miércoles, 30 de enero de 2019

Nostalgias del ayer. (Antigua Judería-11- 81)




La aljama

Cuando, en algunas ocasiones, veo por las calles del pueblo pasar unas personas que lo miran todo, pero se les nota como acosados, pienso que son originarios de allí o de ayer. Raras veces me equivoco. Trato de aproximarme a ellas y cuando se ven acogidas, se abren y me hablan de su antigua casa desaparecida y de sus abuelos. Casi siempre tengo referencias de ellos y al contárselas,  esa apariencia de acosados se transforma en satisfacción y se van contentos del pueblo de sus antepasados. Otros no se atrevan a regresar y mueren con la nostalgia de un pueblo de origen y con la amargura de ser desconocidos en la tierra de sus antepasados.


A unos argentinos les enseñé una fotografía de su madre, que saqué de un viejo álbum y les saltaron las lágrimas. Hay otros emigrantes que se fueron de España hace quinientos años y sus descendientes conservan la nostalgia de nuestra tierra. Algunos se han atrevido a venir a visitar los pueblos de origen y en Fraga concretamente se han presentado sefarditas a conocer personas de su mismo apellido, a las que se declararon parientes. Otros no se han decidido a visitar la tierra que todavía consideran como su patria, a pesar de que algunos conservan la llave del hogar que abandonaron sus ancestros. Sería triste recorrer unas calles de las que ya ha desaparecido su casa; encontrarían en Barrio Nuevo (antigua Judería) unas gentes, que quedarían extrañadas al escuchar su arcaico castellano; se encontrarían como  fantasmas o como espíritus que retornan a visitar aquellos parajes que recorrían en vida.
Yo conocí un sefardita que huía de la guerra europea, sabía hablar once lenguas y era una delicia escucharle su dulce castellano. Parecía un español del siglo XVI que entonces se quedara dormido y despertase en el siglo XX. Le dimos comida y ropa, pero no trabajo para dar  clases  de lenguas, que era lo que pedía. Hizo un paquete con el donativo y para atarlo pidió una “cuerdillita”. ¡Cuantas palabras como esa podríamos  aprender de esas gentes si tuviéramos contacto con ellas!. También sería interesante leer las obras de los sefarditas en otras lenguas ajenas; el castellano lo reservan para la nostalgia. Así ocurre con el último premio Nobel de Literatura, Canetti. Su apellido procede de Cañete, en Cuenca, y es fácil explicarse la  transformación  de Cañete en Canetti, entre otras razones  porque la tilde de la ñ no existe en otras lenguas. Ha reconocido su deseo, muchas veces reprimido, de volver a España. Ahora que ha alcanzado la gloria literaria, tal vez sea invitado a visitar Cañete y vuelva a encontrar personas de su misma estirpe, pero es triste  que  con la masa de sefarditas, que todavía conservan nuestra lengua, no mantengamos ninguna relación humana y cultural.  

martes, 29 de enero de 2019

La Fiesta del pueblo y las elecciones.


   
                                 
El día veintinueve de Abril se  celebran en Siétamo las Fiestas Mayores, en las que San Pedro de Verona, presidía y sigue presidiendo las celebraciones religiosas, en las que el padre de Mosen José María Cabrero y Andrés de Lobateras, acompañados por otros, cantaban aquellas músicas medievales en el Coro.  La música, producida en el violín y en la guitarra de los Burgasé o  Ciegos de Siétamo, alegraba los corazones y acompañaba por las calles a los niños y a los jóvenes, que paraban en cada casa, para cantar jotas a sus habitantes y especialmente a sus mozas. Allí recogían tortas para endulzar su vida y contaban el dinero, que recibían, para pagar entre otros,  a los Músicos Ciegos, de Siétamo. Hoy,  los tiempos han pasado y sólo se escuchan y bailan jotas, cuando colaboran los grupos de joteros modernos, que tienen sus centros en las capitales. Pero entonces, humildes mozas, como la señora María Mora o mozos con su apellido Ferrando, bailaban espontáneamente, sus apasionantes jotas.
Este año de 2015, las cosas han cambiado y uno se da cuenta de que estamos en otros tiempos, con otras costumbres y con nuevas generaciones de seres humanos. Antes, en los pueblos se jugaba a la pelota, pues no se pasa por ninguno de ellos,  que no conserve el frontón o restos de alguno, pero  hoy día, se sigue jugando en los pueblos grandes y en las capitales. Se organizaban carreras pedestres y se jugaba con premios, como pollos, por ejemplo. Ahora, en cambio ya no  saltan las niñas con las combas, sino que ahora abundan los coches eléctricos de caballos o de saltos alrededor de figuras de plástico y venden turrones, caramelos y dulzainas, espadas de juguete, anillos y collares.
Pasan caravanas de asnos o borricos, a cuyos  jinetes, se les cobra dinero seguro y abundante, cuando antes, casi en cada casa tenían su borrico, para ir al monte o a Huesca o para acarrear agua desde la Fuente
 En aquellas casas en las que vivían abundantes asnos, ahora no viven casi ni sus dueños, que se fueron a la Ciudad, haciendo desaparecer los asnos. Pero el dinero ha buscado asnos por todas partes y son explotados por nuevos hombres de negocios, que alquilan breves paseos por las calles de los pueblos en fiestas.
Hoy iré a mi pueblo y es seguro que ya no veré a ninguno de los pocos vecinos, que todavía viven en él. Pero estos tres días anteriores, eran multitudes de asistentes a las nuevas fiestas  casi mecánicas actuales. Esas Fiestas se han mecanizado, como las cuadras de mulas, de asnos y de caballos, que se han convertido en garajes para encerrar a los mecánicos tractores, con los que los escasos labradores labran y cultivan los campos.
No queda gente en el pueblo, pero durante los tres días de Fiesta, se llenan las Plazas, Calles y Bares, de parejas humanas, que acompañan a sus niños a subirse en los carruseles y en los burros. Los comediantes de Binéfar, alegran el ambiente, recuerdan hechos y aventuras antiguas y desfilan por las calles haciendo sonar la música de una gaita aragonesa y un Salterio, heredado de la ciudad de Jaca y del Bearn. Este salterio es un instrumento trapezoidal, que tiene dos entrantes curvilíneos, uno a cada lado  y en su frente dos orificios circulares, por los que resuenan sonidos, acompañados, por otros sonidos que se producen en seis cuerdas de tripa de animales, que se golpean con la mano izquierda con un batiente de unos cuarenta centímetros. Con la mano derecha se hace sonar un “chiflo”, que convierte al Salterio en un instrumento musical, que mezcla varios sonidos.
Y con esa música desfilan los artistas de Binéfar, que bailan, representan comedias, cantan y alegran los corazones de los espectadores, y entre tanto unos escuchan y cantan y participan en el juego festivo, otros se sientan alrededor de las mesas, en las que les sirven, abundante comida y animosas bebidas.
Debajo mismo de la ventana de una habitación, de Casa Almudévar, en que se alojó el anarquista José Buenaventura Durriti, se dispusieron mesas para que el público regase con buen vino, aquellas sabrosas costillas, que felizmente consumían. Desde esa ventana Durruti vigilaba la Plaza Mayor, de Siétamo, visión en la cual no se le presentaba la Gran Cruz, que en su centro, presidía dicha Plaza. Ahora la presidía Durruti cuyos acompañantes, habían derribado la Gran Cruz. Poco tiempo permaneció Durruti en tal despacho y la Guerra lo llamó para luchar en Madrid, donde al poco tiempo, no se sabe si se murió o lo mataron.
 Durruti, ocupaba  el cuarto de costura de mi casa, tras la ventana en la que, había colocado su despacho. Yo desde la silla en la que cenaba, con los dueños y el hijo de la ´Abadía´ de la Calle Alta, la familia de mi hijo Ignacio, su hija acompañada por el novio, las hermosas mujeres, una de las Islas Portuguesas de Africa y otra de las románticas tierras costeras de Galicia y de la doctora, amiga de mi nuera Paz, y escuchaba las palabras románticas que pronunciaba la Galleguina, sin dejar de mirar la ventana, tras la cual se abrasó el Templo de Siétamo,  se derribó la Cruz de la Plaza Mayor y se mandaron al otro mundo los espíritus de muchos hijos del pueblo.
En aquel ambiente amistoso y feliz, estaba yo, ya fuera del tiempo de las Fiestas de Siétamo del día de San Pedro de Verona, pero veía más tristes las cosas porque aquella ventana, por la que se miró Durruti el año de 1936, encima mismo de nosotros, me recordaba los miserables hechos ocurridos en aquella miserable Guerra Civil. Yo no les decía nada de ella, a mis compañeros que cenaban felices, porque me daba cuenta de que yo era un anciano, que estaba recordando aquellos lejanos tiempos de 1936.
Me acordaba de que no había que pensar en hechos tristes, sino de hacer felices a los niños, como por ejemplo mis nietos Luis y Pilar, que gozaban montando en los camellos y en los carruseles.
En cambio los niños de entonces, como mi primo Jesús Vallés Almudévar, sufrían la Guerra, en que fusilaron a su madre y a su hermano de Fañanás, cerca de Bespén, al ser conquistado Siétamo, organizó “peregrinaciones”, para ver las ruinas del pueblo. Y recuerda Jesús que “in enjambre de muchachos, revolvían entre los escombros, buscando cápsulas, balines, trozos de metralla”. No acabaron de recoger todo, porque cuando había terminado la Guerra, allí estaba yo con Rafael Bruis, muerto en este año de 1015,buscando aquellos malditos restos”.
En el fin de un artículo, escribo que se debe a Durruti la pérdida de cientos de vidas, las pérdidas de viviendas y del Glorioso Castillo Palacio del progresista Conde de Aranda, que en el siglo XVI, ya les dio retiro a sus obreros que en Valencia, le fabricaban mosáicos. El Castillo del Conde de Aranda no fue respetado ni por los rojos, por ser su dueño un noble, pero ahora, setenta y seis años después de aquellas catástrofes, no se respeta la existencia del Almacén y Granero,  donde tantas veces  los Borruel y yo mismo, hemos acumulado pacas de veza y cahices de trigo en su interior, hasta ahora, en que cayó un muro, que lo paralizó.
Y después de más de setenta años, torciendo las reglas democráticas, sigue dicho Almacén sin restaurar.
Cuantas personas conocí en Siétamo desde que nací, pero ahora, al llenarse de nuevas gentes en las fiestas de 2015, ya nos saludamos con muy pocas, porque  no nos  conocemos. ¿Por qué?, yo creo que es porque las personas se van muriendo poco a poco y son jóvenes y niños los que acuden a la fiesta. Quedamos algunos viejos, que le pedimos al Señor: ¡Dios mío, buena muerte y poca cama!.
Eso lo pedimos para nosotros, pero para la humanidad le rogamos “que se amen los unos a los otros,  como Cristo nos ha amado”

