Érmita de San Cosme y San Damian
“Yo,
Ignacio Almudévar, me quedé absorto al leer las siguientes palabras de agradecimiento
hacia mi hijo por la instalación y donación de unos bancos de iglesia en la
Ermita de San Cosme y San Damián “.
Mensaje
dirigido a Ignacio Almudévar Bercero inspiradas por el recuerdo de la Marquesa de Villahermosa:
“Ayer,
en un rincón tranquilo de la Sierra de Guara, se hizo realidad un pequeño gesto
que resonaría con el eco del corazón. Había pasado mucho tiempo deseando
contribuir a un lugar tan especial como la ermita de San Cosme y San Damián.
Ese espacio sagrado, rodeado de la majestuosidad de la sierra, era un refugio
espiritual para muchas almas que llegaban buscando paz, pero también para
aquellas que, con el paso de los años, encontraban en el camino una cuesta
empinada, una subida más ardua de lo que sus cuerpos podían soportar.
Así,
con la satisfacción y el compromiso que solo un verdadero deseo puede traer,
decidiste donar unos bancos. Bancos que no eran simples tablas de madera, sino
que llevaban en ellos la esperanza de descanso, de alivio, de recogimiento.
Para ti, esta acción fue reconfortante y emotiva, un lazo más que te unía a ese
paraje único y a las personas que allí acuden, muchas veces con la mirada
cansada pero el alma llena de devoción.
La
ermita, con sus paredes que guardan siglos de historias y plegarias, acogió con
gratitud este regalo. Hoy, Marcelina, la propietaria de la ermita, te ha
llamado para agradecerte. En su voz se notaba una emoción sincera, ese tipo de
gratitud que nace del corazón cuando alguien comprende el verdadero valor de un
acto desinteresado.
Pero
no solo Marcelina ha sentido ese agradecimiento. La respuesta social ha sido
fenomenal. Los vecinos, los fieles, todos aquellos que alguna vez se habían
acercado a la ermita, empezaron a hablar de esos nuevos bancos. Para ellos,
eran más que un simple lugar para descansar; eran un símbolo de comunidad, de
cuidado mutuo. Eran una manifestación tangible de que, incluso en los gestos
más pequeños, se puede encontrar un gran amor.
Y
así, mientras el sol se pone detrás de las montañas, bañando la ermita en un
cálido resplandor, los bancos permanecen allí, firmes y acogedores, esperando a
las personas que, como tú, encontrarán en ese espacio no solo descanso, sino
también consuelo para el espíritu. Y en cada una de ellas, vivirá un poco de
esa satisfacción y esa emoción que ayer sentiste al cumplir tu deseo y
compromiso”.
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