lunes, 31 de marzo de 2025

Arellano y su villa romana














Subiendo desde Logroño a Pamplona por la autovía del Camino de Santiago, se da uno cuenta como debajo de Estella se encuentra la Villa romana de Arellano. Conocer este pueblo, que se ha convertido en un auténtico museo de la vida romana, entre otras muchas cosas sirve para evitar la facilidad de equivocarse con otros muchos Arellanos en España y en América. Es que la Historia de Navarra se extiende desde los primitivos vasco-ibéricos, pasando por la cultura de los romanos, y alcanzando ese nombre multitud de actividades, unas intelectuales, otras creativas y comerciales, en España y en América. Pero a mí lo que más me llamó la atención durante mi estancia en Arellano, fue que Roma cultivó el vino y lo elaboró y consumió en una bodega, en la que se mezclaron las actividades del culto al vino divino y humano. Si, allí se practicaba el culto a los dioses, unos los “lares” protectores de la casa y de la familia, otros los “penates” que protegían la conservación de los alimentos y por último los “manes”, que recordaban y hacían respetar a los antepasados. En cuanto al valor humano de esa bodega, se ha sacado la conclusión de que podría contener unos cincuenta mil litros. Apoyada en sus muros se ha encontrado un ara o altar de piedra donde se celebraban ceremonias religiosas paganas a los diosecillos, que acabo de nombrar. Se encuentra el pueblo de Arellano, en la Merindad de Estella, a unos sesenta kilómetros de Pamplona y ese nombre se deriva del romano Valerio o Valeriano, en que –ano significa propiedad y Valerius es el nombre del propietario. A unos seis kilómetros de Arellano se encuentra la Villa Romana de las Musas, hoy convertida en Museo en que se muestran las características históricas y costumbristas de Navarra en los siglos primero al quinto. Allí se pueden ver los antecedentes de Navarra, con una población vasco-ibérica, progresando por la civilización romana, pero que ha sabido mantener su personalidad conservando la lengua vasca y siguiendo el progreso industrial y agrario de sus tierras. En la ciudad de Andión, cuyo nombre dicen que es equivalente al de Andelos y que se encuentra en el término de Mendigorría, en el siglo primero antes de Cristo, se han descubierto restos de casas decoradas con parámetros de “opus signarium” y uno de ellos dicen que está escrito en el alfabeto ibérico. En Arellano procuraron los romanos tener el agua, para lo que excavaron en la roca una cisterna de unos ciento cincuenta metros cúbicos, reforzándola con una capa de argamasa. Pero esa agua no tuvo como único fin el suministro de líquido para beber, pues crearon, como he dicho una bodega, en que se mezclaron las actividades de la conservación del vino y las dedicadas al culto religioso. ¡Cómo aquellos romanos de religión pagana, intuían en el vino una unión con la otra vida, que conservarían los cristianos con el vino, bebido como la sangre de Cristo!. En el Museo de Pamplona se puede contemplar el mosaico de las Musas, con nueve compartimentos, en cada uno de los cuales, está representada una musa, acompañada por su maestro. Es una representación de la intelectualidad, que Navarra ha seguido. Pero Navarra, que ha sido la capital de la tauromaquia en el Norte de España, tiene aquí en Arellano un “Taurobolio”. De él queda una estructura de sillares de piedra y en sus dos extremos se encuentran dos aras o altares, en las que están gravadas dos cabezas de toro. En este templo se sacrificaba un toro y su sangre caía sobre un individuo como si estuviese recibiendo un bautismo de sangre; salía y se encontraba como un hombre nuevo. Estaba España en aquellos tiempos poblada por multitud de especies animales, pero las dos más importantes eran el caballo y el toro. El hombre quiso ganarse la amistad de ambos, pero no pudo ganarse más que la del caballo y todavía en Navarra, en la ciudad de Estella triunfa con sus caballos, Pablo Hermoso de Mendoza, que unido a sus caballos, representa imágenes artísticas. Pero el toro no pudo unirse al hombre, que tuvo que torearlo. Todavía quedan en Navarra dos razas de toros bravos, que son una la del karri-kirri y otra la Betizu, en peligro de extinción. Hace poco tiempo una vaca de esta raza, mató en un pueblo de Navarra a un campesino. Estas vacas de raza Betizu, pacen en libertad por las Sierras de Arteaga y de Sastoia, debajo del Pirineo. Del mismo origen pirenaico procedían el ganado bravo de otras regiones cercanas a Navarra, como la Rioja y Aragón. En las Cinco Villas de Aragón, había animales mezclados con el karri-kirri, que los castraban en los pueblos y los usaban como bueyes para labrar. En la creación en Egea de la “Casta bravo-aragonesa”, Bentura bajó del pueblo de Longás en la Sierra de Santo Domingo, los animales bravos que allí vivían. Pero si han conseguido o no los navarros bautizarse con sangre taurina, han estado a punto de bautizar a los toros en los famosos Encierros, con sangre humana. Este Taurobolio, con las dos cabezas de toro representadas en sus aras, es un símbolo de la hermandad, no lograda pero vivida por los navarros y los toros, que como todos los iberos trataron de hacer amistad con ellos. Pero no sólo tiene la villa de Arellano un pasado, sino que ofrece un porvenir en el futuro, pues los romanos establecían industrias por toda Navarra, como ahora hacen los navarros, que además de repartir el agua por todas las merindades, favorecen no sólo la industria sino también la agricultura y el turismo. Allí me entraron ganas de utilizar con la imaginación, el catavinos romano que está en uno de los numerosos mosaicos romanos, como los que aparecieron en el salón principal de 90 metros cuadrados, destinado a celebrar banquetes, pero no por beber sino por celebrar el cumplimiento de las profecías romanas, que se van cumpliendo.El salón principal tenía su suelo revestido de mosaico y en su parte circular se colocaban recostados los comensales. En el suelo se representan escenas de la mitología romana, como los esponsales de Attis, la despedida de Adonis cuando se marchaba a una cacería, en la que encontró la muerte. Destaca la imagen de Cibeles, matrona sentada en un trono. Pero el artista que creó esas imágenes, se acordó de dos animales amigos del hombre, a saber del caballo y de un perro, que tal vez participara en la cacería en que murió Cibeles.