domingo, 27 de enero de 2019

Casa de Marieta Pérez, unida a casa Llanas.




El padre de Marieta Pérez, tenía una Imprenta en la calle de Ramiro el Monje,27, puerta con puerta con la Farmacia de Llanas. Encima  o  sea  subiendo  a la Plaza de San Pedro, poseía el señor Pérez, otra casa pegada a la de abajo y yo diría que superpuesta con alguna parte de la Iglesia de  San Pedro el Viejo. Se encontraban estos edificios, en un eje de la vida de Huesca, pues estas casas con San Pedro y sus Claustros, llegaban a la Plaza del Mercado y volvían por su Plaza de San Pedro, a encontrarse con esta casa de Pérez y la de Llanas.
Don Feliciano, en los principios del siglo XX, comprobó la población que transitaba por aquellas calles y resultó que la calle de Cuatro Reyes, que daba acceso al Mercado, era la más transitada, con lo que   asentó   su   Farmacia en el número 25 de la Correría, al lado de casa Pérez.
 Se entró en aquella época en una política de rivalidad, porque D. Manuel  Camo  en 1875,fundó “El Diario de Huesca”, periódico republicano, que  después  derivó a  liberal. En 1921, el Señor Pérez, hermano de Marieta, fundó el periódico “La Tierra”, de carácter conservador, con el fin de apoyar a los agricultores y a los ganaderos.
En el “Diario de Huesca”, de  Camo, estuvo de director el famoso Don Luis López Allué.
Estos periódicos al legar la Guerra de 1936, se cerraron, incluso “La Tierra”, que a pesar de alinearse en el bando nacional, se encontró con apuros económicos  y  este  diario,  fue incautado por la Falange y transformado en “La Nueva España”, que en la época democrática le pusieron el nombre de   “Diario del Alto Aragón”.
Calle Ramiro el Monje (Huesca).


