Escritos de Ignacio Almudévar Zamora
lunes, 24 de noviembre de 2025
El engañapastores.
domingo, 23 de noviembre de 2025
Sonaban las campanas de San Pedro el Viejo.-
La víspera de San José, a las siete y media de la tarde, me encaminé a escuchar las Completas gregorianas, que desde hace siglos, los carpinteros le han dedicado, para que les ayudara en su vida de trabajo. Entonces, cuando yo era un niño, salían los sacerdotes de la Parroquia, revertidos con una vestimenta, sobre sus hombros a modo de una joroba, que el Papa había impuesto a los eclesiásticos de Aragón, por haber sido fieles al Papa Benedicto XIII; se sentaban en las sillas trabajadas artísticamente, y reunidas detrás de la reja posterior de San Pedro, donde suena el órgano y con música gregoriana ensalzaban al Señor. Cantaban: Deus in adjutorium meum intende, y otros contestaban: Domine, ad adjuvandum me, festina. Con estos cantos rezaban para que el Señor acudiese en su ayuda y que lo hiciese rápidamente.
José Antonio Llanas, vivía en una casa, vecina a los Clautros de San Pedro y desde niño, oyendo el canto gregoriano, se enamoró de él y toda su vida acudió, no sólo a las Completas, sino también a los Laudes y Vísperas. Se sentaba con los sacerdotes que muy amables lo recibían y con ellos, cantaba. Su hijo José Antonio, ha heredado el amor a estos cantos y viviendo en Madrid, acude cada año a participar con el párroco y dos sacerdotes más a cantar las Completas. Los carpinteros, ya casi todos muy ancianos acuden y gozan con esas músicas, que conmueven los espíritus. Después, en el Claustro románico de San Pedro, toman un trago de vino acompañado por stortas. Ellos siguiendo el ejemplo de las oraciones, con las que piden ayuda, se dedicaban a repartirla entre los carpinteros enfermos, lesionados y en ayudar a las viudas. Yo acudí a ver y a escuchar a mi sobrino José Antonio cantando las Completas y al pasar por la Plaza del antiguo Mercado, se oyó sonar el dulce dim-dom, dim- dom de las claras campanas de la torre de la iglesia de San Pedro. No pude menos que acordarme de aquellos pasados tiempos en que la alegría era general, pero al escuchar aquel sonar de las campanas, que eran capaces de hacer vibrar el cielo del barrio, yo al menos, participé de su sonoro encanto. La Cofradía de San José y Santa Ana, erigida canónicamente en la Iglesia Parroquial de San Pedro el Viejo de Huesca, manda a todos sus socios el programa de Solemnes Cultos Religiosos y este año el Reverendo Don Manuel Barrio, se la ha mandado a trescientos veinte cofrades. Allí en la Parroquia encontré a muchos amigos, como a don Luis Gracia Del Arco, de noventa años de edad, que fue carpintero de la Diputación Provincial y que tiene el número dos de la lista de los Cofrades. Al saludarlo me acordé de la mesa que me preparó hace ya muchos años, para escribir y dibujar. Entró en la Cofradía el año de mil novecientos cuarenta y cuatro. Me contó que cuando en sus años mozos, ingresaba en la Cofradía, el Decano de la misma, le dijo, entregándole un madero: toma esta madera, quítale todo la que le sobre y de lo que quede, saldrá un San José. Pero el cofrade que me ha hecho acudir a las Completas, ha sido José Antonio Llanas, que tiene el número siete, ingresado el año mil novecientos cincuenta, impulsado por su padre, mi primo José Antonio Llanas Almudévar, farmacéutico, que vivía en una casa al lado de la parroquia. La verdad es que en aquellos claustros me sentía acompañado de todos los oscenses actuales y los del pasado, pues en dos capiteles está inscrito el nombre de un Almudévar, que trabajó en obras artísticas de la iglesia y de su esposa, allí enterrados. Yo creo que mi primo el sacerdote de San Pedro Jesús Vallés Almudévar, desde allá arriba contemplaría satisfecho la alegría de mi primo José Antonio Llanas.
