viernes, 31 de diciembre de 2021

El hombre busca el Bienestar de la Creación.

 

     


                         

El hombre forma parte de la Inteligencia del Señor, porque Este cuando los hombres, en tiempos  lejanos, buscaban la solución de su existencia, el Señor “jugaba con ella, y jugaba con sus lenguas” que en su cerebro  se le creaban al hombre. Y cuando el hombre, fruto de los problemas que se le creaban,  hizo que cuando ellos, pensaban en alcanzar el contacto con Dios, el Señor creó en ellos, una legión de lenguas, que se opuso a su entendimiento entre ellos, Adán y Eva con el Señor. La dificultad que se opuso a la felicidad de los hombres estuvo en el Pecado de nuestros Primeros Padres. ¿Qué prometía a nuestros Primeros Padres que íbamos a ser felices en una vida propia de un enorme Jardín en aquel hermoso Lugar ,que llamaron el Paraíso?.  ¿Cuál iba a ser el porvenir feliz o dificultoso de los hijos de Adán y de Eva, el Paraíso Terrenal o el Mundo políglota y provisto de armas?

Si, el Señor gobierna en la Tierra sucesivas generaciones de hombres, pero que no son diferentes los primeros de los actuales, aunque sus conocimientos van aumentando de generación en generación. Pero hará unos  miles de años, que los miembros de  cada generación humana van depositando en el Mundo  cada año que pasa,  distintos y “milagrosos sucesos” que no desaparecen con cada generación humana, sino que hace que los que se van de este Mundo, “recubiertos sus espíritus que conviven con sus cuerpos, que dejan abandonados  con su materia corporal, unidos con la tierra, pero sus almas o espíritus , van dejando a sus sucesores el conocimiento de los cerebros humanos, que van haciendo  así su soledad enterrada por la soledad a que los condujo su vida material”. Si, hacen que el nivel de vida de los hombres vaya progresando en bienestar material, para escuchar, en silencio, al morir, su soledad en los cementerios.  Están sus cadáveres repartidos por la Tierra y no hablan con sus bocas, pero que lanzan al ambiente de este Mundo una “esperanza en una vida eterna”. Porque su cuerpo material se va descomponiendo, pero los vivos van dejando a los cadáveres muertos en cementerios que guardan el silencio de esos cadáveres, pero sus almas se sienten unas en el cielo y otras en la tierra , pero no alcanzamos a verlas ni siquiera a escucharlas. ¿O tal vez escuchamos unas voces que emiten dichos espíritus, que nos llenan de amor y de  esperanza ?. Las oímos  pero no sabemos si son voces reales o que nos impresionan ilusoriamente.  


Los cuerpos se descomponen y ¿quién es el que piensa ?. Si, será el alma, pero que, como espíritu, no  manifiesta a los oídos de los hombres lo que está pasando en su interior. La muerte ha interrumpido la misión del cerebro de conversar con los  hombres vivos.

La muerte ha interrumpido la comunicación de la materia del cuerpo con el espíritu  o alma de los hombres. Y ahora el hombre vivo se siente unido con su propia alma o espíritu. Y los vivos ante los muertos se visten de luto y ennegrecen sus ropas y se sienten más solos y van al cementerio a rezar por los difuntos, como aquellos que sueñan con los que se ha llevado la muerte.

Y han pasado miles de años y los cuerpos muertos de todos los hombres de la Humanidad, son los huesos enterrados o pulverizados y sus almas o espíritus ¿están en el Cielo o en el Infierno o en el Purgatorio? Y desde esos espacios no se comunican con los que quedamos vivos.

Y los vivos se encuentran unos en la vida, como apartados de los mandamientos de la  Ley de Dios y tentados por los demonios se apartan de sus Leyes, otros están separadas sus Lenguas de las de los otros vecinos de la Humanidad, y tratan de identificar y ordenar sus propósitos, a parte de las posiciones contrarias de cada población, que no se entienden entre ellas.  Y conservan y adelantan en sus vidas , haciendo progresar los medios útiles para los hombres que siguen viviendo , mientras los Espíritus o  Almas , siguen “volando por los cielos haciendo una vida espiritual distinta  de  la  material,  que siguen ejerciendo sus hermanos todavía vivos.

                                               Prodigal Son, Timothy P. Schmalz

Y estos hermanos, todavía vivos rezan el ”De profundis  clamavi  ad  Te, Domine, Domine,-exaudi  vocem  meam .Fiant aures tuae- intendentes in vocem  deprecationis meae- Si iniquitates  observaveris, Domine, Domine, ¿quis sustinevit?. Quia apud  Te  propitiatio   est;  Et propter legem tuam sustinui te, Domine”. “De lo profundo de mi alma, clamé a Tí Señor, Señor escucha mi voz. Háganse tus oídos, escuchadores de la voz de mis oraciones Si observares las iniquidades, Señor, Señor  ¿Quién se  sostendrá ?.  Porque a tu lado está el perdón; y a causa de tu Ley, sostenme, SEÑOR”. 

Y el pensamiento en Dios, lo piensa el hombre desde los tiempos en que se vio libre en el Paraíso Terrenal y siguió pensándolo al ser expulsado del Paraíso, cuando exclamaba: “Porque a tu lado está el perdón, y a causa de tu Ley, sostenme, Señor”. Y el hombre rezó al Señor en el Antiguo Testamento y Cristo, que lo renovó en el Nuevo Testamento.  

En las Vísperas del Domingo segundo de Adviento, se dice: “ He aquí que el Señor vendrá sobre las nubes del cielo con gran poderío, aleluya. Sión  es nuestra ciudad fortificada, el Salvador será el muro y el parapeto; abrid las puertas, porque Dios está con nosotros, aleluya. He aquí que el Señor ha de aparecer, y no faltará a su promesa; si tarda, espérale, porque vendrá sin tardanza, aleluya. Montes y collados cantarán alabanzas ante el Señor,  y todos los árboles de los bosques batirán palmas; porque el Señor Dominador vendrá para reinar eternamente, aleluya, aleluya. He aquí que vendrá nuestro Señor con poder, y alumbrará los ojos de sus servidores, aleluya”.