La “Nueva España”, siguió trabajando y comercialmente funcionó sin ningún matiz político.
“En su juventud Marieta  fue  testigo,  de  cómo  en su casa  había  un centro de reunión de intelectuales  y artistas, porque con su hermana, habían recibido una educación propia de personas cultas. La devoción de su padre por la música hizo que las dos hermanas fueran unas virtuosas del piano. Una de sus ilusiones era cuando su padre les traía constantemente partitura de todo tipo y les hacía interpretarlas sin ensayarlas, lo que constituía para ellas un reto y un aliciente. Con su gran afición musical llegó a componer un vals, que pude escuchara a la propia Marieta en el piano”.
Su hermano Carmelo tuvo grandes cualidades literarias y colaboró en el periódico, teniendo como muchos otros jóvenes la desgracia de caer en la drogadicción en una estancia en el extranjero, lo que le afectó de una manera tan importante a su salud que quedó como deshecho humano y no se le entendía lo que hablaba.  En esta época el mancebo de la Farmacia de Llanas Joaquín Santafé, fue testigo de las rivalidades políticas y alguna vez tuvo que curar a Carmelo de algún bastonazo recibido, con agua oxigenada y esparadrapo, sin que la cosa llegara a mayores.
En esa época vivía en la casa de Llanas, otro gran literato desconocido para la mayoría, precursor del modernismo y renovador de la generación del 98, José María Llanas  Aguilaniedo,  quien en sus últimos años, incomprendido y desmotivado fue asistido por su hermano, el boticario Feliciano y su auxiliar Joaquín Santafé, que con su apoyo y cariño le ayudaron a soportar los últimos años de su vida. Joaquín Sanrafé, testigo vivo del devenir de los primeros años del siglo, se acordaba como reprendía Don Feliciano Llanas a Ramón J. Sender, sobre los peligros de la inhalación del éter, que   era  lo  que  estaba de moda.
Marieta, en su juventud, coincide  con  Fermina  Atarés, amistad que les duró toda su vida. Fermina se casó y tuvo dos hijos, que de una forma especial les supo transmitir su sensibilidad artística. Antonio era pintor original y Carlos Saura, fotógrafo y director de cine, fueron hijos de Fermina Atarés y sus primeros años los pasaron en Huesca, hasta que se trasladaron a Madrid
 por razones de trabajo. El amor que tuvo  Fermina  a Huesca, es difícil de explicar, porque volvía con frecuencia a esta ciudad, y se alojaba en casa de Marieta. En los años de 1950, Fermina ofreció en la Sociedad Oscense de Conciertos, dos veladas musicales, que viendo los programas a los que amamos, su música nos sorprende y admiramos. En los años 50, hay además de obras clásicas, unas obras sorprendentes por la modernidad en su época, como Bartok, Falla, Mompou, Debussy, Halffer, Gershwin. Su música enriquece su preparación musical, que era algo excelente. Los conciertos fueron un éxito y además para ayudar a la Sociedad, no  cobró  absolutamente  nada, declarándose por escrito como una enamorada de “Huesqueta” de toda su vida. “Al estar las casas de Marieta prácticamente unidas, había un cuarto de casa, que estaba “dentro” de casa Pérez y  la  bodega  de casa  Pérez estaba debajo de la Farmacia de Llanas. Coincidía el balcón del salón de Marieta  con  la  terraza  de casa Llanas, con lo que se compartía la vida en el verano”.
Era aquel lugar un espacio santificado porque en su centro estaba la iglesia anterior a la invasión de los moros y por el  Norte  se  mostraban  la fachada y la torre de la Iglesia, por el Sur toda la fachada del Claustro, por el Oeste, la Plaza del Mercado y por el Este, asomados a estos lugares sagrados la Farmacia de Llanas y las ventanas posteriores, desde las que se contemplaban los claustros de San Pedro, que bendecían la Farmacia de Llanas y la Imprenta de los Pérez. Allí mismo, un tanto más bajos, se alzaban las tumbas de Ramiro el Monje,  Rey de Aragón,  y traído  a la misma  capilla de este Claustro, yacía Don Alfonso el Batallador, desde el Castillo de Montearagón. Desde la terraza de casa Llanas, se encontraba decorado el ambiente con los Claustros de San Pedro, y que aún se pueden ver a través de la celosía de la Capilla de San Bartolomé.
Esa terraza de casa Llanas, estaba decorada con los arcos que erigían un Claustro histórico y de inmensa   belleza y desde ellas “podíamos  oír a  Fermina  cuando venía de vacaciones, o a la propia Marieta, o aún más divertido, cuando sonaban las veladas musicales, que se organizaban en el salón”.
Al  contemplar  este  maravilloso  e histórico Claustro, todos los sábados, que desde el Colegio de San Viator  nos llevaban a la iglesia de San Pedro el Viejo, para confesar nuestros pecados y los alumnos   entrábamos en los Claustros y mirábamos con placer, desde la capilla en la que se veía la cocina de Llanas. Más tarde, cuando mi doble primo el sacerdote Jesús Vallés Almudévar, que adornó la base de la Torre de San Pedro,  con  preciosas  imágenes, enclavadas en la historia del templo.


 Pero además en los capiteles de las columnas que formaban el claustro, estaban esculpidas las letras que anunciaban la muerte de Miguel Almudévar y de su esposa. Este Miguel Almudévar era un profesional de la escultura, que participó en siglos pasados,  en  las  obras  de  los claustros de San Pedro. ¡Qué cerca estaban Miguel Almudévar y su   esposa  de  la  primera  esposa  del farmacéutico Feliciano Llanas, a saber doña Pilar Almudévar,  hermana  de mi padre   y más tarde, cuando murió Pilar, se casó con su hermana Teresina Almudévar, a la que eligió para que sus hijos fueran felices con ella. Y lo fueron, no sólo con su afición a las  orquestas  musicales,  sino  que  José  Antonio el mayor de los hijos de José Antonio Llanas, Farmacéutico, cuando trabajaba en Madrid, cada año venía  Huesca a participar en el Coro del Templo de San Pedro, como cantor de la iglesia, donde se veía a sus sacerdotes arropados con sotanas, que recordaban unas chepas, impuestas por el  Papa, como castigo a su temporal  división de la iglesia, en una separación.
Se escuchaban músicas gregorianas a través de la capilla de San Bartolomé, pero esto no impedía escuchar  a  Fermina  cuando venía de vacaciones o a Marieta o todavía más divertido escuchar las veladas musicales, que en este salón se organizaban. “Marieta tocaba el piano, Grasa el violín y lo más original era escuchar el violoncelo que hacía sonar el Doctor Barrón. Era este Doctor hombre original, educado, gran amante de la música, fue de los fundadores de la Sociedad de Conciertos, y cuya afición por la música no estaba acompañada por su habilidad con el instrumento y eso hacía que cuando alcanzaba la nota, entraba en  un  cierto  éxtasis, del que le tenía que sacar Marieta con un empujón, sin disimulo para que continuara la partitura. Esto lo contaba Marieta, poniendo los ojos en blanco y simulando tocar
el violonchelo, que era una pantomima tronchante, propia de un Marcel Marceau.”
Pero hemos visto el paralelismo entre la imprenta de Marieta Pérez y la farmacia de Feliciano Llanas. Ambas, Farmacia e Imprenta, eran centros en que se amaba la música y así como en la historia de las teclas impresoras de Marieta Pérez, se unieron a estas con las teclas de los instrumentos musicales; de la Imprenta pasó la afición a la Farmacia y yo recuerdo como contemplaba la sala en casa Llanas de los instrumentos musicales, en que José Antonio, Lorenzo,  Pablo  y  Feliciano, inundaban el ambiente de música , para mí celestial.
“Esa formación musical y la habilidad desarrollada desde niña de tocar a primera vista, hacía que las consultas y actuaciones fueran constantes, especialmente en las iglesias. Diariamente acudía a la Compañía a las oraciones vespertinas, cuando había un órgano en condiciones y cuando había oraciones vespertinas. Después de la Compañía la visita a casa de Llanas era obligatoria. Las más variadas anécdotas del día o cualquier otra época, eran celebradas por todos   nosotros,  y  la despedida  siempre  era la  misma: ”me voy a dormir con Ramiro”, que tenía la alcoba justo encima de la capilla de San Bartolomé. No oía saludos de Alfonso, que siempre demostró el escaso cariño que tenía a las señoras”.
El 21 de Julio de 1980, escribí : “Cuando camino por la calle, a veces me dice adiós un joven, cuya fisonomía no me resulta conocida. Es más fácil que un joven conozca a las personas mayores y todavía más si son ancianas. Ancianos hay bastantes, personas maduras hay más, pero con los ojos muy abiertos al mundo, para conocerlo a él y a sus habitantes. La juventud es propicia para hacer amigos, después es más difícil ganarlos y por eso todos recordamos con cariño los amigos del colegio y del servicio militar. Constituye una gran alegría encontrarse con uno de ellos y recordar los ratos ya tristes, ya gratos pasados juntos. Cuanto más tiempo ha transcurrido desde el último  encuentro, mayor es la alegría. A los mayores no se les despintan las caras archivadas en la memoria y sin embargo, a veces se les despintan las caras archivadas en la memoria y sin embargo, a veces, se les despintan los rostros que sus ojos han mirado hace sólo unos minutos.
La gente empieza a envejecer cuando, al darse una vuelta por el cementerio, se percata de  que tiene  más  amigos en el reposo que en la calle. Por estas razones, si algún joven saluda a un anciano y éste no le reconoce, que no tome a mal. A los ancianos les gusta quedar siempre bien, pero  es más, la vida los ha estructurado para quedar siempre bien, sólo con intentarlo, lo consiguen.
Marieta Pérez conoció todo el Huesca pasado y a ella la conoce todo el Huesca presente. Cuando camina por la calle, va con los ojos bien abiertos, como cualquier joven, para conocer caras nuevas y a veces en éstas reconoce a los padres y hasta los abuelos de una joven o de un niño. No en vano, ella es Marieta desde hace muchos años. Ahora ninguno llama a su hija María con ese diminutivo tan bello; al ser diminutivo aragonés, lo encuentran basto, pero cuando a una italiana la llaman Marietta, les suena música de ópera.
A Marieta Pérez la saludan muchos por la calle, pero ella ya no da abasto para conocerlos a todos. Hace unos días la paró una joven y Marieta, que está bien estructurada para quedar bien como su nombre aragonés, le preguntó por  su  hermana .¡Si no tengo hermana, si no tengo hermana!, le contestó, pero Marieta no se amilanó y le preguntó por su marido, ¡si no tengo marido!, fue su segunda respuesta. Marieta pensó para sus adentros ¡pues que desgraciada es esta tía!, pero como ya he dicho que Marieta está hecha para quedar bien, contuvo el impulso de expresar su pensamiento y le dijo: seguro  que   eres de la cofradía de Semana Santa, pero como somos ciento cuarenta y vamos todas con la cara tapada, ¿cómo te voy a conocer?.
Y para demostrarles mi teoría de que es más fácil que los jóvenes conozcan a los mayores, que lo contrario, ¡a qué todos ustedes conocen o han oído hablar de Marieta Pérez, cuando va en la Procesión con la  cara  tapada!. ¡Perdón Marieta!”


