jueves, 30 de noviembre de 2017

De la materia al espíritu o de la Guerra Civil al Monasterio de Sigena




¡Con qué facilidad se hunden los hombres y mujeres en la materia y con qué facilidad se elevan sus almas y sus corazones al espíritu!. Y fuiste tú, amigo Eliseo, el que hoy, día uno de Febrero del 2010, el que, por un tiempo indefinido, transformó mi cuerpo material en un ser espiritual, todo gozoso de la armonía musical de aquellas voces, que cantaban en canto gregoriano : ¡Ave, María, gratia plena!, al mismo tiempo que mis ojos contemplaban la belleza arquitectónica de diversos aspectos del Monasterio de Sigena y de sus pinturas, de un colorido que me hacía ver el cielo. Hace unos días, “contemplando la Sierra, que nos guarda del frío del Norte, me di cuenta de todas las cimas, que en ella se suceden y que nos indican a los hombres que tenemos, no sólo la materia, sino también el espíritu, que muchas veces desconocemos y despreciamos”. Aquellas cumbres de la Sierra me aleccionaron para distinguir la materia del espíritu y me hicieron pensar en una cena que se celebró en el Restaurante “El Faro de Sepes”, situado en la Zona Industrial de Huesca. En aquel Restaurante, en una cena, se reunieron la materia y el espíritu, haciendo reflexionar a los comensales, sobre el placer que sentíamos los hombres y mujeres con la materia de un cerdo guisado, a través de aquellos platos que servían en las mesas, los camareros .Aquella cena se convocó para auxiliar a las personas recogidas por los Hermanos de la Cruz Blanca. Tenía la cena, por tanto, un sentido espiritual, como la que reunió Jesús a sus discípulos en la sagrada Mesa, el día de la última cena. Estaba representado el espíritu por los Hermanos de la Cruz Blanca, allí presentes, y que buscaban recoger la “materia necesaria” para mantener a aquellos hombres y mujeres, que acogen en sus residencias, después de ser despreciados por la sociedad. En aquella caritativa cena .el cocinero del “Faro de Sepes”, nos hizo experimentar el paso de la materia al espíritu, por medio de las tostadas de paté casero, las del tocinico salado, el lomo de cerdo con salsa de manzanas, de tal manera que al consumir las migas, me acordé de rezar:”El pan nuestro de cada día , dánosle hoy”. ¿Quién me iba a decir a mí, que las cumbres de la Sierra, apuntando al cielo, me iban a enseñar el espíritu, que los simples camareros, nos mostraron en aquella cena de un cerdo , pero ,desde luego, cena sagrada.

Hemos pasado de la materia al espíritu, pero en tu pueblo, Sigena, fueron los que destruyeron el Monasterio, los que quisieron tornar toda la Historia de Aragón del espíritu a la más execrable materia. Fueron tu padre y tu madre, las dos personas aragonesas y concretamente de Sigena, las que me abrieron los ojos para ver y aborrecer la revolución del mal. Tu padre fue un hombre de una enorme personalidad y tuvo en cuenta en su vida, así en Barcelona como en Huesca, de la materia y del espíritu, temas ambos de difícil concordancia, pues al ver tratar a un hombre sobre los trabajos manuales, piensa que ese hombre no cree en la otra vida. Pero yo vi en él a una persona que, aunque a veces pronunciara palabras fuertes, dentro de su corazón reinaba una gran sensibilidad. Estando en su casa, en la que guarda en piedra las armas de los Abarca de Bolea, encontradas por él, me aclaró lo que significaba un cuadro pintado por él mismo y que representa la corriente del Río Alcanadre que pasa por Sigena, arrastrando los “testículos “, del caballo de Roldán. ¡Cómo une la historia de la Osca capital con la de Sigena, donde se alza el Monasterio de la Virgen del Coro!. ¡Cómo da explicación al espíritu de los aragoneses por medio de los testículos materiales, arrastrados por las aguas del río, igual que los revolucionarios, por llamarlos de alguna forma, arrastraron el espíritu del pueblo y del Monasterio de Sigena, intentando convertirlos en asquerosas heces materiales!.
No es tan sólo mi testimonio el que tiene ideas del espíritu de Eliseo, sino que el año 1960, la última Priora del Monasterio, a saber Doña Presentación Ibars, escribía lo siguiente, refiriéndose a Eliseo y a Carmela, que la llevaron con la hermana Angelita , a Barcelona:”Fuisteis buenos, simpáticos y caritativos con estas dos religiosas que jamás podremos olvidar tanta atención y desvelo. Infinitas gracias por todo,el Señor os lo recompensará todo, ya que nosotras no podemos. Angelita hace suyo cuanto digo yo y os saluda con afecto. ¡Qué buenos sois!”.
Tu madre, Carmela, como escribo en mi artículo “Villanueva y el Monasterio de Sigena”, está identificada con dicho Monasterio de Sigena, no sólo con su obra, sino todavía más con su espíritu. Está todavía identificada, a sus ochenta y siete años, pues sufrió un gran dolor por las profanaciones que sufrió, tantas, que casi lo destrozaron por entero, durante la Guerra Civil.
Cuando las monjas se dieron cuenta de lo que podía pasar y por desgracia ocurrió, escondieron varias piezas litúrgicas, en un montón de trigo que estaba encerrado en un granero particular, en presencia de la niña Carmela. Pero cuando sacaban trigo, Carmela sufría, al considerar muy posible el encuentro de las joyas. ¡Cómo se acuerda del Monasterio!, porque entonces sólo tenía catorce años, pero todavía le parece que lo está viendo, tanto que se acuerda de que en cierta ocasión, llegó un mercader y le propuso a la Priora, doña Pilar Samitier que le vendiera la sillería de nogal, por la que le daría una gran cantidad de dinero y le pondría otra sillería nueva. Entonces la Priora, exclamó: yo no quiero tener remordimientos de conciencia por haber hecho desaparecer una sillería que deba tener tantos años como el propio Monaterio. En el día de la Virgen del Coro, en el mes de Abril, acompañadas por el sonido del armonio, acudían a cantar las niñas del Coro de Villanueva, entre las que se encontraba Carmela. La tiple, doña Aurora Riazuelo, esposa de don Julián Arribas, les enseñó la a cantar la misa de Perosi, para el día de San Juan. Al recordar dicha misa, exclamó doña Carmela: ¡era preciosa!, con varias voces, pues la primera voz era la de doña Aurora, la segunda la mía(es decir la de Carmela), la tercera formada por tres voces del Coro, de las cuales no me acuerdo en estos momentos de sus nombres y apellidos, aunque todavía las tengo en el corazón.
Al empezar a escribir este artículo, afirmo que fuiste tú, Eliseo, el que transformó mi cuerpo material en un ser espiritual, con aquel trabajo maravilloso que me mandaste por el Ordenador. Allí se escuchaban los sonidos tranquilos y místicos del canto gregoriano, interpretando el ¡Ave María, Gratia plena!, al tiempo que se veían surgir las imágenes del Monasterio y aquellas pinturas deliciosas, recogidas en el mismo Monasterio.
En el Restaurante El Faro de Sepes, el cocinero, convertía la carne material del cerdo en “bocatti de cardinali”, que nos llenaban de ilusión y con su placer, convertían nuestra materia en espíritus. Esa cena recuerda la Ultima Cena de Jesús, que convirtió a los judíos más o menso cultos, en apóstoles.
En Sigena, fue diferente, porque aquellos a los que algunos llamaron revolucionarios, no eran cultos, sino discípulos de unas teorías, partidarias de los diablos, que querían convertir el espíritu en materia. Por eso se ven aquellas fotografías de los cadáveres de las monjas milenarias, sacadas de sus sepulcros, con lo que profanaban la Historia, la vida y el espíritu del Monasterio.
Esa magnífica proyección de las distintas partes del Monasterio, resucitaron mi fe, igual que las cimas de la Sierra de Guara, que señalaban y todavía lo señalan, que el mundo es un compuesto de materia y de espíritu, como he podido comprobar en el comportamiento de tu padre Eladio, de tu madre Carmela, a la que he visto guisar un enorme pollo y la he imaginado cantando en el Coro de Villanueva de Sigena, a San Juan. Y en ti, Eladio, he comprobado tu amor a tus padres, a Villanueva de Sigena y a las monjas que conservaron la espiritualidad del Monasterio, desde 1188 hasta que los materialistas quisieron destrozar el espíritu de los hombres, en este caso aragoneses.
Entre tanto los acogedores de aquellos monstruos, siguen reteniendo multitud de obras de arte, procedentes del espiritual Monasterio de Villanueva de Sigena.



miércoles, 29 de noviembre de 2017

Aranda y su castillo-palacio

Torreón Castillo de Sietamo.