sábado, 22 de noviembre de 2025
Las Campanas
viernes, 21 de noviembre de 2025
El viejo campesino
Me he encontrado a un viejo campesino, pues tiene ya noventa años y allí en la puerta de su casa, estaba sentado, tomando la sombra. Seguramente por la mañana tomaría el sol, porque la fachada de su casa mira al sol saliente y en cada lado de la puerta tiene colocadas dos piedras de sillería, procedentes de algún pajar quemado para la Guerra Civil. En una de esas piedras estaba sentada su esposa y en otra Antonio, tranquilamente y sin prisas Nos hemos saludado, dándonos las buenas tardes y acabada la manifestación mutua de tan buenos deseos, el anciano Antonio, me ha ofrecido un vaso de buen vino y digo bueno porque, según me ha dicho, lleva ya cuarenta años en el mismo tonel. Es que lo viejo está lleno de buenos recuerdos y los toneles de madera, saben contener el buen vino. El, naturalmente, ha sido campesino, albañil, jugador de pelota en la Plaza Mayor de Siétamo, donde, jugando contra un equipo de tres “pelotaires”, nunca le ganaron. Pero con noventa años de edad, la vida le ha dado tiempo para hacer todas las cosas, por ejemplo fue cazador, unas veces de conejos, otras de liebres, muchas de perdices y en ocasiones de jabalís o “jabalines”, como los llaman los hijos de mi tierra. Cierto día, estaba Antonio en su huerta, que fue antes del Mesón y situada a las orillas del río Guatizalema, cerca del monte de Castejón de Arbaniés. En aquella parte alta del monte de Siétamo hay poca huerta, pero Antonio la había comprado al mesonero y en ella cultivaba patatas, judías, tomates, melones, cebollas de las que me recuerda que eran muy gordas. Pero además se preocupó de plantar nogueras, avellanos, manzanos, perales e incluso cereceras o cerezos. Cuando él cultivaba su huerta, veía, con frecuencia pasar y explorar su huerta, a alguna cuadrilla de jabalís, pero Antonio los vigilaba dentro de la “espera”, que era una caseta vieja y dentro de ella, esperando, comía nueces para aliviar tan larga espera. Los jabalíes, después de dar varias vueltas por los nogales de la huerta, se marchaban, porque se daban cuenta de que por allí, estaba el amo. Un día llegó por aquella huerta mi hijo Ignacio en plan de cazador y se encontró con Antonio y su mujer Rosario, que estaba cogiendo manzanas. Le dijo Rosario : ven a cazar los jabalís porque todas las nueces y avellanas que van cayendo durante el día, ellos por la noche se las comen. Los jabalíes batían los nogales, que entonces eran pequeños, rascándose en sus troncos y además se comían las avellanas y las cerezas. Con tanta variedad de frutas y verduras, no es extraño que Antonio todavía esté vivo con noventa años y sentado en su piedra de sillería tranquilamente, todavía le quedan bastantes más años de vida.
Pero ahora en los pueblos, no sólo Antonio sino muchos campesinos han abandonado el cultivo de los huertos y sus mismos huertos, pues teniendo tantos años, no pueden trabajarlos. Sólo quedan los árboles frutales, pero se han acabado las verduras, como aquellas gruesas cebollas, que se comían guisadas unas veces y otras en ensalada con tomate, que refrescaban el cuerpo y el alma. Ahora, como estamos en crisis, han arrendado la huerta a un ciudadano, que es frutero y esperamos que tenga la misma afición que Antonio por la huerta. Pero los jabalíes no sé si dejarán sanas las verduras y frutas de su viejo huerto.