domingo, 30 de marzo de 2025

La materia y el espíritu



Contemplando la Sierra, que nos guarda del frío que viene del Norte, me doy cuenta de todas las cimas, que en ella se suceden y que nos indican a los hombres que tenemos, no sólo la materia, sino el espíritu, que, muchas veces, desconocemos y despreciamos. Pero la noche del día dieciséis del mes de Enero del año pasado, en este Restaurante “El Faro de Sepes, se celebró la “Fiesta del tocino solidario”, conjuntamente, por los Hermanos de la Cruz Blanca, representando al espíritu y por el “Faro de Sepes”, haciendo gozar al pueblo de la materia de un tocino, cerdo, cochino y marrano. En aquel salón-comedor se unieron la materia y el espíritu, recordándonos a los allí presentes que hay que trabajar para la renovación de la Tierra. Sí, porque allí dominaba el espíritu del amor entre los hombres y mujeres de este mundo, porque se repartían entre los comensales y entre los miembros de la familia que crearon aquellos sabrosísimos platos, no sólo sonrisas, sino deseos de ayuda mutua. Los “camareros” no vacilaban en servir a los que pedían “pan, vino o tocino”, igual que los que gozaban del paté, de los “calamares” de cerdo o del jamón o de las migas, plato humilde y con sabor divino. Les ayudaban a alcanzar los platos, las fuentes y los vasos, a través de aquellas mesas, en que se habían unido los colaboradores de los Hermanos de la Cruz Blanca, como Jesús reunió a los apóstoles en la mesa de la Sagrada Cena. Después de la cena, sorteaban regalos de distintos orígenes y todos se alegraban y reían ante los premios que se iban concediendo por sorteo a los asistentes y muchas veces, éstos demostrando una gran solidaridad, entregaban su premio a la “Hucha” de los Hermanos de la Cruz Blanca. Entre los premios figuraba un magnífico pavo, que había regalado uno de los que trabajan en el “Faro de Sepes”, de los que cría en Monflorite y el comensal premiado, lo regaló a los administradores de la “Hucha”, para ayudarles a repartir el “pan con el sudor de su frente”. Se veía ese amor al trabajo, pues un hermano de la Cruz Blanca, cuando había que entregar un saco de pienso compuesto a uno de los premiados, lo levantaba con sus fuertes brazos, se lo cargaba sobre sus hombros y lo llevaba a la entrada del comedor, para que el premiado no tuviera que esforzarse. Hace ya bastante tiempo, mi amigo Sergio trajo de Madrid una hucha-cerdo de hierro. Representaba un cerdo, pero con alas, pues el autor quería hacer ver la virtud espiritual del ahorro, unida a la realidad material del cerdo. Estaban representados en la figura de esta hucha, el espíritu de los Hermanos de la Cruz Blanca de recoger la materia suficiente para dar de comer y proporcionar una vida agradable a todas las personas, despreciadas por la sociedad y esa materia estaba representada por el cerdo. Todavía quedan hombres y mujeres que en los pueblos, poseen una hucha para pasar el invierno, que es el cerdo, al que sacrifican en el Otoño y consumen durante el Invierno, con su carne, sus jamones, las tortetas y las morcillas. En esta Fiesta del Tocino Solidario, el cocinero del Faro de Sepes, nos ha hecho experimentar el paso de la materia al espíritu, por medio de las tostadas de paté casero, las de tocinico salado, el lomo de cerdo con salsa de manzanas y mostaza y jamón fresco asado al horno. Al consumir las migas me acordé de pedir: “El pan nuestro de cada día, dánosle hoy”. Esta oración evangélica, hace ver al Hermano Javier, subdirector de la casa de los Hermanos de la Cruz Blanca, pensando que todos los hombres y mujeres formamos parte de una enorme familia, porque en el periódico “Huesca y la Hoya”, dijo: ”somos una familia numerosa”. El jueves por la tarde entré con un amigo, en la Residencia y allí acudían muchas personas a saludarnos y a vernos. Uno se emocionaba ante ese recibimiento y pensaba como en el Padre Nuestro, pedíamos el pan de cada día, pero uno piensa que no se debe pedir para nosotros mismos, sino para todos los seres humanos. Cuando veo al Hermano Javier me doy cuenta de cuánto ha luchado él con los otros Hermanos de la Cruz Blanca, para levantar ese auténtico Hotel para los pobres. Y pienso también en la caridad de tantos cristianos que han aportado aquello qué han podido, para lograr esa feliz estancia de los necesitados, en la Residencia, donde algunos pintan o fabrican velas y hacen gimnasia, alimentándose como dignos hijos del Señor.

Por eso, por el amor a nuestros prójimos y nuestro respeto a los Hermanos de la Cruz Blanca, hemos acudido a esta cena en que han colaborado los dueños y personas de este Restaurante, para mostrarnos solidarios con ellos, para que no se cansen de su esfuerzo y nosotros mismos nos animemos a luchar por los necesitados, y más en esta época de crisis que estamos sufriendo.

Todo es necesario, la materia del tocino, con el que nos alimentamos y el espíritu de los hermanos de la Cruz Blanca junto al de los asistentes a esta cena, impulsados por la caridad y la justicia.