En aquellos años, Huesca tenía un promotor musical de gran categoría y éste fue Don José María Lacasa, que tenía, como lo poseía Marieta Pérez, un amor a la música de primer orden, pero  no  sólo  a la  música  y  lo  hicieron  Alcalde. ¡Pero son tantas sus cualidades, pues es más recordado por la fundación del Orfeón! . Fueron varias sus actuaciones musicales, llegando a componer el Himno de San Lorenzo.  Emprendió   con   éxito, las Estampas de la Pasión, a las que   pusieron el texto  de  Mosen José  Puzo.  Además   las   completas  y la Misa Mayor de las fiestas de San Lorenzo. Se le veía en aquellos tiempos con músicos venidos de Zaragoza y consiguió con la Banda de Buñol, sacar adelante estas piezas musicales con entusiasmo y éxito.
Don José  Puzo, gran amigo de los Pérez, accedió a canónigo del Pilar de Zaragoza y fue responsable  de la Escolanía del Pilar. Bajo su dirección cada año subían a cantar a Huesca.  Yo por aquellos ya pasados años, asistía como aprendiz del Catecismo, al Teatro Principal, pero se acabó el estudio  de  la  Doctrina  Cristiana, cuando Don José Puzo se marchó a Zaragoza, pero sin embargo en la Facultad de Veterinaria de Zaragoza, lo volví a encontrar, para darnos a los matriculados, la enseñanza de la Doctrina de Cristo en dicha Facultad, de Profesor de dicha doctrina, en la que ya no me atrevía comunicarme con él. En aquellas circunstancias, encontré alumnos que no estaba de acuerdo con dicha asignatura.
Marieta participaba en todas las actividades en que intervenía la música, pues el día de la procesión de Viernes Santo, vestida con su túnica cuaresmal, siempre se encontraba poniendo orden en los músicos y ordenando los cantos de los penitentes. Marieta tomó parte activa en las procesiones de Semana Santa, organizando la cofradía de la Vera Cruz, que acompañaba el Sábado Santo a la Virgen Dolorosa en la procesión. Pero Marieta siempre trabajaba en la preparación de las procesiones y ritos de Semana Santa, porque todos los que deseaban vestirse de fieles en la procesión, siempre le pedían túnicas, a la lo que siempre ella, con alegría, los atendía con gran cariño. Cuando llegaba la procesión de Viernes Santo, mis hermanos Luis y Jesús íbamos a verla pasar desde la plaza de San Pedro, por casa de Marieta Pérez y por debajo de los balcones de casa de Llanas. Allí nos llenábamos de emoción al ver a  los  romanos,  a los pasos de Cristo, y sentíamos una gran emoción al  escuchar la emocionante música, que cerraba la procesión.
“El día de la procesión la recuerdo siempre poniendo orden en las filas, ordenando los músicos y los cantos y era la única que llevaba  la  cara  destapada,  impresionando las cofrades ¡dios sabe que horrendos pecados podían haber cometido, para semejante sacrificio”. Unas procesionaban   con los pies descalzos y sobre todo algunas que arrastraban las cadenas, solo Dios sabe qué horrendos pecados podían haber cometido, para semejante sacrificio”. Parece imposible que coincidiéramos mi sobrino Lorenzo y yo con estas palabras, pero yo las recuerdo como si hubieran salido de mi cabeza.
Parece mentira como estos años múltiples, hayan sido vividos por el muchacho de Ibieca Joaquín Santafé, que vivió cien años y que fue amigo íntimo del escritor universal Llanas Aguilaniedo.  Además que da en mí el recuerdo del impresor CASiMIRO, que estuvo ininterrumpidamente, desde niño hasta que se hizo mayor, en la imprenta de la familia de Marieta Pérez, llevando como si fuera colgada sobre su cuerpo una blusa negra y yendo a dormir a su cercana casa, y cuando se jubiló, fue a ver por primera vez la estación del ferrocarril.
Pero la pobre Marieta Pérez, después de  pasar  su  vida  respetando la muerte de Cristo, y acompañando su gloria con la Música suya y de sus amigos y amigas, acabó su vida sufriendo el  asesinato de su vida. “Fue Marieta una persona accesible a todos, y eso desgraciadamente le costó la vida, porque una persona se introdujo en su casa abusando de su confianza y al intentar robarle y ella resistirse, le golpeó en la cabeza ,muriendo en el acto”
Mi sobrino el farmacéutico Lorenzo Llanas, recuerda cuando Marieta le enseñaba en su piano la   partitura  de  la  Misa  del  Domingo y como después de recibir tal lección, interpretó varios años en el  órgano  de Santo Domingo.
Es fácil acordarse de Marieta Pérez, humilde, sierva de Dios, amante del ambiente de las iglesias, las procesiones, las fiestas civiles, su amor al pueblo y a sus vecinos los Llanas, de los que se hizo acompañar por los  músicos  de  la  ciudad , por Fermina  Atarés, de la que gozó la compañía y amistad, buscando el arte musical y que contagió a los Llanas con su compañía, haciendo sonar el piano y consiguiendo que esos pianistas, la recuerden con amor.

miércoles, 23 de enero de 2019

Valero Almudévar y Castillo.-


  
Bandido que vivió entre otros en el pueblo de Lalueza. 

Me resulta agradable enterarme de que hay otros hombres que llevan  el mismo apellido que yo tengo, es decir Almudévar. Mi hijo, Mariano, que vive en Madrid, me dijo que cerca de donde él vive, existía el apellido Almudévar. Llegó el verano del año 2002 y estando en mi casa de Siétamo ( Huesca), llamó alguien  en el portal; bajé y encontré a una joven pareja y me dijeron que ella era una Almudévar e iba con su esposo, buscando el origen de su estirpe. Los hice subir y aclaramos que ella y sus padres y hermana, vivían en Madrid y resultaron ser los vecinos de mi hijo. Por los datos que me dieron, dedujimos que venían del Somontano, zona que se encuentra debajo de la Sierra de Guara, pero no aclaramos si era del pueblo de Barluenga o  del de Loporzano, de los cuales  sospechaban que venía el origen de sus antepasados. Todos los Almudévar tenemos nuestro apellido originado en la homónima Villa, después pasaron a Sieso y de tal lugar a Casbas, Loporzano, Castilsabás, Sasa del Abadiado, Loporzano, Siétamo, Blecua, Torres de Barbués, Zaragoza, Barcelona y América, etc.

Iglesia de Alcubierre.