Si, estos versos bíblicos, alegran los corazones de los fieles y “alumbrarán los ojos de los hombres cuando vean a todos los árboles de los bosques batir sus palmas”.

“Pero, cuando el dolor colectivo y la aceleración de las muertes de los  hombres,  se están apoderando de la Humanidad, que está soportando una Peste Moderna y terrible, los hombres vivos se encuentran unos en la vida, como apartados de los Mandamientos de la Ley de Dios y otros tentados por los demonios, que apartan de las Leyes  Divinas, cuyas lenguas, están apartadas de las de los vecinos de la Humanidad”.

Y parece que los hombres, no ponen dificultares a “la aceleración de la muerte de sus compañeros, otros hombres” y las muertes están sin respetar nada esas pérdidas de  vida de la Humanidad, que por un lado viven el terror de una próxima muerte y por otro tratan de divertirse, tal vez para morir felices”.

                                                                                        Atila.

Los hombres vivos, hacen su vida y luchan por su Poder sobre otros grupos de hombres, y muchos de ellos sueñan con alcanzar ese Poder, que los lleva a un orgullo que los hace creerse Dueños de este Mundo. Y han ido formando Ejércitos, que han intentado conquistar el Mundo.  En la Historia aparecen los Atila, gran  Jefe de los Chinos Orientales, que llegaron a los Pirineos. Fue un gran Guerrero Alejandro Magno. Roma que fue el origen de una civilización mundial. Y entre los invasores orientales y los occidentales, convirtieron el Mundo en un Campo de lucha entre los pueblos que habitaban el Mundo. Pasaron muchas potencias guerreras por todos los países del Mundo. y ahora está surgiendo la poderosa CHINA, que está procurando alcanzar el Poder Mundial.  

¿Qué dejaron en el Mundo aquellos Países, que deseaban conquistar el Mundo?. Ya lo vemos cuando el pueblo va muriendo con las continuas luchas de todo tipo entre  Roma y otros imperios.

 

Pero aquellos pueblos antiguos, que también llegaron a pensar en guerrear, bajo el mando de Alejandro Magno y  no todos pensaban en las guerras y en las invasiones pues estaba el Pueblo Griego que amaba la Cultura, el Arte y la Sabiduría. No  cuesta gran trabajo pensar en Platón y en Aristóteles.

                                                                                 Seneca.

Y  aquellos  tristes  años del gobierno del Emperador Romano  NERÓN, frente a la crueldad de éste, destacó como intelectual y como político Lucio Anneo SÉNECA. Este famoso filósofo y orador romano, fue preceptor del siniestro NERÓN, acató la sentencia de muerte y se cortó las venas. Este Séneca fue un gran pensador cordobés, que fue consejero de los emperadores Claudio y Nerón.

Pero a pesar de tantos políticos corrompidos, los imperios fueron cayendo a lo largo de la Historia.

Y ahora el Mundo está soñando en luchas como China, Rusia, Estados Unidos, etc.

Y los pueblos sencillos creen en Dios y hay cristianos y lamas del  Hinmalaya, que van por el Mundo buscando un Mundo Pacífico.

Los hombres que vivieron y han desaparecido de las ciudades y los pueblos, tienen sus huesos en los cementerios, y siguen sus almas en el Otro Mundo, callados ante el desorden que se sigue dando en las naciones del Mundo y los que todavía quedamos en la Tierra, pidiendo a Dios, unos orando en la  Tierra, esperando que algún día se nos abran las Puertas del Cielo.

Los difuntos en el otro  Mundo, no pueden hablar, porque sus órganos como su boca y sus lenguas, la muerte los ha hecho desaparecer, y además no lo harían, porque según demuestra la Historia, salieron del violento Mundo Infinito donde vivían y no les quedan recursos violentos para tratar de ser felices, ya que la presencia de Dios, los hace felices.

Aquí en este Mundo, no se sabe si funcionarán  los órganos como su cerebro y su lengua en aquellas Alturas Divinas, pero  allí no tendrá tentaciones demoniacas y estará  eternamente gozando de la Presencia de Dios.

jueves, 30 de diciembre de 2021

Dios mío, Dios mío, ¿por qué nos has abandonado?

 


                              

Estaba durante la lectura del largo Evangelio del Domingo de Ramos, como había consentido el Dios  Todopoderoso que su hijo Jesús, el Hombre- Dios que padeciera las relaciones y los insultos, que se leen en el  Evangelio  de hoy. Después como si esto fuera poco, lo crucificaron, clavándolo en la Cruz con gruesos clavos.

¿Cómo pudo el que todo lo puede hacer de su criatura el hombre, que fuera Dios como Él?

Si, el Señor hizo de un hombre, por medio de una Santa Mujer, la Virgen Santísima, ¡Cuánto nos ama a los hombres y mujeres sus criaturas ¡. Algunos no creen que Dios nos ame, porque se ven rodeados de desgracias, como Guerras y enfermedades, pero yo creo que los hombres no hacemos esfuerzos para evitar tantos males.

En estos pensamientos estaba cuando oí al que leía el Evangelio exclamar: “ Eloi, Eloi, lamma sabastani”. A mí me parecía que tal vez había ofendido a Dios, al pensar en que tal vez, no fuera posible que hiciera sufrir a su Hijo de tal forma, pero cuando escuché lamentarse al mismo Hombre-Dios, creí que yo también estaba pensando, lo que exclamó al decir: ¡ Elí, Elí, lamma sabastani .