sábado, 29 de marzo de 2025

Ciudadanos del mundo




Yo soy de Siétamo y Siétamo es mi pueblo. Estoy en mi pueblo y soy de él ,como él es mío, porque yo me he arreglado para identificarme con él, como también  lo han hecho mi vecino Rafael o mi vecina Joaquina. Casi todos los días exploro con la vista los alrededores y miro al norte y veo Guara, Santolaria, Castilsabás, Castejón de Arbaniés, Arbaniés y Coscullano, entre otros puntos.
Ana Francisca Abarca de Bolea, paisana mía, Abadesa de Casbas en sus tiempos, le escribió un romance a la Peña de Guara, en el que dice:”Ya se ha despertado Guara,/ya se va a medio vestir/previniendo tocas largas/ por la muerte del Abril”.”Lo mal que te pague el tiempo /no quieras vengarle en mí/ dando por paga a mi amor/ mucho hielo que sentir”.A lo largo de este romance, Ana Francisca va uniendo la primavera al invierno a través de Guara.
De Santolaria me acuerdo de ver una pata de jabalí clavada en la puerta de cierta casa;de Castejón de Arbaniés he visto la morada de Arnal, suegro de mi hermano, a la que subía el agua desde el río Guatizalema por medio de un ariete hidráulico, de Arbaniés recuerdo Casa Azara, pariente de los Azara con los que emparentó José Almudévar en 1767 y en Coscullano vive mi consuegro Lorenzo Zamora Blasco, con los mismos apellidos que mi abuelo materno Don Ignacio.
Mirando al Oeste,veo Ola y el Saso y si me oriento al Este, contemplo la pequeña ermita románica de Santa María del Monte y también el pueblo de Ibieca. Al Sur están Pueyo de Fañanás, la ermita de Bureta y Alcalá del Obispo. Todos son puntos queridos y entrañables, donde tienes parientes, amigos, conocidos y lugares históricos y …cementerios.
Pero, después de mirar lo conocido, uno siente deseos de mirar desde puntos más altos y entonces me voy a lo más elevado de Siétamo y veo Montearagón,Velillas, Angüés, Berbegal, la Virgen del Pueyo y el Moncayo. Ha aumentado mi ligazón, mi unión al mundo y no es extraño que quiera subir a Montearagón, al Pueyo y al Moncayo, en cuyas estribaciones se realizó la obra teatral y aragonesa de Ana María Abarca de Bolea.
Los jóvenes de Siétamo y muchos de Huesca han subido a Guara y se han sentido unidos a todos los habitantes de las zonas que han observado.Yo me he limitado a subir al Pueyo,a Montearagón y a Gratal y me ha invadido,al estar en estos lugares, un enorme vacío, un gran deseo de comunicarme con las gentes que moran y mueren en las zonas a las que he dirigido mi mirada, pero no he tenido valor para subir a Guara ni al Moncayo, ni a Peña Forca ni a la Maladeta ni al Aneto.
No, yo no he subido y muchos como yo tampoco han subido, pero admiro el espíritu de Javier Escartín, de Lorenzo Ortiz y de Javier Olivar, que siempre tuvieron el deseo de subir, la necesidad de conocer las zonas vírgenes que no han experimentado la huella del hombre agrícola, pero desde ellas se domina el mundo, con sus zonas congestionadas de gente y al subir se sienten universales.
Empezó Escartín en Huesca, escaló el Moncayo, subió a la cumbre de diversos montes españoles, subió a los Alpes europeos, a los Andes americanos y se mostró primero oscense, luego aragonés, más tarde español, europeo y luego unió Europa y América y cuando el año 1991 estuvo a punto, casi a punto de alcanzar el Everest, se mostró hombre, un hombre universal.
Se le ve, en el video pasando por los templos budistas, donde lo bendicen los lamas y los serpas que les llevan sus objetos pesados rezan para que la expedición tenga éxito, como en efecto lo tuvo.
Habíais triunfado en el K-2, habíais alcanzado alturas de más de 8.000 metros, debíais ser felices en el momento en que el aire salvaje se puso en movimiento y en esos instantes de felicidad, apareció una sonrisa en vuestras bocas, la sonrisa del hielo y de la muerte.
Descansáis ahora en las blancas sábanas de las nieves eternas y sois ciudadanos del mundo y el mundo es vuestro. 

“La señora Concha"


Noventa y cinco años de humanidad somontanera, con su toca negra y todo, yacen en un lecho de la Residencia de Ancianos. Es Noche Buena y la primera vez que Concheta padece "os vetuperios" de la enfermedad. Al verme llegar con sus cansados ojos, exclama ¡ay Inacier, me quiero morir!. ¿Por qué? , le pregunto; me contesta: no he estado nunca enferma y ahora si no valgo para nada, ¿para qué  quiero vivir?.
Muy mal debe encontrarse esta mujer cuando se queja, siempre fue  muy sufrida y amaba  la vida más  que los pájaros. Me dice: ¡ay, verme yo así, que no paraba nunca, que espigaba más que ninguna, que hacía  saltar las piedras de la calle!. Me siento a un lado de su cama, me sujeta la mano y no la suelta, pero yo tampoco intento soltarme. Pregunta: ¿vendréis a mi entierro? ; pero Concheta  ¿no se da cuenta de que aún tendrá  que venir usted al nuestro?, le  respondo. ¡ No!, dice, que rezo para que Dios os de mucha salud.¡Bien!, le digo, si acaba usted antes que nosotros, iremos al entierro y la llevaremos sobre nuestros hombros.¿Me enronaréis?. No, Concheta que la pondremos en un nicho bien carasolero, para que no tenga frío y con tejado para que no se moje. ¡Así, así !, dice complacida,  porque  ¿sabes?, no  me gusta “a ruidera  d'os zaborros d'o  fosal, cuando trucan n’a s tablas d'o  atabul". Tus tías Luisina  y Teresina,  también están en nicho?. Si, Concheta, también. Pero, ¿ me llevareis "ta o  fosal de Sietamo?.¡ Claro que si,  mujer!. Pues ahora mismo estoy viendo la fuente de Siétamo con los caños, ¿cuántos "en tiene" ?. Siete,  le contesto. ¡ No! "qu'en tiene seis"  y otro más grande detrás.
¿Te acuerdas de mi madre?.¡ Ya lo creo!, ¡ pobre siña Juana!,  la  veo  rezar desde la ventana de la sala baja, en la entrada "do fosal viello". Y tu madre ¿ vive?, ¡ no, Concheta!. ¡Ay, pobre doña Victoria!. Te acuerdas que durante  a guerra me dieron un "propio" para llevarlo al Estrecho Quinto,"pa dalesné  a os qu'estaban  allí?;  me dieron una bandera blanca y me dijeron:  “Memojo, tira p'alante!".
¡ Concheta!, le digo:¿ toma las medicinas?."No en quiero denguna, quiero morime";¿ te acuerdas de casa mía?. ¡Ya lo creo!, está "rebutiente" de higos secos, de rastras de cerollas, de cerolicos  empapelados, de todo. Te has olvidado "d'a crabita". No me he olvidado, me acuerdo también del gato, de los conejos chinos y "d'a sala güena".Tenía el suelo de baldosa muy  bonica.
 En poco rato pasó  por mi imaginación la historia de su larga vida. Cuando llegué  a mi casa, encima de una repisa del  recibidor, estaban la  “esquilleta” de la "crabita" y un garrapito del cordero de Concheta . Los hice sonar y su sonido fue  el más evocador de cuantos he oído estos días de Navidad.  Antes se oía música en los entierros de los ricos y sonido timpánico de piedras, golpeando en ataúdes, convertidos  por el tiempo que tardaban en cubrirse de tierra, en macabros tambores, de gravísimas notas. Antes había cascabeles, campanillas y esquillas, que sonaban al trote de las mulas y al paso del ganado por los ámbitos campesinos. Hoy los nichos hacen imposible el impacto de las piedras en las cajas y los coches hacen inviables las calles y las rutas al ganado. ¿Se marchó  la alegría con la pena de los pueblos?. Todavía fue  más lejos la tragedia, pues tristeza y alegría son patrimonio de los hombres; fue   soledad la que sentía el  dominio en los pueblos de Aragón. Sus tristezas y alegrías fueron vida, en otro tiempo.  Verdad, ¿Concheta?.

viernes, 28 de marzo de 2025

Los “pelotaires” o pelotaris del Alto Aragón


Trinquete de Anso (Huesca).
Fronton de Velillas (Huesca).









