miércoles, 31 de octubre de 2018

Todos los Santos y las Animas



En el segundo Libro de los Macabeos, del Antiguo Testamento, puede leerse: ”El valerosísimo varón Judas hecha una colecta, envió a Jerusalen doce mil dracmas de plata, para que se ofreciese sacrificio por los pecados de los que habían muerto, pensando con rectitud y piedad de la resurrección. (Pues si no esperaba que habían de resucitar aquellos que habían muerto, tendría por cosa vana e inútil el orar por los muertos). Y este es un pensamiento santo y piadoso”.
Ya vemos que siempre ha habido hombres y mujeres que han procurado ser fieles a Dios y a sus prójimos, pero Cristo abrió su boca enseñando a las turbas las Bienaventuranzas, diciendo: ”Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de Justicia, porque serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque conseguirán misericordia, Bienaventurados   los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por amor a la Justicia, porque de ellos será el Reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os maldijeren y os persiguieren, y dijesen contra vosotros falsamente todo genero de mal por causa mía: alegraos y regocijaros porque vuestro premio es grande en los cielos”.
Los primeros años del Cristianismo no se celebraba la Fiesta de Todos los Santos ni la de las Animas, pero fue el templo famoso del Panteón dedicado a todos los dioses el que dio ocasión a Bonifacio IV, que lo purificó y lo dedicó a la Virgen María y a todos los Santos Mártires de los cuales trasladó de las Catacumbas al Panteón veintiocho carros cargados con sus  huesos.
Como vemos  en este relato, ya morían los hombres y mujeres antes de Cristo y buscaban su eterna salvación, problema que sigue en pie hoy día y que los que tenemos fe, tratamos de salvarnos a nosotros mismos y a los demás.


Y son los huesos que movidos por músculos y dirigido por espíritus, los que siguen preocupando al mundo actual, pues igual que de niños vaciábamos cucurbitáceas calabazas, dejándoles ojos y boca y también nariz y poniendo dentro de ellas una vela encendida,  las colocábamos en lo alto de la fuente, en ventanas bajas de las casas y en la Iglesia Parroquial, para que así hombres y mujeres recordaran las almas de quienes estaban en el Purgatorio y rezaran por ellas. Dicen que otros colocaban calabazas para asustar a las personas y evitar que rezasen por las almas. Hace ya años, circulando por la ruta que pasa por Novales, vi una luz extraña que me obligó a parar y al hacerlo, me encontré una de esas almas calabaceras con su vela dentro, la noche de las Animas. Cuando ya creía perdida esta costumbre, en la noche de Animas de mil novecientos noventa y seis, en la iglesia de Siétamo encontré cuatro niños, con sus caras pintadas, con una calabaza animada por su vela, cuya fotografía conservo para que me recuerde el día de mi muerte.

El enterrador



Canta una antigua canción: “Era Simón en el pueblo, el único enterrador” y explica como llevaba a su hija a enterrar al cementerio, porque la  llevaba, acompañado por otros amigos, sobre uno de sus hombros, pero lo que más le dolía, era su corazón. Así, cantando lo manifestaba, cuando  dándose a conocer,  decía : “Soy enterrador y vengo de enterrar mi corazón”.
En cierta ciudad, conocí a otro enterrador, con el que tengo una gran amistad. Cuando nos saludamos, aprecio que la piel que cubre sus manos, es  áspera y dura, en contraste con el cutis que cubre su rostro, que es alegre y en armonía con su sonrisa. Hablamos de diversos temas, pero no sólo de  difuntos, de los que  unos,  entierra en sus nichos y a otros en mausoleos, en tanto a otros los entierra en plena tierra o lanza al aire o a la tierra los polvos que han quedado de la incineración de sus cuerpos. Ya dicen los Miércoles de Ceniza cuando la imponen sobre nuestras cabezas: “acuérdate hombre de que eres polvo y en polvo te has de convertir”. Tarda muchos años la conversión del cuerpo en ceniza, pero el hombre moderno quiere adelantar los hechos e incinera a sus difuntos. Ahora nos damos más prisa en quitarnos de delante a los difuntos. Pero está claro que antes también  las hubo, como la que puso en práctica un enterrador, que conducía los caballos negros del Hospicio y que se llamaba Pascual Montenegro. Y así lo tengo escrito en mi libro “Retablo del Alto Aragón”: “ Así  como Simón en el pueblo era el único enterrador, Pascual fue en Huesca el último que condujo a los difuntos en un  coche de caballos mortuorio, como una carroza en la que se hacía el último viaje y no triunfal precisamente… Pascual iba revestido de negra librea con alamares dorados, que concordaba con su rostro moreno y taciturno. A su paso por los Porches, la gente se levantaba de sus butacas del Flor  o del Universal y unos inclinaban reverentemente la cabeza y otros hacían devotamente la señal de la Cruz. Años antes el difunto era conducido a hombros hasta los Porches, donde se introducía en la carroza…allí se disolvía el duelo y los más allegados iban al cementerio”.
Los había que no respetaban ni la muerte. Como “Carrusco”, que en cierta ocasión, cuado iba a ser introducido el féretro en la carroza, arreó a los caballos, que se arrancaron veloces”. El malintencionado, engañó a los caballos, a los que Pascual Montenegro amaba profundamente, ya que cuado tomaba café, les hacía lamer el azúcar a la que él renunciaba.

Pero mi amigo el enterrador de manos ásperas y cutis fino, también amaba con locura a un nieto suyo, pero así como a los caballos se les perdió la elegancia de su paso y de su trote, a su nieto, “ Lorenzín”,  una enfermedad, le hizo perder su salud. A los caballos de Pascual Montenegro les gustaba el azúcar y al nieto de mi amigo le gustaban los pájaros. Por eso su abuelo, al darse la fecha en que el niño hubiera cumplido cuatro años, fue al cementerio  y le llevó un pájaro de colores, que compró en una juguetería. Al llegar la comitiva familiar al frente del nicho y mostrarle el pajarico, otro pajarico se puso a cantar sobre una rama próxima. Mi amigo, el de las manos duras, sintió reblandecerse su corazón al escuchar cantar al verderol y de sus ojos salieron lágrimas de felicidad.

lunes, 29 de octubre de 2018

Pablo Neruda.- Por Ignacio Almudévar.




