miércoles, 22 de junio de 2011

El “monstruo” de la Tierra Baja


Hoy día está de moda mirar al cielo por las noches para ver OVNIS, objetos volantes no identificados. Pero nos olvidamos de la existencia de otros seres, esta vez acuáticos pero también sin identificar. Yo había leído mucho sobre el Monstruo del Lago Ness y siempre me había parecido una “serpiente de verano”, de esas que se publican cuando no se sabe qué decir. Ahora me empieza a inquietar este tema, porque un buen amigo, el periodista Luis García Núñez, que trabajó conmigo en Piensos Escartín de Huesca, que fue  pescador incansable, me contó que en una balsa de la Tierra Baja, hay un “monstruo” acuático y misterioso. Mi amigo no lo ha visto, pero le ha picado, poniéndole como cebo barbos de medio kilo y rompía los hilos de la caña con una facilidad pasmosa, llevándose, no ya los anzuelos, sino los arpones. Me dice  Luis que él sólo no volverá a esas orillas,  porque si se trata de un animal anfibio, tiene miedo de que le ataque. Y Luis es un viejo conocedor de los peces, incluso tiene un amigo barbo, al que conoce hace más de veinte años y cuando lo ve, salta de alegría fuera del agua, como si se tratara de un delfín. ¡Lástima que no sepa hablar!, porque si lo hiciera nos contaría cómo ha resistido durante tantos años las catástrofes ecológicas, que ha sufrido el río. Una de ellas consistió en una crecida repentina del caudal, con cambio brusco de temperatura, bajando el nivel en muy poco tiempo. Las orillas aparecieron llenas de peces muertos y dicen que aquel año desaparecieron las anguilas. Otra mortandad enorme de peces tuvo lugar al resultar contaminado el río por el lavado de una cuba, que contenía productos químicos. Pero el barbo amigo de Luis, debe ser inmortal; no hay quien pueda con él. Debe ser bonito tener un amigo barbo de agua, tanto como desagradable resulta tener como amigos a personas que son unos barbos de cuidado.
Un conocedor de los peces como mi amigo, el pescador, no puede engañarme y me ha citado testigos. Uno de ellos bajó a la laguna  con su mujer y sus hijos y le vieron el lomo al monstruo. Quedaron horrorizados y ante el temor de perder a sus hijos, abandonaron el lugar. Otro día bajó con varios amigos, uno de ellos matarife, que llevó el gancho de sujetar cerdos para matarlos, pero el animal rompió la sirga antes de poder hacer uso del gancho, que dejaron entre unos juncos de la orilla, con intención de volver otro día. No han vuelto más y no se sabe si fue por la maldición del Monstruo.
Los aficionados a lo desconocido tienen, sin salir de la provincia, campo para investigar, pero yo les aconsejaría, que en lugar de intentar matarlo, trataran, con paciencia de obtener fotografías. Yo creo que así se librarían de la maldición del monstruo de la Tierra Baja y nos harían a todos partícipes de su contemplación,

Angel Claver, altoaragonés


Me acuerdo, con frecuencia de tí, después de haber vivido contigo tantos ratos de conversación en una churrería en la que por las mañanas nos juntábamos para desayunar.
Pero de nuestras conversaciones han salido espacios de la historia de Huesca, en qué comentábamos la antigua vida que hacían tu familia de Claver con la mía de los Almudévar, en Sieso de Huesca. Estaban juntas las casas, como dice en la Segunda Infanzonía de Almudévar : “entre otros casales, existe en el lugar de Sieso el del apellido Almudévar, que ha confrontado y confronta con casas que fueron de Miguel Claver”. De esa proximidad  vinieron matrimonios, como el de Violante Almudévar con un Claver, de cuya unión, más tarde llegó a nacer el Conde de Aranda.
La historia dice que el apellido Claver nació en El Pueyo de Jaca, luchando Guillermo Claver en la conquista de Huesca y como afirma Santiago Broto: ”siendo premiado su valor  con la concesión del primitivo blasón formado de campo de gules con un león de oro que muestra una llave en la mano izquierda, de la cual “clavis” puede proceder el mismo apellido”.Hace escasos meses, me enseñó Angel ese escudo que lo llevaba en su coche para   restaurarlo, siendo de madera y procedente de su antigua casa del Coso Alto.
Hasta que Domingo Claver, alias Valeta, apodo glorioso procedente seguramente de algún lugar de Italia, pasara a vivir en 1515 a Sieso de Huesca, fueron los Claver hombres notables en la Historia, desde embajadores en Inglaterra, alguno luchó en Italia, junto al Gran Capitán, pero destaca la figura de San Pedro Claver, que perteneció a la Compañía de Jesús y que se distinguió por su entrega a los negros con los que se traficaba por entonces en América.
Roberto Claver, militar, que naufragó en un viaje a las Indias, en el que se salvó después de invocar a la Virgen del Pilar, patrona de su casa de Sieso y “en gratitud mandó labrar la portada de la iglesia de este lugar”, donde se ven esculpidas en el pórtico escenas referentes a aquel suceso(1663).
En 1861 se casó con Jacinta Mancho, de Torres de Montes Daniel-Miguel Claver Almudévar.
Estos Claver se extendieron por todo el Somontano, empezando por Huesca, Sieso, Angüés, Coscullano,etc.
Fueron Señores de Lizana y parientes de los Condes de Sobradiel  y de los Barones de Letosa. Parece ser que vendieron Lizana a los Azaras, y tal vez intervino en dicha operación, un Azara, de Siétamo, cuya familia se relacionaba con sus parientes de Barbuñales y con el Conde de Aranda. Entre mis apellidos se encuentra el de Azara y  tenemos como sus descendientes el mismo escudo que los Azara de Barbuñales. Por eso no me extraña la anécdota que me contó Angel, diciéndome que durante la Guerra Civil de 1936, en la Catedral de Huesca, él desde la cripta de los Lastanosa, donde también está enterrado un Azara, intentó correr el túnel, del que dicen que iba desde dicha capilla hasta la antigua casa de los Lastanosa, pero la falta de luz, entre otras cosas, se lo impidieron.
Su padre Ignacio Claver, vivió en la casa del Coso Alto y tuvo que ver en la construcción de la elegante sede de Forestales en Huesca y hablaba con mi padre, al que trataba como pariente. Con los Señores de Aniés  de San Román de Morrano, tenían un antiguo parentesco, igual que con los Almudévar de Sieso. Don Ignacio, asistía a cacerías con el actual don Alfonso Buil Aniés, cerca del Castillo de San Román.
Angel conocía  la historia de su familia, pero nunca se enorgulleció vanamente de ella. Se preocupaba principalmente por sus hijos. Yo creo que se acordaba de su pariente San Pedro Claver, del que sus paisanos los hijos de Huesca, muchos de ellos parientes suyos, no recuerdan sus actos de amor a los abandonados,  pero yo pediré al santo pariente de Angel,  para que contribuya a guardarle un puesto allá arriba, junto con su bella esposa y madre de sus cinco hijos.