A esta Misa solemne acudían los niños  y niñas de Siétamo, pero su niñez los hacía asistir los días siguientes a la Solemne Misa en la Parroquia, donde alababan a Dios cantando la gloria del Señor y los días siguientes ya estaban bajando a los huertos al lado del  río Guatizalema, para explotar los huertos, en los que el Señor, les repartía alimentos y recogían verduras, que subían a sus casas. Pero Joaquina  Larraz Latre, nació el mismo año que yo, es decir en 1.930.

Su padre Antonio Larraz era de Loarre y su madre Joaquina Latre Rodrigo, tenía su casa en el Callejón en la calle de Valdecán , que era un campo que bajaba por un valle y al otro lado se extendía la ladera de la Plana del Fosal, donde crecían las carrascas a los lados de las paredes del Cementerio. Hoy en el terreno donde se enterraban los difuntos, plantamos hace ya varios años cipreses que apuntaban al cielo. Y en ese cementerio descansa Joaquina, al lado de Joaquín, desde donde se ven los nichos de los Almudévar. Hace unos escasos días ha “visto llegar a descansar eternamente a mi sobrino Luis Manuel”. No se hablan porque están muertos, pero nos hacen recordar a todos los difuntos que allí descansan. Me he de morir bien pronto y estaremos cercanos tu y yo, pero como difuntos no podremos hablarnos de tu vida, que con la pobreza antigua, tuviste  que llevar caminando una “cerda” a cubrirse a Castejón de Arbaniés.

Cuando ya en sus viejos años de unos noventa,  exclamaba:¡ Me moriré bien pronto, no tengo más  que dolor ¡. ¡Para mí que tenía que estar envuelta en algodones, pero a cualquier hora he ido casi desnuda¡. Ahora Joaquina podría acordarse de su generosidad, porque Joaquina tenía un corazón generoso y los que íbamos a verla, recibíamos dulces galletas, para aliviar nuestras vidas. Su amiga Carmen viuda de Gaspar, convivía muchos ratos a su lado, sentadas ambas en unos sillones, que las mantenían cómodas y nos daban conversación a los que íbamos a visitarlas.

Ella se acuerda de cuando en el Molino iba con otras mujeres a coger frutos y verduras, pisando de faja en faja. Joaquina se acordaba de niña del Callejón del  Valdecán, que tenía enfrente el Fosal, rodeado de carrascas. Jugaba en el Valdecán  con juguetes de cristal como platos y vasos de cristalínos,  mientras las gallinas de sus padres,  picoteaban por la yerba del Valdecán.

 

Pero el amor de su hijo Toñín, que aprendió el oficio de albañil, convirtió su casa en una residencia bella y cómoda, donde acabó sus últimos días.

Cuando ahora voy a Siétamo, me acuerdo de la amistad que tenía con mi esposa Feli, pues gozaron ambas de muchos años en que trabajaron unidas, para sacar adelante a los hijos de ambas.

Cuando paso por la Calle Alta y me acuerdo de penetrar en su hermosa casa, casi me acuden las lágrimas a mis ojos, por tener que continuar la vida, sin poder hablar con la señora Joaquina.

miércoles, 29 de diciembre de 2021

El abuelo y el nieto




El abuelo Rafael no ha sido siempre abuelo, ni en edad ni en nietos. Ha sido de joven, además de guapo, un muchacho trabajador, amigo de todo el mundo, porque cuando, en alguna ocasión, lo acompañaba por las calles de Almudévar, con todos los que nos encontrábamos se saludaba y preguntaba sobre su salud y a algunos sobre como se le conservaba el vino procedente de aquella viña en la que él le ayudó a vendimiar. Todos lo felicitaban por haber llegado a ser abuelo de dos niños como él, guapos e inteligentes.
Tenía un temperamento que sentía la proximidad de unos hombres con otros, como pude comprobar en cierta ocasión en la que caminando por las bodegas de Almudévar, nos encontramos con uno de sus múltiples dueños, que nos hizo entrar en la suya y allí hablando el uno con el otro, recordaron su juventud y las ocasiones en qué celebraban sus fiestas públicas o particulares y todas estas conversaciones las acompañaba el señor que nos invitó a entrar en su templo particular del dios Baco, con algún vaso de buen vino y con torta. Hablando de este recuerdo con mi consuegra Aurita, de Albero Alto y casada en Coscullano con Lorenzo Zamora, me habló de que cuando ella era joven, además de atractivo era buen conversador, amigo de la tertulia, acompañada muchas veces en Almudévar por el canto de las jotas. En aquellas jotas en que se hacía oración a la Virgen de la Corona, se transmitían recuerdos históricos, sociales o recuerdos particulares, unas veces de amor y otras de luchas y de guerras; en ocasiones se ridiculizaba a algún vecino por ciertas costumbres unas veces ligadas al trabajo o al buen comportamiento, cuando otras eran vicios, como el de abusar de la bebida. Pero casi nunca se olvidaban del amor. El era feliz y cariñoso, porque, en cierta ocasión me acompañó a ver bajar a la Virgen de la Corona desde la iglesia situada en su corona al templo parroquial y pude observar como demostraba su amor a la Virgen y a sus propios paisanos que la acompañaban y la veneraban con sus ceremonias, con sus cantos e incluso con sus bailes. Se casó con Maruja y recibió la alegría de ver como su hija, casada con mi hijo Manolo, dio a luz dos niños, uno llamado Ignacio y otro Luis. Había llegado a una edad muy avanzada y al mismo tiempo había sido abuelo de dos nietos. Estos al ver a su abuelo enfermo, preguntaban que donde iba a ir y todos les contestaban que iba a subir al cielo. Lo creían, pero Luis, con sus tres años y medio, parece ser que se resistía a la falta de unión con su abuelo Rafael y decía que si alguna vez se caía del cielo, ¿cómo iba a llegar aquí libre de todo mal?, por que decía que de allá arriba podían caer piedras, que harían muchos ruidos. Yo le hice ver que todo lo que cae de lo alto no hace daño, como pasa con la lluvia y con la nieve. Al nombrarle la nieve decía que con ella hacían pelotas aplastándola con sus manos y también hablaba de los muñecos que formaban, a los que le ponían unas narices de zanahoria. Mientras él seguía pensando, en la forma en que se juntaría con su abuelo, yo hacía lo mismo, pero a mí se me representaban las ideas de un niño tan pequeño, como una necesidad que tenemos los hombres de estar unidos y de amarnos unos a otros, como nos amaba y según la teoría del pequeño Luis, nos sigue amando, el abuelo Rafael

martes, 28 de diciembre de 2021

Cuento post-Navidad

 


