miércoles, 30 de julio de 2014

Mari-Carmen piensa en José Ramón

Virgen de  Pueyos (Alcañiz)


Me he encontrado sentadas en un velador a Mari-Carmen con su amiga, que se estaban tomando un café. A Mari-Carmen la conocí, hace ya bastantes años en las Oficinas de Obras Públicas, a donde tuve que ir para aclarar un pequeño problema de la carretera N-240. No sería el problema muy grave, pues ya no me acuerdo de lo que planteaba, pero desde entonces recuerdo a Mari-Carmen, funcionaria,  entonces del Ministerio de Obras Públicas, porque siempre que nos vemos, nos saludamos. Hoy la he encontrado sentada con su amiga, en un velador y me ha invitado a tomar algún cortado. Me he sentado y como ésta, ha sido la ocasión de recordar tiempos pasados, me ha recordado a su difunto marido, José Ramón, que aunque está ya difunto, parece que vive en la mente de Mari-Carmen. Sí, porque me hace recordar la figura humana, llena de sentimientos  de José Ramón. Me cuenta Mari-Carmen, que en cierta ocasión, su marido, se encontró en la calle  un joven muchacho, que por lo visto pasaba alguna necesidad y sin pensarlo ni un minuto, lo hizo subir a su piso, donde le proporcionó un desayuno, que lo dejó, como nuevo. Me dice Mari-Carmen que ese muchacho, movió el corazón de José Ramón y, casi sin conocerlo, trató de remediar sus necesidades. Es que José Ramón había nacido en Alcañiz, donde se alza La Virgen de Pueyos, a la que tenía una gran devoción. Ese templo es un santuario dedicado a la Virgen María y se encuentra al noroeste de Alcañiz, a dos kilómetros del río Guadalope. Hace mucho tiempo servía a los pobres en un asilo, que hoy es la iglesia y entonces existía una ermita del siglo XII. Se le apareció a un sencillo pastor,  lo que explica la bondad de José Ramón con el pobre muchacho, que se encontró en la puerta de su casa. La Virgen le dijo al pastor Lucio: “quiero que veneréis esa imagen en ese sitio, mientras lleve aguas el Guadalope y la campiña sostenga plantas”. Es que  Pueyo, en aragonés, significa altura y para alcanzar su cumbre, es preciso “puyar”, es decir, en castellano, subir. Yo en cierta ocasión acudí a Alcañiz, acompañado por el amigo veterinario Don Alvaro Franco Oliván y me llamó la atención la altura del Pueyo, en que reside la Virgen. Esa altura impresionó la mente y el corazón de José Ramón. Bajamos con Don Alvaro por la carretera de Sariñena, pasando a la de Zaragoza, para la llegar a Caspe, cruzar la carretera, que conduce a Barcelona y  en pocos kilómetros llegamos a Alcañiz. No me fijé entonces en tan alto Pueyo de la Virgen, pero me acordé de que también cerca de Barbastro, se alzaba otro Pueyo altísimo, donde también presidía la Virgen del Pueyo. Pero,  en cambio  José  Ramón ya  había fijado en sus ojos, la altura de la Virgen,  sobre el alto Pueyo de Alcañiz, pero ese fijarse había hecho penetrar en su corazón, la altura del Virgen sobre aquella tierra bañada por el río Guadalope. Su corazón también subía hacia el cielo. Todos los sábados José Ramón, acompañado por Mari Carmen, subían al Pueyo a rezar por él y por su amada Mari Carmen, que me cuenta esta fusión de amor con la Virgen, con una gran emoción. Pero no sólo destacaba allá arriba, cerca de la Virgen, la belleza del paisaje, sino la presencia por tan alto lugar, de aquellos que querían hacer ejercicios espirituales. Cerca de la iglesia del Pueyo, se eleva una Residencia, dirigida por la Hermanas de los Desamparados, que acogen a los peregrinos que van a visitar a la Virgen del Pueyo y a los teólogos, que dan conferencias a los cofrades y buscan el progreso de la Humanidad.
Es que Alcañiz es una tierra bendita, que a su vez bendice al Señor, cuando llegan los recuerdos de la Cuaresma y de la Semana Santa, porque allí los turolenses hacen sonar los sonidos bravos de los tambores, de la misma forma que también lo hacen en las tierras turolenses de la Puebla de Hijar, en Hijar, Andorra, Calanda, Alcorisa, la Puebla, Samper y Urrea.



Allí se da uno cuenta de que la zona del Bajo Aragón, tiene una gran personalidad, porque hacen retumbar fuertemente el sonido de los bombos y de los tambores, para la Semana Santa.
¡Cómo se acuerda Mari Carmen de su amado José Ramón, nacido en Alcañiz, visitando con una gran frecuencia la cumbre del Pueyo, donde la Virgen ,como una madre se fija desde las alturas en todos sus hijos!. Sí, porque el Pueyo, le hacía soñar con la altura y él quiso ser aviador. De la misma forma que la Virgen le dijo al pastor llamado Lucio :” quiero que veneréis esa imagen en este sitio, mientras lleve agua el Guadalope y la campiña sostenga plantas”, José Ramón quería ser aviador, para ver todos los Pueyos que se alzan por Aragón y los ríos como el Guadalete y el Ebro. En las alturas se acercaría al Señor y le pediría por Mari Carmen.

Los padres de José Ramón no le dejaron ser aviador, pero el Señor le dio facilidades y voló, con un gran dolor de Mari Carmen, hacia el Cielo, donde pide por su amor y éste, sigue pensando en  la Virgen del Pueyo.

domingo, 27 de julio de 2014

Santiago Cáceres, el hombre de la sanidad universal



Santiago Cáceres es un hombre trabajador, alegre y simpático. Es simpático con todo el mundo, desde el asno y el caballo, que tiene en una huerta, que él cultiva para que coman todos los que con él conviven. Ahora está triste el ambiente de los huertos, entre los que se encuentra el suyo, que él cultiva, y en el que produce toda clase de verduras, de tomates, pimientos y hojas de laurel, para dar un rico sabor a los platos que guisan las mujeres.
Ahora, ha regalado el caballo y el asno lo ha entregado a los Hermanos de una Cofradía de Semana Santa,  para que salga en una de esas procesiones que se realizan durante esa Semana. No sabe uno si ha hecho bien, o ha provocado un ataque  a su alegre temperamento, porque  cada día nota dentro de sí, una tristeza, que le amarga la vida. A Santiago no le atacó jamás esa tristeza, pues por dónde  camina,  todo lo llena de alegría. Ahora no puede sentir alegría cuando está arreglando su huerta, porque nota la ausencia del caballo y del asno, como le pasó al Quijote, cuando murió, apenado por la ausencia de sus dos compañeros de la vida.  Santiago  debe sufrir  una pena parecida a la de su paisano Don Quijote de la Mancha, de cuya Región eran el padre de Santiago y el Caballero Don Quijote de la Mancha.
Antes de jubilarse, Santiago sentía la alegría de recorrer la provincia de Huesca, en el coche de la Sanidad Oscense, porque iba por los centros médicos a llevarles a los niños vacunas y productos sanitarios para conservar la salud de los niños y de los mayores. Iba con alegría y la transmitía a las personas con las que se comunicaba, desde las autoridades municipales hasta los médicos y farmacéuticos. Ha estado muchísimos años realizando esta misión humanitaria, hasta que se ha jubilado. De ese mundo feliz,  de la Sanidad, ha pasado a la vida familiar y rústica en el pueblo de Siétamo,  muy cerca de Huesca. El tiene hambre de convivencia con todos los seres del mundo, desde las personas hasta los animales y las plantas.
Se puso a ser feliz en una huerta, en la que arregló la balsa, para regar las verduras, limpió la casa para invitar a sus amigos a merendar en ella. El laurel que estaba abandonado, lo resucitó  
Y parece que con su color verde y el olor de sus hojas, que hacen agradable el sabor de los alimentos,  que se guisan y por tanto hacen también alegres los temperamentos de los comensales. Arregló acequias y pasos por las fajas de tierra que cultivaba y preparó dos prados para que en ellos se alimentaran con verde césped el caballo y el asno. Además les acompañaba su alimentación con cebada que les proporcionaba. Cuando llegaba el periodo cuaresmal y de Semana Santa, entregaba el burro a una cofradía, para celebrar fiestas litúrgicas. Santiago trabajaba mucho y era feliz, haciendo también felices a los que iban a la huerta a cabalgar en el caballo o a jugar con el asno.
Santiago está muy fuerte todavía, pero el calor de los veranos y los años que van haciendo mayores a las personas, le causaban cansancio. Pero no sólo cansancio sino también gasto material por el dinero, que tenía que emplear  en la compra de la cebada y de la avena.
 Pero esta separación de su vida con los dos solípedos, hizo disminuir las visitas que acudían a divertirse con el caballo y el asno.
Santiago siente necesidad de trabajar, pero al mismo tiempo de gozar con el trato con personas, animales y plantas y al quitarse el caballo y el asno, ha provocado que nadie acuda a verlo trabajar en la huerta, porque ya no están en ella el asno y el caballo. Antes acudían a buscar verdura, sus propios familiares, que lo que buscaban al mismo tiempo era gozar de la compañía de los dos solípedos.
Cuando a las ocho de la mañana acudo a la Cruz del Palacio del Conde de Aranda, lugar desde el que se contempla la huerta, lo veo trabajar y le grito desde la altura y él se alegra y sonríe, pero la lejanía de la Cruz, lo consuela poco, por no poder yo bajar hasta la caseta, en cuya entrada está, casi todos los días.
Es Santiago un hombre de gran corazón, que quiere hacer felices a los hombre, mujeres y niños de su familia y de sus amigos, pero últimamente, se ha visto como alejado de los hombres y mujeres y se le ha entristecido su corazón. Es tal su tristeza, que después de ser feliz y hacer felices al asno,  al caballo y a su familia y a sus hijos, se siente desgraciado y le entran deseos de huir de Siétamo,  para vivir en Huesca.
Es un hombre que siente la necesidad, que nos indica el Evangelio de : “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, pero él a notar la ausencia del cariño de los solípedos, de sus familiares y de los amigos, siente el deseo de huir de tanta frialdad.
Yo le pido al Señor, que siga amando a todos, que con el amor de Dios, encontrará la felicidad. Ha sido siempre feliz acompañado por la alegría de su huerta, como su hermano “Manolo el del Bombo”, se siente feliz haciendo sonar el bombo por todos los lugares del mundo,  por los que pasa.

