miércoles, 2 de diciembre de 2015

Nibelungos, mitología germana y el Santo Grial.

Sigfrido


Los nibelungos o nibelungen como los llama la mitología germana, eran una raza de enanos o gnomos,  los cuales con Sigfrido, fueron protagonistas de la Leyenda de este héroe mitológico. Fue un guerrero precoz porque siendo niño, escapó del Castillo de sus padres, anduvo por los montes, hasta que fue acogido por el enano Mimir. Este lo recogió en su fragua, que se encontraba junto a una profunda cueva. En ella los pequeños nibelungos, creaban y tenían depositados sus tesoros de minería y de orfebrería, Un dragón, al que llamaban, Fafnir, era el guardián de sus riquezas.
El enano y nibelungo Mimir, que había sido expulsado del reino subterráneo, quiso formar a Sigfrido, enseñándole las fórmulas de vengador, para expulsar a sus hermanos, los enanos,  del centro de la Cueva.
Sigfrido, cumplió la voluntad del herrero enano Mimir y mató al  dragón Fatnir, clavándole su espada en el corazón. Después se bañó con su sangre, pues el nibelungo, herrero  y enano Minir, le había revelado, que con ese baño se tornaría  invulnerable. Pero tenemos que recordar que una hoja de tilo, pegada en un punto de su espalda, impidió el roce de la sangre del dragón, con todo su cuerpo. Y así quedó en Sigfrido, debajo de la hoja de tilo, un viaje hacia la muerte.
 ¡Cómo se repiten los hechos que hacen que el error, haga fracasar los planes de aquellos dioses o héroes!, porque Aquiles, héroe de la Guerra de Troya, al que llamaban “el de los pies ligeros”, era, como más tarde lo fue Sigfrido,  invulnerable, en todo su cuerpo, menos en el “talón de Aquiles” y Sigfrido también en todo su cuerpo, menos en un punto, que estaba cubierto con una hoja de tilo. El hermano menor de Aquiles lo mató de un flechazo en el milagroso “talón de Aquiles”.
En el pueblo de Castejón de Arbaniés (Huesca), todavía vive un amigo mío, llamado Vicente, que dice poseer una fotografía  de un vegetal, en el que se adivinan enanos y espíritus, que vivían al rededor de la Ermita-Cueva subterránea de San Cosme y San Damián.
¿De dónde ha sacado mi amigo las pequeñas imágenes de enanos y de enanas artistas y elegantes, más agradables a la vista que los que vivían en la cueva, cuidada por el dragón Fatnir?.
No hay que olvidar que los invasores godos, de raza germánica, ocuparon nuestra península y que en los Pirineos entre Navarra y Aragón, quedan individuos rubios, sus descendientes.
Como hemos visto, el enano Mimir, reñido con todos los enanos, quiso formar a Sigfrido, para convertirlo en el notable guerrero que castigara a los enanos. Era famoso el “tesoro de los nibelungos”, del que se hizo dueño Sigfrido, que, mató a los reyes Schilbung y Nibelung y venció al enano Alberich, sacrificando también al dragón Fafnir.
Aprovecharon aquella ocasión los guerreros de Sigfrido, que eran burgundios, para tomar el nombre de los vencidos enanos nibelungos, pero cuando el tesoro estuvo en sus manos,  después de asesinar a Sigfrido, estos fueron los que se pusieron el nombre de nibelungos, que se exhibió y conservó en todos los poemas de la Edad Media.
No es extraño que  algunas escenas de la leyenda, se representaran en una piedra rúnica de la montaña Ramsund, de Suecia en el siglo II. También se representan algunas escenas en el montante de las portadas de algunas iglesias románicas de Noruega y en las miniaturas de un manuscrito del siglo XVI, en Berlín.
Más extraño parece que hayan quedado en el Pirineo y en la Sierra de Guara apellidos como el de “Godé”, que equivale a “Godo” y numerosos rubios en los pueblos de la Codillera Pirenáica,  en una tierra en que dominan los vascones, que son morenos. Pero no es extraño porque hace unos días vi a una pareja de marroquíes, con dos niños completamente rubios. Muchos godos, en la Península Ibérica, se hicieron musulmanes y en la Reconquista fueron expulsados al Norte de Africa. ¿Sabrían aquellos marroquíes que sus cabellos, declaraban su lejano origen germánico?. Los orígenes de este poema de Los Nibelungos, datan del siglo VI.
Sigfrido añadió a la Historia, su mítica leyenda propia, en la que fue  triunfador del dragón y que se apoderó del tesoro de los nibelungos y vivía en Neerlandia y venció a gigantes y enanos. Había entrado en las cuevas de la tierra, pues Sigfrido pudo entrar  debajo de la Tierra, en  donde brillaban las joyas y el oro. Sigfrido decía: “Guerreros, yo he visto los monstruos de tierra y mar, y he matado a Fafnir, el dragón de la noche.¡He llegado hasta el borde del mundo, y en mi reino de niebla, el sol se vuelve loco, y da vueltas, y no encuentra su casa!”.  Los dragones, no se sabe si serían traídas aquí sus figuras, pero estos monstruos, no sólo  aparecieron en Burgundia y en Aragón, con su dragón abatido por San Jorge, sino que son contemplados en las fiestas de los chinos.
San Jorge