La Vida me va resultando como un espectáculo en el que ya de niño veía a mi maestro revestido con un guardapolvo, con sus gruesas gafas y su boina, que casi nunca se quitaba y luego con otros niños hacíamos barro orinándonos en la tierra y creábamos huertos imaginarios.
Empezaba a ver la vida en los “cucos” que envolvía en un pañuelo,  en la burreta torda de mi casa y de la que todavía guardo su pesebre y en mis compañeros de la Escuela de Siétamo y empecé a ver la muerte, al enseñarme el cuerpo de un muchacho que se agarró a un camión con su bicicleta y lo aplastó. Estaban los fieles dentro de la iglesia y el difunto dentro de su fúnebre caja, bajo los arcos de la Lonja y un joven, ante mi curiosidad, la abrió y una moza me  levantó y vi su figura yerta, pero bella.
De estas contemplaciones de hechos cotidianos o, según Unamuno “intrahistóricos”, antes de cumplir los seis años pasé en un instante  a verme introducido en los hechos históricos de la Guerra Civil. Un día, que sería del mes de Julio o de Agosto, un cañonazo sonó cerca de mí y a continuación no cesaron de oírse los tiros de los fusiles y los traqueteos de las ametralladoras.
A mi padre le pidieron las llaves del sótano del Palacio del Conde de Aranda, para meter en ellos a los detenidos, pero mi padre se negó porque aquel lugar le parecía tenebroso y cruel. Luego el jefe de la zona le dijo que se fuera a Huesca con su familia y tuvo que ir por la provincia de Huesca hasta Zuriza, con intención de pasar a Francia. No hizo falta tal emigración, pero me acuerdo de cómo otros, por ejemplo Pablo Neruda hizo viajes más atractivos y más curiosos por todo el mundo.
Cien años se han cumplido del nacimiento de este poeta y cerca de setenta hace que fui con mi familia en peregrinación por Huesca, Jaca, Ansó y Zuriza. 
Por aquellos años de mil novecientos treinta y cuatro  estaba  Neruda en Madrid, donde  parecía que el ambiente olía a  una próxima  Guerra Civil,  que cuando llegó, le hizo escribir: ”Creo que esa época va a ser revalorizada históricamente en forma independiente a las pasiones políticas. Y va a asumir una categoría que hasta ahora no se reconoce…porque tuvo tales dimensiones que fueron …sumergidas  en la sangrienta guerra que conocemos, que naturalmente los españoles todavía no se han detenido en el  examen de sus pérdidas y de sus valores”.
Los hechos que durante ella ocurrieron, tocaron su corazón de poeta, lo que le llevó a  repetirse: ”Creo que esa época va a ser revalorizada históricamente en forma independiente a las pasiones políticas” y se dio cuenta de que España podía “sentirse orgullosa de aquella época” del 27 y sintió el dolor de la muerte de aquel Miguel Hernández que “hasta entonces era un genial aprendiz de poeta”; tuvo que llorar la muerte de Federico García Lorca, que ”era uno de los poetas más extraordinarios...en que está unida toda  vida física y la biológica con los menesteres del alma y de la poesía”.
El concepto que Neruda tenía de España iba unido a su amistad con sus poetas y no es un recuerdo como el que aparece en 1935, cuando  publicó  su obra: Residencia en la Tierra, en la que escribe las experiencias que había vivido en sus misiones diplomáticas  en Ceilán, Birmania y llegando a ser cónsul en Colombo y en Singapur. El mundo musulmán y el hindú le inspiraron versos que recuerdan la geometría musulmana,  a la que podemos admirar contemplando los mosaicos de sus mezquitas, incluidos los mudéjares que están revistiendo algunas capillas de nuestra catedral  oscense.
Neruda, al escribir su memorial de la Isla Negra, hace un canto al “desencanto” de todo lo humano, deja sólo la ilusión de los árboles, los ruidos que producen los insectos en la selva y el ruido inmenso de la naturaleza, lo que hace que en él no permanezca la verdad del hombre y no mezcla “la vida física y la biológica con los menesteres del alma y de la poesía”, como él mismo escribió que hacía García Lorca. El recuerda las batallas de los indios chilenos o araucanos y le lleva a cantar la gloria de Alonso de Ercilla, pero se abstiene de cantar la gloria del vencedor español y canta el heroísmo de los araucanos. Y Neruda se concentra en la recolección de todas las cosas que encuentra  y de otras que pierde, como yo al ensuciar mi pañuelo aquel insecto con su “sangre “ de color verde, tiré dicho pañuelo, pero un segador, un hombre  íntegro, me lo trajo luego a mi casa. Yo en las más cercanas salidas de mi pueblo, recogía también “esquilas con su cañabla”, caracolas, botes de farmacia, insectos, aparejos de caballerías, candiles de aceite y abarcas. Pero Neruda además se recogía lupas, mascarones de proa, vajilla procedente de bares y de tabernas, etc, etc, que exhibía en sus residencias, como en la de la Isla Negra, donde se oyen y se ven las olas poderosas del Océano Pacífico. Allí contemplaba sus objetos, lo que tal vez le impedía subirse a hablar con el Creador. En los libros de Neruda de los que dispongo, trata poco del hombre y mucho de las mujeres, recordando sus contactos con ellas, con versos como estos: ”Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,-te pareces al mundo en tu actitud de entrega”. El nombra el alma de García Lorca, pero no recuerda demasiado el alma humana. Tampoco cita mucho a los animales, pero canta a la madera, al fuego, a la lluvia, al aire, al tomate, a la zanahoria y a la alcachofa, en la que ve las formas humanas de un guerrero. 
Yo desde mi casa de Siétamo veo Fraixinito o Fraxineto, el pico y el tozal de Guara, que nos separan el Somontano de la Montaña y tengo, como Neruda colgadas las abarcas, los cepos y los hierros del caldero del hogar, donde los campesinos se unían alrededor del fuego y contaban sus trabajos y sus aventuras con el uso de los cepos. También entre mis recuerdos cuentan los de mi hermano el marino, como mapas y cartularios.
Pero el poeta tenía el inconveniente de que su padre le era hostil y tal circunstancia le llevó a cambiarse el apellido paterno de Reyes por el del escritor checo Neruda
Neruda, al llegar el ocaso se asomaba hacia el océano y hacia los Andes y veía el grandioso espectáculo del crepúsculo: ”grandiosos  hacinamientos de colores, repartos de luz, abanicos inmensos de anaranjado y escarlata”.¿No tendría Neruda algún proceso psicológico, al ver tales maravillas, que lo llevaría a olvidarse de su padre y de su apellido?.El poema diez de su obra Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en su final dice hablando del crepúsculo:  ”siempre, siempre te alejas en las tardes-hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas”, como si ese crepúsculo le borrase la idea de Dios.
Hay quien asemeja a Neruda con Picaso,  pues ambos dedicaron parte de su arte a Stalin; Neruda le cantó con su poesía y Picaso le ofreció un retrato. Ambos fueron premiados con el premio de la Paz, en la Unión Soviética.
Neruda tuvo un compromiso político con el paraíso comunista y esa poesía política es lo peor de la obra de Neruda. Aquel hombre tan poético en sus cosmologías se torna vulgar y pasado de tiempo en sus panfletos, que él querría convertir en divinos.
No hizo como Sartre, también comunista que al estar próximo a su muerte, escribió: ”He luchado denodadamente por un mundo en el que no me gustaría ser ciudadano”, pero Neruda dio un nuevo cambio, volviendo a la poesía dedicada a los objetos corrientes, a esas vulgares cosas que tienen, muchas veces, la virtud de devolver la alegría perdida.
Pero siempre me acordaré del poema número veinte, que dice así: : “Puedo escribir los versos más tristes esta noche.-Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,- y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.-El viento de la noche gira en el cielo y canta.-Puedo escribir los versos más tristes esta noche.-Yo la quise, y a veces ella también me quiso.”

sábado, 27 de octubre de 2018

Opiniones filosóficas de un extremeño


                                                         

