jueves, 31 de marzo de 2022

El Almeriz




Ha llegado a mis manos el programa de Fiestas de San Martín del año 2005 y quedé sorprendido al leer “El pueblo de las campanas de colores” y dedicado a los vecinos del Barrio de San Martín, que tuvieron que abandonar sus hogares. Lo había escrito,  nada menos que mi amiga Ana. Aquella frase, en la que dice, hablando de las campanas : ”El paso del tiempo había dejado su profunda huella, estaban comidas y oxidadas, pero se alzaban erguidas y majestuosas como testigos mudos de la historia de aquel pueblo… al mirarlas te embargaba una profunda tristeza”, ¡sí!, me llena la memoria de recuerdos de la vieja calle de San Martín , porque enfrente de la Plaza, donde se encontraba su Iglesia y que pasó a ser llamada la Plaza de los Tocinos, se levantaba ya hace muchos, muchos años la casa de mi abuelo Don Ignacio Zamora Blasco, diputado y compañero del cacique Camo, que edificó el Casino Oscense y amigo de los hortelanos y por la parte baja de la calle salía la calle de los Cuatro Reyes, en la cual vivía en una casa también de su propiedad, el hortelano Solanes, pariente del otro hortelano, también famoso en Huesca, de igual nombre, que tenía su huerta “entre tapias” del Almériz  En el “cobajo” de San Martín vivía el hortelano Barbereta, cerca del lavadero, ya desaparecido. De la misma forma que se me llena de recuerdos mi memoria con el bello párrafo de Ana, se llena de tristeza mi corazón al ver tan lejanos a mi abuelo y al abuelo de Barbereta, que era pequeño de estatura y ágil porque saltó la pared, que rodeaba la celda de una cerda, cuando a él y a mí, como veterinario, nos quiso atacar, como defendiéndose de mi jeringuilla. También viene a mi recuerdo el abuelo de Solanes, que andaba encorbado por haber pasado su vida inclinado sobre la tierra, con la azada  entre sus manos; en la  actual vivienda de su hijo, cedida por mi abuelo Ignacio y vendida por mí,  guardaban las cabezas de los Cuatro Moros del escudo de Aragón. En dicha casa manaba el agua en un pozo, al que acudía, a veces, la escritora Teresa Ramón,  no sé si a darse unos remojones, igual que Ana iba a la “vieja fuente, también para darse unos chapuzones de agua”.

También escribe Julio Brioso y Mayral el año 1999, sobre las Tenerías, lugar en otro tiempo de huertas, cerca de Santa María de Foris y regadas por la acequia del Almériz. Julio vivía cerca de la Plaza del Justicia o de los Tocinos y allí acudía a conversar con él y su buena madre me invitaba a tomar café con leche y pastas. De niño iba a jugar al almacén de Campaña, con el entonces llamado Maito y apellidado Mallén Campaña, que estudió Medicina.

¡Cómo han ido desapareciendo nobles piedras de muchos edificios, desde  la antigua iglesia de San Martín, al lado de la cual nació la hermana de mi antepasada por parte de mi abuelo Zamora, Madre Berride, propuesta para ser canonizada! Y después las casas de la parte baja de la Calle de San Martín, como la de Barbereta. Pero no sólo han acabado las casas sino también las generaciones de hombres y mujeres, que tanto trabajaron en las huertas, llevando al Mercado sus verduras.

Los edificios van surgiendo otra vez, como la bella casa de Venturis y la ajardinada vivienda de los Barbereta a orillas del Isuela, en uno de los caminos que conducen a la Ermita de Salas. Hortelanos, por desgracia cada vez quedan menos en el Almeriz. Pero al entrar a comprar planta para el huerto, se encuentra uno con el marido de Ana y con su hijo y con ella misma, que aparece algunas veces, en lo alto de una escalera por la que se entra en su cocina. Ellos trabajan horas y horas seguidas y atienden a los que cultivan sus huertos, pero sin Ana , no sé qué harían, ya que los cuida y les da café y agua fresca.

Ana, el año 1991, ya prometía que iba a ser un ejemplo de mujer, porque escribió.”A ti, mujer, madre, esposa, ama de casa, trabajadora. A ti que cada mañana, con el canto de los pájaros te desperezas y gritas al viento:¡Un nuevo día! . A ti,  mujer, quiero dedicarte este pequeño homenaje, como un canto a la esperanza, a una ESPERANZA, con mayúsculas…” Esa que describes tú “ esa eres tú , mujer”. Sólo te faltan los largos pendientes que llevaban al Mercado las hortelanas del Almériz. En 1996 vuelves a escribir sobre las hortelanas, que como dices son “Mujeres que, cuando rayaba el alba, lozanas y frescas, lucían al aire sus ricos pendientes y comenzaban su larga jornada de trabajo: barrían y “arrujiaban” sus patios y aceras…porque con su trato afable y cordial defendían ,día tras día, su pequeño negocio”. Añades después : “ han sido y son mujeres oscenses de los pies a la cabeza, han profesado un gran amor a San Lorenzo …¿quién no recuerda a Pascuala Solanes, Rosario del Ruso, la tía Juana, la Barbereta, la tía Emilia de la Torre Mendoza, Ascensión Lacoma?.

En 1977, en el programa escribías: ”Cuando puedas, acércate en un corto paseo hasta nuestra ermita de la Virgen de Salas y de la Huerta. Es como una pequeña maravilla en medio de fértiles huertas”. Piensas como pensaba mi abuela Agustina Lafarga, que siendo yo un niño y teniendo ella muchos años, me dijo lo mismo que tú, Ana les dices a los oscenses y yo me fui con ella a ver a la Virgen de Salas y a la de la Huerta; allí  aproveché para coger regaliz y al volver entramos en el Campo Grande, donde cosechamos algunas peras y ciruelas.

Tu eres una enamorada de las huertas y de los hortelanos y hortelanas, pero a mí me has hecho recordar, viéndote y leyendo tus artículos que has escrito durante años para las fiestas de San Martín, que además de recordar me has transmitido “un sentimiento de gratitud y emoción…que correrá por mi cuerpo” y por el de todos los hortelanos que van a la Torre de Barbereta a buscar planta.

miércoles, 30 de marzo de 2022

Don Quijote, antes y ahora

 



