas con piedra, muchas de ellas en ruinas, y con tejados de pizarra. Cerca se ven las aguas del Pantano de Belsué, que le proporciona el río Flumen.
Llegué a Belsué para que mi nieto Pablo , conociera al sabio pastor José María Aquilué. Subimos primeramente a su casa, y frente a la puerta de su casa, estaba atado a su caseta un perro de pastor, que casi no nos ladró y entre la puerta de su casa y la caseta del perro, caminaba con pasos que suelen dar los ánades e iba y venía, desde el perro a la puerta de su casa. Los que van por el mundo huyendo del trabajo, para vivir en plena Naturaleza, dos o tres días antes, habían penetrado en su casa, ya que José María, no tenía la costumbre de cerrarla con llave y allí los encontró, como preparando su refugio natural , sin tener que construir con ladrillos y tejas. Es curioso que José María Aquilué tenga que defender de ahora en adelante su domicilio de la invasión de algunos  que huyen de las ciudades.
Era difícil para nosotros encontrar ningún “carrilano” en su pueblo de Belsué, pero gracias a Vicente, encontramos a José María a orillas del río Flumen o de una corriente que desemboca en el dicho Flumen. Es curios que por pueblo tan norteño corra un río con nombre latino, como las cabezas de mármol romanas,  encontradas en Nocito.
Mi querido nieto Pablo estudia en Pamplona una Carrera, que hace que los que la estudian, hagan películas de cualquier espacio del Mundo. Algo tenían tratado  entre el pastor José María y él mismo. En cuanto se encontraron estuvieron hablando y quedaron en  verse el siguiente domingo. En tanto hablaban el bueno de Vicente y yo comentábamos mi antigua visita a Belsué y él me habló de su emigración del pueblo y de su amor a tal lugar, que le llevó a reconstruir su casa natal y yo gozaba viendo su casa y hablando con su simpática esposa y con sus jóvenes hijos.
¿Qué tiene este rincón montañoso de este lugar casi vacío , que me produce recuerdos emocionantes y que he tenido la suerte de volverlo a pisar y a hablar con mi viejo amigo José María Aquilué y gozar de la compañía de Vicente, que trabajó en la Gasolinera de Siétamo?.

viernes, 31 de octubre de 2025

El último molinero



José  Mairal  Ferrando, se considera a sí mismo como el último molinero de esta Provincia  de Huesca. Yo no sé si quedará en toda ella  alguno más, pero, cuando uno se acuerda del Molino de Pertusa, del molino de Quinzano  y de tantos otros, le resulta fácil acordarse de distintos molineros, que en su vida conociera. Yo me acuerdo de ver a José Mairal Ferrando, de molinero durante catorce años en Los Molinos de Sipán. En el río Gustizalema, que baja a través de la Sierra de Guara, desde Nocito, debajo de Vadiello, donde se asentaba un pueblo con dicho nombre, ahora convertido en un pantano, que suministra  agua  a Huesca capital, hay un pueblo encantador, que muele olivas  y  muele cereales, y que lo llaman,  Los Molinos de Sipán.  Allí, a orillas del Guatizalema, vive la viuda de José María Calvo “de Los Molinos”, Doña Aurora, con cerca de cien años de edad, amante y amada por sus hijas, y con recuerdos del pasado, como el de su esposo José María, conservador de los Molinos  y de la gran figura humana su hijo. Le quedan nubes oscuras, es decir de lo que pasó para la Guerra de mil novecientos treinta y seis, de la que conoció entre otros muchos, a Fillat  de Santolaria, padre de los “zapateretes” de la Plaza de San Lorenzo, que fue asesinado durante la Guerra Civil. En los siglos pasados, en medio de aquellas aguas, que convertían las olivas en aceite y los trigos en harinas, que parecían cantar,  a la Naturaleza, bajando de las alturas, con sus músicas frescas, unas veces alegres y otras tristes. Nació cerca de Los Molinos, en el pueblo de La Almunia del Romeral, y se casó al lado de las aguas del río, pasando por el Molino. Yo, personalmente,  acudía a  su Molino a buscar el aceite, resultado de la molienda de unas olivas que le llevé, y Aurora,  ponía todo su interés en servirme un aceite, suave, pacificador y brillante.
Además del Molino de Aceite, estaba muy cerca de él, el Molino de Harinas  y ambos  molían en aquel lugar, a orillas del río Guatizalema.  El Molino aceitero, todavía funciona, bajo la dirección del Alcalde de Loporzano,   Jesús Escario Gracia, natural de Aguas, con cuyo padre tenía yo,  una gran amistad.
 Pero en el Molino de Harinas, conocí a su molinero, que me dijo:  ”Yo, José Mairal Ferrando , me considero como último molinero de la Provincia de Huesca. Mi origen, procede del Molino de Alquézar y por tanto yo soy molinero, mi padre molinero, mi abuelo molinero, mi bisabuelo molinero y sus antecesores eran también molineros”. Añade que nació en el Molino de Almuniente, el día diez de Agosto, de mil novecientos  veintiueve,  de modo que va a cumplir dos días antes de la Fiesta de San Lorenzo, ochenta y cuatro años.  De Almuniente  pasó a moler  al Molino de Nueno, pero acabó por hacerlo en Los Molinos de Sipán, donde trabajó hasta el año de mil novecientos cincuenta y nueve, después de pasar catorce años y con esta fecha se convirtió en el último molinero, según se considera él mismo. Yo lo conocía porque frecuentaba aquellas carreteras, unas veces por ir a buscar aceite y otras porque las recorría, como Veterinario. Ahora nos vemos con frecuencia, porque vive en la capital de la Provincia, al lado de donde vivo con mi familia.
 José Mairal Ferrando, se considera a sí mismo como un Molinero de cereales, pero sin embargo, recuerda la Almazara de los Molinos de Sipán, que permite gozar de las cualidades organolépticas  tan notables y tan agradables,  como las tajadas de pan, empapadas de aceite puro. De esta agradable bocado me acuerdo de haber gozado de él, en Quinzano, en el Molino de mi contrapariente Juan Lino y de sus socios, que siendo yo veterinario de Bolea, me quisieron obsequiar.
No se acuerda sólo el Molinero de Los Molinos de Sipán, de su buen trabajo, moliendo trigo con unas piedras circulares, importadas de Francia, sino que recuerda a San Martín, al que todavía ama como Patrón de los molineros. Me dice que este santo, al encontrarse a un pobre, helado de frío, partió su propia capa,  para vestirlo con media de ella y abrigarse a sí mismo, con la otra mitad. Recuerda la fiesta que celebraban el día del santo y me dice, que encima de Vadiello, se encuentra, camino de Nocito, una Ermita de San Martín. San Martín partía su capa para repartir calor entre los que lo necesitaban y José Ferrando se ponía a partir los granos de trigo,  hasta convertirlos en harina, para que los seres humanos no pasaran hambre.
Desde la Hoya de Huesca se divisan las dos enormes alpargatas de piedra que dicen eran las de San Martín. Cuentan que cuando bajaba por los montes de la Sierra de Guara, huyendo de los gigantes de la Montaña, que ocultaban a los hombres del Somontano las diversas artes de la Agricultura, se cayó San Martín y se le llenaron las alpargatas de granos de trigo. Con esa semilla, empezaron los  somontaneses  a sembrar trigo, para obtener el pan de cada día. Más tarde San Martín fue copiando las diversas herramientas para el cultivo y aprovechamiento de sus productos. José María Mairal Ferrando y sus antepasados, se especializaron en hacer moler a las piedras,  en las orillas de los ríos, y de la misma forma que algún día algún hombre empezó a moler, ahora se ha quedado ese  José María María Mairal Ferrando,  declarandose “el último molinero”.
Y esta vida molinera no se pudo escapar de las canciones que  cantaban en los molinos los molineros y que esperaban las molineras.  Wilhein Müller escribió “La bella molinera”, que nos hace leer y escuchar  unas veinte canciones que nos hacen sentir el optimismo alegre hasta la desesperación. Eso nos ocurre cuando pensando en el amor, vemos como el molinero espera a la molinera, unas veces nos conduce a la alegría, otras a la desesperación, pero siempre animados por la Naturaleza, como en Sipán, donde en Casa Arnal, derribada por la Guerra Civil, se contempla un escudo,  que parece no ser de armas, sino de paz, porque en él , están representadas en piedra un “arna” o colmena, de donde salen unas abejas que reparten el polen por las plantas herbáceas y los árboles frutales.
El “último molinero” sabía y sabe algunas de estas canciones, como la siguiente, que me escribió en la hoja de una libreta y que así dice: “No vayas, niña al Molino y no pienses en moler, porque te puede pasar, que con el trigo que lleves, todo lo puedes perder. Perderás trigo y dinero y tu virtud, escaldada quedará por el Molino. Es mejor que ser soltera, salir casada  del templo”. Cuando paso por el río, me parece que el conductor de sus aguas, me está confiando las bellezas de la vida molinera, con las orillas del agua, que son la Naturaleza. 