 




En estos días de Navidad, me acuerdo cada año de mi hermano Luis Almudévar, Capitán de la Marina Mercante y de su esposa, María Pilar Arnal, que tuvieron a su hijo Luis Manuel y a sus hijas Marina y Natalia, a los que educaron y que son los tres felices en este mundo. Natalia continúa el espíritu de su padre, con el niño Teo, que ha tenido con Juanma, y que es inteligente y se mira al mar. Su madre le leerá el cuento de post-Navidad y él se acordará toda su vida de su abuelo.
Este cuento, que viene a continuación es el que escribió mi hermano Luis en las Navidades del año 1980, mientras navegaba desde la Guinea a España.
-Cuento post-navídad
En recuerdo de un cuentista navideño: mi padre.
Veinticuatro de diciembre. -Nochebuena de un año cualquiera,
en el Atlántico Sur. Un barco navega, rumbo a España,
con 19 hombres a bordo. Sol de justicia y cuarenta grados a la sombra.
El cocinero da los últimos toques a una sabrosa cena. Al crepúsculo,
los pilotos hacen sus cálculos de situación observando las estrellas.
Los navegantes tienen algo de Reyes Magos ,ya que después de
veinte siglos siguen las estrellas para llegar a su destino.
Todo- está a punto. El “viejo”- (irónica, cariñosa y tradicionalmente
al capitán se le llama el ’viejo’, independientemente de su edad),
preside la mesa, toma un aperitivo y se dirige al puente de mando
haciéndose ‘cargo de la navegación y dejando a sus 18 hombres
enfrentados con la cena.
El barco no debe detenerse -en su camino y el “viejo” pasará toda
la noche de guardia para que los tripulantes puedan disfrutar
tranquilos, de su fiesta.
La noche es larga y en la soledad del puente va recordando
lejanas Navidades familiares. La radio le acompaña y, según
va bajando el nivel de las botellas, va aumentando la alegría
en el comedor. Pronto llegan al puente los ecos de canciones
de casi todas las tierras de España: hay vascos, gallegos, asturianos,
andaluces, catalanes, canarios y, alguno, de secano, como el “viejo”.
Cada uno las canta como sabe y puede. Al final todos se
ponen de acuerdo y entonan el “Noche de paz”
y el “Asturias, patria querida”. A la madrugada va apagándose
el bullicio hasta que, al fin, se hace el silencio. La gente está
cansada y tienen que enfrentarse, al día siguiente, con su dura
jornada de trabajo.
Pasan los días y, en febrero, el buque llega a su destino.
El “viejo” es recibido por su familia con los brazos abiertos,
prepara un sencillo Nacimiento, adorna su casa con motivos
navideños, compra provisiones para una buena cena, villancicos,
los regalos comprados en exóticas tierras en sus envoltorios,
al pie del Belén...
A pesar de todas las tradiciones, aquel año de gracia cualquiera,
en el hogar del capitán, Jesús nació en febrero.
Luis ALMUDEVAR ZAMORA.
(En la mar, Navidad de 1980).

lunes, 27 de diciembre de 2021

Un poeta jienense en Cataluña.

 

 


Lleva viviendo en Cataluña cincuenta y tres años y todavía no ha olvidado el modo de pronunciar  que usan los andaluces, que lo llevan no sólo en la garganta y en la lengua, sino que lo llevan dentro de su corazón. No odia a ninguno de los hombres, que viven en los distintos mapas y según él mismo se expresa sino que ama a los catalanes, que según él mismo “son gente magnífica, y muy trabajadora sencilla, quizá demasiado”. Se identifica con los catalanes por su amor a la poesía, al arte y concretamente a la música, pero no fue menos trabajador que ellos, porque me dijo que había cotizado a la Seguridad Social, treinta años de su vida, desde que cumplió los catorce. Pues estando sentado en un velador, sacó una armónica sonora y endulzó mis oídos. Esa armónica la compró su “papá”, como él lo dice en San Roque de Cadiz, cuando venía de Ifni, de hacer el Servicio Militar. Ama la música como ama ahora  su armónica, que conserva, usándola, haciendo sonreír sus notas, lo mismo cuando la lleva consigo, que a cualquier hora del día o de la noche. Se aloja por las noches, en un equipo de juegos infantiles y si encuentra a alguien, lo recrea con su música. El mismo jienense me cuenta que estas noches pasadas, se aproximaron a los citados juegos infantiles,  unos italianos, no analfabetos , sino con sus carreras acabadas, otros eran artistas, todos ellos como confesaba el andaluz, con un corazón enorme y acompañados por un perro cariñoso, que les daba alegría y compañía.

Estamos sentados en un velador, en  Comarruga, población catalana, donde se escucha hablar en catalán y en castellano y se ve de vez en cuando una bandera de cuatro bandas rojas y otras amarillas, que es una bandera común con Valencia, Aragón, Baleares y Cataluña, que no inspira antipatía , sino amor. El jienense habla además del castellano,  el catalán donde encuentra un paraíso, porque por las tardes, cuando el sol se va a esconder, hay familias que habiendo comprado su comida en los bares y tiendas de alrededor, la parte que no han comido, se la dan al andaluz y a sus amigos.