A Lope de Vega le mandó Violante hacer un soneto, por lo que se deduce al leer:”Un soneto me manda hacer Violante y en mi vida me he visto en tal aprieto, catorce versos dicen que es soneto, burla burlando van los tres delante”. Lope era Lope y claro, burla, burlando escribía un soneto; su fecundidad era proverbial, tanto que en menos de horas veinticuatro, no sé cuantas pasaron de las musas al Teatro. Además, en aquellos tiempos, en que el amor era el “primum movens” de aquellos caballeros, si se lo pedía Violante, lo que me extraña es que no escribiera cien sonetos en lugar de uno.
A mí, no me mandan hacer un soneto, me ordenan escribir sobre el Quijote y con mayor motivo que Lope, “en mi vida me he visto en tal aprieto”. El que me manda meterme en libros de caballerías es como Don Quijote,”seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador”.El caballero tiene otras analogías con  Cervantes; éste “se daba a leer libros de caballerías”,”y así llevó a su casa cuantos pudo haber dellos” y áquel, que me ha ordenado perorar, también tiene en su casa libros en abundancia, hasta  de caballerías, ya  que posee hasta el Quijote de Avellaneda. Este caballero es Don Federico Balaguer y cuando pienso que un sabio me manda escribir, me río y sólo me queda, como a Lope, pero en pequeño, tratar de burla burlando, llenar otros tres o cuatro folios, además del que ya llevo por delante. Yo creo que resultará sencillo, pues medio mundo se burla del otro medio, los cuerdos de los locos y estos de aquellos.
Hay personas razonables, que como Don Federico Balaguer se dedican a “desfacer” entuertos históricos, o, como Miguel de Cervantes que dedica a su Don Quijote a deshacer los entuertos que causaban los libros de caballerías en sus tiempos. Esos libros estaban escritos por personas a las que la razón de su sinrazón,  les hacía razón. Ante tales desvaríos, no valía la fuerza de la razón; el único recurso que le queda al escritor para combatirlo es la ironía, la sátira y la burla.
Unamuno  nos hace ver que el Quijote es una burla de un género literario que hizo que al caballero, se le secase el cerebro,”de modo que vino a perder el juicio”.
La era Gütemberg se había iniciado en el siglo XV y el invento de la Imprenta, que pudo transformar a todos los hombres en razonables y razonadores, llevó la sinrazón a Don Quijote y a otros muchos más. La misma Santa Teresa se tuvo que apartar de la lectura de los libros decaballerías, para poder llegar a hacer de la Mística un esquema racional en “Las Moradas”.
En la obra de Martín de Riquer, titulada “Introducción a Don Quijote” se lee que Alfonso de Fuentes, cuenta en su Summa de Filosofía Natural (1547), el caso de “un personaje que se sabía de memoria el Palmeril de Oliva y no se hallaba sin él, aunque lo sabía de cabeza”.
En el Arte de Galantería de Don Pedro de Portugal, se describe como lloraba toda una familia porque se había muerto Amadís de Gaula; un gran señor italiano sé desesperaba al leer que Amadís hacía penitencia, como cuenta Lope de Vega en su novela Guzmán el Bueno.
Hay quien se pregunta si Cervantes quiso en su obra afirmar que todos estamos locos. He hablado antes de personas razonables o cuerdas y de personas de la sinrazón o locos y el mismo Cervantes opone a la locura de don Quijote, el sentido común de Sancho Panza, que, como poseedor de la sabiduría del pueblo sabe que “de poetas, músicos y locos, todos tenemos un poco”. Creo que sería tan disparatado ver por todas partes castillos encantados y sutiles Dulcineas como tener el concepto sanchopancesco de “muera Marta y muera farta” y el deseo de que todas las Martas se convirtieran en “fembras placenteras”. A lo largo de la obra se observa como Don Quijote se va haciendo más realista y como Sancho, por ejemplo, en la Insula Barataria, donde lo nombran gobernador, pronuncia frases que se apartan de lo concreto y entra en conceptos abstractos como la Justicia.
Don Quijote es un insensato, no muestra sentido del humor, es un utópico y las utopías son como el onanismo y el insensato sueña en princesas y como utópico está separado del erotismo, que habitualmente ponen en acción los
Caballeros  andantes.
Soñaban como locos, los caballeros andantes en princesas encantadas y defienden damas, que tal vez lo fueran por su posición social, pero que muy bien se pondrían a cantar la reciente y escandalosa canción que dice:”Yo quiero ser una zorra”.
Sancho Panza es excesivamente sensato y carece también del sentido del humor, haciéndole su realismo, creer solamente en aquello que tiene al alcance de la mano y se le escapa también el erotismo, para convertirse en posesión material.
Los utópicos y quiméricos, en su vida particular o en la pública, si la ejercen, ven sus chifladuras desmoronadas ante la realidad, después de mostrarse violentos, ya ante los molinos de viento o ante los rebaños de ovejas, entes pacíficos por antonomasia y en los que ellos sólo ven fantasmas enemigos. Los absolutamente sensatos podrían pasar por bueyes embelesados en su ciencia.
¿Dónde está el mérito de Cervantes?. Yo creo que en la ironía con que nos conduce a la realidad de cómo debe ser la persona humana, tan alejada de Amadises y de Dulcineas como de Sancho Panza y Maritormes.
No es el Don Quijote una simple sucesión de relatos chuscos, que constituirían una payasada, como ocurre en alguno de los que salen en el Avellaneda, como en el capítulo en que Don Quijote y Sancho, camino de Zaragoza, entran a expoliar un melonar y salen a palos. El payaso es un hombre alienado, no es un hombre auténtico, está enmascarado de listo o de tonto.
El mérito de Cervantes es hacer ver, por la ironía, como no debe ser el hombre; es intentar apartar al hombre de la alineación; pero la grandeza de su obra es que es universal en el espacio (cientos de ediciones de sus obras en casi todas las lenguas) y en el tiempo. Si en la era Gütemberg fueron los libros de caballerías y de otros géneros alienantes, sigue habiéndolos en la era Mac Luhan.
Mac Luhan era canadiense y ha muerto hace poco tiempo. Anunció el fin, quizá exagerando un poco de la letra impresa, sustituida por las computadoras, la televisión, los vídeos, etc. Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras, pero yo me pregunto: ¿no será mejor una imagen acompañada de una hermosa y precisa descripción?. Estas palabras me recuerdan que Cervantes ironizaba  los libros de caballerías, no sólo en su fondo, sino también en su forma. No otra es su intención cuando escribe: “apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la vanidad de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero Don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante y empezó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel”.
Este texto, a pesar de ser una ironía contra el estilo literario de los autores de los libros de caballerías, a mí me encanta leerlo y releerlo y me gustaría acercarme en los escritos a su calidad literaria.
Pero estaba hablando de la bipolarización que se plantea entre Gutemberg y Mac Luhan y yo creo que sigue siendo necesaria la lectura y que la del Don Quijote será siempre aleccionadora. La escritura hace pensar, los chinos representan con signos sus palabras monosilábicas, los fenicios sustituyeron los dibujos por consonantes y vocales, pero todavía podemos ver dibujadas las “ideas de las cosas”, en las cuevas primitivas. Con estas imágenes, si no las acompañamos de una descripción escrita, podemos volver al bisonte de Altamira.
¿Qué conclusión podemos sacar de este concurso?. Yo personalmente tengo la mía, que le agradezco a Don Federico por haberme mandado intervenir en este acto lo que me ha obligado a leer, como a los concursantes, textos del Quijote y a reflexionar sobre ellos. Estas lecturas y estas reflexiones nos han ayudado a comprender el mundo actual y a percatarnos del paralelismo entre Don Quijote con escritores actuales.
La alineación que antes producían los libros de caballerías, las producen ahora el consumismo, la televisión, el cine, la masificación, los dogmatismos, los fanatismos y una vaga conciencia de inseguridad en el porvenir colectivo y en el de cada joven e incluso de cada persona mayor, como yo mismo.
Se celebra estos días el aniversario de Ortega, que decía que los españoles consideraban “funesta la manía de pensar”. Algunos lo descalifican porque no pensaba como ellos, pero yo  animo  a los jóvenes a que piensen por sí mismos y ahora que han leído el Quijote que sigan leyendo otros libros.
Kafka en su obra “El castillo”, habla de como en él se hallan hombres con poder, que tienen siempre palabras, buenas palabras, pero los hombres que están fuera, están inermes, desalentados e impotentes para alcanzar otra Dulcinea, que es un conjunto de sueños de felicidad y de libertad.
José Luis Castillo Puche describe como Kafka ha  sabido ”poner en alegoría no sólo el destino incierto del hombre”, ”sino que a través de sus personajes atónitos y acosados, alucinados o poéticos en medio de la grosera vulgaridad, ha dejado testimonio de la auténtica conciencia de nuestro tiempo”.
A Don Quijote lo interferían gigantes, que eran molinos de viento, a los hombres, en sus sueños los interfieren también gigantes que son todopoderosos en sus torres del castillo del poder: ”burocracias de hierro, automación y la deshumanización de la maquinaria estatal, social, científica, económica y técnica, cuyo objetivo es hacer que el mundo funcione sin tener en cuenta al hombre”. El mismo Cervantes sufrió en sus carnes los vituperios del poder.
Cervantes, en situación de pobreza envió al Consejo de Indias una serie de méritos que le podrían hacer merecedor de un empleo en América y aquellos méritos eran los siguientes, su pérdida del brazo en Lepanto, el cautiverio de Argel, la misión que desempeñó en Orán, los que tenía su hermano Rodrigo que había también peleado en Lepanto y el desamparo de sus hermanas. Se lo denegaron, pero su Don Quijote, como decía mucho antes Don Juan Manuel de los libros fue “melecina”, que con su bálsamo de optimismo y de ilusión ha curado muchas mentes humanas y las ha aliviado en el curso de los años.

martes, 29 de marzo de 2022

Gusanos de luz o luciérnagas.



