martes, 12 de febrero de 2019

Carta que recibí desde Irún en 1980.-

     
                     
La sangre nos viene a la familia de Don Paco Ripa y a la mía, de Botaya, en plena Montaña del Monasterio de la  Peña,  encima  de Jaca. En Casa de López de Botaya, buscó el Banquero Casaus una hija para contraer matrimonio, llamada Pilar López de Botaya  y  ésta  fue bisabuela mía y de mis hermanos. Tuvieron el Banquero Casaus y su esposa retratos pictóricos en casa de Llanas, donde yo los he contemplado muchas veces. Yo  todavía  conviví con su hija, llamada Pilar y abuela mía  en Siétamo, aproximadamente durante un año, pues yo nací en 1930 y ella murió en 1931. Don  Paco Ripa de Jaca se casó con una hermana suya, que tenía por nombre Apolonia Casaus  López de Botaya. Este nombre lo contemplé en Casa Ripa de Jaca, escrito en un vidrio del salón, donde en varias ocasiones, entré a saludar a Don Paco Ripa.

Tumba del Conde Aranda.

Tengo recuerdos de Casa Ripa de Jaca, en la cual se encuentra, aunque no  sé con seguridad si se conserva  esa sagrada capilla,  con los instrumentos litúrgicos que en ella se usaron. Los Ripa formaron una  familia  noble,  que  en tiempos pasados, en aquellos bancos se asentaban los asistentes a sus ceremonias religiosas. Fue Don Paco Ripa Alcalde de Jaca.
Pero la Guerra Civil de 1936, a mi familia nos hizo huir a Jaca, donde Don Paco Ripa y su hijo Luis nos recibieron con cariño, proporcionándonos incluso colchones y mantas. Nos llevó mi tío Don Paco Ripa a contemplar un acto religioso, del que el Himno religioso a Santa  Orosia,  canta :”Todos los pechos aragoneses- y los de Yebra en la Montaña- a  Orosia claman con frenesí”.
Allí estaban reunidos muchos habitantes de Yebra de Basa con los jacetanos y un día en el Almacén de Sorribas, almacén que posee mi amigo en el término de Quicena, junto al Hotel Montearagón, saludé a Santiago Villacampa, natural de Yebra de Basa. ¿Cuántos siglos han unido a Yebra de Basa con el pueblo de Ibieca que se encuentra limitando con el de Siétamo?.
Yebra de Basa , en la Montaña Pirenáica e Ibieca debajo de Sierra de Guara, son dos poblaciones unidas por la Historia por Santa Orosia y ese parentesco espiritual hacía que los vecinos de Yebra se amasen con los de ibieca. Desde hacía una multitud de años Santiago Villacampa de Yebra, danzante de Santa Orosia, se reunía con mi amigo hijo de Ibieca, en el Almacén, junto a las Harinas de Porta y almorzaban unidos por la historia, invitándome a mí en algunas ocasiones.


