martes, 1 de septiembre de 2015

Aranda y su castillo-palacio

Torreón del Castillo de Sietamo (Huesca).


Un número del Heraldo de Aragón dice en un número del mes de marzo de 1992, lo siguiente:”En el sur de la Hoya de Huesca, a muy pocos kilómetros de la capital, varios castillos viven el abandono, la ruina o la restauración de urgencia para evitar su derrumbe. Las construcciones militares y defensivas de Siétamo, Monflorite, Novales, Barbués, Argavieso, Sangarrén, Corvinos…, ofrecen un variopinto panorama de este apartado del patrimonio aragonés. Desde el edificio al borde de la ruina al monumento en restauración, pasando por la construcción conservada en aparente buen estado, todos forman parte de la historia regional. Paradójicamente, la comunidad autónoma carece de un inventario de arquitectura militar, aunque todos los castillos de España fueron hace tiempo dotados del carácter de monumento nacional. La ley de patrimonio los convirtió automáticamente en bienes de interés cultural, por lo que gozan de la máxima protección legal y las instituciones regionales tienen, en teoría, la obligación de preservarlos de la ruina”. Y sigue Mariano García, ”En la parte sur de la Hoya de Huesca, en un puñado de kilómetros, se alzan varios castillos señoriales construidos en piedra durante el gótico tardío, siglos XV y principios del XVI. Las fortalezas de Siétamo, Monflorite, Novales, Barbués, Argavieso, Sangarrén  o Corvinos ofrecen un variado muestrario de la situación del patrimonio histórico aragonés. Hay castillos abandonados, en restauración, rehabilitados y ominósamente perdidos. Muchos de ellos no responden a las características típicas de los castillos. Se trata en muchos casos, de mansiones señoriales con diverso grado de fortificación, aunque en algunos de ellos se descubren restos de fosos y murallas”.
Muy poco se puede salvar del primitivo castillo de Siétamo. Unicamente queda en pié un largo lienzo de su barrera exterior, pero en él se encuentra un torreón cilíndrico con almenas apuntadas. Es un detalle arquitectónico importante, ya que es prácticamente único en la provincia de Huesca. Está a punto de desmoronarse…La construcción, dañada en la Guerra Civil, fue demolida años después para utilizar sus piedras en la reconstrucción de los pueblos de alrededor de Huesca, aunque es imposible recuperarlas, los trabajos arqueológicos resultarían muy interesantes, ya que la localidad recibe el nombre, por ser el “Septimum miliarium” de la vía romana de Osca. La presencia árabe en la población, avalada por varios documentos históricos, pervive también en algunos sillares del lienzo de la muralla. Según Julio Brioso, ”Que hubo sarracenos en Siétamo parece probado por el documento fechado el día 5 de Mayo de 1093, en que el rey Sancho Ramírez y su hijo Pedro dotan a la Real Casa de Montearagón con las iglesias de Siétamo, Olivito, Arbaniés, Castejón de Arbaniés y Alcalá, con todas sus décimas y primicias, así como sus mezquitas y todos los bienes de los moros
“Cristóbal Guitart asegura que era uno de los castillos más representativos de las baronías oscenses. En él nació Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, IX conde de Aranda y uno de los políticos más notables de la Ilustración. Guitart señala que era un palacio cuadrangular, de piedra y macizo, cuya torre miraba hacia la Plaza Mayor y conservaba sus matacanes continuos. Por un arco lateral se llegaba a una plaza de armas donde estaba la fachada principal, con puerta semicircular, balcones modernizados y una galería aragonesa de arcos semicirculares de ladrillo, posterior al edificio”.
En las almenas de los torreones de la muralla, en su cima había unas bolas de piedra, que uno no sabe dónde fueron a parar.
