lunes, 29 de abril de 2024

El Paseo de la Alameda, hace ya muchos años

 


Por el sol saliente rodea a Huesca la Isuela, nombre de un río con reminiscencias ibéricas, hoy el río pudiera ser llamado la cloaca, que lanza emanaciones putrefactas.

La Isuela era un río; yo me acuerdo de pescar con caña en él y tenía a sus orillas un paseo: La Alameda. Sigue la Alameda al río desde el Puente de San Miguel y hasta el otro puente que cruza al otro lado de Santo Domingo. En medio está el Puente del Diablo, pues en esta tierra nuestra, santos y diablos se mezclan en místicas peleas, orgías y romerías, tal como Goya las pintó en sus aguafuertes. Lame el río la Alameda por su ribera izquierda y por la derecha se alzan las murallas romanas y moriscas. A la izquierda de la Alameda se eleva el Pueyo de Don Sancho, la Ermita de las Santas Nunila y Alodia y el cementerio donde reposa Manolín Abad. Alineados los Álamos formaban la Alameda, que era el Paseo elegante de Huesca. Allí, a la sombra de los pópulos albus y trémulus, las señoritas de blancas pamelas, botines de cañas finísimas y mirada picaresca, paseaban su porte y temblaban sus corazones de amor, por primera vez.

Florinda con sus amigas llegaba a la Alameda por el puente de Santo Domingo, después de haberse tomado su horchata de trufas, para iniciarse en las lides del amor.

De Flora decían si había pasado o no el puente del Diablo a altas horas de la noche. Tal vez se la quiso “llevar el río creyendo que era mozuela” o tal vez tuvieran que ver “las lenguas de doble filo”, pero “nadie supo de fijo saber” si en alguna torre, Flora había comido churros con chocolate. Tuvo lugar un duelo bajo las Murallas para aclarar el honor de Flora y los álamos que eran los únicos que sabían la verdad, estiraban sus copas, curiosos. Por el puente de San Miguel,  cruzaba Floripondia, que bajaba de la calle de la Malena con su corte ruidosa, porque se iban a las choperas a beber cazalla y ron. Las Choperas son las Alamedas, pero en basto y en ellas no hay que guardar etiquetas para beber en sus fuentes, ni para folgar en sus sombras.

Floripondia guisaba, Floripondia cantaba, alcahueteaba y engordaba y los días veintinueve de cada mes, una vela encendida le ponía a San Miguel. ¿Qué hace San Miguel a la orilla de un río? porque San Miguel Arcángel es más propio para un monte altivo. Pero ¡oh paradoja!, tiene un puente alado y entrañable donde los soldados rompen el paso marcial al pasar y debajo el puente es como una cueva, más propia de San Martín. Allí se alojan gitanos y gitanas. Encima del puente un azud retiene la corriente, para desviarla hacia el Almériz. En el remanso se mira la luna blanca y en ese remanso se reflejan las caras negras de las gitanas y las caras tordas de burros y mulas. Pasa de noche Don Pepe, caballero en su jaca castaña por encima del puente, ladran los perros, se inquietan las bestias y para calmarse beben el agua de la ”badina”, se mueve el agua, riela y ríe la luna en la cara del río, la gitana se mueve, brilla el blanco de sus ojos negros en la enramada. La jaca vuelve por el camino de las tres cruces y tres sombras se confunden en una. Yo les he preguntado a los peces del río, a los chopos del soto y a la luna lunera. Los ladridos del perro se los llevó el aire, a los peces de plata se los llevó el agua, las hojas del chopo se fueron con el otoño, pero siempre ha existido una respuesta de gitanillos rubios. ¡Cuántas cosas pasaban por el puente y el Ermita, por la Ermita y las eras, por éstas y las cuevas! Se oía un silbar de sílfides en el río (hoy léase ratas), de silfos en los chopos, de flechas de sátiros, de sagitas de Cupido y de arcos matadores, como el que hirió a Don Sancho.

¡Alameda, hoy te recuerdo pero no te reconozco!

domingo, 28 de abril de 2024

Candelabro de hojalata



En una chatarrería se encontraron una cruz, para ser portada por un hombre, tal vez vestido de sacerdote o de sacristán, acompañada de varios candelabros. Todos esos restos de un conjunto de objetos de alguna cofradía, tenían su belleza, pero estaban rotos, aplastados y abollados porque eran de hoja de lata y debían haber pasado muchos años de abandono. Debían estar creados en el siglo XIX o en el XVIII. Llevé el candelabro, que me pareció mejor conservado a la Escuela de Enseñanza y Restauración de Huesca y allí, bajo la dirección de su Directora, los alumnos lo restauraron. Quedó con un aspecto venerable, como si esa obra estuviese efectuada con nobles materiales. Alguien opinó que se le podía haber superpuesto por su superficie, una capa de oro o de plata, pero la Directora pensó que sería mejor guardar un respeto a los ejecutores de tal obra de arte. Efectivamente su autor realizó una obra de tal categoría, en medio de la pobreza de materiales de que disponía y tal vez él mismo mantendría pobremente de cuerpo, cuando su espíritu se recreaba trabajando obras de arte. Así compensaría los padecimientos de su cuerpo con los placeres del espíritu.

Fui una mañana del mes de Mayo a buscar el candelabro, que había sido expuesto en la que fue antigua iglesia conventual de las Monjas Capuchinas, junto a retablos de otra iglesia, que se eleva a los cielos en Alquézar, cuadros, esculturas y otras numerosas obras de arte; me dieron el aparato y al salir, yo no sabía donde colocarlo, pero tuve la idea de llevárselo a las monjas del Convento de San Miguel, que está cerca de la Escuela. Pensé que en dicho Convento, lo colocarían en algún altar o ante un cuadro que representase a un santo y allí alabaría al Señor, con un cirio encendido y daría también a que alguna de aquellas monjas se acordase de rezar por el pobre hombre y rico artista, qué lo creó; ya no sé el número de años que su cuerpo descansa, pero su arte sigue despertando en las almas que lo ven, admiración y reciben una sensación de placer.