Yo creía que ya no quedaban “cucos de luz” en las tierras del Somontano, regadas por el río Guatizalema. Cuando era un niño los buscaba en los huertos y en los lugares donde proliferaban las plantas verdes. Y en estos lugares verdes, la luciérnaga hembra exhibía un signo luminoso para atraer a los machos. Estamos los hombres imitando a la Naturaleza, con procedimientos biológicos, pero desde lejanos tiempos, los “cucos de luz”, atraían a los caracoles y babosas, para alimentarse de ellos. Pero no sólo los atrae, sino que una vez que establece contacto con ellos, los paraliza con su veneno particular y los consume. 

El Señor en la Naturaleza ha creado ejemplos al hombre, para que progresase en su evolución. Ahora éste, progresa en su evolución técnica, pero parece que se van acabando “modelos de vida”. Ha instalado el hombre aparatos que generan la luz eléctrica,  pero  el  Señor había creado los Gusanos de luz. ¿Está la Naturaleza substituyendo a los “cucos de luz”, por los pantanos y los postes generadores  de  energía  eléctrica?. No se sabe si la lenta desaparición de los “cucos de luz” es debida a la invasión del mundo por una contaminación lumínica, qué con sus voluminosas luces, pone dificultades para que el cuco macho, pueda encontrar a la hembra sumergida en el baño de las grandes luces de las ciudades. Yo creo que es la evolución que la técnica humana, produce en el mundo, estos progresos en el desarrollo, iniciados por Dios, con la colaboración del hombre, en la humanidad.

Los  lampíridos  son coleópteros polífagos, que incluye las luciérnagas o cucos de luz,  por tener la posibilidad de emitir rayos de luz. Yo recuerdo haberlos visto en terrenos húmedos como huertos o en tierras no cultivadas, pero húmedas. Los  lampíridos que yo conozco tienen machos  y  hembras con un  dimorfismo  sexual, pues los machos consiguen ese dimorfismo  diferente de la hembra. Los machos alcanzan un desarrollo  total,  pero las hembras tienen la forma de un desarrollo como las larvas, sin tener alas y no pueden volar. Las hembras se ocultan entre  la yerbas y exhiben una luz que atrae a los machos, que las fecundan. Los huevos están fertilizados debajo de la tierra, luego salen las larvas o gusanos de luz, que se alimentan de gusanos y babosas.              

En la aldea de la Sierra de Guara, La Almunia del Romeral, de muy pocos habitantes, pero que se encuentran felices, al ver por la noche, a las luciérnagas encender sus curiosas luces, para atraerse en su reproducción. Los dos queridos visitados en este Lugar, son Ester Loriente Abadía, señora de gran cultura, pues obtuvo el título de Licenciada en la Universidad de Barcelona, nacida en este serrano pueblo. Está casada con José María Ferrando, hombre recto y trabajador, que ha recorrido la Sierra, como Cartero.

Estuvimos en su casa y al salir, nos mostraron unos terrenos primitivos encima del río Guatizalema, llenos de vegetación. Nos comunicaron qué en ella, por las noches, iluminaban las luciérnagas, que mostraban sus luces a sus machos y a continuación iniciaban su labor reproductora.

Joaquín Borruel y Pepe Ballarín, se quedaban maravillados al oír contar a la señora Ester, qué por las noches, aparecían   encendidas   las luces de la luciérnaga. Yo me quedé triste, al recordar este fenómeno natural, que hace años ocurría en el huerto de mi casa en Siétamo.  

Me acordé de las cigarras, que cantaban por Siétamo y que he oído cantar muchas veces, en tiempos pasados. Pero últimamente ya no las oigo cantar, aunque un muchacho me dice que a veces, él las escucha.    

lunes, 28 de marzo de 2022

Caminos recorridos desde la niñez a la vejez

Belsue (Huesca).