He encontrado por todo el  Altoaragón, frontones de pelota o de “pilota”, como llamaban  a ese juego, en que  lanzando los mozos, con su mano abierta, contra ese frontón, la pelota o “pilota”, que habían fabricado en sus casas, cubierta con dos trozos de badana. Rebotaba la pelota en el frontón y volvía ponerse en la mano de su rival, y así seguían hasta que cometían alguna falta, como lanzarla, fuera de la zona de juego del frontón. En Siétamo vivía un gran “pelotaire”, que veía su mano derecha inflamada, por las veces que con ella, lanzaba la “pilota” contra el frontón. Se llamaba Escartín, que en el frontón del Ayuntamiento, triunfó muchas veces con su juego de pelota. No dibujaban las rayas, sino que las señalaban con guijarros o piedras del río, clavadas en el suelo. Cuando decidimos pavimentar las calles del pueblo, ya después de la Guerra Civil, siendo yo uno de los miembros del Ayuntamiento, desaparecieron las rayas pétreas del suelo de la Plaza Mayor. Antes de pavimentar el  frontón, el año de 1936,  llegó  la Guerra Civil;  huimos con mi familia a Jaca y después al pueblo montañés de Ansó, al lado de Navarra. Y allí encontré un frontón más grande, al que llaman Trinquete en Navarra o Trinquet en Francia. Este trinquete  me pareció un modelo de frontón de los que estaban distribuidos por gran parte de España y concretamente en Ansó, en la provincia de Huesca, pues estaba cerrado todo él, en un edificio único.  Durante el juego de pelota, que allí ejercitaban los ansotanos, golpeando el frontón, sonaban sus golpes,  que resonaban  en el ambiente  del citado trinquete.
Aquellos ruidos que producían los golpes de las pelotas, me recordaban los que había escuchado en la Tierra del Somontano, como los de Siétamo, donde la pelota,  de vez en cuando,  golpeaba contra  las contra- ventanas del frontón, que durante el juego, tapaban las aberturas de la fachada, y después al utilizarse como ventanas, se abrían otra vez. Había una diferencia entre el ruido que producía la pelota al golpear el frontón del trinquete en Ansó y el que producía la misma pelota, en el aire libre del frontón de Siétamo. En Ansó,  Hecho y en Jaca las salas de juego eran trinquetes y en los demás lugares, eran simplemente frontones. En Huesca capital hay un trinquete moderno. En los trinquetes hay espacios para que los asistentes se acomoden bien sentados. En estos trinquetes,  además de jugar a la pelota, se hacen conciertos, bailes y otras actividades de diversión.
 En el Somontano los frontones eran abundantes, pues los había en Siétamo, Arbaniés, Velillas, Fañanás y alejándote de Siétamo hacia el Noreste, hay un hermoso frontón en Alquézar. “Si, en el Alto Aragón y cerca de mi pueblo, he sentido el gozo de soñar, cómo en sus frontones, jugaban los jóvenes, como también comprobé el misterioso y antiguo lábaro, como también se puede ver en el País Vasco”.
Antonio Ballarín nacido en Velillas, en el antiquísimo Convento Francés de la Alta Edad Media, del que ya no se acuerda en estos tiempos actuales, casi nadie, con su rostro que expresa todos los sentimientos que siente su corazón, casi le salían lágrimas de sus ojos, al imaginarse el canto de aquellos frailes franceses, del Monasterio de San Ponce de Tomeras, pero al recordar el juego de pelota que ejercía todo el pueblo de Velillas, sonreía y reía, al recordar, aquellos años de su niñez. Pero también había en el frontón de Velillas, una “cueveta”, no se sabe si preparada por los  velillenses  o si fue un error en la construcción del frontón. Antonio Ballarín no lo sabe. Pero los pelotaris de los diversos pueblos del Somontano se encontraban “cuevetas” o defectos de nivel en la superficie de los muros, que se encontraban y se encuentran todavía, en el  frontón de Velillas. En Velillas tenían preparadas dos “cuevetas” en la fachada del frontón, para conseguir el desvío de la pelota de su curso,  pero en Siétamo,  no sólo había “cuevetas”, sino enormes cuevas en las ventanas, que se ocultaban durante el juego, para evitar sus huecos  en el frontón. Aquellas ventanas de madera hacían sobre la pelota el mismo efecto que la “cuevetas”, pues desplazaban su marcha,  haciéndola revotar de forma anormal, porque las ventanas de madera, siempre han sido más blandas que el cemento, que cubría las piedras picadas del frontón o las mismas piedras con qué se había construido el edificio de juego.
Antonio Ballarín, nacido en Vellillas, pueblo al que ama con todo su corazón, a pesar de estar acabándose la vida de tal pueblo, recuerda su niñez durante la cual, jugaba con otros niños, que siempre tenían a su disposición pelotas de mano. Con seis o siete años, comenzó a actuar en el frontón. Jugaba con Pabler, con Jesús Ballarín, con Esteban,  cuñado de mi colaborador agrario Bailo y entre otros de Tomaser Beltran, de los que no todos viven. Estaba también el señor de Santolaria, que era el esquilador de la zona. Se juntaban en el frontón, después de oír misa y también asistían personas mayores, que quisieran jugar, pero ellos se limitaba ellos a contemplar el juego, teniendo un porrón de vino, del que bebían unos tragos durante los partidos. Uno de esos hombres  que cuidaba el porrón, rayaba los tantos. Para que el público se enterara de quien ganaba el partido, por el número de puntos alcanzados a lo largo del partido, se dibujaba con tiza, una raya. En cada extremo se escribía el nombre de ambos rivales. Solían consistir los partidos en alcanzar los veinticuatro tantos, que a cada jugador se le apuntaban en cada uno de los dos extremos de la raya. Me dice Antonio Ballarín que cuando uno de los dos jugadores hacía su veinticuatro tanto, el que hacía de árbitro, gritaba “Veintitrés y no rallo” o en castellano puro, no rayo. Se daba ya por acabado el partido, pero no se ponía el tanto escrito en la raya, como un acto de respeto al jugador, que había perdido el juego.
Antonio Ballarín conserva en su memoria, su triunfo sobre Pabler, pues éste se creía el mejor “pelotaire” de Velillas y como si estuviese jugando aquel partido ya pasado, hacía ya muchos años, me hizo vivir aquel partido. Unas veces Antonio Ballarín reía y otras casi lloraba, cuando él creía que iba a perder. En la mitad del partido, se veía a sí mismo triunfante, pero hacia la mitad del mismo, se le introdujo el dedo meñique de la mano derecha, en el bolsillo y no sólo perdió el tanto, sino que  al ver correr su sangre, fue cuando casi se echó a llorar. Le dijo a Pabler que debían suspender el partido, pero el rival no quiso. Antonio casi se daba cuenta de que iba a perder el partido, pero animándose, en el último juego, pegó la pelota en una “cueveta” y Antonio Ballarín, salió triunfante, pues al rebotar  la pelota en la “cueveta”, la desvió y no pudo alcanzarla. No vi la sangre de Antonio correr por su mano derecha, pero me enseño la cicatriz que le dejó aquel fallo de mano enganchada en el bolsillo de su pantalón.

