Escudo de Los Abarca en San Juan de la Peña |
La Villa de Siétamo está situada en las proximidades de la
Sierra de Guara, en su cara Sur. La zona en que se encuentra tiene como nombre,
Somontano de la Sierra de Guara. En ese Somontano oscense, a una altura de unos 500 metros sobre el nivel
del Mar, más o menos, según las variantes del relieve, se eleva Siétamo. Con la
vista de la Punta de Guara al fondo, se encuentra una meseta, larga y estrecha,
que baja desde las Eras en que antes, se
trillaban los cereales hasta las ruinas del Castillo- Palacio del Conde de
Aranda. Esta meseta limita por el Este con el pequeño vallón de la finca
llamada Valdecán y por el Oeste con la Paul o Arboleda, lugar por el que corren las aguas de las
fuentes, desde sus manantiales hasta la
Fuente Pública. Por encima de la Meseta, desde la era, antes propiedad de los
Ordás, hasta la Plaza Mayor, a la que se ha puesto el nombre del Cardenal Javierre, recorre la Calle Alta,
de la que salen por la derecha, dos calles, que bajan a la Paul, y a la
izquierda entra y sale la Calle de Valdecán, frente a la de Agustina
de Aragón, que acaba por la derecha para asomar en el Arrabal. Una vez en dicha
Plaza Mayor se alza la Iglesia Parroquial, construida en el siglo XV. Antes en
tiempos medievales, antes de la conquista por los musulmanes, hubo una pequeña
iglesia, en el terreno que hoy ocupa el templo parroquial, y en dichos restos
de la dicha y antigua iglesia, es difícil calcular la época, en que fue
construida. De esa antigua capilla, se asoma
una pequeña ventana, que da a la parte posterior de la Iglesia
Parroquial, en la parte Este de la meseta, donde se asienta la parte vieja del
pueblo, y desde dicha ventana, se
asoma un profundo valle, el del Tapiado.
Allí sigue la pequeña ventana, con parte de la reja que prohibía el paso por
ella y que fue cortada para escapar del cerco republicano, los defensores de
dicha Iglesia. El último de ellos fue el Sargento de la Guardia Civil Javierre,
padre del Cardenal y del gran escritor José María. Ahora los pocos que por allí pasan, se pueden dar
cuenta de las viejas rejas y de las que después de la Guerra Civil de 1936, se
volvieron a colocar.
En la citada Plaza Mayor, se encuentra el Ayuntamiento,
edificio levantado después de la Guerra Civil, sobre el solar derribado por la
artillería y por el fuego de los atacantes. Se derrumbó de nuevo, después de
construido por Regiones Devastadas y con los concejales Antonio Barta Viñuales y Rafael Calvo Bruis, fuimos a Madrid y se
restauró el edificio. Desde la Plaza Mayor desciende hasta el Castillo –Palacio,
la Calle Baja o Calle del Conde, que acaba en la Vía Romana, que desde Huesca subía a Alquézar
y que pasaba por el Castillo. Siétamo mismo, que antes llamaban Sieteno, estaba
en el Séptimo Millar de dicha Vía. En el Llano de Loporzano, encontré el miliar
V, grabado en una piedra de sillería, sobre la que se mostraba el cinco romano,
en forma de V mayúscula. No me la llevé para guardarla en el Ayuntamiento,
porque, creí que estaría localizada para su conservación por el Museo de
Huesca. Pero allí murió esa pequeña reliquia de la Historia.
Del citado Castillo se encuentran las ruinas, entre otras la
de un pozo, casi frente a la puerta antigua del Palacio. Cerca del Torreón, están los restos de una cuba para
pisar uvas, para obtener vino. Casi al lado del pozo, se precipita la meseta,
sobre la Carretera N-240, por su parte situada más al Sur. En la parte Oeste
todavía se conserva un tramo de la antigua muralla, con una Torre, a la que
miramos los hijos de Siétamo actuales, como han contemplado nuestros
antepasados y allí está, continuando los recuerdos del pasado, a cada
generación. Ahora miramos el tercio del Torreón derrumbado, cuando antes se
subían a lo más alto y observaban el paisaje. Hay una fotografía de mi abuelo
Don Manuel Almudévar, vigilando el monte de Siétamo y sus ganados. En la
muralla se deja ver la entrada a un subterráneo, por el que dicen se bajaba a
la balsa de la Huerta del Conde, mucho más abajo. Por aquella zona cubierta de
arbolado, era fácil huir de los que
perseguían al fugitivo.
El Doctor Cardús aficionado a estudiar la Historia, mandó a varios muchachos que entraran por aquel subterráneo, pero no pudieron pasar. Es de suponer que la vegetación, durante siglos, habría rellenado el pasadizo, con sus raíces, de tierra, que conduciría a la Balsa de la Huerta. También se veía y recuerdo haberla contemplado en un lugar elevado sobre el suelo, una horca para colgar a algún delincuente, pero no queda ningún recuerdo de que se realizase ninguna ejecución. En unas piedras o sillares, empleadas, después de la Guerra Civil, para hacer un local con arcos en su parte delantera, se siguen viendo muchas señales medievales, con las que se identificaban los que picaban las piedras de sillería, varios picapedreros o albañiles.