Don Antonio Naval Mas en el Diario del Altoaragón del 5 de marzo de 1995, en un artículo, escribe:”El palacio del Conde en fachada respondía a casa entre dos torres que al tiempo de su desaparición estaban desmochadas, si es que alguna vez fueron terminadas lo cual el lo más probable. Estas torres enmarcaban una galería de arquillos de ladrillo que recorría todo el alto de la fachada sosteniendo el alero según solución muy corriente en casa distinguidas aragonesas. Con toda probabilidad esta parte del edificio existía al menos a principios del siglo XVI. Los balcones serían abiertos con bastante posterioridad pues uno de ellos se interponía entre la entrada y el matacán o balconcillo defensivo, que fue colocado sobre ella para la protección del acceso. La casa-palacio estaba yuxtapuesta a una enorme torre que en el momento en que fue hecha la fotografía(Foto publicada en el libro”Huesca en imágenes”, editado por la CAZAR) todavía conservaba las ménsulas del matacán que rodeó todo su entorno. Obviamente sería la parte más primitiva, la medieval, que comenzaría estando exenta para despiués ser ampliada con la casa que se apoyó en ella.
“Todavía quedan las bases de esa torre, de la que se dice va a ser restaurada en algunos metros.
Don Ricardo del Arco escribió lo siguiente:”La gran torre es robusta, de fuertes sillares, ligeramente rectangular. Mide 20 metros de altura por once de ancho, su cara mayor. Tiene matacanes en lo  alto y estuvo almenada. Junto a ella hay un arco por el que se entraba al castillo desde el pueblo, pasando antes por otra puerta abierta en la muralla, sigue un típico pasadizo con dos arcos y se entra a un descubierto o plaza de armas. A mano derecha está el palacio que ostenta ventanas góticas con mainel, hoy cegadas y matacanes sobre la puerta de entrada…
La puerta de entrada a aquel es de arco circular; en el patio hay dos arcos robustos, uno de medio punto y otro ojival, que arrancan del pavimento y sustentan las vigas del techo…a mano derecha está la escalera. En su primer rellano hay una mazmorra. Acaba en otro rellano con galería arqueada y antepecho de yesería. Acaba en otro rellano con galería arqueada y antepecho de yesería. Estos son adición del siglo XVII. A la izquierda, una gran puerta de entrada a las habitaciones palaciales, espaciosas, aunque divididas hoy por tabiques. Enfrente de la escalera hay otras habitaciones. Se conserva la sala y la alcoba(con molduras doradas) donde nació el conde de Aranda, el célebre ministrote Carlos III. Hay otra del siglo XVIII también con azulejos en el zócalo y una chimenea”(La casa aragonesa, 1919,pág. 22).
El palacio tuvo su ruina a raíz de la Guerra Civil. Este edificio estaba habitado, según Cardús, por dos familias, pero según mi padre llegaron a vivir en él hasta catorce familias. Para la Guerra fueron bastantes los vecinos de Siétamo que allí se refugiaron, al ser atacado el pueblo de Siétamo por el Frente Popular, pero al quedar cercados huyeron por la huerta a la Costera y otros se quedaron en el pueblo. La fecha de su huída fue la del día del Santo Cristo de los Milagros. Los rojos se vengaron desvalijando el edificio y además lo incendiaron. Acompaño testimonio escrito de Isidro Artero que lo esenció desde su casa en la calle Alta. Después de la Guerra primero la casa y más tarde la Torre fueron empleadas para reponer de piedras a Siétamo, Apiés, Banariés, Chimillas,Huerrios y otros pueblos de la Hoya de Huesca ,que quedaron destruidos.
En este castillo vivieron unas seis generaciones de los Aranda, que tomaron posesión del mismo por la boda de un Abarca de Bolea con la hija del Señor de Castro, que trasmitió sus bienes a dicha hija y cuyos documentos poseo.