jueves, 20 de noviembre de 2025
EL MENSAJERO
El
domingo, día catorce de diciembre de este año de dos mil tres, a las diez de la
mañana, estaba yo hablando con cierta persona frente a la Guardería Infantil de
Santa Ana, cuando apareció por dicho lugar, un hombre que llevaba barba y en su
figura reconocí al que aquella misma tarde y en la Catedral de Huesca iba a ser
consagrado como Obispo de las Diócesis de Huesca y Jaca. Le saludamos y nos
dijo que iba al convento de San Miguel y al decirle que yo me dirigía al mismo
lugar, no encontró ninguna dificultad en que le acompañara. En tan breve camino
le mostré un Cristo y me dijo: esa imagen es aquella a la que San Francisco
tanto amaba; efectivamente mirándome a la figura pude leer: Cristo de San
Francisco de Asís. Me di cuenta enseguida de que había encontrado a un fraile
franciscano, porque no vestía como tal, sin embargo, conservaba la barba tan
típica de algunos miembros de la Orden de San Francisco y ¡extraña
coincidencia! Conservaba su amor a aquel Cristo franciscano. Llegamos al
convento de las Miguelas y entregué la imagen a las monjas, mientras aquel al
que le faltaban pocas horas para convertirse en Obispo de Huesca y de Jaca
según me dijeron, entró en la antigua y bella iglesia a meditar las palabras
que habría de dirigir a los oscenses, más tarde en la Catedral y yo creo que a
pedirle al Señor por sí mismo como Mensajero y por los fieles, para que recibieran
el mensaje evangélico.
Va
a predicar el fraile franciscano a los oscenses, como su padre San Francisco,
en cierta ocasión le dijo a su compañero: “Espérame en el camino, porque voy a
predicar a las avecillas. Inmediatamente las que estaban en el ramaje vinieron
hacia él rodeándole permanecieron quietecillas mientras San Francisco les
predicaba: … vosotras no sembráis ni segáis y Dios os alimenta dándoos ríos y
fuentes para vuestra bebida, montes y valles para vuestro refugio y árboles
elevados para hacer vuestros nidos”.
Después
de su predicación mandó volar a los pájaros por los cuatro extremos de la Cruz,
yendo unas hacía el Norte, otras al Sur, otras al Oriente y las restantes al
Occidente; en una palabra, que “la predicación de la Cruz de Cristo, renovada
por San Francisco, la extendería él y sus frailes por todo el Mundo”. Sólo
basta recordar como esos frailes fueron por las selvas de América del Sur y no
encontrando a nadie, hacían sonar sus instrumentos musicales y salían los
indios y se acercaban a ellos.
Los
franciscanos no son nuevos en Huesca, pues la Diputación Provincial, en sus
tiempos fue convento de los mismos, como escribí ya hace años, lo siguiente:
“Ha desaparecido la Diputación y con ella el bar Flor y debajo, en sus tumbas
tumbados he conocido a dos frailes franciscanos. No llevaban cogulla ni
rosarios, tampoco se notaban los vestigios de su modesto hábito religioso. Los
contemplé desnudos frente al cielo, desnudos no sólo de sus ojos y sus carnes,
sino también de toda vanidad y de ambiciones”.
El
Señor Obispo no tiene ambiciones, pues dijo en su homilía en la Catedral: “Yo
no soy el mensaje, soy solamente el mensajero”.
miércoles, 19 de noviembre de 2025
Belarra, Belarre en Huesca y San Juan Belarres, en Navarra
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| Belarra (Huesca) |
martes, 18 de noviembre de 2025
Los Viatores siguen viandando por Huesca
Hace
ya muchos siglos, que en el período bíblico, en el prólogo de los Proverbios,
se ofrecía y se sigue ofreciendo la invitación a los jóvenes para que abandonen
la sociedad del malvado y escuchen el llamamiento de la Sabiduría ya que en
dicho prólogo está escrito: "El temor de Yahveh es el principio de la
sabiduría; los necios desprecian la sabiduría y la enseñanza"(1-7). El
Padre Querbes, hizo suyos estos principios y leyendo los Proverbios se fijó,
sobre todo en aquel pasaje, que dice: "Por eso has de andar por el camino
de los buenos y las sendas de los justos guardarlas"(2-2) y por ello,
pensando en los viandantes, fundó la Congregación de los Clérigos de San
Viator, que la ciudad de Huesca ha convertido en viatores. Por eso el Padre
Querbes invocó a San Viator como su protector y su ejemplo. Estaba el mundo