D. Manuel Almudévar |
El Doctor Cardús aficionado a estudiar la Historia, mandó a varios muchachos que entraran por aquel subterráneo, pero no pudieron pasar. Es de suponer que la vegetación, durante siglos, habría rellenado el pasadizo, con sus raíces, de tierra, que conduciría a la Balsa de la Huerta. También se veía y recuerdo haberla contemplado en un lugar elevado sobre el suelo, una horca para colgar a algún delincuente, pero no queda ningún recuerdo de que se realizase ninguna ejecución. En unas piedras o sillares, empleadas, después de la Guerra Civil, para hacer un local con arcos en su parte delantera, se siguen viendo muchas señales medievales, con las que se identificaban los que picaban las piedras de sillería, varios picapedreros o albañiles.
Dicen que este Castillo fue edificado en el siglo XIV y
modificado en el siglo XVIII. En el siglo XVII, leyendo el libro de Don Severino Pallaruelo de
Puyarruego, se ve la elegancia que los Condes de Aranda crearon en las salas
del Palacio, para recibir, entre otros, a la familia de los Azara de
Barbuñales, parientes de los Azara de Siétamo y amigos íntimos con el Conde. El
escritor de Puyarruego, Severino Pallaruelo, es un gran escritor de temas
aragoneses. En su obra “Bardají”, escribe sobre los viajes de la familia Azara
de Barbuñales, parientes de los Azara de Siétamo, antepasados míos. Escribe lo
siguiente:” En Siétamo, no lejos de Barbuñales, alzaba sus muros de arenisca
dorada el palacio de los condes de Aranda, amigos de la casa de Azara. Un tío de María Ana era canónigo de la catedral de
Huesca. Cuando (Azara) iba a visitarlo pasaba por Siétamo. Se detenía en el palacio de los
condes. Admiraba los salones. Allí había libros y estampas, telas exóticas y
muebles hermosos: todo el lujo tranquilo y claro, confortable y pulcro que
promovían los ilustrados del siglo como
ambiente donde desarrollar tertulias razonables, conversaciones interesantes y
debates acerca de la felicidad del género humano, conseguida por medio del
desarrollo de la inteligencia y de la riqueza”. Esta lectura me emocionó porque
me hizo recordar algunos muebles y mosaicos que mi padre recogió entre las
ruinas del Palacio y unos mosaicos. Severino Pallaruelo, que conoce la fabla
aragonesa, es de Puyarruego, cerca de la Iglesia de San Victorián, donde se
levantó por los visigodos un convento en el siglo IV. Bardají tuvo mucho que
ver con San Victorián. Pasó Bardají a Graus, donde se casó con la única hermana
de los Azara María Ana, de Barbuñales. Sus hermanos, principalmente el canónigo
de Huesca, visitaron el palacio del Conde de Aranda, mientras la vida lo
permitió.
Pero su situación,
al lado de la Vía Romana de Huesca a Alquézar, indica que allí siempre habrá
existido un edificio para los guardianes de la misma, unas veces castillo
guerrero y más tarde en el siglo XVII y XVIII, lo convirtieron en Palacio.
La Historia no ha dejado de ser la que ha visto renovarse
las luchas y las guerras. ¡Cuántas se realizarían en aquellos terrenos próximos
al Castillo!. Unas por los vasco-ibéricos y romanos, otras por los godos y más
tarde por los moros con los cristianos y más tarde entre carlistas y liberales.
El año de 1936 llegó la Guerra Civil, que destruyó a Siétamo y a su Castillo-
Palacio, donde se recordaría toda la Historia de Aragón y de España y Portugal.
