sábado, 5 de marzo de 2011

La prisa











Sobre la esfera del reloj de pared se lee: ”Tempus fugit”, y el tiempo va huyendo lento, lento, al ritmo que le marca el sonoro tic-tac de su péndulo. No tiene prisa el reloj de forma semihumana con cabeza que, por cabellos, se corona con adornos barrocos, su cara es blanca, redonda y numerada, con saetas que no inciden sobre un corazón que no posee, sino sobre la frialdad de unos números romanos, que recorren, periódicamente, una y otra vez con la monotonía con que la luna cumplimenta, día y noche, las fases que aparecen en los calendarios.

Su pecho y su vientre de guitarra se transparenta a través de un cristal, dejando ver cómo el péndulo alterna su movimiento pendular. El tiempo huyó definitivamente para el varón que lo escuchaba y contemplaba, pero la dama quebró la sincronía con el tic-tac sonoro y no supo, ya más, escuchar la dulce sonería de campanas que el reloj, cada hora, al aire regalaba.

Se fijó la señora solamente en lo fatal de la sentencia de la esfera y aquel “tempus” que “fugit” se le clavó cruelmente en su cerebro y en su corazón, cuyos latidos, siendo vida, no le decían nada.

El reloj se recrea con el tiempo que tiene concedido y la dama, en lugar de gozarlo, lo consume, lo quema, lo derrocha; huye de él y huye de sí misma sin parar un instante a gozar de la vida que Dios le concediera. Va y viene, sube y baja, sin hacer un alto en el camino y el tic-tac del péndulo de su vida queda despendolado, con pérdida del ritmo armonioso, que pudo ser placer y ahora es huida.

Párate sin parar, como el reloj, para escuchar el ritmo de la vida, para oír el sonido de las campanas, de músicas, de palabras bellas, y para ver las fases de la luna, los paisajes y tantas cosas que adornan la existencia.

¡Párate, templa tu ritmo pendular y manda sobre ti , como la rueda Catalina en su reloj!, ¡como Marcial Lalanda convertía en ballet la prisa de la fiera !.

¡Párate como Teresa la Andariega, en las Moradas del alma y de la calma!.

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