miércoles, 22 de junio de 2011
El “monstruo” de la Tierra Baja
Angel Claver, altoaragonés
El ciclo roto del amor,en un pueblo del Altoaragón
Alfonso Buil Aniés, de San Román de Morrano
Es éste, un Señor del viejo Señorío de Aniés, nacido en el Castillo que se alza en San Román de Morrano. Ya no se sabe si sigue siendo Señor de Señorío, por ser un buen número de hermanos y de antecesores, pero conserva las dos Infanzonías correspondientes a su primer apellido Buil y la segunda que le reconoce como infanzón del Señorío de Aniés. No se trata de Aniés, el pueblo que está situado encima de Bolea, sino a un territorio, que tiene que ver con Sieso y con Morrano. Tiene ya la edad de noventa años, siendo su historia muy larga, pero, él, la alarga más de noventa años, ya que conoce la antigua Historia de España, sobre todo de Aragón, Cataluña, Valencia y de las Islas Baleares. Pero no sólo conoce las conquistas y reconquistas de tiempos pasados, sino que habla de inventos del siglo diecisiete, de Isaac Peral (1851-1895), inventor del submarino, idea ya tratada por Julio Verne en “Cien mil leguas de viaje en Submarino”. Habla también de experiencias sobre el vuelo de los aviones de Juan de la Cierva (1895-1936), inventor del autogiro, predecesor del helicóptero. Con sus noventa años de edad, conversa de todo lo que se le habla con sentido común y guarda libros y documentos, que sigue leyendo o que él mismo ha escrito o ha dibujado. Alfonso Buil Aniés, es un inventor, a pesar de tener ya noventa años, pues él inventó el “coche imán”, del que en España no le hicieron caso, pero que en Alemania, ya funciona. Su sencillez le llevó, hace ya cincuenta años a comprar los imanes en una ferretería de Huesca, que todavía los conserva.
jueves, 16 de junio de 2011
Pablo Bibián y Vicenta Arnal
“Lauburu” o cuatro cabezas de Reyes
La crisis
¿Hay poesía en las grandes ciudades?
viernes, 10 de junio de 2011
La fuente y el río Guatizalema
Ahora son abundantes y cómodas las piscinas ,pero cuando yo era niño, hace ya muchos años ,tantos que todavía no había llegado la Guerra Civil a las orillas del río ,hermoso río, que pasa por mi pueblo de Siétamo, era una felicidad para todo el mundo ese paso de las aguas del río.
Era nuestra ilusión su corriente ,sus aguas frescas y agradables y nuestro deseo de bajar a él para bañarnos y jugar y merendar en la fuente que se encontraba cerca , nos hacía cantar a los seis hermanos :"Iremos a la fuente de mi tío Rafael - el - el ", fuente que así llamábamos , no se por qué , ya que no recuerdo a ningún Rafael ,que poseyera por ahí alguna fuente. La finca de al lado era de la familia Calvo y ahora es de un simpático Rafael ,que la heredó de la casa a la que pertenecía su padre ,Tomás Calvo.
Al llegar el verano ,con su correspondiente calor ,sentíamos la necesidad de bajar al río y a la fuente y todos nos poníamos a cantarle a nuestra tía Luisa la citada canción. Mi tía Luisa nos escuchaba y queriéndo hacernos felices , preparaba la excursión ,para cumplir la promesa que nos iba a dar esa felicidad.Ya había pasado la Primavera y hacía calor y habían florecido los sauces del río y los litoneros del camino que a él conducían .Y mi tía Luisa, hermana de mi padre ,vivía lo que la Naturaleza gobernaba y tenía un corazón de oro y al llegar el solsticio de Primavera se le despertaba el deseo de llevarnos a la fuente de "mi tío Rafael " ,para que nos bañásemos los niños y jugásemos con la arena de las orillas del Guatizalema y bebiéramos las aguas que surgían de la fuente que manaba a su lado.
Aparejaban la burreta torda-platera ,a la que por detrás del cuello, colgaba tía Luisa las alforjas con pan y chocolate y nos montaba a los tres hermanos pequeños, a saber Luis, Jesús y yo mismo ,mientras mis hermanos mayores ,Mariví, Manolo y María iban a alcanzar las aguas del río y de la fuente caminando y teniendo cuidado ,junto con la niñera de que no cayésemos de los lomos del asno al suelo.
¡Pobre tía Luisa ,qué cuidados y qué trabajos le proporcionábamos todos los niños allí reunidos, pues no estábamos sólo los seis hermanos ,sino también otros niños del pueblo, que tenían las mismas aficiones!. Yo mismo no quería bañarme con el bañador puesto ,porque decía que no quería mojarlo .El lugar donde nos bañábamos no era ninguna badina peligrosa ,sino un lugar donde el agua corría escasamente profunda.
Algunas niñas tomaban el sol ,mientras los otros se lanzaban agua del río entre ellos y algunos trataban de pescar algún pequeño pez que nadaba por aquellos lugares.
Y cuando llegaba la hora de merendar ,todos acudíamos a la fuente ,donde tía Luisa sin hacer diferencias entre los niños ,nos daba a todos la merienda que había traído de casa y hasta la burra merendaba por su cuenta ,comiendo yerba del prado donde estaba atada y algún trozo de pan que le dábamos sus amigos los niños.
Tía Luisa vivía para los demás y después de muerta en su Torre de Huesca ,que heredó de su madre Pilar Casaus ,ha completado su labor social y humana porque dicha Torre ,se ha convertido en el Hospital de la Seguridad Social ,en un enorme conjunto de edificios donde viven los oscenses ,en varias fábricas y en un enorme paseo con una hermosa fuente ,al que yo llamo no de Rafael ,sino de mi tía Luisa.
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