Así lo hice, llevándolo al convento, donde ya está ante un altar de San José y me dijo la Madre Superiora, que cuando se dieran posibles tormentas, encendería el cirio para evitar que los campos de los agricultores, resultaran dañados.

sábado, 27 de abril de 2024

Miguel Ruiz Orús, Maestro en la Escuela de Siétamo

 


Me he encontrado, paseando por el Parque de Huesca, con mi antiguo amigo Miguel, al que conocí, cuando ejercía de Maestro Nacional en la Escuela de Siétamo. Hablé con él, incluso en el camino que une Fañanás, con Siétamo, donde coincidíamos cuando yo iba a ver si colgaban aceitunas, en las ramas de  las oliveras. El iba andando desde Fañanás  a la Escuela de Siétamo, donde lo esperaban los niños para aprender la “sabiduría”,  que les hacía ver Miguel en la Naturaleza y en los Libros. Ya Miguel, cada día, en el camino, observaba dicha Naturaleza que mostraba la corriente del río Guatizalema, la presa que desviaba el agua del río para regar los campos de Fañanás. Desde el nivel del río, subía por el camino a la meseta, donde se cultivaban almendros y olivos y casi nunca se encontraba con campesinos o con cazadores, con los que entrar en conversación. ¡Qué espíritu tan amante de la Naturaleza, tenía Miguel, cuando los olivos y los almendros, le hacían reflexionar sobre el aceite , que producían aquellos olivos y que su suave aceite, curaba las heridas de los hombres, ayudaba a lavar los ojos de los que sufrían en ellos, hacían gustoso el pan tostado que “untaban”, con dicho milagroso líquido. Por fin era utilizado en las iglesias, para limpiar los cuerpos y las almas.

Por otro lado, las almendras, alimentaban a los campesinos, que con algún trozo de pan, masticaban y comían, gozando de un sabor encantador y antiguo. Cuando las cascaban, sus cáscaras  servían para encender los hogares y sus frutos se tostaban, para fabricar almendras tostadas de un sabor de lo más agradable. En Navidad con sus almendras creaban un turrón muy sabroso y si estas se molían, se formaba una pasta con la que se fabricaba el turrón de mazapán.  Así los hombres, mujeres y niños, se ayudaban  a vivir con el aceite  y con el turrón de las almendras.

Caminaba el maestro de Fañanás por los montes de este pueblo y por los de Siétamo, para llegar a la Escuela, donde su meditación sobre las almendras y los olivos, le quedaba su espíritu limpio y “pensante”, como el corazón de un Filósofo Clásico, del que decían, que tenía “Mens sana in corpore sano”.

Una vez en el Colegio, se encontraba con los niños, de los que recuerda, en aquellos viejos años, su inteligencia y su bondad.

A veces acudía a sus clases el Mosen Don Alejandro  Tricas de Nueno y allí,  explicaba a los niños las oraciones que les harían ser felices y a veces trataba de consolar sus penas.

Miguel enseñó Matemáticas, Historia, Lengua y las maravillas de aquellos montes de Fañanás y de Siétamo, en que además de llenar los olivos de aceitunas y los almendros  de almendras, les explicaba a los niños las cualidades del aceite de oliva y el placer de los turrones de las almendras.

En aquellas cabezas infantiles, se mezclaba la Ciencia de los Sabios, con la Ciencia que los campos han dado a sus hijos, por esos mundos de Dios.

viernes, 26 de abril de 2024

Fumar o no fumar

 



Bajaba cierto día por las escaleras amplias de un edificio oficial y al llegar a uno de los vestíbulos de cualquiera de sus pisos, desde los que se penetra en alguna de las múltiples oficinas, acogidas por la gran casa, encontré a un viejo amigo que en ella trabajaba; me llamó la atención su actividad, que consistía en pasear con sus pies, con su mano acercar un cigarrillo encendido a su boca, por la que lanzaba olorosas humaredas y para otros, malolientes expulsiones de tabaco quemado.

Me llevé una sorpresa al contemplar el cambio de las modas y de las costumbres durante el no muy largo viaje que voy haciendo por la vida, pero comprendí lo que dicen las revistas o la televisión sobre lo molestos e incluso perjudiciales para su vida y para las ajenas, que resultan los fumadores.

Yo, bromeando le dije: ¡ay que ver, cómo antes era el ser fumador un orgullo y ahora, van y te despachan!.Pero él se acordaba de la canción que decía: “fumar es un placer, genial, sensual”,”fumando espero al hombre que más quiero” y él sin esperar a nadie o más bien a algún ciudadano que fuese a verlo para arreglar un documento, estaba contagiado por esa espera amorosa y esperaba, necesitaba esperar. Y ¿a quien esperaba?

El no lo debía saber, pero tal vez, estuviera expectante de la felicidad que todos los hombres y mujeres necesitamos. Y a esa necesidad se le añadía otra que era una dependencia que en su interior se había creado y que le hacía sentir ese “placer genial, sensual”, que trataba de sustituir esa busca de una felicidad humana que lleva consigo la filosofía de la vida, por otra, que le hacía suicidarse poco a poco. Se van los fumadores inmolando y tal vez sacrificando a sus compañeros, lo que me hace recordar a los que se queman en solitario y otros llevándose por delante a todo bicho viviente.

Yo también he sido un fumador suicida y a veces perjudicando a otros con los que estaba trabajando o pasando el rato. Me acuerdo de toser después de echarme un cigarrillo o una faria y del mal rato que pasaba el alcalde de Tamarite en una sala, que estaba como una niebla espesa y maloliente de humo de tabaco y que tenía que respirar forzosamente.

Si “fumar es un placer genial, sensual”, mayor es el bienestar que siente el que sin fumar respira profundamente y goza de la vida. Todos esperamos la felicidad, como lo hacía la mujer que cantaba “fumando espero al hombre que más quiero”, pero no es el fumar ningún substituto del amor a otros seres humanos.

jueves, 25 de abril de 2024

La razón y la sinrazón

 



La razón hace funcionar los ordenadores, no su propia razón de la que carecen esos maravillosos aparatos, descendientes de las simples plumas, primero de las aves y más tarde de las plumillas metálicas, sino de la razón de los hombres a los que devuelve el Espíritu Santo, los frutos de la oración a El dirigida:   “Envía,  Señor, tu Espíritu y todas las cosas serán creadas y renovarás la faz de la Tierra”.
Se agotó  el continente de tinta negra, en la que se mojaban, yo no sé si mi razón no conoce cómo el automático ordenador, hacía que esas letras salieran escritas sobre un folio. ¿Cómo iba a saber tales operaciones ,que a mi corta razón le parecían obras de brujas, después de ver ,simplemente mojar las plumillas  en los tinteros, para transcribirlas al papel, durante multitud de años?.
Mi razón me movió a buscar un nuevo aparato contenedor de tinta negra y fui al Almacén y Comercio, donde, mostré al buen joven que atendía amablemente a los clientes, dicho contenedor de tinta, ya vacío. El, siguiendo los impulsos de su razón, me sacó una cajita, en la que estaba escrito el mismo número que en el aparato que yo le llevaba. Yo contento como un niño corrí a colocarlo en el lugar que le correspondía en el Ordenador. Pero la razón del mismo le impidió, que la escritura se gravase sobre el folio. No hice más experimentos, tal vez por sentirme incapaz de comprender el adelanto que han dado los hombres en escribir con ordenadores en lugar de con plumas. Pero la razón de mi sinrazón se sublevó y corrí al Almacén a pedir explicaciones,  que yo no podía comprender. El joven vendedor tan razonable, comprendió que yo no había probado los distintos mecanismos por los que  podría haber conseguido conmover la razón del Ordenador. Pero allí hubo una confusión muy humana porque la razón de la sinrazón, que a su razón,  razón se le hacía, luchaba con mi sinrazón, que también quería convertir en razón, aquella razón tan simple que no podía convencer a la razón del Ordenador. ¿Cuál fue esa sinrazón ?.  Sencillamente, el peligro que vio el vendedor en que yo le pidiera la devolución del coste del contenedor de tinta   y yo me vi con mi orgullo caído, por negar la razón comercial del vendedor, que unía a la razón de conocer el Ordenador,  su profundo conocimiento de la técnica comercial, yo no sé si más razonable, pero desde luego más práctica.
Desde luego la vida moderna complica las cosas corrientes del convivir diario, pero, desde luego el vendedor tenía razón, porque al volver a mi casa, hice lo que me dijo, el que espero que sea mi amigo, y surgió triunfante la razón del Ordenador, al escribir con claridad, obedeciendo las órdenes del vendedor. 

