sábado, 30 de junio de 2018

Se fueron de Almudévar





En la calle  Escuer, que desde la de Miguel Servet, sube  a la calle Mayor,  a su izquierda y en sus principios se encuentra una casa de estilo aragonés. Es de ladrillo “caravista” y en su parte alta, debajo del  alero se encuentran unas ventanas arqueadas, que ocupan unas al lado de las otras, toda la fachada. No abundan en Almudévar edificios de este estilo, como por ejemplo se pueden ver abundantes en el pueblo de Fonz. Esta fachada es de un estilo perfecto, pero está alterada por la colocación, hace ya muchos años de un balcón, que parece ser se empezaron a usar en el siglo XVIII.  Por eso convendría conservar este edificio, para que la historia aragonesa de Almudévar,  igualmente se conservara y se cultivara, en una época en que parece ser que la industria ha encontrado asiento en dicha Villa.
Un día observé como un hombre, acompañado de niños, se despedía de una señora, que vive frente a la casa citada y manifestaba una nostalgia enorme al recordar los tiempos, que su familia había pasado en aquella casa aragonesa, de la que eran dueños en aquel entonces. Le pregunté por esa familia  a la señora, vecina de Almudévar  y que la despedía. Me dijo que eran una buena gente y que se marcharon a Cataluña porque en Almudévar no había trabajo; se vendieron la casa y se quedaron a vivir en Cataluña. Pero en ellos se lee el amor que le tienen a la villa que tuvieron que dejar, como se lee el amor que se tienen las palomas, observándolas en la parte alta de la casa. Esas palomas, como los emigrados, se quejan de la ausencia demasiado larga de uno de los miembros de la pareja. No hacen los hombres arrullos como el palomo macho, que hace jru-jrú o jru-jruá cuando echa de menos la presencia de su pareja, pero se les ve llorar en lo profundo de su alma, cuando vienen, ¡tan pocas veces!,  a  Almudévar. Se ve y se oye a las parejas,  arrullar con notas sordas y guturales, que suenan “makuhuhurú” y giran los machos  alrededor de su hembra y sacuden su cabeza, como movidos por el amor que sienten por la que va a ser madre de sus hijos. Cuando el macho ya tiene conquistada a la paloma, se hacen caricias entrañables y cuando se verifica su amor, corren los palomos orgullosamente de un lado para otro y echan a volar, jugueteando en el aire y cuando vuelven al palomar, que hay detrás de la casa aragonesa, asean pulcramente su plumaje, usando para ello sus picos.
Y van pasando distintas generaciones de palomas, unas detrás de otras, como también pasan, pero más lentamente las vidas de aquellos saputos, que se fueron a Barcelona. Los palomos lo pasan bien en la casa aragonesa de Almudévar, pero aquella familia, que tanto me impresionó, habrá pasado por momentos agradables y desagradables,  pero siempre ha estado añorando los años que vivió en la Villa de Almudévar.

viernes, 29 de junio de 2018

De Santiago de Compostela a San Pedro el Viejo de Huesca




María Antonia nació en la verde Galicia y estudió con mi primo hermano José Antonio en Santiago de Compostela. Se casaron y tuvieron unos hermosos hijos, comenzando por María Teresa, milagro de Dios, por su alegría, conversación e interés por la cultura, la música y por todo lo que puede alegrar la vida humana. Su temperamento, su alegría, su amor a su madre, alegraban su cuerpo que se movía con dificultad, pero que no le ha impedido ser feliz, fabricando incluso juguetes en el Centro Médico, con los que llena de alegría los corazones de los niños e incluso de los mayores, que los acompañan.
 La marcha de su madre, después de una larga vida ha hecho llorar su corazón, pero le ha recordado que el tiempo pasa y que hasta los años de edad van transcendiendo en su vida, que le acarrean la tristeza de la muerte de su madre.  Pero  no  podrá  olvidar la alegría, que ella le proporcionó, unas veces,  compartiendo esa alegría, con su compañía en el Centro Sanitario con varios amigos y amigas y cada día en su propio domicilio,  con su madre, que era  la única que le daba más miedo de que se muriera, pues no podía estar alejada de su buena y alegre madre.
Pero el recuerdo de la felicidad, que le proporcionaba su estancia en las playas de Cádiz, acompañada por su buena madre y por aquellas “gitanas”, la han hecho feliz. ¡Cómo gozó acompañada por su madre, en aquellas tierras andaluzas, de la vida, en que  se  vio  rodeada de sol , de arena, de morenas gitanas, que escuchaba cantar, con esa alegría que producían las alegres voces de esas citadas mujeres morenas!. Era feliz María Teresa, como se sentía también gozosa la buena María Antonia.   
 A Teresa le sigue su hermano José Antonio, soltero, profesor en la capital de España, que se ha portado siempre con su hermana, con un gran amor. Es este José Antonio amigo de complacer a su hermana y la ha acompañado en las tierras y playas andaluzas. Cada año subía a Huesca desde Madrid, para cantar los salmos a San José, en  el  Coro de la Iglesia Románica de San Pedro, acompañado por los beneficiados de la citada Iglesia, cuyos sacerdotes han vestido hasta hace muy poco tiempo, con “chepas en sus ropajes litúrgicos portados con un gran orgullo,  por participar en la separación temporal de Roma”.
Se conoce toda España desde su interior a sus costas y donde uno va,  escucha las músicas locales, que después interpreta en honor de su hermana Teresa. Yo no sé, cuantas veces ha peregrinado desde la románica Iglesia de San Pedro de Huesca a la Catedral de Santiago de Compostela, pero ha sido esta devoción, una de las más importantes para él. Ha acompañado a su hermana Teresa  a las playas andaluzas y ha buscado siempre hacerla feliz.
Le siguen sus hermanos Lorenzo, que ha seguido la carrera farmacéutica de su padre José Antonio  y que tiene una conversación muy amena y recuerda la actividad  sanitaria de su antigua familia. Viene a continuación Pablo,  qué  al  instalarse en la lejana ciudad de Fraga, no me ha permitido ir a escuchar su conversación costumbrista y sus actividades agrícolas. Feliciano, es el que conserva el espíritu tradicional del antiguo Aragón y desde tan lejos, no puedo seguir conversaciones con él, llenas de hechos históricos, como los del Conde de Aranda.
Pilar es la hermana pequeña de los hijos de María Antonia, la gallega poética, amante de hacer sonar el piano, elegante, simpática y conservadora de la lengua  galáica.  Vivía con su madre en una hermosa casa, pues ya habían abandonado aquella en que vivían, donde estaba la antigua Farmacia de Llanas. La buena Pilar se sentirá consolada por la desaparición de su buena madre por la boda de su hijo, cuya esposa ha dado a luz a dos hermosas criaturas. Su madre María Antonia se ha marchado de este mundo porque ya tenía cerca de cien años y el Señor le  ha enviado a dos hermosos nietos.
María Antonia ha gozado de la presencia de sus nietos, porque los ha conocido y jugado con ellos.
Elena es una señora rumana de gran dignidad, pues ya lleva unos ocho años, conviviendo  con  la  Familia Llanas  y  la ayudó  con una gran alegría. Cuando uno llega por casa de Pilar y de su madre María Antonia, enseguida te invita a probar unas tortas rumanas, que son deliciosas. Ella con su marido endulzan la vida de la familia Llanas. Así como la esposa cuida el bienestar de toda la familia, su esposo, cultiva el huerto en Huerrios y el jardín, limpia la piscina y hace felices a los familiares y amigos de los Llanas.
Pasaban unos días veraniegos en su Chalet de Huerrios y María Antonia, siempre pulida y cuidadosa de su figura exterior, quiso cuidar esa figura porque sabía que iban a venir sus amigas a visitarla. Elena, la Rumana la quiso poner atractiva e incluso le pintó su rostro con bellos colorantes y María Antonia,se acomodó en un sillón y poco a poco, fue perdiendo su larga vida.
Pero Santiago en Compostela y San Pedro el Viejo, en Huesca, han recibido a María Antonia con un gran cariño.