Yo estuve en Belsué cuando no había carretera para llegar a dicho pueblo y en la Ermita de Aniés conocí a pastor José María Aquilué, para bajar con él a Belsué a vacunar sus ovejas. Lo conocí cuando ambos éramos jóvenes, vacunando sus ovejas en el citado lugar. Aquella tierra yo la amaba, porque mi abuelo materno, que fue Diputado Provincial de Huesca, descendía del próximo pueblo de Zamora, desaparecido hace ya muchos años. De ese pueblo de Zamora, heredó el apellido de López de Zamora.   Se encontraba entre Used y Bara, en plena Sierra de Guara. El tuvo su familia cerca de esos pueblos, en casa Zamora de Caminos recorridos desde la niñez, hasta la vejez.
El domingo, día dieciséis de Octubre de este año de 2016, subí al pueblo de Belsué a acompañar a mi nieto Pablo, para que conversara con el pastor José María Aquilué, para hacer un estudio sobre el ganado lanar, ya que José María había sido pastor toda su vida.  Yo conozco a dos de los últimos  habitantes de Used. Estos me han contado varias veces los caminos difíciles que recorrían para bajar a Huesca y subir desde ella a Used.
Entonces todos los transportes los hacían con mulas y subiendo aquellas laderas de la Sierra, cuando llovía o nevaba, resbalaban por aquella tierra en la que vivían. En cierta ocasión, en que el tiempo estaba totalmente revuelto, los vecinos de Used, tuvieron que soltar las riendas con las que ordenaban la marcha de las mulas, pero ellas, totalmente conocedoras del camino, subían aquellas laderas, en ocasiones de lluvias o nevadas enormes, obedeciendo a su conocimiento de aquel territorio, casi sin camino.  
Aquellos dos serranos, se cansaron de recorrer aquellos que no eran caminos, y abrieron un Bar en Huesca en la calle Artigas, paralela al Coso Bajo, con su entrada por la Calle de Villahermosa y allí estuvieron trabajando hasta que se jubilaron. Ahora los encuentro paseando por las calles de la Capital y siempre nos detenemos, para recordar tiempos pasados.
Si,  recordamos tiempos pasados, unos en Siétamo y ellos, mis amigos en Used y vemos como se  han despoblado los pueblos de la Sierra, y se han abandonado las casas, que se fueron demoliendo, han disminuido los rebaños y se está convirtiendo la Montaña en un lugar de turismo, porque ya casi no queda población fija.
Los vecinos de Used, ya no van casi nada por su pueblo natal y han aumentado la población de Huesca capital. Dice la prensa de estos días del año 2016, que en España van a disminuir sus pobladores en cinco millones de personas en unos pocos años. Esto se explica por la despoblación de muchísimos pueblos y la repoblación de las capitales. Los vecinos de las capitales suelen tener pocos hijos y además ha aumentado el número de divorcios. En las fincas grandes ya no hay trabajadores  y los tienen que ir a  buscar a las capitales, siendo muchos de ellos inmigrantes, que han llegado aquí, provenientes de otros países.
En Belsué queda tan sólo el pastor José María Aquilué, que conserva la llave de la iglesia y está pendiente de que nadie se lleve objetos litúrgicos. Yo subí a Belsué acompañando a mi nieto Pablo   a visitar al buen pastor José María y pude encontrarlo en el monte,  donde estaba apacentando sus ovejas, gracias al interés que demostró Vicente Laliena, que nos acompañó, hasta que lo encontramos. A Vicente lo encontré rodeado  por su familia, entre cuyos hijos se encontraba un doctor en Medicina y como Vicente me conocía por haber trabajado en la Gasolinera de Siétamo, no me abandonó en ningún momento. Vicente es de Belsué y ha  reconstruido  su casa, con muy buen gusto y allí pasa muchos ratos gozando de la Naturaleza y huyendo del mundo. El,  con su coche recorrió terrenos, hasta que encontró a José María.
José María es el guardián de Belsué. En cierta ocasión llegó a pedirle la llave de la iglesia, un canónigo de la diócesis de Huesca, vestido de paisano, para ver su interior y el custodio del pueblo desierto, dudaba si aquel individuo sería canónigo, como le afirmó. Al fin,  al darse cuenta de que era un hombre honrado, lo acompañó a contemplar aquel templo, que era su Iglesia Parroquial, dedicada a San Martín de Tours. Están decorados sus muros con pintura mural, que recubre el “testero” de la Capilla Mayor. Parece ser de estilo Románico. Esta Iglesia es un templo románico – lombardo del siglo XI. A José María Aquilué, lo conozco desde que yo estuve soltero, dedicado a cuidar ganado lanar y cabrío y está identificado totalmente con aquella tierra, donde vivían los cristianos en la Edad Media, siendo su iglesia de estilo mozárabe. Vivían entonces escondidos de los árabes en aquellas montañas de más cerca de dos mil metros de altura en la Punta de Guara y de unos valles  profundos.  Pero siguió durante muchos siglos una tierra escondida y mal comunicada con la Hoya de Huesca.
 Yo estuve de veterinario en  la villa de Bolea y tenía que subir a Belsué a vacunar las ovejas contra la Basquilla. Entonces no existía la elevada carretera que une Belsué con el turístico pueblo de Arguis y los vecinos del citado pueblo de Belsué, arreglaron mi llegada a su pueblo para vacunar sus rebaños. A la Ermita de la Virgen de Aniés, en una gran elevación,  suben de peregrinación, habitantes de pueblos como Bolea y Aniés, que miran desde el Sur de la Sierra, como acuden los habitantes de los pueblos del Norte de ella, como los de Belsué. Me convocaron en dicha Ermita, el día de la Virgen en plena romería y desde allí me bajaron los vecinos de Belsué a vacunar su  ganado. Yo me monté en una mula y cabalgué por aquellos terrenos casi completamente inclinados. Los vecinos de Belsué me invitaron a apearme de la caballería, pero yo me sentía orgulloso y no quise bajarme. Si la mula hubiera dado  un  traspiés, yo hubiera bajado por aquellas laderas montañosas, para morir en ellas. Estos casi caminos eran los mismos que usaban los vecinos de Used y de Bara y estas situaciones me hacen recordar, la dificultad que tenían los habitantes de la Sierra de Guara, para vivir durante siglos caminando con enormes dificultades, como Cristo , camino del Calvario.
¡Qué bien lo pasé en Belsué, vacunando aquellas ovejas, con un cielo claro, pero yo desprecié la bondad de aquellos serranos, que me invitaron a dormir en el pueblo, para marchar al día siguiente!. Pero yo recordando la peligrosa venida al pueblo de Belsué, me dio miedo el estar por más tiempo en él  y tenía ganas de acabar esa marcha con aquellos maestros  de camino en la Sierra de Guara. Para volver de Belsué, monté en una mula y me bajó dirigida por un belsetano, hasta la Ermita de la Trinidad de Bolea. Aquí se acabó mi aventura para ir y volver a  Belsué.
Han pasado unos cincuenta años de mi viaje a Belsué, pero he tenido ocasión de repetirlo de nuevo, pero por una carretera, que construyeron hace unos años, que sube por Arguis  y pasa por el Molino Nuevo. Este Molino Nuevo está en lo más alto de la carretera y cerca del Túnel de la Manzanera. Pero no subimos por ese camino y seguimos por el camino asfaltado, que nos lleva al valle de Belsué y a Nocito. Es un camino sinuoso y estrecho, por el que hay que circular con gran prudencia  y más cuando vienen otros vehículos en dirección contraria. Descendiendo de la altura del Molino Nuevo, se ve Belsué, con sus casas construidas con piedra, muchas de ellas en ruinas, y con tejados de pizarra. Cerca se ven las aguas del Pantano de Belsué, que le proporciona el río Flumen.
Llegué a Belsué para que mi nieto Pablo , conociera al sabio pastor José María Aquilué. Subimos primeramente a su casa, y frente a la puerta de su casa, estaba atado a su caseta un perro de pastor, que casi no nos ladró y entre la puerta de su casa y la caseta del perro, caminaba con pasos que suelen dar los ánades e iba y venía, desde el perro a la puerta de su casa. Los que van por el mundo huyendo del trabajo, para vivir en plena Naturaleza, dos o tres días antes, habían penetrado en su casa, ya que José María, no tenía la costumbre de cerrarla con llave y allí los encontró, como preparando su refugio natural , sin tener que construir con ladrillos y tejas. Es curioso que José María Aquilué tenga que defender de ahora en adelante su domicilio de la invasión de algunos  que huyen de las ciudades.
Era difícil para nosotros encontrar ningún “carrilano” en su pueblo de Belsué, pero gracias a Vicente, encontramos a José María a orillas del río Flumen o de una corriente que desemboca en el dicho Flumen. Es curios que por pueblo tan norteño corra un río con nombre latino, como las cabezas de mármol romanas,  encontradas en Nocito.
Mi querido nieto Pablo estudia en Pamplona una Carrera, que hace que los que la estudian, hagan películas de cualquier espacio del Mundo. Algo tenían tratado  entre el pastor José María y él mismo. En cuanto se encontraron estuvieron hablando y quedaron en  verse el siguiente domingo. En tanto hablaban el bueno de Vicente y yo comentábamos mi antigua visita a Belsué y él me habló de su emigración del pueblo y de su amor a tal lugar, que le llevó a reconstruir su casa natal y yo gozaba viendo su casa y hablando con su simpática esposa y con sus jóvenes hijos.
¿Qué tiene este rincón montañoso de este lugar casi vacío , que me produce recuerdos emocionantes y que he tenido la suerte de volverlo a pisar y a hablar con mi viejo amigo José María Aquilué y gozar de la compañía de Vicente, que trabajó en la Gasolinera de Siétamo?.

domingo, 27 de marzo de 2022

Las Campanas

 








He pasado por Salinas de Jaca, por Hostal de Ipiés, por Orna, por Centenero, por Ena, y por Botaya y en alguno de esos lugares pude escuchar voces humanas, pero en otros ni se oían ni se veían seres humanos. Se van despoblando, poco a poco, los pueblos, como ya hace años se quedó sin habitantes el antiguo pueblo de Salinas de Jaca, para ser sustituido por otro más nuevo, al lado de la carretera.

En el antiguo estaba de campanero Mariano Bastarós, que hasta sus ochenta años hizo sonar las campanas, pero no se murió hasta los ochenta y seis. Las hacía sonar no muy deprisa, pero con un hermoso sonido, bandeando dos campanas simultáneamente.