Un número del Heraldo de Aragón dice en un número del mes de marzo de 1992, lo siguiente:”En el sur de la Hoya de Huesca, a muy pocos kilómetros de la capital, varios castillos viven el abandono, la ruina o la restauración de urgencia para evitar su derrumbe. Las construcciones militares y defensivas de Siétamo, Monflorite, Novales, Barbués, Argavieso, Sangarrén, Corvinos…, ofrecen un variopinto panorama de este apartado del patrimonio aragonés. Desde el edificio al borde de la ruina al monumento en restauración, pasando por la construcción conservada en aparente buen estado, todos forman parte de la historia regional. Paradójicamente, la comunidad autónoma carece de un inventario de arquitectura militar, aunque todos los castillos de España fueron hace tiempo dotados del carácter de monumento nacional. La ley de patrimonio los convirtió automáticamente en bienes de interés cultural, por lo que gozan de la máxima protección legal y las instituciones regionales tienen, en teoría, la obligación de preservarlos de la ruina”. Y sigue Mariano García, ”En la parte sur de la Hoya de Huesca, en un puñado de kilómetros, se alzan varios castillos señoriales construidos en piedra durante el gótico tardío, siglos XV y principios del XVI. Las fortalezas de Siétamo, Monflorite, Novales, Barbués, Argavieso, Sangarrén  o Corvinos ofrecen un variado muestrario de la situación del patrimonio histórico aragonés. Hay castillos abandonados, en restauración, rehabilitados y ominósamente perdidos. Muchos de ellos no responden a las características típicas de los castillos. Se trata en muchos casos, de mansiones señoriales con diverso grado de fortificación, aunque en algunos de ellos se descubren restos de fosos y murallas”.
Muy poco se puede salvar del primitivo castillo de Siétamo. Unicamente queda en pié un largo lienzo de su barrera exterior, pero en él se encuentra un torreón cilíndrico con almenas apuntadas. Es un detalle arquitectónico importante, ya que es prácticamente único en la provincia de Huesca. Está a punto de desmoronarse…La construcción, dañada en la Guerra Civil, fue demolida años después para utilizar sus piedras en la reconstrucción de los pueblos de alrededor de Huesca, aunque es imposible recuperarlas, los trabajos arqueológicos resultarían muy interesantes, ya que la localidad recibe el nombre, por ser el “Septimum miliarium” de la vía romana de Osca. La presencia árabe en la población, avalada por varios documentos históricos, pervive también en algunos sillares del lienzo de la muralla. Según Julio Brioso, ”Que hubo sarracenos en Siétamo parece probado por el documento fechado el día 5 de Mayo de 1093, en que el rey Sancho Ramírez y su hijo Pedro dotan a la Real Casa de Montearagón con las iglesias de Siétamo, Olivito, Arbaniés, Castejón de Arbaniés y Alcalá, con todas sus décimas y primicias, así como sus mezquitas y todos los bienes de los moros
“Cristóbal Guitart asegura que era uno de los castillos más representativos de las baronías oscenses. En él nació Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, IX conde de Aranda y uno de los políticos más notables de la Ilustración. Guitart señala que era un palacio cuadrangular, de piedra y macizo, cuya torre miraba hacia la Plaza Mayor y conservaba sus matacanes continuos. Por un arco lateral se llegaba a una plaza de armas donde estaba la fachada principal, con puerta semicircular, balcones modernizados y una galería aragonesa de arcos semicirculares de ladrillo, posterior al edificio”.
En las almenas de los torreones de la muralla, en su cima había unas bolas de piedra, que uno no sabe dónde fueron a parar.
Don Antonio Naval Mas en el Diario del Altoaragón del 5 de marzo de 1995, en un artículo, escribe:”El palacio del Conde en fachada respondía a casa entre dos torres que al tiempo de su desaparición estaban desmochadas, si es que alguna vez fueron terminadas lo cual el lo más probable. Estas torres enmarcaban una galería de arquillos de ladrillo que recorría todo el alto de la fachada sosteniendo el alero según solución muy corriente en casa distinguidas aragonesas. Con toda probabilidad esta parte del edificio existía al menos a principios del siglo XVI. Los balcones serían abiertos con bastante posterioridad pues uno de ellos se interponía entre la entrada y el matacán o balconcillo defensivo, que fue colocado sobre ella para la protección del acceso. La casa-palacio estaba yuxtapuesta a una enorme torre que en el momento en que fue hecha la fotografía(Foto publicada en el libro”Huesca en imágenes”, editado por la CAZAR) todavía conservaba las ménsulas del matacán que rodeó todo su entorno. Obviamente sería la parte más primitiva, la medieval, que comenzaría estando exenta para despiués ser ampliada con la casa que se apoyó en ella.
“Todavía quedan las bases de esa torre, de la que se dice va a ser restaurada en algunos metros.
Don Ricardo del Arco escribió lo siguiente:”La gran torre es robusta, de fuertes sillares, ligeramente rectangular. Mide 20 metros de altura por once de ancho, su cara mayor. Tiene matacanes en lo  alto y estuvo almenada. Junto a ella hay un arco por el que se entraba al castillo desde el pueblo, pasando antes por otra puerta abierta en la muralla, sigue un típico pasadizo con dos arcos y se entra a un descubierto o plaza de armas. A mano derecha está el palacio que ostenta ventanas góticas con mainel, hoy cegadas y matacanes sobre la puerta de entrada…
La puerta de entrada a aquel es de arco circular; en el patio hay dos arcos robustos, uno de medio punto y otro ojival, que arrancan del pavimento y sustentan las vigas del techo…a mano derecha está la escalera. En su primer rellano hay una mazmorra. Acaba en otro rellano con galería arqueada y antepecho de yesería. Acaba en otro rellano con galería arqueada y antepecho de yesería. Estos son adición del siglo XVII. A la izquierda, una gran puerta de entrada a las habitaciones palaciales, espaciosas, aunque divididas hoy por tabiques. Enfrente de la escalera hay otras habitaciones. Se conserva la sala y la alcoba(con molduras doradas) donde nació el conde de Aranda, el célebre ministrote Carlos III. Hay otra del siglo XVIII también con azulejos en el zócalo y una chimenea”(La casa aragonesa, 1919,pág. 22).
El palacio tuvo su ruina a raíz de la Guerra Civil. Este edificio estaba habitado, según Cardús, por dos familias, pero según mi padre llegaron a vivir en él hasta catorce familias. Para la Guerra fueron bastantes los vecinos de Siétamo que allí se refugiaron, al ser atacado el pueblo de Siétamo por el Frente Popular, pero al quedar cercados huyeron por la huerta a la Costera y otros se quedaron en el pueblo. La fecha de su huída fue la del día del Santo Cristo de los Milagros. Los rojos se vengaron desvalijando el edificio y además lo incendiaron. Acompaño testimonio escrito de Isidro Artero que lo esenció desde su casa en la calle Alta. Después de la Guerra primero la casa y más tarde la Torre fueron empleadas para reponer de piedras a Siétamo, Apiés, Banariés, Chimillas,Huerrios y otros pueblos de la Hoya de Huesca ,que quedaron destruidos.
En este castillo vivieron unas seis generaciones de los Aranda, que tomaron posesión del mismo por la boda de un Abarca de Bolea con la hija del Señor de Castro, que trasmitió sus bienes a dicha hija y cuyos documentos poseo.
Los Condes de Aranda tuvieron casas en muy diversos lugares, como Epila, Zaragoza, Huesca, etc. En dichas casa pasaba largas temporadas y en la de Zaragoza nació, como ha descubierto Angelines Campo, Ana María Abarca de Bolea, que llegó a la categoría de Abadesa del  Monasterio de Casbas y a escritora y poetisa castellana y en aragonés.
En Huesca poseían varias casas, que no hay que confundir con la de sus parientes los Abarca, que estaba en la calle Sancho Abarca, sobre los almacenes Simeón, que derribaron el año 2002 y han edificado, imitando a la antigua.
La desaparición del castillo-palacio de Siétamo es verdaderamente lamentable, pero consecuencia de la Guerra civil y Antonio Garrigues Diaz-Cañabate dice de esa oportunidad:”La guerra civil no fue una cruzada, sino acaso dos cruzadas, una religiosa y otra laica. Y ambas impuras en cuanto a su fe respectiva, puesto que entraban y participaban en ellas otras pasiones e intereses humanos, bien humanos. Fue una lucha fanática, heroica, en la que se jugaban la vida o muerte dos formas de ser, dos ideales, dos
Credos, no sólo los consabidos de las dos Españas sino de otros muchos pueblos, que con eso vinieron a luchar y a morir  aquí, y a uno y otro lado de la cambiante frontera estratégica y la lucha por muchas cosas :dinero, fama, honra, prepotencia y otras mil vanidades, pero sólo se muere por unas pocas en las que se cree. Esas creencias, ya divinas  ya humanas, fueron el núcleo genésico de la Guerra Civil española. La marea universal de las publicaciones en todas las lenguas, revela que no se trató sólo de una guerra civil más entre las dos Españas, sino de algo muy profundo, muy universal. Esto es lo que da su grandeza, su sentido histórico, y, si hay-dudosamente –guerras justificables, su justificación.
En la Escritura de Capitulación matrimonial de Don Manuel Almudévar y Vallés  y Doña Pilar Casaus y López, vecinos del lugar de Siétamo, autorizada por el Notario de Huesca Don Pablo Linés y Sarrate, el día 24 de Julio de 1881, se dice en el nº 66, Tomo 146, Folio 3, Fº.n.166: Un edificio llamado el Palacio, sito en dicho pueblo de Siétamo
,en la calle baja, señalado con el número 16, de nuevecientos metros cuadrados de superficie, lindante por la derecha entrando con campo de esta herencia, y por la izquierda con camino y por la espalda con calle y casa de Ramón Laguarta: estimado en dos mil quinientas pesetas y no tiene cargas.
En la Escritura de Capitulación matrimonial de Don Manuel Almudévar Casaus con Doña Victoria Zamora Lafarga, ante el Notario de Huesca Don Félix Marquínez y Ruiz del Burgo, de fecha diecisiete de Febrero de 1923, viene la misma escritura.

