jueves, 25 de diciembre de 2025

Cuento de Navidad por Manuel Almudévar Casaus

 


 

Cuento de Navidad por Manuel Almudévar Casaus


A MIS HIJOS.-

Quiero esta noche, tratando el asunto con todo el respeto, cariño y veneración que merece, hacer mi cuento de Navidad, valiéndome del lenguaje vulgar, que se hablaba y todavía se habla, cada vez con menos extensión, en los pueblos de este Alto-Aragón; y al mismo tiempo que rendir tributo de devoción y recuerdo al Niño Jesús, introduciros de este modo, con éste y otros casos, al conocimiento de algo sobre las costumbres, lenguaje y modo de ser del País que os vio nacer; pues se da casi siempre el caso, que uno sepa de las costumbres, carácter y hasta modalidades del lenguaje de los Andes, del Congo o del Hinmalaya, valga por ejemplo, y no conozca nada de lo que un erudito llamaría Folklore local o características de su País.

Así pues, sin más pretensiones, y a modo de familiar y honesto ofrecimiento, os ofrezco con mi paternal cariño y bendición, el siguiente relato en prosa rimada.

Los pastores del abuelo, narraban bellas leyendas, y hoy noche de Navidad, os referiré‚ una de ellas.

Era por derecho y costumbre, el sitio del Mayoral, un puesto junto a la lumbre, a la entrada del hogar.

Y desde allí con decires de cadencias ancestrales nos narraba efemérides y cuentos de Navidades. 

Quiero emplear el lenguaje que el Mayoral empleaba, en recuerdo y homenaje a la traición pasada.

Dejemos pues que se oiga, en esta noche su voz, para narrar las leyendas que en otros tiempos narró.

María y José, marchan de camino

Van con asperanza de que un ser divino,

Que mora n'antraña, de ra Virgen pura,

Alcuentre un asilo, palacio u cabaña

Que haga menos dura, ra triste jornada,

De ro viello esposo y ra esposa amada.

Ra Virgen teneba frío

Y San José, se chelaba,

Caminando, caminando,

A burreta resollaba.

Llegaron en ta Belén

Un lugar mu chiquirrín

De ros qu'ay en os belenes,

Feitos de zurio y serrín.

Iban pidiendo posada,

Trucando de puerta en puerta

Y ninguno les ne daba.

Ra Virgen qu'era mu güena

Mu santeta y conformada

Le deciba a San José,

Que no mirara ya nada,

Que anque fuera en un rincón,

De pajar u de tinada

Se pasarían a nuey

Pa guardasen da chelada,

Se'n fueron ta ras afueras,

Y alcontraron un Portal,

Que sirvía de cubijo,

A ros bajes do lugar.

En as pallas d'un pesebre,

Ascape s'acomodaron,

Y una muleta y un güey,

Alinto y calor les daron.

Y dando gracias a Dios

Se quedaron adormidos,

Pues de tanto caminar,

S'alcontraron mu rendidos,

Pero a iso de media nuey

Sintieron una mosica

Y d'encima d'o Portal,

Se posaba una estrelica,

Pregunté que qué sería

San José todo asombrau

Y le respondió María:

Es qu'o tiempo ya a llegau

De cumplise a profecía

De que todo un Rai d'os Cielos,

A'ste suelo bajaría,

Pa rediminos a todos,

D'os pecaus y as herejías.

Mientras esto iba digendo

Como si fuera un milagro

Un zagaler mu bonico,

Se refirmaba n'os brazos;

Este era el Niño Jesús,

Que en cuanto abrió ros ojetes,

Desanchando ros bracetes,

Fizo a fegura de Cruz,

Y golviéndose a sus padres

Con cariño y con amor,

Levantando ra maneta

A ros dos los bendició.

Ra Virgen y San José

Al inte s'arrodillaron,

Lo besaron como a fillo

Y como Dios l'adoraron,

María lo cogió ambrazos

Y con gran veneración,

Lo ofreció a Nuestro Señor,

Para nuestra redención.

