El día doce de Mayo, se celebraban en Almudévar las tradicionales
ferias de ganado,que coincidían con las fiestas pequeñas y que duraban tres
días, empalmando con el día de San Isidro Labrador. Dichas ferias se acabaron, ¿hará
ya unos treinta años, poco más o menos?, porque se acabaron los machos y las
mulas, los burros o asnos (para los que hablan mejor) y hasta los caballos casi
llegaron a desaparecer, para más tarde experimentar una brillante resurrección,
que, por otra parte no ha dado lugar a otra resurrección de las ferias de
caballos. Me dijo uno de Almudévar que dicha feria fue sustituida por una
fiesta pequeña dedicada a San Isidro Labrador y yo no digo nada, porque no sé
si ya se unían en aquellos años las fiestas y las ferias y al acabarse las
ferias, quedaron o se fundaron las fiestas de San Isidro.
¡Cómo se llenaba la Villa de Almudévar de caballerías y de
tratantes!, esta situación hacía que los
vecinos salieran,unos a ver, para comprar, y otros para curiosear y llenaba las
posadas y las casas de forasteros que venían a hacer lo mismo que hacían los de
Almudévar. La víspera, es decir el día once de Mayo llegaban camiones llenos de
caballerías, en tanto que otras venían andando de Huesca, de los castillos y de
los pueblos para ser vendidas, unas veces y otras los labradores venían a
comprar o a ver la clase y el precio de los animales y los que vivían de las
ferias a vender chucherías o a organizar rifas,loterías o juegos.
No podían faltar los gitanos o "calós",de los que
todavía queda en Huesca uno de los que vivieron la feria, al que llaman Saputo,pues
por lo visto nació en Almudévar, a donde iba, como Carletes, de ayudante de un
tratante. Sabían mucho de los animales con asma, con cojeras y
"guitos".
Llegaban financieros, como Don José María Lasierra de Chimillas,
que con su dinero apoyaban a algún tratante o a algún labrador, buscando que
les quedase alguna perrica. Llegaba el
tratante Banzo, que llevaba como mayoral y ayudante a Carletes, cuyo verdadero
nombre era el de Antonio Ibor, que todavía vive,(hoy junio de 2015 lo he visto
con más de noventa años en Siétamo) y es cofrade de la Ermita de Cillas, de la
de Salas y de otra Cofradía de la Catedral. Conserva, a pesar de sus años su
tipo torero, que tantos años exhibió en la Plaza de Toros de Huesca, donde, con
su traje de caballero y su sombrero, salía montado a caballo, quitándose el
sombrero para pedirle al Presidente la llave del toril, con el fin de empezar
la corrida. Pero no siempre,si no era para San Lorenzo andaba a caballo en la
Plaza de Toros, pues otras veces montado en un macho o una mula, que hacía de
guía de los otros y de las otras,que venían de Huesca a la feria de Almudévar.
Traía de siete a nueve animales, que excepto el que él montaba, iban
emparejados unidos por el cuello como si fuesen a labrar con un jubo o yugo. De
esta pareja, una llevaba en su cola un ramal que la unía al cuello de la
siguiente, cuyo cuello también estaba unido a su pareja. Con esta hermosa reata
llegaba a Almudévar y allí estaba cuando quería, pues si le apetecía llegar el
día doce, salía de Huesca el día once por la tarde,para entrar en Almudévar el
día doce por la mañana y si deseaba llegar anticipado, el día once madrugaba y
a las seis o siete de la mañana se lanzaba hacia la Villa, donde se celebraba
la feria y le daba tiempo de acomodar las bestias en sus cuadras, de
cepillarlas con cepillo y almohaza, para que estuviesen bien presentadas ante
los compradores, cuando estos vinieran. Pero unos momentos antes de que estos
estuvieran presentes, cogía una gamuza impregnada de petróleo y se la pasaba
por el pelo de los animales para que brillaran como la plata. Había llegado el
momento de comenzar las ventas en la feria. Todavía tenía Carletes tiempo de
ir a echarse algún trago con sus
conocidos. ¿Qué cuadras eran esas donde Carletes actuaba con tanta profesionalidad?.Nada
mas estar presente en Almudévar, desataba a los animales en la cuadra de casa
Cascallo, que se encontraba en la Plaza de la Iglesia y en otras ocasiones iba
a parar a casa del Santo, el célebre Mariano (que en paz descanse).Este Mariano
vivía en la calle Mayor acompañado de su hermano, hasta que partieron sus
bienes. Pero no sólo venía el amigo de Carletes, Cayetano Banzo, que era su
amigo de verdad y todavía le queda alguno en Almudévar, pues me
comunica:"Tengo que decir que mucha gente de Almudévar de aquellos años, me
dice todavía adiós", sino que
también lo hacía León Belío, alias "Calzonetes", que iba a
casa Bercero y luego a casa de Antonio Atarés, en la Placeta de la Iglesia,
donde lo apreciaban como si de un familiar se tratase.
