domingo, 29 de septiembre de 2019

Historia y Prehistoria, (¡por lo que he visto!)


   

                                               


Dando vueltas por alrededor de Huesca, se da uno cuenta de cómo corre la Historia sobre este mundo. Un cementerio es un lugar triste, donde acabaron y acabaremos los seres humanos y uno observa  que hay varios cementerios, todavía visibles, en esta ciudad. Camino de Zaragoza, es decir en la carretera de Zaragoza, se encuentra el actualmente, principal cementerio de la ciudad de Huesca. De cara a su entrada principal, ya ves a tu izquierda, casi en la esquina, cerca  del ángulo, formado por la fachada principal y la larga pared que cierra este gran cementerio por el  Oeste, una puerta que se abre para entrar en el Cementerio Civil, en el qué, entre otros, reposan los restos del inglés que trabajó en el próximo Monte Agrícola de San Luis y uno de los dos oficiales militares, que intentaron proclamar la República. Pero siguiendo la línea que avanza hacia el Este y mira hacia el Sur, se encuentra la puerta principal de hierro, que suele recibir, cada día, a todos los difuntos, mejor dicho a la mayoría de los difuntos. Y digo a la mayoría, porque algunos, como un francés, que poseía una casa en el Coso Alto,  ordenó  que sus cenizas fueran echadas en el suelo de su finca, que poseía y ahora es de sus hijos, entre la carretera de Apiés y una cabañera, que sube a la Montaña. Las ovejas reposaban su marcha desde allá arriba, hasta la ciudad de Huesca, en un corral, que tenía preparado.
Es frecuente enterarse de que algunos difuntos, cuando todavía vivían, dispusieran ser  incinerados, y sus cenizas fueron lanzadas, por sus herederos, a los bosques o a los prados del Alto  Aragón y por la tierra descansan sus restos.
Bajando del Cementerio Municipal, no por la carretera, sino por un camino, que deja encima de él, el Cerro de San Jorge, hay una colina, en la que hay jóvenes que patinan o que saltan por encima de tableros, que ellos mismos montan y están sus tierras movidas, por sus saltos y por el roce de dichos tableros, cuando en viejos tiempos, reposaba aquella tierra como se hace con la de un cementerio. Y allí pudieron  hacer  lo mismo los huesos de los judíos oscenses, muchos de los cuales vivieron en la Judería, que luego le pusieron el nombre  de Barrio Nuevo. En el Cerro Oscense de Las Mártires, se visita otro Cementerio, en que para la Guerra Civil, se enterraban los que morían o eran asesinados en Huesca por esa Guerra o por la Política, que hace, muchas veces,  que los hombres se odien unos a otros. Entre tanto,  en el Cementerio principal, los que estaban esperando entrar a dominar la ciudad de Huesa, vaciaban algunos nichos, que miraban a la Capital y se metían en ellos, unas veces para dormir y otras para disparar. Muchos fueron en otros tiempos enterrados en las iglesias, como el propio Miguel Cervantes Saavedra, lo fue en la capital de España. En uno de nuestros pueblos provincianos, una joven, cuando iba a misa, se colocaba en la iglesia, al lado de una columna, en cuyo interior estaba enterrado un antepasado suyo. Ella no se enteraba de que rezaba al lado de su antecesor, hasta que se descubrió que su antepasado era el que reposaba, todos los domingos, junto a ella. En las iglesias, como ahora en la Catedral de Huesca, son enterrados los que lo desean. Antiguamente se hacía lo mismo, como en la Parroquia de Loporzano, en la que hay sepulturas de diversas familias, como la de Almudévar. En Siétamo, en su parroquia se encuentran enterrados Azaras y Almudévares y yo no sé  si descansa en el presbiterio, uno de los Marqueses de Torres y Barón de Siétamo. No se sabe dónde, pero está escrito que un Abarca de Bolea, allí descansa. A lo largo de la Historia se cambian de lugar cementerios, que estaban junto a las iglesias de los pueblos y que, trasladaban los cadáveres de los difuntos a nuevos lugares de descanso, como se hizo con el de Siétamo.
El Monte de Siétamo se transformó todo él en un cementerio, durante la Guerra Civil y tuvimos noticias de que cerca del río Guatizalema, en su orilla izquierda fue fusilado el sacerdote de veintiún años, que se llamaba ¿Antonio Vilellas Juste?, de Alquézar. Pero no fue sólo ese rincón de monte, el lugar donde fueron acribillados a balazos muchos “rojos y blancos”, sino por todas partes. Mi doble pariente, el ya difunto, Don Jesús Vallés Almudévar, al que le fusilaron en Fañanás los “rojos”, a su madre y a su hermano de unos catorce o quince años, se hartó de deseos de enterarse de noticias de las muertes, que se produjeron, cuando entraron los gubernamentales en el  pueblo de Siétamo, y él  allí se dirigió,  caminando desde Fañanás. En el camino, relata en su escrito, que casi continuamente, saltaban cuervos de los cadáveres, que estaban ingiriendo. Yo tengo un relato de Jesús Vallés, que me dio,  antes de morir, y yo querría que se editara dicho libro. ¿Cómo podría yo editar ese libro trágico y bello?.
Yo, en el supuesto lugar donde fusilaron a  mosen  Antonio Vilellas Juste, estuve buscando con un periodista madrileño, con un aparato electrónico, su cadáver, pero no lo encontramos. Hace muy poco tiempo, me enteré de que los que lo fusilaron, mandaron eliminar de la superficie de la tierra, los restos de los muertos y efectivamente no encontramos ni un solo hueso. Cerca del pueblo desaparecido de Sexto, en el monte de Siétamo y en la Vía Romana de Huesca a Alquézar, encontramos una tumba pétrea de los romanos.
Estos son los recuerdos que tengo que contemplar para darme cuenta del paso de la muerte por la zona donde yo nací, pero todo el mundo está lleno de recuerdos del hombre, que pobló nuestra tierra. Sí,  porque en cualquier momento te encuentras con un cementerio, que no sabías que existía. Por ejemplo, al lado del actual camposanto, donde yacen varios de mis antepasados y hermanos, pasaba un tractor arrastrando una cuba de “purín”, y sus ruedas se clavaron en el suelo, dejando en evidencia varias tumbas. Eran originales, porque todas ellas miraban al Oriente y allí estaban descansando los huesos de distintos cadáveres de moros que estuvieron en nuestra tierra, entonces de ellos, hasta el año de 1614, poco más o menos. Esos moros de Siétamo hicieron parte de la Historia, pero la desconocemos, como si se tratara de Prehistoria. Alguna vez nos encontramos por el monte, monedas ibéricas, en muchas de las cuales aparecen jinetes sobre caballos ibéricos. Dicen que uno de los Barones de Siétamo, coleccionaba monedas ibéricas y romanas, de las  que todavía se encuentra alguna.
Por estas tierras han vivido los humanos en la Prehistoria. Luego llegaron los vasco-ibéricos, los godos, los romanos y los moros.
Ahora, nos acordamos de nuestros antecesores  prehistóricos de los que se encuentran restos muy antiguos, naturales, en los que todavía hay que estudiar su significado.
Antes de la época en que se vivió la Historia, cuando vamos por el monte encontramos  en muchos lugares, molinos de mano de piedra, que se usaban con facilidad y piedras prehistóricas, como hachas, martillos u otras, arcos con flechas, que se lanzaban contra el enemigo o contra piezas de caza.