Un angelico de Dios

Con os güellos como soles,

Les avisó a ros pastores,

Qu'abía puos alredoles;

Y ascape fueron llegando

Repatanes y mairales,

Craberizos, vaciveros,

Yeguas,erizos y duleros,

Boyateros y zagales

Mocetas d'esas que cudian

  Os pavetes y os verracos

Y mientras filan estambre,

Apacientan os rezagos.

Todos veneban contentos

Y todos trayeban algo,

Pa ofrecelené a Jesús

Y al mesmo tiempo adoralo.

Trayeban figos de Fraga,

Orejones d'Estadilla

Y pansas d'esas qu'escaldan

En Lascellas y Velillas,

Vino de Castilsabás

Y corderetes d'Albero

Billotas de Banastás

Y conejos de Pebredo

Tortas d'aceite d'Ayerbe

Turrón guirlache de Jaca,

Castañas de mazapán

D'a zucrería Lasala,

Tortadas de Berbegal

Y pan moreno d'Angüés

Pedos d'as  monjas de Casbas,

Juguetes de Bandaliés.

Entre gente tan humilde

Tan humilde como güena,

Quiso'l Redentor del mundo

Presonase aquí, en a tierra,

Era pa danos ejemplo

Que toda su vida dió

D'humildad y de pacencia,

De mansedumbre y amor.

Y aquí remata el relato,

Venida del Hombre -Dios

Que Nuestro Señor del cielo

Por Padre nos envió.

Y si Cristo es nuestro Padre,

San José, si somos güenos

Nos tratará  como a nietos

Y nos llevará  t'al cielo.

Cuento escrito por Manuel Almudévar Casaus en Huesca,el 24 de Diciembre de 1941.

miércoles, 24 de diciembre de 2025

En torno a la moda



Lo auténtico perdura.

De la misma forma que antes de llegar la democracia decían que “ley es lo que manda el rey” y de la costumbre aseguraban que era lo que hacía la muchedumbre. Y, ¿qué es moda?, me preguntan y tengo que improvisar una respuesta diciendo: moda es algo que pasa en una hora. Aunque parece que la definición está hecha un poco a la ligera, se basa en que el tiempo huye (tempus fugit) y es ese tiempo el que hace que las leyes se queden obsoletas, que las modas, a pesar de ser efímeras, a veces se conviertan en usos y éstos en costumbres. Ahora que se vive más deprisa, las modas vuelan, cuando al fin del siglo XIX y hasta los años 30 del XX duraban más; recuerden las cadenas del reloj, los gemelos o los cuellos duros, por ejemplo. Si recordamos, mirando fotografías de los pueblos esos mismos años, vemos como hay personas que van vestidas con cacherulo, chaleco, camisa de tirilla, calzones, marinetas y peales, otras que llevan chaleco y camisa de la misma guisa y sin embargo ya van con pantalones que solían ser de pana; se ven incluso hombres con cacherulo como única prenda antigua; yo no he tenido que recurrir a las fotografías para ver gentes con cacherulos y faja a la antigua y las demás prendas del día.

¿Dónde está la transición de la moda al uso y de éste a la costumbre?. A medida que nos retrotraemos a tiempos pasados, en que muy pocos tenían reloj, las transiciones eran más lentas. Mi referencia más antigua al imperio de la moda es del siglo pasado, pero para que ese imperio se impusiera con facilidad era necesario el dinero que escaseaba y el poco que había rodaba, en tanto que ahora vuela.

El imperio de la moda impone un dulce yugo porque, aunque el emperador lo que busca es el dinero, el adicto a la moda mira la estética y por esta causa hay modas poco aceptadas, en tanto que otras, como el pantalón vaquero ha pasado a uso y ha devenido en costumbre. Las que se ponen minifalda buscan la estética y no que les metan mano, pero las que tienen las piernas feas aunque sigan el móvil estético caen en lo contrario, pero el gusto es libre.

Cuando alguna moda llega a convertirse en costumbre es más fácil de desarraigar porque su móvil, es más pragmático, más moral, en el sentido de referirse a las “mores” ,que es como llaman a las costumbres en latín. Hubo un tiempo en que los hombres llevaban barba; llegó la moda del afeitado y aunque costó mucho tiempo, se puso en boga no llevarla.

