viernes, 9 de agosto de 2013

En el Viñedo está el pequeño Monasterio de Montearagón




La historia de Aragón no se acabó con la desaparición del Monasterio de Montearagón. Porque el pequeño, en tamaño, y antiguo Santuario  de Nuestra Señora del Viñedo, fue fundado por la Comunidad Religiosa de Montearagón, que creó ese Santuario y el pueblo lo ha restaurado. Al desaparecer los frailes, fueron los pueblos de debajo de la Sierra de Guara, los que  protegieron a su Señora la Virgen del Viñedo. Porque ese pueblo, que vio levantarse las descomunales llamas, que acabaron con Montearagón, buscó la ayuda de la Virgen del Viñedo o “d’o Viñero”, a la que tanto quería y ella le correspondía protegiendo su trabajo en la producción vitivinícola y de ese anís, que les daba fuerzas para luchar en su trabajo diario. Por el Norte tiene a Santolaria y en otros tiempos a Isarre, por el Oeste limita con Barluenga, donde bailaban un Dance a la Virgen del Viñedo. ¿Han desaparecido muchos dances porque han emigrado los habitantes de aquellos pueblos del Abadiado?. Tal vez, pero ¿no podrían reconstruir el mismo dance entre todos los habitantes de este Abadiado y todos los socios de la Cofradía del Santuario?.  Cuando unos catalanes vieron como se destruía la Virgen del Viñedo en la Guerra Civil, más tarde, sus  corazones  conmovidos, devolvieron la cabeza al Santuario.

Cuando la devolvieron los habitantes del Abadiado se reunieron en el Santuario entre músicas, jotas y actos religiosos, acompañados de risas, sonrisas y por lágrimas. Un carpintero, devoto de la Virgen, escribió en Fabla Aragonesa, ya desgastada por no haberla mostrado a los niños, que así decía:” Bien pasau ya medio siglo-en recuerdo de unos ¡hombres!- que- en esta sagrada ermita, siendo tiempos de algarada-con avidez l’alcontraron- de todos …¡aquí olvidada!-mucho por ella arriesgaron- qu’en este pozo d’a entrada-hasta d’os suyos guardaron- Ta su tierra catalana-con ellos se la llevaron-y justo de acabar aquello-¡el degolveba, anunciaron!- A recibila acudieron-To l’abadiau con l’Obispo- Fue a más grande romería-qu’en o Viñero s’ha visto-¿oh! Qu’aún está en a memoria,- recordala, que ye  historia”.

¡Dios mío, que santuario, queda en esta Sierra Guara, pues sus hijos ya se fueron, pero el amor al pasado y a esa  “Virgen D’o Viñero”, les ha hecho conservar, como dice el Carpintero, el recuerdo de la Historia de aquellos pueblos unidos, dentro del Abadiado!. Igual que algunos buenos  catalanes, durante la Guerra Civil, contemplaron la inmersión de la Virgen en el pozo, los miembros del Abadiado, igual que los catalanes devolvieron la cabeza de la Virgen del Viñedo, decidieron  conservarla y  venerarla, y acudir a recordar sus trabajos, sus oficios y su bendita Fabla Aragonesa, en ese medio Serrano!. Ahora se recuerdan los trabajos del aceite, moliendo las olivas en esa nave preciosa, que recuerda la faena del asno que gira el torno y los carteles, que dicen quienes eran los que hacían el aceite. En aquel tronco tan grande para presionar olivas, hay escrita una oración por un obrero devoto de la Virgen del Viñedo. Más arriba se divisa una pequeña fábrica para preparar anís, que alegraba el corazón y ayudaba a trabajar largas horas, con olivas que aplastaban, para sacarles aceite.

Ayudaba la Virgen  a los vecinos, antes del Abadiado y luego del Santuario, como pone como ejemplo dentro de la bella Ermita, el milagro que produjo con una mujer pariente mía, con apellido Almudévar.