En el Alto Aragón, se destaca el encuentro de una variada conservación en el terreno de piedras salientes o emergentes de la Tierra. En esas piedras  el hombre ha visto, representaciones de figuras humanas, de las que algunas de ellas han hecho resaltar aspectos ginecológicos y obstétricos. Dicen que este gran Museo Natural,  baja desde el Somontano de Guara  a los Monegros.
Yo, como nacido debajo de Santolaria, pueblo serrano, al que veo allá arriba, desde la puerta falsa de la vaquería de mi casa de Siétamo y por debajo se distingue el Monte de Piracés, he contemplado varios de esos monumentos naturales. Esos monumentos suelen ser rocosos, en que los hombres primitivos en esas rocas tallaban órganos sexuales o fertilizantes, unas veces masculinos y otras, femeninos. En aquellos viejos tiempos, ¡cuántas ceremonias representarían hombres y mujeres juntamente!. Esas cuevas fertilizantes estaban talladas en las rocas, y parecidas a órganos sexuales femeninos y en ocasiones se encuentran falos u órganos masculinos tallados en las piedras.                                                   
También desde una ventana de nuestra casa, que asoma al Norte, se ve en la misma Sierra de Guara, Santolaria. Para subir a este noble pueblo, sólo hay que bajar a la calle y subir por la carretera de Castejón de Arbaniés, hasta Arbaniés. En este pueblo se alza una bella iglesia, que tiene en sus paredes pinturas románicas. Encima del arco pétreo que da entrada en una casa, se asoma una antigua Cruz, llamada Lauburu, en vasco, como también es vasco el nombre de Arbaniés. Se puede subir por el Monte de Carrascas de Siétamo que pasa al de Bandaliés, y llega al camino que va desde Ayera, hasta Nuestra Señora del Viñedo. En una fuente que hay delante de la iglesia, están picados en piedra los nombres de los pueblos que pertenecen a Nuestra Señora del Viñedo y entre ellos se encuentra, ya un poco gastado, el nombre de Siétamo.     
Encima de Ayera, se alza Santolaria o Santa Eulalia la Mayor y desplazándonos al Este, llegaremos al Pantano de Vadiello. Aquí existía un pueblo que desapareció hace ya muchos años, que tenía el mismo nombre que ahora le dan al Pantano. Al lado de Santolaria se encuentran las ruinas de un pueblo ya desparecido, que tenía el nombre vasco de Isuarre. En la Edad Media el noble dueño del lugar, estaba luchando para reconquistar Aragón y en ese periodo, subieron los moros a Isuarre y mataron a sus pobladores.
Debajo de Santolaria, en el Pantano de Vadiello, dicen, que ahora, cubiertas por la aguas existen cuevas, como La Cueva de la Reina Mora, en la que había restos de la Edad de Bronce. ¿No estarían esas cuevas relacionadas con los Mallos, también de nombre vasco, de Ligüerre?, porque en aquel mundo prehistórico al lado de los  mallos, grandes o pequeños, se encuentran cuevas. Este nombre vasco, ¿no tendrá un significado parecido al de la Peña Guara?. ¿No darían aquellos hombres primitivos un significado fecundador a aquellos Mallos enormes, sobre los que los buitres se paran, como mensajeros  de la Naturaleza?. Parece que los actuales hombres, creando el Pantano han añadido a los cultivos actualmente, una dotación de fertilidad, para facilitar la fecundidad que ayudaba a las primitivas fincas.  Por aquellas rocas, en lo más alto de ellas y en lo más bajo, a orillas del agua, hacen su vida rústica, cabras, que huyen de la vida bajo el poder de los hombres, ¿No verían los frailes de Montearagón, en la Virgen del Viñedo o del Viñero, en aragonés, ya en pleno seguimiento del Cristianismo, el punto de oración no ya de los buitres, sino de los hombres primitivos  que practicaban la fertilización en la  agricultura y en la ganadería prehistóricas?.
Santa Eulalia la Mayor o en aragonés, Santolaria, está en lo alto de la Sierra y con camino  para poder llegar a Nocito. Bajando de este pueblo de hermosas vistas, nos encontramos con el pueblo de Castilsabás, donde destaca Casa Vallés, con dos escudos en su puerta, a saber uno el de Vallés y otro el de Almudévar. ¡Cómo se señalaron los Vallés con los Almudévar y éstos con aquellos!, pues así como los Vallés colocaron en su puerta el escudo de Almudévar, éstos en la escalera de su casa de Siétamo, colocaron en escudo de Vallés. Frente a Castilsabás, aparece la Romántica y bella Ermita de Nuestra Señora del Viñedo o del Viñero, en aragonés. Esta Ermita se encuentra de estilo barroco, porque el pueblo quiso conservarla, cuando su creador, a saber el Monasterio de Montearagón, fue entregado al Estado. El pueblo sencillo, colgó en la iglesia de Nuestra Señora, una poesía escrita en Fabla Aragonesa. Dentro de la iglesia, en sus muros, leí unas letras en que daba noticias piadosas de la señora Almudévar, nacida en Siétamo y casada con un Vallés. Desde Casa Vallés y la Ermita del Viñedo, se miran constantemente. Y se ve, como el pueblo amó y ama a la Virgen del Viñedo, porque cuando la Guerra Civil de 1936, profanaron  la imagen de su patrona y tiraron su cuerpo a un pozo de agradable aspecto, al lado de la puerta de la iglesia. Los fieles a la Ermita, sacaron el cuerpo de la Virgen, del pozo y lo restauraron y ahora cuando subes desde Siétamo, te da la impresión de que la Virgen te sonríe.
En medio de la plaza en que se asienta la Ermita, hay un jardín, rodeado de piedras talladas con los nombres de los pueblos, que son miembros de su Cofradía. Entre ellos se encuentra el nombre esculpido de Siétamo, trabajo artístico, realizado por mi amigo de Angüés, que vive en Siétamo y que se llama Rafael Palacio. Está encima de la Ermita, un edificio grande, que fue en otros tiempos un molino colectivo de olivas. Sus dueños eran de Santolaria, de Castilsabás y todavía se conservan en sus paredes unos carteles en los que está escrito en nombre de cada uno de los dueños de las olivas, que se iban a moler. Hay un enorme poste, convertido en una pieza de madera con la que aplastaban las olivas. Sus dueños aportaron su propiedad a la Ermita y uno de ellos, dejó para la Ermita un hermoso olivar, contiguo, en el que aparcan multitud de coches. ¡ Qué pena que no recuerdo en este momento el nombre de este piadoso Señor!.
Casi no quedan habitantes en la “redolada” de la Ermita, pero queda una señora, que tiene por nombre Consuelo, nacida en el inmediato pueblo de Castilsabás, que con sus más de noventa años, en lugar de vivir en su propia casa, hace compañía a Nuestra Señora, en la Ermita. Pero se acuerda de los seres vivos, como los gatos, que viven todavía, en su casa natal. A ellos iba a verlos, llevándoles su comida diaria. Ella es la Santera del Santuario y acompaña a los que dirigen la oficina y la librería de libros y papeles históricos de la Comarca y trata con respeto y con cariño a los turistas o peregrinos, que van a la Ermita a ver el arte y la historia del edificio o a rezarle a la Virgen, que fue perseguida al tirarla al pozo. En aquella tierra del Viñedo, se proporciona un buen vino al que quiere comprarlo. La Santera convive con la Virgen, con la iglesia de estilo barroco, con el paisaje serrano de la Sierra de Guara, con Santolaria, con Castilsabás y acoge a todos los turistas y peregrinos que por aquel paisaje van llegando. Entra esta Ermita en la Historia, cuando el elevado monasterio de Montearagón fue abrasado por su dueño, que lo compró en la Desamortización.
