viernes, 19 de noviembre de 2010

Los agricultores y la Luna



Escuché, hace ya unos años, a varios labradores, explicando cómo tenían en cuenta a la Luna, para llevar adelante la siembra de los cereales, en sus campos.

Decía uno que la Luna Cuquera, nace en Septiembre y dura, no recuerdo si son veintiséis o veintiocho días. Durante dicha “Luna Cuquera”, los “cucos” o parásitos son los que se lanzan sobre la semilla y la parasitan, dejándola “cucada”, lo que hace que la cosecha futura, quede reducida. Pero este período tan malo para sembrar, se acaba en Octubre, cuando nace la Luna Menguante.

Desde siempre se ha considerado que la mejor época para sembrar es la de la Mengua de Octubre y Valentín Puyal de Bandaliés, pequeño pueblo muy cerca de Huesca, todavía piensa lo mismo y lo considera y sigue practicando la siembra de sus campos en esta época de Octubre, que dura desde que la Luna, en el mes de Octubre se pone llena, con lo que mata a la Luna Cuquera, hasta veintiséis o veintiocho día después de su plenitud.

Decía otro que la mejor época de siembra en la que se debe realizar ésta, siempre que sea posible, es durante la mengua del mes de Octubre. Cuando la luna está llena, se puede empezar a sembrar con la convicción de que se está haciendo en la mejor época, porque al día siguiente de encontrarse llena, ya empieza la mengua. Estos labradores con su conversación, hicieron evidente que la mengua es la mejor época de la siembra. Pero no es la única influencia de la Luna en los agricultores, pues con ella saben cómo tienen que utilizarla para que sus vinos tengan solera. Hasta en el pelo de los hombres y mujeres influye la luna, pues cuando te cortas el pelo en cuarto menguante, tiene poco impulso para volver a crecer y s i te lo rapas en cuarto creciente, ese pelo crece más y con más vigor. Por todas estas cosas, los gitanos cuando contemplan la luna, admiran su belleza y reverencian su poder y cantan: ¡ay luna ,luna lunera, lunita cascabelera!.

Pero no son sólo los gitanos los que admiran a la Luna, porque Espronceda escribió:”La luna en el mar riela,-en la lona gime el viento-y alza en blando movimiento-olas de plata y azul”. Y todos los ciudadanos se han enterado del Monasterio de Saint Michael, en las costas entre Bretaña y Normandia, en que se halla sobre una alta roca separada de la tierra firme por un camino creado por los hombres, pero que cada veintiséis o veintisiete horas se inunda con las aguas de la mar. Entretanto en sus habitaciones, una persona, al mirar por las ventanas puede ver cómo ha desaparecido el camino por el que ha entrado. La Luna hace que en esa zona las mareas sean diarias, porque con su poder de atracción eleva las aguas del mar. Y ¿qué decir del amor?, cuando a la luz de la Luna, se besan y se adoran los enamorados, animados por la belleza de la Luna. Algo lunar conmueve los corazones de los enamorados, no se sabe si es por los cascabeles o reflejando su figura en dichos corazones, como hace reflejándola en el agua, donde las ranas croan y croan, como entusiasmadas por esa Luna. Stephen Hawking dice que hay que emigrar a un planeta lejano, pero la humanidad siente más cariño por la Luna.

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