En el Testamento de don Manuel Almudévar Cavero, a cuatro de marzo de mil  ochocientos setenta y tres, ante Don Pablo Linés Notario, se lee una escritura igual a las dos anteriores, pero a la que añade: Que dichas cuatro fincas(huerta de Palacio, Tapiado,  un Horno de pan cocer, que limita por la derecha entrando con casa y corral de Joaquín Aquilué, por la izquierda con casa y corral de Pascual Carilla y por la espalda con casa y corral de Ramón Laguarta y un edificio llamado Palacio) las adquirió el expresado Don Manuel Almudévar y Cavero por compra que de ellas hizo según escritura otorgada en veinticinco de octubre de mil ochocientos sesenta y cinco ante el Notario de Barluenga Don Sebastián Ferrer, la cual se halla inserta en el Registro de la propiedad del Partido, Tomo ciento cuarenta y seis, Libro tercero de Siétamo, Folio, tres, seis, doce y quince, Fincas número ciento sesenta y seis, ciento sesenta y siete, ciento sesenta y nueve y ciento setenta, Inscripción primera, con fecha nueve de Diciembre del mismo año(1865), según consta de la nota puesta al pie de su primera copia de la calendada escritura que se me ha exhibido. 

martes, 28 de noviembre de 2017

Tengo un amigo muy original

Velillas


Es amigo mío porque nos conocemos desde hace ya muchos años, porque somos nacidos y hemos vivido, cada uno en un pueblo próximo al otro y hemos corrido el mundo muchos años lejos de nuestros lugares de nacimiento.  Él estudió Magisterio en Huesca capital y yo me hice        Veterinario en Zaragoza. Vivimos en el mundo y yo me acuerdo del pasado y de su historia mientras él recuerda el pasado   de la Casa Convento llamada CASA PONZ, donde nació y siempre recordando que en ella estuvo el Rey Sancho Ramirez, buscando el futuro de Aragón, y mi amigo busca el porvenir por Aragón, cuando se ve obligado a marchar de  Velillas. Él no puede olvidar el nombre de su Casa que se llama igual que hace “mil años”, es decir Casa Ponz, Convento de frailes franceses, fundado por Sancho Ramírez, como pensaban entonces, igual que ahora, en una Nación Europea.
  Su pueblo y el mío era originales, aunque el de mi amigo ya está en camino de ser abandonado por sus antiguos habitantes. En el mío ha existido hasta la Guerra Civil, un Castillo- Palacio, que vigilaba   una Vía Romana. Pero esa Vía fue luego un camino moruno, después un camino cristiano, en cuyas orillas se levantaban “casetas de los pobres”, en las que se refugiaban los pobres y peregrinos, que iban y venían de Alquézar. El Castillo-Palacio fue derruido para la Guerra Civil y quedó una “Caseta de los Pobres”. Esta vez no la derribó la Guerra, sino el tiempo. Siétamo con su Castillo estaba en la misma Vía Romana y Velillas, debajo de Liesa, comunicada por la citada Vía, que aproximaba ambos pueblos a lo alto de la Sierra de Guara.  Entre ambos pueblos pasaba la Vía Romana o camino que conducía a Alquézar, por la Ermita de Liesa y el Monasterio de Ibieca, lugares donde se defendía y se cuidaba igual que en Siétamo desde el Castillo del Barón, más tarde Conde de Aranda, la misma Vía Romana. Desde el Monte de Arbaniés baja por Ibieca un río de poco caudal, pasa por Liesa y entra en Velillas. 
Monasterio Ibieca.

El monte de Velillas acaba por el Sur debajo de la Autovía que va desde Huesca hasta Lérida, por donde sale el riachuelo que va a parar al Río Alcanadre. En la entrada al tozal donde se eleva la Ermita de San Bartolomé, un amigo mío encontró una moneda de oro visigótica y en su parte baja se alza una figura prehistórica de una mujer preñada. Todo lo que se encuentra en la parte de debajo de la Autopista es similar a todo lo  que  se  encuentra  en  la  extensión que va  por encima de ella, hasta el lugar de belleza, sagrado ,de Alquézar.  Cuando supe el encuentro en la antigua ermita de San Bartolomé, soñé con los mil años de Velillas por el Sur y Alquézar por el Norte, que es una zona, llena de Historia. Estuvo ocupada por los moros y fue conquistada por el Rey Sancho Ramírez ( 1043-1094), que fue Rey de Aragón y Pamplona. La Historia lo reconoce como Sancho I de Aragón y como V de Pamplona. Por el año de 1065, conquistó Alquézar, que incluía las villas de Buera, Colungo y Adahuesca. Se encuentra este pueblo en la Vía Romana que va desde Huesca hasta Alquézar, pasando por Siétamo.
 Jaca consolidó su condición de ciudad, capital del Pirineo Oscense, que fue repoblada por el  Rey con comerciantes burgueses ,francos y bearneses, que hablaban en vasco  y cultivaron en Jaca el comercio. Una gran parte de los bearneses era de raza vasca y ellos siguieron viniendo en años sucesivos, llegando mucho más tarde a Zaragoza y a Valencia. Entre ellos estuvieron los Almudévar o Almudéver, que cultivaron en Valencia además del castellano, la lengua valenciana.
Son mil años de Historia vividos por Alquézar y Velillas de vida cristiana, que, por la Vía Romana más antigua, se comunicaban desde Huesca hasta Alquézar. Este pueblo tenía el nombre árabe, pero la cultura cristiana se desarrolló con gran brillo en su labor conquistadora, pues el Castillo de Loarre  lo  fortificó  Sancho Ramírez y construyó las fortalezas de Obanos, Garisa, Montearagón, Artasona de Ayerbe o Castilliscar. Cerca de Alquezar fortificó Abiego, a orillas del río Alcanadre, Santa Eulalia la Mayor o Santolaria y Labata, con la idea de acorralar la ciudad musulmana de Huesca.
Alquezar.