Pero sin olvidarse o al menos haciendo recordar la Prehistoria de esa comarca, que,  para mí, empieza en los Mallos y cuevas del Pantano de Vadiello, sigue por Castilsabás y por Ayera, continúa por Arbaniés (de nombre también vasco) y tiene que enseñar cuevas y elevadas piedras, que yo ignoro su nombre, en Siétamo, en Pueyo de Fañanás y debajo de Novales, sobre Piracés. Aquí se encuentran restos prehistóricos, que causan admiración a los turistas y a los hombres de Ciencia.   
Cuando se visita la Ermita del Viñedo, se siente una inquietud, porque siguiendo por aquellas tierras en que se exhibe la Prehistoria, se está también acabando  la Historia de Ermitas como la de San Fertús, en Castilsabás y la de San Esteban cerca de Ayera. Pero allí se juntan las alturas de Guara, los no tan altos Mallos de Vadiello, el pueblo de Santolaria o Santa Eulalia la Mayor. En este lugar dice la leyenda que vivía un Rey Moro, que tenía prisionera una hija, en la torre de un castillo, que todavía está en aquellas alturas. Y hay que tener en cuenta, las citadas elevadas alturas, que en el Viñedo ya comienzan a ser más llanas y cruzando la carretera que lleva al Pantano de Vadiello, por tierras de Castilsabás, encontraremos la Ermita de San Fertús (en Castilsabás) y próximas, pero que pertenecen al antiguo pueblo de Ayera; se está apagando la arquitectura románica de la ermita de San Esteban y todavía se eleva la Piedra de los Moros. Desde Fertús, se ve la elevada cumbre del Tozal de Guara y da la impresión de hallarse en un paisaje de leyenda. En la Piedra de los Moros, en el Monte de Ayera, debajo de Santolaria, se ven las huellas, que dejó la mora prisionera en el Castillo de Santolaria, con su salto desde él, hasta una especie de fosa vecina a la Piedra de los Moros. En dicha fosa se contemplan huellas de pies de la mora. Se ve una relación de Santolaria y la Sierra de Guara, donde se asentaba, según aquellos hombres antediluvianos,  la fertilidad de la humanidad y la de los vegetales. En la Peña de los Moros se alza un falo de cuatro metros de altura y se ve un útero monumental. Ese útero se usaba para fecundar a las mujeres y a los granos de cereales, que se depositarían en aquellos agujeros y se sacarían para ser sembrados, ya que, según sus ideas, la piedra fecundaba las semillas.  Entre Ayera y la Ermita del Viñedo se da ese paraje rupestre, que como acabamos de anunciar está formado por  una Piedra de carácter fálico, acompañando a un gran “bloque pétreo”, que fue en tiempos lejanos, trabajado por todas sus caras. En dicho bloque se encuentran cías, restos óseos, aljibes y otros que resultan de difícil interpretación. Muy próximas a estas disposiciones técnicas primitivas, se encuentra la Ermita del siglo XIII y a su lado, hay un cementerio del siglo X, donde todavía deben de quedar restos de moros. Todo este paisaje está rodeado por un bosque de carrascas.
Cuando baja uno por debajo de Ayera a la Carretera que va a Aguas,  a su derecha te encuentras con Bandaliés, pero para ir hasta Siétamo, a pocos metros más hacia el Este, se sigue una carretera que va a Arbaniés, de nombre vasco y con la base de una Cruz, de piedra,  pero que en el año de 1936, los “rojos” le quitaron la Cruz de hierro. Sólo permanecen elevados los Mallos de Vadiello y entregadas al interior de la Tierra las Cuevas de Vadiello y las próximas a la Ermita de San Esteban, entre el Santuario del Viñedo o Viñero. Allí han permanecido  hasta ahora, convirtiéndose en ruinas y en recuerdos de aquellos seres, tal vez divinos, desde los Mallos y las Cuevas, hasta La Piedra de cuatro metros de alta, con sus cuevas al lado. Los Mallos siguen estando elevados, porque en ellos se posan los buitres y suben las cabras, pero a la Piedra de los Moros entre Castilsabás y Ayera, parece que le está fallando su base. Antes de llegar a Arbaniés, nos encontramos con el río Guatizalema, que llena el Pantano de Vadiello, cuando salimos por la carretera que va a Aguas y al bajar hacia Arbaniés, Castejón y Siétamo, nos agrada escuchar su corriente de agua. En Arbaniés, la Historia ha dejado unas pinturas románicas en los muros de su bella iglesia y en una a casa de la entrada, sobre su puerta principal, se exhibe un lauburu o antiquísima Cruz. Al salir de Arbaniés se encuentra una ruina de una Ermita, que como las anteriores dejará de verse una pieza de mármol negro, donde están escritas frases relativas a algún hijo de Arbaniés. Se encuentran cruces o lauburus en muchos lugares del Mundo, como se encuentra esta de Arbaniés, otra de madera en Coscullano y varias en torres de Montes, más abajo. ¡Cómo se pasó de la Prehistoria a la Historia, con estas cruces de forma original, que muestran el paso de la Prehistoria a la Historia. Unas cruces vuelven sus extremos hacia la derecha, y otros, hacia la izquierda, como ahora esos lauburus, dirigen la dirección de las ideas políticas a la derecha y otros hacia la izquierda
Se sigue por las orillas del río Guatizalema y hay restos de molinos en Castejón y en Siétamo, donde vuelven a aparecer ruinas de una grande y hermosa Fábrica de Harinas, que sigue las ruinas que en esta zona del Guatizalema, se van haciendo cada vez más acabadas. Mi hijo.se lamenta del estado de dicha fábrica y muestra dolor al contemplarla. Muy cerca de esta fábrica, fue fusilado el mosen de veintiún años de edad, nacido en Alquezar, que tal vez se llamara  Antonio Vilellas Juste, y del que no se puede saber la verdad de su muerte y de su corta vida. Quitaron la Cruz de la elevada piedra en la carretera de Bandaliés a Arbaniés, como en Siétamo hicieron desaparecer al Mosen Antonio Vilellas Juste.
Muy cerca de este punto en que fue fusilado Mosen Antonio, salimos por la carretera general N-240 a Velillas, pero al llegar, frente a la vía que conduce a Liesa, va uno por la derecha, viniendo de Huesca y pasando la autovía, se encuentra con la figura prehistórica de  Peña Mujer. Se encuentra esta imagen en el Monte de Velillas, en el camino de Torres de Montes y debajo de la elevada Ermita de San Bartolomé. En esta Ermita yo conozco a un aficionado a la Historia y a la Prehistoria, que encontró una moneda visigótica. La figura Peña Mujer, además de su forma natural, parece estar retocada por los fieles que a ella acudían. Como hemos visto en el Falo  y sus cuevas de Ayera, también los precristianos, mezclaban rituales que seguían las normas de fertilidad de la Naturaleza en animales y en seres humanos, como absorbidos por una magia simpática. En zonas próximas a la Peña Mujer, está como hemos visto “la Piedra de los Moros de Ayera”, más hacia el Norte  o la “Peña Mora en Angués”, hacia el Este.