Hace años los señores y señoritos se cubrían con sombreros y el pueblo se ponía el de Sástago, la boina o el cacherulo; llegó la moda del “sinsombrerismo” y ¡todos a pelo!. El sombrero de Sástago lo conocemos por los dos o tres ansotanos que todavía lo llevan; también hay quien recuerda habérselo visto en la cabeza a los de Agüero y de Ayerbe y en mi pueblo cuentan que atraparon a un ladrón de corderos porque al saltar la tapia del corral perdió su sombrero y por él sacaron la cabeza que lo portaba.

Ahora el pueblo se rebela contra las modas, que son formas de imponer el consumismo y viste de un modo más informal, buscando generalmente, la comodidad y unos llevan barba y sombrero, en tanto que otros se dejan melena y se ponen una cinta en el pelo.

Así como hay personas esclavas de la moda, hay gentes que no admiten sus imposiciones ni a tiros. Entre los primeros se debía encontrar aquella mujer de la que otra decía: esa es capaz de ponerse una coliflor en la pechera si se lo manda la moda. Entre los segundos estaban los madrileños que llevaban capa española, larga, amplia, para poderse embozar cuando iban de juerga y no ser conocidos; cuando impusieron un modelo más corto, tuvo lugar el motín de Esquilache que hizo correr la sangre, aunque a última hora a todos los esquilaron o caparon (más bien descaparon), su capa.

martes, 23 de diciembre de 2025

Los buenos y los malos ratos


Buenos ratos y otros malos componen nuestras vida, pero no sólo las nuestras, sino todas las de los que nos proporcionaron la nuestra y tuvieron  que abandonar la suya. Estoy en el piso y suena el timbre, al que llama un hijo mío para llevarse a su madre a la casa grande, de la que vinimos muchos Almudévar y a la que llegaron otros con el mismo apellido y que eran más “madrugadores” que los actuales, aunque también  hemos tenido que madrugar, para llegar al mundo antes que nuestros nietos.
Vamos a pasar un” buen rato” en Siétamo, los padres, hijos ,”jóvenes” , nietos y nietas, tal vez lleguen también algunos de mis hermanos, consuegros, al tiempo que añoraré a mis padres, abuelos, hermanos ,sobrinos y parientes más lejanos. Y todos ellos me harán recordar a mis,  ya  lejanos,  pero próximos antepasados. La casa al vernos llegar, parece que se alegra y que vuelve a vivir con emoción todos los ratos pasados y en aquel rincón del hogar,  parece que está hablando mi abuelo Manuel Almudévar Vallés con Manuel Bescós Almudévar, que se firmaba en sus escritos, con el seudónimo, que él mismo se puso de Silvio Kosti.  Aparecen por todas partes las figuras de mi tío José María,  de mis tías Pilar, madre de los Llanas, Teresina  y Luisa, que acompañada por sus sobrinos echaba una yerba,   que mataba a los “pedilluelos” que parasitaban a las gallinas. Mi padre en aquel colgador,  se ponía unas veces la boina y otras la gorra visera, y cogía el bastón, para darse vuelta por los campos sembrados. Y en la alcoba donde yo dormía, aparece la señora Concha, que me arrrascaba  las espaldas, mientras exclamaba:¡”ay, “jo mío”, ladrón, tu serás ladrón de gobierno¡” . Por todas esas cosas y muchísimas más, se me alegraba el corazón al ver como mi hijo Ignacio venía a buscar a su madre, mientras su hija Belén, con su primo Pablo, allá en Siétamo, hacían sonar el piano de su tía Natalia. Entre tanto los  primos  pequeños,  María, Ignacio y Luis, recogían los periódicos y revistas,  las colocaba en los cristales de las puertas de las alcobas y se ponían a venderlos.
Estoy esperando a mi hija Elena que con su esposo Santiago y con su hijo e hija, lleguen de Pamplona, para acompañarlos en su visita para recordar Siétamo, donde tantas veces nos hemos sentado en los bancos del hogar y donde otra multitud de veces nos sentaremos y se volverán a sentar, para tostar tajadas de pan y comerlas con ajo y aceite.¡Qué ratos más buenos y sencillos se pasaban y se pasan y se pasarán sentados en aquel hogar!.
Estos pensamientos sobre los tiempos  presentes, pasados y futuros me hicieron recordar aquella frase que dice:   “Para Dios no hay ni pasado ni futuro, todo está presente”.Ese pensar en el tiempo y en los tiempos, tratando de unificar él o los que ya pasaron, con el presente, que es aquel en que vivimos y con el futuro, al que mirábamos como miramos los horizontes lejanos, me ha llevado a considerar las teorías del inglés de origen americano, T.S. Eliot. Meditando sobre ellas se intuye que los tiempos presente y pasado están presentes en el tiempo futuro y el futuro entrelazado con el tiempo actual. Basta fijarse en la cultura japonesa porque ha conservado los dioses de sus antepasados y ha hecho surgir novedades tecnológicas modernas. De los buenos y malos ratos en nuestras vidas, debemos conservar los valores antiguos, pero a base de que ellos sean el motor y la energía de los cambios sociales, científicos y culturales, con sencillez y sin violencia.