Yebra en la parte de la Montaña,  cerca  de  Jaca, acudía cada año a Jaca, cerca de la actual estación de Autobuses, donde contemplábamos a la santa, llamada  Orosia, protectora de los endemoniados  que la acompañaban a una elevada torre, desde donde un sacerdote los bendecía contra la locura, que en esos momentos de una Guerra Civil, parecía haber aumentado en número de endemoniados.
 No se acabó el trato familiar entre los jacetanos y los hijos de Siétamo, pues la hija de esta noble familia  pirenáica  de los Ripa, tiene todavía una hija a la que el aspecto de Jaca, de San Juan de la Peña y de aquel país, que formó parte del País Vasco, le dio una personalidad especial. Se bautizó a sí misma como “La Ripaldi”. El apellido de Ripa se extiende por Aragón, Navarra y el Midi francés.
El día 24 de diciembre de 1980, recibí una tarjeta navideña, escrita por la Ripaldi que dice: ”Muy querido tío, Ignacio y familia: Oigo cantar a mi padre “ Las flamas de lo fogaril” a la par de la “cassete” que se ha comprado del grupo Subordán, con estas melodías rememoro desde Irún, la maravillosa tierra de Aragón con sus fiestas familiares. Paso estas fiestas en Irún junto a mis padres y mis hermanos, probablemente no suba a esquiar con mi hermano Paco,  pues  estoy  muy  feliz  sin salir de casa, encendiendo la chimenea y leyendo libros. A ver si un día de estos me escapo de Zaragoza y subo a veros.
Por cierto, Ignacio, no sé si te lo dije, pero hará cuestión de tres semanas, tropecé con Julio Brioso “más dinámico que ayer, pero menos que mañana”, que me comunicó su próximo destino laboral: Méjico, ¡sensacional!, ¿no?. Aprovecho estas letras para desearos a vosotros felicidad y a la cosecha que venga copiosa en este año entrante. Un fuerte abrazo, ¡Ripaldi!”.
La “Ripaldi”, gozaba de un cerebro inteligente, que venía de “La Corona Real del Pirineo”, establecida y disputada. “ Escribíala  el  Doctor Don Fray Domingo de La Ripa, Monge Benito Claustral, Enfermero, Prior Conventual, que fue del Sagrado, y Real  Claustro de San Juan de la Peña y Visitador General de la Congregación Tarraconense, y Cesaraugustana: Examinador Sinodal en el Obispado de Jaca, y Coronista Creado por su Magestad, y Cuatro Brazos, en las Cortes del Reyno de Aragón”. Esta escrito este texto, el Año de M.DD.LXXXVIII.
El recuerdo de este  Abad de los antecesores de la familia don Paco Ripa, le dio a conocer  a las hermanas Pilar y Apolonia Casaus y López de Botaya, que salieron de una casa noble de la pequeña llanura,  que se asienta en la cima de San Juan de la Peña, que era como una llanura montañesa, en la que se encontraba además el pueblo de Botaya, el Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña. El Monasterio Viejo se encontraba en la ladera Norte del Monte de San Juan. Tanto era  así,  que  desde éste más antiguo Monasterio, en cierta ocasión, nos subieron allá arriba, es decir al Nuevo, en autobús. Al encontrarse el Monasterio Viejo en la alta  ladera  de  la  Montaña  de San Juan, tenía, imágenes de pórticos y de esculturas, grabados en la misma piedra.
Pero al llegar al Monasterio Nuevo, nos acercamos al pueblo de Botaya, donde nacieron la esposa de Don Paco Ripa de Jaca y su hermana con el apellido de Ortega y López de Botaya.  La casa en que nacieron ambas, estaba representada en una pequeña plaza, con datos de familia y dibujos de la vida de dicha casa. La esposa de mi abuelo Manuel Almudévar Vallés se llamaba Pilar Casaus y  López de Botaya  y casada con Manuel Almudévar Vallés.
En la Torre Casaus de Huesca, dejó dos libros de 1.638, que recogieron en el Monasterio de San Juan  de  la Peña, escrito por  Fray Domingo de La Ripa, pariente de Paco Ripa. Estos libros se guardaron en la Torre de CASAUS, debajo del Cerro de San Jorge y yo los recogí al morir mis tíos Luisa y José María y he gozado con su lectura. Al ser expulsados los monjes del Monasterio de San Juan de la Peña, mi abuela Pilar Casaus y López de Botaya, recogió  alguno  de  esos libros y los guardó en la dicha Torre de Casaus.  Al morir mis tíos, yo guardé esos libros que ahora alegran mi vida.
El Conde de Aranda, Don Pablo Abarca de Bolea, tiene el apellido Abarca, palabra ésta que es de lengua vascuence e hizo todo lo que pudo, para ser enterrado en San Juan de la Peña. Hubo peleas o discusiones sobre si lo enterrarían en el Centro de España o en el antiguo Monasterio de origen vasco –ibérico como el próximo de Navarra Monasterio de Leyre, que es fronterizo con Aragón. El escudo de los Abarca se encuentra incluso en Pamplona, en el Monumento que  encuentra al lado del Ayuntamiento de Pamplona. Nació el Conde de Aranda en mi pueblo de  Siétamo. Aquí en España se formó la Nación Española y ahora hay quien sueña en dividirla, cuando en el siglo XVI, todavía se hablaba el vasco en gran parte de Aragón en incluso de Lérida. El Conde de Aoranda, cuando todavía vivía, estudió su Patria antigua y quiso ser enterrado en el Monasterio de San Juan de la Peña. Era devoto de Aragón y escribió a veces de la Nación Aragonesa, pero siempre preocupado de Cataluña, de Valencia, de Portugal y de toda España.
 Tengo un recuerdo del pueblo de Botaya y me acuerdo de él como de todo el Monasterio de San Juan de la Peña y a pesar de que el tiempo ha ido pasando por aquel antiguo Monasterio, en mi corazón ,siento las emociones antiguas y las conecto con mi vida actual. Es que en cierta ocasión observando los recuerdos que el turismo ha dejado en la Plaza en que se encuentra la Parroquia de Botaya, recordaba, como actual, y miraba el recuerdo de mi abuela Pilar Casaus López de Botaya. Yo también recordaba a mis lejanísimos parientes los López de Botaya y observaba, al mismo tiempo aquellas  chimeneas pintoresca, elevadas en viejísimos tiempos y aquel silencio me hacía pensar en otros tiempos. Pero en un momento dado me dio la impresión de escuchar una suave y celestial música, que parecía venir del cielo. Pero me di cuenta de que aquellas antiguas melodías, provenían de dentro de la antigua parroquia. Sin dudarlo ni un momento, penetré en la iglesia y me pareció haber entrado en un cielo santo,donde los escasos fieles que acudían a la celebración de una Misa,cantaban con el sonido de una música armoniosa y te trasladaban al otro mundo,en el que te unirías con los miembros de tu antiquísima familia. Cuando acabó la Misa, saludé a un sacerdote pequeño de cuerpo y elevado de espíritu y me encontré con una familia que había acudido desde Huesca, a las fiestas de su pueblo, capital de aquel artístico monumento.
Después de gozar de esta romería a la Historia de Aragón, cogí el coche y me volví a Huesca, por el Sur del Monasterio y pasando por el Pantano de la Peña, llegué a Siétamo  

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