Por la Carreterra de Torres, se puede bajar no sólo a Torres, sino también a Pueyo de Fañanás y a Fañanás, pero todavía quedan caminos que ya no son transitados. Por ejemplo, desde Siétamo se puede ir a Torres de Montes por el Molino Viejo, se cruzaba el río Guatizalema, se subía hacia la Torre Cavero. Desde dicha Torre se veía Pueyo de Fañanás. En Fañanás, muy próximo a Pueyo, debajo de la iglesia, se encuentra un templo mucho más antiguo                            
El  camino que sube desde el río Guatizalema, hacia la Torre de Cavero, se llama Parizonal, porque allí se encontraba un pueblo desaparecido, llamado con el mismo nombre. Sube este valle desde el río Guatizalema a una meseta, en que se encuentra la Torre de Cavero. En este valle había una explotación de ovejas antiquísima.  Ahora pasa por Parizonal la autovía de Lérida a Huesca, que viene de Velillas y va a pasar el río Guatizalema, para acabar cerca de Ola. Ahora están paralizadas las obras de la autopista. Al ver Ola se acuerda uno de San  Urbez, que bajó desde el Monasterio de la Val de  Onsera, al lado del pueblo serrano de  San Julián. Este santo francés ya pertenece a la cultura, pero con una antigüedad, de unos trece siglos. En Ola se conserva en Casa de Otal, una losa de piedra donde dormía el santo e hizo manar una fuente en el Saso de Siétamo, para que no le faltara yerba y agua a su ganado.
Volviendo al Valle de Parizonal, que sube desde el río Guatizalema hasta la Torre de Cavero, donde se ve una pila de piedra excavada en una base de piedra, donde recogían los hombres prehistóricos agua para sus ganados. Estaba labrada en una solera de piedra arenisca y se cayó porque la base de aquella roca, era de tierra y se fue gastando por las lluvias y por el tiempo.
Encontramos en este valle de Parizonal, antes de llegar  a la meseta y cerca de la pila de piedra que he citado, hay arriba a tres pequeñas cuevas, y en el lado derecho subiendo hacia arriba, una cueva en la que se encerraría el ganado y que está rodeada por una pared de piedra. Al otro lado del camino se encuentran dos piedras elevadas, que se miran una a la otra y que yo querría saber, que nombre científico tendrán dicha piedras. Como en el Pantano de Vadiello y en Ayera, están las dos piedras elevadas y frente a ellas, una cueva. Esas tres pequeñas cuevas, que he citado y en la que se refugiaban los animales salvajes y los hombres, me las mostró Toñín de Bruis, que es conocedor de ellas y albañil.  La Cueva de mayor tamaño, está rodeada por una pared de piedras de arenisca. Yo la conozco desde hace ya muchos años y en su pared anterior, últimamente han escrito algún excursionista en ibero, su procedencia y al otro lado del Camino, como acabo de escribir hay dos piedras de más altura que un hombre, que se fijan la una en la otra y que como he dicho me gustaría saber si son parte de alguna pieza prehistórica.
¡Cuántos años hace que se encuentra esa cueva al lado del camino de Parizonal !. La hicieron los hombres primitivos, pero ha sido útil para que el año de 1936, muchos siglos después, fuera refugio en la Guerra Civil para algunos hijos de Siétamo,  en un lugar que se encuentra a unos dos kilómetros. Para la Guerra Civil de 1936, acudían por la noche, cuando atacaban los soldados y milicianos el pueblo de Siétamo, y en esa cueva se refugiaban Estebané Bescós, un poco retrasado mental, hermano de “Trabuco” o Antonio Bescós, que acabó la Guerra en Francia, pero que al fin, pudo volver a Siétamo, donde durante muchos años ejerció de sacristán con mosen Marcelino Playán de Antillón. En esta cueva dormía también Joaquina Larraz, casada con Joaquín Bruis y más tarde madre de Toñín de Bruis. Toñín de Bruis, es una persona inteligente, que estuvo estudiando en un Colegio del Opus Dei. Sabe de agricultor, de albañil y tiene un carácter, equilibrado y lleno de sentido común. Siempre ríe y nunca llora, porque es un hombre feliz y de una honradez a pruebas. Es curioso como esta cueva con sus elevadas piedras, se preparó para épocas anteriores a la Historia, pero lo que nos llama la atención a nosotros, que hace escasos años, tuvieran que defender sus vidas en dicha Cueva. Ha pasado la Prehistoria y en pleno siglo XXI, para la Guerra Civil se ha seguido matando los hombres. ¡Claro que con armas más modernas que las hachas de piedra!. Al llegar a la Torre de Cavero, cuyo dueño en otros tiempos vino de Berbegal, se ve una cueva no muy grande, en la que iban a fecundarse parejas humanas. Si, esa cueva en Pueyo de Fañanás, se encuentra al lado de la carretera que une Fañanás con Pueyo de Fañanás. Como otra pareja de Sasa del Abadiado, iba a las cuevas de Ayera, para fecundar a su esposa de Santolaria.
Cuando llega uno a la Torre de Cavero, mirando al Este, se ve la Peña Mujer.
Podíamos haber llegado al lugar donde se encuentra la Autovía y a su lado la Peña Mujer, por la carretera N-240, pero hemos llegado por el camino de Parizonal. No nos resulta perjudicial el acceso a esta carretera porque  desde la N-240, se accede a la Carretera de Torres de Montes. Pero nosotros hemos llegado desde el río Guatizalema, que pasa por Siétamo, por el Camino de Parizonal a las vaquerías de La Torre Cavero, a la carretera de Torres de Montes.
Siétamo y Torres de Montes “In Dei nomine, amén. Sea a todos manifiesto que yo el noble Don Pedro deCastro y Pinós, Señor de los Castillos y lugares de Siétamo, Olivito…y Torres de Montes…cedo, transporto y desamparo a Vos, la noble Señora doña Isabel de Castro y Pinós, fiya suya, los castillos y lugares de sus términos en el Reyno y dentro del Reyno de Aragón”. El Marqués de Torres de Montes fue también más tarde Conde de Aranda en Siétamo y se comunicaban ambos pueblos por el Camino de Parizonal y desde la proximidad de la Torre de Cavero, hay un camino por el que se puede bajar a Pueyo de Fañanás, donde se encuentra una cueva fecundante y al llegar a Torres de Montes, se da uno cuenta de cómo han sido destruídos el Castillo de Torres, como en el año de 1936, se destruyó el Castillo del Conde Aranda de Siétamo. Han desaparecido los grandes Castillos, pero en un lado de la carretera que viene de Pueyo, se encuentra una estrecha Cueva para la Fecundación Humana y en la misma carretera, cerca de la cueva anterior, se esconde otra Cueva, llamada Mazú, que recuerda un templo matrístico. En 1876, con tal vez la intención de hacer olvidar el paganismo, colocaron una Cruz en lo más alto del Tozal.  Acaso se colocara otra Cruz anterior a esta, pero no se sabe con seguridad. Cuando llegó la Guerra Civil en el año de 1936, los revolucionarios y destructores, tiraron esa Cruz, al suelo y los hijos de Torres, colocaron la Cruz, en la entrada de su Parroquia. En la prehistoria, se han ido destruyendo los Falos, las Cuevas, y luego durante la Historia, las espadas y los fusiles, mientras los humanos se convertían en huesos.
