domingo, 26 de diciembre de 2010

El agua en Aragón



Joaquín Costa, les decía a los muchachos de Graus:”escucháis el ruido que hace el río, pues son sus aguas las que lo provocan y que pueden convertirse en oro, porque haciendo presas y canalizaciones, esas correrían y podríamos regar Aragón”. El señor Hilario Mateo, al reflexionar sobre el significado de estas palabras, que su padre había escuchado a Joaquín Costa, explicaba con ellas el problema del riego en Aragón. Dicen que se quieren llevar el agua del Ebro a zonas lejanas, pero para mí, si no hiciera falta en las provincias aragonesas y en mi propio pueblo, Siétamo, me parecerían esos trasvases una colaboración con el bien común de España. Pero uno no puede aceptar que se lleven el agua, cuando en Siétamo han sido tres las ocasiones en que han fracasado los intentos de riego. La primera en el año 1822, se firmó un plan de riegos, entre Miguel Borruel, el constructor y veintitrés propietarios de tierras. Borruel decía:”El abajo firmado, me obligo, por el presente a dirigir una acequia para conducir el agua en el monte y término de este pueblo, empezando a abrirla desde el enfrente del molino del Lugar de Castejón de Arbaniés, llevarla por el terreno que crea conveniente en el monte de dicho Castejón, por la Rambla Carrascal de S. E. por encima del Torno, o , Molino de aceite de don Antonio Cavero, por detrás del Corral del Piquero, por Valdecán, a cruzar por una mina por detrás de la fuente alta, por detrás del huerto de don Felipe Banzo, por la Costera del Llano a desaguar al Pendón. Deberá proseguir la acequia por la falda de la cuesta de la morera, cuesta de Valdedona hasta la “buega” del monte del lugar de Bandalíés”. Explica a continuación las condiciones que pone para “la construcción de esta acequia, deberán darme y poner a mi absoluta disposición cuarenta hombres jornaleros diariamente y por el tiempo de cuatro meses y medio hasta llegar a desaguar al Pendón”.

Los veintitrés propietarios de las tierras, firmaron el contrato, que acababa con las siguientes palabras:”Y para que pueda servir esta obligación de Documento suficiente para hacer, se cumpla y execute en todas las partes que contiene, la firmamos en Siétamo hoy veinte y siete de Agosto de mil ochocientos veinte y dos”.

Los primeros que firman el documento son Esteban Almudévar y Antonio Cavero. Creo que fue una de las Guerras Carlistas, la que impidió la realización de estas obras. El día de la fiesta mayor, después de fracasada la obra, al salir de misa los vecinos de Siétamo, un vecino de Velillas, había colocado unas piedras imitando el paso por un río; se quitó las alpargatas, se las colgó en el cuello y empezó a cantar:”Los señores de Siétamo- pusieron el monte en huerta- y “pa” la Virgen de Nunca pasa el agua por la acequia”. Siguió con las coplas siguientes: ”Almudévar y Cavero , se pusieron los primeros-lo tuvieron que dejar- porque se acabó el dinero”. ¡Ay que me mojo!.

Intentó Siétamo de nuevo en 1918, en unión de los demás pueblos de la cuenca del río Guatizalema, regar sus tierras con el Pantano de Vadiello. Llegó la Guerra Civil y el Gobernador adjudicó el aprovechamiento de las aguas del pantano a la capital de Huesca.

El tercer intento fue el de regar desde Peraltilla los montes de Angüés, Velillas, Siétamo hasta Huesca con aguas procedentes del pantano del Grado, pero en una conversación entre tres hombres mayores, me he aclarado sobre este tercer fracaso del riego. Manuel Bagüeste, amigo mío, que vive en Huesca capital y que había escuchado a su padre, las palabras que pronunció Costa sobre el aprovechamiento de la aguas, afirmaba que en una finca de Buera, llamada Bachimaña, se llegaría a regar porque unos ingenieros, con los que había hablado en distintas ocasiones, mandaron colocar estacas por aquella zona , indicando el paso del Canal, pero “para la Virgen de Nunca, pasará el agua por la acequia”. Bagüeste me contó que un propietario desvió la acequia de Terreu para no regar su enorme finca, evitando de esta forma posteriores expropiaciones, pero dejó de secano a seis pueblos, entre ellos, Terreu y El Tormillo. Hilario Mateo,que trabajó en Auxini en la citada zona de Berbegal ( Monesma y Morillo),contempló como, para desviar el agua de la gran finca hacia otro lugar, hicieron un descenso por el que había de bajar el agua, con lo que se hubiera podido obtener electricidad para abaratar otros riegos por aspersión. Pedro Lalueza de Majones y hoy vecino de Huesca, dijo que viajando por San Lorenzo, Frula, Monte Susín, Orillena y otros, se quedó admirado de aquellas tierras, que antes eran desiertos, transformadas en vergeles. Menos mal que se han creado muchas zonas aprovechando el agua, pero Hilario Matías no puede olvidar cómo, cuando era niño, iban muchos por la calle cantando canciones que habían aprendido de sus padres, de las que una copla decía así:”El canal de los Monegros, no lo han hecho ni lo harán, porque los ricos no quieren, que los pobres coman pan”. Poco a poco van avanzando los riegos en los Monegros , pero cuando paso por Angüés, me dan ganas de llorar, cuando pasando por él, leo Calle de Don Joaquín Costa. Este pueblo agradecido, le dedicó a Joaquín Costa la Calle principal, pero ya no pasará nunca por allí, el Canal que les transforme el secano en regadío.

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