¡Qué usted lo pase bien, don
Antonio!, y claro que don Antonio procuraba pasárselo lo mejor que podía y el
ceremonioso que se lo había deseado, no sabemos si de verdad, para sus adentros
decía: y yo también.
En este caso, seguro que lo
deseaba de verdad, aunque luego las pasara canutas. Porque en esto del pasar, hay
muchos pasares. Pasa el tiempo, cuya carrera va ligera tras de sí. Pasa la vida
como un breve día. Pasa un buen día lo que hemos esperado durante muchos días. Pasa
un rato que, si es malo, se hace eterno y,
si es bueno, vuela.
Así explicaba Einstein la teoría
de la relatividad. No sólo pasa todo lo relativo al tiempo, sino que pasan las
guerras, pasan los ríos, pasan los coches, los trenes, la gente, las modas y la
belleza. Y se habla de la pasada guerra, de que agua pasada no mueve molino, de
que ha pasado el tren o el autobús, de lo rancia que era la gente pasada y de
lo pasada que está Fulanita.
Todos hemos pasado alguna vez por
el aro, algunos por la vicaría, los chinos por los paralelos y César por el
Rubicón.
Para algunos sólo hay dos formas
de pasarlo o pasárselo: bien o mal. Cuando a uno le dicen que lo pase bien,
quedan incluidos en el deseo todos los bienes. Cuando uno lo pasa mal, en ese
“las”, se incluyen todas las cosas pasables o por lo menos, explícitamente, no
se excluye ninguna. Yo creo que hay gentes que lo pasan bien, otras tienen un
buen pasar, otras tienen un pasar mediano y muchas que las pasan negras.
Cuando se murió uno que lo pasaba
bien y el cura anunció que Fulano había pasado a mejor vida, el monaguillo
exclamó: ¿aún mejor?.
El que tiene un buen pasar es
como si pasara la acequia por el puente; el que tiene un mediano pasar es como
si la pasara por las pasaderas y el que las pasa moradas es como el que va como
“cagallón por acequia”.
Hay personas que se dedican a
jugar malas pasadas a los demás, hay otras a las que siempre les pasan cosas, otras
que pasan por alto las ofensas, otras que pasan balones por bajo, y otras que
se pasan todo por debajo de los balones. Hay a quien le pasa la suerte de
largo, y hay quien coge las tordas cuando pasan. Hay algunos a quienes no les
pasa la comida y algunas a quienes les pasa de todo. A pesar de lo antedicho, aún
hay quien dice que nunca pasa nada. Y en tiempos modernos tenemos a los pasotas
que pasan de todo, y a Luis García, que me pasa este escrito a máquina.
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