lunes, 6 de septiembre de 2010

La culebra


En Agosto de este año de 2010, he encontrado en el portal de mi casa del pueblo, una pequeña culebra. La he recogido con mucho cuidado y la he liberado en el monte, para que creciera y realizara todas las buenas faenas que realizan en la Naturaleza sus hermanas y compañeras. Cuando era niño les tenía a las culebras temor, pues me daba miedo pensar en que pudieran contaminarme con alguna mordedura, que se me llevase de ese mundo, envenenado. Me habían contado algunas ancianas, que acudían las culebras a tetar en las mamas de las mujeres que estaban criando y luego he leído como en Méjico todavía hay gentes que creen en tales hechos. Pero también el cura en la iglesia nos recordaba el hecho bíblico que dice que una serpiente tentando a Adán y Eva, nos hizo a los hombres caer en el pecado y en las desgracias de esta vida. La gente les tenía temor y algunos pastores mataban las culebras para obtener su sebo o grasa para convertirlo en una pomada, que decían servía para curar las artrosis, el reumatismo, la artritis y hasta para combatir el cáncer. Sin embargo las culebras de este país eran animales pacíficos y bondadosos, que trataban de vivir sin molestar ni ser molestadas por nadie. Cuando se las descubre, como he hecho yo en el portal de mi casa, lo que tratan es de huir y simular una lucha defensiva. Son distintas de las víboras que tienen las pupilas de sus ojos, verticales y romboideas como los gatos. Yo me acuerdo de contemplar las culebras del río Guatizalema, de otra especie, que vivían felices en el agua. La genética pone en muchos animales dibujos y aparatos anatómicos para espantar a los animales atacantes, como las mariposas con los dibujos misteriosos en sus alas. Las mismas culebras, a veces, silban para espantar a sus enemigos o la culebra de escalera cuando huye va golpeando con su parte posterior en el suelo para espantar con su sonido, como si con su parte posterior, tocase el tambor terráqueo. Con las serpientes ocurre lo mismo que con las personas, pues unas son buenas y según los campesinos, otras perversas y hasta diabólicas; las buenas son las culebras que no inyectan a nadie veneno y las malas las que lo inyectan, a las que mucha gente considera como diabólicas con un criterio antiquísimo.
Alguna vez he encontrado una “camisa” de serpiente, que cambian cada año, pues dichas camisas son de un material muy fuerte y a medida que van creciendo, necesitan despojarse de ellas, para que se adapten a su anatomía. Algunos viejos artesanos recubrían con ellas alguna cartera o algún monedero, para darles un sentido enigmático.
Yo creo que la pequeña culebra que encontré en el patio de mi casa, era una cría de la llamada “culebra de escalera”, pues las adultas alcanzan alrededor de un metro y medio. Se llaman de escalera porque van escalonadamente perdiendo el color que las adorna de pequeñas. Se refugia en los matojos, en los terrenos secos y en los bosques y hace su vida de acuerdo con el calor ambiental, pues en Andalucía estas culebras, se muestran activas en invierno, porque no hace frío alimentándose de ratones, pájaros, huevos, lagartos y sube a los árboles para asaltar los nidos. Hay quien dice que hacen su vida durante el día, pero sus movimientos diarios son más bien crepusculares y nocturnos. Se arrastra por las carreteras por las noches, para gozar del calor que recoge el asfalto de los rayos del sol, que le han dado durante el día. Por eso se ven lugares donde se encuentran culebras atropelladas por los coches.
Las hembras ponen sus huevos durante el mes de Julio, resultando pocos en número pero de gran tamaño. En la primavera tiene lugar la copulación con los machos.
Habita la Península ibérica y el Midi francés. Su principal enemigo es el águila culebrera y a consecuencia de sus ataques se ven culebras con sus colas retorcidas. Como vemos las culebras son atacadas e incluso se dice que “a la culebra, con certeza, se mata cortándole la cabeza”. Pero hay que abandonar el gusto que le tienen algunos hispano-americanos, que dicen que les causa un gran placer dar el nombre de culebras, con un tinte mitológico, a esos fenómenos terribles como los tornados o las trombas, porque la Naturaleza es muy poderosa y arrasa hasta las mismas culebras, que como hemos visto son buenos animales.

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