 Se ven hombres buenos, como el señor Fernando Laguarta, que subido en lo alto de la Cueva de Mazú, se lamentaba de que la hubiesen derribado, y tal vez inspirado por dicha diosa Mazú, que ”no paraba de mirar  los cascotes de piedra que por la fachada de la entrada de la Cueva se encontraban derribados y no sé, sí sería por inspiración de la diosa Mazú, levantó una piedra, que causó admiración en los asistentes.  Cuando vi aquella piedra, yo me quedé absorto ante ella, que tenía la forma de un elefante o más bien de un mamut, pero debajo de él, se ven unas letras o signos, tal vez los primeros de la lengua ibérica. Estaban en algún espacio, cubiertas de algas o de moho, pero no fui capaz de leerlas y de resolver su significado. 
No fueron los moros los creadores de cuevas ni las moras creadoras de fuentes, ríos o humedales.”Antes de los moros y las moras, llegaron a España otras religiones y la más antigua fue de tipo matriarcal, siendo sus dioses femeninos. Estas diosas miraban por la fertilidad de los humanos y de la tierra y vivían en cuevas o en ríos”. Entre unos setecientos o mil años anteriores a Cristo, llegaron los Celtas. Estos Celtas adoraban al Padre Sol, al contrario que las diosas más antiguas, que adoraban a la Madre Tierra,y miraban por la fertilidad de los humanos y de la tierra. Estaba viendo la Cueva Mazú, que me recordaba las Piedras Brujas,que se ven en Velillas,en Angüés,en Bespén y la cueva fecundante, más pequeña de Pueyo de Fañanás,cercana a la de Mazú.
Los dioses masculinos procedentes de los Celtas, estaban en la Alto de las Montañas y escondían, tesoros que habían encontrado en sus huidas. En la Sierra de Guara, donde se encuentran los Mallos altísimos de Ligüerre y el pueblo de Isarre, escondían esas semillas de trigo, tesoros que habían conquistado en sus huidas. Con esas semillas crearon los hombres el cultivo de trigo, que convirtió a los hombres en agricultores.
Yo me quedé absorto ante aquella piedra misteriosa, documento encontrado en la “Catedral prehistórica”, pero que no sé interpretar. Me quedé envuelto en inquietantes preguntas sobre aquella lengua vasca que se habló en nuestra tierra, en la que permanecen tantas palabras, como Alerre, Biscarrués, Isarre, Isuarre, Javierre,Espierre,Ligüerre y tantas otras. Las pocas veces que veo a Fernando Laguarta, le doy recuerdos para la Cruz, que bajaron de la Cueva Mazú.
Para volver a Huesca desde Torres de Montes, se puede salir a la Carretera General-240, pasando cerca de la Mujer de Piedra, al lado de Velillas, se tuerce hacia Siétamo, Estrecho Quinto y carretera que sube a Vadiello y bajar por Tierz, hacia Huesca. Se puede también ir por la carretera secundaria, que va por Pueyo de Fañanás, Fañanás Alcalá del Obispo, Campo de Monflorite, para llegar a Huesca. Antes, se iba caminando por Siétamo para luego ir a Huesca.
Hay un dibujo triangular de la tierra, en que se asentó especialmente la población prehistórica del interfluvio o espacio entre dos ríos: el Flumen y el Alcanadre, con su base en la Sierra de Guara y su vértice en Piracés, que ya penetra en la ”Tierra Plana”.
Desde Siétamo, mirando al Sur, se contempla el Repetidor de Piracés, cuyas Antenas son visibles desde Gran Parte de la Hoya de Huesca, y que resultan como un buen punto de referencia. Cerca de este Repetidor, se encuentra el poblado de “El Portillo”, que pertenece a la Edad de Bronce, siendo aquella  zona  muy rica en imágenes arqueológicas. Desde donde se alzaba el Catillo del Conde de Aranda, se divisaba perfectamente el Repetidor de Piracés, y subiéndote en el coche se baja por Alcalá del Obiso, por Argavieso a Novales y luego sales a Albero Alto, debajo del cual se halla un Monumento arqueológico en ruinas de Piracés. Hay fuentes originales en Angüés, Ola, Blecua y Piracés. Parecen estar hechas en los siglos XI al XII, pero así como a la fuente de Ola se le colocó un arco árabe, no hay impedimento para haber sido creadas mucho tiempo anterior, sin ningún arco árabe. Se encuentran, no lejos de Piracés, las ruinas del “Portillo”, de la Edad de Bronce.
Entre Albero y Piracés se baja el nivel y en aquel descender de laderas, se encuentran curiosas obras prehistóricas. Para bajar a Piracés, se va, desde Huesca por la carretera de Sariñena, pero desde Siétamo, se baja por Ola, Alcalá del Obispo, Argavieso y Novales y en esta zona de Ola, Albero Alto, Novales y Piracés se encuentra algún resto romano, habiendo sido hasta que llegaron los romanos, un terreno de un periodo prehistórico, anterior al dominio de los iberos.
Son múltiples en esta zona, los restos de la Obras Prehistóricas, pues en la sencilla conversación con Ballarín de Velillas, me recordó, entre otros “La Piedra de Mediodía de Piracés” y “El Pozo”.
En aquella zona en declive, se contemplan multitud de obras, ya casi totalmente apagadas y uno se pregunta: ¿pasaron por aquí las ideas de aquellos primitivos hombres, para seguir gozando de la vida, pero se olvidaron de sus propias vidas, que ahora ya nadie recuerda?
¿Creen ustedes en la Creación del Hombre por un Ser Superior o creen que su evolución obedece a un deseo de… ¿Quién?.
Los hombres y es lo más admirable de ellos, son seres libres y pueden creer en el bien y en el Mal. El Bien y el Mal los enfrenta y luchan y van pasando por la vida.
  