Me he acercado a las elevadas ruinas, que dejaron del Castillo- Palacio del Conde de Aranda en el Mirador, desde donde se divisa “a Fondura” de Siétamo. No iba sólo, sino acompañado por el extremeño Don Luis Garay, que se dio cuenta del artículo “o” y lo relacionó con el mismo artículo gallego.
Luis se fijó con sus ojos en la Noble Cruz, que se alza en lo alto del solar, del Castillo- Palacio, ya derruido, que colocaron en tal lugar, como recuerdo de aquella situación de Guerra Civil. Esta Cruz, levantada como un recuerdo sentimental de aquella miserable Historia, ha estado a punto de desaparecer, porque unos querían tirarla, porque los ateos pensaban que era inútil el recuerdo  de  aquella Cruz, que era un signo de Paz y ellos amaban la Guerra .Entonces si ellos no amaban la Paz, ¿por qué se había de someter, todo el pueblo a olvidar esa Paz, recordada por esa Cruz?. En Rusia  que  quisieron  destruir el sentimiento cristiano, resulta que pasados unos treinta años, ahora se puede contemplar al máximo Jefe de ese Imperio, rezando en las iglesias.
En aquella época en que gobernaba el odio a la Religión, se combatía a la misma y ahora se le canta y se la adora. Entonces la Unión Soviética causó cincuenta millones de muertos entre opositores políticos e individuos religiosos
Es curioso que en Siétamo haya una Cruz, levantada al acabar la Guerra Civil y desde ella se ve, a lo largo de la Calle Baja, una Cruz esplendorosa que fue destruída en la misma Guerra y que hoy, se yergue en medio de la Plaza Mayor, frente a la Iglesia Parroquial y todavía, en la salida de Siétamo , al lado de la carretera que sube a Castejón de Arbaniés, se yergue otra que mandó restaurar Don Antonio Barta. No se dejó elevada ninguna Cruz, pero al acabarse la Guerra, al Sur del Palacio del Conde, se levantó otra hermosa Cruz.
Esta Cruz estaba un tanto apartada de la sencillez, que llevaba consigo aquella en que colgaron a Cristo, porque en ésta se añadieron consignas bélicas y políticas, que  por su condición guerrera, apartaban a los cristianos de los enemigos de la Fe. 
Cuando vino la Democracia, unos pensaron en derribar el Monumento a la Cruz del Palacio y otros quisieron conservarla. Pero por fin, después de desmontar una pieza del Monumento, un Alcalde pensó en dejarla erigida y otro hizo desaparecer las inscripciones políticas que se asentaban en su estructura. Lo realizó con cuidado y cubrió con láminas pétreas, aquellas orientaciones políticas que conducían a la separación de los amigos de la Cruz y de sus enemigos.
Otras cruces se colocaron en la Comarca del Estrecho, como en lo alto del Saso, por cuya parte baja, sube la carretera que une el río Flumen con el Llano de Quinto. Esas cruces aún consuelan a muchos oscenses, cuyas familias lo pasaron mal para la Guerra.
Pero los líderes de distintas formas de Gobierno, no están conformes con doctrinas que pregonan la Paz, sino que buscan revoluciones, en que la sangre humana ha de ser derramada.
¿ Cómo la humanidad alcanzará el amor mutuo, que aleje la guerra de este Mundo?. Desde luego que no se alejará con la teoría de algunos revolucionarios, que dicen : “Que el árbol de la Revolución, tiene que estar regado con sangre humana”.
Desde luego que aquella sangre humana ha de ser ajena y nunca la suya.


viernes, 26 de octubre de 2018

René Morán





Encuentro a este hombre sonriente en el Bar, que está instalado frente a la Cámara de Comercio de Huesca, en una amplia Plaza, a la que acuden los comerciantes de la Provincia, para agilizar las actividades comerciales. Pero no sólo entran en ese centro de la actividad comercial, sino que cuando se dan cuenta de la frontera del Hotel- Restaurante y Café- Bar, que se enfrenta a su templo, objeto de su veneración monetaria, sienten la necesidad de beber algún líquido o licor, que les siga dando fuerza para perseguir el provecho que les proporciona su vida comercial.
René se llama este chileno, que recibió este nombre en la prolongada física e intelectual vida de esta República. No es un nombre español, sino francés, pero rima su sonido con las alturas de la Cordillera de los Andes. Cuando en las alturas de la cordillera ve volar o posar a los condores, se acuerda del nombre de René, que suena como aquel volar que ejercitan los condores por el aire. Porque René, renace muchos días volando por las alturas aéreas, de un Pais a otro para ejercer su juego futbolístico.
Es Chile un Pais muy largo, larguísimo y René volando siempre por el aire, va conociendo el Mundo y en los lugares deportivos, hace volar los balones por el aire, como él vuela en los aviones, imitando a los condores.
Son prolongados los Andes en Chile, pero es también  amplia  su política, como lo es la variedad de sus paisajes, que van desde las primitivas estatuas antiquísimas en las Islas de Pascua, hasta las Montañas altísimas de los Andes. Mirando al Océano Pacífico se extiende con su superficie marina, el Océano Pacífico. Por el Norte están las grandes extensiones de Nitrato de Chile y al mediodía los hielos del Polo Sur. Poseen nitratos producidos por la evacuaciones, que  han extendido las aves marinas, que han formado a lo largo de los siglos, que con el nombre de Nitratos de Chile, que se han repartido por todo el mundo agrario.
Es un Pais el de Chile muy largo, muy estrecho, muy distinto desde su tierra y los vuelos, desde el Norte hasta el Sur. Está recorrido de arriba hasta abajo por la Cordillera de los Andes, por el Este es todo montañoso y por el Oeste, está todo bañado por las aguas del Océano Pacífico.
Es este Pais un mundo que hace brotar la poesía y en él surgió el enorme poeta PABLO NERUDA, que hizo brotar de su corazón esa poesía,”la canción desesperada”  que grita: “Oh sentina de escombros, feroz cueva de Náufragos!- En ti se acumularon las guerras  y los vuelos.- De ti alzaron las alas los pájaros del canto.- Todo te lo tragaste, como la lejanía.- Como el mar, como el tiempo -. Todo en ti fue naufragio!-   Es la hora de partir, la dura y fría hora- que la noche sujeta a todo horario.-El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.-Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.- Abandonado todo  como los muelles en el alba.-Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos.- Ah más allá de todo.2 Ah más allá de todo.-
      Es la hora de partir. Oh abandonado.”
Nació Pablo Neruda el 12 de julio de 1904 y murió en Septiembre de 1973 a los 69 años. Y Neruda, al llegar el  ocaso se asomaba hacia el océano y hacia los Andes y veía el grandioso espectác2ulo del ceprúsculo, como “grandiosos hacinamientos de colores, repartos de luz, abanicos inmensos de anaranjado y escarlata”.¿No tendría Neruda algún proceso psicológico, al ver tales maravillas, que lo llevarían a olvidarse de su padre, de su apellido y de Dios?.2
El poema diez de su obra Veinte poemas de amor y una canción desesperada, dice hablando del crepúsculo: ”siempre, siempre te alejas. Yo la quise y a veces ella también me quiso en las tardes-hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas”, como si ese crepúsculo le borrase la idea de Dios.
La idea de Dios la aleja de su cabeza y se limita a “escribir los versos más tristes esta noche” y a recordar el amor que le hace exclamar: “Yo la quise, y a veces también ella me quiso”.
Neruda con Picaso dedicaron parte de su arte a Stalin. Ambos fueron primados con el Premio de la Paz , en la Unión Soviética.
Ahora, en dicha Unión, con Vladimir Putin se le canta a Dios en la iglesias.