lunes, 25 de junio de 2018

Los abuelos de Chistain





He subido a la verde Val de Chistau, cuya capital corresponde al pueblo de las Torres y de las horas que es Gistain. Son varias las torres que adornan y vigilan este pueblo, pues además de la de la Iglesia, se elevan la de casa Tardán y la de casa Rins; hay que añadir que las horas están marcadas por relojes inmensos, que son cimas de piedra en los vecinos montes y en cada uno de ellos señala el sol en la primera cima, las diez en la segunda, las once, en la tercera el mediodía y en la última marca la una. Pasando por una estrecha calle, me he encontrado a tres hombres, ya mayores como yo y uno de ellos estaba reparando una pared lateral de su casa.
Hemos hablado del año de 1982, en que en esta Val, sucedió casi lo mismo, guardando las debidas proporciones con su tamaño, que ha ocurrido estos días en Nueva Orleans, es decir que cayó una lluvia descomunal, que parece mentira que en un terreno tan inclinado como el que asienta a Gistain; esa lluvia dejara inundadas casi todas las casas dl pueblo e incluso la iglesia. Eso afirmaba Ramón Bardají, uno de los tres ancianos con los que entré en conversación.
Me acordé que en aquella ocasión tuve que subir a ver los enormes daños que aquel diluvio había producido en la estructura de Gistain  y de los vecinos pueblos del Valle y aquellos hombres, sin lágrimas en los ojos, sino con una continua sonrisa, me decían que habían trabajado como “animales” en aquella ocasión, lo mismo de día que de noche. Trabajaban no sólo para ellos, sino que estaban al servicio de todos los vecinos del pueblo. Y ahora que la cantidad enorme de visitantes que llegan en los veranos y en otras épocas del año a Gistain, se ha elevado el nivel de vida de sus habitantes, que se animan a fomentar el turismo y se lamenta Ramón por no haber emigrado a otras zonas, donde se ganaba más dinero y tenían un gran desarrollo industrial. Si, se lamentan los tres dialogantes, porque el desarrollo del pueblo se debe al  enorme  trabajo gratuito que ellos desarrollaron y ahora ya no pueden ganar dinero e incluso no se encuentra ningún peón que ayude a terminar la pared de la casa que están arreglando. Yo les digo que la vida tiene sus fases y que ahora lo pueden pasar muy bien en el pueblo que los vio nacer ,sentándose en un carasol y mirando las Peñas que hacen de relojes en su horizonte, que les hará caer en la realidad de la vida, que en este caso será ,sin duda, una buena  vida. Isidro Ballarín, el segundo que estaba en la conversación, dijo: ¡Viviremos como podamos y hasta que Dios mande! y Andrés Bielsa exclamó: ¡aunque suframos algo, no sufriremos tanto como lo hicimos en Francia, cuando para la  Guerra escapamos a ella!.
La verdad es que aquellos hombres que tanto trabajaron gratis por su pueblo, al que han amado tanto y ahora ven como los jóvenes, según dicen los mismos, tienen pocas ganas de trabajar, morirán algunos sin recompensa en esta mundo, en el que ya la juventud no trabaja gratis para nadie, sino para los que les pagan con los capitales necesarios para edificar hermosas casas en aquella Montaña.
¡Pobres abuelos que se quejan de la vida pero no están tristes, sino alegres y agradecidos a Julio Nogués, que trabajó en aquella ocasión como si se tratara de una desgracia que le hubiera ocurrido a su familia!.


viernes, 22 de junio de 2018

La Reina de la Lluvia




Un día de lluvia contemplé como se desplazaba el color negro de un paraguas, por abajo las botas rojas y entre ellos brillaba un arco-iris de múltiples facetas.
Estoy en el campo de fútbol, llueve sobre él, sobre los jugadores y sobre la ridícula discusión de si las botas de la dama son elegantes o más bien vulgares. Tenías razón, siempre la tienes. Las botas son de materia sintética y de color rojo artificial que nunca alcanzará la pureza roja de la amapola, como el color del caucho de tu muñeca, nunca alcanzará la vida de tu piel.
Pero yo pienso que no son sólo los botines de París ni los modelos de un gran sastre los que hacen a la dama; yo creo que es la dama la que transciende, que traspasa con su elegancia, traspasa su elegancia a lo que toca y tú sin pamela, con paraguas negro, sin enaguas, con vaqueros, afirmada, erguida sobre tus piernas como columnas de alabastro vivo, que se basan en tus botas rojas, reinas en el ambiente rústico y deportivo como una reina de la lluvia.
Tú tenías razón, siempre la tienes, esas botas calzando pies vulgares, permanecerían en la vulgaridad   o en la cochambre, en una feria cualquiera.
Pero, ¿por qué cubriendo ciertos pies se transforma su vulgaridad en  elegancia?.
Hay talismanes fríos de preciosas piedras, que dan suerte. También existen piedras de  alquimistas, que dicen que convierten hierro en oro. ¿Qué talismán, qué alquimia hay en tu cuerpo, que convierte el caucho sintético e algo vivo y bello?.
Tú tenías razón, siempre la  tienes pero ¿por qué ocurría ese milagro?. ¿Por qué, por qué, POR QUÉ…………….?.