miércoles, 24 de abril de 2024

A Peña Guara (26 de Enero de 1982)



Cañon de Añisclo (Huesca).

 Nuestro Pirineo es el más agreste de toda la cadena que también recorre el Sur de Francia, Navarra y Cataluña. Las puntas de nuestros picos recuerdan la agresividad de las astas del toro, del macho de lidia, en contraste con las montañas navarras y sobre todo las de la Cerdeña, tan idílicas donde pastan las vacas mansas. Pero dentro de este inmenso templo natural, hay, como lo había en el de Jerusalén, un  Sancta - Sanctorurn, un lugar, en este caso un valle (una val), que condense en él toda la belleza salvaje de nuestra montaña: es el Valle de Añisclo”. Por él discurren, profundas, unas aguas incontaminadas, las del río Bellós, donde brincan unas truchas con una raza (iba a poner personalidad, si los peces la tuvieran), que no tienen el resto de los salmónidos que por otros cursos navegan. Állí, en constante lucha biológica, las persiguen las nutrias (fuinas). En los árboles hacen sus equilibrios las ardillas (esquiruelos), que parecen decir burlonamente a los turistas: ¡rabia, rabíña, que como una piña que tiene piñones y ‘tú no los comes! Debajo del pino, trapecio de la ardilla, hoza el jabalí de corvos colmillos (catirons) y se recrea en el placer de comer estas multiformes y policromos. Este santuario también tiene su santo y muy aragonés: San Urbez que recorrió todo el Alto Aragón, llegando hasta Ola, a diez kilómetros de Huesca. Cuando nuestro santo, pastor de oficio, llegó con su rebaño al Cañón de Añisclo, profundo y estrecho, tendió una vara entre ambas orillas, a modo de puente y pasó por él y pasaron sus ovejas. En la entrada del Valle, se encuentra la fuente de la Salud, donde tantos enfermos de toda España van a buscarla con fe, para Curar su alma, reumas y otros males. Yo creo, que sólo con el ejercicio que hacen para alcanzar el agua milagrosa y la respiración de un aire tan puro, se curan. ¿Váis a consentir los de Peña Guara y los montañeros, que profanen el Sancta - Sanctorurn de nuestra raza altoaragonesa, con la derivación de sus aguas, ‘dixandoa val ixusta como o desierdo d’os Monegros”?


martes, 23 de abril de 2024

¡Mambrú se fue a la Guerra!, y siempre tendremos más guerras.

  


Yo nací antes de la Guerra Civil, y tal vez los niños de Siétamo, tuviésemos un aviso profético  de que no faltarían nunca guerras en este Mundo. Cantábamos la canción que así se expresa: “Mambrú se fue a la Guerra, Mambrú se fue a la guerra, no sé cuando vendrá”. No he podido desde 1930 hasta el año actual de 2015, olvidar ni la letra ni la música de esta canción infantil. ¿Cómo iba despreciar la realidad de las guerras, escuchando la canción   de la Guerra de Mambrú, cada vez que me daba cuenta de que explotaban la Guerra de 1936, la Europea ,la Mundial y las que todavía no han acabado?. Teniendo en cuenta de que casi cada día estallan otras, no nuevas, sino envejecedoras  de la vida humana   Yo inocente niño con mis cinco años, estando sentado en el hogar  de Siétamo, escuchaba las conversaciones de mi tío José María, que acompañaba sus palabras, con gestos airados, imitando la cara airada de Musolini, como las que  exhiben los fundadores de  las guerras. En la Escuela Nacional cantaba con otros niños y niñas aquella canción guerrera que se expresaba  así: ”Mambrú se fue a la guerra, qué dolor,  qué dolor, qué pena. Mambrú se fue a la guerra, no sé cuando vendrá, ay, ay, ay, qué dolor qué pena, no sé cuando vendrá. Vendrá para la Pascua, qué dolor,  qué dolor,  qué pena, si vendrá para la Pascua o por la Trinidad.  La Trinidad se pasa, ¡qué dolor, qué dolor,  qué pena!, la Trinidad se pasa, Mambrú no vuelve más”.

Estaba la gente esperando noticias de nuevas guerras y por el camino vieron llegar a un paje y le preguntaron qué  noticias traía y él con su dolor,  siguió cantando el romance, en el que decía:  “Que Mambrú ya se ha muerto, que dolor,  que dolor, que pena, que Mambrú ya se ha muerto y lo llevan a enterrar, que do-re- mi, que do-re- fa, lo llevan a enterrar”.

A Mambrú, el querido Mambrú, ya “lo llevan a enterrar, que do –re-mi, do-re fa, ya lo llevan a enterrar”, ”en caja de terciopelo, y tapa de cristal. Que do-re-mi.que do-re- fa, y tapa de cristal”.

En mi pueblo los niños estaban alegres, cantando tan triste canción y comenzaban a morir los niños y los mayores, al estallar la Guerra Civil. Y son muchos los muertos, de los que unos treinta,  tienen sus nombres esculpidos en una lámina de mármol, en el pórtico de la iglesia. Faltan otros tantos en el mismo portal, pensando todos, a su manera, en un mundo justo,  pero todos haciendo la guerra. Cientos de cadáveres quedaron repartidos por los campos.

“En Huesca conozco a un enterrador, que amaba,  con locura,  a un nieto suyo y por eso, al darse la fecha de que el niño hubiera cumplido cuatro años, fue al cementerio y le llevó un pájaro de colores, que compró en una juguetería. Al llegar, con la comitiva familiar al frente del nicho y  mostrarle el pajarico, otro pajarico vivo, se puso a cantar sobre una rama próxima. Mi amigo, el enterrador de las manos duras, sintió reblandecerse su corazón al escuchar cantar al verderol y de sus ojos salieron lágrimas de felicidad”.