jueves, 30 de octubre de 2025

Arba de Luesia










Cuando uno va a Pamplona, poco antes de llegar al Puerto, donde está la Ermita de Santa Bárbara, hay una señal que indica el desvío que va a Longás y desde este pueblo, siguiendo el río Onsella, se llega a la navarra Sangüesa. A uno le quedan ganas de ir por ese camino, pero el miedo a los caminos desconocidos, te hace seguir adelante, para pasar por el puente sobre el río Aragón y tomar la carretera que por la Canal de Verdún te lleva por la cara norte del Pantano de Yesa, cuya presa ya se encuentra en Navarra. Por la cara sur se divisa la Sierra de Santo Domingo, desde la que se domina el camino del río Onsella, por el que había renunciado a pasar.

En la Sierra de Santo Domingo nace el dicho río Onsella, que va a desembocar en el río Aragón, en Sangüesa(Navarra) y en la parte Sur brotan tres ríos Arba, palabra vasca relacionada con el nombre de Arbaniés a dieciséis kilómetros de Huesca. El nombre de Arbaniés también está relacionado con el del pueblo navarro de Arbuniés.

En Luesia nace uno de los ríos Arba y corre hasta Biota, donde entra en la llanura de Cinco Villas, alimenta el pantano de San Bartolomé, en Egea recibe las aguas del Arba de Biel, desembocando cerca de Tauste en el río Ebro.

Es hoy el centenario de un vecino de Siétamo, con origen en el desaparecido pueblo de Salinas de Jaca el Viejo, Sebastián Grasa Estallo, el que me contó estas cosas sobre los ríos Arba, de los que he nombrado dos, a saber el de Luesia y el de Biel, pero también me nombró un tercero, llamado río Arba de Uncastillo.

Salinas de Jaca Viejo ya no existe desde los años cincuenta del pasado siglo XX, pues fue abandonado por los corrimientos de tierra que se daban con cierta frecuencia. Con su desaparición se borraron muchos siglos de la Historia de Aragón, pues de sus salinas se abasteció el Monasterio de San Juan de la Peña y tomó parte en las distintas etapas históricas, junto con los pueblos vecinos de Zaragoza y con Sangüesa de Navarra. Ahora están comunicados los pueblos viejo y el nuevo por un camino de herradura.

Sebastián Grasa, vivió muchos años en Salinas el Viejo y como ganadero recorría territorios lejanos, como los de Almudévar y por tanto mejor conocía a los habitantes de Longás y de Luesia, entre otros, que eran vecinos de Salinas.

En las Fiestas de Luesia, en la provincia de Zaragoza, pero en la misma comarca de la Sierra de Santo Domingo, que su propio pueblo, conoció a cuatro labradores, que formaban una peña de amigos. Los llamaban Chapalangarra a uno de ellos, Cometocino, a otro, Campanudo al tercero y El Pistolas al último.

El Chapalangarra uno de los días festivos se fue a dar una vuelta por el monte, que se encontraba a unas tres o cuatro horas del pueblo y rodeado de un hermoso bosque en el que proliferaban las carrascas, los pinos y los “fayos” o hayas, pero llegó una furiosa tormenta, teniendo él que meterse en una caseta o borda. Cuando pasó la lluvia quiso salir, pero no pudo, porque todo el monte estaba inundado por el agua. Las gentes del pueblo fueron a buscarlo por la noche, mientras él escalaba por las rocas y peñas y saltaba sobre las paredes, que estaban llenas de zarzas. A última hora lo pudieron rescatar y montándolo en una mula, lo llevaron a Luesia muy apurado y herido.

El río que tenía que recoger las aguas de la tormenta era el Arba de Luesia, dando lugar al agua de los barrancos, pasa por Luna y por todas la Cinco Villas, pero aquella tormenta arrancó un enorme pino, que se cruzó en una zona estrecha y no dejó pasar a otros que estaban talados y la retención del agua impidió que se arrancaran otros pinos, e impidió que Chapalangarra volviera a Luesia.

Este aragonés con sus otros tres amigos tenían cada uno una finca en una Val, a la que llamaban Monte Ciberana, lleno de árboles como me ha dicho anteriormente. Cada uno tenía una caseta o borda, porque sobre todo en épocas de siembra o de cosecha tenían necesidad de permanecer allí. Vivían felices porque eran respetados en el pueblo y cuando estaban en el monte, además de labradores eran amigos y para obtener las proteínas que necesitaban para su alimentación, eran cazadores. Cada uno guardaba en su borda un botico de vino, del que se echaban buenos tragos cuando se juntaban. En una palabra, que estaban siempre contentos porque bebían, cantaban y bromeaban. Dice Sebastián que algunas veces se oían gritos a distancia, cuando se veían y decía el Cometocinos :¡Oye Pistolas!, ¿has traído el cepo? y este le contestaba :¡Campanudo y tú ¿lo has traído? ; al poco rato ya estaban juntos y marchaban a cazar.

Necesitaban los cepos porque siempre que podían, iban a cazar y parece ser que no distinguían entre las distintas especies, porque no distinguían la calidad de la carne, por ejemplo del conejo con la de la raposa o “rabosa”; cazaban lo mismo este animal que el tejón. La causa de tal comportamiento habría que buscarla en las grandes caminatas que tenían que hacer para llegar al monte Ciberana y necesitarían proteinas cárnicas para dedicarse a la caza. Además como disponían de vino en sus bordas, al beberlo todas las carnes se volverían agradables a su paladar.