¡Santiago, no te preocupes porque de la misma forma que en tanto amáis al prójimo, como tú amas también a los animales y tu hermano Manolo ama a los demás haciendo sonar su bombo, yo creo que siempre tendréis algún  objeto que os sanará de la tristeza”.

viernes, 25 de julio de 2014

LAS CARDELINAS O JILGUEROS



Como todo el mundo ,tengo mis ocupaciones y mis preocupaciones, que son culpables de que no me fije en aspectos de la vida,que por su belleza la hacen más agradable. Llevo algunos días pendiente de un nido de jilgueros y pasando miedo por el fracaso de un acontecimiento tan sencillo y aparentemente tan intrascendente como es la cría de algunos pajarillos.
¨Estaré chalado por preocuparme de tan poca cosa, teniendo planteados tantos problemas?.Pienso que no puedo ser un Quijote exclusivamente preocupado por las cardelinas ,ni un Sancho Panza entregado absolutamente a los tráfagos y trabajos del vivir diario, debe haber tiempo para holgar pensando y observando y tiempo para trabajar, pero volvamos a la historia de las cardelinas.
Cuando era niño y allí  en Siétamo me juntaba con otros, trataba de sacarles donde había algún nido, que ellos conocían y trataban de mantenerlo secretamente; para ello les decía : me se un nido de cardelina!, con el fin de que ellos me revelaran sus conocimientos, para que yo les contara mi falso secreto .En seguida empezaba uno a decir: yo me se un nido de "gurrión", el otro seguía : y yo uno de aloda, continuaban todos revelando sus conocimientos hasta que el último afirmaba conocer un nido de "güitre". El estímulo mutuo nos llevaba a soñar mentiras y a decirlas.

Poco respeto teníamos a los nidos  y sin embargo abundaban los pájaros.En la vieja acacia de la fuente anidaban todos los años las cardelinas y el Señor Martín de Concha Ferrando, cuando las crietas ya eran volanderas, las metía en una jaula, que depositaba en la ventana de la Señora Marcelina ,que está  frente a dicha acacia y los padres les llevaban "o cibo" ,el cebo hasta que alcanzaban su desarrollo. Pero el Señor Martín debía tener cuidado porque las cardelinas mayores ,cuando ya tenían criados a sus hijos,al verlos prisioneros ,les daban algún alimento venenoso que los mataba, por lo que debía darlas o venderlas para evitar tal tragedia. ­Qué amor a la libertad tienen las cardelinas

martes, 22 de julio de 2014

La Política vivida por un francés, cuyos padres son de Siétamo

Tunel  internacional del Canfran.


Yo tengo ochenta y tres años, pues nací el año de 1930 en Siétamo y en todos esos años de vida, conocí  la Dictadura de Primo de Rivera, consentida por la  Monarquía, la República, la Guerra Civil, y la Postguerra y ahora, la Democracia. La política prometía y el comunismo, la anarquía y el fascismo, también prometían la felicidad de los hombres, pero en lugar de crear puestos de trabajo fijos, igualaban en la pobreza al pueblo. Los grandes dirigentes, por ejemplo del Comunismo eran cada vez más ricos, mientras al pueblo le decían que llegaría a vivir bien. Entre tanto, también  el capitalismo subía y subía y el pueblo aguantaba y aguantaba. El fascismo con Hitler y Musolini, fueron la causa de la segunda Guerra Mundial. España tuvo la suerte de no entrar en ella, pero vivió unos tiempos duros. También Francia vivió un período de tiempo duro, a causa de la parte francesa, gobernada por De Gaulle, a parte de los dolores y miserias de una guerra cruel. Allí participó el sucesor de Casa Almudévar de Barluenga,que luchaba en la Resistencia francesa y que por fin pudo regresar a España.
En España, entre tanto, vivían los ricos y malvivían los pobres, pero llegó un periodo, en que comenzó la fundación de Industrias, que daban la esperanza de que el pueblo viviera una vida feliz. En Huesca funcionaron,  en aquel progreso, la Fábrica de Sembradoras de Labad Mur y Compañía, la Fábrica de Albajar, que llenó el mundo rural de cosechadoras, las Fábricas de Harinas de Porta y de Villamayor y   las Industrias de Luna, cuyas grúas se hicieron famosas, no sólo en España sino también en países extranjeros. En Almudévar, en la fábrica de Luna, trabajó un hijo de Paulina Grasa, de apellidos Bergua Grasa,  pero al final,  al llegar la crisis industrial regresaron a Francia. Aquí soñábamos con qué España se había industrializado como Francia, pero  los franceses, como la familia de Bergua Grasa, tuvieron que regresar a la “Douce France”. También alcanzó  Porta Labata un nivel nacional en los piensos para los animales, que vivían en granjas  recién construidas. Alcanzó un nivel extraordinario, pero siguiendo la labor de otras industrias, abandonó los piensos compuestos. Su fundador Don Antonio Porta Labata, dos o tres meses antes de llegar la Crisis Económica, me expuso, en su despacho, el horror que le causaba su llegada.
Este pueblo del Alto Aragón, ignorante de la llegada de tal crisis, ante aquella visión futura de felicidad,  hizo que se modificara  su población, que abandonaba los pueblos y aumentaba los habitantes de las ciudades. Sus costumbres, como por ejemplo las de las fiestas populares, han variado y las jotas ya casi no son cantadas por el pueblo con espontaneidad, sino formando parte de grupos, que se dedican, ¡de corazón!, a su cultivo. Se ha perdido casi en los pueblos la convivencia pacífica entre sus habitantes, pues ya casi no se hablan unos con otros con aquella confianza anterior, que los hacía ser felices. Esta situación llegó antes a Francia, donde los de Siétamo, cuando fuimos  a Roma, al nombramiento de Cardenal del  hijo de Siétamo, el salesiano Javierre, observábamos por el Perpignan  francés, enormes viñas, por las que no se veía a nadie. Cuando tuvieran que vendimiar, buscarían obreros, muchos españoles, pero el resto del tiempo vegetaban solitarios. A mí aquella soledad del campo, me producía tristeza, pero ahora, me pasa lo mismo en nuestro Somontano.
Y ese fenómeno que yo estoy comprobando y me hace pensar si está cambiando la forma de comunicarse los hombres, unos con otros o es que cada uno busca su propia felicidad, olvidando la de los demás. Me  ha explicado Luis Bergua, que lo mismo ocurre en su País, en el Midi francés. Le ha llamado la atención ese enfriamiento de la comunicación entre los sietamenses y le ha hecho sentir una especie de soledad, que en el pasado era una comunicación amistosa y dulce, primero con su padre politico el Montañés Sebastián Grasa, que murió a los más de cien años, se acordó de su tío Joaquín,  al que quiso llevárselo con él a Francia; de su tío,  por mal nombre “El Bizco”, que me cavó un pozo de agua en la Plaza Mayor del pueblo. Este se comunicaba con la gente, a pesar de los malos ratos que pasaba, recordando las barbaridades de la Guerra Civil. En ésta,  lo cogieron prisionero y lo metieron en un tren de mercancías, sin poderse comunicar con nadie de este mundo y sin poder pedir ayuda a los otros hombres. Durante la Guerra Civil, allí, en Castilla, se prendió fuego  el vagón, en el que iba encerrado y en medio de un aire humeante, tuvo que romper tablas de dicho vagón, para poder escapar de la muerte. No se pudo comunicar, dentro de aquel viejo vagón, pero este recuerdo es un mensaje de este Bergua, esclavo de la incomunicación entre los hombres, pero que él  nos comunica  desde las alturas: ¡que seamos solidarios!. Cuando hacíamos el pozo, él estaba en lo profundo y yo arriba, subiendo la caldereta en que depositaba la tierra,  que iba cavando. En aquel ambiente, por un lado profundo y por otro con la esperanza en ver el agua, hablábamos y él me contaba sus aventuras de la Guerra Civil, en que los hombres se comunicaban por medio de balas de fusil y de fuego. Luis Bergua Grasa, derivado del vasco Garasa, se ilusiona cuando viene a Siétamo y la ilusión se engrandece en su mente, porque cree que convivirá con sus antiguos convecinos de Siétamo. Pero se da cuenta de que aquí, igual que en Francia, no se comunica la gente. Antes, cuando llegaba la tarde, lo mismo en Francia que en España, salían los vecinos de las casa  a la calle y allí,  acomodados en sillas, silletas y en bancos, se sentaban y alternaban con alegría y esperanza en el futuro.
Luis Bergua Grasa, nieto del Montañés de Salinas de Jaca, que vino a vivir a Siétamo y que murió de ciento tres años, se acordaba de él y recordaba a su madre Paulina, hija del Montañes. Luis nació en Francia y allí fue educado, pero se lamenta de la pérdida de confianza entre los vecinos, tanto en España como en Francia, que ha hecho que no se comuniquen unos ciudadanos con otros. Él se acuerda de aquella convivencia y sueña con hacerla volver, haciendo propaganda de aquella situación,  que hacía feliz al pueblo. Pero él mismo reconoce que es una labor difícil, porque requiere un esfuerzo por parte de todos los ciudadanos y ahora al llegar la crisis económica a Francia, reflexiona sobre  los problemas que aumentan la falta de comunicación entre los miembros del pueblo. Y él se siente dolorido de este hecho, pero lo consulta y lo observa.
Se acuerda Luis de la dulce comunicación con su abuelo Sebastián Grasa y se acoge a la amorosa comunicación con su madre Paulina y con sus hermanos, que se han educado en Francia y se encuentra con dicha falta de comunicación, por la pérdida de la confianza entre los escasos vecinos  de Siétamo. Y en su pecho le brota un deseo,  que expresa así: ¡tiene que volver esa confianza!.  Pero reconoce que es una labor difícil, porque requiere una labor de todos los que quedamos. Aquí ya no nos comunicamos con cariño, como tampoco en Francia, donde los sietamenses ya observaron este fenómeno en Perpignan,  cuando iban a Roma, donde elevarían a Javierre al cargo de Cardenal.
Ahora la indiferencia entre los humanos, ha llegado aquí y Luis se da perfectamente cuenta de este hecho, que aleja unos de otros a los hombres y mujeres.
Luis se da cuenta de este hecho de indiferencia entre unos y otros y piensa en este caso de incomunicación, que se da en estos tiempos y consulta sobre él, lo comunica como ha hecho conmigo y lo observa. Y piensa sobre el comportamiento de los políticos, que al pueblo le comunican la verdad que le da optimismo, pero esa verdad no es total porque los políticos se olvidan de comunicar al pueblo, los problemas que se le van a presentar. Tiene Luis, allá en Francia un hermano político y al exponerle este problema, le contesta que ellos no callan voluntariamente, sino que exponen sólo las ideas optimistas, para que el pueblo les dé el Si, en las elecciones. Pero entre tanto se callan otros problemas,  que son inmediatos y que los callan, causando un perjuicio al pueblo. Si , porque en lugar de llegarle al pueblo, después de las elecciones ,las ideas optimistas, le llegan las profecías calladas por los políticos y caen en la crisis económica, social y moral del pueblo.
Eric Froom escritor nórdico dice que esa comunicación es una “comunicación incomunicada” y el pueblo la sufre como antes sufría las órdenes de los superiores,sin chistar. La señora Joaquina  de mi pueblo de Siétamo, dice que antes éramos más pobres, pero se vivía mejor que ahora.

