jueves, 30 de diciembre de 2010

Marco de Graus


Si alguien mira, a través del marco de una ventana, al exterior, verá un paisaje, a veces rústico y a veces urbano. Si se trata de una vista campesina tendrá la oportunidad de observar la primavera, el verano, el otoño y el invierno y en lugar de disfrutar de un cuadro eternamente inamovible, el marco de su ventana le ofrecerá una naturaleza viva en el vuelo de los pajaros, en el tremolar de las hojas de los árboles, en el correr de las aguas, al tiempo que escuchar trinos, susurros y rumores.

Esa misma variabilidad que "da Natura, presta el ambiente urbano de Graus", enclavado con la cortesana de su Plaza Mayor, con la noble arquitectura adosada a la montaña de Santa María, con su paseo de amplitudes de futuro, presidido por Costa por un lado y por San Miguel por otro, enclavado digo urbanísticamente en una tierra de olivos típicamente mediterránea, todavía ,en la puerta de los alpinos Pirineos, que por aquí, vierten sus caudales de agua, que tanto hicieron meditar a Costa y puerta semicerrada (¿hasta cuándo?) todavía, de la "Douce France".

A sus ventanas se asomaron sus hombres y mujeres y enmarcados por ellas vieron cuadros dinámicos de fiestas, de tristezas de entierros, de alegrías de bautizos, de sucesos políticos y guerreros y algunos evocaron con simpatía ocasiones como la feria de caballerías que el veintinueve de Septiembre, día de San Miguel, se celebraban.

A Graus se desplazaban desde Huesca, Teruel y Zaragoza los tratantes con sus blusas y sus varas, llegaban a Graus cargados de billetes escondidos en sus braguetas, tetillas, fajas y faltriqueras; allí llegaban Fau, Castor, Losfablos y León Belío, para comprar las bestias que de Chistau, de Chías, La Fueva y Las Paules, bajaban los recriadores.

Compraba Rocafort de Zaragoza mulas enormes a Marcial Ríos de Benasque y a Antonio Tramidal de Castejón de Sos. Era el mejor ganado el que trataban por esos pueblos y en El Run, en Anciles y en Eriste y hasta llegaban de más lejos, de Vidaller, en tierras catalanas. Los de Teruel de tierra austera y fría compraban los machos romos, burdeganos, burreños o burreros, criados a su vez en tierras duras de la Fueva.

Merodeaban en torno a bestias y a tratantes los compradores, comisionistas, curiosos y gitanos, que se encargaban de endosar a los ingenuos y a los pobres, las mulas más taradas por un aire o por el asma. Había aquellos que ¡todo por las patria!, se llevaban por salvarla y j. a sus soldados, las mulas bravas, resabiadas y traidoras, conocidas por "guitas".

Caminaban acoladas en reatas cientos de bestias con su corte de mozos y tratantes aviados con alforjas y botas que paraban a los escasos conductores de coches que pasaban, para darles un trago de buen vino.

Todo era fiesta, Graus era una fiesta y se llenaban los hoteles de Lleida y Samblancat, las fondas de Maella, Ainsa y casa Peperillo;se hospedaba la gente también en casas de particulares y dormían incluso en los pesebres y pajeras. Llegaban las mujeres del amor, se llenaban los cines y en alguno se veían hojas de parra en los espectáculos de revistas y varietés.Pero la carne reina no fue la de la mujer, sino la del ternasco, cuyas costillas asadas a la brasa se consumían con fruición. Almorzaban ya temprano, sopas de ajo o bacalao para empezar y acababan con los clásicos huevos fritos con chorizo y longaniza o con tortilla de patata. En las comidas eran reyes con las costillas de ternasco, los pollos corraleros, sin hormonas, adornados con el color de los tomates y de los pimientos.

Antonio Ibor, más conocido por Carletes,que infaliblemente subía a Graus para San Miguel, acompañando a algún famoso tratante, me confía, con nostalgia, sus recuerdos. Subía a Graus, acompañando al tratante Castor (Sebastián García),que vivía en Huesca en la calle Padre Huesca, junto a la taberna Bravo. Cuando lo nombra Carletes, lo llama siempre el difunto Castor y entonces los subía, el taxista de Huesca Antonio Cortina, que todavía vivía. Estaban en las ferias de Graus unos tres a cuatro días, hospedándose en el Hotel Lleida y viendo y mirando machos y mulas de tres a cuatro años, procedentes de los valles de Benasque y de la Ainsa ,de toda la comarca de Barbastro y de Rodellar.Los machos de tres a cuatro años los pagaban de veintiuna mil a veintidós mil pesetas y las hembras de la misma edad a unas dieciocho. Pero no solo acudían los tratantes de Huesca, de Zaragoza y de Teruel ,sino que allí, se juntaban los de Lerida,Valencia y Sabadell.

Allí acudía el torero Gitanillo de Ricla, llamado Braulio Lausín y compraba machos de cuatro a cinco años.Tambien llegaba Don Justo Rocafort, tratante de Zaragoza, que le compró las cuadras de Zaragoza a Timoteo Marcellán. De Huesca, aparte del tratante citado que subía con Carletes, iban los Gaetanos, que tenían Banzo por apellido y los Bellos, a saber Jesús y Clemente .

Ahora se come, sobre todo la exquisita longaniza de Graus, pero entonces en aquellos comedores, donde se preparaban mesas para doce o catorce comensales, además de dicha longaniza lo que se comía era paella de arroz, con tropezones de gallina, pero las aves se criaban en los corrales del pueblo y a continuación pollo a lo chilindrón, que los hacía picarse entre ellos, para ver quien se cogía la mejor “pizca”.

Cambian con el tiempo las costumbres, pero permanecen para siempre usos, como el de la longaniza, que antes se consumía con motivo de las ferias de ganado y hoy ,mirando a través del "marco" de Graus, se ha visto, en este mes de Julio, venerada y consumida en una enorme parrilla.

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