Mis vecinos de Siétamo y yo, conocimos aquel
Castillo-Palacio, en el que mis antepasados, proporcionaban viviendas a muchas
familias. Yo me hablaba con ellos, siendo todavía un niño pequeño y conservo la
amistad con un sobrino del técnico en la construcción, que se había preparado
en Francia y que construyó, entre otras notables obras, una torre de la
Basílica del Pilar de Zaragoza. En dicho Castillo se encendió una guerra
terrible, en la que los defensores, a última hora tuvieron que huir, al
Estrecho Quinto. Entre los huidos figuraba la familia de Sipán, que un Escabosa
Azara, hermano de mi antepasada Francisca Escabosa Azara, que en el alero de la
casa colocó un azor de madera, como en mi casa Azara-Almudévar, pusieron cuatro
azores en el desagüe de la canal, que recogía las lluvias. Esta familia de
Sipán, en su huida desde Siétamo al Estrecho Quinto, perdió a su niña, que fue encontrada por mi buen amigo, el doctor
Coarasa de Torralba de Aragón. Cuando marcharon los héroes en aquella lucha,
para entrar en otra en el Estrecho Quinto, aquellos milicianos, miembros de
múltiples sindicatos, como UGT, CNT, FAI,
etc. que prendieron fuego a todo el Catillo- Palacio. Al acabar la Guerra Civil
en 1939, se usaron sus piedras, para construir casas nuevas en Siétamo, en Huesca, en Apiés, etc. Aquel
castillo-palacio, quedó totalmente destruido y con esas ruinas, ya no recuerda
casi nadie, la cultura, la sabiduría y la preocupación del Conde de Aranda, Don
Pedro Pablo Abarca de Bolea, por la diplomacia pues fue embajador en Moscú, en
Varsovia, en París, por la lucha en las guerras en las que participó, como en
Italia y en Portugal, donde se adjudicó a España la ciudad cercana a Badajoz,
llamada Olivenza. Pero le interesaba, además de la guerra
defensiva de los intereses de España, su agricultura, pues en Epila hizo
experiencias entre otras, la de las semillas de cañamón, para fomentar la economía,
Se preocupó del Canal Imperial de Aragón, del que tenía la intención de dejar
su entrada en el Mediterráneo, bajo la misma autoridad de todo el Canal. En
Siétamo, en la Paul, hizo una balsa, para regar los campos con el agua de la
fuente. En Valencia tenía una fábrica de porcelana y se preocupó de que sus
obreros jubilados, cobraran un retiro
Dicen que el Castillo-Palacio, se construyó en el siglo
XIV por un Señor, al que el Rey, dio el
dominio del pueblo, construyendo murallas, que rodeaban toda la meseta, sobre
la que está edificado el pueblo. Arreglarían
en tal siglo la parte palaciega del castillo, desde el que actualmente
se puede contemplar la parte baja de un Torreón de la muralla y una parte de la
misma. Se puede ver también la muralla en la parte alta del pueblo, detrás del
Restaurante, de la Arboleda o Paul, como
ha tenido por nombre hasta estos años. Queda un zócalo de un pozo de agua, en
la parte que estaba al lado de la Puerta del Castillo. Yo, al ver las ruinas del pozo, siento como en el
pasado sacaban agua del mismo, porque sobre
las piedras que componían su pila, alrededor del agujero, por el que se veía el
agua, se adaptaba una semicircunferencia de hierro forjado, en el cual se colgaba
una cadena, que daba vueltas para hacer
subir o bajar el pozal, con el que se obtenía el agua. Estaba el pozo muy
elevado en la meseta, pero de allí brotaba el agua. Mi tío José María me
enseñaba el funcionamiento primitivo del pozo y con él subíamos al palomar para
poner nidos a las palomas, en primavera y en verano y quitarlos en el invierno.
Antes de la caída de Huesca y de Siétamo en poder de los
cristianos el año de 1096, tuvo que existir un edificio dirigido por los árabes
y más tarde por Señores cristianos, y este edificio más tarde, en el siglo XIV, se transformaría en Castillo-
Palacio. Aquellos Señores cristianos, cultivaban la tierra con los moriscos como
agricultores, dirigidos por administradores. Estos vivían dentro de las
murallas, como trabajadores moros, y los
cristianos, al principio, vivían fuera de ellas. Yo he visto el cementerio moro,
cerca del actual de los cristianos, que se descubrió con el paso de tanques de
purín, que lo arrojaban por la tierra,
al hundirse las ruedas en las tumbas. Están sus tumbas orientadas a La Meca, con
unas pequeñas paredes, cubiertas con tierra y los cuerpos se ponían inclinados.
Fuera de la meseta, en las honduras colaterales a la muralla,
se fueron creando barrios de casas, que tuvieron su antigua iglesia en la
actual calle de San José, donde actualmente se encuentra un Chalet, y al
excavar una bodega, se encontraron, como
he dicho, sepulturas cristianas, entre las que yo pude ver varias tumbas,
incluso de algún niño, en la cripta de
la iglesia, hoy garaje. En esta parte exterior a la muralla se encuentra un
camino, lleno actualmente de carrascas, al que llaman Camino de las
Procesiones, que saldría de la citada iglesia. Por ese camino no recuerda
nadie, haber visto pasar procesiones. En cambio al otro lado, saliendo de la
misma iglesia se subía, haciendo el Vía Crucis a la Cruz elevada, que todavía
se conserva y hemos caminado por él, rezando el Vía Crucis, desde la actual
Iglesia Parroquial. De esta iglesia quedan escasos restos, como dos láminas primitivas de piedra, en la pared Sur de la
actual Iglesia, una de la cuales representa un ángel y otra una tiara papal. Al
hacer la excavación para instalar en Siétamo el agua corriente, se encontró una
figura de piedra, de las que sostenían los aleros, que se subiría de la antigua
iglesia a las obras de la nueva. Pero, antes de la invasión árabe, ya había
otra iglesia antiquísima, pues en la bodega de la actual, se ve construido, dicho sótano con una arquitectura
anterior a la románica. Al lado de la misma se encuentra una tumba de esas que
tienen arriba una parte más ancha y abajo, donde se colocan las piernas y los
pies, es más estrecha. Estas tumbas,
llamadas antropomorfas se encuentran por toda España. Están talladas en la
piedra, encontrándose algunas aisladas y otras, unas excavadas en unión,
en terrenos pétreos. Esta circunstancia
ha hecho que en su interior no hayan quedado restos humanos, entre otras razones
por haber sido utilizadas como bebederos o comederos, para el ganado. En esas tumbas se enterraba a
los muertos, sin ataúd. Aparecen ya estas tumbas antropomorfas en la época
celtibérica y lego en los siglos VII al XI, las llamadas medievales.