Joaquín Costa era Político, Historiador y Regeneracionista. Propuso el riego de Angüés, Velillas, Siétamo, Loporzano y Huesca, pero los políticos, desviaron hacia el Sur el Canal y aún estamos esperando, que llegue el agua a estos pueblos , donde ya no quedan casi habitantes.
A mí me consuela ver el comportamiento comunitario de mi nieto Pablo Adiego, que por todas las partes por las que pasa,se comunica con todo el que encuentra,  lo invita a comer, a pesar de no disponer de dinero y los hace dormir en su casa.

sábado, 19 de julio de 2014

Los Ripa de Jaca, los López de Botaya y la familia Indart

Castillo de Sietamo

Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña
Plaza Cataluña en la Guerra Civil de 1936

En la obra del “Pireneo  Disputada”, escrita por el D. D. Fray DOMINGO LA RIPA, Monge Benito Claustral, Prior Conventual del Sagrado Real Claustro de San Juan de la Peña, y Cronista del Reyno de Aragón editada en 1685, nos habla de que el Padre Abarca, Religioso y Jesuita, dice de que Jaca está situada en la punta Oriental de Vasconia.  LA RIPA, escribe en su libro:”Porque aquellas (zonas) que menciona (Vizcaya y otras), pertenecían a la Vasconia,  como reconoce el P. Abarca, y en su opinión la Antiquísima ciudad de IACA y su condado de Aragón, es la punta oriental de la Fortísima y Antigua Vasconia; de esta  manera no hay inconveniente alguno en contar la Provincia de Aragón entre las otras que pertenecían a Vasconia, aunque haya grande distancia entre las unas,  y las otras Regiones”. Por eso, cuando convocados a la Cruzada para conquistar Zaragoza, los aragoneses, los vizcaínos y los del Bearn, se queda uno un poco extrañado de que Vizcaya,  tan lejana de Ayerbe, acudiera a la conquista de Almudévar y de Zaragoza, pero cuando lee uno que “haya grande distancia entre Vizcaya y Ayerbe”, se explica los motivos que convocaron a esas zonas, para conquistar Zaragoza (En 1118), como la relación de parentesco de los López de Botaya con los Señores de Vizcaya. El rey que la conquistó fue Alfonso el Batallador.
 El Padre Abarca, Religioso y Docto Jesuita reconoce la raza vasca al otro lado de los Pirineos. El D. D. Fray DOMINGO LA RIPA, autor del citado libro, en la página 422, escribe que el Padre Abarca dice:” El Condado de Aragón es la punta oriental de la Fortísima y Antigua Vasconia”. El apellido ABARCA es una palabra vasca, el de RIPA, es también de origen vasco y se extiende por El Sur de Francia y por el País Vasco. El apellido Almudévar, se le adjudicó a un bearnés en Almudévar y que venía del Bearne, de donde  acudieron a la Convocatoria de Roma, para tomar Zaragoza a los moros. Acudieron también los Señores de Vizcaya y estos apellidos están relacionados con el Real Monasterio de San Juan de la Peña, al lado del pueblo de Botaya, de donde venían   Pilar  y Polonia López, de la ilustre casa, que fue de un familiar de los Señores de Vizcaya.
En Wikipedia, la enciclopedia libre, pone que Iñigo López, fue el primer Señor de Vizcaya y que murió el año de 1076. Su origen dicen algunos que, es posiblemente navarro. El Monasterio de Leyre y el de San Juan de la Peña, están muy próximos por la separación en millas o kilómetros, pero históricamente, tiene una proximidad humana por los reyes, nobles y guerreros, enterrados en uno y en otro, siendo unas veces navarros, otras aragoneses, pero siempre de la Vasconia Oriental. Iñigo López, primer Señor de Vizcaya, según la hipótesis más difundida, es hijo de Lope Valazquez, que con su hermano Galindo, suscribe varias escrituras del rey García Sánchez III de Pamplona, hacia el año de 1040 hasta el de 1051.Tuvieron ambos otro hermano, llamado García de Botaya, ”que había sido monje en el Monasterio de San Juan de la Peña y había fallecido alrededor de 1057, año en el cual su hermano Lope, hace una donación al citado Monasterio por el alma de su hermano, que había marchado sin permiso a tierras lejanas, donde había fallecido”. En 1053, donó la iglesia de San Juan de Gaztelugatxe al Monasterio de San Juan de la Peña. Es curioso el amor que tenía el primer Señor de Vizcaya, Don Iñigo López, pero después intervino en Nájera, en Haro, en San Millán de la Cogolla y en muchos otros puntos históricos. Pero en la Historia se ve como los Señores de Vizcaya se unieron en Ayerbe a los hijos del Bearn y de Aragón, para entrar en Almudévar y en Zaragoza. Vemos como el primer Señor de Vizcaya, tenía por apellido López ( muerto en 1076), igual que los dueños de Casa López de Botaya. Después de siglos,  Pilar  López, se casó con un Casaus y Polonia, como está escrito en un cristal de casa Ripa de Jaca, se casó con otro Casaus. De estos dos matrimonios,  nacieron  mi padre Manuel Almudévar Casaus en Siétamo y Don Paco RIPA Casaus, en Jaca. Fueron primos hermanos y se trataron siempre con gran cariño.  Esta familia de López, está citada en carteles turísticos en Botaya, porque era descendiente de un hermano, a saber García de Botaya, hermano Lope, Señor de Vizcaya. En Wikipedia,  la enciclopedia libre en el apartado dedicado a Iñigo López, Señor de Vizcaya,  pone: ”Lope y Galindo también tuvieron otro hermano, llamado García DE BOTAYA, quien había sido monje en el Monasterio de San Juan de la Peña y había fallecido alrededor de 1057, año en el cual su hermano Lope hace una donación al citado Monasterio por el alma de hermano que había marchado sin permiso a tierras ajenas, donde había fallecido. Lope Velázquez aparece en varias ocasiones confirmando documentos con el que sería su hijo, Iñigo López, y debió fallecer alrededor de 1057, la última vez que figura en la documentación. Iñigo López tuvo varios hermanos”. Dice también que “los orígenes familiares no han sido confirmados, muy probablemente su origen fue navarro”. El Señor de Vizcaya realizó al Monasterio de San Juan de la Peña, varias donaciones.
Mi primo segundo, Luis Ripa hijo de Paco Ripa, venía a Huesca y últimamente a Siétamo, a recordar tiempos pasados de su familia, concretamente de la  madre de Don Paco Ripa, Polonia Casaus López de Botaya. Pilar Casaus López de Botaya, nació en Huesca pues los Casaus, dirigían una Banca en el Coso Bajo de Huesca y murió en Siétamo, a los setenta y cinco años de edad, el diecisiete de Enero de 1931. Yo nací en noviembre del año de 1930 y ya no me acuerdo de ella. Mi abuelo Manuel Almudévar Vallés, falleció el diecisiete de Enero de 1931, a los ochenta y ocho años de edad.
El hijo de Don Paco Ripa, se llamaba Luis y se casó con Sandu de “Apellido Indart”, que venía del “Solar vasco  y navarro”. Hay apellidos que pueden tener un origen común,  variando de uno a otro por una escasa letra. Por ejemplo mi apellido Almudévar, confirmado en  la Villa de Almudévar, viene del Bearn y en Valencia aparece el bilingüe Onofre Almudévar en unas ocasiones y otras al mismo Onofre,  lo llaman Almudéver. Al de los Indart se asemeja el apellido Indarte, que dicen que se halla también por el País Vasco.
Sandu,  esposa de Luis Ripa era hija de un militar y ella con su familia se escondió  en una vivienda de la Vía Layetana de Barcelona y dice en su libro: “Fui a mirar por las contraventanas de la Vía Layetana a la Jefatura Superior de Policía y horror!, había parados, dos camiones descubiertos, en uno, cuerpos de muertos, en el otro muchos brillos, expolio se iglesias y conventos…Allí mismo y mirando hacia abajo, comprendí que algo muy serio estaba pasando y que quizás eso era la guerra”.
Y mis hermanos y yo, los mismos días de Julio de 1936, oímos en nuestra casa de Siétamo, un ruido atronador de un bala de cañón, que nos hizo refugiarnos en la bodega de la iglesia y por la tarde, nos llevaron a Huesca. De ahí fuimos a Jaca y Paco Ripa, que estaba viudo, nos proporcionó mantas y otras ropas,  para combatir el frío. “Ardía Barcelona ese otoño en detenciones, asesinatos y registros. Un día llamaron a nuestro piso para hacernos un registro, cuando el policía se dirigía a abrir un cajón de una cómoda, yo tímidamente le dije: “en ese cajón hay estampas religiosas” y ante mi asombro, me contestó:”yo también tengo”.
Igual que Sandu veía por la vía Layetana, camiones con cuerpos de muertos y expolios de iglesias y conventos, en Siétamo se veían volar cuervos que rapiñaban la carne de los difuntos, como escribe el entonces niño Jesús Vallés Almudévar, que durante la Guerra Civil, subía desde Fañanás a Siétamo.   Los “rojos” destruyeron el Altar Mayor y los iconos de numerosos santos, que un ciudadano, que vivía en la Calle Baja,  ordenaba sacar de la iglesia a la Plaza Mayor,  donde los abrasaban.
¡Qué mal lo pasaron la familia Almudévar y la Indart, durante la Guerra Civil!, pues las autoras de “Recuerdos de la misma”, escriben: “Se decía,  que sólo por ir a misa los domingos, asesinaban”. Eso en Cataluña, pero en Siétamo al Guardia Civil Borruel, lo cogieron en la torre de la iglesia de Siétamo, le cortaron los testículos y se los metieron en la boca. Y al cura, nacido en Alquézar, de veinticuatro años de edad, lo fusilaron junto al río Guatizalema.
La familia Almudévar Zamora, huimos de Siétamo, primero a Huesca y después a Jaca y en esta histórica ciudad, nos encontramos con la Familia Ripa. Don Paco, preocupado por nosotros, nos proporcionó algún colchón y ropa para que no sufriéramos el frío de la Montaña. Cierto día en que venía a Jaca, desde Sabiñánigo, una peregrinación de Santa Orosia, que traían su cabeza para que se “vieran” con su cuerpo,  que se conserva en la Catedral de Jaca. Allí se encontraba una multitud de ciudadanos creyentes e impresionaba la presencia de individuos con sufrimientos síquicos o endemoniados, Y allí nos encontramos mi padre y mis hermanos con el Señor Don Paco Ripa. Admirábamos a Santa Orosia y a Don Paco le surgían pensamientos sobre la humanidad, como le surgieron,  a  Fray Domingo La Ripa, en viejos tiempos, al escritor del Libro “Corona Real del Perineo”, que se llamaba Fray Domingo La Ripa, su pariente.
Cierto día iba yo por Jaca con mi madre, Doña Victoria Zamora Lafarga y se oyeron los sonidos que producían unos aviones,  al mismo tiempo que sonaba una sirena de alarma. Nos introdujimos en la Catedral y al oírse los sonidos de las bombas, mi madre se acostó en el suelo y se metió debajo de uno de los bancos de la última fila. Este terror es semejante al de Sandu, cuando por la Vía Layetana veía pasar camiones, con cadáveres de hombres asesinados.