Toda la tierra cultivable estaba rodeada de alturas, llenas de pinos y de matas de baja altura, como “buchos” o bojes, que a pesar de su calificación de “baja altura”, muchos alcanzaban dos o tres metros. Estaba el campo Fenero, que abundaba en yerba y más tarde en heno, ya que su dueño Don Telmo Lacasa, no lo cultivaba y nacía en medio de él una fuente, que no desviaba sus aguas hacia el Arba ,sino que discurrían hacia la pardina de Nofuentes, también de su propiedad, en la que disponía de tres casas. Este campo de Fenero era disputado por los vecinos de Biel, de la provincia de Zaragoza a

Don Telmo, que estaba en Madrid por ser el presidente de los Ferrocarriles Españoles. Junto a la pardina de Nofuentes está la finca denominada La Ferrera, que pertenece a un salinero ilustre y que la tiene toda habitada por animales.

Es de comprender que en aquellos lugares proliferaban multitud de buitres y de águilas y dice Sebastián el centenario, que un águila anidaba con su pareja allá arriba en la Peña de Santo Domingo y era por todos creído que tendría unos cien años. Todo el mundo la respetaba y la admiraban cuando la veían cazar. A propósito de ver cazar a las águilas, contaba Sebastián, que en Salinas vieron él y el practicante Señor Morlans, antecesor de los tan conocidos en Huesca, a un águila capturar a un cordero y elevarlo a las alturas, pero que no pudo con él y se le cayó, con lo que pudieron comer cordero.

Pero un día los cuatro cazadores de Luesia perdieron su sentido común, quizá por estar medio bebidos, decidieron ir a cazarla. Subieron uno de los citados cepos, lo ataron a uno de ellos y con una soga, los otros tres compañeros, lo subieron cerca del nido; allí lo plantó y allí cayó el águila. Cazaron al águila, pero la naturaleza les dio una lección, que les hizo pensar en el mal que habían cometido ya que al cocerla tuvieron que estar dieciséis días atizando el fuego.

miércoles, 29 de octubre de 2025

A Ramón J. Sender

 



Me han dicho mis amigos que estoy loco. No me importa. De siempre se ha conocido que de poetas, músicos y locos, todo tenemos un poco, aunque en unos domine más que en otros una de las tres facetas.¿Por qué me acusaron de “chalao”?.Muy sencillo, es que les conté lo que me pasó hace pocos días con Froilán, el niño amigo de Sender, que murió el año 1909,electrocutado al contactar su pequeño cometa de trapos y de cañas, con un cable de alta tensión. Los vecinos de su pueblo aseguraban que ocurrió todo bajo el nefasto influjo del Cometa Halley al que también atribuyen el terremoto de Méjico, la desgracia de la niña Omaira y de sus paisanos a causa de la erupción del Nevado del Ruiz en Colombia y las corrientes de lodo que han dejado sin vivienda a tantos ecuatorianos. Los buenos hispanos en lugar de decir: ¡Qué bueno, que viniste!, tienen sobrados motivos para gritar: ¡Qué bueno, que te vas!.Volvió el famoso cometa a visitarnos a finales del 85 y se va a principios del 86 para volver, cuando lo ordene su ciclo. Sender esperaba la vuelta del Halley par el año 85 y creía más loco que yo, que Froiñán volvería a visitarlo, montado en su cola.¿Cómo podría regresar el niño?. Se fue fulminado, fosforizado, ionizado, eterizado o de una de las mil formas que los científicos conocen y de uno de esos multiformes modos ha regresado. Aquí radica mi locura, en que lo he visto y he hablado con él. Yo lo esperaba, asumiendo el deseo del para mí, Premio Novel, aunque no se lo dieron: Sender, según manifestaba en una de sus poesías, tenía la ilusión de guardar a Froilán una de las mejores ranas de una de esas balsas que juntos visitaban; la muerte le impidió realizar su sueño. Yo recogí el reto y guardé una rana no en un acuario, ni en un terrario, sino en un artilugio que reunía las propiedades de ambos. La rana es un anfibio y tiene dos formas de vida, una en el agua y otra en la tierra; en aquella respira por branquias, y en la orilla de la balsa, lo hace con sus pulmones.¡Buen regalo para Froilán que también es anfibio, porque yo lo vi en la tierra de Huesca y venía e iba por el espacio y a otros espacios más lejanos!. ¿Cómo pude ver a Froilán?, Simplemente porque quería verlo y lo quería ver porque había recogido el deseo de Sender de entregarle una rana. No todos los deseos se cumplen, ya que el maestro no llegó a vivir en el año 85, pues la inmortalidad no se alcanza sobre la tierra, pero se alcanza de algún modo y cuando se vean el viejo y el niño recordarán los saltos de las ranas en la alberca. Yo sabía que encontraría a Froilán, porque mis paisanos del ¨Somontano de Guara, siempre han afirmado que las montañas no se encuentran pero las personas, sí. Muchas veces los hombres no nos encontramos ni con nosotros mismos, ¿cómo vamos a encontrarnos con los demás?. Y si lo hacemos es para reñir, para aprovecharnos mutuamente unos de otros o para luchar. Sabía que tenía que encontrar al chico, pero pensaba que tal vez, después de tantos años, se habría hecho un hombre, sin embargo reflexioné sobre la teoría de la relatividad y llegué a la conclusión de que si yo envejecía un año girando alrededor del sol, montado en mi planeta, él a caballo en su cometa, habría pasado sólo un año en el tiempo que para nosotros, había envejecido setenta y seis a los humanos de la Tierra. Desde 1909 hasta 1985, nuestra esfera ha dado setenta y seis vueltas al sol, en tanto que el Halley sólo ha girado una vez para completar su ciclo en torno a no sé qué. Lo encontré niño, como de diez años. Yo observaba a todos los de esa edad, que caminaban por la ciudad con soltura, esquivando coches, botando balones y como pasando de todo. Estaba apoyado en la pared de uno de esos chiringuitos, que lanzan al aire de la calle sus músicas y en la acera de enfrente había un niño que miraba atónito el mundo urbano que le rodeaba; no se atrevía a pasar la calle por la que rodaban como locos los automóviles. Me acordé que en el pueblo de Froilán, en el año 1909 no habría probablemente ningún automóvil. De repente, por los altavoces del chirringuito empezó a oírse aquella canción que dice:”Froilain, Froilain”(señorito en alemán) y Froilán, como una exhalación cruzó la calle hacia el bar, a una velocidad cósmica que le libró de un atropello. Me dirigí a Froilán, pues era él, le miré a los ojos, mientras le entregaba la rana metida en un bote de conserva lleno de agua y esos ojos se apoderaron de mí de tal manera que no me dio tiempo a preguntarle nada. Cuando volví en mí, Froilán se había exhalado. Al principio lo sentí pero luego comprendí que si hubiera conversado con él, hubiera sabido demasiado. Ahora solo sé que Froilán, Sender y Omaira nos acompañan desde algún lugar. Yo he cumplido, pero me gustaría que dentro de setenta y seis años, alguien se encargara al nuevo regreso del Halley ,de entregarle una flor a la niña Omaira.

