La canción de José Antonio Labordeta viene de su espíritu poético, porque se puso a cantar por la llamada de su corazón a publicar a todo el mundo y en todos los festivales a los que asistía, con el fin de sentir, no sólo en su interior, sino en el aire sus bellas poesías sobre Aragón, al que tanto amaba y tanta alegría le producían algunas de sus comarcas y tanto dolor y soledad le inspiraban Los Monegros y las Sierras de Teruel. Su familia provenía de Belchite y de Azuara, lo que hacía que en esas localidades pasara sus vacaciones, con lo que los recuerdos de la ruinas de Belchite, le producían una gran tristeza, que él poetizaba y soñaba con sus canciones que “Al levantar la vista”, en aquellas tierras aragonesas, se “leyera: Libertad”. En Teruel permaneció con su esposa en esas tierras deprimidas y solitarias, que acabaron por sentir aquel “Adios a los que se quedan”, sin convertirse en emigrantes. En el año de mil novecientos setenta es trasladado a Zaragoza y allí estalla en su corazón y en sus pulmones la poesía cantada, que causaba el entusiasmo entre los asistentes a sus actos, provocando prohibiciones y censuras de sus discos. Pero no sólo fue el canto a la Libertad el más empleado por José Antonio Labordeta, sino que le cantaba enamorado a todo Aragón, que recorría por sus diversas comarcas y le deseaba : ”Agua para el erial, trigo para el barbecho, para los hombres camino, con viento y con Libertad”. Y llegaba a soñar en esos adelantos de la tierra, con cantos poéticos a individuos particulares, como “La vieja” o “Severino el sordo”. Y siempre deseando el renacer de Aragón en el que la emigración casi lo ha despoblado, pues dice: ”hay que regresar al País, a las viejas casas, todos los brazos son necesarios para construir un Aragón nuevo”.
Yo estuve con José Antonio Labordeta en una visita de la Diputación Provincial de Huesca en el Ayuntamiento de Monzón y en nuestras conversaciones, lamentó que en Barbastro hubiesen caído de tal forma las viñas productoras de uvas para fabricar el buen vino del Somontano. No sé si tuvieron influencia sus palabras en el desarrollo que han tenido las Bodegas en el Somontano de Barbastro, pero llaman la atención las magníficas obras que se han realizado desde aquellos años, en que estuvimos juntos. Yo creo que tomar una copa de tal vino, en homenaje a José Antonio Labordeta, contribuirá a que los aragoneses lo recordemos y que a los aragoneses nos limpie los ojos de las lágrimas, que produjo con sus canciones poéticas.
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