¡Qué bien representa “Mambrú se fue a la guerra” la vida alegre de los políticos, que entristece  la triste de los guerreros,  y que necesitan los niños cantar la gloria guerrera de los que como Mambrú, van a la guerra!. Sí, porque con la música, lloran y se alegran al mismo tiempo, cantando la diaria historia de los hombres. Tenemos como los pajaricos del cementerio en que trabajaba mi amigo, el enterrador del cementerio de Huesca, una sensibilidad, que nos hace cantar la muerte de los vivos. Al escuchar al verderol, se reblandeció su corazón, hasta derramar lágrimas por sus ojos.

¡Qué sensibilidad tenía el corazón del que creó cantando “Mambrú se fue a la guerra”, porque los  pajaritos del cementerio, como el verderol de Huesca, “detrás de la tumba, ¡qué dolor ,qué pena!, y detrás de la tumba, tres pajaritos van. Do-re- mi-do-re-fa, tres pajaritos van. Cantando el pío-pío, ¡qué dolor, qué dolor, qué trío!, cantando el pío. Pío, cantando el pío–pa. Qué do-re- mi, qué do-re-fa, cantando el pío –pa.

LA PAZ, el sueño de la paz, ha tratado de calmar los ardientes deseos de odio y de guerra en el Mundo. Por eso el romance de “Mambrú se fue a la Guerra”, sigue conmoviendo sobre todo a los niños, que no quieren guerra. Es un romance, que se compuso después de la batalla de Malplaquet (1709), que se llevó a cabo, durante la Guerra de Sucesión española, entre ingleses y franceses. Murió el inglés  John Churchill, duque de MARLBOROUGH, que equivale al nombre de Mambrú, en español. “La música de Mambrú se fue a la guerra”, parece ser antiquísima ya que dicen que proviene de la música árabe, que trajeron los Cruzados. Dicen que del pueblo llegan las canciones a los nobles y en este caso, que a una nodriza de un delfín de Luis XVI, la escucharon éstos y pasó luego a oírse por todo el Pais. Se empezó a cantar en Francia,  Inglaterra y España y luego  se cantó  en América, desde Méjico, pasando por Centroamérica, por la República Dominicana, por Colombia, llegando a propagarse por la Argentina.

En el Uruguay, en el año de 2003, los artistas de ese Pais Rubén Rada y Horacio Buscaglia, buscando la Paz, como siempre la había buscado el “Mambrú se fue a la guerra”, escribieron lo siguiente: “Mambrú no fue a la guerra”. ( ¡Oye Mambrú!-No vaya a la guerra.- ¿pa qué  va a ir allá? , ¡y quédate aquí con nosotros de fiesta!”. Y entre otros deseos, manifiestan, que:  “Mambrú no fue a la guerra-porque no quieren odiar….a mambruces, mambrucitos, -porque sean diferentes y no piensen igual.La Paz es como un beso de mamá y de papá.Es un juguete nuevo, un gol de media cancha, en las vacaciones y la Navidad. La paz es una casa, que vas a estrenar. La paz es tu sonrisa y la de los demás. ¡¡¡La Paz somos nosotros que vamos a cantar!!!.”

Y en un estribillo, van cantando: “¡¡¡ Mambrú, Mambrú no fue a la guerra!!!. ¡¡¡Mambrú quiere la Paz!!!. ( Oye,Mambrú!.Tú si que lo sabes todo,¡eh!¡Suéltame la paloma!) “..

lunes, 22 de abril de 2024

Las lecciones de Avelino.-

 

                                             Fabrica fabrica de harinas de Siétamo en 1953

El día nueve de este mes de Enero del presente año de 2008, recibí una carta de un catalán, llamado Antonio Segalés, que ha colaborado en la formación de la Hispanidad, siendo un gran conocedor del altoaragonés Don Félix de Azara. Me escribía lo siguiente: “ Días pasados, llegó a mis manos, su bien documentado escrito, que empezaba con su lamento(qué es el mío también),de que van desapareciendo nuestros pueblos…. y le estoy agradecido por haberme notificado que Avelino se nos iba”. Hace ya muchos años que trabajó como fabricante de harinas en la Fábrica de Siétamo, que levantó mi abuelo el siglo pasado y allí conoció a Avelino, que toda su vida laboral la pasó en dicha Fábrica. Después Antonio se marchó a Paraguay y ahora vive en Barcelona, viajando con frecuencia a dicho país hispano-americano, a recordar a Félix de Azara. Pero también se acuerda de  Avelino Zamora, al que venía a visitar a Siétamo con alguna frecuencia;  por eso cuando se puso grave, yo le avisé y cuando murió,  acudió al entierro una hija suya acompañada por su marido.  Yo conocí a Don Antonio en una de esas visitas que hacía a  Siétamo,  para hablar con Avelino y recordar aquellos años en que fue feliz en  nuestro Somontano. Recuerda el amor que  tuvo una galga con un raposo y que dio a luz un cachorro híbrido, pero se acuerda más de los hombres y mujeres que con él trabajaban a las que llamaba “gentes de buen proceder”.

Vean como se acuerda de amigos viejos,  como Avelino Zamora y del más reciente  Gregorio Castellón de  Villanueva de Sigena. En su carta escribe así: “Hace dos años, cuando menos lo esperaba, allá en Villanueva de Sigena, encontré a un nuevo amigo.¡Qué grato recuerdo el de aquel día, en que en plácida hora mañanera, Gregorio nos dio su amistad, dándonos incluso la entrada en su casa!.

Otro hombre del Somontano, Avelino, apreciado ciudadano de Siétamo, que hace pocos días ha dejado este mundo, me dio también desde nuestra y austera juventud, ejemplos de buen proceder y de amistad de calidad auténticamente aragonesa. ¡Gracias Avelino!, tu  proceder, tus buenas lecciones, llegaron a muchos. Quisiera poder pregonar en todas direcciones y a plena voz, que con nuestros Gregorios y Avelinos, el trato entre los humanos, alcanzaría niveles de sentimientos, que llenarían mucho mejor los días de nuestra terrena existencia”.

Yo iba con frecuencia a consultar a Avelino, a su casa de la Calle Alta sobre distintas fases de la historia de Siétamo. Allí, en medio de un ambiente agradable, conversaba con él y con su buena esposa Dolores de Germán. A veces me acordaba de su eternamente sonriente madre y a cualquier hora me encontraba con alguna de sus cuatro bellas hijas, con sus nietos y en ocasiones con sus esposos. Si no estaba en casa, es que se había bajado con su moto al huerto, que no ha dejado de cultivar hasta pocos días antes de su muerte. No podía dejar su huerto y por eso cuando Antonio Segalés lo invitó a pasar unos días en su casa de Barcelona, tuvo que decirle que no podía. ¡Allá arriba estará Avelino, gozando de la frondosidad del Huerto Celestial.