 ¿Son las leyendas sueños de los humanos, que les hacen pensar en seres imaginarios, como los enanos con sus tesoros debajo de la Tierra?.
Sigfrido fue hijo del rey Sigmund de Niederland y de la bella Siegelinde. Fue un aventurero precoz porque siendo niño, escapó del castillo de sus padres, anduvo por los montes,  hasta que fue acogido por el  enano Mimir. Este lo recogió en su fragua,  que se encontraba cerca de una profunda cueva. Un dragón  al que llamaban Fafnir, era el guardián de sus riquezas, donde los enanos nibelungos, creaban y tenían depositados sus tesoros de minería y orfebrería. El enano y nibelungo Mimir, que había sido expulsado del reino subterráneo, como he dicho, quiso educar a Sigfrido como vengador de su expulsión del centro de la cueva.
Sigfrido  antes de marchar de la herrería,  le clavó la espada en el corazón del dragón Fatnir, se bañó con su sangre, pues el herrero y enano Mimir, le había revelado, que con ese baño se volvería invulnerable. Pero una hoja de tilo pegada en un punto de su espalda, impidió el roce de la sangre del dragón, con todo su cuerpo.
Es curioso que en Navarra, debajo de la Villa de Estella, se encuentra  la “Villa Romana de Arellano”. En este pueblo, hoy museo en el antiguo templo romano de la ciudad, un sacerdote pagano,  se bañó  con la sangre de un toro, que mataron en un “Taurobolio”. Tiene cerca del dicho “Taurobolio”, dos aras o altares, en los que están gravadas dos cabezas taurinas. “En este templo se sacrificaba un toro y su sangre caía sobre un individuo, como si estuviese  recibiendo un bautismo de sangre, que lo dejaba como un hombre nuevo”.


Es antigua la  tradición de la sangre,  salvando las vidas humanas, pero si entonces la aplicación al hombre de la sangre se hacía de un modo salvaje, hoy se inyecta con jeringuillas dicha sangre, que salva la vida de los hombres.
Pero en los primeros años de la venida al Mundo de Cristo, éste ofreció su sangre a los hombres, bebida en un cáliz, con la que quería redimir el Mundo.
Por eso  del Santo Cáliz, del que se cree que es una continuación del que usó Cristo, figura una reproducción suya, en el altar mayor del Monasterio Viejo de San Juan de la Peña, al lado de Jaca. Allí está con la sangre de Cristo que se guardaba en él,  entre otros lugares,  que recorrió, hasta que lo llevaron a Valencia, donde se conserva.
Queda uno impresionado al oír cantar a los nibelungos el poema mítico medieval, interpretando la música de los tres niveles de la vida humana, en primer lugar el nivel subterráneo donde viven como esclavos los enanos nibelungos. Estos trabajaban día y noche, en el fondo de la Tierra. Eran feos y sucios, pero trabajaban las joyas y crearon el Anillo de Oro. A las cuevas de estos enanos llegó un hombre, llamado Sigfrido, donde luchó y se llevó el anillo de Oro. Y por fin llegó a las alturas del cielo, llamadas la Walhalla, donde habitaban los dioses germanos, como Odín.
Sigfrido, germano, amante de las tierras del Norte, viajó a Islandia, donde vivía la valquiria Brunilda, cuyo padre era un dios y su madre, la naturaleza. No pudo Sigfrido aguantar la belleza de Brunilda y se hizo amante de ella. Durante los días que Sigfrido estuvo con Brunilda, aprendió la ejecución del sexo, con lo cual la princesa fue perdiendo su divinidad y se fue humanizando.
Sigfrido debió darse cuenta de las dificultades de Brunilda y se sintió llamado a las tierras europeas de los germanos y marchó a visitar a sus padres. En estas tierras conoció a Crimilda, hermana de Gunhter, para el cual consiguió la mano de Brunilda, a la que Sigfrido dejó abandonada.
La valquiria Brunilda, se enteró de los nuevos amores de Sigfrido con Crimilda y pensó en la venganza, que llevó a cabo un hermano de Gunhter.