jueves, 25 de octubre de 2018

Stephen Hawkings



Stephen Hawking, mostró que el cuerpo tiene límites, pero la mente y el Universo, no.
Stephen Hawking, enseñó que los cuerpos tienen límites, sin embargo esos límites en la observación del Universo, parecen no tener fin. Durante unos cincuenta años o más, le amenazaba la muerte, pero él estuvo combatiendo sus enfemedades letales, al mismo tiempo que escribía trabajos sobre la Física Teórica, sin dejar de gozar de la vida, igualmente que una persona que le gusta divertirse, porque él, con su cerebro, gozaba con todas las cosas.  En 1981 empezaba a tener dificultades en su lenguaje, de tal manera que sus oyentes, no todos ellos, eran capaces de entender lo que decía. Ha sido un hombre de valor excepcional. ! Cómo gozaba con sus consideraciones sobre el origen del Universo e incluso con sus apuestas científicas.!
Stephen Hawking poseía una capacidad de inteligencia, que le hacía expresar los fenómenos naturales, con su propio vocabulario y así como él, que era londinense, llamaba   Big Ban  al famoso reloj de las Casas del Parlamento, haciéndola una de las imágenes más famosas de Londres, no dejando de ser hombre, usando su vocabulario, urbano londinense, en un vocabulario, que traspasó desde Londres al Espacio.
La teoría de Big Ban, parece estar basada en la teoría general de la  relatividad, que formuló Albert Einstein en 1915 y que representa una de las cumbres del Pensamiento humano. ”Según la teoría de la relatividad, el espacio y el tiempo no son, como podía parecer, magnitudes inertes e inmutables. Por el contrario, el espacio-   tiempo, como un todo, se pueden estirar y encoger, curvar y retorcer. Su textura se parece más a la de la goma que a la del cristal. Y su geometría está determinada por la materia y energía que contiene. Todos estos son conceptos revolucionarios y fascinantes. El espacio y el tiempo no son el escenario impasible de un gran teatro, dentro del cual tiene lugar una representación. La teoría nos dice que la forma de ese teatro y su evolución temporal están determinados por los actores que pululan dentro de él, es decir la materia y la energía que pueblan el universo”.
 He leído: “¿Qué había antes del Big Ban? “ que escribió Don Alfonso Casas el año 2.015, que me ha dado ideas  del mismo y dice que existen distintas investigaciones que proponen que hay una historia anterior a ese instante cero de nuestro universo.
“La teoría del Big Ban, se basa a su vez, en la teoría general de la relatividad, formulada por Albert Einstein en un  apartado de 1915, y que representa una de las cumbres del pensamiento humano”. En el artículo de Casas, después de describir del Big Ban, dice que no hubo nunca un “teorízante del Big Ban”, pero como fin de historia, añade “podría ser, pero no es seguro”. En un apartado escribe “San Agustín afirmó, con sagacidad, que no tiene sentido preguntar en qué empleaba Dios su tiempo antes de crear el tiempo”.
En un eclipse solar del año de 1919, se dieron cuenta de que la  Teoría de la Relatividad de Einstein, les hacía comprender mejor el Universo. Rodeando la ciudad de Ginebra, pasa un túnel a cincuenta metros de profundidad y en él hay un acelerador de partículas, el más potente de cuantos se han construido. Pero varios científicos,  no son partidarios de utilizarlo, ya que tienen miedo a que el acelerador provoque la aparición de un agujero negro.
Stephen Hawking , que ha muerto hace unos días y encontraba su cuerpo delicado,  pidió que los hombres buscaran un planeta habitable en el que pudieran vivir. El  ya se daba cuenta, pero pedía que los hombres buscaran un planeta habitable, con el fin de que en él pudieran vivir los humanos el resto de su existencia. Stephen ya sabía que él no podría viajar en ese planeta, pero le dolía   ver como aumentaría la muerte de los hombres.
  Stephen Hawking, ¡cómo ha sentido la necesidad, no sólo para él, sino para toda la humanidad, de huir de este planeta, en él se daba cuenta del peligro de un agujero negro!.  Si, Stephen ,como un hombre bueno, tenía un espíritu de amor colectivo y no quería que desapareciese la especie humana.
Stephen tenía su cuerpo delicado y deseaba que sus compañeros los hombres se acomodaran en un planeta que fuera habitable, y que se pudiera ser por los siglos de los siglos.
Es este mundo que en su conflictividad, yo no acabo de entender, pero mi mente se aclara al leer el Apocalipsis, escrito por San Juan el Evangelista, que al escribir sobre la forma de actuar de los agujeros negros y como antiquísimo escritor, mezclaba sus acciones  con los serafines, las trompetas y las fieras, como los leones o como los monstruos.
San Juan Evangelista, escribió: “Vi otro ángel volando en el cenit, que tenía el Evangelio eterno para evangelizar  a los que estaban sentados sobre la tierra , y a toda nación, tribu, lengua y pueblo ,diciendo con voz potente, temed a Dios dadle gloria, pues llegó la hora de su juicio; y adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”.
El amor del pueblo a Hawking y a Einstein son totalmente comparables y se nos ha ido un hombre de genio excepcional, que sentimos que nos haya dejado.