 

domingo, 21 de abril de 2024

Cardús y el agua.-




El Domingo 24 de Octubre de 1976,Don José Cardús Llanas escribía en Turismo Altoaragonés ,en el periódico Heraldo de Aragón ,un artículo titulado :El Molino Viejo de Siétamo. En él dice entre otras cosas “Aquí ,en Siétamo nace un vallecico  muy bonito en forma de triángulo .Uno de los lados ,el norte ,está limitado por unos tozales  que van desde el caserío del pueblecito que estamos visitando hasta la actual fábrica de harinas, con vida pujante en la orilla izquierda del Guatizalema.
Desde Siétamo y desde la nueva harinera parten lomas a los lados del río ,convergiendo en las cercanías de Fañanás.
A este valle siempre le llamé yo “La Val de Siétamo”.La gente le llama de antiguo “A Fondura de Siétamo”. Fondura , hondura, que concretamente está dentro del plan de riego de Vadiello,  pero... 
El caso es que a “Fondura de Siétamo” no se riega, a pesar de que un río “muy majo”pasa por ella , y mientras se está madurando el que parte  de las aguas que pasan “por las narices de Siétamo” sean trasvasadas a Barcelona.(No se trasvasaron a Barcelona, pero sí ,a Huesca).
Repetimos :”A Fondura de Siétamo no se riega”.¡Si el canal de el Grado ,que atraviesa
la carretera N-240 por Peraltilla, hubiera seguido su curso hacia Huesca...!.
El plan más antiguo fue promovido por los vecinos de Siétamo .Se empezó a trabajar en la roca ,cerca de Arbaniés , para labrar la acequia  con que convertir en huerta “A Fondura”.
Almudévar y Cavero fueron los promotores de estos afanes, pero ...se acabó el dinero y con el desencanto nació el apodo “¡Me mojo!” y esta copla: “Los señores de Siétamo-pusieron el monte en huerta,-y “pa” la Virgen de Nunca –baja el agua por la acequia”.
En la Plaza del pueblo, hace muchos años ,tuvo lugar este diálogo:¿Quién ye ese mocé que monta a yegua de José María Almudévar?.Es un sobrino de Doña Pilar Almudévar, la que está casada en Huesca. Ese “mocé “ era yo .Después de tantos años pasados, remuevo viejos anhelos del pueblo que tanto quise u quiero ,pidiendo para él la acequia  con que regar “a Fondura”.
Este artículo publicado en el año 1976, lo guardé en un libro de mi primo Pepe Cardús
y he tenido la suerte de encontrarlo, en unos momentos en que los riegos de Aragón y de Siétamo  están siendo objeto de la inquietud  de todos sus habitantes. Es una satisfacción para mí comprobar como el pueblo de Siétamo  ha conservado sus “viejos anhelos.....pidiendo para él la acequia con que regar”,pues ha sido el primer pueblo del Somontano y casi de la propia Hoya de Huesca ,que ha llevado a cabo la Concentración Parcelaria, totalmente necesaria y exigida para poder ser puesto en riego.
Los pueblos se están despoblando y es nuestra obligación crear estructuras que los hagan renacer y la principal es el agua ,que si la logramos será no sólo para la agricultura, sino también para la Industria ,pues hay que pensar en levantar una zona industrial ,cerca de la Autopista que se va a crear .
En cuanto al suministro ,ya se ha aprobado tomar el agua del río Guatizalema ,para la instalación de conducción de agua para Siétamo y otros pueblos hasta el aeropuerto de Monflorite. Esperemos que se realice pronto ,para que no pasemos   apuros los habitantes de Siétamo.
Ahora se ven desaparecer muchos pequeños pueblos ,pero los de Siétamo no queremos desaparecer ,como lo hicieron ,alrededor de él muchos otros como Olivito ,Abrisén, Castellazos y Santa Engracia y algunos un poco más lejos como Quinto ,La Ripa Alta y la Ripa Baja y para evitar la desaparición hemos de luchar ,en primer lugar por las aguas, que las hemos ya pedido para el riego y que servirán también para la Industria, porque hay que crear una zona industrial ,cerca de la autopista que van a construir de Lérida a Pamplona.
Y no es nada raro luchar por la industria en un pueblo que tuvo Fábrica de Alcohol  y de Harinas y donde de han dado todos los oficios antiguos de Aragón ,como “arnalero” o mielero,”pelaires “ o colchoneros .”mondongueros “,”zucreros “ o pasteleros ,”caveros”,
que hacían caveras para sacar carbón,”esparteñeros “ o teleros e incluso algo parecido a los banqueros ,como los “cabaleros “ o caudaleros.
Quedarán pocos labradores en Siétamo ,pero sus habitantes podrán ganarse la vida con dignidad y vivir a gusto y en armonía .

sábado, 20 de abril de 2024

Los alumnos convertidos en profesores.-


                   

He visitado una mañana el solar del Palacio, donde nació el Conde de Aranda y después de contemplar el retrato del citado Conde, que está representado en una ménsula, he visto un edificio, que levantó el primer Gobernador Civil, después de la Guerra  y no le pagó al constructor señor Abadías ni al dueño del solar,  mi padre Manuel Almudévar. El sucesor de este Gobernador le vendió el edificio al Servicio Nacional del Trigo, dejando al pueblo sin la esperanza de convertirlo en un centro sanitario, como se le había prometido, en aquellos tiempos difíciles y a mi padre sin la ilusión de entregar el  solar del Palacio, donde habían vivido tantos sietamenses, a sus convecinos, como centro de sanidad, donde los asistiría el médico. Pero aquella mañana, me olvidé de aquel desencanto del pueblo,  porque después de muchos años, se había cambiado la conducta de las autoridades que perjudicaron al pueblo, por otra en la que se luchaba por dicho pueblo. Es que en aquellos tiempos lejanos, a los niños con alguna merma física o psicológica,  no los dejaban asistir a la Escuela. En Siétamo, todo el mundo quería a Estebané, niño después de la Guerra Civil,  pero no pudo asistir a las clases en la Escuela y fue objeto de burlas por parte de alguno de sus vecinos. Pero actualmente han convertido por  temporadas, aquel edificio en Escuela de artes populares, como en esta ocasión, de canastas, cestas, objetos ornamentales de cáñamo, de juncos, de mimbres, de cañas  y  otras  de diversas clases  de cuerdas. Y ¿quiénes son los profesores que enseñan a los vecinos y vecinas de Siétamo a construir dichos objetos?. Van dirigidos por la señorita  Mercedes, profesora del Centro de ASPACE, donde han enseñado a sus alumnos, entre los que se encuentra mi sobrina María Teresa Llanas, de tal forma que han pasado de ser alumnos a profesores y hoy ejercen en Siétamo de maestros que muestran a los ciudadanos y ciudadanas, la forma de crear objetos  útiles y objetos ornamentales. He estado viendo y escuchando su tarea y me ha conmovido ver a su profesora, que me ha saludado, igual que me han saludado varios profesores de ASPACE, como la encantadora Carolina, que sin ver, enseña y corrige con sus manos y he alternado con mi esposa Feli y con la actual  Concejala, ex Alcaldesa del Ayuntamiento, que tantas cosas buenas ha traído  a Siétamo, Castejón , Arbaniés y Liesa. Allí se movían los brazos y las manos de los profesores jóvenes e ilusionados de ASPACE y detrás de ellos, estaban los alumnos sietamenses fabricando una bella y útil cesta, para lucir en sus domicilios. Se movían los brazos y las manos de los profesores de ASPACE,  al tiempo que hacían lo mismo los de los vecinos y vecinas de Siétamo, pero lo que más conmovía era la armonía de los corazones de unos y otros, que han cambiado los crueles actos de la Guerra Civil y los posteriores.
Yo me he sentido orgulloso de ver esta Escuela en pleno trabajo,  como supongo que el Conde de Aranda estará gozando,  allá arriba, de ver el progreso social de estos muchachos y muchachas, antes abandonados y ahora promotores de canastillas,  cestas y canastas  útiles y ornamentales, que hacen gozar de su uso en los domicilios y alegran los corazones de los profesores y de los alumnos.