El ciclo roto del amor,en un pueblo del Altoaragón

“Miruflí y Miruflá - se querían casar -  y querían vivir – a la orilla del mar”. Esto dice la canción, pero en ese pueblo que está encima de Huesca, Urbez y Amanda eran los que se querían casar y querían vivir en el Altoaragón. Confesores, asesores, consejeros familiares, alcahuetas y beatas, prejuicios y zarandajas no los dejaron casar.
El fin del mundo vendrá cuando los ciclos estelares, solares  y nucleares se interrumpan y el del hombre físico vendrá cuando se quiebre el ciclo de Krebs.
Para los dos enamorados llegó el fin, cuando quebraron el ciclo de su amor. El hombre vendió todos sus bienes, tomó los billetes y los quemó en el Bar, delante de las gentes del pueblo. El no se quemó, porque no era partidario de interrumpir los ciclos; a él se lo habían interrumpido y simplemente se fue a esperar, en un corral de su familia, se subió por una escalera de mano a un cañizo, clavado sobre unos maderos, cubierto por teja vana, con el horizonte abierto por delante a las diarias puestas del sol, que le producían cierta envidia, porque indefectiblemente, cada tarde el sol cumplía su ciclo y él tenía que esperar muchos ciclos, día tras día. Y, como sabía que él tenía cortado su ciclo esperaba y esperaba el fin del mismo.
En verano se asaba como una momia en el desierto y en invierno se helaba a trozos, que se iban desprendiendo de los pies y que él mismo ayudaba a que cayeran al corral, donde las gallinas acudían presurosas a picar, para después poner huevos, de los que saldrían pollitos que darían continuidad al mítico ciclo, del que la gente se sigue preguntando desde hace siglos, si fue primero la gallina o el huevo.
Algún familiar suyo le llevaba todos los días la comida y se la subía por la escalera de mano y se la alcanzaba al que estaba esperando su fin.
Amanda, la digna de ser amada, entre tanto tomando entre las piernas el mundillo,  hacía encaje de bolillos y con ese encaje, jugaba el gato y lo arrastraba por la escalera de la casa hasta la gatera del portal; por allí empezó a asomar la tira del encaje de bolillos y otros gatos lo arrastraron por las calles y caminos hasta que las picarazas lo enredaron en un zarzal de moras. Tenía la buena Amanda los ojos almendrados y de tanto lanzar palillos a los lados del mundillo y seguirlos con la vista, se le iban almendrando cada vez más, hasta que llegaron a parecer los ojos de una bordadora china.
En Febrero, cuando florecían los almendros, a Urbez le dejaban de caer trozos de su amor desde el cañizo y los dos miraban la flor, cuyo aroma les aproximaba el viento. Entonces se producía el milagro de unos ojos almendrados que parecían sonreír a la flor, que cumplía su ciclo y el prodigio de una momia que aspiraba el olor de un ciclo vegetal.
La espera, por unos días,  se convertía en esperanza.      