lleno de caminos, a los que los romanos pusieron por nombre vías, como la
llamada Vía Apia en la misma Roma y por ellas caminaban los viandantes, en
castellano o viatores en latín y en castellano. Pero los citados romanos ,extendieron
dichas vías o caminos por todo el Imperio, como puede verse, por ejemplo, en la
carretera que de Lérida va a Huesca, pues pasando por mi pueblo natal, Siétamo,
comprueba uno la existencia de los miliares, medidas como los actuales
kilómetros, pero de unos diecisiete mil metros, no de diez mil, como los de
ahora. Se colocaban señales, unas más lujosas de piedra esculpida, como todavía
puede verse en la Vía Apia y otras, más sencillas en las que se esculpía sólo
el número romano, como hoy se colocan las señales kilométricas. Después del
miliar séptimo, que es Siétamo y siguiendo hacia Huesca, nos encontramos con el
sexto, cerca de la carretera, al lado del cual se encuentra uno con una tumba
de piedra romana y en otros tiempos, con abundantes restos imperiales. Antes de
llegar al Estrecho Quinto, estaba situado un miliar auténtico, como vió el
profesor del actual Colegio de San Viator, Don Adolfo Castán, extendido en
nuestra geografía,en el que estaba esculpido el número romano equivalente a
nuestro cinco, es decir una V mayúscula, dejando en el suelo dicho profesor un
trozo de mosáico de teselas. Más adelante, en Tierz, se hallaba el miliar
tercero. Esta Vía debía ser la de Osca-Tarraco, o más bien la de Huesca a
Alquézar, pues desde Sietamo a Fañanás,por la que pasa para Tarragona, hay unos
seis kilómetros. De Huesca a Zaragoza todavía quedaba la Vía Lata o ancha, a la
que siguen llamando Violada. ¡Cuántos viatores o viandantes caminaron por
ella!. En el año 1926, los viatores franceses tuvieron dificultades derivadas
de la situación política (Promulgaci¢n de la ley de Combes) y en lugar de renunciar
a su fe, se acordaron del Señor, cuando dice:"Yo soy el camino (vía), la
verdad y la vida. Quien cree en mí, no morirá para siempre" e, inspirados
por su vocación itinerante y la normativa de su fundador, cuando dice
:"Sínite parvulos venire ad me", quisieron caminar, itinerar o
viandar caminos que les aproximasen a los niños y quizá, recordando la Vía
celestial de estrellas llamada Láctea, que indica el Camino que va a Santiago
de Compostela, pensaron que para encontrarlo no tenían que hacer mas que seguir
las vías romanas que atravesaban los Montes Pirineos. Eso hicieron y llegaron a
Huesca, cerca de Francia y con una vía ferroviaria propia, que pasaba por
Canfranc y que nos unía a los dos paises. Desde Rodez, vino a Huesca como
director el 9 de Julio del año 1926, el hermano Victor Devals. Algunos de sus
primeros alumnos fueron parientes y amigos míos, como José Antonio Llanas
Almudévar y su hermano Feliciano, el primero farmacéutico, notable escritor y
alcalde de la ciudad de Huesca durante algunos años, en tanto que el segundo
fue‚ un hombre pacífico y de buen carácter, Don Cecilio Serena, hombre serio y
justo, de virtudes antiguas y modernas,Juez jubilado y amigo íntimo de José
Antonio Llanas; a éstos se unían, entre otros Vicente Domingo con su hermano
Mariano, boticario el primero, que ya no podían vivir más cerca del antiguo
Palacio del Duque de Villahermosa, convertido en nuevo Colegio de San Viator,
porque estaban en la casa de al lado o casa de los administradores de dicho
Duque y dentro de las bellas y grandes rejas, instaladas sobre una base de
piedra y ladrillos de cara vista en sus paredes en la calle, que sube desde los
Porches hasta la plaza del Mercado. Un muchacho muy simpático fué‚ José Tesa
Ayala, pelirrojo, que era como su hermano Luis Tesa aficionado a la literatura,
siendo este último buen escritor y el primero, en aquellos tiempos, según
recuerda Don Cecilio Serena intervenía en un entremés cómico, donde salía
cargado de libros, quejándose de su peso y lamentándolo, como ahora lo lamentan
los actuales alumnos, que han tenido el recurso de comprar esos pequeños y
cómodos carros, con los que llenos de cuadernos y de libros van cómodamente al
colegio. Pero José Tesa, tan joven y tan buen actor murió al poco tiempo.