Al enamorado de la belleza de Comarruga, le encanta la Naturaleza de la Costa Mediterránea y va caminando  descalzo por la playa, a veces desde Sitges hasta el Alcocebre de Castellón.¡Qué suerte ha tenido el jienense con sus treinta años trabajando, convirtiéndolos en compatibles con su vida de Amante de la Naturaleza!. Me explica su marcha lenta por la vida, porque si uno camina muy deprisa, se pierde los puntos en los que su vista podría recrearse, y si va deprisa se pierde por distraído la diversión y las cosas curiosas de la Naturaleza.

Conserva el dinero, porque no ambiciona el gasto abusivo. Su madre, le quiere mandar dinero, pero él,  le dice:”mamá, no me mandes más dinero, que todavía me queda del que me mandaste hace quince días”.

No me cabe la menor duda de que este trabajador- turista es un tipo especial, porque no bebe vino ni productos alcohólicos, en cambio,  mi amigo el turista sin hotel, ama el Arte, como Gaudí y la Música,  como Pau Casals, pues  lleva consigo y muy cuidada, la armónica que le compró su “papá”. Allá , en Comarruga, se encuentra el Chalet Musical de Pau Casals, que recuerda el andaluz, como los catalanes, guardan el arte de Picasso.

domingo, 26 de diciembre de 2021

Carta de mi sobrina Marina Almudévar Arnal

 



" He recibido de mi sobrina Marina Almudévar Arnal , la siguiente carta":

MI TÍO IGNACIO DE SIÉTAMO

Tal día como hoy, 16 de noviembre, pero un jueves y del año 1930, nacía en la casa familiar de Siétamo Ignacio Almudévar Zamora. Cuarto hijo, segundo de los cuatro varones, del matrimonio formado por Doña Victoria Zamora Lafarga y Don Manuel Almudévar Casaus. Para mí, desde siempre: Tío Ignacio de Siétamo. Y no es porque tenga otro tío llamado Ignacio, sino porque mi Tío Ignacio y Siétamo van unidos por una ley o sacramento indisoluble no escrito. Al igual que la reciente y sorpresivamente fallecida Tía María de Canadá, aunque llevara ya varias décadas de vuelta en España: primero en Zaragoza y después en Huesca.

Su infancia y adolescencia, como la de sus dos hermanas mayores y sus tres hermanos, estuvieron marcadas por dos acontecimientos que ningún niño debería vivir jamás: Una cruenta Guerra Civil que enfrentó, en la mayoría de los casos aleatoriamente, a familias, amigos, vecinos… Y que obligó a los Almudévar Zamora a ir saltando de una localidad a otra huyendo del avance de los frentes de la guerra en Aragón. Tío Ignacio no había cumplido los seis años al estallar la Guerra. Menos mal que su gran familia unida y los juegos con sus hermanos seguramente ayudarían a camuflar la dureza de esos años de contienda.



El segundo mazazo, ya en la gris posguerra y en plena adolescencia, fue la muerte muy temprana de su madre en el año 1943, que convirtió a Mariví y a María, sus dos hermanas mayores, en improvisadas y jovencísimas madres de familia numerosa que gracias a su abnegación y carácter firme pero dulce, consiguieron mitigar su falta, aunque creo que de alguna manera su carencia siempre ha planeado sobre ese carácter reflexivo, estoico y sufrido de los hombres Almudévar Zamora. Supongo que en esa época comenzarían a fraguarse las dotes organizativas y culinarias de las dos hermanas, que en tantas ocasiones hemos disfrutado la siguiente generación en forma de croquetas, salmorejo, natillas y demás recetas caseras. Y cuyos olores y sabores acompañaron toda su vida a mi padre Luis Almudévar Zamora, que los recordaba con añoranza y que en más de una ocasión volvió a disfrutar en casa de Tía María en Zaragoza y en su casa de la plaza del Santo Grial de Huesca de Tío Luis Tesa y Tía Mariví. Luis Tesa: abogado y hombre tranquilo, honesto, sencillo y prudente al que todos los cuñados y cuñadas acudían, como a un hermano mayor más, para consultar no solo temas legales sino de toda índole, sabiendo que en sus sensatas manos y con sus desvelos daría con la mejor solución. Tranquilo pero luchador, dio la batalla y plantó cara, literalmente, a una cabrona enfermedad que le obligó a reaprender, pero sabiendo conservar esa serenidad y fortaleza que le hicieron afrontar su nueva vida con una dignidad y normalidad envidiables, manteniendo antiguas rutinas que incluían una cita diaria en el Casino a la hora del café.

Las dos mujeres de la familia fueron, sin ser conscientes de ello, grandes pioneras de la liberación de la mujer y el feminismo auténtico: Mariví compaginando su gestión del hogar y sus suculentos guisos con su trabajo como funcionaria en el Ayuntamiento de Huesca y María liándose la manta a la cabeza y sin apenas saber inglés, emigrando a Canadá para escribirse una biografía propia, cuyo epílogo, que hemos conocido recientemente, ha sido digno de una novela de Jane Austen o las hermanas Brontë.

El Abuelito, Manuel Almudévar Casaus, era un hombre que no había pisado ninguna Facultad, pero muy leído, con muchas inquietudes y muy cultivado, tal y como me contaba mi tío Jesús Arnal Calvo, hermano de mi madre María Pilar, que decía que siempre había escuchado de crío que era muy bien recibido en Los Molinos de Sipán, Castejón de Arbaniés y Santa Eulalia cuando llegaba con su imponente y elegante estampa, una educación exquisita y conversación inteligente e ilustrada que hacía pasar grandes ratos a sus contertulios mientras lo agasajaban. Tenía clarísimo que la mejor herencia para sus hijas e hijos era una buena educación. Por eso les dio la formación universitaria que él no había tenido, trasladándose algunos a Zaragoza, Barcelona y Pamplona para titularse en Magisterio, Medicina, Veterinaria, Náutica e Ingeniería Agrónoma. ¡Casi nada!