Alfonso Buil Aniés, de San Román de Morrano



 

Es éste,  un Señor  del viejo Señorío de Aniés, nacido en el Castillo que se alza en San Román de Morrano. Ya no se sabe si sigue siendo Señor de Señorío, por ser un buen número de hermanos y de antecesores, pero conserva las dos Infanzonías correspondientes a su primer apellido Buil y la segunda que le reconoce como infanzón del Señorío de Aniés. No se trata de Aniés, el pueblo que está situado encima de Bolea, sino a un territorio, que tiene que ver con Sieso y con Morrano. Tiene ya la edad de noventa años, siendo su historia muy larga, pero,  él, la alarga más de noventa años, ya que conoce la antigua Historia de España, sobre todo de Aragón, Cataluña, Valencia y  de las Islas Baleares. Pero no sólo conoce las conquistas y reconquistas de tiempos pasados, sino que habla de inventos del siglo diecisiete, de Isaac Peral (1851-1895), inventor del submarino, idea ya tratada por Julio Verne en “Cien mil leguas de viaje en Submarino”. Habla también  de experiencias sobre el vuelo de los aviones de Juan de la Cierva (1895-1936), inventor del autogiro, predecesor del helicóptero. Con sus noventa años de edad, conversa de todo lo que se le habla con sentido común y guarda libros y documentos, que sigue leyendo o que él mismo ha escrito o ha dibujado. Alfonso Buil Aniés, es un inventor, a pesar de tener ya noventa años, pues él inventó el “coche imán”, del que en España no le hicieron caso,  pero que en Alemania, ya funciona. Su sencillez le llevó, hace ya cincuenta años a comprar los imanes en una ferretería de Huesca, que todavía los conserva.
Le pasó como a Bello, hermano del famoso de más de cien años, Pepín Bello, que inventó un arado y cuando ya lo iba a comercializar, lo fabricaron en Francia. Posee veintiséis patentes de inventos suyos, creados para la prosperidad y el progreso del pueblo. A mí me ha enseñado esas papeletas, pero mi cerebro no ha sido capaz de abarcar el ideario industrial, sobre la creación de  energía eléctrica, a partir del hidrógeno que con su fórmula, se puede obtener del aire. También posee inventos sobre el aprovechamiento de la fuerza del agua, que si se ejecutara, sería posible obtener electricidad y formas de bombeo de líquidos. A parte tiene patentes del sodio, del potasio, del magnesio y sobre el cloruro de calcio, para obtener hidrógeno de las aguas. Tiene un invento al que llama la “caja negra”, para aprovechar la fuerza eléctrica del sol, con lo que se propone, proporcionar calor a las viviendas de los hombres, a las naves industriales y las granjas de animales. Ahora se ha presentado el problema de las heces y orinas de los cerdos, a las que se conocen con el nombre de purín, que por su Ph o acidez, es capaz de abrasar la tierra, que llegará a no producir nada. Pero me mostró un esquema de eliminación del Ph y si alguien está interesado,  puede preguntarle sobre el uso de sus fórmulas, a Don Alfonso Buil Aniés. Don Alfonso tiene un cerebro privilegiado, porque ha creado gran número de patentes de energía renovable y uno se pregunta de dónde ha sacado este hombre tantos conocimientos. Habla del carbón, que ya estaba siendo despreciado por la sociedad, que iba cerrando minas y él ha buscado sistemas para el aprovechamiento de dicho carbón. Ahora que la sociedad querría eliminar las Centrales Nucleares, se ve la necesidad de explotar el carbón. Tiene patentes sobre el calcio, el sodio y del magnesio. Y busca, con la sociedad que lo necesita, el hidrógeno y el etanol, para dar nuevas fuerzas a la sociedad para encontrar la producción de energía. Hay días en los que es imposible verlo en Huesca, pues con sus noventa años, se va a Francia o a Barcelona. Es incansable, pues toda su vida ha viajado por el mundo. Esa costumbre le viene de su propia familia, pues en la historia de Huesca, un miembro de la misma, nacido en su castillo de San Román de Morrano, donde nació Alfonso y que era Dom (domine) Benito Buil, de la orden benedictina, que viajó con Colón, cuando éste descubrió América. Se enfrentó con Cristóbal Colón, por que le pareció que el almirante, abusaba de los indios. En Santo Domingo, donde se conserva la antigua Casa de Colón, que pueden visitar todos los que por allí llegan,  Dom Benito Buil, después de las discusiones con Colón, tuvo miedo de sufrir algún daño y se marchó a Haití. En este país residió muchos años y según su pariente Alfonso, puede ser que permanezca enterrado en el mismo. No se nota en Haití una señal de progreso, sino todo lo contrario, pero no fue Dom Benito Buil el causante de dicho mal, sino,  que más tarde llegaron los franceses y dedicaron a Haití a establecer esclavos africanos. Parece imposible que Dom Benito tuviera la desgracia de que su país, por el que tanto luchó, se quedara retrasado.
El amor a la historia de España y a su propia familia, le ha movido a recorrer toda América, desde la Patagonia hasta el Canadá. Ha encontrado americanos con el apellido Buil, en Méjico, en Estados Unidos, en Chile y fue el mismo Don Alfonso Buil, nacido en San Román de Morrano, el que corrió la Patagonia hasta el Canadá. En Chile, concretamente, descubrió y conversó con varios chilenos, apellidados como él, es decir Buil. Algunos se emocionaron, porque, aunque políticamente, se ha hecho muy poco por la hermandad entre los españoles y los americanos, éstos hablaban de España como de la Madre Patria. No me extraña esta actitud de los sudamericanos, cuando Alfonso Buil, quedó admirado de ver Catedrales de gran valor arquitectónico, como palacios, Universidades, Colegios, edificios del Gobierno en Méjico con los Ayuntamientos maravillosos, construidos por arquitectos españoles y mano de obra, que ya habían levantado templos maravillosos , antes de la llegada de los españoles. Me he acordado cuando hablábamos de Chile, como en este País Andino, trabajan clérigos de San Viator, que por cierto el hermano Ramón Arizón Duch, compañero mío infantil en el Colegio de San Viator de Huesca, murió hace poco tiempo, cuando iba a fundar otro Colegio.
A Alfonso con sus apellidos Buil, el primero y Aniés el segundo, le viene el de Buil de la vecina Francia, con rasgos de común historia de Aragón con el MIDI, tierra bella y poética, con lenguas como el occitano semejantes a la “Fabla” aragonesa. El primer Buil que vino a España, vivió al principio en Puigcerdá, pasando luego a Huesca, fundando el Castillo de Santa María de Buil, cerca de Ainsa y después varios pueblos, entre los que se encuentra Biel, en las Cinco Villas, luego pasó a Luesia, cerca ya de Navarra. Este Buil tuvo dos hijos, de los cuales el segundo, se quedó en Francia y fundó el Condado de Foix, encima de Navarra, en la misma frontera, en pleno MIdi. El señor Buil, del que hay que recordar el nombre, estuvo, como he escrito en el Alto Aragón y en Puigcerdá, donde dicen que murió. Como Aragón y Cataluña estaban unidos para conquistar Valencia y las Islas Baleares, se puso al servicio del Rey Don Jaime el Conquistador y tuvo mucha influencia en Valencia. El Rey quiso expulsar a todos los moros, pero Buil, el francés, le aconsejó que los dejara, porque eran expertos en oficios, en artes y sobre todo el riego de aquellas tierras, productoras de naranjas. Tuvo el francés las mismas ideas humanitarias que Dom Benito Buil en la República de Santo Domingo. Por la antigua Vía Romana,  que va desde Huesca a Alquézar, al llegar a Ibieca, se pasa por la iglesia de Foces, con pinturas románicas, cuyos dueños los Señores de Foces, influyeron entre otros temas, en la arquitectura de la Catedral de Valencia.
El apellido Buil se extendió, a parte de los que quedaron en Francia, por todo Aragón, Navarra,Cataluña y Baleares. Pero, como hemos visto Alfonso Buil Aniés encontró, en América, hombres con el apellido Buil.  Hemos comentado el apellido Buil, pero el segundo, Aniés, lo poseían los que eran Señores de Aniés. Tenían su sede en un castillo que todavía se conserva en San Román de Morrano. No hay que confundir este Aniés, con el que se encuentra encima de Bolea.  
Desde Sieso y Casbas se ve sobre un cerro, la aldea de San Román de Morrano y desde ella, una hermana de Alfonso veía el Monasterio de Casbas, del que llegó a ser Abadesa.
Mis antepasados los Almudévar, de Sieso, poseían su casa infanzona, al lado de varios edificios de Claver, de cuya failia salió el jesuita, que se santificó en América del Sur. Violante Almudévar se casó con un Claver, de los cuales una hija se casó con el Barón de Siétamo, del que desciende el Conde de Aranda. Este Conde ya propuso al Rey crear en América, países libres asociados con España. Don Alfonso Buil y Aniés es pariente lejano de los Claver de Sieso. Don Ignacio Claver fue en la provincia de Huesca, Jefe de Forestales y en Madrid, Director General de Agricultura, que apreciaba a los Buil de San Román, porque  aparte de ser parientes lejanos, cuando subía a Sieso, se acercaba a verlos.  A veces organizaban cacerías, sobre todo de perdices.
Este Alfonso Buil Aniés, con sus noventa años, parece que tiene una inteligencia brillante, y uno se lo explica al ver aquel pequeño pueblo, que parece que ha bajado de la Sierra de Guara y se ha puesto a observar la Tierra Plana y ha corrido medio mundo, pero, cuando está en su domicilio, lee libros, que hablan de la energía y de los procedimientos, que  buscan la obtención del  agua,   del carbón,  del hidrógeno,  del purín y en tantos otros materiales, que Dios ha creado. Se le puede aplicar a Alfonso, la frase bíblica, que dice: “ Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza”, con lo cual declara el Señor al hombre, como Rey de la Naturaleza. Lo que pasa es que no cultivamos nuestros cerebros, como Alfonso Buil de San Román de Morrano.
  