martes, 28 de octubre de 2025

Antonieta Sanagustín, con sus noventa años, modista del Alto Aragón




La Ingeniera Agrícola María  Angel  Buesa Pueyo, me ha entregado el Programa de la Exposición de la Indumentaria Altoaragonesa, elaborada por Antonieta Sanagustín y que se expone en el mes de Abril de 2014. Se nota en esta joven el sentimiento de cariño que le inspira la obra de Antonieta Sanagustín Ciria, que ha descrito y ha realizado  “un patrimonio propio inmenso, cientos,  miles… de vestimentas por encargo, tanto a oscenses como a gentes de la provincia y fuera de ella”. La personalidad de Antonieta en su aspecto  de conservadora de la indumentaria altoaragonesa, ha sido captada de maravilla por esta joven, que adorna su nombre de Marí- Angel,  con dos apellidos de la misma tierra, a saber Buesa y Pueyo.
A Antonieta, que nació en Graus, pero que fue hija del Guarnicionero de Siétamo y de la tía de Agustín  Ciria, gran labrador de Siétamo; la conozco desde toda mi vida, primero en Siétamo y luego,  hasta el día de hoy, en Huesca. Tiene noventa años de edad y una inteligencia despierta, que  expresa con facilidad  sus recuerdos y  sus pensamientos. Yo, también recuerdo  la figura de su padre, con el que Antonieta vivía en la entrada en Siétamo, viniendo desde Huesca. Eran aquellos otros tiempos, en que como escribe Mari-Angel “era difícil la posibilidad de documentarse, investigar y de tener acceso a un conocimiento adecuado y fiable era complicado”. Yo era un niño muy pequeño,  pero me llamaba la atención el contemplar a su padre, revestido con una blusa, de un corte igual o parecido al que les habían hecho a los tratantes de ganado, pero su color era más claro, quizá para distinguir su obra, obtenida del cuero de los animales productores de piel, del color oscuro de las mulas de aquel entonces. Su padre aspiraba a la modernidad, pues era representante de las máquinas de la marca alemana Singer. Del  carácter persistente  o tozudo, en aragonés de su padre, heredó Antonieta el suyo, pues de la misma forma que luchó su padre, ella, de un carácter luchador, que como dice Mari- Angel, “le ha llevado  a seguir adelante un día tras otro, a confeccionar prenda tras prenda, hasta hacerse con un patrimonio propio inmenso”.  Cosió y cose desde hace muchos años y varias épocas, con una misma máquina de coser, que supongo será de la marca Singer, que representaba su padre. Pasó su vida adornando la de los altoaragoneses con sus vestimentas típicas, que cosía con y como acabo de decir,  cosiendo con la misma máquina.  Recorriendo la sala de Exposición de la Indumentaria Aragonesa, me ha llamado la atención la fotografía del abuelo de Antonieta, Agustín Ciria, del que desciende a través de su propia madre. Es un hombre, según muestra la fotografía, de un aspecto noble y que está identificado con su nieta Antonieta, porque viste con ropa altoaragonesa y sobre su testa, se alza un cacherulo elegante, que no es antiquísimo , sino de  la misma época en que vivió. Antonieta lo tiene tan sobre puesto sobre su testuz, que lo ha repetido multitud de veces para que lo portaran,  otros caballeros altoaragoneses. A lo largo del tiempo me acuerdo con frecuencia de un hermano de Antonieta,  que trabajaba en el Banco de Santander y con el que hablaba con cierta frecuencia. Se parece físicamente el abuelo de Antonieta a su bisnieto Agustín Ciria, que murió hace muy pocos años. Se parecen físicamente, pero yo creo que su temperamento sicológico era el mismo en aquel antiguo Agustín Ciria, que en el Agustín Ciria que yo he tratado, que entre otras cosas tenía la cualidad de ser de una bondad inmensa. ¡Qué casa tan noble y tan enorme es la de los Ciria de Siétamo!. Yo me acuerdo de escuchar el sonido del reloj de pared en las escaleras,  cuando hacía sonar las horas y me acuerdo también del horno de pan,  que abría Agustín,  pariente de Antonieta, donde las mujeres de Siétamo, cocían el pan nuestro de cada día. Su viuda, con la que no tuvo hijos, de la familia Ordás  de  Arbaniés, murió hace muy pocos días,  de una edad de más de cien años, que es lo que esperamos que Antonieta, con su arte, vuelva a superar los cien años. Allí en la Calle Alta de Siétamo se encuentra el enorme caserón vacío, pero Antonieta,  en Huesca sigue viva y con “sus armarios y baúles con las prendas y aderezos confeccionados o proporcionados por ella”. La casona de sus antepasados está muriendo poco a poco, pues está deshabitada, pero  los colores que Antonieta ha hecho pasear por Huesca y por sus valles  pirenáicos, como Ansó, Echo, Jasa, Tena, Serrablo, Bielsa, Chistau , Ribagorza y  Fraga, que recibe las aguas de ese Pirineo, y esos colores reparten el cariño que esta ilustre trabajadora , artista y amante del folklore aragonés, por toda la Provincia.
Si, aquellos productos que usaba Antonieta, para vestir a las mujeres, a los hombres y a los niños, del Altoaragón, procedían de la importación de Francia a España,  de “paños de lujo, tejidos de seda, pañuelos, medias,  botones, joyas, las cintas de seda que hacían las mujeres  chistavinas  en su atuendo, incluso las semillas de la planta tintorera pastel, las cuales se adquirían en Toulouse, para ser empleadas por el Tinte Gavín de Jaca, en las basquiñas”. Sigue Mari-Angel,  diciendo : “ La emigración femenina de Ansó que iba a Francia a trabajar en el servicio doméstico, además de intercambiar o competir algo con la cultura, para demostrar  las grandes similitudes existentes en la forma de vestir de sus gentes”. Ha llegado Mari-Angel a demostrar la gran similitud entre los habitantes del Pirineo francés y los del español y con Toulouse nos demuestra la vida comercial ,que existía entre los habitantes de ambos lados del Pirineo, es decir entre el Norte y el Sur. En artículos míos, destaco como Carlomagno quería unir Toulouse con Zaragoza, de cuya unión , hubiera resultado, al llegar  la  industrialización, un gran círculo europeo hispano-francés. Ahora existe la posibilidad de aumentar la unión entre Aragón y el Midi francés, pero,  han creado la comunicación entre nacionalistas catalanes y Francia , de la misma forma que entre vascos y franceses, pero el ferrocarril de Canfranc, está parado ,dejando a los aragoneses, lejos de los franceses de Oloron y de Pau, que colaboraron en la conquista de Zaragoza.
Antonieta con su capacidad de trabajo y de arte, como dice Mari-Angel, “que ha logrado demostrar la gran similitud entre los habitantes del Pirineo francés y del español”, ha trabajado por el pueblo aragonés y si todos los aragoneses hubiéramos hecho lo mismo, estaríamos unidos con Europa y nuestro pueblo, seguiría conservando su indumentaria altoaragonesa, para cantar a San Lorenzo, que salió de Huesca a la Capital del Imperio Romano.
La Sociedad reconoce que Antonieta con su esfuerzo, al que hay que añadir, ”sus manos de bordadora”, “como la califican quienes la conocen bien”, ha llegado a los noventa años de edad, “con una vitalidad, que ha demostrado viajando por la región, con su carácter emprendedor, porque se crece ante las dificultades que se pueden introducir en sus proyectos”.
A algunos parecerá ridículo que ofrezca como modelo de la entrada en Europa por medio de un gran ferrocarril de Aragón, pero , para mí Antonieta , la hija de las familias Sanagustín y Ciria de Siétamo, es un modelo que si se siguiera en Aragón, no sólo crecería Aragón , sino toda España.