Pero la joven, en tanto  buscábamos  una solución al problema,  se fijaba en el tamaño de las orejas de los allí presentes, aunque ella las tenía proporcionadas y con  encanto y dijo que los Almudévar tenían grandes las orejas y esta declaración me acabó de aclarar nuestra consanguinidad, ya que en mi casa, como en la suya, siempre se bromeaba con dicho asunto. Mi propio padre estaba bien dotado de tales instrumentos así como mi hermano mayor Manolo e incluso el que me seguía en edad, Luis “el Marino”.
Como he escrito, al empezar esta “historia”, es agradable enterarse de que hay otros hombres con tu mismo apellido y al mismo tiempo resulta curioso ver, como después de cientos de años, sin conocernos, hacemos en nuestros hogares los mismos intranscendentes comentarios, pero que salen del corazón; en este caso comentarios sobre nuestras orejas. Al cabo de cierto tiempo, Rafael Almudévar, el padre de la que nos hizo tales auriculares revelaciones, me mandó unos libros, escritos por su bisabuelo Don Valero Almudévar y Castillo, editados en 1886, en que se encuentra su retrato, noble retrato con una cara limpia de vicios y malas pasiones, en que se adivina una gran inteligencia y un corazón enorme, como resultan también sus orejas.
El texto del libro viene a demostrar lo que tuvieron que trabajar y sufrir los Maestros Nacionales, pues después de contar las amenazas y desprecios que sufrió, ejerciendo tal labor  en nuestra provincia de Huesca, acaba su libro, diciendo a sus alumnos: ”Me contento con vuestro cariño, ahora, y con vuestro recuerdo, después. Vuelvo a repetir lo de siempre: aplicaos mucho, obedeced a vuestros padres, respetad a los mayores, sed muy juiciosos, y algún día, cuando seáis mayores, acordaos de este anciano, que ya habrá muerto, y que sólo os demanda, como un tributo al cariño, un triste recuerdo a su memoria: una  plegaria”.
Yo estaba entusiasmado con los libros, que me mandó Rafael, pues en ellos yo creía que podría encontrar mi ligazón familiar y el buscado origen del pueblo, de la casa y de la familia de los vecinos madrileños de mi hijo. Pero cuando los leí, me di cuenta de la grandeza de espíritu de Valero Almudévar, porque en dichos libros cuenta su historia pedagógica en diversos pueblos de la provincia de Huesca, pero no dice con todas las letras que se trata de nuestra provincia ni escribe enteros los nombres de los pueblos en que estuvo ejerciendo de Maestro Nacional. Se limita a poner la letra mayúscula inicial de cada pueblo. Nos habla de su padre, de su madre y de la joven que llegó a ser su esposa, pero no dice como se llamaban ni donde nacieron. Pero uno piensa y llega a la conclusión de que tal vez  no diga esos nombres porque explica como alguno de aquellos pobres campesinos de los pueblos no tenían dinero ni sabían, en su inmensa mayoría leer ni escribir; estas circunstancias les hacían rebelarse en algunos casos, contra la presencia de un Maestro al que tenían que pagarle los Ayuntamientos, con el dinero que recogían entre los vecinos.
El libro titulado “Memorias de un Maestro de Escuela”, se publicó el año 1886 y se lo dedicó a Don Práxedes  Mateo Sagasta.
Comienza el libro, tratando de ocultar el autor su buena fe, pues atribuye su vocación al Magisterio, a “un íntimo amigo …y condiscípulo de la infancia”, al que atribuye “un verdadero amor a la enseñanza …razón por la cual pretendió sin duda ganar la corona del martirio, y lo demostró en el rudo empeño con que quiso hacer una verdadera práctica en las localidades más atrasadas de la Nación, donde  la ignorancia se marcara más ostensiblemente, porque por desgracia es una triste y reconocida verdad, que la instrucción primaria está sumamente descuidada en pueblos que por su posición topográfica, por sus productos, por su historia, por su origen, debían ocupar un puesto de preferencia en la estadística del progreso y de la ilustración”.
Estaba ya Valero Almudévar, acoplado al ambiente madrileño y allí estudió su carrera de Maestro. Sus amigos le aconsejaban que se quedara en la capital de España, donde ganaría  diez o doce mil reales anuales, proporcionándole casa para vivir, pero como era “un joven lleno de ilusiones…ya había escogido y fijado el sitio donde deseaba ejercer su profesión, siendo éste una provincia del Norte”. Este comportamiento pone de manifiesto el idealismo de Valero, nombre que en el libro no escriben de tal forma, sino simplemente con una V. La provincia del Norte era, sencillamente Huesca, también escrita con una sola H, tierra de sus antepasados y que amaba con todo su corazón.
Se comprende el deseo del Maestro, pues él mismo  había nacido en tal provincia y probablemente en el pueblo de Loporzano. 
El día dos de mayo de 1864, despedido por su familia y por numerosos amigos, marchó en el tren hacia Huesca.”Poco tiempo después la madre y sus dos hijas siguieron el mismo camino, para residir en la capital de la provincia elegida”.
Diez años estuvo Valero en la provincia de Huesca, volviéndose a Madrid entre la alegría de sus amigos, que lo recibieron el día uno de marzo de 1874.
Había trabajado durante diez años por formarle una cultura al pueblo, cosa que no se consiguió en años posteriores, cuando en Navarra se ocuparon más de esa formación y se logró hacer una autonomía más desarrollada que en Huesca, donde sólo quedan unos doscientos diez mil habitantes y en Navarra son ya quinientos mil. Llegó Valero a su país natal,  presentándose al Secretario de la Junta Provincial, pidiéndole que le adjudicara un pueblo de los Pirineos y dicho Secretario le dijo, entre otras muchas cosas: ”Debió Vd. quedarse en Madrid, donde el magisterio está más atendido, pudiendo hacer una lucida práctica con elementos mucho más valiosos que los que aquí poseemos”. Después de esta entrevista, eligió el pueblo C… y acompañado por su querido padre José Almudévar, salieron de Huesca por la carretera de B (Barbastro) y fácilmente llegaron a la Villa de G (Graus).
Graus es el pueblo donde se levanta un monumento al gran Joaquín Costa, el profeta de los riegos de Aragón, cuyos ideales todavía no se han visto totalmente realizados. Nació en Monzón, pero su familia era de Graus y allí vivió durante mucho tiempo. Es Graus la capital de la Ribagorza Alta y a su vez se divide en dos partes: la citada o Ribagorza Alta y la Ribagorza Baja. En toda ella se habla el ribagorzano, con numerosas variedades lingüísticas, pues por el occidente se acerca al aragonés y por el oriente llega a convertirse en catalán y por el pueblo donde enseñaba Valero, llamaban a su lengua el patués, porque en él empezaba a darse la influencia del dialecto francés. En  la Ribagorza Alta el clima es pirenaico y las casas tienen los tejados, como dice Valero, formados con piedras pizarrosas y planas, en cambio por abajo todavía se usan las tejas de barro.
Desde Graus el camino se convertía en áspero, lo que hacía imposible circular por él en un carruaje. A medida que iban subiendo se encontraban con numerosas aldeas, tantas que Valero dudaba que estuvieran todas consignadas en los mapas. He dicho que la lengua era el ribagorzano, pero su variedad era enorme y Valero dice: ” a  medida que íbamos andando, el carácter y costumbres de los habitantes eran distintos”.
Una vez llegado al pueblo C…Castejón de Sos,   después de saludar al Alcalde,”observé que éste se hallaba dividido en dos partes, llamadas por los naturales, villa de arriba y villa de abajo, y en el centro de las dos orillas estaban la Iglesia y la Escuela”.
¿Cómo he podido encontrar el verdadero nombre del pueblo C de don Valero?, sencillámente, porque en el libro número tres de la “Colección de Estudios Aragoneses”, sale un tratado etnológico-léxico de Castejón de Sos y comarca, pone que el barrio alto se llamaba “Cabo llugá” y al bajo lo conocían como “Suelo llugá”.