jueves, 18 de abril de 2024

La muerte, la niña y el hombre caramelo

 


¿Tres años tiene la niña?, tal vez cuatro, no lo se. La conocí en el coro de San Pedro el Viejo, donde acude a una misa con su madre. El hombre del caramelo le dio uno y no lo pudo olvidar. Hoy ha vuelto y decidida se acomoda en el mismo banco donde siempre suele hacerlo. Venía con su bolsa de plástico llena de granos de maíz tostado, ha vuelto a ver al hombre que le diera un caramelo y encarándose con él y confiada, se lo ha vuelto a pedir. Se lo ha dado, lo ha tomado presurosa y ha vuelto a pedirle más.  ¿Quién sería capaz, pudiendo complacerle, de ‘rechazar su petición? Hace acopio sobre el banco de granos de maíz y caramelos y sopla inflando la bolsa de plástico, para arrugarla después. De repente y atrevida desaparece del coro y al poco tiempo regresa con dos hojas parroquiales. Le da una a un antiguo periodista que oye misa junto a ella y comenta los grabados de la otra con su madre, para entregarla después al hombre del caramelo.

Hoy coinciden en la iglesia parroquial la misa dominical con un rito funeral. Allá, delante, el escaño con el féretro que acoge los restos de una señora que vivió casi cien años. En el coro, unos señores que sonríen, ante una vida incipiente. No es la risa, en que Espronceda trocase su dolor profundo ante un cadáver más en el mundo. Es la sonrisa que sirve de consuelo ante la muerte, al contemplar que todavía hay niños que harán posible el milagro de la vida. ¡Mamá! ¿Porqué no rezas?, interroga la niña y un consuelo infinito se abre entre la gente, ante el contraste entre la muerte y la niña inocente.

Muchos quieren ser protagonistas en todo acontecimiento; convierten en dios su ego y quisieran ser los reyes, los galanes y chistosos, en las bodas ser los novios y en los entierros el muerto, para llamar la atención. La niña fue para todos el centro de las miradas sin saberlo y sin quererlo, porque era toda candor. Cada vez en Europa hay menos niños y no es que el hombre le tenga miedo a la muerte, la ignora simplemente, A quien teme es a la vida, que hemos puesto tan difícil entre todos. Y ese temor a la vida es más terrible, quizá que el que inspira la otra vida, porque es semilla de muerte, una muerte colectiva.

 

miércoles, 17 de abril de 2024

San Urbez o SANTURBEZ desde Villalangua

 


La vida de San Urbez se ha venerado en el Alto Aragón y se venera hoy en día, pero desde aquellos años en que los moros, invadieron nuestra Tierra, San Urbez, que vino al Altoaragón desde Francia, fue pastor de ovejas y Pastor de Almas, pues lo consagraron Obispo y corrió las yerbas de nuestros montes y cultivó los espíritus de nuestra Tierra.

Existe un mapa en el que se ve el recorrido del Santo,  desde el Añisclo, hasta San Martín de la Bal d’Onsera, San Julián de Banzo, Chibluco, hasta la Parroquia de San Pedro el Viejo en la ciudad de Huesca, donde se guardan recuerdos de su labor apostólica.

No es completo este Mapa, pues en las narraciones de la vida de San Urbez, en él, se olvidaron o no alcanzaron a conocer sus aventuras espirituales, ya que en este Mapa no dice nada de la vida de San Urbez,  cuando bajaba desde San Martín de la Bal D’Onsera al Llano de Loporzano y subía al Saso, desde el pueblo desaparecido de Quinto, en cuyas ruinas  encontré un signo para identificarlo, es decir una letra V o  número CINCO, que equivale a Quinto. Dice alguno que en la Vía Romana, que de Huesca u Osca conducía a Alquézar, no se han encontrado signos romanos, para identificar, cada uno de los lugares, que estaban distanciados unos de otros por Millas, pero yo encontré una letra V mayúscula, que indicaba la quinta unidad de distancia entre Osca y Alquézar. En aquel Cerro estaba una V, indicando la situación de Quinto, pueblo romano.




      

En este mapa pusieron como principio de la ruta de San Urbez desde Sercué, hacia el Sur, en la que entonces no era todavía la frontera de España con Francia. Pone en dicho mapa como último lugar de la ruta de San Urbez, la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca. En libros de la categoría del Señor Obispo Don Damián Iguacen, que ha alcanzado más de cien años de vida, no aparece la Vida de San Urbez, más debajo de Huesca, pero yo cuando iba a visitar a mis parientes del pueblo de Ola, me encontré en su parroquia, una imagen de San Urbez. Don Antonio Otal me dijo que la imagen de San Urbez , había desaparecido de Ola, durante la Guerra Civil de 1936. Pero al terminar dicha Guerra, Don Antonio Otal, colocó otra imagen del Santo en dicha iglesia. Yo, nacido en Siétamo, al lado de Ola, no pude olvidar la santidad del doble Pastor de ovejas y de almas, San Urbez, porque al subir al Saso, recordé la Fuente, de la que se llegó a conducir agua al Campo de Aviación de Monflorite. En casa de Don Antonio Otal hay una losa de piedra de arenisca, en la que dormía San Urbez y éste, con su bara, la lanzó en un lugar donde preveía humedad e hizo brotar un manantial, que todavía sigue manando,  después de siglos.