El Monasterio, en lo alto, sigue en ruinas, esperando que el gobierno poderoso lo restaure, pero el pueblo, con amor y con sus  medios escasos, ha hecho renacer el Santuario serrano de la Virgen del Viñedo. Es que con la   sencillez y amor de los vecinos, que vivieron como hermanos del  conjunto, que formó el Abadiado, aportaron sus trabajo, sus romerías y jotas a la Virgen, que preside en el altar de la Ermita, que se encuentra debajo la Sierra Guara. La Virgen los atraía y ellos la querían tanto,  que en romerías continuas iban a corresponder a esa llamada, que venía del corazón de María. Pero no sólo eran las personas las que iban a rezarle y a cantarle, sino que las golondrinas, con sus cantos y sus vuelos artísticos, anidaban en el claustro y allí,  durante el verano, comunican a la Virgen la belleza de la rima, entre el cielo de allá arriba y la tierra de la Sierra.

Hoy he acudido a la Ermita para rezarle a la Virgen y saludar a la señora Consuelo, de más de noventa años que es “santera” de la Virgen. He llegado al claustro, donde las golondrinas parece que hacen vela a la Virgen, porque están tranquilas y no se asustan con  mi  presencia o la de otros turistas o devotos que por allí llegan. En la misma puerta de la Oficina de Turismo, están sentadas la señora Consuelo y una joven señora, encargada de atender a los que por allí llegan. Las saludo y descubro que la citada señora es Mercedes Claver, del cercano pueblo de Chibluco y de la familia que es pariente de los Bruis o Lasierra de Siétamo y que son vecinos de mi casa. Yo conocí a sus padres ya hace muchos años. Resulta que contándome sus viajes por la Sierra, me dice que tiene a veces como compañero a Bescós de Panzano, pariente mío por Manuel Bescós Almudévar y por su madre también pariente mía por los Azara. Me dice que este Bescós le contó la historia del caballero de Isarre, que ella ya la conocía porque se la había contado su abuela de Chibluco. Aquella hermosa y dura tradición de la Sierra de Guara, todavía se conserva en su territorio, aunque quedan muy pocos habitantes. Nieves me contó la tradición, que se van contando unos serranos a sus hijos y éstos a los suyos. El desaparecido pueblo de Isarre, nombre vasco, como el del pueblo y ermita también en ruinas, encima de Panzano, que se llamaba Arraro, también vascuence, dice que aun estando en lo más alto de Guara, encima de Santolaria, fue invadido por los moros, que asesinaron a todos sus pobladores que eran cristianos. Un joven hijo de Isarre, que también se llamaba Isarre, estaba por aquellos tiempos luchando contra los moros con el Rey de Navarra y Aragón. Cuando llegó a Isarre y comprobó que habían muerto todos sus familiares y a todos sus vecinos, levantó su espada y dirigiéndola al pico de Guara, juró que él daría muerte a tantos moros como ellos habían asesinado en su pueblo de Isarre. Efectivamente cumplió lo prometido y en una batalla, cerca del pueblo de Abizanda, acabó con tantos moros como ellos habían eliminado en Isarre. Recogió todos los cadáveres, los cargó en un carro y se los llevó a enseñar al Rey y decirle que esos cadáveres eran la venganza contra los moros,  que habían asesinado a sus padres,  hermanos, vecinas y vecinos del su pueblo.

Yo,  antes de morirme quiero subir a Isarre a rezar al Señor una oración por Aragón, que ha luchado en tantos actos heroicos, pero que acabaron con muchos pueblos muertos, como Isarre. A ese joven, que también se llamaba Isarre, en agradecimiento a su heroico comportamiento, lo hizo Señor de todos los terrenos de Isarre, que se encuentra encima de Santolaria,  de donde era la abuela de Nieves, en lo más alto de la Sierra de Guara. Como he dicho esta historia se la contaron a Nieves, su abuela y Bescós, pariente mío de Panzano, que está debajo del pueblo también desaparecido de Arraro.¡Dios mío, como conserva el Santuario del Viñedo la historia medieval de Guara, que los oscenses ya hemos olvidado!.

Nieves de Chibluco en el extremo occidental de la Sierra y mi pariente Bescós, en su  extremo  oriental, ambos jóvenes, me han hecho recordar mi pasado, pues mis antepasados eran de Sieso y de Barluenga. Pero esta historia tiene documentación en el Archivo Diocesano de Huesca.

Esperemos que restauren, no sabemos cuando el Monasterio de Montearagón, pero vayamos a la Ermita del Viñedo, donde el pueblo del Abadiado, devoto de la Virgen, nos ha dado un ejemplo de nobleza y de amor a esta tierra.   

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