Verdaderamente podía uno confundirse a pesar de esta coincidencia entre Don Valero y el libro de la “Colección de Estudios Aragoneses”, porque entonces no eran las cosas iguales a las de ahora. Ya lo  explica Valero cuando dice que salió de Huesca el día dieciocho de Mayo del año mil ochocientos sesenta y cuatro, acompañado de su padre, pero son tantas las coincidencias que no cabe error entre el pueblo C. y Castejón de Sos. Afirma Valero que llegaron a Graus sin ninguna dificultad, pero desde allí “encontró  un camino tan áspero, que se hacía imposible transitar por él en carruaje”. Le  impresionaba el cambio de los paisajes y de las costumbres de las gentes al subir hacia arriba, viendo como los tejados cambiaban las tejas de barro por piedras de pizarra y esa impresión le hace decir en el libro: ”la naturaleza en todo su esplendor, nos infundía respeto”.Le llamaban la atención aquellas numerosa aldeas, de las que en estos tiempos han desaparecido más de doscientas.”Las crestas de las montañas conservaban todavía nieve, a pesar de estar en el último tercio de Mayo”. La carretera no se abrió hasta principios del siglo XX, a través del desfiladero de Ventamillo, debajo del cual estaba, como decían los de Castejón, la “terra baixa”. Como cuenta Valero en su ascensión a su destino, desde Graus el camino era muy dificultoso y como dice Antonio Plaza “el habitante del valle tenía que andar entre tres y cuatro horas para comunicarse con sus vecinos franceses, ribagorzanos o chistavinos”.  Esto es lo que ocurría en verano, pero en invierno resultaba imposible ir a Francia o a Chistain. Antonio Plaza habla del valle y a sus habitantes los llamaba  “chen del  país” y al ganado de la zona lo llamaban “bestiá del país”.
Ahora pasando por Castejón de Sos se sube a Benasque y el pueblo de Sos produce energía eléctrica  y tiene ya una iglesia nueva. En un estudio presentado en la Universidad de Zaragoza como tesis de Licenciatura en el curso 1983-1984 se estudia la lengua de la zona presidida por Castejón de Sos, ”que es una localidad teóricamente más castellanizada por los contactos con el exterior y por haber recibido un notable número de emigrantes y turistas”.(Del libro de Antonio Plaza Boya).Estos estudios nos llevan a la conclusión de que el Condado de la Ribagorza era un territorio muy peculiar, entre Aragón, Cataluña y Francia, en el que había tres corrientes culturales, que hicieron formarse dialectos de transición, en la zona fronteriza de Cataluña y Aragón.
Entonces, en 1864, el dialecto o lengua estaba boyante, pues como dice Valero:”¡Cual sería mi sorpresa, al observar que los niños no me entendían a mí, ni yo entendía a los niños!.Yo les hablaba en castellano, y ellos en su chapurreado…En esta triste situación me encontraba, cuando mi anciano padre…vino en mi ayuda como una providencia, sacándome de mil apuros para hacerme entender de los niños y sirviéndome de intérprete a la vez”. El padre de Valero, es decir José Almudévar, como era del Somontano oscense, conocía la Fabla Aragonesa, que tenía diferencias con la que hablaban en Castejón de Sos, pero que en realidad se comprendían entre unos y otros. El tiempo pasa y yo, en el año 2003, me acuerdo de que en mi pueblo de Siétamo, cuando yo era joven, había muchos ciudadanos que hablaban cada día en aragonés, cuando otros lo evitaban. Todavía quedan personas, incluso jóvenes que todavía dicen palabras aragonesas, como, por ejemplo los artículos determinados:  O, A, Ro, Ra, Lo, La.
Después de presentarse Valero al alcalde salió “a visitar el pueblo y observó que éste se hallaba dividido en dos partes, llamadas por los naturales, villa de arriba y villa de abajo”.
Antonio Plaza, al escribir sobre la fiesta de San Juan describe el rito de los “foros”, palabra que no se encuentra en ningún diccionario de la fabla aragonesa, pero dice que en Laspaules se usa con el significado de hoguera. Y en Castejón de Sos “se organizaban dos foros”: uno en el “cabo llugá” o barrio alto y otro en el “suelo llugá” o barrio bajo”.
Por distintos detalles se deducía que la letra C, era equivalente a Castejón de Sos, pero esta coincidencia entre Don Valero Almudévar y Don Antonio Plaza, al describir la división del pueblo entre el barrio alto y el bajo, aclara totalmente, esa equivalencia.
El rito de los foros consistía en plantar un “mayo”, es decir un pino cortado y clavado en tierra en cada uno de los barrios, a cuyo alrededor se iba depositando leña y en el “mayo” se cuelgan varios muñecos de paja, que al ser alcanzados por el fuego, provocan el momento cumbre del popular regocijo” y “cuando se van apagando las llamas, salta por encima de la hoguera, algún que otro valiente”.
Leyendo la obra de Valero, le parece a uno estar consultando un libro de paisajes, problemas y costumbres de un pueblo pirenáico. En primer lugar habla de la Escuela de la que dice que sólo disponía de dos bancos “del tiempo de Noé y restos de unos pequeñísimos carteles de autor desconocido”. El primer día de clase se le presentaron unos veinticinco niños, “en un estado de cultura alarmante, descalzos, sucios y haraposos, que más bien parecían una turba de hambrientos arrapiezos, que niños dispuestos a recibir la enseñanza”. Pero al hablar con ellos, como he escrito antes, se dio cuenta de que no se entendía, encontrándose con el problema de las “fablas aragonesas”.
“La mayoría de los hombres usaban la barretina o gorro catalán, chaqueta, chaleco y calzón corto de pana parda, medias azules de estambre y alpargatas a lo miñón. Las mujeres zagalejos(o refajos) de lana, azules, medias blancas de algodón, alpargatas en forma de sandalias y jubón o justillo de veludillo. Otras en vez de jubón, usaban magníficos corsés de seda encarnada, con unos bordados primorosamente hechos de seda amarilla, sin duda para sujetar las ballenas, llevando descubierta la cabeza, en la que mostraban un rarísimo peinado. Consistía éste en echarse el pelo hacia atrás y con él hacer una finísima trenza ancha, con muchos cabos, y después formar un delicadísimo moño, en forma de picaporte. No se cubrían la cabeza mas que cuando iban a la iglesia y entonces se ponían por mantilla una especie de capuchón que les llegaba a la cintura; la mayor parte eran blancos y de lana muy fina. Observé en algunas mujeres que pendían de su cuello unas especies de bultos, llamados bocios o papadas, que las hacían repugnantes y horriblemente feas”.
Don Valero tuvo enormes dificultades con los problemas que agobiaban a los habitantes de la Alta Ribagorza y pensó: ”Si los Gobiernos de la Nación estudiaran detenidamente la historia, naturaleza y aficiones de los pueblos que administran, otra sería la suerte de la enseñanza y de sus maestros”.Y yo creo que no se hubieran creado las diferencias que existen entre Aragón y Cataluña, con el empobrecimiento y despoblación de Aragón, con la pérdida de su fabla. En la Ribagorza, como he citado antes, se encontraron tres corrientes culturales, a saber la francesa, la catalana y la aragonesa, que contribuyeron a formar sus dialectos, que por desgracia están hoy, casi perdidos. La historia de la Ribagorza no está aclarada y no se sabe con exactitud si por ejemplo Iñigo Arista fue rey de Ribagorza, de Aragón y de Navarra al mismo tiempo, ni si una dinastía que algunos escribieron ser la de los reyes de Ribagorza, es verdadera o falsa.
Cuando las parroquias fueron gobernadas por la Diócesis de Barbastro, todos los cantos religiosos y las oraciones dirigidas a las Vírgenes y a los santos, se enseñaron en castellano, de tal manera que Antonio Plaza llega a escribir:”no se recuerda que alguien haya rezado jamás en dialecto, ni dentro ni fuera de la iglesia”.Esto me recuerda la escasez de textos religiosos escritos en fabla  aragonesa, que encontrábamos en nuestros estudios
El libro de Antonio lo publicaron en 1985 y dice en él que: ” la vida de los habitantes del valle en los últimos cien años nos es conocida por experiencia propia y por la tradición oral, muy viva por cierto en el valle”. Pero ahora con la aparición del libro de Valero Almudévar, tenemos un conocimiento más amplio en el tiempo, de Castejón de Sos, porque describe el pueblo, la escuela a la que no iban las niñas, la caza, las fiestas, los bailes, los modos de hablar y de vestir y la dedicación del pueblo a la ganadería y como detalles el sonar de las campanas para echar las tormentas, con las fatales consecuencias que acarrearon, porque en un toque de campanas para echar los rayos de Casejón, estos cayeron sobre los campaneros voluntarios. Y esos conocimientos proceden de los años de 1864 .
Aquel territorio lo definían sus habitantes como El Pais, pero no se inició en él el desarrollo hasta que a mediados del siglo XX, se abrió la carretera de Barbastro por Ventamillo y se construyó el canal para abastecer de agua a la Central eléctrica de Seira.
Últimamente se ha puesto una inquietud para intentar recuperar la personalidad del Valle, con su idioma incluido. Yo creo que será conveniente poner al alcance de esos ciudadanos, la obra de Valero Almudévar.