Esta venganza consistió en revelar a su ejecutor, el lugar exacto, donde era sensible Sigfrido. Ese lugar era un punto en que le habían colocado una hoja de tilo. Conocido el lugar protegido por la hoja de tilo, en él clavó un lanzazo, que acabó con la vida de Sigfrido. Brunilda se suicidó al día siguiente.
Su rival en el amor de Sigfrido, Crinilda fue desposada con  el rey Etzel (Atila). Más tarde Crinilda mató al mismo Etzel (Atila). 
Wagner, durante veinte años compuso Parsifal, estructurado en tres actos y seis cuadros. En él, se trata del Drama de los Nibelungos y se habla de la vida de los caballeros de la Corte del Rey Arturo y la búsqueda del Santo Grial. Con el Santo Grial explica  las imágenes y los mitos, a través del paganismo de la Walalla  de los celtas teutónicos, a través de los tiempos viejos y más modernos, medievales. Es un símbolo de la vida, esa obra del Parsifal, que le costó unos veinte años acabarla, con el pensamiento, los sentimientos, el amor, la envidia y el oro, representado por el Anillo.
Algunos sólo ven en La Estirpe del  Grial, locuras de los arios germanos, pero no se dan cuenta de las locuras freudianas, sexistas y económicas, de los marxistas. Ambas doctrinas son producto del pensamiento de algunos hombres, como los arios, que revelan una locura alucinante. El hombre no recuerda las épocas lejanas en el tiempo y sueña que viene de dioses extraterrestres y en lugar de pensar en el futuro del hombre, piensa que la raza aria viene de dioses extraterrestres, porque debe de haber algo que se reproduce por la inercia de las leyes del Cosmos.
Wagner expone los recuerdos pasados en siglos, y si el hombre todavía no ha alcanzado la luz para vivir en comunidad y con alegría, seguimos todavía luchando y matándonos unos a otros, como yo pude ver en mi pueblo de Siétamo, donde los numerosos muertos, se repartían por el monte.
No alcanzarán los hombres la idea verdadera de las ideas políticas, sino que seguirán luchando unos contra otros.
El Santo Cáliz, que se alza sobre el Altar del Monasterio Antiguo de San Juan de la Peña, en Jaca, a mí me trae la esperanza de que podremos alcanzar o más bien podrán hacerlo, los hombres de generaciones siguientes.
No se puede juzgar el presente, pues Michel Eyquem de Montagne, dice:”No existe el presente: lo que así llamamos no es otra cosa que el punto de unión del futuro con el pasado”.
Desde luego que no existe un presente digno de respeto por los hombres, pues la sangre se sigue derramando, especialmente por Siria, Mesopotamia y por casi todos los países árabes. ¿Cómo se unen el punto de unión del presente con el pasado?, sino es por las guerras y las muertes, que nos siguen llevando a la vida miserable de la Humanidad, con las continuas muertes violentas de los hombres.
¿De dónde venían y siguen viniendo, esas guerras y esas muertes?.Si, vienen de la vida humana, como la de Sigfrido, que corrió el Norte lejano. “Y a veces llegaban a la costa noticias fabulosas de sus azañas.Y en el Norte lejano estaba Islandia, en medio del Océano y en las rocas más altas de Islandia se veía un castillo. Brunilda era reina de la última tierra. Desde su torre de los acantilados, estaba viendo las olas poderosas, y veía llegar las nubes, que volaban graznando, y veía en las olas los lomos brillantes de las ballenas.”.
“Y esperaba la nave de un hombre rubio y fuerte; el único tan fuerte como ella. Se llamaba Sigfrido. Esto era lo que le habían contado.”
Mientras tanto, por los campos de Europa, galopaban los hunos. Atila, plantaba su tienda entre fuego y cadáveres y gritaba: “Yo soy el azote de Dios”.

Y todo sigue igual, pues “por los campos de Europa, escapan los sirios, los irakíes, los hijos de Afganistán y así como Atila gritaba:”yo soy el azote de Dios”, los centroeuropeos cierran los caminos con alambres de espino, que impiden el paso de los hijos del “Tiempo”. 

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