Llegó más tarde, allá por los años cuarenta y cuatro, un cura del pueblo de Ena, que además de sacerdote era labrador, herrero, colmenero y carpintero. Se llevó el reloj de la torre, para arreglarlo, como él mismo afirmó, pero no pudo hacerlo porque le faltaba el repetidor, que quiso reconstruir, pero no pudo. Estaba dicho reloj en la torre de la iglesia y hacía sonar las campanas del campanario cuando daban las horas. En el pequeño pueblo de Lallana, muy cerca de Sádaba, pudo arreglarles un reloj; no le pasó como con el de Salinas de Jaca.

En el pueblo de Ena colocó un cable, que hacía sonar las campanas desde el altar.

Al quedarse viudo, se hizo sacerdote y se instaló de cura en Ena, cerca del pueblo de Orna, que también está próximo a Hostal de Ipiés, donde al fin se construyó una casa, en la vivió hasta su muerte. Se llamaba el cura, labrador, herrero, campanero, relojero y colmenero, Don Andrés Gavín. Todavía se acuerdan de él en los pueblos de Botaya, Orna, Hostal de Ipiés, Ena, Centenero y Bernués. Desde luego que son pocos los que lo rememoran porque, son pocos los que todavía viven en aquellos lugares. ¡Cómo se acuerda de él, el señor Sebastián Grasa, que en Octubre va a cumplir los cien años de edad!. ¡Cuantas generaciones han vivido en los citados pueblos, para que ahora queden tan pocos habitantes, que no repican como entonces las campanas, pero que en las fiestas acuden desde Barcelona o desde Zaragoza, para lanzarlas al aire, para que suelten bellos sonidos, que les recuerden su niñez y a las viejas generaciones!

Tenía un buen carácter y le gustaba comunicarse con todo el mundo y sobre todo tenía en cuenta aquella frase evangélica que dice: ”dejad que los niños se acerquen a mí”. Esa falta de orgullo, lo llevaba a conversar con cualquiera. Tenía siete toneles de vino y cuando llegaba alguno, tenía que probarlo de todas las añadas, incluso aquellos vinos, que ya eran como el coñac. Les decía: no tengáis miedo, que si os caéis, os cogeré yo.

En esos pueblos y en todos los de la provincia, sonaban las campanas cuando llamaban a los fieles a misa y al rosario o cuando se celebraban vísperas en algún pueblo, dedicadas a su santo patrón; para la Pascua de Resurrección, cuando quitaban los velos que tapaban los retablos, tocaban fuerte las campanas. Con un repique muy especial, sonaban los toques de difuntos, que eran muy tristes. Estaban los vecinos en los caminos y en los huertos y algunos cuando escuchaban las campanas, se emocionaban y alguno incluso lloraba. En ocasiones, cuando el difunto era algún niño o niña, tocaban a “mortichuelo” y lo hacían con cimbalicos o con otras campanas pequeñas. Acompañaba el sonido de las campanas a las procesiones y casi nunca faltaban los curas a decir misa en los pueblos más pequeños. Los mozos daban la paliza a las campanas haciéndolas sonar con motivo de las fiestas y no paraban de bandearlas o voltearlas durante mucho tiempo, pero no sólo eran los mozos los que las hacían repicar, sino que las mozas en día de Santa Águeda, eran las que subían al campanario y con un gran esfuerzo las repicaban e incluso les daban vueltas, bandeándolas. El Día de las Almas, que se celebra el día dos de Noviembre, cada dos horas tocaban las campanas.

Había campaneros en los pueblos y en las ciudades y a veces hacían sonar esas campanas con cuerdas o con cables, pero en las grandes ocasiones acudían los mozos a anunciar a todo el mundo que era fiesta. Cuando había incendios, sonaban las campanas con mucha fuerza y “aprisa, aprisa”, haciendo que todas las campanas fueran repicadas. Cuando venía una tronada, en los pueblos donde no había “esconjuradero”, algún valiente que vencía el miedo que le producían los rayos, se subía al campanario para que al escuchar el repique de las campanas, el Señor evitase que las nubes lanzaran sus terribles rayos.

En Biel estaba la campana de los perdidos e iba el sacristán y cuando se hacía de noche, tocaba, para que nadie se perdiera, lentamente: plon, plon, plon.

Antes, como hemos visto, con las campanas se comunicaba la gente, pero ahora, cuando pasas por uno de esos pueblos, no escuchas a nadie, pero dichas campanas también están calladas y no comunican la alegría de Pascua o de las bodas, ni las tristezas de los entierros, ni llaman a los hombres para apagar el fuego.

Las campanas unían al hombre con Dios, elevando los espíritus y convocándolos a todos y una prueba de esta afirmación, la tenemos en el pueblo de Siétamo, donde Antonio Larraz Barraca, nacido en 1892, cantaba “Las campanas de mi pueblo-si que me quieren de veras-cantaron cuando nací-y llorarán cuando muera”.

Y es que ese tocar y sonar, doblar, voltear y repicar y en aragonés “batear”, iba formando el corazón de aquellas gentes, recordándoles las ilusiones, su vida religiosa y los juegos, fuegos y trabajos y les llevaba a la conclusión de no eran la tierra, el silencio y la muerte la vocación del hombre, sino “el Ser, la Palabra y la Vida eterna”, porque veían la luz en las montañas y en la nieve, que con el brillo que le proporcionaba el sol, les hacía más fácil descubrir, más allá, el brillo de la eternidad.

El hombre vivía feliz comunicándose por medio de las campanas y cultivaba la cultura con el espíritu y la naturaleza con su cultivo y con el culto adoraba a Dios, facilitándole el sonido de dichas campanas la convivencia del culto, el cultivo y la cultura.

Estaba el ambiente de los pueblos y de las ciudades lleno de campaneros, de los que algunos eran simplemente artistas. Yo me acuerdo del campanero Hipólito Rivarés, que actuaba habitualmente en la Catedral y conocí y hablé con Pascual Calvete, que “bateaba” las campanas en la iglesia de Santo Domingo y ejecutaba actuaciones de campanero en otras iglesias, porque ya era él, casi el único que conocía el arte o el oficio. Tanto es así que escribió en los últimos años de su vida un libro sobre las campanas.

Todas las campanas, como si de personas se tratase tenían su nombre, como la Santa María, la Migueleta que estaba y supongo que allí seguirá sonando en San Miguel, Santa Paciencia en la Iglesia de San Lorenzo que tuve la suerte, el día del patrón de Huesca, de verla en el suelo, cuando la iban a subir al campanario.(2003). La campana Santa Bárbara, que no recuerdo si era de Siétamo o de Arbaniés, llevaba escritas estas palabras: “Santa Bárbara me llaman- más de cien arrobas sumo-si no lo quieres creer-me levantarás a pulso”.

Hemos visto como estuvo basada la vida del hombre en la naturaleza y en la fe y ahora buscamos la cultura y la libertad y al mismo tiempo que descubrimos el mundo y el Cosmos, nos vamos descubriendo a nosotros mismos y a Dios.

sábado, 26 de marzo de 2022

Fumar o no fumar

 


Bajaba cierto día por las escaleras amplias de un edificio oficial y al llegar a uno de los vestíbulos de cualquiera de sus pisos, desde los que se penetra en alguna de las múltiples oficinas, acogidas por la gran casa, encontré a un viejo amigo que en ella trabajaba; me llamó la atención su actividad, que consistía en pasear con sus pies, con su mano acercar un cigarrillo encendido a su boca, por la que lanzaba olorosas humaredas y para otros, malolientes expulsiones de tabaco quemado.