jueves, 16 de junio de 2011

Pablo Bibián y Vicenta Arnal

La señor Vicenta Arnal ha muerto a los ochenta y dos años de edad. Parece que el Señor ha querido que su muerte llegara en el mes de Mayo, ”cuando hace la calor” y “cuando los enamorados van en busca de su amor”. Se ha ido de este mundo en la casa, donde tan feliz vivió muchos años con “Pabler”, como llamaban a su simpático esposo Pablo Bibián. Los dos eran nacidos en Siétamo y formaron un matrimonio feliz, pues siempre que te encontrabas con ellos, ambos sonreían, a pesar del trabajo,  que llevaba el marido y de los constantes cuidados, que Vicenta dedicaba a cada una de sus siete hijas y por último a su hijo Luis. “Pabler”, estaba, en lejanos tiempos pasados de ayudante en una vaquería, que tenía mi familia. Vicenta, después de criar a sus hijas y a su hijo, durante muchos años, convivía con mi esposa Feli, con Joaquina Larraz y con Carmen de Labata,  a las que obsequiaba con sabrosos “empanadicos”, elaborados por ella.  Ahora, que tenía casadas a todas sus hijas e hijo, necesitaba alguien, que recibiera sus obsequios y nos hacía felices, cuando probábamos sus “laminerías”.  Hace ya unos pocos años, llamaba la atención de los que por la Calle Alta de Siétamo subían, la belleza de sus hijas, que tenían unos ojos grandes y negros, que atraían a los hombres; por cierto que todas ellas se casaron. Yo, que subía, con mucha frecuencia, a la era, que se encontraba frente a su casa, observaba como iba disminuyendo el número de sus hijas, porque se iban casando. Luego se casó el hijo y se quedaron solos, Vicenta con Pablo,  seguían viviendo felices, pero un día se le murió el marido y se quedó sola, después de haber tenido una familia tan numerosa. Era ya mayor y pasaba temporadas con alguna de sus hijas, hasta el año 2005, en que el Señor quiso que volviera a su casa, donde murió sola, pero parece ser que sin sufrimientos. Joaquina y Carmen, todos los días, cuando iban a dar de comer a sus corderos y gallinas, la llamaban y se interesaban por su salud. Se acompañaban un rato las tres viudas, para no estar solas, sentándose en un banco y recordaban sus pasados felices tiempos. Pero el día catorce del mes de Junio, estuvo Vicenta en casa de Joaquina y habló con ella y con Carmen. Por la tarde subieron al corral y al pasar por la ventana, donde dormía Vicenta, Joaquina le dijo: no te llamo, Vicenta, que a la vuelta,  hablaremos.
Pero, a la vuelta, cuando tenían intención de hablarle, vieron una ambulancia en la puerta de casa “Pabler”. ¡Dios mío, qué disgusto se llevaron Joaquina con su amiga Carmen!, pero Vicenta tuvo buena muerte y poca cama.
Joaquina y Carmen han llorado y han rezado, con la esperanza de verse en la otra vida!.