En uno de mis escritos, puse: “El pueblo de Plan de Quinto, gobernado en viejos tiempos por los romanos, formaba parte de la Vía Romana, que conducía desde Huesca hasta Alquézar. En aquel tiempo de dominio Romano, la población se hizo cristiana y todavía se han encontrado restos de la Epoca Romana. Por ejemplo yo recogí teselas, con las que se adornaban los suelos de las habitaciones y un pequeño candil.  En el solar de Plan de Quinto,  se encuentra al lado de la Carretera N- 240, frente a uno de los elevados  laterales del Saso, que empiezan en Estrecho Quinto, que expone una Cruz, que recuerda el sitio de la Guerra Civil, que sujetó a los que huían de los pueblos del Somontano y a las Tropas Nacionales. Desde esa Cruz se miran el Saso, pastoreado por San Urbez y al otro lado, sobre un Monte, el Castillo–Palacio de Montearagón. El Saso se extiende hacia el Sur, en el cual en la ladera Este, se encuentra el pueblo de Ola.   

Las ruinas del Pueblo de Plan de Quinto, recibió ese nombre porque allí encontramos una V de piedra, cuyo significado en latín quiere decir Quinto. Este nombre es el de un millar o milla romana, igual que Tierz es el nombre del tercer miliar y Siétamo del Séptimo.

Yo encontré ese cinco de piedra,  de forma latina, pero mi excesiva vergüenza no me dejó llevarlo al ayuntamiento de Siétamo y a los pocos días desapareció. Recogí un pequeño número de teselas, que me harán recordar,  mientras viva, el pueblo romano de Quinto. Donde se hallaban dichos edificios, se encontraban las teselas y allí pude contemplar la V mayúscula, que indicaba la distancia de cinco miliares entre Quinto y Huesca. Cada miliar medía 1480 metros, que multiplicados por cinco, indican que Quinto estaba a una distancia de 7´406 kilómetros de Huesca.

A San Urbez se le presentaban fáciles accesos a su residencia de San Martín de la Val D’Onsera. Se bajaba del Saso, pasaba por el pueblo de Quinto y subía por Loporzano a San Julián de Banzo, Una vez allí por aquella Sierra, donde había osos, subía a su solitaria residencia de San Martín D’Onsera. No era lejano el Saso de San Martín. Lo que ocurría es que San Martín estaba introducido en la Sierra y el Saso donde ésta acababa.

San Urbez fue un Obispo que pasó los cien años de vida y un escritor de su vida fue otro Obispo, que todavía vive en el año de 2.017, y que se llama Don Damián Iguacen, que nació en tierras de Zaragoza, cerca de donde se elevó ya hace muchos años la Ermita de Santúrbez.

Y hace poco tiempo murió en mi pueblo de Siétamo, Sebastián Grasa con más de cien años. Pero no era de este pueblo, sino que nació en el pueblo de Salinas  el Viejo, encima de Villalangua. Ese pueblo tiene unas salinas, con las que suministraban sal a otros pueblos de la Montaña, cerca de San Juan de la Peña. Fue Alcalde de ese hoy desaparecido pueblo y que ahora pertenece al Ayuntaminento de Riglos. Desde él pastoreaba sus ganados en las comarcas de alrededor, como en Almudévar. El ambiente de Salinas Viejo es terriblemente montañoso y con movimientos de tierra. Ante esta amenaza de la naturaleza tuvo, con su familia, que abandonarlo. Estuvo varios años en la pardina de Ferrera, donde un año se le apedreó la cosecha y al fin se vino a vivir a Siétamo, donde ha muerto de más de cien años de edad.

A continuación copio mi escrito sobre Sebastián Grasa: “¿Cómo sé yo estos hechos, en los que describo el paso de los habitantes de Salinas el Viejo?. De una forma muy sencilla. Hace escasos años se murió en Siétamo el señor de ciento y un años de edad, Sebastián Grasa, que fuè hace muchísimos años Alcalde de este pueblo desaparecido. Y él me contaba el paso por la Osqueta de los escasos habitantes de Salinas el Viejo, que todos ellos emigraron y Sebastián Grasa a mi pueblo de Siétamo.

 Sentado en la entrada del Bar teníamos debajo de la Calle, el paso del río Asabón y delante de nosotros se veía un Circo Natural, que en tiempos fue sólo un conjunto de huertos. Rodeado de mallos y de Peñas. Por encima de todos ellos se encuentra el paso por la Osqueta de los habitantes de Salinas el Viejo, que regresaban acompañados de sus rebaños, que venían de los pastos, en los que se encontraban parideras. Allí estaba la de Ferrera,   atendida por Sebastián Grasa. Si, regresaban a Salinas Viejo , para encerrara su ganado y asistir a las palabras del Cura, que estaba preparando a los niños para hacer la Primera Comunión.

Estábamos sentados con mi yerno Santiago Adiego, frente a un enorme Circo natural y apareció entre nosotros un señor llamado Víctor Callau Casasús, nacido en Villalangua. Empezamos a conversar y se declaró sobrino del anciano Sebastián Grasa y me dijo que s tío Sebastián tenía la cabeza “bien amueblada”.

En cierto artículo que escribí hace ya unos años,”recordaba como Sebastián Grasa me contaba que en algunas ocasiones, el paso por la Osqueta era terrible,sobre todo cuando el viento cierzo soplaba con tal intensidad, que les hacía caer sus cuerpos sobre el suelo”.

Víctor al oir tal relato, lo confirmaba con su cabeza tan bien amueblada como la de su tío Salvador Grasa, el día 20 de julio de 1012, diciendo que aquellas Osquetas,cuando soplaba el cierzo, pasaba  un aire fortísimo, que desplazaba la “zaborrilla de salagón”,igual que otras piedras menudas, por el camino,que como he dicho , convertía los caminos dulces en ásperos.De la boca de Víctor salían explicaciones llenas de sentido común, porque decía que en aquella Osqueta,el aire corría encañonado. Hoy aquellas tierras tan duras y tan tiernas para los corazones de aquellos hombres, están casi desiertas , desde Longás, Biel, El Portillo de la Osqueta, Salinas y Agüero, hasta penetrar en el Monte de Luna”.

Ahora hablo con su hijo Antonio, que lleva en su corazón el amor y en su cerebro el recuerdo de Salinas de Jaca, a 915 metros de altura sobre el nivel del mar, pero ya no se acuerdan los turistas de dicho pueblo, al que visitan de su iglesia destrozada. Antes de bajar a vivir a Siétamo, vivió dos años en Villalangua, donde se encuentra su primo, que me recuerda cuando me ve en Villalangua y me recuerda a San Urbez, pero con su antiguo nombre de Santúrbez, porque seguramente ,cuando su templo no estaba en ruinas, se leería en algún lugar :Templo de SANTÚRBEZ.  Su primo Antonio Grasa Casasús vive en Siétamo, pero conserva en Salinas Viejo, un hermoso huerto, regado con aguas del río, que recogían en una balsa. Ahora está yermo. No puedo menos que recordar a mi ya antiguo pariente Morlan, que estuvo de secretario en Salinas Viejo.