Escuela de Lalueza.-
En Septiembre de 1864,llegó Don Valero al pueblo de L (Lalueza), para ponerse a continuación a ejercer el Magisterio. Para edificio escolar usaban la Abadieta, donde en tiempos pasados se acogía al coadjutor de la parroquia.
Antes había ejercido en un pueblo de la Montaña y ahora lo hacía en uno de la Tierra Baja, donde “vestían de calzón corto, faja y pañolito (pañoleta) alrededor de la cabeza, en forma de cinta, con lazo al lado izquierdo, excepto algún que otro alpargatero que usaba pantalón, pero, además, se veían en el pueblo tres o cuatro barretinas”. Es curioso observar como algunas costumbres fueron comunes a catalanes y aragoneses. Ha nombrado don Valero a algunos alpargateros y es que en este pueblo y en aquella época eran en ese pueblo, casi todos alpargateros, que dejaban en minoría a los agricultores y distinguiéndose unos de otros por el trato, costumbres y aficiones”.
En este pueblo estuvo Don Valero ejerciendo de maestro durante tres años, desde la segunda decena del mes de Septiembre de 1864 y dotando a la Escuela de mapas, libros, mesas, bancos, papel, plumas y tinta y  objetos para el aseo y la limpieza, etc.,etc. Los niños iban a la Escuela con la luz del día, pero los adultos, que eran enormemente ignorantes, recibían la enseñanza por la noche. El primer año, Don Valero a pesar de estar necesitado, les dio gratis la clase el primer año y tuvo que luchar con el alcalde para que le proporcionara aceite para iluminar la clase con candiles. Aquí encendían el aceite y en Castejón las “tiedas “ o teas.
Hacía verdaderamente falta luz en aquel pueblo, porque ese “pueblo era tan inmensamente pobre, que la mayoría de los vecinos se alimentaba casi todo el año solamente de vegetales” y de vegetales que ahora ya no se usan para las personas, como son por ejemplo el pan de bellotas. No sólo eran las malas cosechas la causa de esa pobreza, sino, como dice Don Valero Almudévar, las “continuas contribuciones que aniquilaban al pueblo”. Era un pueblo con escasez de agua, como todos los de los Monegros. Yo creo que exagerando un poco  Benigno de la Ripa escribió en su Geografía  Económica que en Tardienta , cuando tenían que amasar arcilla, en lugar de echarle agua , le echaban vino. El pueblo de Lalueza era tan pobre como el de Tardienta y en aquellos años “era tan intensamente pobre, que la mayoría de los vecinos se alimentaban casi todo el año solamente de vegetales. Escribe en su libro: “He visto a los más acaudalados  venderse el trigo y los mejores frutos para proveerse de dinero, que allí, como os he dicho, anda por la nubes y en su lugar alimentarse la mayor parte del año con pan de bellotas, de centeno y otras sustancias  indefinibles”. La carencia de dinero acarreaba al pueblo a la pobreza, participando de ella hasta el mismo Maestro. En cierta ocasión llamó el Secretario a Valero y al verlo, le dijo: ”Ahí tiene Ud. su cuenta y el libramiento para que lo firme. Dicho esto, entornó un poco la ventana produciendo con esta acción algo de sombra”. Valero, hombre de buena fe, recogió el dinero y se fue a su casa. Pero después de unos días en que tenía que comprar, se dio cuenta de que las monedas de oro eran falsas. En aquel ambiente de pobreza, era muy frecuente oír a mucha gente, decir: al Maestro no se le apedreará el sueldo e incluso hubo quien le dijo: ”Señor Maestro, usted siembra sobre nuestras costillas, y tiene bien segura la cosecha”.  No es extraño que el pueblo hablara de esta forma, porque “era mísero en su estado material, ignorante bajo su estado intelectual, y supersticioso y fanático bajo su estado moral”. Leyendo “Cien años de soledad” del hispano-americano García Sánchez, observa uno al Coronel Aureliano Buendía, en el pueblo de Macondo,  por él fundado, y ve que “como le había ocurrido durante la guerra con la muerte de sus mejores amigos, no experimentaba un sentimiento de pesar, sino una rabia ciega y sin dirección, una extenuante impotencia”. Lo mismo le pasa al Maestro Jubilado Emilio Castelar, que en el mes de abril de este año de 2007, tiene noventa y seis años, porque al entrar en la habitación de su residencia, me hizo mirar por la ventana que asoma al Norte y me invitó a mirar el Salto de Roldán, diciéndome que allí habían matado a un amigo suyo, sin aclararme si fueron unos u otros los que lo asesinaron. Ahora él experimenta “un sentimiento de pesar” porque ha perdido la “rabia ciega y sin dirección”. ¡Cómo se conoce que es un Maestro, porque toda su vida ha enseñado a los alumnos a convivir!. Además de Valero Almudévar ha habido muchos maestros que se han desvivido por educar al pueblo, como por ejemplo          Cavero, que fue maestro de Blecua, que educó de tal forma a sus alumnos, que al llegar la Guerra Civil del año 1936, no hubo ninguna muerte entre ellos,  como ocurrió en todos los pueblos de alrededor.
Valero, como Maestro, tenía trabajo en Lalueza porque según escribe el sacerdote y escritor Rafael Andolz, en aquellos años existían figuras humanas como la del bandolero“Cucaracha, con tintes de tragedia, que el pueblo convierte en mito, al sintonizar con ella a través de la utopía de una justicia distributiva sui generis”. Se había estudiado en España la “gran Historia”, pero Valero se dio cuenta de la geografía de la pobreza y se encontró con la necesidad de arreglar la economía y por eso marchó a enseñar a su antigua tierra aragonesa, encontrándose con los problemas primarios de la gente del pueblo y con bandas de bandoleros.
Valero Almudévar vivió el problema de los bandoleros porque en Septiembre de 1864, tomó posesión del cargo de Maestro Nacional de Lalueza y durante los años que  trabajó en Lalueza, después en Aniés y hasta el año 1874 en Huesca capital, como escribe Rafael Andolz se “eleva a su punto álgido la violencia en toda la comarca monegrina”. El legendario bandolero aragonés llamado Mariano Gavín y conocido por  El Cucaracha, nació en Alcubierre y llevaba fama de generoso, ya que robaba a los ricos con el fin de dar a los pobres, teniendo como primer compañero de sus correrías a un natural de Lalueza, al que llamaban “el Zerrudo”, muriendo en el mismo día y lugar que su jefe, es decir en el corral de la Nica. Les llevaron vino con un sedante y los mataron el 28 de Febrero de 1878, en Lanaja. Poco tiempo después de la vuelta de Valero a Madrid, tuvo lugar la muerte del “Cucaracha”. Supongo que se acordaría de aquellos tiempos miserables, en que había personas que sufriendo , luchaban por sacar al pueblo de la miseria material, intelectual y moral. Si, porque cuando hacía el presupuesto del material escolar que iban a necesitar él y sus alumnos,”como el pueblo era inmensamente pobre, en su estado intelectual estaba tan atrasado, que le dominaba la más crasa ignorancia” decidió hacer “gratis la clase nocturna de adultos, consiguiendo , no sin poco trabajo, que el alcalde abonase un poco de aceite de olivas para alimentar las luces de las veladas”.nunca llega la felicidad completa porque “según le indicó el alcalde el aceite era de olivas amargas”
Pero el Maestro Valero lo que soñaba  era hacer culto a aquel pueblo para que no hubiese en el mundo ni bandoleros de trabucos, ni de pluma, como el secretario. Para ello de acuerdo con la Junta Municipal, preparaba a los niños para que mostrasen lo que habían aprendido. Un día la Junta convocó exámenes para el día de la fiesta patronal, a celebrar en la plaza  pública, al lado de la iglesia.”La asistencia era numerosa por efecto de las fiestas, que en Lalueza se verificaban…y los curiosos y aficionados a espectáculos ocupaban los bancos dispuestos para el público, llegando a estar de pie muchos vecinos de los pueblos comarcanos. Los niños comenzaron a leer lbros en voz alta y a recitar versos, que agrdaban al público , en tanto que el señor alcalde era atentamente observado por concurrentes de los  que unos sonreían, otros se hacían cmentarios en voz baja y alguno estallaba en risas más o menos atrevidas. ¿Cuál era la causa de esas risas?. “Era que el dignísimo señor alcalde hacía que seguía a los niños la lectura con el libro puesto al revés”. Al ver la ignorancia de un alcalde del Alto Aragón, pensé en la cantidad de ellos que debían, en aquellos años, pasar por la carencia de elementales conocimientos de las letras. Me acodé de cuando Valero acabó la carrera y no quiso quedarse en Madrid, donde hubiera llevado una cómoda vida, sino que se acordó de qué en su tierra había una ignorancia que haría imposible el progreso del pueblo. Su corazón y su mente despertaron una vocación redentora, teniendo que aguantar situaciones como la del alcalde de Lalueza.