Don José María Cabrero, nacido, como yo, en Siétamo, además de poseer títulos universitarios, es un sacerdote amante de la Iglesia y de sus fieles en la Parroquia de Alquézar. No sólo se preocupa de las almas de sus feligreses, sino que ha recreado   ermitas antiguas, con sus propias manos. Pero el Castillo- Monasterio de Alquézar, donde no ha vivido los mil años, parece que los ama con un amor santo y ha conservado, igual que las ermitas de su zona parroquial, el maravilloso Monasterio, que recuerda “Mil Años”, de Historia.
Gracias a él, he visto aquellas obras de arte, que me enseñó, en  aquel templo- monasterio, y he visitado en Alquézar, a su difunta madre, con la que recordé a su padre el   Concejal de Siétamo, Mariano Cabrero, que amaba la renovación del pueblo de Siétamo, igual que su hijo la de su Parroquia e iglesias de la zona.
Este Mariano Cabrero, padre del Párroco de Alquézar, era un aragonés amante de las obras que hizo el Ayuntamiento de Siétamo, igual que las que superó su hijo el Párroco de Alquézar.  Aragón ha estado trabajando durante “mil años”, con hombres modestos como Mariano Cabrero y como su culto hijo el sacerdote. Lo mismo entre la gente sencilla, como entre sus  Reyes.
El Rey Sancho Ramírez murió el 4 de Junio del año de 1.094, al recibir un flechazo, en el sitio de Huesca, capital del Reino Moro. Fue enterrado en el Monasterio de Montearagón y más tarde trasladado a San Juan de la Peña.
Fue Sancho Ramírez un Rey que  como el Emperador Carlomagno, quiso unificar a Aragón con zonas francesas, como el Bearn. El Vizconde del Bearn murió sacrificado en España y está enterrado en el Pilar de Zaragoza.
Este Sancho Ramírez lucho por crear el Reino de Aragón y lo consiguió en la parte Norte, desde la entonces frontera pirenaica, sin trazar todavía, y la ciudad de Huesca. Y dejó zonas aragonesas, como la que pasa casi por Montearagón, Castillo- Monasterio creado por el Rey Sancho Ramírez y sigue por Siétamo, Velillas, Liesa, Ibieca, Casbas, Sieso, Adahuesca y Alquézar. En Siétamo, nombre del miliar Septimo de la Vía Romama, se encontraba el noble Castillo del Conde de Aranda y a continuación se entraba en Velillas.
Adahuesca.

Velillas es la cara Sur de la Vía Romana que conduce a Alquézar, que ocupa sobre una altura serrana el templo románico. Velillas tiene la iglesia parroquial, la ermita de San Bartolomé del siglo XIII en la parte alta del Monte, donde se asienta Velillas y al Sur, encima de la Autopista, se encuentra la ermita de Santa Bárbara. Tiene además las ruinas de un Castillo en lo alto del Monte. En 1093, Sancho Ramírez de Aragón, acabó consagrando Velillas, dándole el Monasterio, que poseía en sus dominios franceses, de San Ponce de Tomeras, al Castillo de Velillas. Le dio además a Velillas, como cita Madoz, la ermita de San Ponz. En la larga Historia desde el año 1.093 hasta ahora en el de 2017, están a punto de pasar cerca de “mil años”, es decir 939.  
En “Velillas, a lo largo de la Historia” se encuentran los restos de una Torre Óptica, al lado de la Ermita de Santa Bárbara, que están en la parte elevada del Monte de Velillas. Subidos a esa Torre Óptica, al luchar contra los moros, se comunicaban con el Monasterio del Pueyo y con la Torre de Santa Eulalia la Mayor o Santolaria. Por medio de esa Torre Óptica, se hacían señales con fuego, que por las noches se veía muy lejos. El Rey Sancho Ramírez entregó al Monasterio de San Ponce de Tomeras, el Castillo de Velillas y más tarde todo el pueblo. Se sabe que en el
Tozal de Santa Bárbara, hubo un campamento ibérico, donde se encontraron monedas no todas ibéricas. El doctor Lacarra describe esta época histórica.
Del Monasterio de San Pedro de Tomeras, al que se entregó el pueblo de Velillas, vino la elevación de la ermita de San Ponce y de su convento o monasterio de Tomeras. Parece ser que el monasterio estaba en el actual terreno de la casa en que nació mi amigo ANTONIO BALLARÍN, conocida por Casa PONZ. Tal vez se cantaran los salmos en la Ermita abandonada, que se encuentra más abajo, pero el pueblo, convencido con su memoria profunda, ha conservado a través de su lejana vida, como pueblo, el apellido de Casa Ponz. No existe el apellido Ponz en Velillas, pero quedó el recuerdo del Monasterio francés de San Pedro de Tomeras . Porque en las casas de Velillas, sus habitantes tenían la sensación en las largas noches del invierno, de oír cantar a los desaparecidos frailes, los salmos litúrgicos. A lo largo de “mil años”, ya no quedan casi habitantes en Velillas y parece que esos frailes han dejado de cantar. Como en su frontón tan alegre y animado en otros tiempos con sus juegos de pelota en que Antonio Ballarín con sus vecinos jugaba a la pelota, casi se han terminado sus rebotes.
Muerte Sancho Ramirez.