Ya no quedan niños en Velillas y por tanto ya no se juega a la pelota, pero el corazón de Antonio Ballarín, parece que está viviendo el juego de pelota que jugó hace aproximadamente unos cuarenta años, pero yo me di cuenta de que todavía le quedaba el placer de jugar con pelotas, pues al marchar del Bar, en que me contaba el juego con Pabler, me dijo que iba al Pabellón de la Escuela Municipal, a ver jugar a su nieto al Baloncesto con otra pelota más grande ,que aquella pequeña, con que jugó en Velillas.

miércoles, 26 de marzo de 2025

Blanca capta los sonidos que produce la Naturaleza


 



¡Qué música producen los astros en esos altos cielos!. Crean multitud de sonidos, que cuando estamos vivos, percibimos y cuando morimos, no podemos escuchar, pero su conversación continúa eternamente y hay personas elegidas, que interpretan y componen sus palabras. No son esos sonidos como las palabras de la lengua inglesa o la francesa, que entienden aquellos que de niños aprendieron el sentido de cada una de ellas. La música de Mozart o de Beethoven, la escuchan los oídos de los seres humanos y todos la comprenden. Esa comprensión no la obtienen del conocimiento de las lenguas, sino de los espíritus, a los que emociona con significados distintos en cada oyente, no como el de las frases compuestas con palabras, que todos los que las comprenden lo hacen con el mismo sentido

¡Blanca!, tú recoges los sonidos primarios que surgen de la Naturaleza y los compones u organizas para dar conciertos a los oyentes que los oyen con placer. Porque gozamos los humanos de nuestros cinco sentidos con los que nos comunicamos y endulzamos nuestro paso  por la vida. Tú, Blanca, oyes los sonidos que captas en la Naturaleza, que no son indiferentes para tí y tratas de comunicárselos a los niños, que los reproducen con gusto y con el arte que heredaron de la madre Natura. Esos niños, cuando tú te colocas frente a ellos, producen un movimiento igual al tuyo, que produces con tus manos, con tus dedos y con tus pies, y que surgen de los niños que están posados frente a ti. Con los dedos de tus manos haces que suenen chasquidos rítmicos y con tus dos manos, que se golpean una contra otra, o con el pecho  o con las piernas, produces unos sonidos que multiplican los niños simultáneos a los tuyos. Se dirigen esos sonidos al cielo, de donde pasan a nuestros oídos y alegran nuestro espíritu y calman los nervios de aquellos educandos que van creciendo, como personas equilibradas y serenas.

Hacen sonidos con tambores, con palabras, con papeles, que son primarios, pero rítmicos que preparan la sensibilidad de aquellos educandos, para para aprender y vivir otra música orquestal, que llena de emoción a los asistentes al concierto, como aquel en que tú,  acompañando a los niños, nos hicisteis felices. ¡Cómo gozamos de la lengua de la música que comenzaba por tus manso y tus pies y acababa, haciendo viajar por el cielo a los asistentes a tan humilde pero glorioso Concierto!.

Homenaje a Siétamo, San Urbez de Añisclo

Peregrinos de San Urbez por su ruta pastoril.
                                    
Siétamo, hace años que lo llamaban Sietemo, y ese nombre quiere decir Séptimo, porque estaba situado en el Miliar Séptimo, que va de Huesca a Alquézar.  Sietemo es un nombre en lengua aragonesa, que todavía se conserva con la modificación de Siétamo a Sietemo, palabra que indica que está situado a siete millares romanos, en la  Vía  por la que se daba acceso a Alquézar desde Huesca. Todavía quedan nombres de pueblos como Tierz, Quinto, y Sexto, cuando la vía romana, subía de la hoy carretera general, por una cuesta al pueblo, en aquellos años en que se encontraba en lo alto el poblado de Sexto. Se subía desde las orillas entre Quinto y el Barranco a la corriente del río Guatizalema, y antes de llegar al río, se entraba en Siétamo. En Sexto, yo he conocido siempre, la existencia de una casa de misericordia, por la que pasaban años atrás, los carros y  viajeros, que  subían desde Huesca a Alquézar y los que bajaban desde este hermoso, hoy misterioso, pueblo a Huesca. Yo conocí las ruinas de ese pueblo de Sexto, porque solía recorrer todo el Monte de Siétamo. Se llegaba a él desde el núcleo de Siétamo por una zona más elevada, que la de Quinto, del que todavía, quedan ruinas. Conocí también al dueño de ese edificio, que le vendió aquella finca a la familia, que vivía en Siétamo, que tiene como apellido el de Grasa o Garasa. Venía después de la Guerra Civil, a Siétamo con su elegante esposa y pasaba algunos días en Siétamo en casa de Emiliano Boira, el albañil. Vivía en Madrid, donde se encontraba durante la Guerra Civil y en Siétamo nos saludaba. Ese elegante señor y su esposa eran seres simpáticos y elegantes, que habían alcanzado un nivel de vida agradable y eran simpáticos y agradables. Vendió su casa, situada en el solar antiguo del pueblo de Sexto y la compró la familia de Grasa, nacida en Salinas de Jaca, y acabó derribando la casa, por labrar sin obstáculos aquel terreno. Antonio Grasa vive junto con su esposa en una residencia de ancianos, en Tardienta.    Hoy la carretera N-240, está prolongada hasta debajo de la entrada a Siétamo, por debajo de la alta zona, que excavaron para unir a Siétamo con la Carretera General, por donde se entraba por ella  en tiempos pasados. Todavía queda una franja de tierra toda ella cubierta de árboles, que era el camino por el que se entraba en Siétamo, a la que llegan los chalets, que forman un lugar de entrada de viviendas agradables. Siétamo se divide en dos zonas: una que es el Centro del Pueblo, que estuvo amurallada y todavía se  conservan  tramos de muralla y  en su parte baja, se levantan restos del Castillo- Palacio, que El Conde de Aranda lo hizo como su casa-natal. La Guerra Civil lo destrozó y parte de la muralla se cambió por un muro de cemento. En este pueblo dominaron los árabes, hasta que el Conde gobernó este pueblo. Esta parte de Siétamo,  no moruna, permitió a los cristianos vivir en ella y los cristianos se hicieron sus casas fuera de sus murallas, hasta que poco a poco, fueron expulsados los moros y la iglesia de los cristianos, que estaba en las afueras de las murallas, se dejó de utilizar por la nueva iglesia, que se encuentra en la Plaza Mayor, apoyada su construcción en el Marqués de Torres de Montes y Barón de Siétamo.