Los Condes de Aranda tuvieron casas en muy diversos lugares, como Epila, Zaragoza, Huesca, etc. En dichas casa pasaba largas temporadas y en la de Zaragoza nació, como ha descubierto Angelines Campo, Ana María Abarca de Bolea, que llegó a la categoría de Abadesa del  Monasterio de Casbas y a escritora y poetisa castellana y en aragonés.
En Huesca poseían varias casas, que no hay que confundir con la de sus parientes los Abarca, que estaba en la calle Sancho Abarca, sobre los almacenes Simeón, que derribaron el año 2002 y han edificado, imitando a la antigua.
La desaparición del castillo-palacio de Siétamo es verdaderamente lamentable, pero consecuencia de la Guerra civil y Antonio Garrigues Diaz-Cañabate dice de esa oportunidad:”La guerra civil no fue una cruzada, sino acaso dos cruzadas, una religiosa y otra laica. Y ambas impuras en cuanto a su fe respectiva, puesto que entraban y participaban en ellas otras pasiones e intereses humanos, bien humanos. Fue una lucha fanática, heroica, en la que se jugaban la vida o muerte dos formas de ser, dos ideales, dos
Credos, no sólo los consabidos de las dos Españas sino de otros muchos pueblos, que con eso vinieron a luchar y a morir  aquí, y a uno y otro lado de la cambiante frontera estratégica y la lucha por muchas cosas :dinero, fama, honra, prepotencia y otras mil vanidades, pero sólo se muere por unas pocas en las que se cree. Esas creencias, ya divinas  ya humanas, fueron el núcleo genésico de la Guerra Civil española. La marea universal de las publicaciones en todas las lenguas, revela que no se trató sólo de una guerra civil más entre las dos Españas, sino de algo muy profundo, muy universal. Esto es lo que da su grandeza, su sentido histórico, y, si hay-dudosamente –guerras justificables, su justificación.
En la Escritura de Capitulación matrimonial de Don Manuel Almudévar y Vallés  y Doña Pilar Casaus y López, vecinos del lugar de Siétamo, autorizada por el Notario de Huesca Don Pablo Linés y Sarrate, el día 24 de Julio de 1881, se dice en el nº 66, Tomo 146, Folio 3, Fº.n.166: Un edificio llamado el Palacio, sito en dicho pueblo de Siétamo
,en la calle baja, señalado con el número 16, de nuevecientos metros cuadrados de superficie, lindante por la derecha entrando con campo de esta herencia, y por la izquierda con camino y por la espalda con calle y casa de Ramón Laguarta: estimado en dos mil quinientas pesetas y no tiene cargas.
En la Escritura de Capitulación matrimonial de Don Manuel Almudévar Casaus con Doña Victoria Zamora Lafarga, ante el Notario de Huesca Don Félix Marquínez y Ruiz del Burgo, de fecha diecisiete de Febrero de 1923, viene la misma escritura.

En el Testamento de don Manuel Almudévar Cavero, a cuatro de marzo de mil  ochocientos setenta y tres, ante Don Pablo Linés Notario, se lee una escritura igual a las dos anteriores, pero a la que añade: Que dichas cuatro fincas(huerta de Palacio, Tapiado,  un Horno de pan cocer, que limita por la derecha entrando con casa y corral de Joaquín Aquilué, por la izquierda con casa y corral de Pascual Carilla y por la espalda con casa y corral de Ramón Laguarta y un edificio llamado Palacio) las adquirió el expresado Don Manuel Almudévar y Cavero por compra que de ellas hizo según escritura otorgada en veinticinco de octubre de mil ochocientos sesenta y cinco ante el Notario de Barluenga Don Sebastián Ferrer, la cual se halla inserta en el Registro de la propiedad del Partido, Tomo ciento cuarenta y seis, Libro tercero de Siétamo, Folio, tres, seis, doce y quince, Fincas número ciento sesenta y seis, ciento sesenta y siete, ciento sesenta y nueve y ciento setenta, Inscripción primera, con fecha nueve de Diciembre del mismo año(1865), según consta de la nota puesta al pie de su primera copia de la calendada escritura que se me ha exhibido. 

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