Entonces se jugaba a la pelota y en el extremo superior de dicha Peña, hay un hoyo en el que se depositaban los objetos que daban como sacrificio a los dioses. En Alquézar se reza y se hace culto al Señor, para que este centro siga progresando y su frontón lo sigue haciendo.
En Liesa el templo Monasterio a la Virgen, sigue sin la verdadera imagen de la Señora. En Ibieca cuidan con esmero su joya arquitectónica y contemplan las pinturas de su templo. En Adahuesca, nombre que quería señalar la dirección a Huesca, cuando a esa ciudad caminaban los peregrinos desde Alquézar, se encuentra la Ermita Románica de Treviño. Su belleza es encantadora y le faltan los claustros, donde rezaban paseando los frailes que la habitaban.
Pero no sólo vivieron en ella los frailes, sino que en ella vivió con su familia una niña bella e inteligente, que tuvo una vida infantil, rodeada de corderos y gallinas. Dios le dio belleza e inteligencia, que la hicieron salir de ese convento bello y románico, pero en la soledad del monte de Treviño de Adahuesca. Como todo Aragón fue emigrando a Barcelona, Juana huyó a la misma Ciudad. Yo pronuncié una charla en la Parroquia de Adahuesca, iglesia de gran capacidad para reunir fieles, sobre la vida de una niña que trabajó unida a su gran pobreza, pero que tenía una gran inteligencia. En Barcelona no pudo olvidar su tierra querida, pues escribió una gran obra en su triste Fabla aragonesa.
Esta tierra no ha podido olvidar la Lengua Aragonesa pues Pedro Arnal Cavero, nacido en Belver de Cinca (1884-1962), en Alquézar estudió la Fabla y Juana Coscujuela ,cuando pudo salir de su destierro en su propio pueblo y vivía en la gran ciudad de Barcelona, soñó escribiendo en su Fabla de Adahuesca.   
En Velillas también quedan restos de la Fabla, que se estaba formando.  Antonio Ballarín, natural de Velillas y habitante de Casa Ponz, me dice que en la Ermita de San Ponce, hace muchos años abandonada, celebraron la liturgia, hace ya “mil años”, unos frailes tal vez de origen francés, de los que ya no queda memoria. Pero no sólo queda la arruinada ermita de San Ponce, sino ¡que todavía se conserva la Casa Ponz, en la que realmente vivieron los frailes!   
Son restos de la Fabla Aragonesa las palabras Ponz, que tiene algunas personas con ese apellido y San Ponce, que guarda en su memoria y en su corazón Antonio Ballarín.
Antonio Ballarín tiene una figura que no está pegada a este siglo, sino que tiene un vivir que recuerda los “mil años” que han pasado desde que vivieron Sancho Ramírez y Ramiro el Monje, porque, ¿quién le ha dicho que la casa donde nació, fue un convento de los Monjes franceses de San Pedro de Tomeras?. ¿Es que no han tenido conocimiento de que la Unión Europea, está volviendo a España y a Velillas?. Antonio Ballarín, según me dijo alguien, por las noches, cuando dormía en el antiguo Convento de su Casa, soñaba escuchar aquellos salmos que decían : “In éxito Israel de Egipto, domus Jacob, de populo barbaro”. No nos acordamos de que Casa Ponz y la Ermita de  San Ponce todavía se nombran en Velillas, pero en Francia ya no se acuerdan de que Europa construya el Tercer Paso de los Pirineos, por Velillas o por Canfranc y los pocos velillenses que quedan, sueñan con el Mercado Común Europeo.
Han pasado guerras, como la de la Independencia, las  Tres Carlistas y la Guerra del año de 1936, pero Antonio Ballarín siempre ha buscado la Paz. Antonio Ballarín “hombre activo y creador de fincas productoras de frutas, que exporta a Alemania, recuerda cuando en Velillas funcionaba la Cofradía de San Bartolomé”. Este recuerdo le debe venir de los tiempos en  que el Rey Cristiano Sancho Ramírez, expulsó a los moros y quiso extender la Caridad entre los cristianos. ¿Vivía en aquellos tiempos tan lejanos Antonio Ballarín? o le habían transmitido esa virtud a través de los “mil años” y desde niño a través de sus abuelos.  Se daba cuenta de cómo la “Cofradía de San Bartolomé tenía como objetivo ayudar a las personas necesitadas del pueblo, como a las de mayor edad y con pocos recursos. A ellas había que ayudar e incluso pagarles el ataúd para ser enterrados cuando muriesen, además del funeral y el entierro, teniendo en cuenta que eran cono hermanos todos los habitantes del pueblo”.
En la parte Sur del Aragón de hace “mil años”, es decir en Velillas, en la Plaza del Frontón ,en un ambiente alegre, porque se jugaba a la pelota se buscaban los medios para ayudar a sus hermanos velllenses. Antonio Ballarín ayudaba a sus padres a repartir bienes a sus paisanos pobres y él al acabar de repartir la Caridad, se ponía a cantar alegres jotas, que ya se han acabado de cantar, por la escasez de vecinos.
¿En qué época histórica vivían en aquellos momentos?   Antonio Ballarin cuyo espíritu venía desde los tiempos de Sancho Ramírez, cerca de “mil años “, con su espíritu , que no quería abandonar las buenas costumbres, aprendió a conservar su alegría y cuando está en el Bar, por las mañanas, ríe y alterna con su amigo de Grañén, como buscando la huida de la soledad en que se está quedando Velillas , para por la tarde, haciendo su rostro más severo, vigilar las frutas de su enorme y moderna finca, al lado del río Gallego que en este mundo europeo produce frutas para los europeos más modernos y con más trabajo, que los pasados velillenses.
El mundo ha cambiado y del buen humor, pasa a la vida comercial y él la lleva limpia y no hace como esos comerciantes, que cobran, en Cataluña unos dineros que no les corresponden. En cierta ocasión acudió a pagar una finca que había comprado, y cuando quisieron cobrarle un cantidad de dinero injusta, estuvo esperando en una oficina, desde el mediodía hasta que dieron las doce de la noche. Su vida va en todo momento desde el buen humor a la seriedad y paciencia en todo momento.

A mí me parece qué en estos momentos, estoy escuchando un viejo salmo, en la vieja casa de Ponz y más viejo Convento de los frailes franceses de Velillas. 

domingo, 26 de noviembre de 2017

Mi hermano Luis, viajó a Guinea Ecuatorial

Guinea Ecuatorial.

En 1898 tuvo lugar la independencia de Cuba, última de la colonias españolas en América y poco antes, hacia el año de 1845, la Reina Isabel II, publica la Real Orden por la que autoriza el traslado a la Guinea de todos los mulatos y negros libres de Cuba, que voluntariamente lo desearan. Se estaba acabando el dominio español sobre los países americanos y parecía que la Reina de España, siguiendo el deseo de los españoles, quisiera seguir colonizando otros países africanos. Nuestros vecinos portugueses entre los que destaca Fernando Po, fueron los primeros que exploraron el Golfo de Guinea y colonizaron las islas de Bioko, Annobón y Corisco en 1494, pero tras los tratados de San Ildefonso (1777) y el Pardo (1778),se cedieron a España esas islas, con derechos de libre comercio en el sector del Golfo Pérsico. Estos derechos los obtuvo España cediendo a Portugal la colonia de Sacramento.
La parte continental o Río Muni, por un tratado firmado en París, pasó a ser colonia en 1900. La independencia se proclamó en Octubre de 1968, llamando a la nación: República de Guinea Ecuatorial. En Septiembre de 1968, se eligió al primer presidente de Guinea Ecuatorial, con el número 126 en la O.N.U. Este Presidente fue Francisco Macías Nguema.
Macías fue un dictador, que concentró todos los poderes del Estado y llegó a realizar una represión implacable. Más de cien mil personas tuvieron que huir de Guinea, muriendo unas cincuenta mil que permanecieron en su  País y unos cuarenta mil fueron condenados a trabajos forzados. Guinea cayó en la ruina y la religión católica, que había sido transmitida al pueblo, la reprimieron, llegando a cerrar el sistema educativo en 1975 y el culto católico prohibido en el mes de Junio de 1978.  
En estos tiempos mi hermano Luis, a bordo de un barco mercante llegó a Guinea, que como escribe en sus “Divagaciones Toponímicas”, dice “Entre los países árabes que he visitado por razón de mi profesión, se cuentan entre otros, Mauritania, República del Sahara, Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Arabia Saudita, Kuwait, Irak, Yemen…En todos ellos llamaba la atención mi apellido y aprovechaba la circunstancia para preguntar en todos, cual era su significado”. Pero no menciona en su relación la nación de la Guinea Ecuatorial. En los países citados se le planteaba la traducción de nuestro apellido Almudévar, al castellano desde el árabe, que es el Tozal Redondo o la Corona Redonda, pero en Guinea se encontró, al visitar esas pobres aldeas, que allí se había practicado el catolicismo. En una aldea los morenos, con sus ideas religiosas perseguidas, le enseñaban los cálices y las ropas litúrgicas, como la casulla y el alba, que tenían arrinconadas, sin poder gozar de la celebración de una misa. Se lamentaban y le decían que celebrase ese sacrificio, pero él no podía porque no era sacerdote, pero se acordaba de las misas a las que asistía en la Compañía de Jesús, en Huesca, con sus compañeros los Congregantes Marianos y se llenaban sus ojos de lágrimas. ¡Cómo se dio cuenta de la dictadura a que estaban sometidas  aquellas pobres gentes!.
Mi hermano marchó de Guinea, pero en este País siguió la dictadura, al ser juzgado y ejecutado por su sobrino, el teniente general Teodoro Obiang Nguema, que se apoderó del poder de Macías. En el año de 1996 los norteamericanos, comenzaron a sacar petróleo. Esta circunstancia debía de haber concedido a la población mejores condiciones de vida, pero esa riqueza ha abierto cierto reconocimiento internacional al País. Esa producción de petróleo  hace de Guinea el tercer país productor de Africa, pero sus habitantes son esclavos de una dictadura. Mi hermano Luis, al marchar de Guinea, soñó con ver su País español, más democrático y más feliz, pues dejó de navegar y se colocó en un puerto privado de Bilbao. Allí era feliz con su esposa Pilar Arnal y con sus hijo Manuel y sus hijas Marina y Natalia. Pero en estos días que transcurrían felices, escuché por la radio la noticia de la explosión del puerto, que dirigía Luis, por la ETA y a continuación, telefoneé a Luis y se lo dije. El no se había enterado y se llevó un disgusto, causado por fuerzas antidemocráticas, como las que él había experimentado en Guinea Ecuatorial. Luis volvió a navegar, se jubiló y murió primero la bella y bondadosa María Pilar y Luis se vino a vivir a Huesca, donde ha dejado maquetas de barcos a toda su familia. Aquí, en Huesca estuvo acompañado por su divina hija Natalia, hasta que murió. Hoy .gracias a Dios, son felices su hijo y sus dos hijas y los dos nietos de Luis, hijos de Natalia y de Juanma y él descansa acompañado por María Pilar en el cementerio de Siétamo.
Luis, al recordar lo que vio en Guinea, se dio cuenta de que la democracia es perseguida en todo el mundo, pues en España recibió el dolor del atentado contra su puerto de mar y contra su espíritu familiar.
Pero queda el consuelo de ver que si aquí nos hemos librado de la dictadura, tenemos el disgusto de enterarnos, que en un diario del 29 de Julio de es este año de 2014, aparecen, noticias que entristecen de la vida miserable que viven los guineanos. Todavía rige la pena de muerte y Obiang, califica de injerencia neo colonial las peticiones de supresión de la pena de muerte. Siendo Guinea el tercer país africano de producción petrolera, casi todos los ingresos van a parar al poder de Obiang y de sus familiares.  En tanto los guineanos viven en la miseria intelectual y espiritual, porque Obiang piensa que si el pueblo tiene dinero, demandará educación y cultura; si Guinea adquiriese cultura, demandaría la libertad y si esa libertad llegase, desaparecería la dictadura.


sábado, 25 de noviembre de 2017

El engañapastores.