lunes, 22 de diciembre de 2025

Tempus fugit


                                                                          Tempus fugit, Salvador Dalí.


Sobre la esfera del reloj de pared, se lee: Tempus fugit y el tiempo va huyendo lento, lento al ritmo que le marca el sonoro tic-tac de su péndulo. No tiene prisa el reloj de forma semihumana con cabeza, que por cabellos, se corona con adornos barrocos; su cara es blanca, redonda y numerada, con saetas que no inciden sobre un corazón que no posee, sino sobre la frialdad de unos números romanos, que recorren, periódicamente, una y otra vez, con la monotonía con que la luna cumplimenta, día y noche, las fases que aparecen en los calendarios. Su pecho y su vientre de guitarra se transparentan a través de un cristal, dejando ver como el péndulo alterna su movimiento pendular.
El tiempo huyó definitivamente para el varón que lo escuchaba y contemplaba, pero la dama quebró la sincronía con el tic-tac sonoro y no supo, ya más, escuchar la dulce sonería de campanas, que el reloj cada hora, al aire regalaba.
Se fijó la señora solamente en lo fatal de la sentencia de la esfera y aquel “tempus” que “fugit” se le clavó, cruelmente en su cerebro y en su corazón, cuyos latidos, siendo vida, no le decían nada.
El reloj se recrea con el tiempo que tiene concedido y la dama, en lugar de gozarlo, lo consume, lo quema, lo derrocha, huye de él y huye de sí misma sin parar un instante a gozar de la vida que Dios le concediera. Va y viene, sube y baja, sin hacer un alto en su camino y el tic-tac del péndulo de la vida, queda despendolado, con pérdida del ritmo armonioso, que pudo ser placer y ahora es huida.
Párate sin parar, como el reloj, para escuchar el ritmo de la vida, para oír el sonido de campanas, de músicas, de palabras bellas y para ver las fases de la luna, los paisajes y tantas cosas que adornan la existencia.
¡Párate, templa tu ritmo pendular y manda sobre ti, como la rueda Catalina en su reloj!
¡como Manuel Lalanda convertía en ballet la prisa de la fiera!
¡Párate como Teresa la andariega, en las moradas del alma y de la calma!.

sábado, 20 de diciembre de 2025

El ibérico


Adahuesca (Huesca).