Cuando gobernaban los Aranda de Bolea, se aproximaron al pueblo
los hidalgos como los Cavero, que por
cierto en el escudo, que se exhibe sobre el portal de una antigua casa Cavero,
en su parte superior, está coronada por una noble corona; eran los Cavero,
parientes de los Señores Marqueses de Torres de Montes y de mi familia Almudévar. Estos Cavero de Siétamo,
cuyo escudo se conserva con corona sobre él, proceden de Casa Cavero de
Laperdiguera, donde se conserva una muy noble casa de los mismos. También llegaron los Azara, amigos o
parientes y se fueron introduciendo en el interior del pueblo, porque, además
los moros fueron expulsados en año de 1613. Pascual
Azara, sacerdote y tío de mi antepasada Francisca Escabosa Azara, casada con José Almudévar
Altabás, venido de la casa Almudévar de Barluenga, estudió en la Universidad de
Huesca, donde también al Conde de Aranda le dieron un título, así como por los mismos años estudiaron otros dos
hermanos Azara de Barbuñales. A Don Pascual de Azara por su amistad o
parentesco con los Aranda lo hicieron párroco del pueblo de Puidecinca, hoy
desaparecido y cercano a la actual Torreciudad. En aquella época, Puidecinca,
pertenecía a los condes de Aranda. Este sacerdote y universitario, Don Pascual
Azara, creó la capilla del Santo Cristo dentro de la Parroquia de Siétamo, en
colaboración con su sobrino José Almudévar Altabás, que bajó de Barluenga (Huesca)
a Siétamo para casarse con Francisca Escabosa Azara, sobrina de don Pascual
Azara que fue con los suyos administrando cofradías, de las que, al llegar a
viejos los miembros de tal cofradía, cobraban una cantidad, que les proporcionaba
bienes para vivir de ellos en Siétamo y en Castejón de Arbaniés. En la capilla del Santo Cristo,que se
encuentra en la Parroquia y en parte en casa Azara-Almudévar, colocaron el
escudo de Azara. Estos Azara, se extendieron por Arbaniés, donde se acabó el
apellido por haber tenido un Azara seis
hijas y ningún hijo, para transmitir su apellido. Otro Azara fue abogado en
Zaragoza. En Arbaniés todavía en la antigua casa, pone en su fachada CASA AZARA. A visitar al Conde de Aranda, venían de
Barbuñales, cuando iban a Huesca los
hermanos Azara, que tanto brillaron en la Historia de España y del Paraguay y
en todo el mundo, con la Zoología, estudiada por Félix de Azara de Barbuñales,
que se había creado a sí mismo un científico, en las verdes tierras del
Paraguay además de ser militar.
Los Aranda tuvieron su residencia en Siétamo, a pesar de
las numerosas casas que tuvieron en Zaragoza, donde nació su tía Ana Francisca
Abarca de Bolea, escritora incluso en aragonés, y en otros puntos de Aragón y Cataluña.
Parece ser que los Aranda pasaban el verano en Siétamo, pero en invierno,
vivían en Zaragoza, donde Don Pedro Pablo, estudió, siendo preparado, hasta que
a los nueve años fue a Italia donde su padre dirigía las tropas españolas. Allí gozó del arte, creando más tarde una
fábrica de porcelana en Valencia y allí
sufrió con la guerra, siendo herido, en
la que, tanto él como su padre fueron valientes militares.
Don Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, nació en el antiguo Castillo –Palacio
de Siétamo,(Huesca), el uno de Agosto del año 1719, siendo bautizado en su
Señorío, y entregó su vida en Epila (
Zaragoza) en 1798.
Aquel Castillo- Palacio lo abrasaron los sindicalistas que
al principio de la Guerra Civil de 1936, llegaron a apoderarse del mando de las operaciones del Ejército
Nacional, pero aún queda el Almacén del Palacio, que fue construido por los
administradores del Conde en 17.. y que yo, estoy tratando de conservar la
memoria de esta familia de los Abarca de Bolea, que tanto hicieron progresar a
España. Don Pedro Pablo Abarca de Bolea, X conde de Aranda, ya propuso, dar la
independencia a varias zonas del continente americano. Tal vez, si le hubieran
aprobado su idea, se hubiera conseguido evitar tantas guerras y España con Hispano
América, hubiese sido una gran nación, que tendría hoy mismo una gran fuerza en
el mundo.