De la juventud de Tío Ignacio poco o nada sé. Pero con su verbo, ironía y encanto, adornado todo ello por la buena planta, cara bonita y atractivo común a todos los hermanos Almudévar, su etapa universitaria debió dar momentos antológicos.

Pero fuera como fuere, ya licenciado le tocó la lotería, y todos los demás teníamos participaciones, al conocer a una guapa morena de Torralba: Felisa Bercero Abril. No he conocido, ni creo que haya muchas como ella, mujer con más fortaleza, energía y empuje que Tía Feli. No sé si sabía muy bien dónde se metía, pero nada la ha acobardado. Ni las vicisitudes por las que un matrimonio de tantos años a buen seguro habrá pasado, ni sacar adelante una familia de cinco hijos y dos casas: la de Huesca y la de Siétamo. Esta última prácticamente conservada y mejorada con sus propias manos. Pero lo realmente mágico en Tía Feli, es que todo lo hace contenta, sin darse importancia y a la perfección: Como si nada, lo mismo te guisa un cordero que te restaura una centenaria puerta de madera de tres metros. Ayuda a alicatar un baño, que juega con los niños. Baja al huerto a por verduras, que se va a hacer voluntariado a una residencia. Y encima, aún saca tiempo para bajar a la piscina a darse un chapuzón antes de comer y después es capaz de disfrutar de una larga sobremesa. Porque hacer todo eso con alegría y saborear las cosas pequeñas de la vida no está al alcance de cualquiera. Hay que ser de una pasta muy, pero que muy especial y Tía Feli está hecha de ella. Por suerte ha repartido todas sus virtudes entre sus cinco hijos. Elena ha heredado su perseverancia y tesón. “Los gemelos”, Manolo e Ignacio, mellizos en realidad, tienen su sobrehumana capacidad de trabajo. Mariano está dotado con su buena mano y gusto para el trabajo manual y la restauración. Y Piluca, que hace ya varios eventos superó cum laude su periodo de prácticas y cada vez adquiere más responsabilidades y protagonismo, es el relevo generacional de sus dotes organizativas y aglutinadoras de la familia. A lo largo de los últimos veinticinco años se han ido incorporando grandes fichajes como Santiago, Paz, Mamen y Piku, que merecen mención aparte, pero eso ya será otra historia.

No me imagino a nadie mejor que Tío Ignacio para encarnar en la familia Almudévar Zamora de Siétamo, lo que dispone el derecho aragonés respecto a la conservación unida de la tierra y el patrimonio familiar. Aunque fuera el destino, en este caso nada caprichoso, quien propiciara que ese honorable y pesado papel le viniera por la decisión de Tío Manolo de Canadá de renunciar a sus derechos y obligaciones como heredero primogénito sobre el patrimonio y la hacienda familiar, para desarrollar con libertad y apertura de ideas una brillante carrera profesional como psiquiatra en aquéllas avanzadas tierras norteamericanas. Tío Manolo de Canadá, me atrevería a decir que la mente más privilegiada de la familia, heredada sobre todo por sus hijos Manuel y Tony, fue uno de los precursores de la inteligencia emocional ahora tan de moda, eligiendo a una mujer tan maravillosa como Isabel Petano, de quien desgraciadamente ninguno de los primos Almudévar de España va a heredar su portentosa genética. Los “primos de Canadá” Maite y Patrick (y aquí me tomo la libertad de incluir a Ángela) tienen esa misma vitalidad, espíritu emprendedor, optimismo, don de gentes y simpatía que caracterizan a Tía Isabel.

Pero además de esa responsabilidad sobrevenida que ha desarrollado con honores, desde que tengo uso de razón Tío Ignacio añadió de motu propio la ardua tarea de mantener unida a la familia y viva la memoria de toda la estirpe Almudévar y parentela, convirtiéndose en anfitrión, investigador y cronista de lujo. O como le escribí en una dedicatoria: “El mejor contador de historias que conozco”. Esta tarea de investigación la complementa con la búsqueda y adquisición de antigüedades: monedas, vasijas, etc… que consigue regateando con los más insignes gitanos de Huesca y con las que va llenando habitaciones vacías de la tercera planta de la casa de Siétamo, para alegría y regocijo de Tía Feli.

Antaño siempre pegado a su transistor. En cambio no recuerdo haberle visto jamás en bañador. Le quitaría prestancia y autoridad a un pastor que con su característica gorra y bastón pasea entre su rebaño para ver que todo está bien. Supongo que por eso baja de casa a la piscina a dar vuelta, paseándose entre los que allí están, echándoles un ojo, ofreciéndoles comida y bebida, dándoles conversación o disfrutando de ver a los más pequeños correteando, jugando y divirtiéndose. No puede parar quieto: de la siesta o de su despacho al hogar o a la puerta de la calle, siempre comprobando como buen anfitrión que estamos todos servidos y a gusto. Porque ejerce su mayorazgo hasta las últimas consecuencias: Tiene la puerta de su casa de Siétamo abierta de par en par para todos nosotros y cualquiera que pase por allí y diga conocernos. Estoy segura de que si alguno le pidiera asilo, cual caballero medieval le ofrecería cobijo y mesa, sabedor de que cuenta con la inestimable ayuda de su hospitalaria y fiel señora de la casa, la incansable Tía Feli, que lo prepararía todo en un periquete y como siempre con una sonrisa.