lunes, 27 de octubre de 2025

El reloj de pared



La Fortuna me dio la oportunidad de escuchar a dos amantes, que a pesar de amarse con sus tiernos corazones, daban a la razón la ocasión de crear opiniones y a sus lenguas la de expresar esas mismas opiniones y yo estaba atento a su discusión sobre los relojes de pared o de péndulo. Recordaban, sin duda los viejos relojes que marcaban el tiempo, en sus casas de los pueblos, donde nacieran el uno y el otro y afirmaba uno de ellos, que el armario o caja, que protegía la maquinaría y el péndulo era más delicado que los que ahora se fabrican y el otro exponía su opinión contraria, diciendo que aquellos relojes que traían de Olorón, tenían su nido más sólido que los que ahora les ofrecían en los grandes almacenes. Yo, entre tanto, pensaba que ninguno de los dos relojes, es decir el antiguo de Olorón o el moderno, que ahora nos ofrecen, tiene madera más fuerte que el otro, pues ambas son procedentes de nogales, de robles o de sabinas, en tanto que otras maderas eran simplemente de chopo y cortadas por el carpintero del lugar. Pero, independientemente de la calidad de las tablas, ahora su ensamblaje es más encajado, porque el ebanista que arma tales cajas, dispone, indudablemente, de técnicas más modernas, porque el relojero actual coloca sonerías que recuerdan la música de viejos carillones instalados en lo alto de edificios nobles que presiden grandes plazas, como la de San Marcos de Venecia. Las campanadas de nuestras viejas “fustarazas” son más sobrias y recuerdan en la paz de las casas campesinas el paso de las horas, que sin embargo en la ciudad, cuando queremos recordarlas, ya han pasado. No digamos nada de los segundos, que ya no cuentan en la vida humana, en tanto que en la “sala buena”del casal del pueblo, esos segundos cantan su monótono tic-tac, como si ese casal tuviera corazón. Los relojeros antiguos y modernos se dieron y se dan cuenta del paso del tiempo, pues en muchos relojes de péndulo está escrito: ”Tempus fugit”, el tiempo huye. Pero a pesar de su huida, si que tiene corazón el tiempo, por ejemplo el de un amor que muchos hombres y mujeres transmitieron a las paredes de la casa, con sus láminas de santos, de guerreros y guerrilleros, de antiguas fotos de bodas y bautizos, de fiestas populares y de bailes de jota y el del tic-tac, que como un cordial brota del reloj y que a lomos de mulas trajeron los ancestros de Olorón o de Pau. La viuda o el viudo recordaban al escuchar ese tic-tac, las ahora caricias ausentes y las luchas de sus hijos en las capitales, por vivir y por sacar a los nietos adelante. Aquellas tablas ya sufrieron la injuria del transporte y perdieron su equilibrio por carcomas, desajustes de los muros o alabeos de maderos y de vigas. A veces trajeron solamente la máquina y el carpintero de la aldea fabricó la caja, con aquellos pesados instrumentos o el albañil colocó en un hueco, a modo de alacena, en un rincón de la escalera la esfera, el péndulo y la rueda Catalina, haciéndole el carpintero una puerta, con una ventana esférica, para poder contemplar las saetas y las agujas, que marcaban las horas. Envejeció el reloj del mismo modo que envejecieron los sucesivos habitantes de la casa y hasta esta casa fue conociendo los achaques que el paso de las horas, que el reloj cantaba y contaba, de segundo tras segundo acompañados por su tic-tac sonoro, que parece mentira que tuviera el poder de acumular años y años, que pasan y que pesan y marchitan, como he dicho, a las personas, a las casas y al aparato mismo, que venido de Francia, se cuartea, se ladea y pierde su equilibrio, para, por fin, enmudecer. Yo recuerdo, como también ustedes lo harán, la canción que decía: ”Mi abuelito tenía un reloj de pared, que compró cuando él nació…pero un día el reloj, de tan viejo se paró y con él mi abuelito se murió”. “Tempus fugit” está escrito, como he dicho, en la esfera de numerosos relojes de péndulo y ese mismo reloj demuestra la verdad de tal axioma, porque aquellos relojes, al hacerlos, los pintaban con colores alegres y vivos, unas veces con flores, otras con caballeros y con damas, que soñaban en el amor y hoy sus colores se han vuelto oscuros y descoloridos. Hoy colorean los relojes con barnices, para dar la sensación de que el tiempo no corre y sin embargo, nuestros nietos los verán viejos y sin alegría. Esa huida del tiempo de los viejos, casi ha desaparecido porque están en el camposanto y ya casi nadie se acuerda de ellos, pero tal huída es más notoria para el hombre y la mujer actuales, en que el reloj los tiraniza y ni siquiera les permite dar una pausa a su correr; no damos tiempo al tiempo, no le dan tiempo al hombre, aunque a la gente joven se le da todo un tiempo, que no es acompañado por sones de relojes, sino por ruidos engañosos de máquinas de juego y del tin-tin nefasto resultante del choque del dinero. Todo lo traducimos a dinero por aquello de que el tiempo es oro. Aquellos relojes de pared, para encerrar el reloj de péndulo, se visten de muchas formas y son partidarios del amor. Tal vez, por eso, discutían sobre ellos los dos enamorados y es que fijándose en sus cajas, se da uno cuenta que las hay con unas curvas, que son iguales que las caderas de mujer, en cambio hay otras que poseen una forma rectilínea, como si de hombres se tratara y el ritmo que marcan con su péndulo, acompañado por ese ir y venir, se acompasa al ritmo de los corazones de los hombres y mujeres. ¡Oh Tempora, o mores!,¡oh tiempos, oh, costumbres!, porque en aquellos antiguos tiempos, las costumbres cultivaban el amor y hoy, en estos tiempos, en las calles de las ciudades grandes, los corazones van despendolados. Acompasemos nuestras vidas al ritmo que nos marca el tiempo y no pensemos que a la muerte nos conduce, porque no existiendo para Dios ni pasado ni futuro, porque para El, todo está presente, nos haremos presentes eternamente. Leyendo, conversando y meditando al compás de nuestros viejos relojes de pared, nos sentiremos acompañados en el camino que nos conduce a un presente inacabable.