“Lauburu” o cuatro cabezas de Reyes



A cuatro Reyes moros les cortaron sus cabezas y desde entonces se exhiben en el Escudo de Aragón. Algunos vasco-ibéricos, sueñan, porque “lau” en vasco equivale a cuatro y “buru” significa cabeza, que “lauburu” representa   las cuatro cabezas reales, cuando éstas, aparecen con suma claridad en el Escudo de Aragón. No es ninguna idea mala la de asociar el “lauburu” a las cuatro cabezas, pero su culto, como idea religiosa, mística  o como motivo ornamental es antiquísimo. No sólo lo utilizaron los vasco-ibéricos, sino los celtas, los germanos y no sólo en Europa, sino también en otros pueblos de Asia, donde adoraban al sol. Los germanos y los celtas conocen “las cuatro cabezas” como esvástica. Los celtas de Asturias y de Galicia, tienen  “tretresqueles”, grabados en hórreos. En Aragón llamaban al “lauburu”, “cuatre fuellas” y en muchos lugares,  ”brazos religaus”. Pero el pueblo vasco y el navarro, actualmente han hecho del “lauburu”  su símbolo más venerado, por haberlo identificado como una representación total de ese mismo pueblo. Y   aparecen  los cuatro brazos de una cruz giratoria, en las puertas ventanas, muebles, tiendas, edificios públicos de sus poblaciones. En cualquier rincón o tienda venden una especie de medalla, tallada en madera, que consta de un cordón,  del que cuelga un  ”lauburu”.
 En cambio,  en Aragón, donde abundan los “lauburus” o lábaros, a muy pocos les llaman su atención. Es curioso que los aragoneses, en cuyos pueblos, sobre todo en el Alto Aragón, se alzan los frontones, vayan olvidándose de jugar en ellos. Está pendiente la juventud de múltiples deportes, pero el viejo de la pelota, parece no despreciarlo,  pero si, olvidarlo. Cuando voy por los pueblos que se encuentran en las proximidades del mío, contemplo el frontón de Siétamo,  en la misma Plaza Mayor y lo veo en Ola, en Castejón de Arbaniés, en Velillas, en Torres de Montes, en Arbaniés nombre vasco-ibérico equivalente al del Arbuniés navarro. Por Siétamo pasa por el mismo Palacio, un camino, que era la vía romana, que iba desde Huesca a Alquezar y por los pueblos por los que pasa, se encuentra un frontón,  como el de Alquézar, que me llamó la atención por ser estético y todo de piedra. El señor don Juan Antonio Coronas  de Huerta de Vero, que vive en Huesca, me dijo que su pueblo con Pozán de Vero, Buesa y Alquézar, se desafiaban con mucha frecuencia a jugar a la pelota, jugando en ocasiones el mismo  Juan Antonio Coronas. Había una especie de “pique” entre los cuatro pueblos y se jugaban un porrón de cerveza con gaseosa, que pagaba el pueblo. Esto ocurría entre los años cincuenta a sesenta. Los de Castillazuelo,  hacían una carrera, que consistía en llegar los participantes, los primeros al elevado Santuario del Pueyo de Barbastro. Han puesto en los pueblos campos de fútbol y de baloncesto, así como piscinas. Antes no había campos de fútbol y ahora los tienen todos los pueblos. En Arbaniés estuvo de Maestro, don Eugenio Bescós, natural de Sieso, allá por los años cuarenta, durante unos treinta años, llegando a ser alcalde del pueblo.  Llevaba a los niños, según me contaba el hijo de Arbaniés, José Monclús, al frontón donde jugaba con ellos, enseñándoles las distintas formas de juego, unas veces jugaban  individualmente y otras por parejas.   No podían jugar al fútbol porque no había ni campos,  ni balones y aunque hubieran existido, con las abarcas, pocas patadas le hubieran podido dar al balón. Cuando yo estudiaba en Guipuzcoa, hacía pelotas con hilo de lana y por fuera cosía dos piezas de badana, para cubrirlas.  Pero, en Siétamo, mi difunto amigo Antonio Rivera, era un artista en hacer pelotas de “pelotaire”; ponía para empezar un pequeño núcleo de madera, a su alrededor, le liaba unas tiras de goma y luego con hilo de lana, les daba volumen y las cubría con dos cortes de badana, que cosía una con otra.  Cativilla de Ola me regaló una pelota, hecha por él.
Ahora no nos acordamos de jugar a la pelota, pero tampoco nos acordamos del “lauburu” o lábaro, que  no es sólo un símbolo de alguna religión primitiva, que adoraba al sol, sino que se ha hecho uso de ella para representar una cruz. En algunos “lauburus” en Alemania, está el sol rodeándolos, en iglesias cristianas, cuando más recientemente, los nazis alemanes convirtieron la esvástica en un símbolo de la vuelta, desde tiempos primitivos, a un paganismo moderno.