Pero no puede olvidarse Carletes de Cayetano Banzo, pues dice que
cuando murió de cáncer en la garganta, tenía veinticinco o treinta mil duros en
el Banco Español de Crédito y en el Banco Hispano -Americano quinientas mil
pesetas, conjuntadas con su hermano.
El difunto Castor, que supongo tendría su época de hombre vivo,
pues yo siempre lo he oído nombrar con el adjetivo del "difunto", se
quedaba en casa del Santo en la calle Costa, y compró una mula
"guita",a la que habían dado una inyección calmante, pero cuando se
le pasó el efecto, empezó a lanzar coces y tuvo que buscar al vendedor y
pasarle cuentas. Es curioso que todo el mundo cuando nombra a Castor,le dice el
"difunto Castor".Debía ser rico y generoso, pues a su hermana ,que se
casó con Belío, conocido por Calzonetes, le dió de dote, diez vagones de mulas.
Los hermanos Centelles a saber Luis, Alfonso y Mariano, venían de
Zaragoza y se instalaban en la calle Baja en casa de Juan Lino, a saber casa de
Doña Visitación Borderías. El Royo Aurín llegaba de Sabiñánigo y en cierta
ocasión, se encontró por allá, por Monrepós con unos tratantes que dijeron
que bajaban a Almudévar a comprar un lote de mulas de muy buena calidad. Se
pusieron a almorzar, pero él sin decir nada, se bajó a Almudévar bien deprisa y
cuando llegaron los otros, ya las había comprado.
Pero no sólo iban los tratantes que he citado, sino que además
llegaban Alvaro Gascón, Crespo de Alcalá de Gurrea, Don Antonio Bello, El
Piojo y no sólo estos, sino que venían de Cataluña, de Valencia y de otras
partes de España. Me dice Carletes que un tal Dionisio de Barcelona, comprador
de carne de mulo, de caballo y de burro, hizo una operación de comprar machos
que vendían por cuatrocientas pesetas y él, aquella misma mañana se gastó unas
cuatrocientas pesetas en vino, café y pasteles, de los que compró de diez a
quince docenas. Dicen que vendían machos por ochenta duros y que él los llegó a
comprar hasta por treinta.
En aquellos tiempos se vendía mucho ganado, machos y mulas, para
los labradores, unas veces a fiar durante tres años, con letras o pagarés o
simplemente a plazos, sin documentos, cuando había confianza. Entonces había
pocos que pudieran pagar sus compras al contado.
Por entonces,a pesar de las dificultades económicas, se lo pasaban
muy bien, pues a los huéspedes les daban de comer en las casas donde se
acomodaban ellos y sus bestias. Entre otras comidas con categoría les daban el
pollo a lo "chilindrón", paellas
con todos los complementos, aunque los mariscos eran muy escasos en aquellos
tiempos, añadiéndole trozos de conejo o,simplemente, caracoles. Por la noche
iban a tomar café y en el local se juntaban los tratantes de Aragón,de
Cataluña, de Valencia y otras partes de España. Después de tomar café, casi
siempre en el Casino, se iban al Bar Subías, que por cierto tenía baile además
de bar, donde como he dicho el valenciano ,cuando hizo un gran negocio
comprando animales para carne, invitó a todos los amigos a tomar café y
pasteles, de los que compró, como ya he contado, unas quince docenas.
En el baile se lo pasaban bien, pues a veces un grupo cantaba
aquella canción que decía:"¿Donde estará el avión ,chist, chist, el
avión chist, chist, el avión?",mientras algún "cachondo" apagaba
las luces y después las encendía. Cuando apagaban las luces, las mujeres
chillaban, es decir que armaban una "chilamenta",de ...
madre".Hace cuarenta años un, actualmente herrero de Huesca, acudió a
bailar en una moto Guzzi, acompañado de un amigo suyo, llamado Pascual. Había
muchas y hermosas mozas a las que nadie sacaba a bailar y cuando ellos
comprendieron que no faltarían a nadie, sacándolas, las sacaron y a
continuación empezaron algunos mozos a empujarles y a reírse de ellos, por lo
que las dejaron y se fueron.
Ahora se acuerdan en Almudévar de renovar las bodegas, pero en
aquellos tiempos, cuando aproximadamente a las dos de la madrugada, después del
baile, subían a las mismas,allí les daban chorizo, salchichón y jamón,
acompañado de buen vino, tan bueno que
algún visitante se quedaba más borracho que el mismo vino. Pero como
dice Carletes,a él y a Cayetano Banzo les invitaban de corazón y no les dejaban
pagar ni un duro.
Aquellos tiempos ya no los veremos más, pues los tiempos pasados
no vuelven, ya que la juventud viene de
otra forma. Aunque en Almudévar, donde quedan gentes de gran corazón, es
posible que resuciten las citadas bodegas y se vuelva a invitar a los amigos y
visitantes, aunque no haya ferias.
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