San Juan de la Peña (Huesca). |
Yo tengo
necesidad, de vez en cuando, de subir a San Juan de la Peña, y es que desde
niño, ya antes de la Guerra Civil, frecuentaba el castillo donde nació Don Pedro Pablo Abarca de Bolea,
Conde de Aranda y Barón de Siétamo. En aquel castillo vivían varias familias
del pueblo y, cuando acompañado por mi tío José María recorría el atrio, veía
como en su interior se alzaba una horca,
que era como un símbolo de que el poder dependía del Barón. Pero todos decían que no se usaba dicho artefacto
mortuorio, lo que me consolaba al
comprobar que el Conde de Aranda no fue cruel. Después subíamos por las amplias
escaleras de piedra, iluminadas por ventanas también de piedra sin cristales de
las que en el patio de mi casa
guardo una. Cuando llegábamos a
la parte alta del castillo, entrábamos en el palomar, en el que mi tío José
María criaba palomas, a las que les daba
de comer y les ponía nidos. Desde tal altura, las aves se lanzaban a volar por
los cielos y dominaban el paisaje del Valle de la Fondura del Guatizalema. Yo
siempre añoraba la ausencia del Conde y
por eso, sentía la necesidad de ir a verlo donde estaba enterrado. Hace
unos días subí a San Juan de la Peña y contemplé su sepulcro que habían cambiado de lugar,
porque antes estaba en la Capilla Real y ahora está fuera. A su lado, se
muestra un escudo de un Abarca de la Garcipollera consistente en dos abarcas.
Ese escudo era común a Don Pedro Abarca y al noble caballero ahí enterrado,
porque los orígenes del primero estaban en la Montaña y el nombre de Abarca es
nombre vasco-ibérico y se da mucho también en Navarra. Subí en el coche a San
Juan de la Peña y lo hice por Triste y otros pueblos hasta que llegué a Botaya.
En este último lugar, entré y al oír cantar en la iglesia, penetré en ella,
donde estaban celebrando la misa, porque era la fiesta de San Bartolomé. Botaya
está muy cerca de San Juan de la Peña y allí vivía mi bisabuela, que había
nacido en Casa de López, antiguamente Lope y se casó con un Casaús, que era
banquero, en Huesca, en el Coso Bajo. Allí recé por ella, igual que en San Juan
de la Peña pediría por el Conde de Aranda que sería igual que pedir por Aragón.
Después de realizar la visita al Barón de mi pueblo, bajé a Santa Cruz de la
Serós y en esta vertiente del Monte Pano, hacia el norte, ya se veían los
pueblos más cuidados y con más casas nuevas que en la cara sur, lo que se
explica por la mala carretera por la que se comunican. Comí en un restaurante y
medité sobre Echo, Ansó, la Canal de Berdún, Javierregay, Embún... En tiempos
toda esta comarca constituyó el Viejo Aragón, nombre del río Aragón que
equivale en vasco al valle o río que viene del día. Fui a Jaca y después de ver
la cantidad de nuevas construcciones y reformas que se están realizando en ella
fui a visitar a Mariano Lagrava, nacido en Echo y casado con Miguela Gastón,
natural de Ansó. Son dos habitantes auténticos de la Montaña, como el Conde de
Aranda, y que residen en Jaca donde cultivan su cultura con música clásica en
la Coral de la Catedral. Igual que el Conde de Aranda cuando se retiró fue a su
residencia de Épila y se dedicaba a hacer cultivos experimentales en la
agricultura, Mariano, en su huerto, tenía un corte de alfalfa que parecía estar
destinado a mantener un gran número de animales rumiantes. No pude verlo y
después me he enterado de que lo sintió como yo siento ir a visitar al Conde de
Aranda, no poder verlo y no escuchar sus
palabras.
En una
fotografía de 1936, se ve a Lluis Companys, presidente de la Generalitat, que
camina hacia el castillo donde nació el Conde de Aranda y daba la impresión de
que iba a hablar con él, pero no se hablaron, dado que el Conde de Aranda ya
había expresado sus ideas hacía muchos años, antes que los catalanes, cuando
dijo:“Aragón es una Nación”.
mi email es ignacioalmudevar@yahoo.es
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