sábado, 28 de septiembre de 2019

La música y el silencio o la vida y la muerte.-


   

Mi amigo  el argentino, Lalo Brea, encuentra la música que anima el espíritu, en el Norte de Italia y en el Sur, en lugares elevados de los Andes de la Argentina y en  el Sur de Italia encuentra entre las ruinas donde ocurrió hace siglos un inmenso terremoto, cadáveres de nobles romanos, trabajadas o endurecidas por la lava de un volcán, que hacen ver con claridad y con horror escenas muertas de la antigua vida imperial de los romanos.
Contemplando aquellas viejas escenas en antiguos palacios, de cadáveres actuales de siglos pasados, se  siente  un  silencio  con  nuestros  oídos,  porque  no se pueden escuchar sus gemidos, ni sus cantos ni sus palabras, sino la ausencia de voces humanas, de risas o de lágrimas . Sólo  mi  imaginación puede escuchar unos lloros tristes, desesperados, pero inobedientes a nuestros sentidos auriculares, y además sordos para escuchar aquellos antiguos sonidos, capaces de hacer llorar nuestras glándulas que sienten estos nuestros sentidos lacrimales.
Hay épocas felices y otras tristes, que nos revelan la alegría y la tristeza de épocas pasadas y a los humanos actuales, nos revelan la felicidad y las lágrimas que pasaron sus antepasados y que todavía podemos vivir los que actualmente gozamos de la vida. Y por eso hay seres humanos a los que buscamos en este Mundo, para poder gozar de esa vida limitada que Dios ha creado en este Mundo y les escuchamos sus voces sonoras, cantando acompañados de su música escuchándolos y acudimos a acompañarlos por los lugares, donde cantan y hacen sonar su Música, que nos acarrea una felicidad, que nos alegra los corazones.
Por eso yo me acerco a tratar de escuchar a nuestros antepasados, en los cementerios, pero no tengo la suerte de escuchar sus sonidos, que hacían sonar en sus vidas. Quedan en las tumbas los cadáveres y los huesos de nuestros antepasados, pero no se pueden oír los sonidos, que producían cuando estaban vivos. No se pueden escuchar los sonidos que producían con el aire que salía de sus pulmones, sonidos unos incomprensibles y otros, que unos, los vivos pronunciaban con claridad, que unas veces serían comprensibles por los hombres vivos, unos por pertenecer a su propia lengua y otras serían audibles, pero incomprensibles por el paso continuo del tiempo.

¿Qué ha ocurrido con la pérdida de la palabra por los muertos?. Que el Señor Todopoderoso, ha creado la Vida y le ha entregado su libertad para que piense en el Bien y en el Mal, pero muchos hombres han interrumpido esa Vida o simplemente se les ha acabado y le ha entregado su libertad, para que la use y piense en seguir el Bien, tal vez en otro Mundo.
 El Señor tiene ahora la vida del hombre, en dos fases: una para  que haciéndole caso, gane la vida eterna durante su vida y otra, después de su muerte,  para despreciando por la entrega divina de la libertad al hombre, éste con la libertad que le dio  el Señor, despreciara su destino, para sentirse un ser libre, cosa imposible pues la muerte, ha acabado con su propia libertad.
Se habla del  Juicio Final, en que El Señor Juzgará el comportamiento de cada ser humano.
En la Biblia habla Zofonías de la amenaza del Juicio de Dios, que expresa las siguientes palabras: “Palabra de Yahved, que se dirigió a Sofonías, hijo de Kusí, hijo de Guedalyá, hijo de Amaryá, hijo de Ezequías, en los días de Josías, hijo de Amón, rey de Judá.
Suprimiré hombres y bestias, aniquilaré las aves del cielo y los peces del mar y los motivos de tropiezo con los impíos, y exterminaré a los hombres de sobre la haz de la tierra, dice Yahveh.
Y alargaré mi mano contra Judá y contra todos los moradores de Jerusalén y aniquilaré, en tal lugar los restos de Baal, y el nombre de los Ministros idolátricos con los sacerdotes (de Yahveh); y a quienes se prosternan sobre los terrados ante el ejército del cielo; y a los que se postran jurando ante Yahveh…. Y no buscan al Señor ni inquieren por El.”
El Señor amaba a la humanidad, pero daba oportunidades a los hombres de obtener una salvación eterna. Los hombres,  en cambio, “no buscan al Señor ni  inquieren por Él”. 
Por este desprecio de los hombres al Señor, Este “quería alargar su mano contra Judá y contra los moradores de Jerusalén…que no buscan al Señor ni inquieren por Él”.
Esa amenaza del Señor contra los hombres, éstos en estos días del año de dos mil y pico, dicen que se han manifestado en Madrid y en Barcelona, por el calor que parece que quiere abrasar a los hombres.
Protestan los humanos contra el poder del Señor, que puede abrasar la humanidad, con el creciente calor, en estos días del mes de Septiembre.
¡Laol Brea, sigue haciendo sonar la Música, que fomenta el amor a Dios en la Tierra y cuando habites en el otro Mundo, el Señor te hará feliz!.



jueves, 26 de septiembre de 2019

El argentino Mario Rafael Videla.


   

El día 12 de Julio  del año de 2.019, ha estado en mi casa Almudévar de Siétamo, el argentino llamado Mario Rafael Videla Durán. Lo “he hecho entrar en la sala, donde en un cuadro están representados una hermana de mi abuelo Manuel Almudévar Vallés, acompañada de su esposo. Ambos eran españoles y emigrantes a la Argentina Poseo varias fotografías de esos familiares míos, que, hace ya muchos años, emigraron a la República Argentina. Al verlas al entrar en la sala, donde están expuestas al público las fotografías de la primera pareja de emigrantes de Siétamo a la República Argentina, al verlas Mario, el argentino, se puso a cantar una canción argentina, que  dice : “ Alza en el cielo,  un águila  “yedrera”,que audaz se eleva en nuestro rostro  y forma estelas en el purpurado cuello”. El  ala  española, y del águila es bandera y es la bandera de la patria  unída.
Los argentinos son poetas, pues son  innumerables  las canciones poéticas que brotan de sus gargantas y Mario se pone a cantar :”Soy demasiado argentino “pa” que me vengan con cuentos, mi gracia la llevo dentro, la llevaré, la llevaré hasta que muera. Seré un arcón en una cumbrera de Patria  y los hombres contentos”.
Mario me recuerda a don Jaime  Cafrune, en nuestra querida “Sombra de mi esperanza”, que con notas sentimentales, dice: “Sombra de mi esperanza, amanecida como un querer, sueño sueños del alma, que a veces nutre su florecer”.
“El tiempo me va matando, como la vida no vuelve más, el tiempo me va matando y tu canción será, será”.
Horacio, gran poeta,  escribió :”Si se calla el cantor, calla la vida, nunca es toda un canto, debe el canto ser luz, sobre los campos el año siempre ilustra a los de abajo. Si se calla el cantor, se quedan sólo los humildes gorriones de los Diarios, las obras del Pueblo se persiguen y ¿quién habrá de luchar por su salario?”. 