Escribe Sandu que su madre, ”empezó a buscar en Barcelona, guías de montaña para atravesar el Pirineo, mediante dinero,  naturalmente” y mi padre con mi abuela Agustina Lafarga Mériz, subieron a Siresa,  desde Ansó,  para ver si se les daría paso a Francia, pero no hizo falta, porque la Guerra se estaba acabando, y al poco tiempo bajaron a Huesca. ¡Qué sufrimientos y qué aventuras tan parecidas pasaron la familia de Indart en Barcelona y la de Almudévar de Siétamo!.
El padre de Sandu era capitán del Ejército y tuvo que pedir su cese, ante la Ley de Azaña. Al contemplar en Barcelona los crímenes que se cometían y el gobierno, prácticamente anarquista, se presentó de nuevo, como capitán, pero fue hecho prisionero. Un alma buena facilitó su marcha entre los detenidos y corrió a refugiarse en diversos domicilios. En tanto su esposa “volvió a abrir su taller de costura, pero tuvo que ponerlo al servicio de la República, o sea militarizarlo para coser uniformes de soldado”. Y vivían separados, pero con una unión, que siempre estaban  preocupados el uno del otro.
Era el capitán Indart, un hombre responsable y se presentó en el Ejército para evitar aquella situación,  que los comunistas,  anarquistas y miembros de unos catorce sindicatos, decían crear una democracia, pero no paraban de asesinarse unos a otros. El gran escritor Premio Nobel,   Orwell, estuvo voluntario en nuestra Guerra Civil, en un Sindicato y vino a España para luchar por la Democracia. Estuvo en Monflotite  al lado de Huesca, donde fue herido. Lo llevaron al hospital provisional de Siétamo y de allí lo llevaron a Tarragona. Se curó,  pero al darse cuenta de que era buscado por los comunistas para ser fusilado, se escapó a Francia. Su obra literaria da una idea clara de la Guerra Civil.
Pero su apellido Indart, tenía un blasón, certificado por Don Vicente de Cadenas y Vicent.”La muy compleja historia y heráldica del apellido Indart aparece en la magna “Enciclopedia Hispanoamericana de Heráldica” de los hermanos García Carrafa. El hecho de encontrarse el apellido Indart en el “Solar Vasco Navarro”, nos hace creer que el apellido Indart ha realizado alguna prueba de nobleza e hidalguía. Yo no conozco actos valientes en lejanos tiempos, pero leyendo el folleto de Alvara y Mercedes Indart, se ve como se expuso a la muerte para defender a España de una dictadura comunista.  Luis Ripa, hijo de Don Paco Ripa, se casó con Sandu Indart y unió a dos familias vasco –navarras, de brillante historia.
Pero Don Paco Ripa, hijo de Polonia Casaus López de Botaya, primo hermano de mi padre Don Manuel Almúdévar, que fue hijo de la hermana de Polonia, a saber Pilar Casaus, pertenecía a una línea sucesoria, por  Apolonia o Polonia López ( así escrito en los cristales de la Casa Ripa de la Calle Mayor),que venía de la familia de los Señores de Vizcaya. Así como del capitán Indart, hay que investigar en Navarra y en Guipuzcoa, algún hecho meritorio, de Ripa se sabe que pertenecía la misma familia de Fray Domingo La Ripa, gran personalidad en el Monasterio de San Juan de la Peña, pues entre otras cosas, escribió “La Corona Real del Pireneo Disputado” y que salió en 1685. Cuando oía hablar a Don Paco, me parecía oír las palabras de la Historia de Aragón, desde el Monasterio de San Juan de la Peña, la Alcaldía de Jaca y su función realizada en varios Gobiernos Civiles de España. Era un señor alto y delgado, con una elegancia, que en aquellos tiempos, casi no se  conocía. Estaba unido al pueblo y por eso no podré nunca olvidar su presencia en la procesión “antidiabólica”, que venía el día de Santa Waldesca de Yebra de Basa a Jaca. 
El Monasterio de San Juan de la Peña, donde está enterrado el Conde de Aranda, Don Pedro Pablo Abarca de Bolea, nacido en Siétamo, se encuentra casi al lado del pueblo de Botaya. En el Monasterio pensaba y escribía Fray Domingo La Ripa y en Botaya, vivían los López de Botaya, pertenecientes a los Señores de Vizcaya. No es extraño que se conociera la familia Ripa con la familia de los López de Vizcaya, que vivían en Botaya. Pilar Casaus López se casó con Don Manuel Almudévar Vallés, que poseía el Castillo del Conde de Aranda en Siétamo y el padre de Don Paco Ripa de Jaca, se casara con Polonia Casaus  López. He estado en Botaya y entré en la iglesia, donde se estaba celebrando la Misa de la fiesta del pueblo. Allí, parecían escucharse las voces de mis antepasados y al salir de Misa, se contemplaban aquellas chimeneas, que se asomaban al ambiente callejero, pero que debajo de ellas, se conservaban las palabras, que ya desaparecieron. Pensé si quedaría en aquel bello pueblo montañés, algún pariente de la Familia de los López de Botaya. Está, como he dicho Botaya, muy cerca del Monasterio de San Juan de la Peña y un miembro de la familia de los Señores de Vizcaya, a saber García de Botaya, estuvo de fraile en el mismo, pero se salió y murió en lugar desconocido en 1057. Su hermano Lope hizo una donación al citado Monasterio, por el alma de su hermano, que había marchado a tierras lejanas. El Rey Sancho Garcés IV de Pamplona, realizó varias donaciones, entre las que se encuentra la iglesia de San Juan de Gaztelugattxe  al Monasterio de San Juan de la Peña.
Con la Desamortización, llegó la ruina a este Monasterio, que ahora parece haberse corregido en parte, porque de allí desaparecieron joyas históricas, como libros de Fray Domingo de La Ripa y cocinas de tiempos pasados y mesas donde los frailes consumían sus alimentos, en silencio. Los López de Botaya, guardaron algún libro de su pariente Fray Domingo.
Hoy se puede visitar el Monasterio con devoción, con amor al Altoaragón y respeto a la Historia pasada, empezando por la pequeña de mi propia historia. Estamos cerca del Monasterio de Leyre de Navarra, en la parte oriental del País Vasco, como declaró el historiador Abarca. Al subir a la meseta del Monasterio, te encuentras no sólo éste, sino que vives el pasado y el presente de la familia de Vizcaya, con las dos hermanas Casaus López,  que no vi, pero que en la Misa de la Fiesta de Botaya, me dio la impresión de escuchar sus voces.
Al entrar en el Monasterio Viejo y en el Nuevo, me acordé de Fray Domingo La Ripa, que vivió el espíritu de ese Monasterio y que parece que transmitió su personalidad a Don Paco Ripa, su pariente, que tenía su voluntad dispuesta a servir a la Ciudad de Jaca y su espíritu a venerar a los endemoniados humildes, haciéndolos seres libres, que venían de Yebra de Basa. Tengo una carta escrita por Don Paco, de un viaje que realizó a Pamplona, desde el Oriente Jaqués al Occidente de Iruña. No la encuentro,  pero como un día lo logre, comunicaré su contenido a los altoaragoneses. Recuerdo alguna de mis visitas a Casa Ripa, de la Calle Mayor de Jaca, y en ella se respira un aire histórico, con su hogar, sus cristales en los que está escrito el nombre de la antepasada, Polonia  López de Botaya. Es agradable la permanencia en la galería, adornada por parras y en la parte baja, se encuentra alguna piedra románica, que en viejos tiempos recogerían en las ruinas de la Catedral o de las antiguas Murallas de Jaca, que se derribaron. Pero lo que llama más la atención, es la capilla privada, que se encuentra a la derecha de la puerta del piso. Es una capilla con su altar y con todas las piezas litúrgicas, que acompañan a estos lugares de culto divino. Hay cáliz, copón, casullas, albas, campanillas y todas las piezas litúrgicas que sirven para el culto de una iglesia. Allí, en un banco me senté y pedí al Señor que hiciera felices a la familia Ripa, que la fundaron.
Luis, el hijo de Don Paco, de tipo elegante, se casó con Sandu  Indart, apellido vasco (como Iriarte) y después de tener dolores comunes de la Guerra Civil Española, lo recuerdo por Huesca, en casa de Llanas. Recuerdo también a su hermana Blanquita, que rimaba con la belleza de su padre Don Paco y la de su hermano Luis. Su marido, el Ingeniero Tello, estaba destinado en Huesca, nos comunicábamos mucho y cuando se fue a Madrid, nos dejó catorce ejemplares de Historia publicados por la Diputación de Huesca. Todavía los conservo.
 Igual que en la capilla de los Ripas, recé un Padre Nuestro por Don Paco Ripa, ahora me entran ganas de recitar un Ave María por Sandu.
El Monasterio de la Peña me recuerda a Fray Domingo La Ripa, y  la capilla de la Calle Mayor de Jaca, me trae a la memoria a mi tío Don Paco Ripa.
Los tiempos pasados, hicieron pensar, hacer la caridad y sufrir y los actuales hacen olvidar los hechos vividos  y muchas veces no nos amamos, los hermanos con la hermana, ni los tíos y primos con sus próximos, ya que nos va distanciando el tiempo, al mismo tiempo que los parientes lejanos no recordamos el sublime pensamiento de Fray Domingo de La Ripa y el amor al prójimo de Don Paco Ripa, como descubrí en la procesión de los sufrientes miembros que pedían protección a Santa Waldesca. ¡Paco Ripa era un amante del culto divino, que cultivaron sus antepasados en su Capilla de la Calle Mayor¡.
Yo, recuerdo al ilustre jacetano Don Paco Ripa y venero su bondad, su elegancia y respeto la familia que dejó en este mundo,  como a Luis Ripa,  su esposa Sandu  Indart, a  sus  dos hijos y a su hija. Tuvo también Don Paco, una hija elegante, y bella,  de un humor extraordinario. Hace ya muchos años conocí a su hijo y hace escaso tiempo le escribí a su hija, llamada Blanca, como su madre. A esta le escribí lo siguiente: “Te llamas Blanca, como tu buena y hermosa madre Blanca Ripa. Conocí a tu madre, que en las calles de Huesca, animaba mi espíritu, así como también a tu padre, el Ingeniero Tello, zaragozano, que estaba destinado en Huesca. Era un señor amabilísimo, al que daba un gran placer, escuchar sus comentarios con mi padre Manuel Almudévar Casaus. Este segundo apellido de Casaus era el que los reconocía como primos hermanos. Cuando destinaron a tu padre de Ingeniero a Madrid, se acordó de regalarle a mi padre, los catorce tomos de la Revista Argensola, porque le creaba molestias el llevarla a Madrid y yo todavía los tengo en Siétamo y cuando los veo, me acuerdo del Ingeniero Tello, esposo de mi prima segunda, Blanca Ripa. Los cuadros al óleo de nuestros antepasados,  a saber el matrimonio Casaus López, los guardan en Casa de Llanas. Era el Señor Casaus un banquero,  que se formó en Francia y su esposa de Casa López de Botaya, y que nació en este pueblo, al lado de San Juan de la Peña. De este Monasterio recogieron algún libro de Ripa, que cuando la Desamortización, se llevaron muchos y otros los destrozaban. A esta carta que yo le dirigí a Blanca Ripa, me contestó por el Ordenador, lo siguiente: “Soy Blanca Tello Ripa, la nieta de Paco Ripa, el primo de Manolito Almudévar, tu padre. Sigo visitando  Jaca, desde hace cincuenta años, desde Madrid. Me encanta recordar estas tierras, que me ayudaron a crecer”.