Un texto medieval de cuyo contenido no me acuerdo, acaba de esta forma:”ésto lo dijo uno que es de Alcalá”. Poco explícito se muestra el autor, que no revela su nombre, pero el que me lo contó, además de ser de Alcalá, me dijo que se llamaba Luis Aso y yo añado que no sólo es de Alcalá, sino que es de Alcalá del Obispo.

Mi amigo, allá por la primavera del año mil novecientos ochenta y uno y sería por el mes de Abril, cuando se siembra el girasol, al enganchar el arado, escuchó un pío-pío. No hizo al principio mucho caso, pero como continuaran los “piulidos”, empezó a sentirse intrigado porque por más que miraba, menos veía. Llegó a pensar en brujas, hasta que al fin descubrió que en un agujero del tractor y debajo del asiento, había cinco crías de pájaro acomodadas en su nido y se sintió feliz.

Subió al tractor y se dio cuenta como una pareja de engañapastores le seguía, unas veces volando y otras se posaba en la reja de arriba del arado reversible, otras en el faro trasero que sirve para iluminar el surco y a veces en la barra de la trailla. Cuando arrastrando el remolque con su tractor iba a Loscertales, donde también cultivaba la tierra, los pájaros se posaban en los laterales. Dicen que los engañapastores hacen eso, engañar a los pastores, pero al moderno tractorista no lo engañaban porque se habían hecho amigos y compañeros.

A José Luis le gusta llevar limpio el tractor y pasaba por descuidado al no lavarlo. ¡Cómo lo iba a hacer si los  pajaricos  hubieran muerto al ser regados con la manguera!. Al gaucho lo llamaban “abandonao” porque no engrasaba los ejes de su carro, cuyo sonido le gustaba escuchar. A José Luis el engañapastores le seguía, unas veces volando y otras se posaba en la reja de arriba del arado reversible, otras en el faro trasero que sirve para iluminar el surco y a veces en la barra de la trailla. Cuando arrastrando el remolque con su tractor, iba a Loscertales, donde también cultivaba tierra, los pájaros se posaban en los laterales del remolque.

Hay testigos de este caso, entre los que se encuentra Serafín el herrero de Pueyo de Fañanás, al que José Luis le llevaba los aperos a reparar. Seráficamente, cual nuevo San Francisco de Asís, observaba como la pareja subía al árbol vecino, un peral que sigue ahí y daba de comer a las crías: dentro de la dureza de su oficio, procuraba no asustar a las avecillas.

Todo el mundo no conocía el pequeño acontecimiento, porque si se divulgaba, los curiosos tal vez lo hubieran interrumpido.

Llegó la primavera del año mil novecientos ochenta y dos, que como todas las primaveras la sangre altera, incluyendo la de los engañapastores, que revoloteaban alrededor del tractor y acarreaban pajitas y hierbas al nuevo nido.

Amado Baus, vecino de José Luis, estaba esperándolo sentado en una pared y vio como el engañapastor, sobre un montón de arena, que allí estaba, engañaba a la engañapastora. Yo me imagino una danza de plumas en el aire, de volteretas graciosas y enamoradas, de reverencias elegantes del engañador a la engañada y de elegantes saludos a la amada y por fin el tremolar de plumas en éxtasis de amor.

A los pocos días la pajarica empezó a poner huevos en el nido del tractor hasta el número de cinco.

Cuando José Luis, por la mañana iba a ocupar el tractor para ir a labrar, se agachaba y miraba a la pájara y ésta se lo miraba a él, sin asustarse. Había surgido la amistad. Alguna vez al cerrar con fuerza la puerta de la cabina, salía la madre, pero volvía a incubar los huevos. Labraba los campos y se sentía acompañado por la pareja que revoloteaba a su alrededor. Salieron del huevo los pajaricos un domingo y otro domingo, a los quince días justos de su nacimiento, se lanzaron a volar.

José Luis los observaba como algo suyo y veía como los padres buscaban alimento en los surcos y  se lo llevaban a sus hijos. Al principio hacían pocos viajes en busca de cebo, pero los tres últimos días casi no daban abasto.

A pesar del traqueteo del tractor las crías vivían felices en el nido; solamente cuando labraba por las laderas empinadas, se asomaban como presintiendo un peligro.

Al llegar el año mil novecientos ochenta y tres a la siembra del girasol, el tractorista otra vez observó las evoluciones de los engañapastores, que volvieron a fabricar su nido y a poner huevos, pero un día se dio cuenta desconsolado que no había nada dentro de él.

¿Quién tuvo la culpa del desastre?. ¿Algún vecino que metió las manos donde no debía o fue un pobre gato de su propia casa?. Nunca más se supo de los engañapastores.

Hay quien dice que las aves también evolucionan hacia nuevas formas de vida, pero nosotros, ¿las dejamos seguir esa marcha evolutiva?.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Ni morir en paz dejan



En Portugal no se hacen certificados de defunción a causa de una huelga de médicos. ¡Qué tragedia!. No dejan vivir ni a los muertos, o más bien no dejan morir a los vivos. El poder de la burocracia se ha endiosado, o más bien ha endiosado el papel, cuando todos sabemos, que esta celulósica lámina, es casi unánimemente empleada para limpiarse partes pudendas.
No sé si los huelguistas quieren subir el precio de los certificados de defunción. Si es eso lo que pretenden, el pueblo que intuía que eso era un sacaperras, transformará esa intuición en certeza. Se darán cuenta de que la falta del papelico, no vuelve a los difuntos a la vida, ya que no hablan, y que están rígidos, fríos, del color del papel de que carecen, y que luego empiezan a oler. Hace muchos años, una peste asoló Lisboa y murieron muchos de sus habitantes. Entonces no hacía falta, para enterrar  a uno, papel acreditativo de la defunción, ni papel moneda porque ésta era de metal. Así como el que no tenía padrinos no se bautizaba, el que no tenía moneda no era enterrado. Las familias, como no podían tener a sus deudos difuntos en casa, los sacaban a la calle y ponían platillos delante del cadáver. Estos platillos tenían la misión de recoger limosnas, hasta que se alcanzase la suficiente cantidad de dinero para pagar la tarifa del entierro. El que era caritativo iba practicando a destajo la obra de misericordia de enterrar a los muertos. El que no lo era, iba echando dinero para sacudirse los muertos de delante. Alguna vez se da el extraño caso de que un cadáver, digo oficial porque posee certificado con su póliza y todo, se levanta de su ataúd, ante el pasmo de las plañideras  que lo rodean. Algunas tornan sus llantos en risas, pero otras aumentan su caudal lacrimoso. Ignoro si algún supuesto cadáver ha corrido a casa del que le expidió el certificado, para darle la devolución de su importe, y para que se haga cargo de los inútiles y fúnebres gastos que le ha originado.