Conocí en la Calle Alta de Siétamo a un hombre original, ya que  proclamaba ser un ibérico integral. Se llama Miguel y nació en la Roda de Andalucía,  es decir en su mismo corazón,  pues esa Roda se encuentra entre Sevilla, Granada, Córdova y Málaga. Este ibérico, llegó al pueblo de Siétamo, después de vivir en Barcelona durante muchos años y de hablar el catalán incluso con un acento, que debe venir de aquellos primeros pobladores, entre otros de los íberos ilergetes, porque los catalanes son indudablemente ibéricos,  es decir hijos del río Iber o Ebro.  El  comprende la diferencia que existe entre íberos e ibéricos, porque no se proclama íbero ya que en este País, además de los íberos, estuvieron los celtas, los fenicios, los romanos, los árabes, etcétera, etcétera, pero sí que se declara como un hombre nacido en la Península Ibérica, donde todos sus habitantes son, por tanto, ibéricos. Este ibérico es indudablemente un andaluz, porque estuvo estudiando en un seminario, del que huyó descolgándose por una ventana,  agarrándose a una sábana y habla con enorme facilidad, que a veces te confunde y dirigida por una fecunda imaginación. Canta como los pájaros, unas veces canciones modernas y otras tangos argentinos, conduce con alegría, sacando con cierta frecuencia sus manos del volante. Es que esas manos son hábiles porque hacen sonar la guitarra,  no sólo acompañando sus canciones, sino llenado el ambiente de música. Se nota la influencia de algunos catalanes en su afirmación de que no es español,  sino ibérico, porque siente la diferencia mediterránea, entre las catacumbas que ha visitado, de la arquitectura vaticana, de los quince días que pasó en casa Maranello de Ferrari y entre los encantos que tiene el resto de su tierra ibérica, a la que se resiste a llamar España. Ha estado en Televisión en Madrid y en Barcelona, allá por los años sesenta, cantando con el grupo The Findels o los luchadores, que grabaron dieciocho discos. Pero después de muchos años de vivir en Barcelona, acaba viniendo al pueblo de Adahuesca, patria de las santas Nunila y Alodia, que no sólo se veneran en tal pueblo, sino también en el Leire navarro, en Murcia y en Andalucía en la  ciudad de Huescar. Allí, en Adahuesca, ha establecido un restaurante y recibe a los que van por allí de visita o de celebración. Le gusta la arquitectura de muchas casas altoaragonesas, como la de Claver de Angués, emparentada con los Claver que vivieron hace siglos en Sieso de Huesca y en Blecua. En el pórtico de la iglesia de Sieso hay unas escenas grabadas en piedra, en las que aparece algún barco, que dirigió un Claver en las guerras del Mediterráneo contra los turcos. Le hago ver como España siempre ha intervenido en los problemas mundiales con predominio castellano en América y del Reino de Aragón con Cataluña, en el Mediterráneo. En una de sus canciones dice: ”Me gustaría volar en tu pensamiento”, pues efectivamente vuela con sus ideas, porque son tantas y las expresa de modo tan continuo, que resulta imposible influir sobre ellas. Una de sus canciones afirma que “ a todos nos traía la cigüeña” de París  y pregunta que si ”somos hijos de Moliere, ¿dónde están los andaluces, catalanes castellanos, si venimos de París?”; “yo te tengo que decir: no venimos de París”, pero yo exclamo: ¡cuánto mejor sería que los ibéricos, al nacer en París, fuéramos más europeos y nos harían más caso a la apertura de esas puertas pirenáicas!.  Yo creo que no le sabrá mal, porque siente algo común a todos los ibéricos,  aproximando la Ibérica a España, cuando dice que nacemos  “En la Ibérica de todos, con sus costumbres y sus modos”. Esa Iberia, que en sus distintas zonas, abre las puertas hacia Europa y en Aragón, como todavía somos españoles, no nos dejan abrirlas hacia Europa y desde Europa a la inmensa mayoría de autonomías ibéricas. ¿Qué  pasa con Aragón, al que le cierran las entradas y salidas a España y de  España a Europa?.

Sonaban las campanas de San Pedro el Viejo.-




La víspera de San José, a las siete y media de la tarde, me encaminé a escuchar las Completas gregorianas, que desde hace siglos, los carpinteros le han dedicado, para que les ayudara en su vida de trabajo. Entonces, cuando yo era un niño, salían los sacerdotes de la Parroquia, revertidos con una vestimenta, sobre sus hombros a modo de una joroba, que el Papa había impuesto a los eclesiásticos de Aragón, por haber sido fieles al  Papa Benedicto XIII; se sentaban en las sillas trabajadas artísticamente, y reunidas detrás de la reja posterior de San Pedro, donde suena el órgano y con música gregoriana ensalzaban al Señor. Cantaban: Deus in adjutorium meum intende, y otros contestaban: Domine, ad adjuvandum me, festina. Con estos cantos rezaban para que el Señor acudiese en su ayuda y  que lo hiciese rápidamente.

