Yo conocí a este naturalista en
el Bar de la Arboleda de Siétamo. Vive en Arbaniés y cada día, baja a desayunar
a la Arboleda. Es un hombre de una gran discreción y no me había dicho nunca
que amaba a las aves, con las que gozaba de su belleza, de su agilidad, de su
canto, de sus vuelos, de sus nidos y de su labor sanitaria, cuando con sus
fuertes picos, eliminan los cadáveres, en la Sierra de Guara. Porque no me contó
él, su labor en el serrano pueblo de Santa Cilia de Panzano, sino uno de los
que se toman un café, en La Arboleda. Me dijo que había contemplado la labor de
Manuel Broceño, colaborando con los encargados de dar de comer a los buitres,
que acuden a una ladera de suelo pétreo, que se encuentra debajo del pueblo
medieval de Arraro con su Virgen, y cerca del pueblo de Santa Cilia de Panzano.
En dicho pueblo se encuentra el Museo Naturalista, que se admira con la Casa de
los Buitres. El que quiere vivir esas vidas de las aves carroñeras, entre las
que se encuentran los buitres leonados, los negros, e incluso los quebranta
huesos, no tiene mas que ir a visitar ese Museo Naturalista. Entre los meses de
Marzo y de Septiembre vuelan los alimoches, aves en que domina el color blanco
de su plumaje. Vienen del Africa, volando sobre el Sahara y aquí yo los veo, cada
año sobre el término de Valderrey, encima de la ruinosa Fabrica de Harinas. Si
algún científico o simplemente aficionado desea subir a tal Museo Viviente, tiene
una casa, donde yo he merendado, llamada Casa de Clavería. Allí Manolo Broceño se mueve al servicio de las
aves, aportándoles carnes con un carretillo y distribuyéndola por aquella gran
losa pétrea. La ley protege a todas las aves rapaces, pero son los individuos
como Manolo, los que realmente las
protegen, porque se lanzan a alimentarlas.
Nació nuestro naturalista en el
interior de la provincia de Alicante y ahora vive en el pueblo de Arbaniés, al
pie de la Sierra de Guara, que separa los Altos Pirineos de la Tierra Baja. A
él, le llama dicha Sierra y va a visitarla, buscando en las alturas acercarse a
otras más altas de allá arriba, y desde ellas, contemplar el Somontano y la
Tierra Baja. Es de profesión Radio Técnico y al emitir y mandar los sonidos al
espacio, por medio de la radio, le llamaban la atención los sonidos que en sus
vuelos, lanzaban las aves. Vino a Arbaniés hará unos doce años a regir una Casa
de Turismo Rural, al pie de la Sierra, desde donde puede contemplar y caminar
por aquellos montes en busca del placer que en la Naturaleza, producen las
aves. Va, como hemos visto desde Santa Cilia de Panzano, con su Museo de los Buitres, por el pantano de
Vadiello, donde se acumulan las aguas del río Guatizalema y en sus proximidades
la Ermita de los santos Cosme y Damián, donde estuvo de capellán, hace ya
muchos años un tío de mi abuelo don Ignacio Zamora Blasco, después de la Desamortización
de Mendizabal. En el pueblo de Chibluco, también ha contemplado las comidas de
los buitres. En aquellos “mallos” de piedra del Pantano de Vadiello, se posan
los buitres y en las alturas y en las orillas del pantano proliferan las
cabras. Siguiendo por el Gratal, se divisan el pantano de Arguis por arriba y
el de la Sotonera por debajo.
En un cuaderno de fotografías,
realizado por Manuel Brocero, titulado Aves de Guara-1, he visto en la tapa del
block, una fotografía magnífica de la Osca, apertura o puerta, entre la Peña de Sem y la de Men, por la que entra el río Flumen, de los
Pirineos en la Tierra Baja. Por esa “Osca” o apertura entró también San Urbez, desde
la Montaña en el pueblo de Ola. Por esas rocas de las dos Peñas, anidan las
palomas zuritas, pero al mismo tiempo, en alguna ocasión se dejan ver pájaros
más o menos cantores, vestidos de colores hermosos en sus plumajes. A esta Osca
la llaman el Salto de Roldán, porque el guerrero de Calomagno, en lugar de
pasar por abajo, es decir por el río Flumen, saltó desde arriba con su caballo.
Manolo
se fija o más bien, son las aves, que desde las alturas, llaman su atención.