domingo, 26 de octubre de 2025

El pelo



Caminaba yo por la calle y llevaba  en mi cabeza una pelambrera, en lugar de un buen pelo y al pasar por una peluquería pensé: más valdría que aprovechara la ocasión para esquilarme, ya que aquí hay un peluquero que es capaz de cortarle los pelos al diablo y si así sigo, luego me saldrán pelos en el corazón.
Entré en dicho establecimiento y el artista de los cabellos me saludó con gran amabilidad y cuando acabó de rasurar a un cliente, empezó a hacerlo conmigo, al mismo tiempo que preguntaba si yo había sido rubio o castaño. Por este detalle me di cuenta de que estaba ante un auténtico profesional, pues su conversación giraba en torno a los cabellos de sus clientes, que eran los que él, siempre se había dedicado a higienizarles. Total que con tal conversación, nos lo pasábamos los dos “al pelo”.
Yo le dije: por aquí te habrán pasado melenudos, como leones y otros de cabello crespo y rizado y algunos rubios de cabellos sedosos y finos. Asintió a mi observación, añadiendo: también he atendido a barbudos, a bigotudos, a calvos a los que hay que arreglar a unos sus barbas y a otros los bordes de pelo que se apoderan de sus cuellos. Hay personas que como los calvos no poseen pelos en la cabeza, pero no tienen un pelo de  tontos y algunos no tienen ni un pelo en la lengua. Hay algunos que lo hacen todo a pelo, como subir en su caballo o en su burra a pelo o a contrapelo. ¡Qué difícil debe de resultar  relucirle el pelo a quien lo tiene implantado en varias direcciones o a quien lo tiene como sí fuera pelusa  de melocotón!.
El peluquero o barbero tiene un ilustre nombre, pues se llama Augusto, como el César Augusto que inmortalizó a Zaragoza, capital de Aragón y en tal Autonomía nació, siendo hijo de otro peluquero  y barbero de Fraella, Tramaced y Marcén. No fue el famoso Barbero de Sevilla, pero ha sido y es todavía un augusto barbero y peluquero de la Urbs Victrix Osca. ¡Cómo atravesaba aquellas distancias unas veces andando y otras en bicicleta!,  aunque  al principio tenía que hacerlo sobre una burra, montándola a pelo.Cortaba el pelo a las mujeres a las que aplicaba el estilo “garsón” y a muchos hombres les cortaba el cabello a la parisién.
El pelo era sagrado, pues muchas jóvenes se dejaban una larga trenza, que sólo se cortaban cuando iban a casarse y luego la colgaban en el salón o en la “sala güena” de su casa, donde la guardaban para que sus descendientes la contemplaran y se acordaran de ellas en sus oraciones. Pero hace pocos días, encontré en un anticuario un cuadro con la fotografía de una pareja matrimonial, que a pesar de ser ya de cierta edad adulta, estaban manifestando su felicidad, pero entre el cristal y el marco y rodeando sus figuras, daba la vuelta al cuadro una trenza, que pertenecía a la esposa, que después de llevarla colgada durante muchos años, al cortársela, la enmarcó con su persona y la del ser amado. En alguno de esos cuadros que se hacían nuestros antepasados, aparece el matrimonio con su aspecto de felicidad y rodeados por una estela capilar o trenza de la señora en su juventud, que les da a ambos miembros de la pareja,  un nimbo que recuerda y que desea una vida de sacralidad. ¡Oh, inefables cabellos!.
Pero no sólo eran las mujeres las que hacían tan larga ceremonia con sus pelos, sino los toreros que se dejaban su coleta, que recogían en su nuca, debajo de la montera. Su tradición todavía no se ha perdido, porque ahora, aunque no llevan su coleta natural, se la ponen artificial cuando tienen que torear. Y los grandes toreros, cuando llegan a su retiro, si no han sido corneados y mandados a la gloria, en la corrida de toros que corren cuando celebran su jubilación, se cortan la coleta, no sé sí ellos mismos o por la actuación de algún famoso peluquero.
La fuerza no sólo la de los músculos, sino la de la inteligencia si no vienen de los pelos, con ellos están relacionadas. El famoso poeta gallego Don Ramón Del Valle-Inclán, llevaba colgada de su cara una larguísima barba, que era como una antena que le hacían captar la poesía y componer los ritmos literarios. En la enorme cabeza de Einstein brotaba una grandiosa melena, completada con su bigote y por aquellos cabellos entraban los cálculos matemáticos que le condujeron a emitir la Teoría de la Relatividad. Y las mujeres con sus melenas han dado pruebas de su fuerza física y del poder de su amor; hace unos días se vio en la televisión a una hermosa mujer, engancharlas en el tiro de un enorme autobús y ella agachada sobre una escalera, hacía presión con sus manos y sus pies sobre las escalas y lo arrastraba. Pero leyendo la Biblia, la bella Dalila, en el siglo VIII antes de Cristo, tenía unos cabellos prodigiosos no sólo para enamorar, sino para traicionar al gran Sansón, un hombre fornido, que triunfaba sobre los filisteos; éstos que se veían perdidos encargaron a Dalila que lo enamorase y se enterase del misterio de sus fuerzas. Y es que Sansón tenía una pelambrera descomunal, que le llevaba a vencer a cualquier enemigo que se le resistiese, por ejemplo dicen que cogió con sus manos un melenudo león y le descoyuntó sus mandíbulas. Pero con Dalila el problema era diferente, porque sus cabellos le encendían su corazón en amor, al entrar en contacto con los abundantes, bellos y perfumados de Dalila, que llegó a darse cuenta del misterio capilar de su enamorado y le cortó el cabello. Entonces Sansón perdió sus fuerzas y cayó en manos de los filisteos sus enemigos, que se ensañaron con él y le sacaron los ojos. Estuvo atado en una columna del gran salón donde ellos se reunían y no previeron que el pelo crece y que aunque aquellos “pelillos fueran a la mar”, volvían a desarrollarse, como lo tiene comprobado Augusto, cuando después de un mes o de dos, vuelven a sentarse en su sillón aquellos a los que había cortado el pelo. Y a Sansón le crecieron los pelos de su cabeza y cuando él mismo calculó que ya tenía bastantes energías para desarrollar sus fuerzas, se agarró a una de las columnas a las que estaba atado, la forzó e hizo caer el edificio sobre él mismo y sobre los numerosos filisteos que dentro de él estaban.
Estaba un calvo escuchando nuestra conversación y un poco mosqueado por nuestras alusiones a los calvos, exclamó: todos los burros tienen buenas pelambreras, porque yo no conozco ninguno calvo. Augusto le contestó: yo tampoco conozco ningún melón que tenga pelos.
Ser calvo, en estos días no supone ningún inconveniente, porque muchos que no lo son, se afeitan la cabeza y ya es raro ver a alguien que se ponga una peluca. Además, sin llevarla, muchos lo aparentan porque su pelo se lo pintan de vistosos colores, que no tienen nada que ver con la naturaleza humana y uno ya duda si la fuerza física y la fuerza de la inteligencia y del espíritu tienen que ver algo con los pelos.
Pero, leyendo a Antonio Machado, comprobé como también él, sentía la luz de los cabellos, cuando se expresa así: ”Quiso el poeta recordar a solas,- las ondas bien amadas, la luz de los cabellos- que él llamaba en sus rimas rubias olas”.