miércoles, 25 de septiembre de 2019

Contraste entre la fuerza de los bueyes y la velocidad de los vehículos de motor



Tengo muchos años, pero todavía me acuerdo de ver parejas de bueyes, tirando del yugo, al que tenían enganchadas sus testas para arrastrar su carro. Podía este carro además de su peso, llevar rodando la carga que le habían añadido, pero los bueyes que lo arrastraban,  tenían fuerza sobrada para hacer circular el peso que llevaba enganchado. Pero lo que no solían hacer era correr con su carro enganchado de sus cuernos. El boyatero caminaba en sus fases de marcha de lo bueyes, delante de ellos, con una larga vara que conducía el mismo al yugo, que unía las testas de los dos bueyes.
Hoy, si le preguntas al público, los trabajos de los bueyes y de las mulas, ya no se acuerda de ver labrar a los bueyes, porque su fuerza ya no se ocupa en el campo, ni en los caminos, pues aquellos  “cornudos animales”, ya casi ni existen.
Ahora, en el Bar, escuchas a muchos hombres maduros, contar sus rutas por las carreteras y caminos, con vehículos de motor y uno piensa en las diferencias de trabajo, que supone para el hombre, el hacer labrar a una pareja de bueyes y contemplar la dificultad de comparar  la velocidad que llevan los caminos con las carreteras.
¡Cómo han cambiado la velocidad y el tiempo que tardaban antes en recorrerlo los hombres andando o montando en asnos, en mulas y en caballos!. Me recuerda la leyenda en que una tortuga y una liebre, se apostaron cuando llegaría antes una de las dos antes a su destino. Ganó la tortuga, que no paró ni un instante de correr por la ruta que se habían propuesto, pero ganó ella, porque la liebre, convencida de su fortaleza corredora, se paró a deascansar en el camino y perdió su carrera.
Ahora , en el Bar, escuchas a muchos chóferes y a muchos hombres maduros, contar sus rutas por las carreteras y caminos, en vehículos de motor y uno cómo piensa en  la diferencia de trabajo, que supone   para el hombre, el hacer labrar  a una  pareja de bueyes y contemplar la velocidad que llevan los camines por la carretera.
Pero el hombre quiere aumentar la velocidad de sus vehículos y cultiva el uso de las autopistas, que elevan su velocidad por la superficie de la Tierra.



martes, 24 de septiembre de 2019

¿Vuelve Huesca a un retraso humano?.-





Me he encontrado con un amigo de unos sesenta años. Íbamos de paseo por la Calle de Tarbes y  habiendo comenzado nuestra conversación, decidimos acabarla, paseando por la misma ruta. Es un hombre de un buen humor continuo, porque, a pesar de las dificultades económicas que sufrimos casi todos los oscenses, él se consuela opinando que ya no volverán a Huesca y su Provincia, los apuros que por los años cincuenta y sesenta se pasaron. Su memoria le llevó a recordar el comienzo de su profesión  de Maestro Nacional, en un pueblo de la Montaña, llamado Acumuer, donde a pesar de las duras vivencias, que tenían que sufrir sus vecinos y sus maestros, en una palabra, sobrevivían. Pero uno se da cuenta de que sus cualidades fueron la causa de esa supervivencia, ya que su buen humor le funcionaba lo mismo que ahora, después de un montón de años; ese buen humor cultivaba la amistad y ésta, la solidaridad. Y ese conjunto de cualidades humanas, hacían que sobrevivieran los niños, los jóvenes y los adultos de Acumuer, acompañados por la alegría que repartían los Maestros, entre todos.
Entonces se decía que España era un País tercermundista y subdesarrollado y los norteamericanos nos querían ayudar a alcanzar el desarrollo. Para ello nos ayudaron, enviándonos leche en polvo, para que todos los niños españoles desayunaran cada día leche americana. Acabado el paseo, entramos en un Bar y allí nos pusimos a escribir; se acercaron varios amigos  y yo le pregunté, a uno de ellos, su opinión sobre el resultado que aquella leche en polvo, que si había dado buen resultado en el desarrollo de los niños y me contestó que él no cree que diera un buen resultado en los niños, sino que aquello había sido una especie de propaganda americana, como si su País fuera el más generoso del Mundo. En cambio le pregunté a otro señor, que por ahí pasaba, si creía en el buen resultado alimenticio que aquella leche habría producido en los niños y me contestó que sí. Pero mi amigo,  que no creía en el éxito de la leche en polvo, me dijo que lo que había sido un verdadero triunfo de la solidaridad  humana, fue el envío por parte de la Argentina, entonces bajo el poder de Perón, de trigo que evitó muchas ocasiones de que el hambre física, matara a muchos españoles.
El buen humor de los españoles les ayudó a superar aquellas negras situaciones de hambre y mi amigo el maestro Nacional, aprovechó la “leche”,  en unión de su Maestra, para organizar, en las largas veladas invernales, a los niños, niñas, adultos masculinos y femeninos, mozos y mozas del pueblo de Acumuer, para merendar largas  “chocolatadas”,  acompañadas con alegres vivencias que eran acompañadas con series de cantos, muchas veces de jotas, para acabar bailando. Se reunían en algunos de los mayores patios de las casa del pueblo. No eran únicamente la leche en polvo y el chocolate los alimentos de sus cuerpos, porque también había que alimentar los espíritus de todos los vecinos del pueblo de Acumuer, sino que se complementaban las deliciosas chocolatadas, con los sonidos de una guitarra y de un violín, que los hacían sonar dos personas mayores, que conocieron, hacía ya muchos años a Sarasate, gran violinista navarro. Entre pieza musical y pieza musical, contaban que en cierta ocasión en otro de los pueblos del Pirineo, no se sabe, si navarro o aragonés, organizaron un concurso de los mejores violinistas, que por aquellas altas tierras destacaban, acariciando los violines. Acabaron de sonar sus violines y el jurado no tenía capacidad para discernir quien era el violinista que mejor  había hecho sonar su instrumento musical. Los miembros del jurado eran hombres justos y querían darle el premio al que mejor hubiera actuado y para obtener este resultado, propusieron, sacarle a cada violín una cuerda. Así lo hicieron, pero el jurado seguía sin poder distinguir al mejor violinista. Siguieron eliminando cuerdas en todos los violines, y hacían sonar el mismo tema una y otra vez, hasta que fueron dos los concursantes y el que quedó campeón fue el navarro Sarasate.
Ya sólo quedaba sentado en el velador, un espectador y un auditor de la redacción de esta artículo, llamado David y se quedó conforme con las teorías de la antigua amistad y solidaridad y quiso comprobarlo con las matacías de “tocinos” que se hacía en la finca del oscense Colchoné, donde él trabajaba. Decía que un día mataba él, otro el tractorista, otro el pastor y así se iba pasando el invierno, en qué comían carne asada de cerdo, chorizo, torteta, acompañando esa tan gustosa carne con buenos tragos de vino. Procedían con solidaridad y se repartían en cada matacía buenos regalos, estaban alegres con los tragos y calientes con el fuego de la leña que quemaban. En una palabra, que como les sucedía en Acumuer, iban sobreviviendo, igual que sobrevivían los trabajadores de la Bodega Comercial de dicho pueblo, que cuando tenían que subir el vino de los camiones a la cuba, sobre los lomos de los machos y de las mulas, que estaba en lo más alto del  pueblo, bebían y bebían vino y cuando caminaban hacia arriba, se agarraban  con sus manos a las colas de los animales, que les ayudaban a subir. Era esta otra forma de solidaridad entre animales y hombres, que les ayudaban también a sobrevivir. Entonces sobrevivían, cuando estaban medio “pirulís”, agarrándose a los rabos de las mulas y ahora, muchos sábados por la noche, en parques y arboledas, muchos chicos y chicas beben y beben y vuelven a beber fuertes licores alcohólicos, lo que no basta para sobrevivir, sino para deshacer su personalidad humana.  
Vinieron otros tiempos y los jóvenes ya no van a hacer el Servicio Militar, es decir a hacer la Mili, como llamaban a tal servicio. Mi amigo pasó dos años en Ifni y  vio como apedreaban a una mora ya vieja, lo que le hizo sufrir mucho, pero le explicaron que lo hacían porque se esperaba que, como en otras ocasiones, colocara entre las redes algún explosivo, que causara la muerte a los soldados. Sufrió todavía más, cuando vio fusilar a un compañero suyo, por haberse dormido haciendo guardia. Pero su humor noble y alegre, le dio el triunfo final a su Servicio Militar, porque un día su novia,  desde Huesca, lo  vio desfilar de abanderado, caminando el primero de la Compañía de Zapadores, cuando en el Cine Olimpia, representaban el NODO. Su novia le llamó y le llenó el corazón de alegría y de esperanza. Han pasado cincuenta años y todavía le dura esa esperanza de vivir, aunque sea sólo sobreviviendo.        

lunes, 23 de septiembre de 2019

Bajando de la Montaña.-


Érmita y Peña de Anies.