Si, las tierras de Jaca le ayudaron a crecer, en cambio mi padre que se murió a los ochenta y ocho años, se fijaba tanto en las diversas tierras en las que vivió, que su sobrina, lo llamaba Manolito, porque esas tierras le daban vida, a pesar de la muerte, que tantas víctimas creó. La verdad es que cuando estaban juntos Manolito y el Paquito, al que tantas veces he llamado don Paco, parecían dos niños ingenuos.

martes, 8 de julio de 2014

El “Padre JESÚS” ¿es tal vez?, Mosen Antonio Vilellas Juste, de Alquézar



Llevamos varios años Don Rafael Gonzalo de Javea (Alicante) y yo mismo, buscando la personalidad del “Padre Jesús”. Don Rafael Gonzalo, tiene una fe profunda en ese mártir, que fue fusilado, al lado del río Guatizalema, que pasa por Siétamo (Huesca). Vino Rafael a este pueblo a enterarse del martirio del “Padre Jesús” y fue después a Huesca, donde habló con el Canónigo Don Damián Peñart y Peñart, autor de la Historia de la Diócesis de Huesca, en que narra los acontecimientos de la Guerra Civil. Estuvo también visitando  a los benedictinos del Monasterio de  Barbastro. En Lérida consultó con algunos miembros de su diócesis, para interesarse   por la personalidad el mártir,  al que yo  llamaba el “Padre Jesús”. Me escribieron varios devotos de ese mártir, cuya fotografía se extendió por toda España e incluso por Europa. Otros, al saber que yo era de Siétamo, donde fue fusilado, me vinieron a preguntar alguna noticia del mismo.
El domingo, 29 de Junio de 2014, a dos o tres días de haberme venido a visitar, el francés,    Dominique  Dupont, me escribió lo siguiente: ”Estimado Ignacio. Un saludo desde Francia, después de un viaje en el Alto  Aragón, muy agradable, a pesar de las tormentas. Como lo sabe, el enigma  del  ”Padre Jesús”, me acompaña. Después de la lectura del libro de Damián Peñart y Peñart, “La diócesis de Huesca y la guerra de 1936-1939”, tengo la convicción de que puede ser Antonio Vilellas Juste,  por su edad, y sobre todo por su trayecto en estos días de infierno: De Lecina a Alquézar, su casa natal, luego a Barbastro, con otros vecinos de Alquézar para “hacer fortificaciones y defensas”. Luego se incorporó en una columna para ir al frente, en los días en que estas columnas iban a Siétamo. Peñart  (ya difunto), dice también que la gente de Alquézar  supo que  “mosen Antonio Vilellas Juste había sido asesinado, pero no sabían dónde”. Esos indicios me parecen muy importantes. Por otra parte, no se conoce otro cura o monje desaparecido del entorno (diócesis de Huesca o de Barbastro). Antonio Vilellas  Juste fue ordenado el 6 de junio de 1936, poco antes de la Guerra, y fue sorprendido por ésta, en  su familia de Alquézar,  escapando a una muerte casi segura de la primera columna que pasó por Lecina el 27 de Julio. El cura párroco de Lecina, en su cama desde más de un año y medio, y con “las facultades mentales perturbadas”, fue salvado gracias a su estado físico, pero otra columna, el 27 de Agosto, le asesinó. (Peñart, aún niño, fue testigo de eso, por ser de tal pueblo). Una historia muy triste, por cierto, pero ahora tenemos el deber de identificar a este mártir, lo que parece más fácil que encontrar sus restos. Probé un correo electrónico con la diócesis de Huesca: a veces tienen algo, en su archivo, una foto de la ordenación de Antonio Vilellas, o de su periodo de seminario…Otra vez, discúlpeme par el error de día, y gracias por su acogida muy simpática. Dominique”.
Son muchos los que se han interesado por el Mártir “Padre Jesús” y me han consultado, creyendo que yo, un niño de cinco años, cuando fue fusilado a orillas del río Guatizalema, conocía lo que hicieron los “rojos”, con él, cuando al comienzo de la Guerra ellos estaban al lado del río y yo con mi familia en el núcleo del pueblo, defendido por los nacionales. Los sindicalistas, miembros de unos nueve o diez sindicatos, venían de Barcelona y estaban detenidos ante el pueblo de Siétamo, por  escasos miembros del Ejército,  de la Guardia Civil y de paisanos de Siétamo. Yo estaba en la otra orilla del río, y escuchando los cañonazos, que lanzaban los que de Barcelona venían; al llegar la tarde y parar el bombardeo, subí en compañía de mi familia y vecinos de Siétamo, en un camión y nos llevaron a Huesca. Allí nos recogió mi abuela, Doña Agustina Lafarga Meriz. Y en esas circunstancias ¿cómo iba yo a poder seguir el Martirio del “Padre Jesús”?.Simplemente, varios años después de acabada la Guerra Civil, escribiendo aquello de lo que de él,  me enteraba y compartiendo los sentimientos de las personas, que lo admiraban y que se sentían protegidos por ese santo tan sencillo. A los veinticuatro años de edad fue fusilado, cuando hacía aproximadamente un mes, que había sido ordenado sacerdote.
Son varios los artículos que escribí sobre su vida,  pero más sobre su muerte, por ejemplo “La historia del Padre Jesús”, convertida en leyenda”, “El Doctor Don Luis Chiva y el Padre Jesús”, “Padre Jesús,  el desconocido”, “La historia del  Padre Jesús y el sacerdote Martín Martínez”. En estos momentos he comenzado este artículo, que se titula, “El “Padre  Jesús”, ¿es tal vez?, mosen Antonio Vilellas Juste, de Alquézar”.   
 Son varias las personas con las que he hablado del “Padre Jesús”, después de conocer a Don Rafael Gonzalo de Javea, provincia de Alicante. El ya se encargó de comunicarse con el canónigo Don Damián Peñart, que por desgracia  ha muerto. Cuando este era todavía un niño, en el pueblo de Lecina, fue testigo del fusilamiento de su párroco, el 27 de Agosto de 1936. Este párroco, que “tenía las facultades mentales perturbadas”, desde Junio en que fue ordenado sacerdote don Antonio Vilellas Juste, hasta mediados de Julio de 1936, recibía  ayuda de él en su labor parroquial, que se la daba mosen Antonio desde Alquézar,  que fue el pueblo donde nació. No creo que se acordara Don Damián de  Mosen Antonio en aquellos escasos días, de lo contrario, quizá no hubiese sido tan oscuro,  descubrir el nombre del “Padre Jesús”. Don Damián dijo, según escribe, Dominique Dupont, que la gente de Alquézar, pronto se enteró de que “Mosen Antonio Vilellas Juste, había sido asesinado, pero no sabían dónde”. Nosotros, ahora, sabemos aproximadamente, donde lo fusilaron, pero no conocemos el lugar exacto, ni donde lo enterraron. ¿Es la Punta de Guara, la que se ve, detrás de la fotografía de Mosen Antonio Vilellas esposado?.  Estaba dicha cumbre cubierta por las nubes, lo que no me permite asegurar si esa cima es la de la Sierra de Guara. En cambio a escasos metros más arriba, se capta la montaña de Gratal y desde esos pocos metros se ve la planta de anís, que prolifera un poco más abajo. Tuvimos una duda entre ambos picos, pero parece que la forma de Gratal, responde mejor al relieve de las cumbres, que en Guara.