martes, 23 de octubre de 2018

Los burros o asnos





En la cuadra de caballos, mulas y asnos de nuestra casa de Siétamo, yo le tengo una devoción especial al pesebre de nuestra  burreta  torda, con la que íbamos a la fuente a buscar agua para hacer con ella los distintos usos de higiene y cocina. Tenía su capa de color tordo y como a veces no le echaban de comer con la debida frecuencia, mordía la soga, que la unía al pesebre, la partía y escapaba a la era a comer los cereales, que allí se preparaban para trillar. Yo amaba a mi burreta y quería ser siempre compañero suyo y unas veces la llevaba a la huerta a recoger verdura o al monte, para subir leña para el hogar. Pero como no siempre encontraba motivos para hacerme compañero y amigo de la burreta, iba a buscarla y la llevaba a beber agua a la Fuente. El animalico bajaba por el camino a la misma fuente, despacio, pero como ya estaba harta de beber agua tantas veces, al cambiarle la dirección al agua por la dirección hacia arriba, empezaba a marcarse un galope hacia la era, donde esperaba hartarse de cereales.
Y   yo,  que  como un caballero, “cabalgaba” la burreta, me desequilibré y caí al suelo, dándome un golpe en la cabeza. Rápidamente el barbero Señor Jorge, me curó la herida y me aplicó algunos puntos sobre ella.
A mí me llevó mi padre a Huesca, acabadas las vacaciones y la burra se murió de vieja y está enterrada detrás de casa, donde al mirar su terreno, me acuerdo de  “mi” burra.
Hoy en día, hablo con Don Luis Garay, de apellido vasco y nacido en Extremadura, donde los asnos, son animales humildes de carga, de acarreo y portadores en la Montaña, de los corderos, que iban pariendo las ovejas. Los burros bajaban a los corderos sobre sus costillas a las parideras, donde las ovejas que los habían parido, les daban la leche de sus mamas, para alimentarlos.
Eran los burros animales solípedos de tamaño menor que el de los caballos, pero eran aprovechados por el hombre para descargar sus faenas sobre estos buenos animales. Los pastores que subían a las montañas con sus ovejas, llevaban cargados sobre sus costillas, los objetos que luego necesitaban para cocinar sus alimentos y las bebidas que necesitaban para  refrescar sus comidas.Pero además de los asnos de pastoreo, se usaban los burros como animales de carga y a veces, los bajaban al cauce del río, donde les cargaban de arena sus lomos y al subir a la llanura ,escasamente podían subir y sus dueños les gritaban :¡arre burro! Y les azotaban con varas para obligarles a que hicieran esfuerzos enormes para subir la arena de las obras, a las que estaba destinada.
El servicio que hacían los burros a los pastores, era más compasivo que el que los arrieros, que les exigían servicios de carga, por ejemplo de arena. El servicio que los asnos prestaban a sus dueños era una joya que el Hombre encontró durante toda la Historia. Se cuenta que en cierta ocasión un hombre que usaba asnos para resolver su trabajo, ante otro conductor de asnos, le pidió ayuda, pero este se la negó. Entonces le dijo: “arrieros somos, por el camino andamos, y por ese camino nos veremos”.
Todavía quedan asnos en nuestra vida y algunos son para montarlos como se monta a los caballos y los niños son muy felices montándose en ellos.
Pasando por la carretera que va de la de Jaca a Montmesa, en la puerta de una nave , vi tres pequeños asnos gozando de la vida. Hay personas que gozan con la presencia de los asnos y quieren,que que convivan con ellos, en cambio en Montmesa, había una “parada” y usaban caballos y asnos para perpertuar las especies equinas y hoy ya no se ven ni asnos por dicho pueblo.
Me ha dicho don Pepe, que cuando hacía el Servicio Militar en Soria, por el año de 1950, veía al dueño de unos doscientos asnos, que empleaba para sacar áridos del Río, para construir una carretera de Soria a Almazán. Ahora han disminuido los asnos y sin embargo se conservan pequeños grupos de ellos, que son tratados con mucha mansedumbre y que dedican a formar pequeños equipos de asnos, que cuidados con mucho cuidado, se dedican a formar equipos de turismo, en los qucorpuse cabalgan los niños paseando por el monte. Otros que los usaban para acarrear agua a sus domicilios, se tienen como compañeros de los niños en sus casas.
Pero ya hace muchos años el Poeta  Juan Ramón Jiménez, amaba a los asnos y les dedicaba poesías. Escribió un libro poético titulado “Platero y Yo”. Trata toda la vida en el pueblo, como una relación de amistad entre el burro Platero y todos los seres vivos, que vivían, amándose unos a oros. Un muchacho iba a ver a Platero a su cuadra , al mediodía y “Diana una cabra que se echa sobre las patas del asno, se acerca al muchacho como jugando y lo mira. Y Platero rebuzna de felicidad”.
Cuenta Juan Ramón Jiménez que “había un potro negro, con tornasoles granas. En sus ojos parecía que había fuego. Y pasaba por las calles como un campeón. Cuando entró en el corral, cuatro hombres lo cogieron y lo tiraron sobre el estiércol,y, después de castrarlo parecía otro: blando, sudoroso, triste, etc. Lo levantó un hombre y se lo llevó”. Pero parece que la alegría había brotado en su cuerpo y que manaba de su cuerpo y por esa alegría se puso a comer flores.
¡ Qué pena, que ahora ya casi no se escuchan por los huertos, los cantos del grillo!. Antes, yo recuerdo que cuando bajaba su brillo, el Astro Rey comenzaba a subir su  son, como un sonido nocturno, pero antes, en mi niñez, su sonido de tanto producirlo, se perdía. 
Y Juan Ramón Jiménez quería tanto al borrico Platero que no puede menos que recordarlo porque el Día del Corpus y “la tarde cae con el latín andaluz de los salmos: Platero cuando todos estaban callados y había silencio,rebuzna y parece parte de la procesión”.
Yo también he sido compañero de burros, como lo fue  Juan Ramón Jiménez,que escribió con su alamel Paraiso  del burro Platero.E igual que Juan Ramón se acordaba de Platero , yo me recuerdo de mi burreta Torda- Platera.

lunes, 22 de octubre de 2018

Platero y yo y mi tía Luisa.