 En la parte Sur  y  cerca del Palacio de los nobles de Siétamo, más tarde Condes de Aranda, en la Vía Romana, que fue y se convirtió en una  cabañera o paso de ganados, estaba La Caseta de los Pobres.  Por ella pasaban los pobres mendigos y comerciantes y peregrinos que seguían en el camino para llegar a Alquézar y se encontraba muy cerca del Palacio de los Aranda. ¡Cuántas veces he entrado en mi niñez y en mi juventud dentro de este refugio para los caminantes!. Allí había paja en la que se acostaban, y al lado de la caseta, manaba el manantial de Valdecán.
Retrocediendo hasta las ruinas del antepasado pueblo de Quinto, delante del cual, pasa la  Carretera N-240  están trabajando para que pase la Autovía. Yo visité varias veces las ruinas del pueblo de Quinto, y en ellas vi un pequeño espacio de teselas romanas, que  inspirado por la historia de este pueblo, dejé de tocarlas. Este pueblo estaba en casi la misma frontera entre  Loporzano y Siétamo; moros y cristianos y sus habitantes eran cristianos, de forma distinta a los vecinos del inmediato pueblo de OLA. En Ola están enterrados un cristiano de Siétamo y una mora de Novales, enamorados con locura. Esta historia indica la frontera entre cristianos y moros en la historia de España. Aquí entra la historia de San Urbez, que tenía su convento en la cercana Sierra de Guara y siendo sacerdote  y fraile, pastoreaba también ovejas, en espacios cercanos al Monte de Quinto, cuyos habitantes a diferencia de los se Ola, eran cristianos.
Dormía San Urbez en una losa de piedra, que se puede ver en la cuadra de la actual Casa Otal de Ola. La vida de San Urbez era dura, porque  su convento estaba en plena Sierra de Guara,  y se llamaba San Martín de la Val  D’Onsera, territorio dominado entonces por los cristianos. Saliendo de la Sierra, llegaba a San Julián de Banzo, situada también en plena Sierra de Guara. En este pueblo vivía el cura como párroco del pueblo y en verano acogía en su casa a mi madre Victoria y a mi tía Eugenia. Desde San Julián de Banzo y desde allí llegaba a Loporzano, situado al lado de Siétamo. Estaba  este lugar de Quinto entre Loporzano y Siétamo, pueblo entonces cristiano de Olivito y al lado de Ola, donde dormía San Urbez, pero sus habitantes eran moros.
Se cuentan milagros de San Urbez, que regó en el Saso de Siétamo, lanzando un largo bastón pastoril, que cuando se clavaba en el suelo, surgía el agua. Dormía sobre una losa de piedra en casa de Otal; entre su trabajo y sus oraciones llegó a los cien años de edad. Se ha escrito mucho sobre la vida de  San Urbez pero su vida en Quinto, en Ola y monte de Siétamo y de  Loporzano, la aprendí en la iglesia de  Ola, donde me explicó a quien representaba una imagen de esta santo , Don Antonio Otal de Ola.
Después, es decir ahora vuelvo a escribir de  la Caseta de los Pobres en Siétamo y sus ocupantes,  unos  romeros y otros comerciantes, he retrocedido a escribir de San Urbez y sigo con la circulación de esos hombres ,ya en Siétamo, desde la Caseta de los Pobres hacia el río Guatizalema y a Liesa.
Tengo que acabar este relato por la Vía Romana desde Huesca hasta Alquézar, donde fueron martirizadas dos santas moras y que están representadas en Huesca, en un espacio, separado de la vida de la calle, por un cristal, a saber las santas Nunila y Alodia.

martes, 25 de marzo de 2025

Mi padre escribe sobre el Castillo (2ª Parte)



La familia del conde de Aranda, se acabó y sus sucesores le vendieron el Castillo a mi familia. De lo más alto de la Torre, hay una fotografía, en que mi abuelo Manuel Almudévar Vallés, observa el monte de Siétamo y a los trabajadores que en él, hacían sus faenas.
Mucho trabajo tuvo mi familia en este Castillo, porque tenía que gastar dinero para que no se deteriorase su estructura, aprovechando al mismo tiempo los almacenes,  para conservar sus carros y máquinas de labranza. En dicho Castillo albergaban mis antepasados a varias familias, que carecían de vivienda sin cobrarles nada por su alquiler. En vida de Don Pablo Abarca de Bolea, éste construyó un almacén para conservar el vino y arriba los cereales, y en tanto  tuvo que luchar con los ingleses en Portugal y acomodarse a vivir en el Palacio de Epila, donde murió. A Epila hace unos años,  acudimos muchos vecinos de Siétamo, a celebrar en su Parroquia el centenario de su muerte. En el pueblo todavía quedaron convecinos míos, cuyos padres habían vivido en el Castillo, alojados por mis abuelos y que no les hacían pagar arriendo.
Vino la Guerra Civil del año de 1936 y quedó destruido el Castillo, que estaba situado en la Vía Romana que conducía de Huesca a Alquézar y allí quedan los recuerdos de la Historia del Gran Conde de Aranda.
Mi padre, que se quedó sin esposa el año de 1943, después de la Guerra, recordaba los tiempos pasados y escribió en un papel,  que yo encontré en una pequeña caja, el siguiente texto: “CONDES DE ARANDA.
Por gracia de Fernando el Católico, fue primer Conde de Aranda en 1488, D. Lope Giménez de Urrea.
Al quinto conde, D. Antonio, confirió grandeza de España de primera clase, en 1626, D. Felipe IV. Murió y era sucesión y pasó el condado a D. Pedro Pablo Fernández de Heredia y Ximénez de Urrea.

Por línea femenina heredó el título D. Buenaventura pedro de Alcántara Abarca de Bolea, noveno conde a quien sucedió su hijo D. Pedro Pablo Abarca de Bolea( el célebre ministro de Carlos III), nacido en el Palacio de Siétamo en 1719”.