Después de recibir, a fines del mes de Junio de 2014, la carta de Dominique Dupont, llamé por teléfono a Alquézar, al sietamense, Don José María Cabrero Bastaras, Teólogo al servicio de la Parroquia de Alquézar y también al servicio de la Diócesis de Huesca,  además de Biólogo, al servicio del Seminario y Colegios de Huesca. Como teólogo y como biólogo, estudia la verdad espiritual y la material, pero no la proclama hasta que la  conoce exactamente. El sabe del “Padre Jesús” y conoce la historia de Mosen Antonio Vilellas Juste, pero no puede dar solución exacta de si éste, sacerdote, recién ordenado, fue fusilado en Siétamo,  aproximadamente un mes después de ser sacerdote. Me dijo el párroco Don José María Cabrero, que conoce familiares de Mosen Antonio Vilellas Juste, que viven en Barcelona y que acudirán a Alquézar este verano y me aseguró que les preguntaría datos sobre él.  
 Como me escribe Dominique Dupont,: ”ahora tenemos el deber de identificar este mártir, lo que me parece más fácil que  encontrar sus restos”.
La historia del Padre Jesús, parece una legendaria historia porque el fotógrafo era un judío europeo, cuyo nombre anterior al de Guzmán, fue Hans Gutman, que posteriormente se nacionalizó español y cambió su nombre, pues pasó a llamarse Juan Guzmán. Bajaba por la carretera y se encontró con el que iba a ser mártir y preguntó a los que lo conducían que quien era ese individuo y respondieron que un cura, que habían capturado. En seguida le ordenaron al cura que  gritara ”Viva la República” o lo matarían. El sacerdote, que tenía las apariencias  de tener veinticuatro años de edad, respondió, con grandes voces:”Viva Cristo Rey”. “Por tres veces se repitieron los gritos, hasta que al final le llevamos a un lado y le fusilamos”. Al pie de la foto de Juan Guzmán,  pone “Sacerdote capturado por las fuerzas republicanas, instantes antes de ser fusilado. Siétamo (Huesca).Agosto de 1936”. En el punto de más arriba de la vieja carretera, lo apartaron de ella y lo fusilaron. Sólo quedan a su lado, pequeñas superficies de tierra, pues cae el nivel de ellas hacia la nueva carreteraN-240.
 Escribí en un artículo “Jesús el desconocido”: ”El que hizo la fotografía Juan Guzmán, se la dejó tal vez a su hijo o heredero, que la mandó al Cardenal de Madrid, diciéndole que era una fotografía auténtica”.  
La fotografía del “Padre Jesús” ,con la figura de un hombre, que “sin duda la enorme fuerza de la mirada del sacerdote a las puertas del cielo, debió desconcertar a sus verdugos, que esperarían de  su víctima, una actitud menos digna con la que tranquilizar sus conciencias adoctrinadas, por los que ahora son llamados con un colosal sarcasmo, ”luchadores por la libertad y la democracia”. Y esa “fotografía la tenía en su despacho el Decano de la Facultad de Teología de San Dámaso, Pablo Domínguez, recientemente fallecido (2010), en accidente de montaña. El mismo Decano afirmó: “La (foto) la conseguí en Moscú, en un congreso. “Parecía que hablaba  de un sacerdote español, el Beato Martín Martínez, operario  diocesano,  natural de Valdealgorfa (Teruel), diócesis de Zaragoza. Esta es una más de la confusiones sobre la identidad del “Padre Jesús”, pero el Decano Don Pablo Domínguez, tenía su duda, porque alguien, de cuyo nombre no puedo acordarne, me afirmó que en la fotografía, ponía el nombre de Martín Martínez, con un interrogante.
En la salida a la carretera N-240, desde la Ermita de la Virgen del Viñedo, no sé si fue motivado por el “Padre Jesús” o por una casualidad, tuvimos el Doctor madrileño Don Luis Chiva y yo mismo, un pequeño roce con nuestros vehículos automóviles. Aparcamos y al sacar nuestras documentaciones, me llené de ilusión al ver entre los papeles del Doctor, una fotografía del “Padre Jesús”. Comenzamos a hablar, pero no del accidente,  sino del “Padre Jesús”. Nos marchamos, pero siguió la comunicación entre el Doctor y yo mismo. El domingo cinco de Septiembre del año de dos mil diez, cinco de Septiembre, recibí una carta sobre el “Padre Jesús”, que decía :”La fotografía del sacerdote  fusilado en Siétamo, es para mí una verdadera intriga y en internet se pueden encontrar muchas referencias que hacen pensar que se trata del sacerdote Martín Martínez Pascual”. “No creo que conociendo sólo un poco el martirio del Beato Martín Matínez Pascual y comparándolo con el del “Padre Jesús”, como yo le llamo, se concluya que son ambos la misma persona. En su martirio el Beato Martín Pascual iba rodeado de milicianos con otros seis sacerdotes .Los hicieron subir en un camión y marchó en dirección al cementerio de Alcañiz, donde fueron fusilados. Alcañiz está situado a unos ciento cuarenta kilómetros de Siétamo y el mártir sacrificado en este pueblo, murió sólo. Se conoce el lugar muy aproximado de su fusilamiento y parece ser que su lugar de enterramiento está allí mismo, sin seguridad”.
El día uno de Julio de 2009,me escribió Don Fernado Hernández Surmann, desde Palma de Mallorca, que entre otras cosas me decía: “No sabe la alegría que me dio con su llamada..Le contaré un poco la historia de mi interés por nuestro común amigo “Jesús”….He visto que se ha hecho muy famosa la foto en cuestión tras publicarse en Alfa y Omega, suplemento religioso de ABC, que seguro que usted conoce de sobra…Yo tengo un ejemplar del libro que recoge los testimonios de su martirio, llamado “Test”, publicado por “Ediciones Sígueme”, en 1990.
 En “La Catedral de los Mártires”, del periodista Santiago Mata, escribe éste:“Las jornadas de Barbastro y el mártir desconocido de Siétamo” y hace la afirmación que “El mártir de Siétamo no es Martín Martínez Pascual” y a continuación se expresa diciendo que :” El cuatro de Abril de 2014 hice con Ignacio Almudévar estas fotos en dos puntos de Siétamo (Huesca), para compararlas con la foto del mártir no identificado de la portada de mi libro “Holocausto católico”: primero en el video se ven las fotos tomadas en la carreta hacia Castejón de Arbaniés ( no hacía falta ir tan lejos y al otro lado del río, para ver el monte de Gratal, pues como he dicho,se ve en aquella zona ,muy cerca del río Guatizalema). Pero no se olvidó el periodista Santiago Mata  de  tomar fotografías en la carretera vieja que pasa sobre un pequeño tozal, zona en la que hay plantas de anís, como las había en 1936, según se ve en la foto de Juan Guzmán conservada por EFE.
Dice el periodista Santiago Mata que sale un pequeño video en Siétamo,”más la explicación de Ignacio Almudevar, sobre el mártir desconocido”.
Al final del artículo, se contempla una foto del uno de Agosto de 1936, enfocada por Juan Guzmán.