El primer asno que llamó la atención de Cristo, cuando estaba atado frente al Monte de los Olivos, fue recordado por Él, que  mandó ir a buscarlo,  para hacer su entrada triunfal en Jerusalén.  Y los oscenses y ciudadanos de casi todos los pueblos de España, después de caducados  años y siglos, hemos visto pasar por nuestras calles, a Cristo, montado en su borrico platero en unos casos y en otros de color más oscuro. ¡Cómo el Señor unía su grandeza divina, con la humilde belleza del asno!.  No era bella  su figura para algunos, como para Dalí y Buñuel, que criticaron   la figura de Platero, pero se debieron  equivocar esas dos grandes figuras o su gusto no coincidía con el del pueblo. Y  contrasta la opinión de esos escritores,  ante la ternura y el encanto, que desde hace cien años,  en  que se editó la obra Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, nos ha seguido mostrando Platero. Si, nos  ha mostrado a Platero, no sólo en su belleza física, inferior a la del caballo, sino la belleza que va descubriendo su isla espiritual, admirada por los niños  que conviven con él. Ya escribió Juan Ramón Jiménez  (1881-1958): “Isla  de gracia, de frescura y de dicha, edad de oro de los niños; siempre te hallé yo en mi vida”, después de la belleza física, que cantó el autor. Hace cien años que se publicó el primer ejemplar de la vida de Platero, narrada  poéticamente por Juan Ramón Jiménez y  vivida exóticamente por miles  de asnos. Yo mismo he convivido con tres, dos de color tordo platero y uno negro, que ha dejado el paso al asno,  que actualmente espera en la Huerta del Conde de Aranda, a los niños que le llevan galletas y montan sobre él. Allí acude a cuidar al asno y a un viejo caballo, Santiago, hermano de “Manolo el del  Bombo”, que es un hombre cariñoso con ellos, que les da, no sólo verde de la huerta,  sino también cebada, que los mantiene fuertes. Han pasado cien años desde que Platero divierte y consuela a los niños, ya que su libro a él dedicado por el gran poeta Juan Ramón Jiménez, es el más editado, en España, después de la Biblia y del Quijote.  Personas  buenas,  como Santiago, conviven con los asnos plateros, pues todos los años,  le vienen los cofrades de una de las Cofradías de la Semana Santa de Huesca, a buscarle a su amigo, también Platero, para que participe en la procesión del Domingo de Ramos.  Salen dos asnos, los dos Plateros, uno vivo, el de Santiago y otro de madera, sobre el que sale Cristo montado sobre él. A este asno de madera lo conozco yo mucho, porque recuerdo cuando el profesor y amigo mío, Vicente Vallés, lo tallaba junto a Cristo, en la ciudad de Huesca, para que se luciera sobre él, en la procesión de Ramos,  la Gloria de Dios y Hombre, y al mismo tiempo alababa al humilde Platero.
Ahora estamos pasando por el año de 2014, en que se publicó por primera vez “Platero y yo”, y yo conocí a su hermana Platera, por los años de 1935, antes de la Guerra Civil, en que se quedó abandonada por mi familia, a causa de los cañones, fusiles y aviones, pero que tuvo, muchos amigos que le salvaron la vida. Al volver a Siétamo en 1938,  allí nos encontramos. Debió  pasar hambre, porque el ramal que sujetaba su cabestro a la anilla del pesebre, estaba partido,  a fuerza de mordiscos, ya que mi Platera tenía necesidad de salir a la era, a alimentarse de algún grano de trigo. Con sus dientes,  mordía la cuerda que la mantenía prisionera y cuando lograba ser libre, corría hacia la era. Al acabar la Guerra Civil, empezó nuestra segunda etapa de amistad entre Platero y yo. En el pueblo era la más íntima amiga, que tenía y la necesitaba continuamente para  vivir  féliz.  Con frecuencia hacía falta traer agua a mi casa desde la fuente  y le ponía encima de su dorso las  “algaderas”, obra artesanal en la que se colocaban cuatro cántaros, pero bien llenos de agua, para acarrearlos hasta nuestro domicilio. Cuando yo sólo no podía sujetar bien las “algaderas”, siempre encontraba alguna persona, que me ayudaba a realizar esa labor,  tan limpia y tan necesaria. Pero cuando ya estaban las  tinajas en el  patio de mi casa, rebosantes de agua, yo no sabía que hacer sin mi burra Platera.
Yo no podía aguantar la separación de mi Platera conmigo y quería volver a ser su jinete,  para bajar a la Fuente para que se refrescara, bebiendo esa agua tan fresca. Yo me convertía en jinete de mi burra Platera, que caminaba lentamente hacia el abrevadero, pero al llegar a él, se abstenía  de beber esa agua, de la que ya estaba totalmente satisfecha, por habérle proporcionado tantas veces, oportunidades para que bebiera. Al abstenerse, yo, la enfocaba hacia nuestra casa, pues aquel enorme caserón era tanto de la burra Platera, como mía y ella empezó a correr y yo no pudiendo seguir,  cabalgando, o mejor “plateando”, caí sobre el suelo y se abrió una herida, en la parte lateral de mi cabeza. Aun se puede ver tal cicatriz, que el barbero del pueblo, señor Jorge Betrán, con su blusa de color oscuro, me cosió la herida, en un cuarto, de una casa en ruinas, producidas por la recién acabada guerra.  
Pero ¡cómo no iba a perdonarla!, si ya antes de la Guerra Civil, con mi tía Luisa y con mis otros cinco hermanos, nos bajaba a la fuente “Rafael”,  que está al lado del río Guatizalema.  No nos bajaba a los seis hermanos simultáneamente, sino que nuestra tía, nos colocaba a los tres hermanos más pequeños, sobre los lomos de la burra, en tanto los otros hermanos, Manolo y hermanas Mariví y María, bajaban con las bolsas,  que contenían el pan y el chocolate, que íbamos a merendar. Igual que  Zenobia,  esposa de Juan Ramón Jiménez lo amaba a él y a Platero.  Mi tía Luisa ha sido durante toda su vida, una mujer que ha amado a todos los niños y niñas, con los que se ha encontrado y ha hecho que convivieran armoniosamente con todos los pájaros y con todos los asnos, que convivían con ellos. Me acuerdo de una ocasión en que estaba observando como un hecho milagroso, como en un nido de ruiseñor, semi escondido en la yedra del jardín de la Torre Casaus, con sus ojos y con sus oídos, el canto de los pájaros. Antes de la Guerra Civil, mi tía Luisa, amaba a la burreta Platera, igual que Zenobia, estaba pendiente de Platero.  En mi artículo: ”Zenobia Camprubí, mi tía Luisa y la burra Platera”, escribí lo siguiente: “Y mi tía Luisa, hermana de mi padre, vivía lo que  la naturaleza gobernaba, y tenía un corazón de oro y al llegar el solsticio de Primavera, se le despertaba el deseo de llevarnos a la Fuente “de mi tío Rafael”, para que nos bañásemos los niños y jugásemos en la arena de las orillas del Río Guatizalema y bebiésemos las aguas que surgían de la Fuente, que manaba a su lado”. El poeta “nos cuenta que los niños pasean encima de Platero y siempre él los asusta de manera que hiciera como que va a empezar a galopar y sólo está jugando; nos dice como hay una niña que adora a Platero y siempre está pendiente de él. Nos habla del Doctor, yo diría veterinario de Platero”.
Mi tía Luisa mandaba “aparejar la  burreta  torda- platera,  a la que por detrás del cuello, colgaba tía Luisa las alforjas con pan y chocolate, que los tres hermanos mayores se cansaban de llevar y nos montaba a los tres hermanos pequeños, a saber Luis, Jesús y yo mismo, mientras mis hermanos mayores,  Mariví, Manolo y María, iban a alcanzar las aguas del río y de la Fuente, caminando y teniendo cuidado junto con la niñera de que no cayésemos del lomo del asno,  al suelo”.
¡Còmo Juan Ramón Jiménez me ha recordado siempre los ratos felices que yo pasé en mi vida con los asnos, como el suyo, “Platero y yo”!.
A Juan Ramón Jiménez le regalaron un Platero de cartón y él lo veneraba y se lo presentaba a los que iban a visitarle a él. Un Hermano de San Viator,  también regaló a mi familia otro asno,  que colgaron en la reja de la escalera de nuestra casa de Siétamo  y cuando entramos en ella, le decimos que “aunque tú no te acuerdes de nosotros, nosotros lo hacemos en nuestros corazones, mientras vivamos. Te prometo, burreta Platera, que cuando llegue el Domingo de Ramos, iré al Coso Alto de Huesca, a admirar al asno negro que cuida Santiago en nuestra huerta y al Platero de madera, que esculpió el profesor Vicente Vallés, hace ya muchos años.

jueves, 18 de octubre de 2018

Berbegal, observatorio del Somontano


Berbegal.