Recuerda otros compañeros Don Cecilio y me dice que Vicente Domingo tiene unas
fotos de aquellos alumnos con su correspondiente identificación, fotografía que
alguno tendrá que obtener, porque cada vez van quedando menos recuerdos de los
alumnos que acudían al Colegio. Todavía recuerdo a Jaime Gaspar Auría, que fué‚
con la vuelta de la Democracia, Senador en las Cortes Constituyentes, el de
Eduardito Ponce,como nombra Cecilio al que fué‚ Coronel de Artillería. Recuerda
también a Ena, del que no sabe en estos momentos el nombre, que era hijo de un
periodista. Dice que un hermano francés, no sé si Clemente Leygues, les enseñó
a leer, durante el Curso de 1926-27,en la clase más grande del Colegio,
subiendo por la noble escalera de la derecha, que deja al que por ella sube, en
la única puerta que allí estaba y todavía está en el 75 aniversario de la
fundación del Colegio y que no sabemos cuánto
más ha de durar. En esa clase no
sólo estudiaron, se divirtieron y sufrieron en los años 26-27, sino que yo
mismo, más joven que los citados, me acuerdo de Don Raimundo que nos convocó a
muchos alumnos y nos echó una bronca terrible, que nos lo hizo pasar mal, no
como en las películas mudas, que nos proyectaban de "Los conquistadores
del Oeste", en las que se disparaban cantidades inmensas de tiros y los
hombres volaban por el aire con los sombreros perdidos y los caballos corrían
más que ahora las motos. Cuantas veces, por veinte céntimos, he visto películas en el citado local!, unas
veces era la película hablada y otras era muda, pero me acuerdo de ver
películas de tal condición, en las que el hermano Félix, tocaba el piano,
convirtiendo en un enorme placer la contemplación de la película tan bien
sonorizada. Mi compañero, entonces, Antonio Saura, debió sentir en esos
momentos su vocación cinematográfica. Razón tenía Don Raimundo para echarnos la
bronca, pues otro compañero y yo mismo, traíamos al colegio manzanilla, con la
que, después de las clases de la tarde nos íbamos a fumar por la calle Artiga.
Los Proverbios ya aconsejan separar al joven de la sociedad del malvado, pero
llegamos nosotros y fumábamos manzanilla, como ahora fuman algunos drogas
duras.Pasa el tiempo y los jóvenes siguen teniendo problemas. De mi misma
promoción fué‚ Sebastián Martín Retortillo, que fue subsecretario del
Ministerio de Educación y Ciencia, cuando se celebraron las bodas de oro en
1977 y más tarde, cuando llegó la Democracia, formamos parte del mismo partido
político, viandando juntos por algunos pueblos. Cuando, éramos niños, yo vivía
en el Coso Alto y, él en la Plaza de Zaragoza y cierto día, me hizo que lo acompañara
a su casa, al salir del Colegio, pero al tratar de volver yo a mi casa por el
Parque, no encontraba el camino, andando mucho tiempo perdido entre los
árboles. Mal viator podía ser yo. Recuerdo, en este año en que ha muerto don
Federico Balaguer, como este mismo gran hombre e historiador de Aragón, en una
pequeña clase a la que se accedía por la escalera de la izquierda, me hizo el
examen de ingreso en el bachillerato. La vida de los viatores era dificultosa,
pues uno de ellos estaba haciendo el Servicio Militar y los demás tenían
dificultades con el Bachillerato, pues los bachilleres tenían que ir al
Instituto por las mañanas. En el año 1931 muere el hermano Juan Corcuera y el
24 de diciembre de 1931, el director del Instituto mandó una carta prohibiendo
terminantemente la Segunda Enseñanza en el Colegio. El 28 de diciembre de 1932,
cesó en San Viator la Segunda Enseñanza, pero quedaron 21 alumnos internos, que
tenían su alojamiento en aquellas, ahora viejas, pero entonces románticas y
aragonesas ventanas del último piso del Palacio de los Duques de Villahermosa.