Y aquí, también en Aragón, abundan los lábaros o “lauburus”, el primero romano-ibérico y el segundo vasco-ibérico, que a pocos les llaman la atención. Los aragoneses nos vamos olvidando de lo nuestro, como se puede comprobar al pasar por debajo del Monasterio de Montearagón, desde el que contemplaban las tierras que iban a reconquistar. Y hemos perdido las palabras “lauburu” y la palabra lábaro, en latín labarum, que parecen tener un origen común, como si la palabra latina fuera una adaptación a la palabra vasca. En ocasiones en  algún pueblo, que ya se ignora si está todavía poblado o está ya desierto, alguien ha oído llamar a uno de esos adornos  prehistóricos, históricos y actuales, “cuatre fuellas” y en muchos  lugares “brazos religaus”, con un sentido ibérico, que trata con sus palabras de definir su realidad, como ocurre con “lau” “buru”, que significa cuatro cabezas. En todo Aragón se ven tallas de cuatro cabezas o cuatro brazos, por ejemplo en Plasencia del Monte y en Coscullano, donde José María Dios, afirma que en su casa hay una de estas ornamentaciones. En Arbaniés, Ayuntamiento de Siétamo, pueblo con un nombre casi igual al del pueblo navarro de Arbuniés, sobre el arco de la puerta de un pajar, hay un “lauburu” extraordinario, que causa respeto al que lo ve.  Me da la impresión de, que ese pueblo,  a pesar de su fe en el lábaro, parece lamentarse de que el pueblo vaya retrocediendo poco a poco.  Cuando iba a Velillas,   a cuatro kilómetros de Siétamo, siempre me miraba el “lauburu”, que adorna el portal de  casa de Ignacio Banzo,  y en Torres de Montes, un poco más abajo, se muestran dos lábaros en casa Lera, cuyo dueño Borau, trabajó en la Gasolinera de Siétamo y otro en casa Mairal. Es curioso como en Barbastro se exhiben ornamentaciones no de “cuatro fuellas”, sino de, no me acuerdo si eran de tres o de cinco “fuellas”. ¡Cómo ha jugado el hombre con los lábaros de cuatro cabezas y ha imaginado los de tres o de cinco!.
Si en el Alto Aragón y cerca de mi pueblo, he sentido el gozo de soñar, cómo en sus frontones, jugaban los jóvenes, también he comprobado el misterioso y antiguo lábaro, como se puede ver en el País Vasco. ¡Cuántas veces he hablado con el dueño de casa Lera de los dos lábaros o “lauburus”, que adornan la puerta de piedra,  con un arco circular!. Yo no sabía  si los aragoneses se acordaban de estos lábaros o ya se habían olvidado de ellos. Pero hace escasos días, en una conversación, José María Dios de Coscullano, me hizo saber que en su casa había uno de esos ornamentos y Mancho  me recordó que en Plasencia se exhibía otro. Pero un día cualquiera, paseando por una calle de Huesca, Laguarta, me comenzó a hablar del “Viejo Remolón”, que todos los años veneran en su pueblo, Torres de Montes  y a continuación recordó los dos “lauburus” o “labarum” que adornan la puerta de casa, de su paisano Borau, a la que llaman casa Lera. Pero no sólo conocía que en Torres había talismanes que representaban, hace siglos,  al sol, sino que el “lauburu” que estaba a la derecha, giraba en ese sentido,  como un símbolo de la vida y el otro daba vueltas a la izquierda, haciéndonos ver que caminaba hacia la muerte o a la vida eterna. Para algunos el giro a la derecha, señala circunstancias de buen agüero y el giro a la izquierda, es un diagnóstico pesimista. No sólo en Barbastro se encuentran las esvásticas de tres o de cinco “fuellas”, sino que en Vizcaya, también existen los “lauburus”, no sólo de  cuatro, sino también de seis “fuellas”. Pero los budistas,  los persas, los indios con sus monedas, con la svástica, especie de cruz gamada, representaban al dios Sol. Esa palabra de Cruz esvástica tiene su origen en el sánscrito, lengua primitiva de la India, que todavía está representada en el País Vasco, en Aragón y en tantos lugares, como en Alemania, en pilas bautismales, que atribuyen al lábaro la categoría de una cruz cristiana. Es, por tanto la representación buena del porvenir de los hombres, cuando sus cabezas o brazos van hacia la derecha, o un recuerdo del pasado, para los hombres, cuando mirando esa cruz svástica, que está girando hacia la izquierda.  Se ve  que dicho lábaro, cruz svástica o “lauburu” es un sencillo reconocimiento de un dios sol,como un Señor de la Naturaleza. Ese dios ornamental, se ha  convertido en un Dios verdadero, que promete a los hombres un buen agüero, en el porvenir, por medio del amor y de la convivencia pacífica. Cuando el lábaro gira hacia la derecha, pronostica un porvenir eterno y cuando gira hacia la izquierda, nos presenta la muerte, pues polvo somos y en polvo nos hemos de convertir. A muchos no les gusta que tengamos que convertirnos en polvo, pero los mismos hombres, cuando mueren nuestro hermanos, los convierten en polvo, por medio de la incineración.
Es igual que el “lauburu” gire hacia la derecha o hacia la izquierda, porque Dios es eterno y nosotros seguiremos girando por el espacio, haga frío o calor. Yo compré en Huesca, en unas ferias dos pequeños lábaros, tallados en boj y uno de ellos lo he tenido colgado en una oficina. Ahora no lo encuentro y lo lamento. Tengo que volver a comprar otros y hacer que los aragoneses, gocemos de su presencia. Debían las autoridades, comprar el “lauburu”, que preside el portal de un pajar en Arbaniés, y exponerlo en el patio de la Diputación Provincial.