“Esa fotografía parece decir: “Un minuto antes de ver  a Dios”, pues  parece que ya se estaba dando cuenta de la presencia del Señor, pues recuerda ver a Jesús con sus ropas humildes, sus cabellos alterados, su barba, que no se podría afeitar por careces de instrumentos para ello. Lleva los brazos hacia tras, lo que da la impresión de que sus muñecas irían atadas, lo que no le ponía cara de tristeza, sino que la carretera en su “miliar séptimo”, o kilómetro trece, hacía recordar los siete pecados capitales de aquellos que lo iban a fusilar, pues en su cara no se veían síntomas de soberbia ni de avaricia, ni de lujuria, ni de ira ni de envidia y ni siquiera de pereza y la cara es el espejo del alma.”

lunes, 7 de julio de 2014

A Rafael Ayerbe



El ángel Rafael, tu patrono, devolvía la vista a Tobías, que se había quedado ciego. A ti no te hizo tal favor, pero inundó de luz los aposentos de tu alma para que fueses en el suelo, como lo es él en el Cielo, un ángel de la Corte Aragonesa de los niños, con tu ilusionismo y con su ilusión, de los hombres y de las mujeres con tu costumbrismo y de todos, con esos sonidos propios de la jota, con qué cantan y saltan nuestros bailadores, con que brincan nuestros corazones y con qué lloramos nuestros abandonos y con qué exigimos un nuevo Aragón.
¡Qué no ver, viendo el tuyo y qué ver no viendo los árboles del Parque y los bordillos de la acera!. El no ver se resolvía con los muchos lazarillos que,  contentos, honrados y orgullosos, tendíamos al tuyo nuestro brazo y el ver no viendo, cegaba tu interior con luz tan luminosa, que te ceñías un velo en tus ojos del cuerpo para gozar intensamente la luz de la ilusión y de la jota, que en tu interior reinaban.
Cubrías,  como he dicho, tus ojos con un velo y caballero en tu motocicleta, cual caballo mecánico, recorrías las calles con tus ojos medio ciegos y además cargados, incluso en el Lejano Oriente, allá en el Japón, donde colgaban farolillos de colores, que no podían compararse en esplendor con aquellos farolicos de ilusión aragonesa, con aquellas sonoras campanetas, cimbalicos,  guitarras y bandurrias que adornaban la “sala buena” del retiro interior de tu alma noble, además de buena.
Aún escucho con tu voz tan clara, tan alegre y tan triste, al mismo tiempo alegre por sentirse aragonesa y triste por ver un Aragón enfermo y esa voz era un soplo que atizaba el calibo de las gentes, que amaban la jota, a las que alentaba para que su canto,  para que su baile se volvieran llamas para todo Aragón.

Dice el poeta que “las ilusiones perdidas, juguetes del viento son; son hojas que se desprenden del árbol del corazón”. Tu fuiste, Rafael, ilusionado, ilusionista e  ilusionador.  Con los pies en el suelo viviste ilusionado y de tu árbol desprendiste ilusiones que espero que no se lleve el viento, sino que las cultivemos para lograr un Aragón mejor. ¡Adiós, Rafael!. 

La señora María Mora o la “seña” María



Cuando  conocí  a la “seña”  María Mora yo tenía unos cuatro o cinco años de edad. Y admiraba a todas las personas que iba conociendo en mi corta vida. Pero a María Mora no sólo la admiraba, sino que la amaba, porque era cariñosa con todo el mundo y endulzaba la existencia de todos los que a ella se acercaban. Llegó la Guerra civil y la perdí de vista, porque  yo con mi familia huimos a Huesca y después a Jaca y por fin a Ansó, ya cerca de Francia, donde no tuvimos necesidad de entrar, porque ya se intuía el fin de la Guerra Civil. Cuando  ya se estaba acabando en  la provincia, retornamos a Huesca, donde nos quedamos a vivir con mi abuela Agustina. No podíamos regresar a Siétamo, porque esta Villa, parecía un pueblo desaparecido, con sus calles llenas de “enrruenas” y en nuestra casa habían caído unas sesenta bombas de artillería.  Pero yo,  aprovechaba las ocasiones, en que mi buen padre, me llevaba a Siétamo en la barra de su bicicleta y otras veces subíamos a un autobús. En el pueblo me encontraba con los niños de mi edad y recorríamos las ruinas que los aviones, los cañones y el fuego  provocado por los que se apoderaron de Siétamo. Uno de ellos era Antoñito del Herrero y el otro era Rafael de Lasierra. No se encontraban objetos de provecho, sino únicamente  balines de fusil en abundancia como se encuentran los guijarros en la orilla de los ríos. Todo recordaba la Guerra, pues no había alimentos ni alpargatas, sino abarcas de caucho, procedentes de las  ruedas  de los camiones, y automóviles , que por allí se encontraban destrozados; pero en un muro de casa Cavero derribado, en su base se encontraba un agujero  del que buscando algo útil, nos salió una antigua pistola. Estábamos en un ambiente repugnante, es decir en un solar de guerra, en que sólo quedaba el recuerdo de otras luchas anteriores. Mis amigos, que habían  asistido conmigo a la Escuela, antes de la Guerra, comían pan negro,  remojando la superficie de su miga con un poco de vino, que le echaban por encima de esa miga y que solían  acompañar, los que la tenían,  con un poco de azúcar.
En nuestra casa de Almudévar, vivía la familia del señor  Domingo Borruel y de la señora María Oliva, porque nosotros, como estaba mi buena madre enferma del corazón, nos acompañaba muy pocas veces a Siétamo y cuando podía hacerlo, nos  acogía la señora Isabel  de la Posada, en esta casa,  que le tenía arrendada mi padre. Por cierto que esta gran casa se la cedió mi padre a a los señores Borruel, cuando yo me hice cargo, después de haber estudiado la carrera de Veterinario, del cultivo del patrimonio, que la Guerra Civil,  nos obligó a abandonar en 1939.
Yo no podía olvidar la vida en nuestra casa Almudévar de Siétamo, y encontraba el cariños de aquellas personas que tanto habían sufrido a causa de la Guerra, pero así como existían personas que lo pasaron mal en ella, ya no nos querían, como antes, cuando nosotros habíamos estado muy lejos de Siétamo. Pero yo encontraba la amistad de los niños, como Rafael,  Fernando,,Antoñito y de los mayores,  como el señor Jorge, que guardó las caballerías en la Torre Casaus de Huesca y las volvió a Siétamo,  donde siguió cultivando la tierra durante cierto tiempo. ¡Dios mío,  qué buena persona era el señor Jorge!. También lo era el señor Silvestre, que era pastor de nuestras ovejas y ¡puro milagro! que al acabar la Guerra, volvió a Siétamo con el ganado, que hizo salir durante ella del peligro de la lucha. ¡Cómo!,  con pozales de agua, bajaba corriendo a la fuente alta a buscar agua para apagar la paridera, que consiguió conservar utilizable. Eran hombres,  que a pesar de sufrir esas luchas entre los ciudadanos, ellos no odiaban a nadie, sino que defendieron la vida de las familias ajenas y de las propias. Jorgre,  cuando vinieron a trabajar la tierra,  se marchó a Sesa,  y  Silvertre, marchó a Fañanás, donde todavía vive su hijo casado y un nieto, que trabaja en Huesca. Las mujeres, con su sentimiento maternal nos trataban muy bien a mis hermanos y a mí mismo. Isabel de la Posada era una señora buena,  trabajadora y nos cuidaba muy bien. A María Oliva esposa de Borruel, no la vi jamás de mal genio, porque siempre nos cuidaba y procuraba darnos buenos alimentos, en unos tiempos, en los que se comía lo que se podía. Me acuerdo que en una ocasión,  tuvo que darnos a mi padre  a su esposo e hijos, bellotas cocidas. En otras situaciones nos guisaba guijas, que por cierto ya no se han vuelto a consumir. Bien se nos valió que el matrimonio de Borruel  era  muy trabajador y cultivaba la huerta de maravilla. A parte mataba algún cordero y criaba cerdos.
En aquel hogar de mi casa, que todavía se conserva, en aquellas dos mesas que se levantaban verticalmente,  apoyadas en la pared y que se bajaban a una posición horizontal, en la que se colocaban los platos, vasos, el porrón y calentados por el fuego del hogar, se vivía con felicidad. Allí llegaba la señora María Mora, a ayudar a la señora María y todo era alegría en su rostro y en su comportamiento. Eran buenos los señores Jorge y Silvestre, pero la señora María, la señora Isabel y la señora María Mora, eran tres mujeres que trataban de hacer a los humanos felices en aquellos tiempos de desgracia e incluso de hambre.
María Mora,  no recuerdo su apellido y el pueblo le añadía al nombre de María, el apellido de su esposo Mora. Yo no lo conocí y dicen que era limpiador de olivos y de almendros, pero tenía muy mal genio,  pues abusaba del vino, tal vez porque no podría comer lo necesario. Se murió pronto,   y María Mora se quedó sola. Pero a pesar de la miseria de aquellos tiempos, ella vivía feliz, porque cogía caracoles, que comía y que vendía. Era muy caritativa y si algún  hortelano le daba lechugas,  ella las daba al Señor Maestro o a alguno que tuviera dificultades para comerlas. Mis dos hijos eran muy pequeños y siempre la iban a visitar,  para gozar de su cariño y entregarle el suyo. Con un tirador cazaban gorriones y se los llevaban a ella, que los pelaba y los asaba, para después completar su merienda con  patatas cocidas. Mi hijo Ignacier, se lo agradecía tanto,  que cuando cenaba en casa, le decía a su madre ¡qué bueno está este plato , ¡cómo le gustaría a la señora María!. Mi esposa Feli,  no podía aguantar tales sentimientos y le colocaba en una cacerola,  los ricos alimentos que Ignacier, soñaba que los pudiera comer la señor María.

