miércoles, 8 de julio de 2015

La boliviana Claudia



En el enorme edificio cultural que se encuentra en Huesca, al lado del camino por el que se hace el Vía Crucis a la Ermita de Salas, entré a tomar un café y me atendió una simpática mujer, llamada Claudia. No nació por el Norte de Bolivia, a una altura enorme, donde viven los indios y mestizos. Estos se ponen unos pantalones de todos los colores y cubren su tórax, con camisas con aguacayos, que son de tejidos hechos con el pelo de las llamas, cubriendo sus cabezas, con sombreros, que en viejos tiempos procedían de otros sombreros, de los que eran portadores los conquistadores o colonos españoles. Ahora, en España, no se ven sombreros de este estilo, pero en Bolivia los lucen los mestizos con orgullo y como buscando el calor, que en aquellas mesetas que se alzan a más de mil metros, calientan sus vidas y les ayudan a pensar en organizar unos bailes, que a veces recuerdan romerías y alabanzas a Cristo, a la Virgen o a algún Santo. En ocasiones danzan con palos que golpean o con espadas,  con las que simulan sus luchas; todo aquello va acompañado con música que hacen sonar con zampoñas, que son como flautas, acompañadas por golpes que golpean en los tambores.
Viven de la agricultura, que es pobre, pero les dan mucha utilidad los chuños, que son una especie de patatas, que las congela el hielo, pero que las recogen y las conservan secas y duras y que tienen un sabor delicioso, y las mezclan con todos sus alimentos en distintos guisos. Son un poco oscuras, pero dan un claro sabor a esos guisos. También se valen de las vicuñas, de las alpacas y de las llamas, que todas ellas producen una especie de lana para tejer sus ropas y consumen su carne, que es sabrosísima. Pero Claudia no es de la Meseta, sino que nació en el Valle de la Tierra de los Ríos y del Amazonas, en el Centro del País. Nació en Cochabamba, que la conocen como la Ciudad Jardín, en cuyos campos se producen rosas  de todo tipo, las frutas de todas clases, más las tropicales y se elevan ante los ojos del visitante,  elevados árboles. Se dedican a la agricultura y la ganadería, donde no nieva nunca y no sufren el frío ni las quema el calor sus rostros. Allí hay  escuelas a las que acuden todos los niños. Pero dentro de la enorme extensión de su País, resultan diferentes todas las zonas, porque en ella se recuerda haber aprendido las diversas características de Bolivia, en la televisión y en las escuelas, que en Cochabamba no faltan. Coinciden sus relatos en cada zona, porque dicen que en la Andina, son indios, aymarás, quechúas y de otras razas y visten con ropas originales, de las que he escrito, que además están elaboradas para guardarse del frío. Llevan, lo mismo las mujeres que los hombres e incluso los niños, unos sombreros, heredada su forma, de los antiguos colonos españoles, cubren su cuerpo y encima de todas sus ropas, se colocan unas  mantas, con una apertura por la que introducen sus cabezas y las mujeres llevan multitud de sayas para evitar el frío. Como he dicho, viven de la agricultura y de la ganadería y sacan de la primera una especie de patatas, a las que llaman los chuños, de color oscuro, que se congelan, pero los recogen y los guardan, como aquí guardamos las patatas. Tienen un sabor delicioso, me dice Claudia y los mezclan con toda clase de guisos. De la ganadería obtienen vicuñas, alpacas y llamas, que todas ellas producen una especie de lana, con las que fabrican telas, aprovechadas para combatir el frío. Comen carne de las llamas, que como me dijo la chica, es deliciosa. Como me ha explicado viven indios en los Andes, mestizos en Cochabamba, como ella misma, porque al preguntarle por sus apellidos, me dijo que son Salvatierra y Pérez. En la zona de los Valles del río Paraguay, dice que habitan algunos individuos de raza morena, que los trajeron en otros tiempos como esclavos.
El Conde de Aranda, nacido como yo, en Siétamo, pero en el siglo XVIII, al lado de la ciudad de Huesca, pidió al gobierno que les diera la independencia a estos países, pero se les negó. Si España hubiera intervenido en una independencia pacífica de estos países, en lugar de revolucionaria, hubieran podido darle a Bolivia, un trozo de mar, para poder hacer sus importaciones y exportaciones, que hubieran causado un mayor desarrollo en el País.
Claudia se diferencia de los españoles actuales por su color aceitunado con unos bellos ojos, pero su lengua es igual que la nuestra, quizá más sonora y sueña ir con sus padres a Cochabamba a visitar a la Virgen de Oscupina, que se apareció en una roca, igual que a mí me entran ganas de ir a ver a la virgen del Pilar, cuando voy a Zaragoza.    
Como he dicho, al hacer aquellos países su independencia revolucionaria, se quedó Bolivia sin puerto. Al no tener puerto, se creó  el Estado Plurinacional de Bolivia, que es un país mediterráneo, situado en el centro-oeste del  Sur de América con capitales como Sucre, la Paz, Santa Cruz de la Sierra, etc. Son tres las lenguas americanas principales, que se hablan, el aimará, el guaraní y el quechua y el castellano es el idioma oficial del País. Pero en su historia española,  llaman la atención, entre otras, las Misiones Jesuíticas, que se construyeron entre los años de 1691 y 1720.
En aquel País, se construyeron misiones o poblaciones, con una plaza en el centro, y a sus alrededores se alzaban las iglesias, las escuelas,  los talleres, las viviendas y el cementerio. Se cuidó la arquitectura y se hizo sonar la música con un estilo barroco mestizo. En cuanto arquitectura se usó la madera para levantar columnas labradas, se empleó el yeso para imitar decorados barrocos como revoques planos y  ondulados. Se hizo uso de la piedra volcánica para destacar algunos espacios.
Se cultivó la música barroca, pues se han encontrado seis mil partituras de música de los siglos XVII y XVIII, en varios lugares, llegando en San Xavier a alcanzar diez mil partituras.

Es Bolivia un País maravilloso donde se admira el pasado primitivo y el de los colonos españoles, impulsado por los Jesuitas y otras órdenes religiosas. Yo he hablado con bolivianos, que vinieron a España a buscar un porvenir y uno de ellos, me dio un dibujo, que ahora no encuentro. El decía que si no encontraba porvenir, volvería a Bolivia y yo espero,volver á encontrar el dibujo boliviano, que me regaló. 

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