lunes, 21 de enero de 2019

Algunas reflexiones sobre la mujer: Mairalesas

Mairalesas Anso (Huesca).



¿Quién manda, la mujer  o  el  hombre?. Es este un interrogante que planteó la lucha de los sexos, no sé  si  antes  o simultáneamente a la de clases. Los hombres afirman que ellos proponen, que Dios dispone y que la mujer descompone, en tanto que hay quienes aseguran que “si las mujeres mandasen y no mandasen los hombres, serían balsas de aceite los pueblos y las naciones”.
Unos y otros se contradicen y  sin   embargo, los individuos de los dos sexos tienen capacidad para mandar y ambas opciones de poder, han existido: el matriarcado y el patriarcado. Al derivar las dos palabras de padre y de madre parece que el poder tenía como fin la perpetuación, la permanencia de la especie, lo que obligaría a la mujer a entregarse a criar hijos, en tanto que el hombre se haría exclusivista del poder, dejando marginada a la mujer y tal vez relegándose ella misma al ser su instinto más creador, más conservador y menos violento.
El hecho de que la mujer se relegara estaba basado en un reflejo subconsciente, que anteponía la especie a sí misma, pero siguió mordiendo, a veces grandes poderes y siempre parcelas que patentizaban su derecho y su capacidad. Hoy, los individuos se preocupan más de sí mismos que del colectivo, gritando constantemente que se salve el que pueda, o aquí en el Alto Aragón: ”montañes  remediau, no te conozco”, y por consiguiente la mujer, cansada de estar en casa “con la pata quebrada y atada a la pata de hierro de la cama”, está desarrollando su inteligencia y ocupando los puestos de responsabilidad  en la sociedad, para gozar de un poder que no sirve a los demás, sino que se sirve de ellos. Han existido mujeres del poder de la Reina de Saba, de Catalina de Rusia, de Isabel la Católica, etc., etc. y otras han accedido a ese poder por el amor o el sexo, como Cleopatra influyó en César o Aspasia la Hetaira en Pericles; hubo vestales, matronas, sacerdotisas, abadesas mitradas, religiosas de diversas  Ordenes  que siempre fueron conscientes de que la mujer era tan poderosa como el hombre y descendiendo al nivel de los habitantes de nuestros pueblos, hemos tenido a las mairalesas.
Mairala o Mairalesa es la forma femenina de Mairal, que equivale en su sentido a la palabra castellana Mayoral. El Mayoral o Mairal mandaba en su parcela y la Mairalesa en la suya, mejor  dicho en las suyas pues varias eran e iban desde lo religioso hasta lo lúdico y festivo.
Un antiguo documento habla de una soltera que: “se desvelaba por el aseo y limpieza del templo o casa de Dios: trabajaba en los ornamentos y vestiduras sagradas, que sirven al culto divino…”.
Pero las fiestas, una vez que el alcalde había preguntado a los mozos: ¿estáis todos unidos? Y ellos le habían respondido. “si, señor alcalde”, las mairalesas empezaban a sacar pastas, galletas, tortas y dobladillos, vinos, licores, tabaco, “agua güena”, gaseosas, etc.
Las mujeres moderaban el poder o lo envenenaban en alguna ocasión, y eran  conscientes  del menor talento de los hombres a los que de vez en cuando se les plantaban, como dice Aristófanes en su comedia “Lisistrata”, que, al frente de las otras mujeres, hizo huelga de culo y cama, recordándoles que podrían volver a mandar algún día. Las  mairalesas  ejercían el poder el día de Santa Agueda e incluso llegaban a elegir una alcaldesa. Llegaban a bailar bailes provocativos como El Negrito y El Morrongo (levántate la saya que te lo pongo) y llegaban a “contar las viejas” a algún hombre chulo y pretencioso. A aquellos hombres les hacían ver las mujeres que ellas eran iguales, que lo sabían todo y que si no ejercían cada día el poder, era porque lo consideraban como un servicio a la humanidad.
Hoy que se busca la satisfacción personal en todo, incluído  el  poder, la mujer no sólo es poderosa simbólicamente  siendo  mairalesa,  por ejemplo, sino que ”invade” el poder.
A lo largo lo pagaremos todos, pues si antes se buscaba la perpetuación de la especie, ahora se busca  la  inmortalidad  del individuo.

La muerte, la niña y el hombre caramelo

  ¿Tres años tiene la niña?, tal vez cuatro, no lo  se.  La conocí en el coro de San Pedro el Viejo, donde acude a una misa con su madre. El...