Me llevé una sorpresa al contemplar el cambio de las modas y de las costumbres durante el no muy largo viaje que voy haciendo por la vida, pero comprendí lo que dicen las revistas o la televisión sobre lo molestos e incluso perjudiciales para su vida y para las ajenas, que resultan los fumadores.

Yo, bromeando le dije: ¡ay que ver, cómo antes era el ser fumador un orgullo y ahora, van y te despachan!.Pero él se acordaba de la canción que decía: “fumar es un placer, genial, sensual”,”fumando espero al hombre que más quiero” y él sin esperar a nadie o más bien a algún ciudadano que fuese a verlo para arreglar un documento, estaba contagiado por esa espera amorosa y esperaba, necesitaba esperar. Y ¿a quien esperaba?

El no lo debía saber, pero tal vez, estuviera expectante de la felicidad que todos los hombres y mujeres necesitamos. Y a esa necesidad se le añadía otra que era una dependencia que en su interior se había creado y que le hacía sentir ese “placer genial, sensual”, que trataba de sustituir esa busca de una felicidad humana que lleva consigo la filosofía de la vida, por otra, que le hacía suicidarse poco a poco. Se van los fumadores inmolando y tal vez sacrificando a sus compañeros, lo que me hace recordar a los que se queman en solitario y otros llevándose por delante a todo bicho viviente.

Yo también he sido un fumador suicida y a veces perjudicando a otros con los que estaba trabajando o pasando el rato. Me acuerdo de toser después de echarme un cigarrillo o una faria y del mal rato que pasaba el alcalde de Tamarite en una sala, que estaba como una niebla espesa y maloliente de humo de tabaco y que tenía que respirar forzosamente.

Si “fumar es un placer genial, sensual”, mayor es el bienestar que siente el que sin fumar respira profundamente y goza de la vida. Todos esperamos la felicidad, como lo hacía la mujer que cantaba “fumando espero al hombre que más quiero”, pero no es el fumar ningún substituto del amor a otros seres humanos.

viernes, 25 de marzo de 2022

El centauro si sale de la Naturaleza, la añora

 



Para muchos, aquel que no sigue las leyes de la Naturaleza es un monstruo, pero el Centauro no sólo la imita, sino que a veces, parece identificarse con ella, es decir parece que su figura y su comportamiento son los de un individuo humano y equino al mismo tiempo. En lugar de resultar una monstruosidad, parece un milagro el hecho de haberse convertido en un ser único con las virtudes del hombre y del caballo. Cuando converso con el pintor Paco Giral, que plasma en los lienzos figuras arbóreas y taurinas, me llama la atención el ver su amor a los équidos, a los que retrata con admiración por su parte, y además enciende el entusiasmo del que contempla tales retratos, que unas veces “van de carrera”, en tanto en otras cultivan su amistad con los que los montan durante sus paseos; otras veces, también cabalgados por sus caballeros rejoneadores, rejonean a los toros. Además he tenido la oportunidad de contemplar a Paco visitando a su preciosa yegua europea y he comprobado el amor que se tienen mutuamente, pues basta verlos hacerse mutuas caricias, al abrir la puerta de su cuadra. Parece que se encuentran las dos partes de ese Centauro y adivino, que se van ambos unidos por el espacio al mundo clásico, pero al fin lo que ves son sus retratos del caballero Paco sobre su yegua Athena. Los clásicos, convirtieron el amor entre hombres y caballos en la figura del Centauro, en tanto Paco, convierte ese amor en figuras pictóricas. No forma Paco con su yegua un Centauro físicamente, pero constituyen un Centauro de hecho, con su arte; él como pintor y la yegua como modelo y ambos cabalgando por el monte debajo de la Sierra de Gratal. Pero no es Paco Giral sobre su yegua, el único Centauro, que vive en este mundo porque, contemplando y escuchando cierto programa televisivo, me pareció ver a un Centauro moderno, que consistía en un caballo blanco de porte distinguido, montado por un caballero español, vestido con un traje y un sombrero goyescos. Me pareció que había resucitado un Centauro clásico. Y ¿por qué?, por que en una playa de arenas claras, habían colocado un negro piano de cola, al que un artista arrancaba bellas notas, que resonaban en el cielo, en el horizonte, en la playa y que ¡milagrosamente!, escuchaban, al unísono, el caballo blanco y el caballero goyesco. Estos danzaban con elegancia, con arte, con dulzura y giraban el uno sobre el otro, al mismo compás. Al gozar de este espectáculo, me pregunté: ¿quién sería el brujo o el mago que ideó la unión entre el hombre y el caballo?.No fue sólo de un hombre idealista de quien surgió la idea del Centauro, sino que fue de los pobres esclavos, que no disponían de caballos, en tiempos del Imperio Romano, en que a los desgraciados los echaban en los Circos Imperiales, con un trapo entre sus manos, que no alcanzaba siquiera la categoría de capa, para contemplar como los mataban los toros bravos. Allí profiriendo gritos salvajes, como bramidos, la gente los veía defenderse con sus falsas capas, para acabar muriendo. En cambio aquellos que montaban sus caballos, se salvaban de tales atropellos. En la Edad Media el ser caballero era el ideal del pueblo, pues en España en las plazas públicas, se celebraban festivales taurinos, en que intervenían esos caballeros, que alanceaban a los toros, en tanto el pueblo sencillo, tuvo que aprender a torearlos con sus capas, creando la profesión de torero, que triunfa en las Plazas de Toros. Los caballeros siguen apareciendo en dichas plazas sobre sus caballos, como si fueran Centauros. Fueron estos un ideal creado por el pueblo sencillo, que veía en los caballos la salvación de sus vidas. Paco Giral es un miembro del pueblo sencillo y participa en la creación clásica, ya pasada, del Centauro, haciéndolo surgir como símbolo Lo hace con el arte pintando caballos y caballeros unidos en conseguir el bien del pueblo. El es el artista y los caballos sus modelos. Siempre sonríe y se ríe cuando habla con alguno de los mil conocidos que tiene y siempre sueña con pintar caballos, que son como los redentores del hombre Paco no es un centauro físico, pero lo parece cuando miras alguno de sus cuadros, como el del salto con su yegua, con el pico de Gratal al fondo.

jueves, 24 de marzo de 2022

Españolito que al mundo vienes


Cuántas veces hemos escuchado los versos que dicen: ”Españolito que al mundo vienes-te guarde Dios- que una de las dos Españas-ha de helarte el corazón!” Y efectivamente al recordar aquellos, ya viejos tiempos de los años 1936 al 1939, a uno se le hiela el corazón con sus recuerdos, viéndose a uno mismo rodeado de su familia y de sus vecinos, huyendo, al estallar la Guerra Civil, unos a Huesca, otros a Angüés y otros quedando sumergidos entre los tiros y el fuego en su propio pueblo. Aquel día de Julio del año 1936, con mis cinco años de edad, salía yo de casa y al llegar a la calle, mi padre me hizo volver a entrar rápidamente y una vez en el patio escuchamos un brutal estallido, cuya causa he desconocido siempre, aunque hace poco me dijeron que una bala de cañón había caído por detrás de la despensa. Ya no subí arriba, sino que otra vez nos sacaron de casa y fuimos llevados a la vecina bodega de la iglesia. Se llenó de gente y me acuerdo de mi tía Luisa con su delantal con unos amplios bolsillos, que constantemente entraba y salía, porque iba a casa a buscar alimentos y bebidas para la gente que allí estábamos. Me acuerdo de un niño de mi edad que ahí se encontraba con su madre, que le decía : “¡no llores miate a Inacier, que no llora!” y pensaba: yo no lloro pero tengo miedo y lo tenía, porque en toda la mañana y parte de la tarde, se escuchaba un continuo bombardeo, que nunca había oído. Por la tarde, cuando se paró de escuchar ese bombardeo, nos sacaron con lo puesto y nos llevaron, como he dicho antes, al camión, que nos llevó a Huesca. Pero ¡como cada día se engrosaba el número de muertos, unos niños y otros mayores!. El republicano Samblancat de Graus, decía “¡la guerra es el principio de todo mal”, pues las guerras traen malas consecuencias. Y tenía razón porque unos emigraron a Francia y otros a distintos puntos de España y el pueblo pasaba hambre, no como los distintos gobiernos que cuando ocupan el poder, lo reciben como un acto de cortesía. Ahora vuelve el hambre, después de una guerra, no de fusiles sino de poder, de ideas y de dinero y veo niños que están pasando hambre. Estos niños me traen el recuerdo de lo que yo también pasé y contemplo como ahora lo están pasando muchos niños.