En la Parroquia de Siétamo se conservaba en el Folio 165,
lo siguiente: ”El primero de Agosto fue bautizado el muy ilustre Señor Don
Pedro Pablo (con cerca de treinta nombres seguidos), hijo legítimo y natural de
los Excelentísimos Señores Don Buenaventura Abarca de Bolea y Doña Jiusepa Pons
de Mendoza, marquesa de Torres y duquesa de Almazán; fueron sus padrinos los
nobles Don Nicolás de Olcina y doña Manuela Fernández de Felices, cónyuges”.
En la página 257 de “Los Abarca de Bolea, Marqueses de
Torres”, en el ordenador, pone:”El gran Conde de Aranda Don Pedro Pablo Abarca
de Bolea, murió desterrado en su Señorío de Epila (Zaragoza), el nueve de Enero
de 1798”.
Fue el Conde de Aranda, la figura más representativa de
esta casa feudal, cuyo nombre hizo famoso en todas las Cortes de Europa, siendo
embajador en Moscú, en Varsovia y en París. Como militar, fue valiente; como
político y diplomático, experto y sagaz; como súbdito monárquico leal, como
mecenas del arte, basta recordar los nombres de Goya y Bayeu. Contribuyó al
progreso cultural y económico de España, nuestra patria, y Aragón, su tierra.
Ayudó generosamente a su deudo, el canónigo de Mora don Ramón Pignatelli de
Aragón y Moncayo, en la terminación de la obra del Canal Imperial, donde el
conde de Aranda, quería que la desembocadura del río Ebro, fuera una con el
Canal Imperial.
“El Conde de Aranda, terco de carácter, poco dúctil ante
los ”grandes” con ribetes populistas y muy orgullosos de sus títulos y
grandezas, nunca disimuló su desprecio por los “nuevos nobles”, es decir con
los burócratas ennoblecidos: Floridablanca, Campomanes…”.
El padre de DON PEDRO PABLO ABARCA DE BOLEA y Ximénez de Castro, (apellido que adoptó al
heredar su padre el título de Conde de Aranda, con el que sustituyó el apellido
de su madre Pons de Mendoza), fue según
le aplica el historiador oscense Ferrer Benimeli, Don PEDRO VENTURA DE ALCANTARA
ABARCA DE BOLEA, (En otras obras lo
llaman DON BUENA VENTURA ABARCA DE BOLEA,
Marqués de Torres, duque de Almazán y
Conde de Las Almunias). Se casó en
Sangarrén en 1715, con la que después sería madre de Don Pedro Pablo, a
saber Doña IUSEPA PONS DE MENDOZA, perteneciente a
la nobleza de Cataluña. Amaba el Conde con locura a la nación aragonesa, pero
su tendencia, era universal, como se ve en sus embajadas enMoscú, en Varsovia,
en Francia y en su intento de dar la independencia, hace ya tantos años a
varios países hispanoamericanos. Se escribió con Voltaire , pero descansa en
San Juan de la Peña, debajo de unas rocas pirináicas,cerca de Jaca. A partir de
esta fecha de 1723, pudo lucir el título
de Conde de Aranda, pero no lo quiso para él, que fue el IX conde de Aranda y
lo concedió a su hijo primogénito, Don Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de
Urrea, que pasó a ser el X conde de ARANDA.
El padre de Don Buenaventura Abarca de Mendoza, casado con
doña Iusepa López de Mendoza Pons y Galba, fue, como he dicho, Don BERNARDO
ABARCA DE BOLEA Y ORNES.
El padre de Don
Bernardo Abarca de Bolea y Ornés que estaba casado con Doña Francisca Bermudez
de Castro, fué Don Luis Abarca de Bolea
y Fernández de Heredia casado con Catalina Barbara de Ornés.
El padre de Don LUIS ABARCA DE BOLEA y Fernández de
Heredia fue don MARTIN ABARCA DE BOLEA Y CASTRO, casado con Ana Fernández de
Heredia y de Hijar. Se casó por segunda vez con Ana Mur de Pallaruelo, con la que
tuvieron a Doña Ana Francisca Abarca de Bolea, Religiosa de la Orden
Cisterciense en el Convento de Nuestra Señora de Casbas, en la provincia de
Huesca.
El padre de MARTIN ABARCA DE BOLEA y CASTRO, fue Don
Bernardo ABARCA DE BOLEA Y PORTUGAL, casado con Jeronima de Castro y Pinos , señora
de Sietamo y dueña de su Castillo-
Palacio.
El padre de Don Bernardo ABARCA DE BOLEA Y PORTUGAL , fue
Iñigo Abarca de Bolea y Portugal , casado con Bernardina Velazquez en 1502 y
fue copero Mayor con Fernando el Católico.