Cuando voy por el monte de Las Valles de Siétamo, al Sur-Este veo o más bien hace siglos que nos está mirando al Somontano de la Sierra de Guara, un enorme Tozal Redondo. Se encuentra a cincuenta kilómetros de Huesca y unos treinta y seis de Siétamo. Tozal en aragonés, quiere decir Cabezal, porque aquella mole es como una enorme cabeza, que también algunos la conocen como Gran Roca Redonda,  que domina un dilatado paisaje, entre los ríos Alcanadre, que pasa por el vecino pueblo de Pertusa y al oriente, el río Cinca, que corre por Barbastro y por Monzón. No es el nombre de Tozal Redondo una expresión nueva, pues existen varios entre otros,  uno que se encuentra al lado mismo de la carretera N-240, entre Huesca y Siétamo. Es más pequeño el Tozal de Siétamo que el de Berbegal, porque éste es una cabeza histórica de las más importantes del Reino de Aragón. Pero no sólo se encuentra esta definición de colinas, coronas, cerros, montes en lenguas románicas, derivadas del latín, sino en lengua árabe. Almudévar quiere decir  “La Redonda”,  definiendo con este nombre la Colina o la Corona Redonda, sobre la que se asienta la Virgen de la Corona en la Villa de Almudévar. Llaman también a este accidente geográfico  Cerro  de Berbegal, de forma redonda, de unos 520 metros de altura en la Hoya de Huesca, muy próximo  a Barbastro y a su lado pasa la Vía Romana que iba de Caesar Augusta a Tarraco o Tarragona. Por este lugar tan original pasa el Meridiano de Greennwich. Cuando te encuentras en lo alto de la circunferencia, por la que se observa un enorme paisaje, desde el que se pueden contemplar, dicen que más de setenta poblaciones y por arriba la Sierra de Guara y elevado como Berbegal, el Monasterio del Pueyo de Barbastro, te entra en tu cerebro una impresión de grandeza de Aragón. Los barbastrenses salvaron dicho Monasterio de la Desamortización de Mendizabal y de su destrucción,  como ocurrió en el Monasterio de Montearagón. También estos monumentos, a saber el Pueyo de Barbastro y  el Monasterio de Montearagón, están montados sobre dos tozales o cerros redondos. En medio del desequilibrio que se apodera de uno en los bordes superiores de la meseta  de Berbegal, se siente un poder divino, que influye sobre los hijos de Berbegal, pues parece que el Meridiano de Greenvich, que pasa por dicho Cabezón Comarcal, le transmite una fuerza superior. Ahora son cuatrocientos ochenta y seis los habitantes, que viven en esa eminencia  de quinientos doce metros  de altura. Por el Oeste   pasa por  Pertusa, el río Alcanadre y por el Este, por Barbastro y Monzón el río Cinca. El Peñón de Muyed es un menhir druídico, que se encuentra muy próximo al gigantesco Tozal, mientras en sus bases hay excavadas cuevas troglodíticas.
 Berbegal tiene como Patrono al antiquísimo San Victorián, que por más arriba, regía el Monasterio más antiguo de Aragón, pues entre sus fieles está un grupo de Infanzones, ligados con la raza germánica de los godos. Se emociona uno al ver la iglesia parroquial, empezada a construir en el siglo XII presidida por la Virgen Blanca, que es un Monumento de Interés Artístico Nacional. Pedro I cedería dicha iglesia a la  Diócesis de Huesca. En 1571, pasó a Lérida y en 1955, volvió a Huesca. Parece que en Berbegal, se abrazan las Virgenes del Pueyo, que en 1099, ya estaba en manos cristianas, con la Virgen Blanca y al notar la falta del Frontal de Berbegal, que se encuentra en el Obispado de Lérida y dicho Frontal está relacionado con la Virgen de Sigena. Los hijos de Berbegal están emocionados con la belleza del Frontal y están reclamando siempre su devolción a Lérida, para que los proteja, desde  la iglesia de Santa María la Blanca. En lo alto de Berbegal se encuentran pozos, aljibes y bodegas para que sus primeros pobladores pudieran suministrarse de agua y de vino. Y en aquel Tozal Redondo vivieron, desde los hombres primitivos, que en ciertos años, llegaron a ser más de mil hasta los cuatrocientos ochenta y seis, que sobre él gozan de la visión de paisajes serranos y de montes de unos sesenta o setenta pueblos, entre los que se encuentra Monzón.
Aquel Tozal o Cabezal ha albergado cabezas y vidas de muchos hijos suyos. Estuve invitado a contemplar la casa natal del que fue Presidente del Servicio Nacional del Trigo, es decir del Señor Cavero. Y al contemplar su vivienda, vi en una biblioteca una colección de libros con tapas de cuero amarillo y con letras entre sus páginas, impresas por antiguas imprentas. Sobre el Portal de su Casa, se exhibe el escudo de Cavero, con sus campanas sin badajo y dentro de la casa se goza de salones, con sus paredes adornadas por cuadros, que representan unas veces Vírgenes y Santos y en otras, caballos de lujo, de tiempos posteriores. En lo más alto de la casa, se encuentra un enorme salón,  construido hace muy poco tiempo al estilo clásico, desde cuyas ventanas se goza con amplitud del elevado paisaje de Berbegal.
Son muchas las obras de arte, conservadas en la casa, pero me impresionó el recuerdo de un cuadro, en que dos cabezas de caballo, me emocionaron ya hace unos dos o tres años, en que visité esa noble casona y que al volverlos a ver en este mes de Agosto de 2014, me pareció que sus ojos me reconocieron por su mirada.
 La dueña de la Casa de Cavero de Berbegal, Gloria Cavero, hija del antiguo Jefe del Servicio Nacional del Trigo, que contribuyó a la alimentación del pueblo español después de la Guerra Civil, nos mostró hasta el último rincón de esa Casa noble y de personas trabajadoras, con una amabilidad  extraordinaria y una educación recibida en el Capital de España. Los dos hijos que la acompañaban con su sobrina Carla, estaban impregnados de la belleza de Berbegal. De la Casa con el escudo, basado en el del Conde de Sobradiel, salimos a la calle y justamente enfrente de su noble puerta, entramos por otra, en un espacio amplio de paredes muy altas, revestidas todas ellas por verde yedra, que llegaba hasta las alturas de la pared. En algunos espacios estaban rodeadas por arbustos que mostraban sus flores de variados colores. ¿Qué misión tendría en tiempos pasados este espacio?. No lo sé, pero había un cubierto, donde tal vez se encerrara alguna máquina de uso agrícola. Ese día se acogía a su techo un automóvil descapotable, que había venido de Madrid, conducido  por un señor de pulso fuerte, que era amigo y pariente de la familia Cavero. Salimos de este gran jardín y a escasos metros penetramos en un lugar asombroso, donde en tiempos se encontraron las cuadras de caballerías, que se empleaban para hacer labores agrícolas. Hoy por su parte posterior se alzan edificios, pero su parte anterior, es un mirador maravilloso, al cual yo tenía miedo de aproximarme, porque me  parecía que perdía el equilibrio.
Al ver este cielo aragonés, que parece identificarse con el auténtico cielo, por ejemplo al contemplar el Monasterio del Pueyo de Barbastro, uno piensa que aquí en este pueblo,  ha tenido que haber personas que  se han intelectualizado y que han adquirido un espíritu nuevo. Y se acuerda uno de Jaime Callén, de Romualdo Doz y Porras, de Francisco Guarga,  de Joaquín Escartín y Carrera y de Loenzo y de Miguel Cavero. Pero al contemplar todo ese paisaje, en el que se ven pequeños pantanos, llanuras y montañas, que invitan a pasear por ese mundo maravilloso, me acuerdo de Mariano Bielsa y Latre,  conocido como “Chistavin de Berbegal”, que fue un famoso andarín aragonés, que se hizo famoso por sus andanzas. El veía los pueblos desde los bordes del  Tozal de Berbegal y desde aquellas alturas,  se lanzaba a recorrerlos.
En este día se me hace especialmente sensible el recuerdo de Cavero,  el del Servicio Nacional del Trigo, al que conocí, someramente, a través de mi amigo y pariente Ramonito Felipe Cavero. Igualmente conocí a través de Cavero de Siétamo a su pariente Cavero de La Perdiguera,  de donde procedían Cavero de Berbegal y Cavero de Siétamo. En la visita que hicimos a Cavero de Berbegal, ya hace unos años, nos acompañaron a ver la fabulosa casa de Cavero de La Perdiguera, que no pudimos ver por dentro, porque sus dueños vivían en Zaragoza.
No puede uno marchar indiferente de Berbegal, sin sentir tocado su corazón y su memoria por el templo románico de Santa María la Blanca, y por las ermitas de San Gregorio y de Santa Elena. No puede uno marchar sin recordar aquellos pensadores y guerreros del Temple, porque allí se ven las ruinas de un edifico, que dicen perteneció a la Orden del Temple. Tiene uno que recordar los problemas que ha padecido la tierra aragonesa, buscando el agua, que da vida, al beber en la fuente de San Gregorio, con su lavadero y abrevadero del siglo XVI .Siente uno el dolor de este pueblo, unido hace ya siglos desde Huesca con Ilerda,  hoy con una separación del Frontal de Santa María La Blanca, que en lugar de unir, separa. Han sido varias las razas de hombres que se han unido a lo largo de los siglos, pero no podremos olvidar el pueblo ibero de  “Las Coronas”.
Al llegar a Berbegal, aparcamos muy próximos al árbol que en primavera, todos años plantan los mozos en la Plaza. Cada primavera,  con una constancia secular los jóvenes van cambiando cada año el chopo viejo por un esperanzador chopo joven. Es que tiene la juventud esperanza en el futuro. Es curioso como el último árbol plantado está exhibiendo hojas verdes en sus alturas. Hay una fe en el pueblo en el futuro de Berbegal, porque quieren que la producción agrícola y ganadera se complemente con la industrial, que por el oriente, hacia Barbastro, Monzón y Binéfar se va desarrollando. Nos falta en Aragón que el Gobierno Central, se preocupe  de traspasar los Pirineos, pues las Regiones vecinas de Cataluña y Vascongadas, los pasan por Irún y por Gerona y esta tierra que mira al cielo desde Berbegal, está casi incomunicada con Europa.
 Había en Siétamo dos escudos de Cavero iguales, uno en casa de Domingo  Cavero, el descendiente directo de Casa Cavero de La Perdiguera y otro en la Casa de Cavero de la Calle Alta, en que se quedó a vivir uno de los hermanos Cavero, que vinieron de La Perdiguera. Ramón o Ramonito,  como todavía lo llaman algunos amigos, que vivió en Casa Cavero de la Calle Alta, me confirmó la llegada a Siétamo del heredero de Casa de Cavero de la Perdiguera, que venía a  Siétamo a saludar a su pariente Domingo Cavero. Los mismos habitantes de Casa Cavero de Bergegal, me llevaron a contemplar la de Laperdiguera, donde en aquellos momentos,  no estaba nadie. El escudo de Siétamo, fechado en 1806, es muy  completo y según Ramón de Casa Felipe Cavero, los que colocaron dichos escudos, pidieron permiso al Conde de Sobradiel y de Gabarda.
Estos días del mes de Agosto de 2014, invitados los Almudévar de Siétamo por Carmen Cavero, a la que se encontró en Huesca mi hijo Mariano, fuimos a visitar por segunda vez la Casa y la familia del Cavero, que hace años trabajó por los españoles con el Servicio Nacional del Trigo. Igual que los Cavero se emocionaron hace unos años ante la presencia del escudo de Cavero, los miembros de mi familia,  que llevamos en el interior el apellido de Cavero, nos emocionamos desde la alturas de Berbegal, con aquel territorio aragonés, que gracias,  entre otros a Joaquín Costa, se ven extensiones de tierra regadas por el agua del río Cinca que pasa cerca de él.
Queda poca población en esas históricas y bellas tierras, pero se nota la proximidad de la industria, a través de Binéfar, de Monzón y de Barbastro. Y esto es lo que debemos tratar de conseguir para nuestra tierra,  que contemplamos desde la corona de Berbegal.
Por el Oriente sale el sol y por el oriente se ve que puede llegar la Industria a nuestras tierras, pero hace falta un Gobierno Central, que una mediante ferrocarriles y autovías a Zaragoza con Francia , a través del Alto Aragón.Hace ya muchos siglos que el Emperador Carlomagno, estuvo a punto de conquistar Zaragoza. Si ahora se unieran con Tolosa, se crearía un importante núcleo industrial europeo. Que Cataluña siga con Port Bou y Vascongadas con Irún, pero que a Aragón, acordándonos de Carlomagno, le abran puertas en el Pirineo.
La familia de Cavero, tenéis un lugar cerca del cielo, que mira a la Virgen del Pueyo, pero os haría todavía más felices la comunicación con Francia,  para que penetrara en Aragón una industria moderna.