Aquellos pelos estaban relacionados no sólo con la inteligencia y la poesía sino con la propia vida, porque en épocas que yo todavía he conocido, los barberos eran los practicantes de los pueblos y daban inyecciones a los enfermos y hacían sangrías y vendajes. Yo me acuerdo del señor Valeta, que en el Coso Alto de Huesca, se ocupaba de la higiene y de la belleza del pelo de sus clientes, al mismo tiempo que cuidaba su salud. Lo mismo hacía el Señor Jorge de Siétamo, que además de ser barbero, después de la Guerra y vestido con su blusa negra, igual que la que llevaban los tratantes, inyectaba a los habitantes de mi pueblo y a mí, me cosió una brecha que me hice en la cabeza, cuando sobre una burreta torda, subía montado de la fuente, a pelo sobre ella y me tiró al suelo. 

sábado, 25 de octubre de 2025

Sefarditas en Huesca

Siempre, desde niños, se nos han contado los actos malos que cometieron algunos individuos de otras religiones, como aquel, en que unos moriscos le robaron a la Virgen de Bureta, que se alza en el pueblo de Fañanás, un retablo, con el fin de cortar en una acequia el agua, que bajaba por ella. En aquellos tiempos en que la cultura era un bien escaso, era difícil que se entendieran cristianos, judíos y musulmanes. Mi padre Manuel Almudévar, me contaba hechos que ocurrieron en la historia, por ejemplo el de un altoaragonés, natural de un pueblo del Somontano y apellidado Palacio, que llegó a ser Diplomático y estando en el Líbano, se le acercó un joven muchacho, que vendía torta de Ayerbe, nombre tan español como su origen en algún horno, en este caso de Ayerbe. Era un judío sefardita ese que coincidió con Palacio de Berbegal y proveniente de Huesca. Ahora quedan pocos porque han sido perseguidos, refugiándose algunos en el estado de Israel. En 1492, fueron expulsados los judíos de España, pero aunque no nos hayamos dado cuenta, muchos emigraron a América, como españoles que eran, otros fueron a Portugal y muchos se convirtieron o lo simularon y la gente los llamaba conversos. La religión judaica es el origen de todas las confesiones fundadas en la Biblia, es decir el cristianismo y la religión musulmana, pero ello no impide que haya gente mala en todas las religiones, que impide su entendimiento. Pero los hombres unidos en la creencia en un Dios Único, debían pensar que “Las espadas se transformarán en rejas de arado; las lanzas, en podaderas, y no se enseñará ya más el arte de la guerra”. En cambio la gente influida por las enseñanzas que recibía, llamaba ‘judiada” a la acción realizada contra alguien, como por ejemplo el lucro excesivo de un dinero prestado. Quedaron muchos judíos en España y en Huesca, pues se encuentran apellidos como Salomón o Israel, que proceden de ellos. En nuestra capital bautizaron en 1106, en la Catedral, a un gran filósofo y escritor judío, nacido en Andalucía, que se convirtió al cristianismo y pasó de llamarse Moisés Sefardí a Pedro Alfonso de Huesca. El rey Alfonso lo tomó de su amigo el rey o emperador aragonés y gran oscense Alfonso el Batallador. Han pasado muchos siglos y todavía mi abuela materna Agustina Lafarga, me decía que en Barrio Nuevo, antiguamente la Judería, había una sinagoga, ya abandonada. Ahora en lugar distinto al que se creía, ha aparecido un local, en el que se trabaja haciendo fotocopias y se ven distintos capiteles, en los que se aprecian cepas de vid, con sus ramas y sus hojas. Pero en una calle que acaba en la plaza de la Catedral, hay una casa en la que está abierto un estanco y me enteré que en los bajos de dicha , casa, ha salido otra sinagoga. Le pregunté por ella a Jesús Benito, que era su dueño, y me dijo que había capiteles y otros aditamentos sagrados para hombres talmúdicos y me prometió que me mostraría dicho local. Me lo encontré otro día y se lo recordé y él, con gran generosidad me contestó que subiera al estanco de la Catedral y se lo dijera a la dependienta. Esta, con gran amabilidad, preparó un foco de luz y me enseñó toda la sinagoga. A la altura de la calle se encuentra un arco de herradura y una columna con un capitel que no es cristiano ni pagano, es simplemente una columna con un capitel geométrico y más adentro hay una sala con dos arcos, también de herradura y en un lado hay una pila redonda de piedra. Bajando por una escalera, colocada en un hueco de la pared, se encuentra otra pila, pero ésta montada con varias piedras y tal vez puesta en la entrada de la parte baja de la sinagoga, tal vez para lavarse, como dice el salmo: “Lavaré mis manos entre los inocentes” o para tal vez depositar el Talmud, que se guardaba en lugares, como si fueran sagrarios, porque lo utilizaban para leer textos sagrados. Una vez abajo, contempla uno varias bóvedas con arcos ojivales, es decir como si sus puntas fuesen puntas de flecha. Hay cuatro pequeñas salas abovedadas y no se observan objetos judaicos, porque los judíos fueron expulsados en 1492, es decir ya hace cerca de quinientos años. Jesús Benito y su esposa Isabel Pertusa están orgullosos de su sinagoga y queman verla restaurada, próxima a la Cristiana Catedral y a la antigua mezquita, a la que dicen pertenecía parte de la torreta, donde están las tumbas de los hermanos Lastanosa y de Azara. No fue ésta, la primera vez que estuve en el estanco de la sinagoga, sino que hace ya muchos años, entré en él y le pedí un paquete de tabaco a la anciana madre de Jesús Benito, pero al mirar la cartera para pagarlo, no la llevaba; entonces le dije a la buena señora: “dejo aquí el tabaco y ya vengo con el dinero necesario para pagarlo”, pero ella, que no me conocía, me lo hizo llevar sin pagarlo y diciendo que ya lo pagaría cuando quisiera. La sinagoga me ha hecho recordar a aquella amable persona. Huesca, es un maravilloso museo, porque al lado de San Jorge se encuentran los restos de un cementerio judío y otro al que llamaban el Fosalé en Barrio Nuevo; además se pueden ver columnas y arcos de una sinagoga, pero en la parte alta de la ciudad de Huesca se concentran los restos históricos, que comprenden desde los vasco-ibéricos, en el solar de los Templarios, pasando por los romanos, con el mosaico del Ayuntamiento, siguiendo por los árabes con sus murallas y por los judíos, que conservan todavía, sin saberlo sus descendientes, una hermosa sinagoga. Todos estos restos se encuentran entre numerosos monumentos arquitectónicos cristianos como la Catedral o San Pedro el Viejo. Si un sefardita, de los que todavía quedan en Israel oyese la palabra Sefarad, equivalente a España y viese las fotos de las sinagogas de Huesca, sus ojos se llenarían de lágrimas, mientras nosotros estamos como olvidados de todos los monumentos que permanecen en Huesca.


viernes, 24 de octubre de 2025

EL CASTILLO DE SIETAMO



¿Por qué no arreglaron el castillo-palacio de Siétamo?.. El viernes pasado, pensé sobre el castillo-palacio de Siétamo. Pero mis recuerdos sobre el castillo –palacio íntegro, se desvanecieron cuando llegó la guerra civil que a unos nos hizo huir y otros se tuvieron que quedar. Más tarde algunos pudimos volver,  pero no a vivir,  porque las casas estaban, unas medio destruída,  como la nuestra en tanto otras quedaron deshechas totalmente, teniéndonos que acoger en la posada.