El padre de Iñigo Abarca de Bolea y Portugal, fue Fernando
Abarca de Bolea Garroz, casado con María de Portugal.
El padre de
Fernando Abarca de Bolea Garroz, fue Iñigo Abarca de Bolea, casado con N.Garroz, estuvo en las cortes de
1452 y fue Barón de Sietamo y Torres de Montes.
El padre de Iñigo Abarca de Bolea fue Pedro Martinez
Abarca de Bolea, llamado el sordo y acompaño a Pedro IV en la Reconquista.
El padre de
Pedro Martinez Abarca de Bolea fue ALONSO ABARCA, casado en 1281 con
Doña JUANA MARTÍNEZ de BOLEA. Contrajeron matrimonio con la condición de que
los descendientes varones de dicha unión deberían llevar en primer lugar el
apellido BOLEA.
A partir de ALONSO ABARCA
CASADO CON JUANA BOLEA en 1251, un amigo mío ha preparado este Arbol
Genealógico de los Abarca de Bolea, pero no sólo existieron los relacionados en
el Arbol, sino que los Abarca han sido y
son un gran número de ellos, unos en Navarra
y otros en Aragón. A estos hay que anteponer los Abarcas que dieron origen a
los que figuran en esta Arbol.
Dicen que los Abarcas eran unos
nobles navarros y aragoneses, descendientes del Rey de Pamplona y Conde de
Aragón don Sancho Garcés I, que rigió en aquellas tierras por los años de 905 a 925.
Los Abarca y los Bolea,
originarios del pueblo de Bolea, a catorce kilómetros de Huesca, en las
personas de Don Alonso Abarca y Bergua, y doña Juana Martínez de Bolea, se
unieron en Matrimonio y la citada doña Juana, impuso la condición de que sus descendientes debían llevar en
primer lugar el apellido de Bolea. Pero no se recuperó el Abarca, como primer
apellido hasta 1620, que Felipe III, donó el marquesado de Torres a don Martín
(Abarca) de Bolea y Castro, casado dos veces, una con Ana Fernández de Heredia
y ora con Ana Mur de Pallaruelo.
El padre de Martín Abarca de
Bolea Castro, fue Bernardo Abarca de Bolea y Portugal, que se casó con JERÓNIMA DE CASTRO Y PINÓS, que era SEÑORA
de Siétamo y perteneciente a la noble familia de los CASTROS y descendiente por
vía ilegítima del rey Jaime I, el Conquistador.
La actual sucesora del linaje
de los Abarca de Bolea es doña Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, duquesa de
Alba.
Este Castillo-Palacio
pertenecía a los nobles, entonces don Pedro Castro de Pinós, señor de la
baronía de Siétamo, de la real casa de Castro y a su esposa, doña Isabel
Ferrera, señora de Siétamo. Esta, dejó en testamento en 1556, herederas de sus
bienes a sus dos hijas, una Jerónima
Castro de Pinós, BERMÚDEZ DE CASTRO y otra Isabel, que se casó con don
Francisco de Altarriba, señor de la baronía de Huerto (HUESCA).
Yo ignoro si fue don Pedro
Castro de Pinós o un antepasado suyo, que se llevó a vivir a una querida, sin
matrimonio entre ambos. En aquellos tiempos, para evitar tal escándalo,
acudieron soldados de Huesca, para deshacer esa situación. El Señor de Castro
se vengó y entró en Huesca con sus seguidores, y trató de hacer la justicia,
que a él le conv
En la obra de Rafael de Fantoni
y Benedí en la página 248, dice que Jerónima se casó con don Bernardo de Bolea
y Portugal, que hizo información de la nobleza de sus apellidos en la Audiencia
Real en abril de 1547. En 1571, firmó la capitulación matrimonial con doña
Jerónima Castro de Pinós y Ferrera, señora
de la baronía de Siétamo. Este don Bernardo no fue conde de Aranda, pero fue
doctor en Derecho, noble de Aragón, virrey de Nápoles, en 1547, catedrático,
regente del Consejo Supremo de Aragón y vicecanciller de la Corona de Aragón, y
Gobernador de Portugal en el reinado de Felipe II.
Bernardo de Bolea y Velázquez
Portugal, también es llamado Bernardo de Bolea y Portugal. Nadie o casi nadie
se acuerda de tal habitante del Palacio de Siétamo y casado con Jerónima Castro
de Pinós y Ferrera, Señora de la baronía de Siétamo, hija de los nobles Don
Pedro Castro de Pinós, parientes del Rey de Aragón Jaime I, Señor de la baronía
de Siétamo y de doña Isabel de Ferrera, señora de Siétamo, que fuera un
personaje tan importante en la Historia de España. Llegó a ser gobernador de
Portugal, en los tiempos de Felipe II, en que dicha nación se volvió a unir con
España. ¿Qué inmenso poder tenía entonces España, unida a Portugal. La familia
de los Abarca de Bolea, se adjudicó el nombre de Portugal. En estos tiempos
parece ser que los portugueses no vacilarían mucho en reunirse con España, pero
ésta no podría soportar la doble economía.
