lunes, 6 de septiembre de 2010

La Ermita del Viñedo o del “Viñero” aragonés


Me encontré con Joaquín Borruel, cuando iba a montarme en el coche, para ir a contemplar el paisaje que ofrece la Sierra de Guara, alrededor de la Ermita del Viñedo. Se lo dije y le ofrecí acompañarme, a lo que él accedió emocionado, porque según me dijo, era Cofrade de la Virgen del Viñedo, desde que se fundó dicha Cofradía. Se sentó a mi lado y empecé a “ver” con los oídos como: ”Santolaria está en lo alto- Castilsabás en un tozal- y la Virgen del Viñedo, en medio del olivar”. Joaquín nació en Siétamo, nombre que figura en el estandarte que se encuentra dentro de la iglesia y su madre en La Almunia del Romeral, donde vivió un periodo de su vida. Y ¿cómo no iba a hacerse Cofrade de la Virgen del Viñedo?, cuando en su memoria llevaba el recuerdo de las dos visitas anuales que hacían los hijos de La Almunia, una vez sólo ellos, el ocho de Diciembre y otra el uno de Mayo, acompañados por los fieles de doce pueblos somontaneses. La primera vez los miembros de casa Martinete de la Almunia, después de oída la misa, obsequiaban a todos los vecinos a gustar tortas de anís o de aceite. Con aquellos recuerdos de nuestro Somontano, llegamos a la Ermita. Está construida con piedra de sillería y en la parte alta con ladrillo, siendo construida en 1728. El campanario está cubierto, no con líneas rectas, sino por una graciosa curva y debajo de la ventana donde suena la campana se encuentra un reloj de sol, aunque parece que en este lugar no corre el tiempo. A continuación se abre un a modo de claustro, en cuyo interior han colgado las golondrinas unos dieciocho nidos, porque en ese claustro han hallado la paz. Dentro de su pequeño volumen, da la impresión de ser un enorme Monasterio dedicado por el pueblo del Somontano a la Virgen del Viñedo, como si hubiere recibido su consagración del cercano Monasterio de Monte Aragón Dentro de la Iglesia preside desde el altar mayor la imagen de la Virgen del Viñedo, en un magnífico retablo, reconstruido por el notable artista, Julio Luzán. Dentro de este “Monasterio del pueblo”, se encuentran las paredes pintadas con una sencilla gran pintura de la Virgen del Viñedo y pinturas de Santa Lucía y de Santa Bárbara. En un cuadro se encuentra un romance que cuenta los milagros de la Virgen y en otro, en una “fabla” aragonesa, ya en decadencia, pone diversas circunstancias de la iglesia. Por un corto camino, pero con un encanto especial por los ramajes y sombras por ellos producidas, se llega, como en otros tiempos llegarían las caballerías cargadas de sacos de olivas, a molerlas en el Molino. Entrar en este edificio, te hace sentir a los hombres trabajando, para obtener el aceite de oliva y te emociona el sentimiento producido por el trabajo excesivo de aquellas gentes, que dormían en el mismo local, para no perder un minuto de tiempo. Allí están los algorines o depósitos de olivas de Pedro Calvo de Santolaria, de mi pariente José Vallés de Castilsabás y de Juan Ordás. Estos señores y varios otros dueños del Molino, lo dieron a la Ermita, donde se mezclan el sentimiento religioso y el amor al trabajo. Allí está el “redol”, donde una caballería haría dar vueltas a la piedra, muela o roello, que hacía brotar el orujo, separado por las esteras que colocaban para después sacarlas, someterlas a presión y obtener el aceite. Llama la atención la Prensa de Libra que tiene unos catorce metros, que con el manejo de los molineros aceiteros, presionaba para que saliera el aceite. En aquel enorme madero, uno de aquellos hombres, escribió lo siguiente, pero no sé si es exacto lo que digo : ”si es que logro con tesón, darle a la “pira”(al madero) función, como de un pobre, he de dar gracias a la Virgen”. Allí trabajaban y oraban, pero aquella pobreza de sus condiciones de vida, ha hecho, que aquella zona tan trabajadora se haya quedado casi despoblada. Pero hay un despertar entre los altoaragoneses por el recuerdo del Molino y el amor a la Virgen, que hacen que se haya convertido la Ermita del Viñedo en un lugar de visita extraordinario, para recordar y estudiar la vida del Somontano.

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