miércoles, 18 de septiembre de 2013

Mi amigo Omar Juwara, es de Gambia






El río Gambia, es el que da nombre a una República del Africa Occidental. Desemboca en el Océano Atlántico, formando un estuario de mil doscientos kilómetros. Su territorio lo marca el mismo río. Forma un largo valle. Se extensión es inferior a la de la Provincia española de Huesca, ya que ésta tiene quince mil seiscientos treinta y seis kilómetros cuadrados y Gambia mide unos once mil doscientos noventa y cinco, ocupados por un millón quinientos veintisiete mil habitantes. Llama la atención el mapa del País, que es como un río con su cuenca, dentro del Senegal. Su capital es Banjul, que se encuentra a orillas del estuario del Océano Atlántico y Omar nació en Basse, que se encuentra casi en el extremo oriental de Gambia. El clima es tropical con un corto periodo de intensas lluvias. La agricultura es de sostenimiento,  pero destaca en el cultivo del cacahuete, que lo exportan. La religión mayoritaria es la musulmana, con un noventa por ciento de fieles, un nueve por ciento de cristianos y un uno por ciento,  que recuerdan a los esclavos que se llevaron a Brasil y que adoraban a dioses paganos. Todavía se cantan y se bailan en Brasil y en Uruguay músicas que piden  por los antiguos herreros, agricultores y otras ocupaciones humanas. No hay que despreciar las prácticas religiosas de los primitivos gambianos, que ya cantaban al Gran Batuke, un Dios desconocido, por los agricultores que cuidaban los huertos y por los guerreros y los herreros. Basta fijarse en mi amigo Omar, que ha llegado a ser un gran hortelano, en estos tiempos, en que el hambre vuelve a muchos ciudadanos del mundo. En el período de la esclavitud que se ejerció en tiempo de los portugueses, que descubrieron Gambia en el siglo XV, y pasó al poder inglés en 1783,  en el Tratado de Versalles. Portugal poseía frente a las costas del Senegal y de Gambia, las Islas de Cabo Verde, ahora País independiente. Esta colonización inglesa y francesa ha hecho que Gambia fuese como una pequeña nación del Río Gambia, engarzada por el Norte, por el Sur y por el Este, por el Senegal, que colonizaron los franceses. En Gambia es el inglés el idioma oficial y se hablan varias lenguas indígenas.  En el Senegal es el francés, el idioma oficial, pero ambas lenguas el inglés y el francés, están acompañadas por las que los africanos poseían y siguen hablando.
¡Cuántos esclavos negros se raptaron en el Senegal y en Gambia!. Unos marcharon a Brasil, a Urugay, a Paraguay e incluso a la Argentina, pero los más numerosos acabaron en los Estados Unidos de América. Los americanos, de los que muchos eran enemigos de la esclavitud, fundaron la República de Liberia, para proclamar la libertad del hombre. Pero aquellos países fueron víctimas de la colonización, que los ha dejado pobres y casi sin ningún desarrollo económico y sin adelantar en la cultura. Basta ver como huyen los “morenos” de Africa, como tratan de buscar la libertad, arriesgando sus propias vidas; unas veces en el mar,  con esas miserables barcas y otras, saltando las redes de Ceuta que la separan de Marruecos. Son los negros individuos generalmente de fuerte estructura anatómica, pues hoy en día los descendientes de dichos esclavos, son en Norteamérica, unos jugadores de baloncesto, extraordinarios y acompañadados generalmente de una despejada inteligencia, pero a veces se manifiestan ingenuos y quieren en sus países, que los patronos les den vicios y ventajas. Pero son trabajadores y es de esperar, que ahora que está creciendo en el mundo la necesidad de abundantes alimentos, es posible que algunas de esas repúblicas, se desarrollen, cuando en el mundo blanco, las facilidades modernas han convertido a los seres humanos en comodones. Por eso mi amigo Omar, cuando llega a Gambia la recolección de cacahuetes, sale disparado a su tierra a colaborar con la recolección de su cosecha. Son héroes los negros que aman la libertad y que arriesgan su vida para conseguirla, hasta el punto de preferir la muerte antes que la esclavitud.
Ha habido una larga historia de los esclavos negros, que han sido unos héroes, de los que algunos como Kunta Kinte, nacido en el año 1750, que lo han hecho protagonista de la novela “Raíces de Alex Haley” e incluso de una serie de Televisión. Esta novela está inspirada en el libro ”El Africano” de Harold Coulander. Este africano era musulmán de la etnia Mandinga y habitante de una aldea de Juffure en Gambia. Vivía pacíficamente en la cuenca de ese río llamado Gambia y un día cualquiera, cuando estaba cortando madera, lo apresaron unos negociantes que se enriquecían con la esclavitud de los morenos. Ahora están luchando muchos negros para pasar una valla, allá en Ceuta, pero a Kunta Kinte, lo embarcaron en un barco para atravesar el Océano Atlántico, para llevarlo como esclavo a Annapolis, en el estado de Maryland de los Estados Unidos. Como sus posteriores paisanos africanos huyó varias veces de la esclavitud, pero los esclavistas le cortaron un dedo gordo de un pie y lo vendieron a William Reynols. Lo pusieron a trabajar en una plantación de Virginia, donde conoció a su esposa Belle, y tuvieron una hija llamada Kizzy.
Los estados europeos podían haber enseñado a los africanos a cultivar sus riquezas, como hacen ahora los chinos, que explotan los productos alimenticios, de los que va aumentando su necesidad en el mundo. Miran también los minerales y las materias de estructuras atómicas para fomentar la energía. Enriquecen el turismo como ya hicieron otros pueblos con la caza de animales exóticos.
 En España no fue tan poderosa la actividad de esclavizar a los morenos, porque hubo intelectuales que predicaron contra esa actividad y tenemos que recordar a Fray Bartolomé de Las Casas.
Pero los países que fomentaron esa miserable actividad, han levantado monumentos, desde luego que escasos, el primero a Kunta Kinte en Annapolis. Este es uno de los escasos monumentos elevados en el Mundo, que se ha dedicado al heroico comportamiento de los esclavos y cimarrones, africanos. Hay otro monumento dedicado a Zumbi, en el Brasil.
En México se levanta un monumento dedicado a Ñanga o Gaspar Yanga, fundador de una ciudad también con el mismo nombre, próxima a  Veracruz, que fue el primer pueblo de esclavos, que se liberó en América, reconocido por el Rey de España en 1610.
Omar Juwara es un hombre que respeta a la humanidad, ya que se acuerda de que su padre le decía: no hay que mentir y no hay que robar, y él se acuerda del trabajo al que respeta y se acuerda de los héroes de su tierra. Cuando va a Gambia, pasa cuando va a su pueblo de Basse, por la puerta de la casa en que nació Kunta Kinte, en el pueblo de Matati y dice que cuando vuelva por allá, le hará un homenaje, que haga recordar al mundo, las virtudes de los africanos de color moreno y a sus dos hijos les contará la historia de Kunta Kinte.
 

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