Hará unos cincuenta años, que adjudicaron la Plaza de Veterinario Titular de Bolea a un veterinario de León. Como no podía  acudir a Bolea, me pusieron a mí de substituto y yo con veintisiete años, monté en mi moto Peugeot de 125  y subí allá arriba. Me acomodaron en su casa Gonzalo y su esposa Pilar, de los que conservo un recuerdo de bondad, amabilidad y hospitalidad, que yo creo debe de ser difícil, ahora, encontrar a unos patronos tan perfectos. Me di cuenta de que estaba en el fin de los Pirineos y en el principio de la Tierra Baja. Por arriba tenía a muy pocos kilómetros el Castillo de Loarre, que los montañeses aragoneses levantaron para conquistar Huesca y la Tierra Baja de Aragón, con el fin de formar un Reino.  En la Ermita de la Peña de Aniés, nos reunimos los vecinos de todos aquellos pueblos, donde el párroco de Aniés, donde nació Máximo Buen, nos dio a besar una cadena, que supongo sujetaría en  tiempos pasados la libertad de los cristianos, a favor   de los moros. Desde allí tuve que bajar al pueblo de Bentué de Rasal, cuyos vecinos habían acudido a la veneración de la Virgen y montado en una de sus mulas, bajé para vacunar, al día siguiente, sus ovejas. Pero desde la elevada Colegiata se veían inmensas llanuras, como la del Castillo de Anzano, que tuve que visitar y fui recibido por el señor Lapetra, que desde un balcón me mostraba aquellas tierras benditas. Llegó a ser presidente de la Diputación Provincial y padre de varios hijos, entre los que todavía recuerdan los aragoneses, a algunos de ellos, como grandes jugadores de fútbol. Se veía también el enorme Castillo de Castejón de Becha, donde además de un gran rebaño de ovejas, pastaba una notable vacada. Desde este alto punto de vigilancia a 627 metros de altitud, se tiende a mirar hacia el Sur, donde en la ladera se ve la Ermita de Mueras, del siglo XII, donde se encontraban unas esculturas zoomórficas,  relacionadas, tal vez con teorías musulmanas. Debajo del Monte de Bolea se contemplaba el pueblo de Esquedas, en otros tiempos propiedad del Conde de Sobradiel y entonces lleno de vida y de prosperidad, en que sus habitantes vivían con más holgura que los de arriba. Allí estaba, en la Iglesia parroquial y sigue estando un cuadro del gran aragonés Goya y allí permanecen Casa Jiménez y Casa de Grasa, de las  que han surgido veterinarios como Luis Jiménez,  Aurelio Grasa y su primo Ramón, también Grasa. En el otro lado de la gran Plaza, se encuentra  una casa, donde les enfermó una caballería y me llamaron para curarla de un cólico intestinal, que le producía grandes dolores. Allí pasé casi toda la noche, inyectándole productos que hicieran calmar los dolores que la acetil-colina, producía en sus intestinos. Algún rato me sentaba, acompañado por el hermano pequeño de la casa, sobre un pesebre, al tiempo que escuchaba recitar oraciones a una anciana, que colocó un cuadro de San Antón, patrono de los animales, colgado en la pared. Poco tiempo duró la labor de las caballerías en la tierra, porque aquel año, que yo estuve en Bolea, se vendieron en las Ferias de Ayerbe, multitud de ellas. En Esquedas estaban ya pensando en hacer la Concentración Parcelaria. Todos soñaban con un porvenir mejor pues una señora que vivía al lado de casa de Grasa, me lo  deseó, regalándome  una pareja de tórtolas, de esas que llevan un collar negro en su cuello y que al llegar el mes de Febrero cantan y cantan,  como anunciando un porvenir feliz. Yo me la llevé a Siétamo, donde volví  a trabajar las tierras familiares y ahora, está todo el pueblo lleno de esas tórtolas, que nos dan esperanza, pero el porvenir de la ganadería no se ve brillar  ni en Bolea ni en Siétamo.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Yo Ignacio Almudévar Zamora…


 
             
Yo ,Ignacio Almudévar Zamora, nací en la Villa de Siétamo, el año 1930. Allí iba a la Escuela, donde también acudía el muchacho que ha llegado a ser Cardenal Javierre, entre otros muchos. Mi primer maestro fue Don José Bispe, hombre sensato y bueno.
Las circunstancias nos hicieron vivir a mi familia y a mí en Jaca ,en Ansó y más tarde en Huesca,donde fui al Colegio de los Salesianos y al de San Viator.Luego estudié en Escoriaza (Guipúzcoa),donde caí en la cuenta de que desde Lérida a Navarra se habló el vasco-ibérico.En Zaragoza estudié la carrera de Veterinario
Siempre me gustaron las catedrales, los puentes, los ríos, los montes y las alamedas y escribí mis artículos y di conferencias, de los cuales he seleccionado algunas para componer este Retablo del último tercio del siglo XX. Ya me habían editado dos libros  de los que ya no queda ninguno en las librerías, a saber . uno en “fabla” aragonesa y titulado Beyendo  chirar o sol y otro en castellano ,que tiene por título Claroscuros.
Este libro describe en algunos artículos a los ciudadanos del Alto Aragón, que han soñado con el porvenir de su tierra y de sus pueblos, pero como decía Don Federico Balaguer :Si son pocos los habitantes de un país, poco pueden alcanzar y yo añado pero tenemos que alcanzar el triunfo.    
Encuentro este escrito el día 27 de Septiembre del año 2005 y pienso en los inmigrantes, que están llenando España. Pienso en lo que escribió Jesús Llanas Aguilaniedo, que decía que todas las grandes culturas del mundo han caído por obra de hombres primitivos. Así ocurrió en Roma, en Egipto, en Grecia y ahora puede ser que ocurra en Europa. Hay que considerar que en Francia viven unos once millones de norteafricanos, que son contrarios a los viejos pensamientos de los franceses.
Aquí en España sus habitantes no se conservaban en gran número porque no se reproducían y se cerraban escuelas y ahora se están abriendo y vuelvo a repetir :”tenemos que alcanzar el triunfo, pero será un triunfo distinto al que durante siglos ha sido la causa de que el español se hablara en tantas partes del mundo.

Fumar o no fumar

  Bajaba cierto día por las escaleras amplias de un edificio oficial y al llegar a uno de los vestíbulos de cualquiera de sus pisos, desde l...