La crisis


Siempre se ha visto a los necesitados, buscar y rebuscar algo para llevarse a sus bocas. Pero hace muy poco tiempo, parada con su coche, he visto a una familia, sacando botes y paquetes de un contenedor de basura. Se me cayó el alma a los pies. Yo conocía a los individuos que rebuscaban en la basura y pensé en su forma de vida, que les hace pensar únicamente en su mundo interior, despreciando el relacionarse con el mudo, que piensa no sólo en el arte, sino también en el trabajo. Ellos cantan, bailan y sueñan con sus artes. Bourget en su obra “Une confession”,escibe ¨”nuestros cantos más dulces son aquellos que expresan los más tristes pensamientos”. A esos individuos, que lo han pasado mal, desde hace siglos, es difícil romperles el equilibrio, pero a los hombres trabajadores, les atacan muchos “agentes modificadores”, que, como dice Llanas Aguilaniedo en su obra “Alma Contemporánea”, el año 1899,  “que tienden a destruir ese equilibrio y por los cuales se han de sentir  influidos … y no podrán  nunca imponerse a los otros, a los que se mueven en el  gran centro”. En ellos, en los que mueven ese centro, “las relaciones del espíritu con la materia, son muy complicadas…más cercanas al delirio que a las concepciones sanas de un espíritu normal”. De ahí brotan los “EXALTADOS”, que se lanzan a buscar nuevas normas para una sociedad, en la que aparecen el hambre y el malestar. En aquellos años de mil ochocientos y pico, Llanas tiene razón al ver como al obrero, “todo en el género de vida que lleva, le dispone para los grandes desequilibrios”. Hoy que ya no debían ocurrir estos hechos, al erigirse un obrero en director de una familia, se ve acosado por el embargo de sus viviendas, por el paro y por ¿el hambre?.

¿Hay poesía en las grandes ciudades?

Yo he vivido siempre en ambientes rurales y de pequeñas ciudades. Cualquier cosa en estos medios resulta entrañable e invita a la poesía. De las grandes ciudades sólo tengo noticia por los periódicos, por las revistas y por haber pasado someramente por ellas. Y la verdad es que su imagen me resulta deprimente. Me pregunto:¿será posible que en las megalópolis no exista poesía?. En las películas americanas se ven caer hombres y mujeres, desde lo alto de los rascacielos, unos impulsados  por su propia desesperación y otros por una mano, cuyo dueño se esconde en las sombras. Las novelas describen con toda suerte de detalles, cómo cuatro muchachos de catorce años arrastran fuera del paseo, hacia los árboles, a una enfermera  vestida de blanco, de unos dieciocho años. En el barrio de Harlem las ratas viven o sobreviven en compañía de los negros, que no hacen más que eso, sobrevivir.
De París tenía una imagen romántica; me había enamorado del romanticismo de Maurice Chevalier, cuando cantaba “Ma pomme”. Indudablemente él y otros trataban de descubrir a los parisinos algún aspecto poético de París. Y sacaban a la luz la Ciudad “Lumière” y a los “clochards sous les ponts de París”. Yo fui a Paris a tratar de descubrir estos aspectos poéticos, pero sólo descubrí, alineadas a lo largo de algunas calles, mujeres blancas, negras o amarillas, que se ofrecían al mejor postor. También había seres humanos de sexo indefinido y pechos turgentes, que ofrecían su artificio a hombres y mujeres indistintamente.
Había negros de la negritud francófona, que extendían sobre las aceras sus pobres mercancías, consistentes en collares de semillas  y pequeños “tam-tams”, y era lamentable ver cómo eran arrojados de sus puestos de venta por la policía.
En los escaparates las maniquís humanas, inmóviles, imitaban a las muñecas articuladas y estas, a su vez, casi se identificaban con las humanas. ¡Qué morbosa competencia!. Los “clochards” van cambiando las bóvedas de los puentes por las menos románticas, pero más cálidas del Metro. Sentados unos y acostadas otras sobre los bancos de la estación, bromeaban borrachos, escondiendo sus botellas a la sed de sus compañeros. Era un día de elecciones y uno de los discípulos de Baco, levantando su botella en actitud de brindis, exclamó: “¡Yo he votado a la derecha, porque la izquierda dice, que los vagabundos tienen que acabarse!”.Este fue el único canto a la libertad que escuché en París.
Estos días hasta nuestro divino Dalí ha salido desengañado de la capital del arte. Su exposición ha sido boicoteada por una huelga. Se ha marchado exclamando:”Paris c’est fini”
Pero a pesar de estos cuadros, que he intentado describir, no me resigno a creer que no exista la poesía en las grandes ciudades. Me acuerdo de aquel negro americano que hizo amistad e la celda de su prisión con un ratón con el que compartía el queso. Y me viene a la memoria el preso medieval, pobre cuitado, que ni sabía cuando era de día, ni cuando las noches eran, sino por un pajarillo que le cantaba al albor. No me extraña que el negro fuera amigo de un ratón, pues yo, de niño, era amigo del ratón Pérez y hoy a mi hija Pilar se le  ha caído un diente y el mismo ratoncito le dejará un pequeño regalo. Y también me imagino a “Mickey Mouse” haciendo felices a los niños americanos. Y el borrachín del metro parisiense, brindando por la libertad, pone una nota de ilusión en mis tristes pensamientos. Y deduzco que allí, donde haya seres humanos tiene que existir poesía.