José Antonio Llanas, vivía en una casa, vecina a los Clautros de San Pedro y desde niño, oyendo el canto gregoriano,  se enamoró de él y toda su vida acudió, no sólo a las Completas, sino también a los Laudes y Vísperas. Se sentaba con los sacerdotes que muy amables lo recibían y con ellos, cantaba. Su hijo José Antonio, ha heredado el amor a estos cantos y viviendo en Madrid, acude cada año a participar con el párroco y dos sacerdotes más a cantar las Completas. Los   carpinteros, ya casi todos muy ancianos acuden y gozan con esas músicas, que conmueven los espíritus. Después, en el Claustro románico de San Pedro, toman un trago de vino acompañado por stortas. Ellos siguiendo el ejemplo de las oraciones, con las que piden ayuda, se dedicaban a repartirla entre los carpinteros enfermos, lesionados y en ayudar a las viudas. Yo acudí a ver y a escuchar a mi sobrino José Antonio cantando las Completas y  al pasar por la Plaza del antiguo Mercado, se oyó sonar el dulce dim-dom, dim- dom de las claras campanas de la torre de la iglesia de San Pedro. No pude menos que acordarme de aquellos pasados tiempos en que la alegría era general, pero al escuchar aquel sonar de las campanas, que eran capaces de hacer vibrar  el cielo del barrio,  yo  al menos, participé de su sonoro encanto. La Cofradía de San José y Santa Ana, erigida canónicamente en la Iglesia Parroquial de San Pedro el Viejo de Huesca, manda a todos sus socios el programa de Solemnes Cultos Religiosos y este año el Reverendo Don Manuel Barrio, se la ha mandado a trescientos veinte cofrades. Allí en la Parroquia encontré a muchos amigos, como a don Luis Gracia Del Arco, de noventa años de edad, que fue carpintero de la Diputación Provincial y que tiene el número dos de la lista de los Cofrades. Al saludarlo me acordé de la mesa que me preparó hace ya muchos años, para escribir y dibujar. Entró en la Cofradía el año de mil novecientos cuarenta y cuatro. Me contó que cuando en sus años mozos, ingresaba en la Cofradía,  el Decano de la misma,  le dijo, entregándole un madero: toma esta madera, quítale todo la que le sobre y de lo que quede, saldrá un San José. Pero el cofrade que me ha hecho acudir a las Completas, ha sido José  Antonio Llanas, que tiene el número siete, ingresado el año mil novecientos cincuenta, impulsado por su padre, mi primo José Antonio Llanas Almudévar, farmacéutico, que vivía en una casa al lado de la parroquia.  La verdad es que en aquellos claustros me sentía acompañado de todos los oscenses actuales y los del  pasado, pues en dos capiteles está inscrito el nombre de un Almudévar, que trabajó en obras artísticas de la iglesia y de su esposa,  allí enterrados. Yo creo que mi primo el sacerdote de San Pedro Jesús Vallés Almudévar, desde allá arriba contemplaría satisfecho la alegría de mi primo José Antonio Llanas.   

jueves, 18 de diciembre de 2025

El sol en la Catedral.-




La Catedral de Huesca se alza en la cumbre de esta ciudad, exhibiéndose a los humanos como una joya de estilo gótico, para que al contemplar aquellos arcos puntiagudos que señalan el cielo, piensen en el Creador. Sus arcos son elevados e iluminados a través de las ventanas, también rasgadas y puntiagudas, que parecen estar situadas en una gran elevación, para invitar a la luz del sol, a entrar en sus naves. El sol, efectivamente, penetra en dichas naves y va iluminando sus robustos muros; en cambio parece que sus rayos se resisten a penetrar en las bajas capillas laterales.