miércoles, 20 de junio de 2018

Calle de San Martín y de la Campana




Hoy, por la mañana, me ha saludado Lázaro  Peg  Rodrigo, que ya tiene muchísimos años y se encuentra con su esposa, acogido en la Residencia de Ancianos, llamada “Hermanitas de los Pobres”. Es un gran domicilio de la Caridad de unas Hermanas de los Pobres, hace muchos años, servido por Monjas Francesas y hoy por una Comunidad de Hermanas, fundadas en nuestra tierra, por un Sacerdote barbastrense. Le pusieron a esta Obra de Caridad, en viejos tiempos, nombres antiguos, como el de Hermanitas de los Pobres, que ahora ya casi no se emplea, pero que es un nombre caritativo, como el nombre que se puede aplicar a las Hermanas que practican la Caridad. Pero más que viejo este nombre de Hermanas de la Caridad, es un nombre Cristiano, pues el Evangelio dice: “ Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti  mismo”.
Ha sido toda su vida Panadero de la Calle de San Martín o de Lanuza, pero no sólo él,  sino que practicaban ese mismo oficio , tan milagroso por dar de comer a tanta gente, incluyendo a su abuelo además de su padre. Vivían y trabajaban con el pan nuestro de cada día en su Panadería, además de abrir una sucursal en el Coso Bajo, en el lugar que ocupó su tienda el señor Stop, al lado del Bar Oscense y frente a la Frutería de Escudero.
Su Panadería estaba en el lado derecho de la calle de Lanuza o de San Martín. El señor abuelo de Lázaro, que se llamaba Nazario, les compró el local a dos señoras, ya mayores, que ocupaban una casa que daba a la Calle de San Martín y ocupaba el principio de la Calle de La Campana.
 Esas señoras ocupaban dicha casa y hospedaban al Párroco de la Iglesia de San Martín. Estas señoras eran muy piadosas y devotas de San Martín, en la misma entrada de la calle dedicada al buen Santo y al otro extremo de la misma, hay una casa, que fue de mis abuelos y la tenían ocupada por un famoso Hortelano, llamado Solanes. Este era un hortelano al que sus trabajos con la azada le habían hecho doblar su cintura y andaba inclinado, Pero a pesar de ese defecto, sonreía y era amable conmigo, pues me enseño unas macetas, que representaban figuras humanas, que con su bigote recordaban a mi abuelo Ignacio, que las iba a contemplar, desde su domicilio en la parte alta de la Calle de San Martín a su huerta, cultivada por el hortelano Solanes,  situada en la parte baja de la calle de San Martín. Su hijo era un mozo simpático, que me daba verduras agradables, cultivadas dentro de esa Huerta, limitada por paredes de barro, con flores silvestres, que brotaban espontáneamente en su parte alta.
Esa hermosa Huerta, desapareció cuando hicieron la Rotonda que unió el Puente de San Miguel con la Carretera de Sariñena.
 En la entrada desde la   Calle de San Martín, fue donde mi amigo Lázaro heredó de su abuelo y de su padre una Panadería. Esta compra de locales hecha por su abuelo lo fue a dos señoras,  que  fueron matronas  del buen Párroco de la Iglesia de  San Martín. Esta Iglesia ya no existe, pero al nombre de la Parroquia de Santo Domingo, se añade hoy en día el San Martín.
Pero las dos señoras, que alojaban al Párroco de San Martín, en la venta de sus locales, le pusieron al abuelo Nazario, una condición, que consistía en que el citado abuelo Nazario, les diera para las Fiestas de la Parroquia, pan y torta, para cubrir sus necesidades. Me dice Lázaro, que su hijo y nieto cumplieron dichas condiciones durante muchos años.
Lázaro Peg  Rodrigo, a los diecinueve años, se hizo novio con Ascensión de 17 años y se casaron. Fueron de viaje de novios a Barcelona y allí se encontró con mi hermano Luis, que era Capitán de Barco y estaba con su nave parada en el puerto.
Se alegraron ambos enormemente y se alegraron ambos enormemente al tener ambos ocasión de contarse las aventuras en su Panadería y mi hermano las suyas en el Mar. Les contó que la Policía inglesa, le había encontrado en el Barco armamento para el I.R.A. No le hicieron nada, pues él no sabía que allí se las habían puesto ocultas, sin decirle nada. Allí Lázaro Peg y Luis, mi hermano, Capitán del Barco.  se alegraron y se contaron las aventuras del Barrio de San Martín y las marinas del Mar Universal.
Lázaro que tiene el carácter alegre, porque toda su vida la ha vivido endulzada por las dulces tortas y el alimenticio pan, sintió la que mi hermano Luis le contaba, sin llorar y sin perder el buen humor, como se había apoderado de él, un cáncer en sus pulmones, que le entristecía por la  próxima soledad de hijo y de sus dos hijas, pero en su interior aguantaba con entereza, porque se acordaba de todas las alegrías y tristezas, que había aguantado en los grandes y alejados mares del Mundo.