Es tremendamente generoso compartiendo tanto su tesoro inmaterial de conocimientos de nuestra genealogía y sobre historia y fabla aragonesas, como cosas más tangibles y pecuniarias. Recuerdo que de críos siempre se echaba la mano al bolsillo y nos daba un puñado de monedas que solían alcanzar una cantidad más que generosa para que nos fuéramos a comprar chucherías. Pero es que ahora, a mi más de medio siglo y ¡con un peso de… en el rincón derecho del ring…! No, en serio. No hace mucho, un día que estuve en Huesca en algún funeral segura y desgraciadamente, como no sabía con qué agasajarme, cuando ya me venía para Zaragoza no paró hasta que me acompañó a un supermercado y me compró un paquete de jamón serrano porque decía que no sabía qué darme. Genio y figura.

En su larga vida ha participado activamente en política durante la Transición, ha escrito libros en fabla, ha sido alcalde de Siétamo con reelecciones incluidas, ha recibido reconocimientos y homenajes… A sus noventa años, además de una pandemia que de tan expansiva, letal y capulla parece de ciencia ficción, le ha tocado ver cómo todos sus hermanos y hermanas se le adelantan en el reparto de billetes para el último viaje, lo que sin duda han sido pellizcos retorcidos de tristeza que han afectado a su estado de ánimo. Abrió la veda mi padre, Luis, que corrió demasiado a por su boleto (le llegaría un olor a albahaca y pensó que era para los toros en San Lorenzo). Y “El Chiqui”, Jesús, que se fue como si de una canción de Joaquín Sabina se tratara: sin molestar, pero dando un buen susto en el bar donde como tantas otras mañanas tomaba un café antes de echarse a la calle a los quehaceres de un jubilado con los deberes entregados y la conciencia tranquila. Recordar, ¡cómo olvidarlo! que en los primeros años noventa, el propio Tío Ignacio estuvo a punto de embarcar para cruzar la Laguna Estigia, pero un excelente neurocirujano y un Dios generoso como él lo impidieron, permitiendo que podamos seguir disfrutándolo treinta años después.

Estaría encantada de dar alguna pincelada más de las tías y tíos. Y también me gustaría escribir algo especial sobre todos y cada uno de los diecinueve primos que somos y consortes. Porque en mis recuerdos hay para darles a todos, incluso a la última hornada Almudévar hasta la fecha, que huele que alimenta y viene brincando, inocente y feliz hacia el pórtico de la gloria de un prometedor futuro cargado de tiempos de incertidumbre. Allí estaremos todos, guiados por nuestros mayores, para celebrar sus éxitos y acompañarles y acompañarnos en las decepciones y momentos bajos, como siempre han hecho con nosotros. Pero hablar de todo esto ahora se haría demasiado largo y además, hay que esperar a cumplir los noventa.

Hasta ahora ha sido siempre Tío Ignacio quien nos cuenta e ilustra sobre la vida, obra y lazos de diferentes miembros de la familia y parientes. Por eso, con motivo de su noventa cumpleaños he querido que sea él quien disfrute de una historia: la suya, resumida (“¡Jodo!”- dirán las malas lenguas) y probablemente imprecisa, pero tan genuina y especial como él.

Mi Tío Ignacio de Siétamo cumple hoy noventa años. Tiene algunos surcos en la cara, como tierra largamente labrada con esfuerzo y esperanza, pero su enorme corazón permanece limpio y terso como el del niño que fue. Y en él tiene sitio para todos y cada uno de nosotros.

 

¡MUCHAS FELICIDADES TÍO IGNACIO, TE QUIERO!

Tu sobrina Marina Almudévar Arnal.

sábado, 25 de diciembre de 2021

NAVIDAD



Llegan, como todos los años, las Navidades, que aumentan la sensibilidad de las gentes, el amor a la tierra, los sentimientos familiares.

Y yo siguiendo el recuerdo de mi familia paso a leer un poco de lo que mi padre escribió sobre la Navidad, en 1941.

Dice así: "pero a eso de media nuey-sintieron una mosica-y d'encima d'o Portal-se posaba una estrelica-.Preguntó que que sería -San José todo asombrau-Y le respondió María:-Es que o tiempo ya ha llegau-de cumplise a profecía-de que todo un ray de r'os cielos-,a iste suelo bajaría,-pa rediminos a toz,-d'os pecaus y as herejías.-Mientras isto iba dijendo-como si estase un milagro-un zagaler mui bonico,-se refirmaba n'os brazos.-Iste era o Nino Chesús,-Que en cuanto abrió  ros ojetes-Desanchando ros bracetes-Fizo a fegura de Cruz-.y,golviéndose a sus padres-Con cariño y con amor,levantando ra maneta A ros dos los bendició.-

Un angelico de Dios-Con os güellos como soles-les avisó a ros pastores-,Qu'abía puos alredols-Y ascape fueron llegando-Repatanes y Mairales-...................Todos veneban contentos-Y todos trayeban algo-Pa ofrecelené a Chesús-y al mismo tiempo adoralo.-.....................Trayeban figos de Fraga-,Orejones d'Estadilla-Y pansas d'ixas que-Escaldan en Lascellas y en Velillas-Vino de Castilsabás-Y corderetes d'Albero-Billotas de Banastás,-Y conejos de Pebredo-Tortas d'aceite d'Ayerbe-Turrón guirlache de Jaca-Castañas de mazapán -D'a zucrería Lasala-Tostadas de Berbegal-Y pan moreno D'Angués,-pedos d'as monjas de Casbas-Chuguetes de Bandaliés.-

Pasaron cuarenta años, del 41 al 81, durante los que siguieron llegando las Navidades y este último año de 1981, mi difunto hermano Luis, Capitán de la Marina Mercante, escribió un cuento de Post-Navidad que lo dedica así: En recuerdo de un cuentista navideño, mi padre.