Al ritmo

 



La vieja hilaba, el tejedor tejía, la gallina escarbaba, el ciego tañía y la niña cantaba al bebé: ”Teje, teje ,tejedor, garras, garras de traidor”. El tejedor llevaba su teje-maneje, pero desde luego que no tenía garras ni manos de traidor. El niño pequeño que todavía era menos traidor, agitaba sus manos como si tejiese, alternaba el movimiento de sus pies, como si estuviese moviendo el telar por medio de pedales y mostraba una gran alegría,  al oír eso de “Garras, garras de traidor”. El contraste entre la infinita inocencia del niño y la acusación de traidor que repetía gozoso el ritmo del cuneo, provocaba la risa de todos. Risa esencial,  risa natural, risa existencial. Todo era ritmo en el carasol, el subir y bajar del uso, el teje –maneje del tejedor, el escarbar de la gallina, el tañer del ciego y el cri-cri  de la cigarra en el árbol. El burro atado a una herradura  clavada en la pared, parecía dirigir la orquesta, pero no con una batuta, sino con dos que eran sus largas orejas. Se posaba un tábano en su oreja izquierda, lo espantaba con su movimiento y se posaba en la oreja derecha, en una constante pugna tábano-  asnal, en la que no había ni vencedor ni vencido, pero si movimiento continuo. Zumbido del tábano y ritmo en las orejas del asno. Música de ciego en el ambiente y ritmo en el cuneo de la cuna y en el sube y baja del uso de la vieja. El tejedor teje y una anciana desteje una toquilla para hacerle “peducos” al nieto “repatán”. Tejer y destejer, todo es hacer. Suena mi transistor y se oye tejer a Luis Amstrong acordes metálicos en su larga trompeta, que desteje con sonidos bajos disonantes, pero todo con un ritmo que su raza morena heredó del Africa. Cuando siento el dance guerrero de los Danzantes de Huesca, se me pone la carne de gallina. Pero quisiera que alguien tejiera y destejiera una música, con un ritmo antiguo y aldeano, que me hiciera olvidar, siquiera por un momento o por el tiempo que tarda en consumirse un disco, el ruido sin ritmo de la capital.

martes, 16 de abril de 2024

Camilo José Cela




Siempre han existido Camilos y «Camulos» y don Camilo José Cela (otra especie de Camilo superior), lo pone de manifiesto cuando escribe que "Periquito Taboadela …harto de soledades y otras maldiciones, se vino…a Mallorca y mató el tiempo que le sobraba, que era todo, matándole pavos a su paisano don Camilo, que vive como Dios, del contrabando de transistores japoneses”.
Para mí, que aquí el  Camilo Superior es Camilo José Cela,  y Periquito Taboadela, es  es el   Camilo o San Camilo, que  le mataba los pavos.  San Camilo es Periquito Taboadela y el  Camulo  es el citado don Camilo el contrabandista, y no el auténtico don Camilo que se llama también José y Cela, y no se sabe que se dedique al contrabando, salvando el honor del Premio Nobel por sus obras. 
Trataré también de salvarlo del tremendismo por el que  fluyen los tacos de su boca, pues a los Camilos los llaman Camulos cuando hacen mal o cuando de su boca salen tacos, antes llamados sapos y culebras. El tremendismo consiste en un vocabulario exagerado y crudo, que  usa en la novela de Camilo José Cela, “La Familia de Pascual Duarte”. Los personajes de esta novela, son descritos por  Cela, en pueblos muy pobres y en circunstancias de postguerra, que crean en sus personajes un ambiente de miseria,  que crea un humor negro. Escribe Camilo José Cela : “Cuando nos abandonó no había cumplido todavía los diez años,  que si fueron pocos  para lo demasiado que había de sufrir…el hombre no pasó de arrastrarse por el suelo como si fuera una culebra y de hacer unos ruiditos con la garganta y con la nariz como si fuese una rata ,fue lo único que aprendió…¡Pobre Mario y como agradecía con sus ojos negrillos, los consuelos!.
Casi todos los españoles hemos escuchado palabras “non santas” a don Camilo a través de las ondas de la radio o de las que acompañan por la imagen en la televisión, y, sin embargo, no hemos leído sus obras, en alguna de las cuales no se lee nada “feo”, si no es su Diccionario Secreto, en que se acumulan todas las palabrotas que en nuestra gloriosa lengua castellana se sueltan cuando las vísceras se inquietan.
Sus obras las leemos muchos ahora que le han concedido  el máximo premio literario, pero su Diccionario Secreto, en su día lo compramos todos.
Un Camulo al que conozco, que también compró el libro después de atiborrarse de cojones, no se atrevió a llevárselo a su casa para que no lo leyera su casta esposa ni sus inocentes hijos, y lo depositó en un cajón de su mesa en la oficina en la que trabajaba. Durante unos días el trabajo dio poco de sí, pero su secretaria recibió un bombardeo continuado de juegos malabares que hacía con la polla “un sargento de un tabor de regulares” y de aperturas de latas de conserva, que con el mismo instrumento realizaba un teniente de la escala de reserva.  El pobre Camulo quedó frustado porque “por más que lo intentaba, no podía  ”lograrlo de la agradable secretaria que tenía por compañía”.
Yo no sé si don Camilo usa o abusa de los palabros. Quizá los use para recoger lo que usa el pueblo... pero en su boca pueden constituir abuso porque, se vuelven contra él, como demuestra el siguiente caso. En cierta ocasión le preguntaron su opinión sobre los premios literarios  y él contestó que eran una casa de putas; seguramente algún tribunal le habría puteado, como tal vez a usted o evidentemente a mí, pero ahora que las presuntas p…le han dado el premio parece decirse, como me dijo un Camulo, que lo han hecho al admitirlo en sus cofradías, Putón de la Literatura  Universal de 1989.
Que no se enfade don Camilo que a muchos les hubiera gustado tal honor, como a mí que me hubieran aprobado.
La gente sigue pronunciando palabras gruesas, pero no sólo las sencillas, sino también aquellos que por sus estudios debían usar un vocabulario que contiene sobradas palabras racionales para evitar las viscerales. Se tratan algunos de soplapollas y de tontochorras que no suenan muy bien, y yo les sugeriría que los altoaragoneses tenemos un sustituto que no suena tan mal y que a veces se aplica también a aquel que es demasiado bueno, ¿De qué palabra se trata?, pues sencillamente de “tontolaba”. Usted habrá oído decir: ¡que simpático es ese tontolaba!.

El Paseo de la Alameda, hace ya muchos años

  Por el sol saliente rodea a Huesca la Isuela, nombre de un río con reminiscencias ibéricas, hoy el río pudiera ser llamado la cloaca, que ...