En el manuscrito se lee lo mismo con lapicero, de la siguiente forma:” SIÉTAMO (2). Palacio de los condes de Aranda. Perteneció a la familia apellidada Abarca de Bolea, marqueses de Torres, barones de Siétamo, Clamosa,etc. y condes de Aranda.
Allí nació en 1719 el célebre ministro de  Carlos III, D. pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea. El Castillo está situado en el extremo meridional de la meseta, en que se asienta el pueblo de Siétamo, dominando una pequeña, pero fértil y pintoresca vega, circundada por el río Guatizalema.
Ofrece el Castillo un viejo portal de entrada, robusta torre que da al interior del pueblo; dicha torre muy bien conservada (hasta que en Julio de 1936),  sufrió el acecho de las fuerzas marxistas,
  

(3)
 qué atacaron este  Pueblo, que destruyeron su cubierta y estructura interior, sufriendo también algún daño en el exterior.
Tiene un tambor almenado, que defiende un ángulo avanzado de la muralla (en la parte baja); por el pié de éste,  se entraba al pueblo, que estaba con muro fortalecido.
Tiene vestigios de ventanales góticos, que adornaban sus muros. La puerta del Palacio está protegida por matacanes.
Es ejemplar notable de casa solar medieval.
Se aprecia bien la estructura y planta del antiguo castillo.



  
(4) con su torre del homenaje (almenada) ya mencionada y otras tres de otros tantos ángulos, truncadas y conservadas sólo en su base.
Al pie de la torre principal, se conserva en buen estado el sótano que le sirve de base.
Pertenece al siglo XIV, si bien se supone con algún fundamento, que anteriormente fue  punto  avanzado en la línea de fortificaciones, que Sancho Ramírez, mandó levantar desde Loarre a Monzón.
Nota de Manuel Almudévar Casaus”.
Desde luego que un Castillo, vigilante de la Vía Romana de Huesca a Alquézar, que pasa por la Ermita de Santa María del Monte, por la antigua iglesia del Monasterio de Santa María del Monte cerca de Ibieca, por Bascués, por Adahuesca y otros lugares, antes de ser tal Castillo, tendría otras fortalezas que lo unirían con todo el trayecto desde Huesca a Alquézar.
  
Se acabó la Guerra Civil y desapareció el Castillo-Palacio y a mi padre y a su familia, los recogió mi abuela materna, doña Agustina Lafarga Mériz, viuda de Don Ignacio López de Zamora Blasco. Allí se prolongó la vida de mi madre hasta el año de 1943, en que murió del corazón, después de sufrir la huida de su familia, primero a Huesca, luego a Jaca y por fin a Ansó. Delante de mi ordenador tengo su fotografía, asomada en un balcón del Coso Alto de Huesca y de vez en cuando me la miro y recuerdo como lloraba, cuando pocos meses antes de su muerte, marché al colegio, fuera de casa. Mi padre que ya había perdido el automóvil en la Guerra Civil, iba y venía a Siétamo en bicicleta y en Huesca se preocupó de darnos estudios. Cuando acabé la carrera, me casé con Felisa Bercero de Torralba de Aragón, y nos fuimos a vivir a nuestra antigua casa de Siétamo, donde ha criado cinco hijos y trabajado como una santa. Mi hijo Manolo es tan trabajador como su madre y está en Siétamo cultivando la tierra con un gran  esfuerzo para salir adelante.
Recuerdo constantemente a mis primos, hermanos y a sus hijos que están trabajando por el mundo y que sigo queriendo como miembros de mi familia. Pido al Señor que triunfe la Paz, para que no tengamos que pasar los españoles, las penas de las guerras, como las están sufriendo, por ejemplo en Siria.

lunes, 24 de marzo de 2025

Resumen del escrito de mi padre del año 1985. En el enlace está completo. Lo ha recuperado esta semana.

https://escritosdeignacioalmudevar.blogspot.com/2025/03/la-senora-juana-de-sietamo-cuando-iba.html



1. “La vida, Sras. y Sres., tiene sus encantos y si no los tuviera, habría que inventarlos.”
• Introduce la idea central de la reflexión sobre el encanto en la vida.
2. “El encanto es aquello que suspende siquiera por un momento las penas del alma, causa admiración y llena de gozo los sentidos.”
• Define el concepto de encanto como una experiencia que nos eleva y nos conmueve.
3. “Los niños, que son todo encanto e ilusión, dejan de serlo tan pronto.”
• Refleja la pérdida de la inocencia con el paso del tiempo.
4. “El encanto es más noble que el hechizo, porque este supone daño y causa temor, es en definitiva sinónimo de maleficio.”
• Distingue entre la atracción genuina y la manipulación.
5. “Con pocos bienes vivía feliz a su manera, pero tenía una riqueza que se va perdiendo entre los humanos: la ternura, la amabilidad.”
• Recuerda que la verdadera riqueza no está en lo material, sino en los valores humanos.
6. “Nosotros vamos buscando el encanto luminoso en las grandes luces que nos deslumbran y no nos dejan ver las pequeñas luces.”
• Crítica a la sociedad moderna, que ignora los pequeños placeres en busca de lo grandioso.
7. “Jesús pudo haber nacido en un castillo, pero prefirió el encanto del establo.”
• Destaca el valor de la humildad y lo sencillo frente al poder y la ostentación.
8. “A pesar de que por las circunstancias la vida de Pascual Montenegro fue un tanto desencantada o desangelada, el encanto que encontró en los caballos y en su perro le ayudaron a sobrellevar su triste vida.”
• Una lección sobre cómo incluso en la soledad y la tristeza se puede hallar algo de encanto.
9. ”¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! como decía Bécquer, y qué solos se han quedado los de Plan, como dicen los periódicos.”
• Un juego de referencias entre la poesía de Bécquer y la actualidad, resaltando el tema de la soledad.
10. “Sras. y Sres., hay que seguir buscando el encanto.”
• Un llamado a no perder la capacidad de asombro y la sensibilidad ante la belleza de la vida.
Estas frases resumen bien el espíritu del texto: una mezcla de nostalgia, crítica social y una invitación a valorar lo simple y auténtico.

Mi padre escribe sobre el Castillo (1ª Parte)


Castillo de Sietamo (Huesca).