sábado, 13 de octubre de 2018

Cien años de edad, ha alcanzado Teresa Bescós.


Autoretrato de Silvio Kosti.


A los cien años de edad ha fallecido mi prima segunda Teresa Bescós, hija de Silvio Kosti  (Manuel Almudévar Bescós), escritor oscense, gran amigo cruz de Joaquín Costa y alcalde de nuestra capital, Huesca, en los años de 1928; a su hermana María Cruz Bescós la recuerdan muchos oscenses, pues no quiso casarse, viviendo casi siempre en Huesca, dedicándose a escribir y en ocasiones criticando al Ayuntamiento, cuando quería talar unos grandes plátanos que todavía se conservan, frente a casa de Villamayor, bajando a la estación, en tanto que María Teresa se casó con el que más tarde sería el general Alamán. Cuando este murió, vivió con su hija soltera, también llamada María Teresa, que ejerció su profesión de Abogado en centros políticos europeos y la cuidó inmejorablemente, pero murió ya hace unos cinco años. Su hijo Javier, estaba casado con Sofía,que también murió ya hace unos cinco años.Después de llevar a su madre a Madrid, hará unos seis años, encargándose su viuda de hacerlo vivir, lo que por desgracia no logró conseguir con su querido esposo, y sin embargo con ella lo ha logrado de un modo extraordinario, pues ha alcanzado esa edad  a la que tan pocos llegan. 
Y uno no puede menos que acordarse del epigrama número veinte, escrito por su padre Silvio Kosti y publicado en Madrid en 1.920, hace ya casi cien años. Lo titula “Agua fuerte” y  en  él  narra el entierro en Castilsabás, de la tía de mi abuelo Manuel Almudévar y  del mismo Silvio Kosti a saber  María Teresa Almudévar, nacida en 1.815 y casada con Vallés de Castilsabás y escribe: “El Poeta asiste al funeral de su noble tía y señora del Castil de Sabás”. Va nombrando los distintos asistentes al entierro como  “el noble tío mayorazgo del vecino lugar, un gentil caballero curioso, silencioso y desdentado. Sumidas en la vaga penumbra de una capilla lateral, las primas lindísimas de la  Casa del Maestre, agitan sin cesar los abánicos……… A veces, llevan a sus ojos…el pañuelo impregnado en la fragancia de los membrillos. En el atrio, la noble tía y señora del Castil de Sabás, madre de los pobres, providencia de los Siete Lugares del antiguo Abadenco, yace un ataúd”.
Después suben al Campo Santo del pueblo “ y un viento suave mensajero de la divina primavera, hincha en oleadas verdes el lago inmenso de olivares que ciñe el tozal pedregoso, y trae en sus alas la honda luz del litúrgico salmo: Ego sum  resurreccio et vita, que cerdit in Me, non morietur in aeternum”.
No han enterrado a Teresa en ningún pueblo, sino en Madrid, pero con la sencillez que a ella le agradaba durante su vida y a los que vivieron con ella, ganándose el amor de todas las personas que con ella trabajaban.
En tanto vivió en Huesca, recorrió los pueblos de sus antepasados, a saber Santa Cilia de Panzano y Bastaras, donde viven los Bescós en la casa de donde venía su padre y Quinzano, de donde venía su madre, hija de Juan Lino Lasierra.
Acuérdate Teresa de tus descendientes, tus nietos y biznietos y de tus amigos los altoaragoneses. 



La muerte, la niña y el hombre caramelo

  ¿Tres años tiene la niña?, tal vez cuatro, no lo  se.  La conocí en el coro de San Pedro el Viejo, donde acude a una misa con su madre. El...