martes, 6 de marzo de 2012

El deporte de los niños, hace crecer sus cuerpos y sus espíritus



Yo tengo un primo, que se llama Roberto Pérez Almudévar, al que me encuentro con frecuencia.  Ya tiene alrededor de unos ochenta y seis años, pero conserva la alegría en su corazón y en su rostro. En esos encuentros nos comunicamos los recuerdos, que a lo largo de los años hemos acumulado en nuestra memoria y Roberto, además de llegar a cumplir una avanzada edad, ha conservado en su vida, la disciplina que aprendió en el deporte, que le hizo ser amable, simpático y honrado en su trato con otros ciudadanos. Cada vez que lo veo, me acuerdo de verlo jugar, con el equipo de baloncesto de Huesca, en el Parque del Deporte de Villa Isabel, campo ya desaparecido.
Con el deporte salen los niños y niñas, que conservan el buen humor,  prosperan en sus estudios y sobre todo llegan a ser personas honradas. Son honrados,  en una época, en la que tantos ciudadanos se han apeado de la honradez.
No he podido menos, que acordarme de mi primo Roberto, al escuchar las palabras de una persona, con la que yo comentaba lo bueno que es el camino del deporte. Porque ese camino no lleva a los ciudadanos a la búsqueda apetitosa del dinero, que sería más útil para ayudar  a los que sufren el paro y de los que algunos van rebuscando alimentos en los contenedores de basura. Sería hermoso que personas honradas, llegasen a ser elegidas democráticamente en nuestra sociedad para que nos gobiernen sin buscar el dinero para sus bolsillos.
Me he enterado de que en la pequeña ciudad, donde he venido a contemplar su organización urbanística, con sus espacios verdes y sus servicios, existe un equipo de baloncesto, en el que entrenan a los niños y jóvenes, a los que se forma con disciplina deportiva, al mismo tiempo que con moral, que les enseña a sacar lo mejor de sí mismos, en beneficio de la sociedad en la que viven.
La conversación en la que se hacían estos comentarios, me hizo recordar  a mi primo Roberto Pérez Almudévar, que con sus ochenta y seis años, se acuerda de cuando jugaba al baloncesto en el Campo de Villa Isabel, ya desaparecido, en la capital de Huesca.
Sus,  entonces entrenadores, entrenaban a él y a sus compañeros con disciplina, siempre justa  deseando que aquellos entonces chavales, mejoraran el rendimiento en el campo, en sus carreras, en sus intercambios de pelota y en el lanzamiento de la misma a la canasta, pero con el deseo de que en el futuro, siguieran una vida de trabajo, de austeridad y disciplina, que hiciesen del ambiente un mundo mejor.
Buscaban  el triunfo en el deporte, pero de un modo paralelo,  buscaban el triunfo de la sociedad  con su formación en la disciplina y en las emociones, no sólo deportivas sino también en todas las emociones humanas que llenan  nuestras vidas.

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