Hace ya unos dos o tres años, al llegar el Otoño y hacia las nueve de la mañana, observé cómo unos brillantes rayos de sol, penetraban en la capilla, donde se encuentra depositado en su sepultura de piedra, el cuerpo del anterior y ya difunto Obispo de Huesca Don Javier Osés Flamarique. Murió en esta ciudad de Huesca el día 23 de Octubre  del año 2001 y en la capilla en que se encuentra su tumba, cuando se cumple el aniversario de su muerte  y ya ha amanecido, entra el sol para saludarle con sus rayos. Se lo hice notar al Reverendo Don Damián Pañart, que se quedó absorto ante la contemplación de tal espectáculo luminoso ante la tumba de Don Javier.

Cuando lo enterraron en la capilla, dejaron las rejas abiertas para que los fieles pudieran entrar, unos a rezar y otros a saludar su memoria. Muchas personas le llevaban ramos de flores y las depositaban en el pie de la tumba, pero ya pasado cierto tiempo, cerraron las rejas, tal vez creyendo que el recuerdo de Don Javier habría disminuido o tal vez desaparecido entre la gente. No sé si coincidió su cierre con la visión del sol visitando a aquel, que la gente también quería visitar, pero se abrieron  de nuevo las rejas de la capilla y allí, al pie del sepulcro, iluminadas por el sol se ven flores depositadas en recuerdo del difunto, que permanece en el interior. Porque si el sol entraba entre las rejas cerradas, que impedían la entrada  a los fieles que iban a visitar a Don Javier, a rezarle, a explicarle alguno de sus problemas o simplemente a depositar flores al pie de su tumba, había motivos para permitir que se acercasen los oscenses a su gran amigo. Y se abrieron las rejas para que no impidiesen el paso de los fieles, como incluso, estando cerradas, aquellas rejas no podían impedir que todos los años, al llegar el equinoccio de Otoño, los rayos del sol pasasen a besar y a iluminar al amado Obispo Don Javier Osés Flamarique, que con su báculo, había orientado los espíritus de los oscenses, durante muchos años.

Un amigo mío me contó que en uno de sus viajes había visto como entraba el sol en un templo e iluminaba una imagen de la Virgen y yo recordé que en una cueva de nuestra provincia, por una a modo de ventana, labrada en sus paredes de roca, cada día el sol, de repente entraba e iluminaba la cueva. Los hombres primitivos llegaron a adorar al sol y en cuevas de esta índole, lo adoraban y le pedían su protección.

Ese buen amigo me proporcionó varias fotografías en que se ve la luz del sol, iluminando la tumba de Don Javier y sobre ella una ojiva solar, que con su vértice o punta señala el cielo.

Los hombres, con nuestra pequeñez, si miramos al cielo, nos damos cuenta del sistema solar en que vivimos, pero necesitamos la ayuda de la Ciencia, para darnos cuenta de que además del sol, que es uno entre el número casi infinito de estrellas, está nuestro planeta Tierra, acompañado por nueve planetas  más. Sólo el sol posee luz propia y los planetas y las lunas, simplemente reflejan esa luz solar. La distancia desde el sol hasta su planeta más lejano es de más de 5.600 millones de kilómetros. Pensando que nuestro sistema solar no es el único del Universo, es probable que haya millones de estrellas con sistemas planetarios, parecidos al solar.

¡Qué pequeñez la nuestra, comparada con la magnitud del Universo! y sin embargo,  ¡qué belleza se puede contemplar en la tumba de Don Javier, con esa flecha u ojiva solar que nos señala el “Reino de Dios”!”. Nuestra pequeñez nos impide ver todas las cosas creadas, como las variaciones del tiempo  del sol en las carreras por su sistema o el no percibir la sensación de volumen en las fotografías, como estudió y experimentó Llanas. Pero la fotografía de mi amigo, nos señala el camino de acercamiento y amor que indican los ramos de flores, que los oscenses llevan al sepulcro de Don Javier Osés Flamarique. 

Cuento de Navidad por Manuel Almudévar Casaus

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