La belleza morena del Senegal,
cuyo nombre suena musicalmente al hacerlo sonar al mismo tiempo que el del río
Senegal, sonríe al escuchar estas palabras. El verde panorama del paisaje de
este País con este colorido, encierra el suelo bajo la sombra de esos árboles,
para aliviar los radiantes rayos del sol, que bajan del cielo. Las aguas del
río Senegal, dan vida no sólo a los peces que por su corriente se desplazan
nadando, sino que también a las personas que pescan en sus aguas, para
transmitir a sus cuerpos una agilidad semejante a la suya propia. Sus cuerpos
impulsados por el clima y por la agilidad de los cuerpos de los peces,
consumidos por los senegaleses, cantan y bailan y se alegran de la vida, que
está estimulada en este hermoso y calenturiento País.
Hacen sonar el Tam- Tam y con sus
sonidos, entran en un ritmo los pies y las manos de los morenos, que, enamorados del mundo, bailan y bailan.
La morena, cuando todavía era una
morenita, se contagiaba con aquel sonar de los tambores y bailaba y bailaba, de tal modo, que todavía le queda un
cuerpo moreno, encendido por el ritmo del bosque.
Ha traído ese ritmo a España y
con su cuerpo sereno, que reparte la alegría de los sabrosos platos del Hotel,
alegra los cuerpos de los europeos, que recogen sus manjares en el Comedor.
¡Dios mío, que contraste entre el
ritmo que le ha marcado el Tam- Tam de su tierra y la serenidad que produce su
presencia, ante tantos clientes!
No hay comentarios:
Publicar un comentario