martes, 19 de junio de 2018

El Cabezón de Agüero





A las bocas de las cuevas (os foraz) que perforan el Cabezón de Agüero, llegaron unos espeleólogos de Zaragoza, dispuestos a desvelar los secretos que, se supone, encierran.
Se sabe que las cavernas, en su interior, gozan de una temperatura poco variable  a lo largo de las distintas estaciones, y aquel muchacho  de Agüero, al asomarse en verano, sentía un fresco agradable y al hacerlo en invierno, acariciaba su rostro una suave caricia de calor. Su abuela le había dicho que por algunas cuevas se accedía al infierno y el  mosen le había enseñado que en tan espantoso lugar el fuego era eterno; de allí deducía que no debía tratarse de unas bocas infernales, pues de lo contrario no podrían brotar frescas emanaciones en verano. A él le parecía que su vieja vecina estaba mejor encaminada que su abuela, cuando le decía que allí moraban brujas, que desde las bocas del Cabezón, saltaban al vacío sobre sus escobas, en las noches de plenilunio.
Yo no sé lo que dedujeron los espeleólogos zaragozanos del Cabezón de Agüero, pero a mí me aclaró muchos de sus misterios Sebastián Grasa, natural del próximo pueblo de Salinas de Jaca y que tiene una edad de noventa y ocho años. Su apellido es equivalente al de los Garasa, tan frecuente uno como otro en nuestra provincia y de raíz vasco –oscense; es lo mismo que pasa con el nombre de Sarsa, derivado de Sarasa. En este Cabezón debían encontrarse las cuevas de Os Foraz (los agujeros), ya que ahora las buscan y no las encuentran, pero en aquellos viejos tiempos había más gente en Agüero y con más preocupación por su ambiente local, que en estos nuevos tiempos. En esas cuevas vivía una enorme culebra, a la que mantenía un pastor con calderos de leche y cuando se los llevaba, exclamaba:¡Mariquita del caldero!, a cuya llamada salía, se “fartaba”, hasta que un día, no se sabe si por algún desengaño o por tener una naturaleza demoníaca, lo dejó tieso al pobre pastor, como un palo. En estas cuevas tuvo que haber reuniones brujeriles o aquelarres, presididas por el Gran Cabrón, igual que las hubo episcopales en la  Peña Los Tres Obispos, que se encuentra en el mismo término y en la que se encontraban los epíscopos de Huesca, de  Jaca y  de Navarra. Dentro de la Peña debe haber alguna balsa, como en Chaves y Solencio o el Turbón, en la que las brujas agitaban sus aguas  antes de iniciar sus vuelos con las escobas. No sé si esta Peña era la “huega” o el límite de los tres montes de Agüero, Salinas y Fuencalderas y si dentro de ella estaban   Os Foraz (los agujeros o cuevas).
Y es que en Agüero, se conservan recuerdos de la lucha entre el bien y el mal (ya medio apagados), como en otros lugares de la cordillera pirenaica, que son templos de la  Naturaleza, que fueron sedes de culturas primitivas. Recordemos las brujas del Valle navarro del Roncal, que dicen   dirigían sus vuelos a Zugarramurdi, pero que lo harían también a su cercano pueblo de Ansó y a otros lugares que también eran parte del reino navarro-aragonés, como Agüero. La doctrina católica, representada por los obispos se empezó a propagar por los Pirineos en el periodo visigótico, fundándose el Monasterio de San Victorián y se generalizó cuando los moros se apoderaron de casi toda España y acudieron a ellos los cristianos del Valle del Ebro. A San Juan de la Peña vinieron a gozar de la libertad de los cristianos y acudieron desde Zaragoza, entre otros muchos los jóvenes Félix y Voto. Así como hubo templos de la Naturaleza, atendidos por las brujas, en Agüero está la bella Parroquia, con el sonido de su órgano y  “el influjo clásico se nota también en la arquitectura y en la escultura románicas del Alto Aragón (San Juan de la Peña, Loare, Agüero, con la preciosa aunque ignorada iglesia de Santiago, que inicia la transición al ojival).(Don Ricardo del Arco).        
El historiador Carlos Laliena a este propósito escribe:" Bajo la protección carolingia y de jefes indígenas devotos de los monarcas carolingios, se instalaron (hombres y mujeres) desde finales del siglo VIII en los valles altos del Pirineo, en los que predominaban grupos étnicos de difícil filiación, que parecen de tipo vascónico, gentes de procedencia meridional  que huían de la islamización  de la Región del Ebro”. No parece tan difícil la identificación de los vascos en nuestra tierra, pues basta ver los apellidos Garasa, Sarasa y, por ejemplo, las osquetas de la Sierra de Santo Domingo y las que los ganaderos abren en las orejas de sus ovejas. La osqueta de mis ovejas se abría hacia atrás, en la oreja izquierda.  
Bajo el dominio de los condes, de la iglesia y de los campesinos libres, trabajaban los siervos campesinos,  a los que llamaban “mezquinos", lo que hace pensar que no es extraño que aquellas ignorantes gentes conservaran restos de sus religiones primitivas y se creyese, entre ellos en las brujas. De esas brujerías me siguió contando el señor Sebastián multitud de anécdotas; una de ellas la narraba así: Una vez había ido una mujer de Salinas a Longás a darle el “mal” a otra mujer y para ello parece ser que hizo una metamórfosis, es decir que se desnudó y se transformó en gato, cuando otras lo hacían en perros  y marchó a cumplir su  propósito. Esta mujer dejó sus ropas y sayas recogidas detrás de una mata, pero el cura del pueblo de Salillas, que iba por los campos leyendo el breviario, vio esas ropas de la mujer y adivinó lo que estaba haciendo alguna bruja; entonces depositó su breviario sobre dicha ropa y esperó su vuelta. Cuando se presentó por allí un gato, lo observó y al darse cuenta la mujer convertida en gato, de que encima de sus ropas estaba el libro sagrado, gritó: ¡quite ese libro de allí!.El cura no quiso quitarlo, diciéndole: ¿dónde has ido?. Ella tardó en contestarle, pero al fin le dijo: vengo de Longás de dar el “mal”  a una mujer. Entonces el cura la mandó a dicho pueblo a deshacer el “mal” y con unos saltos felinos se fue allí y le quitó el “mal” a la pobre mujer. Entonces el cura levantó el libro, que había depositado sobre las ropas de la bruja, transformándose ella de gato en mujer, volviéndose a su casa. (Este cuento o lo que sea me lo contaron hace ya unos años, pero en lugar de ser el bueno un cura, lo fue un cazador. Ocurrió el hecho en Sieso.
 No es extraño que en pocos minutos me contara tantas aventuras brujeriles, pues Sebastián  se expresó diciendo: En Agüero hay brujos, en Murillo brujas, en Riglos brujos y brujas y en Anzánigo está el canónigo, llegando a nombrar a alguno por su nombre, como a Isidrer de Agüero, del que decía que estaba siempre haciendo brujerías.
El mismo Sebastián Grasa tuvo que vivir en ese ambiente, defendiéndose de él, pues tenía una vecina, que era hija de un “agüelo”con el que convivía y que era bruja. Tenía un perro, al que Sebastián había cogido manía por temor de que lo usara para transformarse (metamorfosearse).Una tarde volvió Sebastián a su casa del monte,  acompañado por la yegua  y el perro los miraba insistentemente, lo que le daba horror; al quitarle la cabezada para soltarla en un campo vecino, para que pastase, no se pudo resistir y se la tiró al perro que huyó. Cuando regresó a casa lo contó a sus familiares, que le dijeron: ¡ten cuidado con ese perro, que su dueña es bruja!.
 Al contarme esta historia del perro, me pareció que se quería escapar del poder de las brujas, como se escapó el herrero de San Felices. San Felices era una aldea dependiente de Agüero, en la que ahora dicen que hay una familia que cultiva su monte. En aquellos tiempos vivía en San Felices muy poca gente, pero sin embargo allí ejercía un herrero, pero casi no sacaba ni para comer, llegando a decir: no tengo ni que comer, estoy desesperado, ahora mismo le entregaría mi alma al diablo. Este le debió de oír y le dijo: ¿qué té  pasa?, véndeme el alma y por veinte duros cerraron el trato.
Pasaron años y llegó el diablo a ver si se podía ya llevar su alma, pero el herrero le dijo: aún soy joven,  espera diez años más, pero acuérdate que me has de dejar morir de la enfermedad que yo quiera. El diablo aceptó la condición y pasaron los diez años y volvió el diablo a buscar su alma y el herrero le dijo: ¿no me tengo que morir de la enfermedad que yo quiera?;si, le contestó el diablo y ¿cuál es? .A lo que le dijo el herrero:¡de sobreparto!.El diablo, que desde hacía muchos siglos se dedicaba a engañar, huyó avergonzado al ver su engaño vencido por un pobre herrero.
Cuando leemos esas raras historias de brujas, despreciamos el pasado, pero no nos damos cuenta de que ahora el mundo está lleno de nuevas brujas, tal vez más elegantes que aquellas, pero que también practican la brujería moderna, unas veces con botellones y otras con drogas y pastillas.  