Don Bernardo de Bolea y Velázquez
Portugal, más frecuentemente llamado Bernardo de Bolea y Portugal, fue hijo de
Don Yñigo de Bolea y Portugal,que nació en Zaragoza y se casó con Bernardina
Velázquez en 1502, hija de Ruy Velázquez del Puerco, que sirvió como copero
de Fernando el Católico y de Catalina
Velázquez de Olmedo,dama de Isabel la
Católica.
Su hijo don Martín Abarca de
Bolea y Castro tuvo una hija llamada, Ana Francisca Abarca de Bolea y Mur, que
por los años alrededor de 1550, que fue escritora de una obra pastoril en el Moncayo,
vidas de santas y muchas poesías en aragonés. Se hizo monja en el Monasterio de
Casbas, donde llegó a a ser Abadesa. Estaba en el monasterio con una prima
suya, con el nombre de Magdalena y por apellido Bolea, lo que pone claro el
problema entre los apellidos Abarca y Bolea. Tanto es así, que en un antiguo
libro pone a Magdalena con el apellido de Abarca. Su padre era un Abarca, pero
no de Bolea, sino de Serué y tenía una casa palacio en la calle de Huesca, que
va desde los jesuitas hasta la Plaza de Lizana. En ella vivió Sender y Don
Federico Balaguer me dijo haber visto a su madre, asomada al balcón de dicha
casa ,que se orienta hacia el Norte. Esta casa hace muy pocos años ha sico
reedificada y quitaron las bellas maderas que sostenían el alero. Ana maría
Abarca de Bolea y Magdalena unas veces Bolea y otras Aranda de Serué, se amaban mucho y están pintadas (ignoro si en
verdad son ellas o es una ilusión) en un retablo del Monaterio de Casbas. Dicen
que se publicaron las obras de Ana Francisca Abarca de Bolea, porque la monja
prima hermana suya,Magdalena Abarca de Serué, impulsó para publicar la obra de
Ana Francisca. Federico Balaguer, gran
historiador de Huesca me contó que en cierta ocasión, llegó a nuestra ciudad un
Abarca, dueño entonces del Palacio de Huesca de los Abarca de Serué, de la
misma familia que la prima de Ana Francisca Abarca de Bolea y se llevó a Teruel , donde vivía, el escudo de los
Abarca, no de Bolea. Pero la Familia de Carrera, que vive en Tudela, me enseñó
una piedra ornamental, que se trajo de un huerto que poseyó en la separación
del Coso Alto,detrás de los Salesianos.Fue en tiempos pasados aquel huerto
adornado con parras y con adornos pétreos de los Abarca de Serué, lo compraron
los Carrera en Huesca, a donde vivieron con la industria y comercio de los
automóviles y colocaron el pequeño monumento a los Abarca de Serué, parientes
de los de Bolea, en el jardín del chalet , en que vive la inteligente madre de
Eliseo Carrera. Allí lo fotografié.
Ramón J. Sender, vivió, como he dicho, en la casa que tenía Abarca de
Serué en la Calle Sancho Abarca y no pudo menos que escribir, en el capítulo
III de “Monte Odina”: “En el cuarto que hace esquina (piso principal) y que
tiene un gran balcón al Norte, por el que se ve Salto Roldán y otro al Oeste,
allí murió mi madre el día de Viernes Santo de 1926”. El recuerdo de Abarca y el afecto que dicha familia ha dejado en los
aragoneses, lo demuestra en su obra “Crónica del alba” Ramón J. Sender con la historia de Sancho
Garcés Abarca, primer Rey de Aragón en el Castillo , que poseía este Rey, en la
frontera con Navarra, allá en las Cinco Villas. Como digo en estel artículo
“Siétamo, geografía e historia”, “ parece deducirse que se trata del Castillo de Sancho Abarca, con
su iglesia románica de Nuestra Señora y de su Plana, que están junto a los
límites de Navarra y el pueblo de Sancho Abarca, situado en la carretera que va de Tauste a Egea de los Caballeros”.
Yo digo “Se daba cuenta del origen de
Aragón con los navarros, con los que gobernaban su antiguo reino en común y lo
recordaría durante su destierro en California”, donde “asiduo de la casa de
España, centro de la cultura hispánica, observó que en el edificio del
neobarroco colonial figura una reproducción de la portada principal del
Monasterio de San Juan de la Peña”, donde reposan desde Sancho Abarca hasta el
Conde de Aranda, nacido en SIETAMO.
Sender recuerda en su
obra:”Monte Odina” al castillo y a SIETAMO, cuando escribe: “Incluso en sitios
tan tardíamente recuperados, como SIETAMO, cerca de Huesca, cerca de la casa de
Bolea, Aranda, Abarca… y últimamente de amigos míos. Digo últimamente pensando en tiempos anteriores a
la guerra civil”. Esos dueños del castillo eran los Almudévar, y mi padre
Manuel Almudévar, que formaba parte de la administración del periódico La Tierra, dirigido
por Sender, el padre de Ramón J. Sender.