 

viernes, 24 de diciembre de 2021

Cuento de Navidad por Manuel Almudévar Casaus



Manuel Almudévar Casaus

Victoria Zamora Lafarga

 A MIS HIJOS.-

Quiero esta noche, tratando el asunto con todo el respeto, cariño y veneración que merece, hacer mi cuento de Navidad, valiéndome del lenguaje vulgar, que se hablaba y todavía se habla, cada vez con menos extensión, en los pueblos de este Alto-Aragón; y al mismo tiempo que rendir tributo de devoción y recuerdo al Niño Jesús, introduciros de este modo, con éste y otros casos, al conocimiento de algo sobre las costumbres, lenguaje y modo de ser del País que os vio nacer; pues se da casi siempre el caso, que uno sepa de las costumbres, carácter y hasta modalidades del lenguaje de los Andes, del Congo o del Hinmalaya, valga por ejemplo, y no conozca nada de lo que un erudito llamaría Folklore local o características de su País.
Así pues, sin más pretensiones, y a modo de familiar y honesto ofrecimiento, os ofrezco con mi paternal cariño y bendición, el siguiente relato en prosa rimada.
Los pastores del abuelo, narraban bellas leyendas, y hoy noche de Navidad, os referiré‚ una de ellas.
Era por derecho y costumbre, el sitio del Mayoral, un puesto junto a la lumbre, a la entrada del hogar.
Y desde allí con decires de cadencias ancestrales nos narraba efemérides y cuentos de Navidades.

Quiero emplear el lenguaje que el Mayoral empleaba, en recuerdo y homenaje a la traición pasada.
Dejemos pues que se oiga, en esta noche su voz, para narrar las leyendas que en otros tiempos narró.

María y José, marchan de camino
Van con asperanza de que un ser divino,
Que mora n'antraña, de ra Virgen pura,
Alcuentre un asilo, palacio u cabaña
Que haga menos dura, ra triste jornada,
De ro viello esposo y ra esposa amada.
Ra Virgen teneba frío
Y San José, se chelaba,
Caminando, caminando,
A burreta resollaba.
Llegaron en ta Belén
Un lugar mu chiquirrín
De ros qu'ay en os belenes,
Feitos de zurio y serrín.
Iban pidiendo posada,
Trucando de puerta en puerta
Y ninguno les ne daba.
Ra Virgen qu'era mu güena
Mu santeta y conformada
Le deciba a San José,
Que no mirara ya nada,
Que anque fuera en un rincón,
De pajar u de tinada
Se pasarían a nuey
Pa guardasen da chelada,
Se'n fueron ta ras afueras,
Y alcontraron un Portal,
Que sirvía de cubijo,
A ros bajes do lugar.
En as pallas d'un pesebre,
Ascape s'acomodaron,
Y una muleta y un güey,
Alinto y calor les daron.
Y dando gracias a Dios
Se quedaron adormidos,
Pues de tanto caminar,
S'alcontraron mu rendidos,
Pero a iso de media nuey
Sintieron una mosica
Y d'encima d'o Portal,
Se posaba una estrelica,
Pregunté que qué sería
San José todo asombrau
Y le respondió María:
Es qu'o tiempo ya a llegau
De cumplise a profecía
De que todo un Rai d'os Cielos,

A'ste suelo bajaría,
Pa rediminos a todos,
D'os pecaus y as herejías.
Mientras esto iba digendo
Como si fuera un milagro
Un zagaler mu bonico,
Se refirmaba n'os brazos;
Este era el Niño Jesús,
Que en cuanto abrió ros ojetes,
Desanchando ros bracetes,
Fizo a fegura de Cruz,
Y golviéndose a sus padres
Con cariño y con amor,
Levantando ra maneta
A ros dos los bendició.
Ra Virgen y San José
Al inte s'arrodillaron,
Lo besaron como a fillo
Y como Dios l'adoraron,
María lo cogió ambrazos
Y con gran veneración,
Lo ofreció a Nuestro Señor,
Para nuestra redención.
Un angelico de Dios
Con os güellos como soles,
Les avisó a ros pastores,
Qu'abía puos alredoles;
Y ascape fueron llegando
Repatanes y mairales,
Craberizos, vaciveros,
Yeguas,erizos y duleros,
Boyateros y zagales
Mocetas d'esas que cudian
  Os pavetes y os verracos
Y mientras filan estambre,
Apacientan os rezagos.
Todos veneban contentos
Y todos trayeban algo,
Pa ofrecelené a Jesús
Y al mesmo tiempo adoralo.
Trayeban figos de Fraga,
Orejones d'Estadilla
Y pansas d'esas qu'escaldan
En Lascellas y Velillas,
Vino de Castilsabás
Y corderetes d'Albero
Billotas de Banastás
Y conejos de Pebredo
Tortas d'aceite d'Ayerbe
Turrón guirlache de Jaca,
Castañas de mazapán
D'a zucrería Lasala,
Tortadas de Berbegal

Y pan moreno d'Angüés
Pedos d'as  monjas de Casbas,
Juguetes de Bandaliés.
Entre gente tan humilde
Tan humilde como güena,
Quiso'l Redentor del mundo
Presonase aquí, en a tierra,
Era pa danos ejemplo
Que toda su vida dió
D'humildad y de pacencia,
De mansedumbre y amor.
Y aquí remata el relato,
Venida del Hombre -Dios
Que Nuestro Señor del cielo
Por Padre nos envió.
Y si Cristo es nuestro Padre,
San José, si somos güenos
Nos tratará  como a nietos
Y nos llevará  t'al cielo.


Cuento escrito por Manuel Almudévar Casaus en Huesca,el 24 de Diciembre de 1941. 

¡Mambrú se fue a la Guerra!, y siempre tendremos más guerras.

    Yo nací antes de la Guerra Civil, y tal vez los niños de Siétamo, tuviésemos un aviso profético  de que no faltarían nunca guerras en ...