viernes, 10 de junio de 2011

La fuente y el río Guatizalema




Ahora son abundantes y cómodas las piscinas ,pero cuando yo era niño, hace ya muchos años ,tantos que todavía no había llegado la Guerra Civil a las orillas del río ,hermoso río, que pasa por mi pueblo de Siétamo, era una felicidad para todo el mundo ese paso de las aguas del río.

Era nuestra ilusión su corriente ,sus aguas frescas y agradables y nuestro deseo de bajar a él para bañarnos y jugar y merendar en la fuente que se encontraba cerca , nos hacía cantar a los seis hermanos :"Iremos a la fuente de mi tío Rafael - el - el ", fuente que así llamábamos , no se por qué , ya que no recuerdo a ningún Rafael ,que poseyera por ahí alguna fuente. La finca de al lado era de la familia Calvo y ahora es de un simpático Rafael ,que la heredó de la casa a la que pertenecía su padre ,Tomás Calvo.

Al llegar el verano ,con su correspondiente calor ,sentíamos la necesidad de bajar al río y a la fuente y todos nos poníamos a cantarle a nuestra tía Luisa la citada canción. Mi tía Luisa nos escuchaba y queriéndo hacernos felices , preparaba la excursión ,para cumplir la promesa que nos iba a dar esa felicidad.Ya había pasado la Primavera y hacía calor y habían florecido los sauces del río y los litoneros del camino que a él conducían .Y mi tía Luisa, hermana de mi padre ,vivía lo que la Naturaleza gobernaba y tenía un corazón de oro y al llegar el solsticio de Primavera se le despertaba el deseo de llevarnos a la fuente de "mi tío Rafael " ,para que nos bañásemos los niños y jugásemos con la arena de las orillas del Guatizalema y bebiéramos las aguas que surgían de la fuente que manaba a su lado.

Aparejaban la burreta torda-platera ,a la que por detrás del cuello, colgaba tía Luisa las alforjas con pan y chocolate y nos montaba a los tres hermanos pequeños, a saber Luis, Jesús y yo mismo ,mientras mis hermanos mayores ,Mariví, Manolo y María iban a alcanzar las aguas del río y de la fuente caminando y teniendo cuidado ,junto con la niñera de que no cayésemos de los lomos del asno al suelo.

¡Pobre tía Luisa ,qué cuidados y qué trabajos le proporcionábamos todos los niños allí reunidos, pues no estábamos sólo los seis hermanos ,sino también otros niños del pueblo, que tenían las mismas aficiones!. Yo mismo no quería bañarme con el bañador puesto ,porque decía que no quería mojarlo .El lugar donde nos bañábamos no era ninguna badina peligrosa ,sino un lugar donde el agua corría escasamente profunda.

Algunas niñas tomaban el sol ,mientras los otros se lanzaban agua del río entre ellos y algunos trataban de pescar algún pequeño pez que nadaba por aquellos lugares.

Y cuando llegaba la hora de merendar ,todos acudíamos a la fuente ,donde tía Luisa sin hacer diferencias entre los niños ,nos daba a todos la merienda que había traído de casa y hasta la burra merendaba por su cuenta ,comiendo yerba del prado donde estaba atada y algún trozo de pan que le dábamos sus amigos los niños.

Tía Luisa vivía para los demás y después de muerta en su Torre de Huesca ,que heredó de su madre Pilar Casaus ,ha completado su labor social y humana porque dicha Torre ,se ha convertido en el Hospital de la Seguridad Social ,en un enorme conjunto de edificios donde viven los oscenses ,en varias fábricas y en un enorme paseo con una hermosa fuente ,al que yo llamo no de Rafael ,sino de mi tía Luisa.

El Instituto Ramón y Cajal, por los años cincuenta

Me he acordado del Instituto Ramón y Cajal de Huesca, al hablar con un amigo de mi hermano Jesús, con el que juntos estudiaban. He reflexion...