Son los buitres comunes y a veces los leonados los que más aparecen,
inspeccionado cadáveres desde lo alto. Pero aparecen también otras figuras, como
la del águila perdicera, la del águila real, a veces el milano real y en la
temporada de Marzo a Septiembre vuelan
los almizcles, que vienen desde Africa en un vuelo que pasa por encima del
Sahara, para llegar a España. Pero no
sólo vigilan el ambiente esas fuertes aves de rapiña, sino que en el cuaderno-
libro de Manolo, figuran hermosas aves, que retrató Manolo, como el picapinos,
la tarabilla común, el pardillo, el mirlo, el zarzal, el herrerillo común, la
lavandera blanca, etc. Manolo recorre desde Guara, con su Salto de Roldán hasta
Piracés, donde hizo fotografías de columnas de roca erosionadas por los siglos.
Muchas veces, se encuentra aves
en los montes de la Sierra, pero él sabe los lugares, donde encontrará alguna
especie determinada. Por ejemplo en el Roquedo de Guara ha localizado el buitre
negro, el quebrantahuesos, el alimoche y la lechuza y sus semejantes, el autillo y el mochuelo. Mira por los
pantanos, por el Somontano y por la estepa, donde fotografía el sisón, la
ortega y la ganga ibérica. No se olvida de los humedales, como el pantano de la
Sotonera, donde reinan las grullas. No se olvida de la Laguna de Sariñena, al
Sur de la Tierra Baja, pero no necesita ir tan lejos, porque en la misma
capital de Huesca se encuentra la balsa de Valdabra y al lado de la monumental
ermita de Loreto, donde nació San Lorenzo, proliferan numerosos y bellos patos
y parientes de esas aves nadadoras y volanderas.
Yo sólo he visto un ejemplar de
sus cuadernos, pero tengo entendido que tiene preparados una multitud.
Pero Manolo no sólo ha corrido el
Sur de la Sierra de Guara, sino que ha viajado hasta Nocito, montado a caballo
y acompañando a numerosos franceses, que lo adoraban por el conocimiento que
demostraba sobre la Ornitología o tratado de la vida de las aves. A aquellos
franceses les llamó la atención el nombre de Arbaniés, de origen vasco, pues en
la Gironda francesa existe el pueblo de Arbanats. A los dichos franceses les
llama la atención ese nombre, pero en
las Cinco Villas aragonesas existe el pueblo de Arba de Luesia y en Navarra el
de Arbuniés. En la casa en que vivió el poeta y panadero, Paco San Román, se ve
sobre el portal, un hermoso lauburu, frecuente en Navarra y en Aragón.
No es extraño que los franceses
se fijaran en Manolo, pues con su esposa, desde su casa llamada de Oliván, mandaron una fotografía de un quebrantahuesos,
volando sobre Arbaniés. También llamó la atención de los ornitólogos sobre el
ascenso de las Grullas desde el Sur hacia el Norte, donde hacen sus crías, No
es, por tanto extraño que un grupo de
franceses se pusieran a las órdenes de Manolo Broceño, para cabalgar por las
duras sendas pirenaicas, por los espectaculares Cañones de Guara de dos mil
setenta y siete metros de altura. Viajaron por una de las regiones de España
para la observación del cielo, de la tierra y de las aves, que los unen. Desde
aquellas crestas del Pirineo se observan desde los Pirineos hasta las estepas
del Valle del Ebro. Fueron por el casi despoblado Valle de Nocito, al pie del
afamado monte del Tozal de Guara, hasta la ermita de San Urbez, nacido en
Francia. Al volver bajaron por el Sur
del Flanco de Guara, por el límite entre
sierras y viendo por abajo las estepas. Pasaron por el viejo Monasterio de San
Cosme y San Damián. Después de cabalgar durante unos seis o siete días,
llegaron a casa Oliván de Arbaniés.
Cuando subo por Arbaniés, a veces
no veo a nadie, pero allí nació el jotero que más mueve los corazones en Aragón
y que este año, en las Fiestas de la Asunción, dentro de la iglesia parroquial hizo llorar a los hijos de Arbaniés. En la
casa del lauburu,vivió un gran poeta de una sensibilidad extraordinaria, al que
he nombrado como Paco San Román. Hace muy poco tiempo se murió Cano, un hombre
sencillo, que muchos años de su vida
dedicó a pastorear rebaños de ovejas y de cabras, que siempre se preocupó de
que las Fiestas de la Asunción, para que se celebraran exactamente en sus días
naturales, sin ser influida la fecha de su celebración, por las Fiestas de San Lorenzo de Huesca.
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