El año 1933, el periódico "La Tierra", del que mi padre era
copropietario, homenajeó a los viatores,
a los que el 3O de Junio se les había clausurado el Colegio. Así como
Moisés se había encargado de sacar a Israel de Egipto, el hermano (del que
tengo un piadoso recuerdo por su humildad y su bondad) Emiliano García se
encargó de resucitar el camino,la vía de sus hermanos, abriendo la Academia
Oscense, en Huesca. En la parroquia de San Pedro el Viejo, celebraron una misa,
tradición piadosa que seguir muchos años después, pues allí íbamos los alumnos
a confesarnos, con aquel viejo parroco,natural de Bolea y con el pequeño Mosen
Santamaría. Cuántas veces corríamos los claustros, contemplando las esculturas
de sus arcos y las tumbas de los reyes de Aragón, Don Alfonso el Batallador,
Rey de Navarra y de Aragón y de su hermano, Don Ramiro I el Rey Monje. Ya los
tiros de las películas del oeste, a las que antes he aludido, parecían ser un
anuncio de los tiros reales que causarían la catástrofe de la Guerra del año
1936. El 12 de Junio de 1937 "una bomba del 15 y medio cae en el
dormitorio y otra del 7 y medio atraviesa el primer piso deteniéndose en el
colchón de un zapador. El 2O de junio, un capitán de zapadores conduce a los
tres religiosos hasta Ayerbe y de allí pasan en tren a Vitoria". ¡Maldita
Guerra Civil, como cualquier otra guerra!. Durante los años
1937
a 1939 eran viatores 87, quedando, en 1939, 58 religiosos. Dicen que los duelos
con pan son menos, pero aquellos duelos con poco pan, reforzaron la fe de los
viatores, que acabada la Guerra, el año de 1939 iniciaron el curso con tres
años de bachillerato.
Segunda
fase.-
El
curso de 1943 se inició con 380 alumnos matriculados, lo que hizo ver la
necesidad de adquirir nuevos locales, y lo hicieron comprando la Academia de
Santo Tomás de Aquino.
Con
esta adquisición comienza la segunda parte de la historia de los Clérigos de
San Viator en Huesca, pues dispusieron para defender a los jóvenes contra el
Malvado, además del Palacio de los Duques de Villahermosa, del que unos
llamaban Colegio de Santo Tomás de Aquino; otros Colegio de las Cortes y atendiendo
a la antigua historia de Aragón lo llamaron Palacio -Residencia del Abad de
Montearagón. Si el palacio de Villahermosa tenía una hermosa escalera, el del
Abad de Montearagón, la tenía todavía más, con una galería superior, que daba
la impresión de estar en un bello y confortable Palacio. Los viatores
utilizaron el edificio para sus fines humanos y espirituales y después de
vendido, para edificar el Colegio Nuevo ,"por tierra derribado apareció el
honor de la bella escalera y lastimosa reliquia, que, quedó solamente un
recuerdo de su invencible gente". Dicen que había en sus bajos una
"vía" subterránea y que conducía a Montearagón y los viatores la
exploraron, pero ¿quien iba a resolver el problema más difícil de la antigua
Huesca?. No era misión de los viatores caminar por debajo de la tierra, sino
pisar el suelo, mirando a las alturas, como los peregrinos que iban y todavía
van a Santiago de Compostela, mirando en el cielo la Vía Láctea. En esta ciudad
van poco a poco desapareciendo sus viejos monumentos, pero menos mal que hoy
todavía puede ser que los oscenses salvemos la arquitectura del viejo
Monasterio, en el que estuvo enterrado Alfonso el Batallador, que como he dicho
lo llevaron después a San Pedro el Viejo. En el subterráneo que dicen conducía
a Montearagón, no había luz y por tanto,
al no encontrarla los viatores volvieron a buscarla donde se encontraba. Me
acuerdo todavía de Don Evilasio, director del Colegio de arriba y del de abajo,
que le hablaba a mi padre sobre el proyecto que tenían para construir el
Colegio Nuevo. Parecen estos años del 45 al 59, unos años alegres en los que el
cine mudo es substituído por el sonoro y como dice la Hojeta 1698 "el
speaker y el pianista pasan a la reserva". San Viator el santo caminante
viene en el Marqués de Comillas desde Nueva York, cuya imagen colocaron en la
capilla de las Cortes y que más tarde se trasladó a la entrada del actual
Colegio. Tomando quizá tal imagen de yeso por modelo,convendría para la mayor
gloria del santo, mayor impacto en el corazón de los viatores clérigos y
paisanos, que se tallase en madera o en piedra y no sólo los niños, sino los
mayores, obedeceríamos con más impacto la llamada que reza: "Sinite
parbulos venire ad me". En el año 1946 se hizo la primera orla, con doce
alumnos, entre los que se encuentra el sacerdote Francisco Lorenzo, hermano de
mi compañero de curso Gonzalo Lorenzo. Los Clérigos de San Viator trabajaron
desde el a¤o 1945 hasta el año 1959, en el Colegio Alto buscando la excelencia
académica en la enseñanza del Bachillerato, en tanto seguían dando la enseñanza
primaria en el Colegio de abajo o de Villahermosa. Pero los proyectos de que
Don Evilasio hablaba a mi padre, se hicieron realidad, de tal manera que el Colegio
San Viator de Huesca llegó a entrar en su tercera fase.