La buena señora, pasó épocas en su vida de dolor, pues en los últimos años de su larga vida, le dijo a mi esposa: a usted sola se lo voy a decir, es que sufro tanto que si no por su cariño,  me tiraría por algún terraplén. Mi esposa,  no dijo nada,  pero cada día la cuidaba mejor. Y cuando ya era muy vieja, con sus sayas largas hasta el suelo, la llevó a las hermanitas de los Pobres, donde no he conocido a otra mujer más feliz, que a la Señor María Mora. Murió el día de San Vicente, patrono del pueblo de Siétamo. Carmen de Gaspar, viuda de Rafael Bescós, cuando va al cementerio le reza, acordándose de aquella noche, en que el marido de María, llamado Mora, regresó muy tarde a su casa. Ella le abrió y él la dejó en la calle, helándose con su camisón. San Vicente, patrono del pueblo, le guardó la vida.

sábado, 5 de julio de 2014

El ocaso en el Cerro de San Jorge de Huesca




Mi tía Luisa, Penélope  para los leñadores, era amante de observar los ruiseñores en las yedras del jardín de la Torre de Casaus  y aseguraba que,  según opinión del gran pintor Zuloaga, las puestas del sol del Cerro de San Jorge, eran las más bellas en variedad de colorido de toda España. No tengo noticia de que llegara  a conocer a tan eximio pintor; tal vez escuchara esa opinión de boca de su primo Don Manuel  Bescós Almudévar (Silvio Kosti), pintor,  además de escritor y rico en relaciones humanas de todo tipo.
De todas formas, no creo que se sacase la opinión de la manga, pues las mangas, por sí solas, constituían en aquellos tiempos una cuestión de moral conflictiva y que hacía que las pobres modistas unas veces tiraran de ellas para arriba, y otras para abajo. En aquellos tiempos, la moral se calibraba , se ponderaba escrupulosamente, y por tanto, el dejar al descubierto  unos centímetros más o menso de tejido epitelial de las extremidades superiores, constituía materia de consulta en el confesonario.
En cuanto al tejido epitelial de las extremidades  inferiores, más vale no “meneallo”,  porque mi tía, se levantaría de su tumba para amenazarme como a los leñadores que talaban los corpulentos  y copudos árboles de la carretera de Zaragoza. De esta anécdota le vino que su sobrino y primo mío José Antonio, la llamara Penélope por mal nombre; si se mete uno a redentor, sale crucificado.
¡Pobre tía Luisa, amante de la naturaleza y de la belleza visual y auditiva!. Tenía una borrachera de belleza ambiental cuando,  a la puesta del sol refulgente, se unía la frondosidad de aquellos enormes árboles y, sobre ellos, el “triunfo de los pavos reales”, que con su rueda erótica, competían en color con el ocaso. Aquellos pavos reales fueron uno a uno, aplastados  por el tráfico en aumento de los vehículos de motor; los enormes árboles, cuya tala  no pudo evitar mi tía, cayeron estruendosos, víctimas de la sierra también de motor. En cambio su prima la escritor María Cruz Bescós, consiguió que se respetase el Plátano de Indias gigante,  que todavía se alza frente a la puerta de su casa.

El ocaso sigue cada día  teniendo lugar, y seguirá mientras exista el sol, pero su colorido espectacular y cambiante se ve oscurecido  y como emborronado por el humo que vomitan las altas y negras chimeneas que por aquella zona proliferan. Me queda el consuelo que tantas veces, y en plan irónico, se aplican las gentes entre ellas: ¡ya vendrá el verano para que no se eleven esos humos negros, que velan la hermosura de nuestras puestas de sol en el Cerro de San Jorge!. Las más bellas de España.

El Cántico de San Juan de la Cruz



La belleza ha dejado de ser un ideal para los hombres y mujeres, pues vemos como muchas tendencias y modas tratan de acabar con el concepto de esa belleza. Humberto Eco en el libro “Historia de la fealdad” escribe que “también el arte contemporáneo practica la  fealdad y la celebra”. Pero Lynch dice: “Si no hay nada trascendente y divino allí fuera, no hay nada bello que reproducir”, es decir que si Dios no existiera, no habría nada bello que representar.
Esos que se dicen sabios y no creen en un Ser Supremo se creen que ellos son los que han de dictar donde está el arte y donde no está.
Pero la poesía de San Juan produce un efecto literario entre los lectores creyentes, que aman a Dios y a sus hermanos, igual que lo produce entre los que no creen  porque no tienen fe.  Dice Humberto Eco que muchas veces “ la atribución de  belleza o fealdad se ha hecho atendiendo no a criterios estéticos, sino a criterios políticos y sociales” y en estos tiempos, los que se llaman a sí mismos modernos, dictan que el arte ha de liberarse de reproducir la belleza. En este mundo hay cosas feas y cosas bellas, pero la poesía trata de hacer del mundo el reflejo de las cosas bellas. Hace poco tiempo escuché la letra de esta jota, que dice así: ”Como los pájaros cantan- las penas de mis amores- así canto yo la jota-para aliviar mis dolores”. Si esta jota me llena de emoción,  ¡cuánta brotará dentro de cualquier lector al leer el “Cantar del alma que se huelga de conocer a Dios por la fe”, cuando escribe: “Que bien sé yo la fonte que mana y corre,-aunque es de noche!”. ” Su origen no lo sé pues no le tiene- mas sé que todo origen della viene- aunque es de noche”.. ”Sé que no puede ser cosa tan bella, -y que cielos y tierra beben della -aunque es de noche”. ¡Cómo inunda su alma la poesía que acaba este Cantar” y que así dice: ”Aquesta viva fuente, que deseo, en este pan de vida yo la veo, aunque es de noche”, pues efectivamente la falta de fe, hace que sea de noche para los partidarios de la fealdad y del mal. Pero  en tanto a San Juan de la Cruz, el mirar el Pan Bendito del Cuerpo de Cristo le hace ver la viva fuente que el Señor nos ha dado, los que sois fieles a la Adoración Nocturna, podéis cantar aquellos versos  de San Juan de la Cruz, cuando escribía: “Vivo sin vivir en mí y de tal manera espero que muero porque no muero” y “Cuando me empiezo a aliviar - de verte en el Sacramento- háceme más sentimiento- el no poderte gozar- todo es para más pensar- por no verte como quiero- y muero porque
no muero”.
La voluntad de San Juan de la Cruz, llega, como vemos, a desear su muerte para gozar de la auténtica presencia de su amado Jesús, junto a sí mismo, pero se consuela al ver la hermosura de la naturaleza, como un reflejo o como un recuerdo del amado, que al mirar los sotos los ha embellecido con su mirada. Así lo afirma el Santo, cuando escribe: “Mil gracias derramando-pasó por estos sotos con presura;-y, yéndolos mirando, con sola su figura-vestidos los dejó de su hermosura”. Y San Juan de la Cruz escribe de los sotos, que son zonas próximas a los ríos y donde se contemplan árboles de distintos frutos y formas, como por ejemplo el manzano, del que escribe Santa Teresa: ”Entiendo yo por manzano el árbol de la Cruz” y gozo “del fruto que sacó Jesucristo Nuestro Señor de su Pasión, regando este árbol con su sangre preciosa”, porque en un manzano cometieron Adán y Eva el primer pecado, como dice Pagán en su poesía: ”En el árbol fue cometido- lo que pecaron los dos,- y el castigo desto ha sido-que en el árbol muere Dios-de humana carne vestido”.
Muy próxima al manzano del Paraíso, reptaba  la serpiente, buscando el mal entre los hombres, que hicieron que en el árbol muriera Dios. En el Padre Nuestro, pedimos “venga a nosotros tu reino”, porque el demonio, unas veces en forma de serpiente y otras vestido de hombre bueno está haciendo el mal en este mundo de tal forma que los cristianos nos veamos en la necesidad de pedir a Dios que “venga a nosotros tu reino”
En la Historia de la Humanidad, siempre se ha dado la lucha entre el Bien y el mal y como el Señor ha hecho al hombre libre, se dan toda clase de enfrentamientos y contradicciones. San Juan de la Cruz llegó a desear su propia muerte para gozar de la presencia de Jesús, pero se consoló viendo la hermosura de la naturaleza, como se ve en sus versos: ”Mil gracias derramando –pasó por estos sotos con presura;- y, yéndolos mirando, con sola su figura-vestidos los dejó de su hermosura”.
Otros hombres, tentados por el demonio, representado por la culebra, no quieren el lado de la muerte para sí y han generalizado la visibilidad de la violencia, de la muerte y lo desagradable. Todos sabemos que nos llegará la muerte, aunque muchos no la quieren aceptar y quieren prolongar la belleza, sin darle importancia a la alteración del envejecimiento de nuestro físico. Total que han creado una belleza que se ha convertido en fealdad. Esa sociedad está enferma porque quiere modificar la estética con una belleza inarmónica, pues hasta las palabras groseras se pronuncian en público y se pintan las fachadas de los edificios.
 ¿Cuánto tiempo durará el reinado de la fealdad?. Entre los años 1927 y 1930,un padre jesuita llamado Georges Lemaître, dijo que el universo comenzó por la explosión de un átomo primigenio, fenómeno al que llamaron el Big-Bang. Desde esa explosión empezó a nacer la vida, pero Francis Crick, premio Nobel, descubridor del ADN, decía que “ Un hombre honesto, equipado con todo el saber que hoy está en nuestras manos, habría de afirmar que el origen de la vida parece, actualmente, un hecho milagroso”.pero cuando ya no quedé nada por destruir vendrá un fenómeno opuesto al Big-Bang y así como éste produjo una enorme explosión ,en el Big- Crunch, al ser un fenómeno contrario, vendrá una implosión del universo. Hace pocos días escuché a Stephen Hawkings, el sabio que sufre disminuciones físicas, que decía:  en doscientos años el hombre tendrá que viajar a otro planeta, porque las condiciones de vida en este mundo, se hacen imposibles.

Los Adoradores Nocturnos, le pediréis a Cristo en el Santísimo Sacramento “y mándame ir a Ti, para que con tus Santos te alabe por los siglos de los siglos”.

La razón y la sinrazón

  La razón hace funcionar los ordenadores, no su propia razón de la que carecen esos maravillosos aparatos, descendientes de las simples plu...