Esta guerra, no de fusiles, sino de poder, de ideas y de dinero como acabo de decir, causada por el mundo político, recuerda el trato que Baltasar Gracián le dio en su obra “El Criticón” al político estúpido Andrenio que estaba en una isla con Critilo “que era un hombre héroe, discreto y político, el hombre que nunca combate, sino que gana la batalla con la prudencia”. Pero Andrenio, como he dicho era un político estúpido y “gobernaba todo lo que hay, bajo el instinto del hombre”.

miércoles, 23 de marzo de 2022

El leñador y las zorras

 



El leñador observaba todas las mañanas, desde su chabola, como una “rabosa”, que así llamamos los altoaragoneses a las raposas o zorras, lo miraba fijamente, cuando al amor de una hoguera lo miraba fijamente,  guisaba su almuerzo. Intencionadamente, después de dar cuenta de él, dejaba los restos cerca de la caseta y se iba a talar árboles. Cuando volvía, ya al atardecer, los restos habían desaparecido, pero a medida que pasaban los días, la zorra esperaba su parte desde una posición más próxima, hasta que habiéndose establecido cierta familiaridad entre los dos habitantes del bosque, el leñador, al marchar a su trabajo,podía ver como la astuta vulpeja, iba a buscar su condumio, sin esperar a que él se alejase demasiado. Un día, así como otros hombres dejan su trabajo para seguir a las zorras de dos patas,con perdón, nuestro leñador, dejando a sus árboles vivir un día más, siguió de lejos a la raposa, para ver donde iba; el animal cogió con los dientes un buen trozo de pan que le había dejado y marchó con él.¡Qué alegría la de nuestro amigo,cuando se dio cuenta que en la ladera , a la entrada de una madriguera, la estaban esperando cinco zorritos . No lo pensó más y determinó hacerse con uno de ellos para tenerlo de amigo, como se tiene a un perro; si había llegado a un “cierto modus vivendi” con la madre, no le cabía la menor duda de que llegaría a una plena identificación con la hija, a la que educaría poco a poco. No le costó trabajo hacerse con el animalico,con el que convivió durante los días que le costó preparar la suficiente madera para ir a la ciudad, a contratar un transportista.
Se llevó su zorrita ,como aquel que va acompañado por su perro, entró en bares y paseó por las calles, volvió otra vez al bosque y aunque venían las congéneres de su amiga a visitarla, no lo abandonaba.Se fueron repitiendo los viajes a la ciudad y los retornos al bosque, hasta que un día se oyeron los “esberrequidos” de un raboso durante toda la noche y la raboseta , se ponía nerviosa.
Al amanecer el leñador, le dijo: ¡vamos a la capital!, al tiempo que abría la puerta del coche, invitándola a subir y ante la sorpresa del amo, la hasta entonces su compañera,exclamó ante su enorme sorpresa: ¡yo quiero ser una zorra! Y dando un salto enorme, se lanzó ladera arriba, allá por donde se oían los gritos del zorro.
Las zorras de cuatro patas, siempre han sido muy inteligentes. Basta leer a aquella que le dijo al busto: “tu cabeza es hermosa, pero sin seso”.

Visto esto, me extraña que las de dos patas (con perdón) y con sexo desequilibrado,exclamen como la zorrita del cuento: yo quiero ser una zorra.Y es que todos huelen a lo que son.

lunes, 21 de marzo de 2022

A Javier Osés, (Obispo de Huesca)

 



Bajando de Pamplona a Zaragoza, después de pasada la Sierra, se llega a una zona de polígonos industriales, que es la zona industrial de Tafalla. Estamos en una comarca de clima submediterráneo y para contemplar dicha comarca y las que le rodean, lo mejor es subir a Ujué, pueblo elevado, con una iglesia –castillo con sus torres, que alberga una Colegiata. Con unos prismáticos se observa todo el piedemonte de Tafalla-Olite y también se divisan las Bárdenas y el Moncayo. Al bajar, yendo hacia la izquierda llegamos a Tafalla, donde no soplaba el aire tan frío como en Ujué y allí me dio la impresión de haber llegado a la capital de la Comarca por su clasicismo y por su desarrollo industrial; éste lo comprobamos al bajar de Pamplona, pero su clasicismo lo notamos al pasar por su gran Plaza, al lado de la carretera, un poco sobre ella y a la que se sube por unas escasas escaleras. Subimos por ellas y contemplamos los enormes porches o arcos que la rodean, cubriendo una calle con locales de comercio, bares y garitas, donde vendían obsequios para niños. Me llamó la atención un magnífico restaurante, en el que entré y la dueña en lugar de distanciarme, me atendió maravillosamente, explicándome, como si de un museo de categoría se trataran, los cuadros religiosos, todos ellos antiguos, representando obispos e imágenes sagradas, otros del pasado siglo, representando pianistas y compositores, que pendían de la pared, sobre pianos con cola o sin cola y armonios, se veían esculturas, unas de carácter sagrado y otras paganas. Al marcharme la felicité por poseer tal mundo artístico, pero sobre todo me fui por no distraerla de su pesado trabajo. Fuera del cubierto de los arcos paseaba acompañado de varias elegantes damas, un señor, vestido de negro con un largo abrigo y, cosa extraña de no tratarse de Navarra,  cubierto con una enorme y elegante boina, porque más al Sur, ya por el Ebro, el cierzo, pasearía las boinas por el aire. Daba la impresión de tratarse de un patriarca, que habría vivido siempre él y sus antepasados en Tafalla. En el Restaurante vi unos cuadros de gallardos carlistas también con grandes boinas, pero no totalmente negras, sino adornadas con ciertos coloridos. Al ver tal signo de tradición y conservadurismo, me acordé de otro hijo de la misma ciudad, también de gran tamaño corporal y sobre todo espiritual, que fue un progresista entre los obispos españoles. Se trata de Don Javier Osés Flamarique, enterrado en la Catedral de Huesca, donde después de tanto tiempo muerto, todavía le ponen flores en su tumba. Hay clasicismo en la Plaza y progresismo en la Casa, que se le ha levantado a la juventud, para aglutinar toda clase de actividades. Al pasar por Navarra, queda uno impresionado por el número incalculable  de “navarrerías”, que uno contempla y escucha.  
La hermana que convivía con Don Javier, reside en Tafalla y éste descansa en la Catedral de Huesca en una capilla, donde de un modo ordinario no luce el sol, pero sin embargo en primavera, durante dos o tres días, observé como brillaba el sol sobre su tumba, en cuya base todavía hay quien  coloca  flores. Su alma sin embargo en lugar de recibir sol durante unos pocos días, lo recibe eternamente. Otro día vi como dos de sus hermanas, que habrían venido de Tafalla, estaban rezando en la capilla funeraria.
Ellas ya saben qué aunque no vengan, su hermano, desde Huesca y desde el cielo, se acordará de ellas.

domingo, 20 de marzo de 2022

ARRARO


Arraro es el nombre de un antiguo pueblo de nuestra Sierra de Guara y
 que suena a algo raro, a algo extraño, pero si ahora resulta dicha palabra con tal significado, en otros tiempos, cuando nuestros antepasados los ilergetes hablaban la lengua vasca, ya Arraro significaba raro, extraño, lo que no llamaba la atención de los habitantes de nuestra vieja tierra.

