No sería extraño que Gonzalo, el
cheso, cantara aquella copla de su pueblo, que reza así: ”Ya s’o canso de
vivir-toda la vida’n la glera,-arrancando los cantals- y zurrastriando las peñas”, ¡no, no sería extraño!, por que este hombre
perdió a su esposa hace unos veintiún años se quedó con sus dos hijas, una de
quince y la pequeña de cinco. Y vuelvo a repetir que no sería raro escuchar esa
canta del lugar de Hecho, porque él sabe su fabla y tiene escritas en ella,
varias poesías, de las que yo tengo una, pero que no recuerdo donde. En Hecho
conserva la casa de sus antepasados, donde ejerció más de treinta años, su
padre, la Medicina. Ya llevaba veinticinco años de dolor por la ausencia de su
buena esposa, cuando ha venido la muerte de su hija Eugenia, que ha aumentado
su soledad, porque ella le hacía compañía porque se veían y la traía y la
llevaba a Zaragoza. El año 1982, en que asistí en Hecho a su primer Premio
Literario, lo ganó la poetisa chesa Rosario Ustáriz, con su poesía titulada “Remerando a Pedro
que s’en fue chugando”. Era Pedro un muchacho de once años, que se encontraba
con los demás compañeros jugando a cazar jabalíes y de repente cayó al suelo,
ya muerto. “Lo medico, con Constancio, -facieron …lo que podieron, pero l’alma
ya yera lejos, mui lejos…-Y lo cuerpo sin de l’alma-ya no ha vida,¡ya ye
seco!”. Y Eugenia, imitando a Pedro, se fue, no jugando, pero si, tal vez
soñando. Llegué al entierro y todo el mundo lloraba y como dice Rosario “anque
plorase por dentro” –“Yo también “te ploré ¡muito!-¡como si eses estau
nuestra!”.Gonzalo no manifestaba las olas de lágrimas que querían brotar de sus
ojos, porque su corazón y su cabeza estaban “cansos” de sufrir las muertes de
su esposa y de su hija, como sus paisanos lo estaban de “vivir toda la vida’n
la glera… y zurrastriando las peñas”. No quiso tampoco enseñar sus poesías y es
que la emoción y la razón se oponen y es necesario equilibrarlas y más en ocasiones en que uno hubiera mejor deseado
su propia muerte que la de su hija.
La poetisa Rosario Ustáriz
explica como Pedro, arrimado a la Puerta del Cielo le diría a San Pedro:
”Dixame que l’abra yo-qu’estos que puyan, son d’Echo!. Y Pedro al llegar
Eugenia usaría todo contento las llaves del Cielo, que San Pedro le dejó ya
hace unos años.
Hace poco tiempo pronuncié unas
palabras en el veinticinco aniversario de la fundación de la Parroquia de San
José y al llegar a sus puertas para asistir al funeral de Eugenia, pensé que “estos
recuerdos que me aproximan a la Iglesia de San José, abren puertas desde ella a la Eternidad”, porque siendo niños,
cantábamos:”Levántate José y enciende una vela y mira quien pasa por la
carretera. Los ángeles son que van de
carrera y llevan una joven vestida de seda. ¿De quien es esa moza?, de María.¿Dónde está María?, hablando con José. ¿Dónde está José?, hablando
con San Pedro. ¿Dónde está San Pedro?,
abriendo y cerrando las puertas del cielo.
Eugenia ha sido acompañada en las
puertas de allá arriba por Pedrito el de Hecho, y ahora hay que acompañar en
este mundo al que tiene que caminar solo entre “cantales” y peñas.
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