En antiguas civilizaciones, amantes de la Naturaleza, depositaban los muertos en una meseta a la que acudían los buitres y alimoches y ejercían de policías sanitarios. Aquellos portugueses pobres y rapiñados en vida, tendrían el consuelo de integrarse en aves rapiñadoras, con lo que conseguían una revancha de las múltiples humillaciones sufridas en su vida y en su muerte. Descansen en paz.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Fonz, su arte y su inteligencia



He visitado varias veces la Villa de Fonz y me causaba su contemplación me hacía soñar que estaba en un lugar sagrado de Aragón. Resultaba sagrada la impresión que producía contemplar aquella maravillosa arquitectura, de Fonz, nombre que viene del latín Fontes y que la Villa celebró con una fuente pública, que lanza el agua por seis caños. Fue construida en 1567, con su escudo, con seis caras y una marmota. En esa fuente se alzan también columnas redondas, capiteles corintios y una inscripción artística en latín. Es que Fonz destaca la raíz de la vida humana del agua, con sus fuentes, al mismo tiempo que pregona su categoría arquitectónica y la nobleza de sus habitantes,  alrededor de la iglesia de Nª Sª de la Asunción, del siglo XVII, en una altura, aunque calla el despojo que sufrió en la Guerra Civil, al desaparecer su retablo mayor. Mi memoria histórica se acrecentaba a medida que iba contemplando las doce casas- palacio, que a pesar  de necesitar, alguna de ellas, una reparación, van recordando a los visitantes el esplendor de su pasado. Estas casas nobles e infanzonas están construidas en  estilo aragonés, consistente en unos bajos de piedra de sillería y los pisos de ladrillo y toda la obra coronada por amplios aleros de madera tallada.   
A parte de las casas nobles, tenemos el Ayuntamiento, construido en un estilo que difícilmente se puede superar en la arquitectura civil aragonesa. Allí residieron los obispos de Lérida hasta que tuvo lugar la desamortización. Prko aquellos edificios si fueron notables por su arquitectura, lo fueron tanto o más por los ilustres hombres y mujeres que en ellos nacieron, como los del apellido Gómez Alba, el arabista Francisco Codera, vecinos de casa Guilleuma, casa Camón y las de Bardaxí y de Carpi. La casa de Cerbuna  vio nacer al fundador de la Universidad de Zaragoza, Don Pedro Cerbuna. En Fonz se encuentra casa Montroset, en la que nació Irene Montroset que descubrió la mercromina.  Esta casa la posee actualmente mi amigo Jorge Doz,   que pasó su niñez en Fonz, conociendo infinidad de detalles que allí ocurrieron, no sólo en los actuales tiempos, sino a lo largo de la Historia. Podría narrar hechos de la casa Ric y  del Archivo –Biblioteca de los Barones de Valdeolivos, pero me sedujo un hecho que me contó Jorge y voy a tratar de exponerlo a los que admiran la identidad de Fonz.

He considerado el arte, pero no he hablado de la literatura, kque procedente de Fonz, inculcó en mí, José Antonio Llanas Almudévar, regalándome el libro Pitiusa de su tío José María Llanas Aguilaniedo(1875- 1921). Nació este genio en Fonz y fue uno de los primeros modernistas españoles,como aquel que quisiera renovar la gran cultura de siglos de Fonz. Su obra ha sido muy valorada por Cejador y Clarín, pero al perder la razón en 1912, fue olvidado y vivió retirado en casa de mi primo hermano José Antonio Llanas de Huesca. Entre sus novelas  principales se encuentran Navegar pintoresco y Pitiusa.Esta obra es una de las mejores de la literatura española. José María trabajó por traer el modernismo a España y fue llegando poco a poco, notándose su adelanto hasta en la Medicina y la Cirugía. Y la demostración de este adelanto me la reveló Jorge Doz, El con otro grupo de muchachos recorría los parajes semi abandonados de aquellas antiguas casas nobles y en una de ella encontraron una mano de madera. Dice Jorge que aquella casa donde encontraron dicha mano perteneció a un embajador español en Filipinas, al que le faltaba una mano. Nadie les explicó para que estaba destinada,  pero ellos, jugando, apretaban en la muñeca una señal y se subían sus dedos,  apretaban en otra y se cerraban. Ahora si es necesario implantarle una mano a una persona que le falta, se le transplanta, pero en aquellos tiempos, era imposible. Sin embargo ya pensaban en hacerlo y esa mano de madera de Fonz, era lo que intentaba. Y Fonz no es recordado como se merece su pasado, pues la mano de madera está olvidada, como casi lo está la maravillosa obra literaria de José María Llanas Aguilaniedo. 

viernes, 17 de noviembre de 2017

Guerra de la Independencia en Aragón



Hace unos cincuenta y cuatro años, que se murió mi tía Rosa, hermana soltera de mi abuela materna Doña Agustina Lafarga. Eran oscenses y sus apellidos de origen en el Midi francés. Los Pirineos no han impedido qué con el Sur de los mismos montes, tuvieran un conjunto de apellidos comunes con el Norte de Los Pirineos. A pesar de su dureza no han dificultado que sus habitantes, subieran a la parte francesa a trabajar y a comprar machos y mulas de un gran desarrollo, para trabajar las tierras del Sur Pirenáico. Pero además pasaban a la parte francesa muchos altoaragoneses, para quedarse de franceses en ella toda su vida, y otros para trabajar temporalmente. En  pueblos  como  Ansó y Hecho, cuando sus vecinos, que pasaban los veranos con sus rebaños en la Montaña y el invierno en la Tierra Baja, consumiendo sus pastos, sus esposas pasaban este frío tiempo, trabajando en Francia. También en ocasiones,  algunos  jóvenes franceses, escapaban del Servicio Militar,  que tenían que servir en lejanos lugares de Africa, y  se casaban en los Pirineos españoles.

Pueblo Anso.

Durante la Guerra Civil de 1936, todos mis familiares  fuimos a vivir a Ansó, con la intención de pasar a Francia si fuera necesario. No hizo falta y estuvimos en ese pueblo montañés, con nombre vascongado, como Ansó, cuya raíz poseen otros pueblos como Ansola, Ansoategui, etc, etc. Allí fuimos muy bien tratados y vivimos en una casa, que volvimos a ver el verano del año de dos mil quince. Mi hermana María y yo nos sentimos emocionados de recordar esa casa, desde la que todos los días, íbamos a la Escuela, en la que gozamos del trato de los niños y niñas de Ansó y de su Maestra, bella y entonces todavía joven. En invierno cada alumno debía de llevar a la Escuela un taco de leña, para mantener una buena temperatura, que hiciese agradable la estancia de los niños. Yo no podía llevarlo, porque éramos seis hermanos y no disponíamos de leña. Otro compañero, de cuyos datos familiares no me acuerdo, me habló de la dificultad para entrar en la Escuela y decidimos no entrar en ella. Fue descubierta nuestra dificultad y bajó mi padre a la Escuela a hablar con la Maestra. Esta con su amor a los niños y dándose cuenta de su situación, la comprendió y con su bondad y simpatía, nos dijo que no podía abusar de los necesitados. Yo nunca he comprendido como aquella mujer sabia y buena, no la he visto más y espero en la Vida Eterna, saludarla y darle un beso.
Estábamos en Ansó, mis familiares y yo, huidos  del  fusilamiento de nuestros mayores y los seis hermanos, sometidos a la amenaza de ser conducidos a las frías tierras rusas. Allí estaban mi padre y mi madre, mi abuela doña  Agustina  y su hermana la tía  Rosa no paraba de coser y de cuidar nuestras ropas y calzados.
 Era la tía  Rosa una mujer aficionada a la historia de España, que durante siglos ha tenido que aguantar las guerras, que han creado tantos muertos.
Estaba en Ansó en la Guerra Civil, pero en todo momento se acordaba  de la Guerra de la Independencia, que se desarrolló entre 1808 y 1814, dirigida por Napoleón, que se decidió a invadir España, aprovechando la debilidad de Carlos IV, Rey dominado por su esposa María Luisa y por Manuel Godoy.
Mi tía Rosa, que se había leído todos los libros de Historia, que estaban en la Biblioteca de casa de su ya difunto cuñado (año 1907), el Diputado Provincial Don Ignacio Zamora Blasco, recordaba los sucesos ocurridos en Zaragoza,  en la Guerra de la Independencia, que además de ser leídos, los  había  escuchado a través de sus antecesores, que fueron voluntarios a Zaragoza, para luchar en el  recién citado lugar contra los invasores.  No sé  cuántos años pasaron entre la estancia de sus antepasados en la lucha de los Sitios y su vuelta a Huesca. Pero mi tía Rosa escuchó de los parientes intermedios, entre los que fueron a luchar a Zaragoza y los que ella  trató,  la relación de las luchas que sostuvieron con los franceses.