sábado, 16 de junio de 2018

Pablo Neruda




La Vida me va resultando como un espectáculo en el que ya de niño veía a mi maestro revestido con un guardapolvo, con sus gruesas gafas y su boina, que casi nunca se quitaba y luego con otros niños hacíamos barro orinándonos en la tierra y creábamos huertos imaginarios.
Empezaba a ver la vida en los “cucos” que envolvía en un pañuelo,  en la burreta torda de mi casa y de la que todavía guardo su pesebre y en mis compañeros de la Escuela de Siétamo y empecé a ver la muerte, al enseñarme el cuerpo de un muchacho que se agarró a un camión con su bicicleta y lo aplastó. Estaban los fieles dentro de la iglesia y el difunto dentro de su fúnebre caja, bajo los arcos de la Lonja y un joven, ante mi curiosidad, la abrió y una moza me  levantó y vi su figura yerta, pero bella.
De estas contemplaciones de hechos cotidianos o, según Unamuno “intrahistóricos”, antes de cumplir los seis años pasé en un instante  a verme introducido en los hechos históricos de la Guerra Civil. Un día, que sería del mes de Julio o de Agosto, un cañonazo sonó cerca de mí y a continuación no cesaron de oírse los tiros de los fusiles y los traqueteos de las ametralladoras.
A mi padre le pidieron las llaves del sótano del Palacio del Conde de Aranda, para meter en ellos a los detenidos, pero mi padre se negó porque aquel lugar le parecía tenebroso y cruel. Luego el jefe de la zona le dijo que se fuera a Huesca con su familia y tuvo que ir por la provincia de Huesca hasta Zuriza, con intención de pasar a Francia. No hizo falta tal emigración, pero me acuerdo de cómo otros, por ejemplo Pablo Neruda hizo viajes más atractivos y más curiosos por todo el mundo.
Cien años se han cumplido del nacimiento de este poeta y cerca de setenta hace que fui con mi familia en peregrinación por Huesca, Jaca, Ansó y Zuriza. 
Por aquellos años de mil novecientos treinta y cuatro  estaba  Neruda en Madrid, donde  parecía que el ambiente olía a  una próxima  Guerra Civil,  que cuando llegó, le hizo escribir: ”Creo que esa época va a ser revalorizada históricamente en forma independiente a las pasiones políticas. Y va a asumir una categoría que hasta ahora no se reconoce…porque tuvo tales dimensiones que fueron …sumergidas  en la sangrienta guerra que conocemos, que naturalmente los españoles todavía no se han detenido en el  examen de sus pérdidas y de sus valores”.
Los hechos que durante ella ocurrieron, tocaron su corazón de poeta, lo que le llevó a  repetirse: ”Creo que esa época va a ser revalorizada históricamente en forma independiente a las pasiones políticas” y se dio cuenta de que España podía “sentirse orgullosa de aquella época” del 27 y sintió el dolor de la muerte de aquel Miguel Hernández que “hasta entonces era un genial aprendiz de poeta”; tuvo que llorar la muerte de Federico García Lorca, que ”era uno de los poetas más extraordinarios...en que está unida toda  vida física y la biológica con los menesteres del alma y de la poesía”.
El concepto que Neruda tenía de España iba unido a su amistad con sus poetas y no es un recuerdo como el que aparece en 1935, cuando  publicó  su obra: Residencia en la Tierra, en la que escribe las experiencias que había vivido en sus misiones diplomáticas  en Ceilán, Birmania y llegando a ser cónsul en Colombo y en Singapur. El mundo musulmán y el hindú le inspiraron versos que recuerdan la geometría musulmana,  a la que podemos admirar contemplando los mosaicos de sus mezquitas, incluidos los mudéjares que están revistiendo algunas capillas de nuestra catedral  oscense.
Neruda, al escribir su memorial de la Isla Negra, hace un canto al “desencanto” de todo lo humano, deja sólo la ilusión de los árboles, los ruidos que producen los insectos en la selva y el ruido inmenso de la naturaleza, lo que hace que en él no permanezca la verdad del hombre y no mezcla “la vida física y la biológica con los menesteres del alma y de la poesía”, como él mismo escribió que hacía García Lorca. El recuerda las batallas de los indios chilenos o araucanos y le lleva a cantar la gloria de Alonso de Ercilla, pero se abstiene de cantar la gloria del vencedor español y canta el heroísmo de los araucanos. Y Neruda se concentra en la recolección de todas las cosas que encuentra  y de otras que pierde, como yo al ensuciar mi pañuelo aquel insecto con su “sangre “ de color verde, tiré dicho pañuelo, pero un segador, un hombre  íntegro, me lo trajo luego a mi casa. Yo en las más cercanas salidas de mi pueblo, recogía también “esquilas con su cañabla”, caracolas, botes de farmacia, insectos, aparejos de caballerías, candiles de aceite y abarcas. Pero Neruda además se recogía lupas, mascarones de proa, vajilla procedente de bares y de tabernas, etc, etc, que exhibía en sus residencias, como en la de la Isla Negra, donde se oyen y se ven las olas poderosas del Océano Pacífico. Allí contemplaba sus objetos, lo que tal vez le impedía subirse a hablar con el Creador. En los libros de Neruda de los que dispongo, trata poco del hombre y mucho de las mujeres, recordando sus contactos con ellas, con versos como estos: ”Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,-te pareces al mundo en tu actitud de entrega”. El nombra el alma de García Lorca, pero no recuerda demasiado el alma humana. Tampoco cita mucho a los animales, pero canta a la madera, al fuego, a la lluvia, al aire, al tomate, a la zanahoria y a la alcachofa, en la que ve las formas humanas de un guerrero. 
Yo desde mi casa de Siétamo veo Fraixinito o Fraxineto, el pico y el tozal de Guara, que nos separan el Somontano de la Montaña y tengo, como Neruda colgadas las abarcas, los cepos y los hierros del caldero del hogar, donde los campesinos se unían alrededor del fuego y contaban sus trabajos y sus aventuras con el uso de los cepos. También entre mis recuerdos cuentan los de mi hermano el marino, como mapas y cartularios.
Pero el poeta tenía el inconveniente de que su padre le era hostil y tal circunstancia le llevó a cambiarse el apellido paterno de Reyes por el del escritor checo Neruda
Neruda, al llegar el ocaso se asomaba hacia el océano y hacia los Andes y veía el grandioso espectáculo del crepúsculo: ”grandiosos  hacinamientos de colores, repartos de luz, abanicos inmensos de anaranjado y escarlata”.¿No tendría Neruda algún proceso psicológico, al ver tales maravillas, que lo llevaría a olvidarse de su padre y de su apellido?.El poema diez de su obra Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en su final dice hablando del crepúsculo:  ”siempre, siempre te alejas en las tardes-hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas”, como si ese crepúsculo le borrase la idea de Dios.
Hay quien asemeja a Neruda con Picaso,  pues ambos dedicaron parte de su arte a Stalin; Neruda le cantó con su poesía y Picaso le ofreció un retrato. Ambos fueron premiados con el premio de la Paz, en la Unión Soviética.
Neruda tuvo un compromiso político con el paraíso comunista y esa poesía política es lo peor de la obra de Neruda. Aquel hombre tan poético en sus cosmologías se torna vulgar y pasado de tiempo en sus panfletos, que él querría convertir en divinos.
No hizo como Sartre, también comunista que al estar próximo a su muerte, escribió: ”He luchado denodadamente por un mundo en el que no me gustaría ser ciudadano”, pero Neruda dio un nuevo cambio, volviendo a la poesía dedicada a los objetos corrientes, a esas vulgares cosas que tienen, muchas veces, la virtud de devolver la alegría perdida.
Pero siempre me acordaré del poema número veinte, que dice así: : “Puedo escribir los versos más tristes esta noche.-Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,- y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.-El viento de la noche gira en el cielo y canta.-Puedo escribir los versos más tristes esta noche.-Yo la quise, y a veces ella también me quiso.”