Y  el castillo me impresionó por su aspecto de ruina y porque me acuerdo de ver y de recoger con otros niños del pueblo, los balines del suelo, poniendo las dos manos tocando por su parte inferior la tierra y acercándolas, amontonando la metralla que llevábamos a guardar en no me acuerdo que misteriosos escondites. No entendíamos de las técnicas de la guerra, pero  clasifícábamos los dichosos balines en dos clases: unos eran de punta aguda y otros terminaban en redondo.

Los niños tendíamos a juntarnos y a recorrer las ruinas de las casas, acordándome de ver en un agujero de una pared ruinosa, unas abispas, a las que nos pusimos a expulsar, tirando con palos los bordes del agujero en el que habían construido su refugio y cuando llegamos al fondo encontramos una pistola, que por cierto no perteneció a la guerra civil, sino que era más antigua. Esta casa o más bien sus ruinas estaban en el hoy pequeño parque que se encuentra detrás del Ayuntamiento. No sé que se hizo con la famosa pistola.

¡Pobres niños!,que sumidos en la pobreza tenían que andar por aquel paisaje arruinado, lleno de subidas por las paredes a medio caer y de bajadas, como las bodegas abiertas a nivel del suelo por los cañonazos. En el castillo hay unos subterráneos que quedaron abiertos y por ellos bajaban los niños, a los que el Doctor Cardús hacía colaborar en sus investigaciones, para ver si había algún túnel que condujera a la huerta baja, que está  al otro lado de la carretera y subíamos por el castillo, donde me llamó la atención una enorme cuna; no sé de que material estaría fabricada, pero llamaba la atención la redondez de sus formas y estaba colgada muy alta, por lo que no podíamos alcanzarla. El suelo de la habitación en la que estaba guardada, había desaparecido y la contémplábamos desde un piso inferior.

Los niños vestían con un pantalón rajado por su parte infero-posterior, sostenido por un tirante cruzado por un hombro y algunos llevaban camisa y otros, al parecer, no podían llevarla, como tampoco podían llevar calzado bueno, ya que andaban con alpargatas viejas o con unas sandalias, parecidas a abarcas, hechas por sus padres con el material tirado de una rueda de coche o de camión. Abarcas llevaban los pobres niños, como hacía siglos llevaron los nobles Abarcas de la Montaña. He dicho de  las sandalias que estaban hechas por sus padres, pero algunos ya no lo tenían por haberse muerto o por haber sido ejecutado ya por unos, ya por otros.¿Quien tuvo la culpa de esas muertes y quien la tuvo de las ruinas que regían en todo el pueblo y en el castillo-palacio, que ahora nos preocupa?.Entonces les preocupaba a los niños el comer, pues si conseguían un trozo de pan se lo comían con avidez y si podían untarlo con un poco de chocolate, lo mordían y lo echaban con la boca por la superficie de la tajada de pan.

¡Pobres niños que se tuvieron que quedar allí donde la guerra se desarrolló y vieron como se luchó en Siétamo y como fue cayendo poco a poco!.Algunos no pudieron verlo porque la misma guerra los mató.

Ahora algunos preguntan que por qué no se arregló el castillo y yo me acuerdo de aquellos cuadros de miseria que había en el pueblo y en la escasez de casas que se construyeron a los vecinos de Siétamo.

jueves, 23 de octubre de 2025

LOS HORTELANOS DE HUESCA



Atanor (antiguo)


Los hortelanos de Huesca no necesitan maestros para cultivar sus huertas. Casi todos ellos están  concentrados en la zona de San Martín, antiguo barrio extramuros, habitado por los moriscos, que fueron tan hábiles para crear huertas y cultivarlas. Las palabras  árabes han pasado a nuestra lengua y las referentes al riego las usamos con profusión:"entre las flores el agua oculta corre, pasa y suena por acequias, regatas y atanores". (A. Machado). La palabra atanor que utiliza el poeta no nos resulta muy conocida, pero acequias, azud, alberca y azarbe nos son familiares.
Nuestros términos se llaman La Almunia, El Almériz, Algascar, y tenemos las albercas de Cortés y de Loreto, el azud del puente de San Miguel y el aljibe de Loreto. De aquellos moriscos han heredado su oficio nuestros hortelanos: Calasanz, Lairla,Garcés, Oliván, Andacá, Pisón, Venturis, Barbereta, Lacoma, Ezequiel "El Ruso" y otros. A sus conocimientos se fueron añadiendo los de Ferrando que vino de Barbastro, donde tan pulcramente exponen los hortelanos sus verduras en los porches de la Plaza, los de Tarradellas que vino de Lérida y los de Solanes, que vino de Fraga y emparentó con los hortelanos oscenses, de cuya rama procede Victorino el de la Torre del Gallo  que llegó a ser  Mayoral de los danzantes.
Tenía su casa Solanes y todavía vive en ella ,en la calle de la Campana y todos la llamaban la casa del Fragatino. Allí preparaban las cabezas, que recordaban ,a las que cortara Ramiro  el Monje, en las fiestas del barrio y contrastaban con las fragantes flores de la huerta que llevaban las mozas. ­Qué bien "fragaban" las fragantes flores de casa del fragatino!.Y dejo a Teresa Ramón vecina en su infancia de la calle de la Campana, describir el lugar preferido de toda la chiquillería de mi calle para jugar"."­Qué recovecos para practicar el escondite!.­Y qué bondad la de los moradores de la casa para soportarnos!”.
El pozo misterioso y atrayente debe seguir allí, impasible a los adelantos de los frigoríficos y de las aguas cloradas. En la calle, era de rigor ir con pozal o pozalico, según la estatura del crío portador, a sacar agua del fondo, para refrescar el botijo y el porrón de comidas y cenas veraniegas. Ten la seguridad de que el antiguo pozo ha hecho con su frígido contenido las delicias de casi todos los vecinos de la Calle de La Campana...En nuestra imaginación infantil, el pozo del Fragatino, era como una gran pila de agua, poco menos que bendecida".
Y doy la razón a Teresa en eso de los pozos misteriosos, porque: venas ocultas, más que las acequias, llevan el agua a los pozos y forman una pupila cristalina que refleja las verdes plantas asidas a las grietas de las piedras doveladas para un arco horizontal, no para un arco vertical. Es el pozo, ojo de mirada profunda que sólo mira hacia arriba, esperando que al brocal se asome la luna llena, los rubios rayos del sol, la cara de la hortelana, los ojos tristes del viejo o los curiosos y atónitos de los niños.
Por la carrucha, chirriando, subía y bajaba el pozal, que al desbordarse el agua, producía un sonido de cristal. Quedan pocos hortelanos, pero su sabiduría antigua debiera ser más consultada por la ciudad. En cierta ocasión Daniel Calasanz se quejaba al arquitecto de que las calles del ensanche no hubieran sido trazadas más rectas y al espetarle el técnico que como lo sabía, le contestó, en mi huerta puede usted comprobar la derechura de los caballones y para conseguirlo me basta con una cuerdeta.
La Campana y el pozo, el pozo y el pozal, el agua y la huerta, los vallos y la cuerda: Hotelanos de Huesca.

Caminos recorridos desde la niñez a la vejez

Belsue (Huesca). Yo estuve en Belsué cuando no había carretera para llegar a dicho pueblo y en la Ermita de Aniés conocí a pastor José María...