Mi padre Manuel Almudévar Casaus, nació en Siétamo, el 28 de Febrero del año de 1885, e hizo su Primera Comunión en Siétamo el día 15 de Abril de 1896. Nació en el siglo XIX y murió  el uno de Julio del año de 1973, del siglo XX.
Vivió en Siétamo con su padre Manuel Almudévar Vallés,  con su madre Pilar Casaus López de Botaya y con sus hermanos, Pilar, la mayor que se casó en Huesca con el farmacéutico Feliciano Llanas Aguilaniedo, que al enviudar se volvió a casar con Teresina, hermana de Pilar. Quedó soltera su hermana Luisa, que fue una persona, que dedicó su vida a hacer felices a todos los que la conocían y a su hermano, también soltero, José María. Vivieron ambos hermanos los últimos años de su vida, en la torre de Casaus de Huesca. Cuidaban el jardín y la piscina y cultivaban un huerto, que les cuidaba un hortelano de Huesca. Yo la vi, en cierta ocasión, cerca de la piscina y al lado de la pared de la finca, gozando de un éxtasis, consistente en contemplar un nido de ruiseñores. Era una persona que amaba a su prójimo,  sobre todo a los niños  y a los animales que embellecían la Naturaleza. Antes de la Guerra Civil vivía con nosotros en Siétamo y yo la veía echar en el gallinero flores de una planta, con la que combatía los “pedilluelos” o piojos de aves, que atacaban a las gallinas.
La Guerra Civil los echó a vivir a Huesca y de la misma forma que encontró en Siétamo la felicidad con las aves de corral,  la encontró en la Torre de Casaus, con los ruiseñores.
Pero Victoria López de Zamora y Lafarga, esposa de mi padre Manuel Almudévar, fue la mujer que unida a su esposo, hicieron feliz la casa Almudévar de Siétamo, hasta que llegó la Guerra Civil de 1936. Llenaron la enorme casa de seis hijos y allí tenían su nido, mi padre y mi madre, hasta que la Guerra de 1936, la vació de aquella familia, que vivían felices cuidando a los niños y niñas la señora Concha, de la que conservo una “esquilleta”, que hacía sonar un pequeño cordero. Pero no sólo conservo el sonido de la campanilla del cordero, sino que conservo aquella expresión que me lanzaba y que yo creo que fue como una profecía de la Guerra Civil,  que iba a llegar y que decía así: “¡Hijo mío “ladrón”, tú serás un ladrón de Gobierno!”.  Y efectivamente, aquella Guerra fue como ladrón del pueblo español, al que acabó de arruinar, de sufrir y de derramar su sangre. La señora Concha, era una mujer rústica, que no había estudiado, pero que se daba cuenta de la corrupción de la Sociedad y le pedía al Señor  “que yo no fuese ladrón de gobierno”, porque se conformaba con el trabajo de su esposo Martín y de las gallinas y de los “conejos chinos”, que criaban en su corral. 
Venida de la Argentina se encuentra en mi casa, una fotografía, que representa la felicidad que pasó mi familia, en ese periodo de vida, en que mis padres formaron el “racimo” de sus hijos. 

En la fotografía que hace muy pocos días, procedente de la Argentina, nos mandaron a Huesca, sale mi madre, con mi hermana mayor Mariví.  En un gran automóvil descubierto, parado en la puerta de nuestra casa de Siétamo,  al lado de la iglesia parroquial y dentro de él y en las escalas, por la que subían mis familiares y otros por sus lados, y se unían en grupo mi madre Victoria,  sentada en uno de esos escalones y sobre sus piernas, abrazaba a mi hermana mayor, Mariví. Allí en el interior del coche y alrededor de él,    estaban también José María y Antonio Almudévar Manzano y Adela, mi padre y mis tíos Teresa, Luisa, José María, que permaneció soltero toda su vida. Sentados en la parte posterior del coche aparece  el abuelo de la Casa de Almudévar,  a saber Manuel Almudévar Vallés y su esposa la abuela Pilar López de Botaya.
“¿Cuántos quedan vivos de los fotografiados en esta escena del año de 1926?. Yo me doy cuenta de que no queda ninguno. En la fotografía sale mi hermana Mariví, y más tarde nacieron Manolo, María, Ignacio, que soy el que escribe este artículo, Luis y Jesús. Yo nací el día 16 de Noviembre de 1930 y mi abuelo y mi abuela murieron a los pocos meses, tan pocos, que yo no me acuerdo de ellos.
Entre aquellos seres humanos, que ya no quedan vivos, pero que entonces estaban celebrando en la puerta de la casa paternal de Almudévar, una fiesta patriarcal. 



Allí se encontraba la dueña del coche, Rafaela Almudévar, casada con Carderera,  y hacía resaltar, con su belleza, el portal de Casa Almudévar y la fiesta, que estaban celebrando espontáneamente. Casa de Carderera de Huesca, ya está desaparecida.
Mi doblemente primo,  el sacerdote ya difunto,  Don Jesús Vallés Almudévar, que había intentado comprar un hermoso retrato  de su pariente Rafaela Almudévar de Carderera, no pudo hacerlo  por su elevado precio,  pero yo saqué una fotocopia en colores de tal retrato, y guardo el recuerdo de una belleza de mi tía Rafaela casada con Carderera, que en el año de 1927, ya participó en la filmación de esa película, llamada: “Al Holliwood Madrileño”.
“El autor de la película llamado Nemesio Soldevila  era íntimo amigo del escritor y gran periodista López Allué y este autor escribió en el Diario de Huesca, el día 29 de Septiembre y luego el ocho de Octubre del mismo año de 1927 del mismo año, un artículo sobre esta película y cita las personas que ahora busca el amante de la Historia de Huesca, mi amigo Garcés”. Silvio Kossti, el año de 1928, un año después de haber participado en el rodaje de la película “Al Holliwood madrileño”, en compañía de su hijo Rafael, al que conocí yo de niño y que era el director de la Central Eléctrica Oscense, que murió.
Pero no siempre se celebraban fiestas, en casa Almudévar, sino que mi padre se preocupaba de la Historia de Siétamo y aparte de escuchar durante muchos años sus conocimientos sobre Don Pedro Pablo Abarca de Bolea y la Familia Azara de Barbuñales y de Siétamo, encontré un escrito suyo, en el que dice que es una Nota sobre el Castillo de los Condes de Aranda, que  eran Marqueses de Torres de Montes y Barones de Siétamo, antes de ser Condes de Aranda. Mi padre, nacido en 1885, en el siglo XIX,  ya estudiaba en Huesca, acogido por casa de Carderera.  En 1926, gozaron mis abuelos Manuel Almudévar Vallés con mi abuela Pilar López de Botaya, de la visita de Rafaela Almudévar casada con Carderera y los descendientes de la  familia de Orús- Almudévar, ´después de muchísimos años, nos mandaron la foto del automóvil de Rafaela”. Cuatro años después, en 1930, el año en que yo nací, murieron mi abuelo y mi abuela.

La bruja Morgana

Julio Caro Baroja en su obra “Las brujas y su mundo”, habla de la diversidad de formas, que a lo largo de la historia, ha adoptado la brujer...