La Carrodilla de Estadilla y de Mendoza






Elena Chazal Playán, escribió el libro de “La virgen de la Carrodilla: de Aragón a Mendoza (Argentina)” y dice en él: “ Desde Estadilla, un pueblo de la provincia de Huesca en España, donde tiene sus orígenes el culto a la virgen de la Carrodilla, os presento este libro que es una muestra de la convivencia e íntima relación entre pueblos tan lejanos en el espacio como son el aragonés en España y el Mendocino en Argentina. Y el vínculo lo ha consolidado esta virgen que tiene en mi país 700 años de historia y alrededor de 200 en Mendoza (Argentina) a donde llegó a finales del siglo XVIII de manos del estadillano  llamado Antonio Solanilla.
Venerada por ambos pueblos, tiene en Mendoza una relevancia especial pues a ella le dedican la fiesta de la vendimia de gran raigambre nacional y el Calvario de la Carrodilla, declarado de interés turístico en Argentina. Incluso existe un vino comercializado con el nombre de la virgen que es en Mendoza patrona de los viñedos.
¿Cómo comenzó la historia de esta vírgen?. Hay diversas hipótesis: algunos estudiosos hablan de cristianización de un culto pagano a la diosa Cibeles que también representaba sobre un carro como la Virgen de la Carrodilla. Otros hablan de imagen hallada en tiempos de la Reconquista española(  durante la invasión árabe de España se escondieron muchas imágenes de santos y vírgenes para protegerlas de creencias contrarias que posteriormente fueron halladas por montes y sierras).
La hipótesis más tradicional y aceptada por el pueblo es la que dice que la virgen de la Carrodilla apareció sobre el carro de dos carboneros que estaban trabajando en la sierra de Estadilla, hecho que sucedió a finales del siglo XIII, según dicen los textos más antiguos.
En el libro se intenta profundizar en todas estas hipótesis con una visión imparcial, a modo de ensayo antropológico e investigación histórica. En las páginas del mismo se habla tanto del Santuario aragonés (de su función a través de los siglos), de su estilo arquitectónico, de los haberes de la iglesia, como de las fiestas y romerías que tiene aquí en España en honor a la Virgen de la Carrodilla, todo ello ilustrado con abundantes fotografías que hacen más amena su lectura. 
En la segunda parte se detallan los actos celebrados en Argentina en torno a esta Virgen aragonesa a la que le dedican allí el himno vendimial durante las fiestas de la Vendimia. La iglesia mendocina que está situada en las inmediaciones de Luján del cual ocupa otro importante apartado, en el altar se encuentra la virgen de la Carrodilla sobre una carreta de los indios huarpes. También se mencionan los curiosos objetos que forman el museo de la Carrodilla, entre los que figura un bastón de Paganini.
El árbol genealógico de los Solanilla de Aragón conforma otro capítulo en el que se enlaza con los Solanilla argentinos con los que me une un extraordinario vínculo de amistad gracias a este libro que no sólo ha servido para reencontrar a las familias dispersas sino también para identificarnos más entre los pueblos y entre las gentes de diferentes culturas, pero de similares sentimientos y de parecida estética interior”.
Después de escuchar las conmovedoras palabras de ELENA CHAZAL PLAYÁN, paso a escribir los sentimientos que me produjo llevar a un diplomático Argentino a venerar en la Sierra a la Virgen de la Carrodilla:

No es Estadilla un lugar para pasar por él apresurados, sino que es digno paraje, para una larga estada, estancia o estadía. Desde el caudaloso río Cinca se pasa por huertas de frutales acodados, por prados artificiales y olivares centenarios para llegar a un pueblo de infanzones donde tienen solar casas como la de Sichar, auténtico museo de arte y de historia aragonesa.
Desde el pueblo por camino agreste, abundoso en rocas, enebros y romeros, se asciende hasta la Sierra. Vamos acompañando a un peregrino argentino que en lugar de conchas y bordón va provisto de cámara y de una doble devoción: a la Virgen de la Carrodilla y al mundo de la Hispanidad. Cuando avistamos la ermita, preso de gran emoción, hace detener el coche, para plasmar un retrato de la Ermita desde lejos. Una vez ante la Imagen se llega a la conclusión de que la Virgen Serrana, si no tiene más altares que su hermana del Pilar, tiene, en cambio más coronas que todas las de este mundo, porque parece que el Señor acordándose de su Madre, derramó alrededor de la Ermita, miles de piedrecillas, cada una con su corona.
El pórtico está empedrado con guijarros esféricos, que al abrirlos patentizan coronetas  innúmeras, concéntricas, en homenaje a la madre de Estadilla; de Estadilla y de Mendoza de la lejana Argentina. Está cuidada la Ermita, a pesar de la distancia y es que los estadillanos, que progresan en técnica no olvidan la tradición ni su “fabla” aragonesa.
¡Qué ejemplo le ha dado a Huesca, a cuya Ermita de las Santas Nunila y Alodia, la rodea el abandono, una náusea de basuras y de huesos profanados!. Gracias al celo de las autoridades actuales, se está convirtiendo el conjunto de la Ermita de las Mártires, en un recuerdo divino y al mismo tiempo humano.
El pedestal de la Virgen lo adorna el eje de un carro con sus respectivas ruedas. Los gauchos en Argentina dicen que cantan del carro: ” porque no engraso los ejes me llaman abandonao, si a mí me gusta que suenen, ¡pa qué los quiero engrasar!”.
Eso les pasa a los oscenses con su Ermita, en cambio los de Estadilla y los mendocinos de la República hermana, cuidan de su Carrodilla, y así fomentan a un tiempo una devoción mística y una devoción hispánica.
Te envío un Ave María, Virgen de la Carrodilla y mis saludos a todos los vecinos de Estadilla y al los devotos argentinos, aquí presentes.









lunes, 11 de junio de 2018

Ignacio Almudévar Puértolas


Dibujado por Ignacio Almudevar Puertolas a los 3 años.


Es mi nieto, cuyo padre es mi  hijo  Manolo, y su madre  Mamen Puértolas nacida en la Villa de Almudévar. Desde sus primeros días de vida, convivimos en proximidad urbana y yo lo iba a esperar a su salida del Colegio de San Viator. Hablaba poco, pero entendía todo lo que pasaba a su alrededor. Se fijaba en todo, pues recuerdo su comportamiento ante diferentes situaciones ; por ejemplo cuando lo llevaba de paseo, al pasar por los surtidores de agua, que están en el enorme paseo, que existe entre la Zona Industrial y el conjunto urbanístico de chalets y de edificios de pisos, debajo del Cerro de San Jorge, el pequeñísimo Ignacio, se subía a las paredes de las aguas, que se recogían desde los surtidores y andaba por ellas, y miraba por ver algunas hojas de los árboles, de los  que caían sus hojas, en las aguas que se acumulaban en ellas. Era parco en palabras, pero admiraba aquel conjunto de fuentes de jardín, andaba despacio por sus paredes, para observar la Naturaleza del agua, de los árboles que  rodeaban aquellas balsas y se esforzaba en ver algún pez o alguna rana, que vivieran en esas limpias aguas. Él  se esforzaba en observar, pero no daba explicaciones sobre su naturaleza ni sobre su vida. En el Parque Municipal, en su balsa elegante con una isla en medio de ella, en la que se levantaban árboles y cañas de Bambú, allí tenía ocasión de mirar y de escuchar a los patos, a las ocas y a dos cisnes negros, que nadaban por sus aguas y buscaban algún pequeño pez y comían trozos de pan o de galletas, que muchos  niños  les  echaban al agua. El pequeño Ignacio no decía nada, pero observaba aquel rincón bello y poético y un día después de haber visitado aquel bello Jardín, le encontré un dibujo, lleno de belleza, dibujado por un niño de tres años. ¿En qué consistía?, simplemente en un nido dibujado delante de los árboles, de la isla, rodeada por el agua del estanque, sobre el que estaba incubando sus huevos,  una  cisnesa  negra.
No me dijo nada sobre tan bella pintura, pero yo, recogí su sentida obra en la que se había fijado y tuvo la necesidad de pintarla, sin decir nada a nadie. Mi nieto no me dijo nada, pues era  corto  en  palabras  y  yo,  enamorado  de  su  sentimiento artístico, recogí aquel dibujo, inspirado en su amor a la belleza y lo puse en un marco, que tengo colgado en una sala de nuestra casa de Siétamo. Siempre he estado esperando que mi nieto me hablara de su obra artística, realizada a sus tres años de edad, pero nunca me dijo nada. Es que, como su padre es un mozo de profundos pensamientos, pero de escasa palabras.   
Ahora lo veo muy pocas veces, pero hace escasos días, nos encontramos y rápidamente me explicó como había obtenido en el Colegio, unas notas excelentes en las asignaturas qué en ese Colegio, le explicaban. Me acordé de que es casi soledad, hubo un período en que abandonó casi sus estudios, pero un profesor oscense y Director del Colegio de San Viator, le explicó la utilidad y el enriquecimiento de su cerebro, para decirle que no abandonara su aplicación a sus estudios. Ignacio le hizo caso y se convirtió en un alumno aplicado en sus estudios. Ultimamente obtuvo unas notas brillantes y no pudo evitar explicármelo a mí.
Yo, que nunca he podido olvidar la personalidad de Ignacio, guardé colgado en nuestra casa de Siétamo, el cuadro que pintó a sus tres años, en que se ve al cisne del Parque incubar los huevos, que trajeron al mundo con su compañera. Y hoy, en que me doy cuenta de que su cerebro piensa y obtiene buenas notas en sus estudios, voy a poner en su poder, aquel dibujo, que discretamente y pensando en la vida, pintó, y yo guardé con gran cariño.