Escribe Sender que dos
escritores, uno alemán y otro inglés, que estuvieron en Siétamo durante los
peores días de la guerra “los dos me dijeron que Siétamo quedó completamente
destruido”.
Sender hizo una descripción
física de mi abuelo Don Manuel Almudévar Vallés, que dice así:” Con justicia o
sin ella a mí ese castillo me ha parecido siempre una fortaleza árabe o
berberisca. Quizá porque el señor que la habitaba en 1920, (no la habitaba,
pero la poseía), era un modelo y ejemplo estupendo de caid o sheik con su
pálida cara ovalada, su barba tuareg, su tez de camellero del desierto y sus
anchos y hondos ojos sombríos, en cuya fijeza había sugestiones misteriosas y
ancestrales”. Habla el escritor Sender de que Siétamo “era un pueblo liberal y
los fascistas debieron destruirlo con gusto
(un gusto entre bárbaro, estúpido y criminal) desde Montearagón”. Aquí
Sender, que ya estaba al otro lado del Océano, se equivoca en parte por no
estar bien informado, pues los cañonazos venían principalente del Este. Yo
escribí: “El castillo fue destruido por ambos contendientes, pues los
milicianos del gobierno lo quemaron y los que Sender llama fascistas, derribaron
sus sillares de piedra, convencidos de que el conde de Aranda era masón”.
Pero no soy yo, únicamente el
que se acuerda de Siétamo, deshecho por la Guerra Civil, sino que son muchos
los que vivieron aquella catastrófica batalla y otros muchos que allí murieron.
Estos días de 2013, ha muerto Pepe el Cartero, como algunos llamaban a José
Ferrando, que al jugar con los restos de instrumentos de guerra, que estaban
abandonados por la calle, le explotó una bomba de mano y se le llevó parte de
su mano derecha.
Don José Borruel Oliva, Maestro
Nacional jubilado, escribe los recuerdos y los sueños de Siétamo, por ejemplo
de la romería que cada año se hace a Monflorite, donde tanto peleó el escritor
internacional Orson Welles. Allí fue herido y trasladado al hospital improvisado
de Siétamo, de donde lo llevaron a Tarragona. A última hora lo quisieron
perseguir los comunistas, pero él huyó a Francia. Ya no volvió más por Siétamo.
Pero Don José Borruel, el año
dos mil seis, dibujó un plantel de figuras de Siétamo, de la que escribe: “
Amigo Ignacio: Desde hace unos años tenía archivada la página adjunta titulada
“Figuras”, y como entre los rostros dibujados me encuentro yo,daba un poco de
rubor su divulgación…, pero he decidido enviarlas a cada uno de los “figurados”
presentes y alguno de los ausentes”. Don José hizo estas “Figuras” de
personajes históricos y algunas personas cercanas al devenir del pueblo.
Entre ellas aparecen el
Excelentísimo Conde de Aranda, Capitán General, primer Ministro, Política, Embajador,
Ilustrado. 1719-1798- Epila (Zaragoza), así como otros sietamenses notables en
la Historia y otros que hemos vivido, en Siétamo y tenemos mutuos recuerdos de
lo que pasó en nuestras vidas.
Como escribe Don José Borruel
Oliva: “En esta documental se hace gala y lucimiento, mostrando en una sola
página, la composición dibujada, de un sencillo y esquemático plantel de
rostros inanes, que no son caricaturas, ni buscan parecido con la realidad, aunque
haya algún detalle o atributo que se identifique con el nombre de la figura nominada.
Todo viene endosado, por el deseo de interpretar un impulso imaginativo y
afectivo, sin ser ninguna obra de arte, si no la pretensión de acercar pasado y
presente, de algunas personas”.
Trata José de
explicar el sentido de su dibujo, pero al mismo tiempo, me justifica a mí, como
expresa en el párrafo anterior, cuando dice “por el deseo de interpretar un
impulso imaginativo y afectivo, sin ser ninguna obra de arte, sino la
pretensión de acercar pasado y presente” de nuestra Historia de Siétamo, en la que, no sólo entran los Abarcas, los Castros y el
Cardenal Javierre, sino también gentes sencillas como Antonio Bescós o Trabuco
y los que aparecemos entre las Figuras de José Borruel y todos los que han
habitado la Villa de Siétamo.
Como todos los artículos de ignacio Almudevar Zamora me ha encantado, pues además de dar una visión de Huesca, la Hoya el Somontano durante el siglo XX, también incluye datos históricos de siglos anteriores. Hay otras razones que me han hecho muy agradable este artículo, pues aparecen datos sobre las familias Borruel y Azara, ya que mi abuelo se llamaba Antonio Borruel Azara, nacido en Pertusa. Hay otra circunstancia, estudié en Villava con Jesús Almudevar Zamora, hermano de Ignacio..
ResponderEliminar