En la finca de José María Puyuelo Sorribas, me encontré con el Coronel ya jubilado, Javier Martín Blesa y me asombré de encontrarme con un señor con los mismos apellidos que los de Don Ramón; le pregunté si era pariente suyo. Me dijo que era pariente un tanto lejano, pero que tenían un origen común en el pueblo de Blesa y en la cuenca del río turolense Martín. Pero aparte de recordar los orígenes en tierras de Teruel, me estuvo cantando la inteligencia de don Ramón, ya que todavía conserva su libro de Física, que él estudiaba en la Academia General Militar de Zaragoza. Cuando fue a la Academia de Toledo, siguió estudiando el mismo libro. Pero es curioso el placer que le producía estudiar temas tan serios, en un tan sencillo libro. Pero su cerebro no cesaba de crear ideas para traspasárselas a los jóvenes, pues sacó entre otras, la plaza de Química en el primer curso de Medicina. Javier Martín Blesa explicaba como todo el mundo hablaba maravillas de don Ramón, diciendo: ¡qué bueno era y qué buen profesor!. Se preocupaba de todo el mundo, como se preocupó de que sus hijos alcanzasen tres de ellos el puesto de catedráticos, como una hija suya alcanzó el cargo de Vicerrectora de la Universidad de Cádiz. Todavía seguían sonando los nombres de Don Virgilio Valenzuela, profesor de Filosofía, de Sánchez Tovar, que cuando te lo encontrabas, con su amabilidad, te contagiaba de la Historia de Aragón. El profesor de Lengua don Miguel Dolc, con su esposa Dolores Cabeza organizaron el año 1956 una obra teatral, que representaron en el Olimpia, titulada “La Santa Virreina”. Pero el año 1958, el día siete de Marzo, día de Santo Tomás, dirigidos por don Virgilio Valenzuela, los alumnos de sexto curso, entre los que se encontraban Francisco Almazán, Pardo , hijo del ferretero de la calle de Goya, Fernando Bagé, cuyo padre fabricaba básculas y la símpática chica María Fernanda Pesini, representaron la obra de Miguel Mihura, titulada “El caso del señor vestido de violeta”. Era el caso humorístico de un torero al que le entraba un complejo de “viejecita”, cuando se vestía de luces. El director del Teatro era don Virgilio Valenzuela, pero siempre estaba presente la colaboración del Director del Instituto Ramón y Cajal, don Ramón Martín Blesa, que intentando ayudar a sus alumnos, convertidos en actores, estaba entre los bastidores. Tenía inquietud por el cerebro de sus alumnos y trataba de guiarlos con las obras de Teatro, pero le preocupaba tanto la salud de sus cuerpos, pues formó un equipo de fútbol con el que se sentía unido, ya que se le veía correr por la banda del terreno de fútbol, animando y aconsejando a los jugadores. En dicho equipo jugaban, Ernesto Puertas, hijo de la profesora de dibujo, ”Fito” pariente mío de Santolaria, Antonio Escartín, casado hoy en día con la pintora, Maestra y poetisa Asunción Laplana, José María Franco, actual farmacéutico de la Farmacia Mingarro y entre otros muchos Carlos Auría que dirigió la Farmacia Auría.
Francisco Almazán jugaba al fútbol y ahora, desde Huesca, vive de los recuerdos de Don Ramón Martín Blesa, del que recibió formación y conserva una amistad, rayana con el parentesco de toda su familia.