domingo, 10 de junio de 2018

El Reino de los Mallos, antes y ahora




Bajando desde Jaca a Huesca, siempre veía al lado del  modesto río Asabón, el desvío que conduce a Villalangua. Siempre que por ahí pasaba, imaginaba un  aspecto rural o de abandono de tal pueblo, que tan pocas veces aparece en las historias. Pero un día, decidí entrar en él y quedé maravillado por encontrar un pequeño pueblo, que no tenía ruinas entre sus casas, con una bella iglesia y un Hotel-Posada, que en un alto acantilado sobre el río Asabón, ofrecía a la vista un verde valle, con una corona de Mallos, señalando el cielo, que recuerda los de Riglos, los de Agüero, de Loarre  y todos los del viejo Reino de Doña Berta, que dominan el valle. Estábamos en invierno y no vimos a nadie, pero se adivinaba un pasado glorioso y tranquilo, cerca de Navarra, ya que por Biel se caminaba para ir a Pamplona, pasando por el primer pueblo navarro, es decir el de Sangüesa. En el mapa del antiguo Reino no aparece Villalangua, pero dicen que este pueblo, fue siempre un refugio de pastores,  hasta el siglo XVII, en que se fundó el pueblo. Pertenece al Ayuntamiento de Riglos y como este pueblo  exhibe sus mallos, palabra que en lengua vasco-ibérica significa “formación rocosa”. Son los mallos como columnas de piedra roja de distintas alturas, que se elevan al cielo y surgen de distintos puntos del Reino de los Mallos. Existió este Reino durante un   escaso tiempo, ya que Pedro I, rey de Aragón y de Navarra e hijo del Rey Sancho Ramírez, muerto en la muralla de Huesca por las flechas de los moros, se casó el año 1097 con Berta, de la que se sabe únicamente que era italiana. Murió Pedro I en 1104 y le dejó como dote, entre otros pueblos Murillo de Gállego, Riglos, Marcuello, Ayerbe y otros, ya en la tierra llana. Ella era   Reina y Ubieto Arteta le completó el nombre al Reino llamándolo el de los Mallos. No había tenido Pedro I  hijos con su primera mujer y tampoco los tuvo con la Reina Berta. Allí quedó de Reina, y los nobles la  observaban, para ver  si daba síntomas de estar embarazada. No dio a luz y al poco tiempo, en 1110, desapareció del Reino, sin conocerse nada de su vida. ¡Dios mío, que tierras aquellas en que no nació ningún niño para ser Rey de Aragón, cuando de esas mismas tierras habían salido aquellos mallos, que en lugar de indicar la dirección de Zaragoza, señalan todavía el cielo!. Si, a Zaragoza se dirigió el hermano de Pedro I, que fue Alfonso el Batallador, como bajaban las aguas del río Gallego al Ebro. En el Reino nominal de los Mallos, permaneció Agüero, situado en un terreno legendario, pues en él está la iglesia de San            , donde se encuentra esculpido el Rey Sancho Ramírez y por aquellos caminos por los que iban a Navarra, se encuentra Villalangua  y muy cerca el desparecido pueblo de Salinas de Jaca, donde vivió mi amigo Sebastián Grasa, que corrió aquellos parajes, llegando al pueblo navarro de Sangüesa, al que acudía al Notario. De Sangüesa a Sos del Rey Católico, tuvo que acudir la madre del Rey Fernado el Católico, para ser Rey de Aragón. A Salinas Viejo acudía  a veces Sebastián Grasa pasando por la “osqueta” de la Foz de Salinas. Entre Salinas y Agüero se alza el monte de los Tres Obispos a 1224 metros sobre el nivel del mar; allí se reunieron tres obispos medievales, en una zona hermosa, que vive del turismo. Por Marcuello pasaba la Vía Romana y desde su castillo se observaba la tierra de la Sotonera. Está aquella tierra solitaria de hombres  sin embargo es el reino de los buitres. Dicen que San Juan de la Peña es el panteón de aquellas tierras, Jaca la Catedral y subiendo por Marcuello, se llega a Loarre, que es el observatorio hecho por el hombre, para engrandecer a estas tierras de los Mallos. El río Gállego recorre dicho Reino  y se guardan sus aguas en el Pantano de la Peña;  saliendo de éste, se llega a Murillo de Gállego, donde se encuentran la Montaña con La Tierra Baja. Hace años subí a lo más alto del pueblo a visitar la mula de un pastor; allí mismo se encontraba una ermita que me inpresionó. Al lado del pastor vivía una señora viuda, con su vestido negro y su toca que le tapaba sus cabellos blancos y entramos en conversación y ella, en su soledad, me invitó a tomar agua fresca, que yo le agradecí y todavía me acuerdo de ella y de su obsequio. En la carretera hay una Bodega, productora de vino. Entré a ver a su dueño, que es amigo mío y le compré una botella de buen vino. Porque en Murillo empieza la Tierra Baja y en ella se encuentran viñas fecundas y abundantes. Desde la fachada de la Bodega, parecen expuestos a la vista de los vecinos de Murillo, los Mallos de Riglos que son un espectáculo maravilloso. Están Riglos y Murillo separados por el río Gállego o Galaico, porque nace en las Galias. Por este río navegan multitud de canoas, muchas de las cuales las traen del País Vasco. La abuela del “cobalto” de Murillo, al lado de una ermita, para mí, representa el pasado de Murillo y las aguas del Gállego, surcadas por las canoas, parece ser que buscan el progreso, camino de Zaragoza.
Se ven las llanuras de Ayerbe, desde Agüero, Murillo, Marcuello y Loarre. Era Ayerbe la capital del Reino de los Mallos. Desde este pueblo hay una carretera por la que se va, pasando por Biscarrués, a Fuencalderas y a Biel, al lado de Navarra. Se nota un ambiente de  que Ayerbe iba a más, pero se ha quedado fuera de la autopista que va por Sabiñánigo y la ha dejado aislada de Pamplona.  Por Erla y  Egea de los Caballeros se llega a  Sádaba, donde se alza un enorme Castillo y desde este pueblo al navarro Carcastillo, la carretera es buena hasta la provincia de Navarra, pero parece que a ésta no le interesa la comunicación con las Cinco Villas aragonesas, porque su parte de  carretera es mala. El Reino de los Mallos quería imitar a Zaragoza, pero no puede salir de lo viejo más que de lo antiguo. Quedan los brujos de San Felices, las brujas de Salinas de Jaca, con las que convivió mi viejo amigo Sebastián Grasa y queda el recuerdo del Saltamontes de Murillo, pero el progreso de Zaragoza y de Navarra, que tiene el terreno de Pitilla de Aragón en las Cinco Villas y que en tiempos pasados hablaron el vasco, lo evitan los modernos gobiernos, que pueden decirse demócratas, pero olvidan la belleza del Reino de los Mallos y  de su capital Ayerbe, en que vivió Ramón y Cajal y que es un lugar que nos comunicaría con el pueblo navarro, que de sus pantanos saca agua para todas sus comarcas, para beber sus habitantes y para industrializar las diversas zonas de Navarra.
                                                                                                