Tercera
fase. -
En
el año 1959, entramos en la tercera fase del colegio de Huesca, que se
encuentra en la calle del Parque, porque los tiempos iban cambiando, ya los
viatores iban proyectando una enseñanza más moderna, con más comodidad para la
juventud, con mejores patios de recreo y como "las cosas de palacio van
despacio", tuvieron que abandonar, no sin sentirlo los dos viejos
palacios-colegios y aquí se consiguió la unión de los dos colegios, él alto y
el bajo, en uno sólo, que permitía a los profesores trabajar en mejores
condiciones y a los alumnos, no estar separados los hermanos mayores de los
menores, tanto en los internos como en los externos. Entre los profesores, por
nombrar a alguno, hay que citar‚ a Don Juan Martín como profesor entregado a la
enseñanza con entusiasmo y dedicación, durante muchos años, tanto en el Colegio
viejo como en el nuevo y que ha hecho que cientos de alumnos suyos lo
recuerden, porque sus enseñanzas los han hecho triunfar en la vida, por la que
caminan airosos y con fe. Este Colegio, que desde siempre había estimulado los
deportes, en los que destacó, sobre todo en el Baloncesto, pues basta recordar
como Don Félix hacía con sus manos, en
aquellos viejos tiempos, los aros de las porterías y otros aditamentos, pensó
en crear el Estadio del Padre Querbes y lo creó. Para ello compraron dos campos
y uno de ellos era de un servidor de ustedes. El director del Colegio Don
Víctor Gómez me habló y yo que fui un mal viator, porque como he afirmado
antes, no supe en mi niñez vi andar o caminar por el Parque de Huesca, desde
casa de Retortillo hasta mi casa del Coso Alto, vi una ocasión de reparar algún
daño a los Clérigos de San Viator y sin mediar casi palabras, lo pasé a su
propiedad. Los Viatores hicieron un enorme campo de deportes, llamado
"Estadio Padre Querbes" y sus alumnos fueron viatores en su formación
intelectual y en la física. Me acuerdo, cuando era niño, como nos enseñaban a
cantar a la Virgen del Pilar aquel himno que decía: "Virgen Santa, madre
mía, luz hermosa, claro día...",igual que el padre Querbes inculcaba
conmovido el amor a la Virgen de las Gracias, allá en Lyon o la devoción a
Nuestra Señora de Fourviere, instalada en los altos de Marsella. Ahora con la
construcción de viviendas, los Clérigos de San Viator podrán financiar sus
buenas obras en España, en África y en Hispano-América, porque dijo el Señor: "Yo
soy el camino, la verdad y la vida. Quien cree en mí, no morirá para
siempre". Yo creo que los Clérigos de San Viator, seguirán caminando y
entre ellos algunos con apellidos aragoneses, como Gallego, Mairal, Arizón,
Nestares, Rivas, Gazo, Lahoz, Rivarés, Almazán y tantos otros.
El engañapastores.
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