Si que es raro ver en un lugar tan apartado de la Sierra de Guara, los restos de un antiguo pueblo, que fue repoblado en la terminación del siglo XI. Se escribe que la ermita de Nuestra Señora de Arraro tiene una fecha (13-2-993) en la que dicen que se edificó o más bien se comenzó a edificar o ¿ no se referirá dicha fecha al Castillo desaparecido?. Resulta raro efectivamente que se construyera un pueblo, en una zona casi sin tierras de cultivo, alejada de zonas pobladas, pero tiene una explicación, ya que se fundó para ayudar a los cristianos a salir de la Montaña y para desde allí, empezar a reconquistar la Tierra Baja, cuyas puertas constituía el pueblo de Arraro, ya cerca de Huesca capital de la Plana o Llanura. No es raro, por tanto, que con tales intenciones se fundaran pueblos como Arraro o Castillos como el de Loarre, ya que Huesca se conquistó en 1096.

Fray Alberto Faci escribió que “En un altísimo Monte contiguo a la Sierra llamada de Guara, hubo antes de la pérdida de España, un Pueblo, llamado Arraro: vencidos Aragón y sus Montañas por los árabes, los cristianos de Arraro, siguiendo la práctica de otros, escondieron en una cueva, no distante del Templo de Nuestra Señora y de aquella población, una imagen de Nuestra Señora, que veneraban en su Iglesia Parroquial, para que oculta, se librase de las sacrílegas manos de los sarracenos; en dicha cueva estuvo la Sagrada Imagen escondida, hasta que venciendo nuestros Reyes a los moros, quedaron Guara y sus Montañas libres de su poder tirano; por este tiempo se cree, que fue hallada la Sagrada Imagen en la cueva y fue restituida a su Iglesia de Arraro, de donde tomó su nombre, y desde entonces es venerada en Panzano y otros pueblos vecinos, con singular devoción”.Es la Sagrada Imagen de madera; está sentada en una silla de la misma materia, y no es pequeño milagro, haberse conservado en sitio tan húmedo entonces, y después de tantos siglos, libre de la corrupción, que consume tanto cualquier madera”.

Una copia de la Virgen de Arraro, destruida la original durante la Guerra Civil española, se halla en la Iglesia de Panzano.

Desapareció el pueblo de Arraro y ahora Panzano, en cuyo término están enclavados el monte y la ermita de Arraro, se ha convertido en un pueblo de muy pocos habitantes, situado a unos veintinueve kilómetros de Huesca, dentro del territorio que actualmente se denomina Parque Natural de Guara, y antes estaba unido a los pueblos de Santa Cilia de Panzano, al pie mismo de la Sierra y al, actualmente despoblado pueblo de Bastaras, que a modo de colonia funciona, cercado de vallas, como coto de caza y quedan dentro de ellas, por ejemplo, la cueva de Chaves, que ha pasado a ser un enorme yacimiento arqueológico del Paleolítico hasta la Edad del Bronce. A poca distancia de Chaves se encuentra la cueva de Solencio, que a veces trae grandes inundaciones al salir de ella el agua acumulada. Conocidos eran los caminos del vino, del aceite y de la harina, que bajaban o subían desde la parte norte de Guara, hasta los pueblos inferiores, con los que las gentes montañesas trataban aquellos alimentos que necesitaban para pasar el invierno y al mismo tiempo vendían las patatas que habían producido, a los somontaneses. Camino había desde Nocito a Santolaria pasando por la ermita de Sescún, pero existían también otros cuatro que bajaban desde Used, Zamora y Bara; se unían ya cerca del Cabezo de Guara (a l.870 metros.) y bajaban pasando por cerca de la cueva de la Grallera, superada la cual unos se dirigían a Santa Cilia de Panzano, desde donde bajaban a Panzano, mientras otros ya se habían marchado a Bastaras. Estos caminos no creo que los pudiera comprar nadie, por lo que me parecería oportuno que quedaran libres para ser usados por los excursionistas, turistas y estudiosos y más ahora que la comarca en que se encuentran, se ha convertido en Parque Natural de Guara. Al contemplar como el camino de Santiago que entra en Aragón por Canfranc, se desprecia, cuando allí en Roncesvalles se recibe a los europeos como si no hubiera más caminos a Santiago de Compostela. No es una casualidad encontrar la palabra vasca Arraro por estas tierras, pues se encuentran muchas otras, unas de pueblos ya desaparecidos hace ya muchos años, como Isarre, que parece expresar la hondura en que se encuentra, debajo de Guara, que puede equivaler al vasco Gora (arriba) y otros, como Zamora que primero fue pueblo, después pardina y por fin, no hace muchos años, desapareció. Zamora en vasco quiere decir "que tiene astucia, maña y sagacidad", como efectivamente tenían y aún quedan algunos habitantes por aquellas proximidades que las tienen, aunque no las pueden usar para su tierra, porque en el gobierno y administración del Parque Natural no entran los ayuntamientos de la zona, lo que no es democrático.

Por Bastaras y Panzano pasa el río Formiga, que no es muy largo, pero es bello, ya que está lleno de badinas, de cascadas y a veces se desliza entre paredes estrechas, dando lugar a que las aguas del río discurran más veloces, bajo enormes rocas, que parece imposible puedan sostenerse sobre las aguas sonoras. Por debajo de Panzano parece convertirse en un río de llanura, siendo utilizado para regar los huertos.

Los de Panzano, lugar donde nació la Madre Pabla Bescós, que profesó en la Comunidad de Santa Ana, han ido siempre de romería, unas veces a los Santos Cosme y Damián y otras a la ermita de Arraro. Si San Cosme y San Damián en los dominios del Conde de Guara, que tenía una casa con su escudo en Panzano, se encuentran en lugar encantador, como se demuestra con un solo detalle del trigo pétreo que se encuentra por los suelos, que es como una representación del verdadero trigo que se cosecha por aquellos montes de Panzano, la ermita de Arraro, que se debate entre ruinas, es una joya del arte románico.

Dicen que fue construida con sillares, de los que muchos están todavía formando parte de las ruinas de la Ermita y colocados en la segunda mitad del siglo XII, cuando la ciudad de Huesca estaba a punto de caer, ya que se tomó, como he dicho el año 1096.Todavía se conoce su planta rectangular y se puede contemplar su ábside semicircular. Este ábside estaba cerrado por una esfera de piedra, de la que todavía quedan cinco hileras que inician la cubierta continua, formando un cuarto de esfera.

En la parte central del ábside, está una ventana que permitía su iluminación; es sencilla con su arco dovelado, que le presta elegancia.

Arraro se encuentra en la Sierra de Guara,Parque Natural y debía ser visitado con frecuencia por los oscenses,que recordarían su pasado y les entrarían deseos de restaurar aquellas ruinas ,al contemplar “aquellos campos de soledad, mustio collado”,donde en viejos tiempos aquellas ruinas fueron ,no Itálica famosa,sino el conjunto del castillo, de la ermita y del pueblo de Arraro.

Fumar o no fumar

  Bajaba cierto día por las escaleras amplias de un edificio oficial y al llegar a uno de los vestíbulos de cualquiera de sus pisos, desde l...