jueves, 7 de junio de 2018

Refugio de Turistas en Castilsabás




Nos encontramos en los pies de la Sierra de Guara, sentados cómodamente, en la fachada del Refugio de Turistas, un noble navarro, llamado Don Alberto Arciniega, el amable guardián del Refugio y un servidor de ustedes, mirando hacia la altura de Santolaria. Aquellas losas de Kpiedra nos ofrecían su fresca temperatura, para sentarnos sobre ellas y gozar de aquel paisaje serrano, contemplando por lo alto el noble pueblo de Santolaria, en que los cristianos medievales, observaban el Somontano y la Tierra Baja, con el sueño deseado de apoderarse de ella, para hacer de aquellas tierras altas y las que por abajo se veían y se soñaba con ellas, un Reino de Aragón, que contribuyera a unificar la Península Ibérica. Y mientras las posaderas gozaban de la frescura de las rocas y  los  ojos se enamoraban de aquel elevado horizonte de Santolaria.  
Aquel antiguo pajar, al pie de Castilsabás, que  le  compró  su  padre  a Ismael Nogués Susín, y que lo convirtió en un  enamorado de la Sierra de Guara, que él tanto ama y le complace con mayor intensidad que la superior Cordillera Pirenáica. Desde la Plaza, que se encuentra delante de su Refugio, contemplaba frente a él y a una elevada altura, la entrada o grandiosa Puerta de la Sierra, que pasa por Santolaria,  que condujo durante siglos a los peregrinos, ganaderos, guerreros, invasores, y se enamoró de esa tierra que le aproximaba a Nocito , con su Santo Pastor de ganado humano y ovino, caprino, que se llamaba San Urbez.  Este Santo, que vivió cien años y que convivió con los invasores moros y que desde el próximo pueblo a Castilsabás,  San Julián de Banzo, introducido en la misma Sierra, vivió muchos años en el  pequeño Monasterio de San Martín de la Val de Onsera  Y él recorrió subiendo y bajando por aquellos pueblos y montes, aquella tierra de la que se enamoró y que su amor a ella, superó al que también tenía a los Montes Pirineos. Bajó San Urbez  hasta  Ola,  al  pie del Saso, donde en Casa de José María Otal, guardan una losa de piedra arenisca, en la que dormía el Santo, pastor de las ovejas y de las almas. Cerca de Ola, lanzando su vara al aire, hizo brotar una fuente, para que bebiesen sus ovejas.
Subiendo a la  Sierra por Loporzano, poco más o menos, cerca de Sasa del Abadiado, por la izquierda se sube a San Julián de Banzo y de allí se sube a San Martín de la Val de Onsera, pero  por la derecha se llega a la Ermita de la Virgen del Viñedo, a Catilsabás, a el Refugio de mi amigo Ismael Nogués Susín, a Santolaria y al pantano de  Vadiello.
Allí siguiendo aquellas carreteras y caminos, se da uno cuenta del paralelismo entre la vida de aquel Pastor de almas y de ganado, del siglo VII y la de Ismael Nogués  Susín, ambos amigos de la Montaña, del Creador y de los animales.
He subido desde Huesca, gracias a la amabilidad del navarro Alberto Arciniega, que me subió con su coche, a ver a Ismael y no se encontraba éste en Castilsabás.  Pero nos sentamos en las rocas que tiene el Refugio, delante de su puerta, transformando el pajar en Refugio para los visitantes, unos que suben y otros que bajan de los Altos Pirineos. Yo, sentado en una de esas losas, observaba la bella y elevada imagen de Santolaria con un  faro  medieval,  que daba la luz con leña encendida por la noche, a los serranos de la deseada Tierra Baja.
Estábamos relajando nuestro temple y sentados en una de esas peñas que están en la entrada del Refugio de Turistas, observando lo alto de la Sierra, desde donde se asoma Santolaria,  para  dialogar con los que estábamos sentados delante del Refugio de Castilsabás y con el  Somontano y con la Tierra Baja.  En la  entrada  del Refugio de Turistas, que hasta hace cierto tiempo era solamente un pajar, me senté delante de un mostrador, donde se inscribe a los visitantes de esta Tierra, en que se encuentra  el encantador convento, en el que reúnen los peregrinos de los pueblos de la Sierra y del Somontano, que quieren recorrer esta hermosa Tierra somontanesa.  Aquel pajar lo convirtió Ismael Nogués Susín en un Refugio Turístico, para acoger a hombres y mujeres inquietos por conocer la belleza de la Sierra de Guara, y recordarla en sus ciudades de origen.
Hoy los turistas al pie de un mostrador para inscribirse en el Refugio y al pie de misma Sierra de Guara, contemplan en la altura el pueblo de Santa Eulalia la Mayor o Santolaria en fabla aragonesa. Y es que hoy, día primaveral, se distingue sobre nosotros con toda claridad, ese pueblo que era cristiano, cuando en los de abajo ,se extendían por aquel monte Castilsabás, Arbaniés, Siétamo y muchos otros.
Por aquellos parajes, alrededor del Pantano de Vadiello, se alzan grandes mallos de roca, como los Mallos de Ligüerri, por los que suben las cabras asilvestradas a pastar y bajan a beber las aguas del Pantano. Entre aquellos Mallos de Ligüerri y de Lazas, corre el barranco de Isarre, porque en aquella zona y cerca de ella, abundan los términos en lengua vascongada. Por aquella zona se puede visitar el antiguo Convento de San Cosme y San Damián. 
Y en aquella Sierra se contemplan en las alturas los buitres, a veces casi compañeros de las cabras salvajes, que corren por aquellos mallos hasta el nivel de las aguas, para beberlas.
Por el Norte de Sierra, se encuentra Nocito, con el recuerdo de San Urbez, que no sólo vivió en tan místico lugar, sino que subió hasta Francia por los Pirineos y bajó a vivir a Ola, al lado de Siétamo.


PREGON DE LA SEMANA SANTA 1988

  Coinciden, Sras. Y Sres., en el tiempo espacial, obra del Creador y en el Calendario hecho por los hombres, la llegada de la Semana Santa ...