Aragón ha estado sacrificado por guerras, como leyó mi tía Rosa y escuchó a sus antecesores, que fueron a luchar a los Sitios de Zaragoza. Esta noticia la supe por mi tía Rosa, pero sale escrito que hubo en Huesca tropas voluntarias, promovidas por un Bando del General Palafox y dirigidas por Felipe Perena. No podemos olvidar el saqueo de la Catedral   y el de la Universidad Sertoriana. En la provincia se formaron Guerrillas como la de Villacampa de Laguarta y la de Miguel Sarasa de Embún. Hay notables personajes que destacaron en esta lucha, como Antonio Cornel, que fue Ministro de Guerra, el Rector de la Universidad de Huesca Pedro María Ric, natural de Fonz  y el Militar y Botánico de Barbuñales  Félix de Azara, enterrado en la Catedral de Huesca. Su escudo es decir el de los Azara está grabado en un armario del salón, pues era mi familia pariente y amiga del Conde de Aranda.  
Mi tía Rosa me informó de Los Sitios de Zaragoza, el primero en 1808 y el segundo que duró desde el 20 de diciembre hasta el 21 de febrero. El general Palafox, estando ya enfermo y sin recursos, se rindió, cuando en sus calles había seis mil cadáveres sin enterrar. Quedaron personajes de leyenda, como Agustina de Aragón, que retrató Goya, en sus “Desastres de la Guerra”.
El artículo “Habilitación de jurado por el Rey, la Constitución en 9 de Marzo de 1820”, publicado inmediatamente antes de éste, expone como mi pueblo de  Siétamo   a doce kilómetros  de Huesca, estaba pasando gran necesidad de alimentos, pues la Guerra de la Independencia duró hasta 1814, pues Jaca y Monzón quedaron libres en 1814. Goya pintó los Desastres de la Guerra. En este artículo “Habilitación de jurado por el Rey”, de fecha de marzo de 1920, se siguen leyendo los nombres de los antecesores de José Viñuales, Puyuelo, Sipán, José y Ramón Barta,  Antonio Alfaro, José Lobaco,Francisco Viñuales ,Marcos Casamayor,   Don Mariano Arnal y varios más.  Aparece en este artículo el nombre de Mariano Arnal, precedido por el tratamiento de Don, familia que ya ha perdido tal apellido de Arnal, pero que todavía vive en Siétamo.
Labradores y vecinos del Lugar de Siétamo, se comprometen a devolver a Mosen Antonio Salas, Rector de este Lugar de la misma Parroquia, los granos,  que se reparten para sembrar.
Desde Los Sitios de Zaragoza en los años de 1808 y 1814, en que se acabó Guerra de la Independencia, Siétamo siguió sufriendo las penas de las luchas políticas, hasta la Guerra Civil de 1936. Habían pasado más de cien años y mi familia tuvo que huir desde Siétamo a Huesca, a Jaca, y a Ansó. Pero todavía subieron mi padre y mi abuela a la misma frontera francesa, para pasar a Francia. Los Carabineros les hicieron ver que no era necesario el paso de la frontera, porque faltaba poco para acabar la Guerra  Civil. Pero no sólo fueron mis familiares los que sufrieron el dolor de las huidas, sino que fueron multitudes de españoles los que sufrieron los destierros, la prisión y la muerte en ambos lados, el  de  los “Rojos y el de los Blancos”.
Al acabar los frentes de lucha en la Montaña, volvimos a Huesca, toda mi familia en un camión. Me acuerdo de mi madre de seis hijos, Victoria, a la que mi padre acomodó en la cabina del camión, al lado del chófer. En Huesca, en casa de mi abuela Agustina y en compañía de mi tía Rosa, nos quedamos a vivir en el piso de Huesca, al lado del Colegio de Santa Ana, en el Coso Alto, al lado del  Cuartel de los  Policías Armados. Al pasar por delante de sus rejas, veía a presos, que tenían hambre  y  yo les daba, en ocasiones, mi bocadillo para almorzar.
 No pudimos ir a Siétamo, porque, lo habían derruido totalmente. En la Biblioteca se conserva una fotografía  de  Company, al frente de milicianos y de niños y niñas que iban a visitar las ruinas del Castillo, que sus fuerzas habían convertido en ruinas.
Mi padre aún nos llevó a la Posada de Siétamo, para complacer a mi pobre madre, que estaba enferma, pero el año de 1.941, se murió y está enterrada en Huesca, al lado de mi hermana Mariví, que quiso ser enterrada junto a ella.
 En este ambiente guerrero desde la Guerra de la Independencia del año de 1808 hasta la Guerra Civil de 1936, aparecen en medio tres Guerras Carlistas, que hicieron en sus lecturas sufrir a mi tía Rosa, que las recordacba en cualquier ocasión.
Fueron tres Guerras, la Primera desde 1833 a 1839, la Segunda, desde 1846 hasta 1849, con un Alzamiento Carlista en 1855 y una tercera Guerra desde 1872 hasta 1876.
Un día  me llevó mi yerno Santiago a Estella y vimos el Museo del Carlismo en un Museo al lado de un llamativo puente sobre el río Ega. Al pasar por la  carretera  contemplamos el Montejurra, monte dedicado al recuerdo de las ideas conservadoras.
 Las Guerras Carlista primera y segunda fueron duras, pero la más cruel fue la tercera, que duró desde 1872 hasta 1876 y que también hizo sufrir a los aragoneses, entre otras razones porque fue constante el paso entre de soldados carlistas entre Navarra y Cataluña.Era notablemente malo el ambiente en los pueblos debajo de la Sierra de Guara. Del 7 al nueve de Julio de 1875,  en estos días llegaron a Casbas, entre nueve y diez mil soldados, pero el General Carlista Dorregay, al darse cuenta de la dificultad para mantener a estos soldados, pensó en retirar sus tropas a la Sierra de Guara, por  ser muy difícil mantenerlos  con productos de dicha Sierra, se dio cuenta de que lo interesante era retirar esas tropas a Navarra por la  Canal de Verdún o a Cataluña por Boltaña y Benabarre. Mi abuelo Manuel se fugó con el señor confitero de Huesca, Vilas, famoso por su elaboración de “Castañas de mazapán” y con el Jefe de la Ermita de Liesa, señor Borau y llegaron a Francia. Mi abuelo era Carlista y ante la multitud de soldados liberales que acudían a combatir a los de la boina roja, huyó a Francia, porque Huesca estaba libre de Carlistas. Así como Huesca capital no cayó el año de 1936, en manos republicanas, en la  Tercera Guerra  Carlista, tampoco cayó Huesca en manos republicanas en la  Guera Civil de 1936. Pero la gran proximidad de Siétamo de Huesca, hizo a mi abuelo huir a Francia.
Hacía más de un siglo que mi abuelo había huido a Francia y llegó el año de la Guerra Civil de 1936, en que toda la familia,tuvimos que huir a Jaca, a Ansó y luego subir al puesto fronterizo de Zuriza, para pasar a Francia.    

Para terminar copio de un artículo mío: “La Sierra de Guara, que aparece en cualquier lugar de la carretera N- 240, como un cadáver “grandaz”, a veces destacando con nieve blanca su cabeza, sus rodillas, sus manos y sus pies, como ofreciéndose al firmamento azulado y sin estrellas. Desde la altura de 2.077 metros se ve el Moncayo, en cuyos lomos se echa Tudela…..Y la subida de los  carlistas al gigante de Guara, hizo recordar las catástrofes que en dicha Sierra se han dado a lo largo de la Historia y la Leyenda. Guara y Montejurra, están entre vivos y muertos, por soportar las pasiones humanas, que aguantaron en aquellas guerras y esperan que reine la Paz en nuestros pueblos. 

Rebrota en el mundo la Peste Negra.-

        ¡Cuantas pestes ha sufrido la Humanidad, a las cuales, han llamado Peste Negra!. Un equipo de investigadores ha extraído el genoma  ...